Versos:
"Arquipo anhelando la Piedra Angular, fue aplastado con piedras por su anhelo"
En el decimonoveno, Arquipo fue asesinado apedreado.
Cuando estos tres piadosos cristianos se reunieron esa noche para rezar y meditar estaban rompiendo la ley de Roma... y ellos lo sabían.
Mientras leían las Sagradas Escrituras y conversaban sobre la más reciente carta que habían recibido del Gran Apóstol San Pablo desde Roma, podían escuchar - a través de la ventana- los ominosos sonidos de un festival pagano que se estaba realizando en ese mismo instante.
Las calles de la ciudad estaban inundadas por el estruendo
de tambores, platillos y trompetas, así como por olas de risas desenfrenadas.
En esta noche iluminada por las antorchas en Colosas –una gran ciudad en el
corazón de la provincia Romana de Frigia (hoy en día parte de la región de
Anatolia en la moderna Turquía)– la mayoría de los ciudadanos se encontraban
participando en un festival pagano en honor a la diosa Griega Artemisa, una
deidad lunar a la cual ellos adoraban impíamente como su diosa. "Arquipo anhelando la Piedra Angular, fue aplastado con piedras por su anhelo"
En el decimonoveno, Arquipo fue asesinado apedreado.
Cuando estos tres piadosos cristianos se reunieron esa noche para rezar y meditar estaban rompiendo la ley de Roma... y ellos lo sabían.
Mientras leían las Sagradas Escrituras y conversaban sobre la más reciente carta que habían recibido del Gran Apóstol San Pablo desde Roma, podían escuchar - a través de la ventana- los ominosos sonidos de un festival pagano que se estaba realizando en ese mismo instante.
Los Cristianos
se habían reunido en la casa de Filemón, un noble de la ciudad de Frigia quien
se había convertido al Cristianismo y que había sido bautizado por San Pablo.
Esa reunión era ilegal –y esa tarde era particularmente peligrosa para sostener
un servicio religioso prohibido. Pero ellos no tenían miedo. Todos los que se encontraban allí reunidos entendían que el martirio por causa del Santo Evangelio de
Jesucristo era una posibilidad real.
Ετερον πολυτίκιον. Ἦχος δ’. Ὁ ὑψωθεὶς ἐν τῷ Σταυρῷ.
Entre los Cristianos que se habían
atrevido a participar en esa noche del festival pagano se encontraban Filemón y
su fiel esposa Apfia –y su hijo adulto Arquipo, a quien San Pablo recientemente
lo había nombrado obispo de la ciudad. Estos tres Cristianos estaban felices de
ser parte de “Los Setenta” Apóstoles, quienes habían sido elegidos por los Doce
Apóstoles Originales para llevar el Santo Evangelio a todas las naciones.
Muchos de estos Setenta Apóstoles llegarían a ser obispos al tiempo en que el crecimiento
de la fe se iba propagando rápidamente de una ciudad a otra.
Otros terminarían
sus vidas como mártires gloriosos luego de haber sido arrestados y torturados
para luego ser asesinados por las autoridades de Roma, o por los sacerdotes
Judíos que aún gobernaban en muchas zonas de la antigua Palestina y que estaban
celosos del surgimiento de este nuevo movimiento que estaba tomando cuerpo bajo
sus propios ojos.
Para los miembros de Los Setenta no existía un llamado más
glorioso que el del martirio. Para ellos morir por Cristo era un privilegio. Y
ahora este se encontraba a sólo unos instantes. Los piadosos Cristianos en la
casa de Filemón acababan de terminar la hermosa oración que Cristo les había enseñado
a través de los Santos Apóstoles - Padre Nuestro, que estás en el Cielo, Santificado
sea Tú nombre. Venga a nosotros Tú reino, Hágase Tú voluntad. Como en el Cielo-
Entonces, repentinamente, golpearon la puerta. Con un pavoroso sonido se
rompieron los vidrios de dos de las ventanas en miles de fragmentos. Escucharon
pies calzando botas cruzar el jardín.
Voces amenazadoras sonaron a través de la
puerta. Y un instante después, la muchedumbre se encontraba sobre ellos. De
algún modo su inocente reunión de oración había sido reportada a las
autoridades Romanas que gobernaban Frigia… y se les dio permiso a los
festejantes borrachos que se encontraban celebrando esa orgía pagana para
interrumpir la reunión y atacar impunemente a los Cristianos.
Lo que siguió fue
una pesadilla que los que la presenciaron nunca olvidarían. En primer lugar la muchedumbre
destrozó la casa en pedazos y reunió la evidencia que haría convictos a estos
adoradores secretos de Jesús. Estos locos lujuriosos no respetaron nada. Además
de quemar los crucifijos, los ilegales pisaron -con sus botas cubiertas de barro-
las Epístolas de San Pablo sin siquiera preocuparse en leer las palabras que
generaciones posteriores de Cristianos llegarían a reverenciar: Pablo, preso
de Cristo Jesús, y Timoteo, el hermano, a nuestro querido amigo y colaborador
Filemón, a la hermana Apfia, a nuestro compañero de armas, Arquipo, y a la
Iglesia de tu casa… (Fil 1, 1-3)
Luego de haber silenciado el mitin y de
haber arrestado a todos, las autoridades eligieron a los tres líderes de la
secta –Filemón, Apfia y Arquipo– para recibir un castigo especial. Primero
fueron azotados hasta casi el punto de morir. Luego sus torturadores cavaron
agujeros en la tierra en los cuales los enterraron hasta la cintura… de modo
que pudieran ser fácilmente apedreados hasta matarlos. Sin ayuda, apresados e
incapaces de resistir, la esposa y el marido cayeron inconscientes mientras la furiosa
muchedumbre proclamaba alegremente que Artemisa era su verdadera reina. Filemón
y su amada esposa murieron rápidamente. Pero su hijo Arquipo permaneció
bastante tiempo al borde de la muerte al punto que sus enemigos se aburrieron
-y enviaron a un grupo de niños despiadados para atacarlo con cuchillos hasta
que finalmente se desangró con una oración de perdón en sus labios sangrientos.
Estos tres valientes Cristianos de Colosas –tres de Los Setenta– estaban muertos. Sus sueños del martirio se habían cumplido y ahora podían descansar en los brazos de su Señor y Salvador.
Estos tres valientes Cristianos de Colosas –tres de Los Setenta– estaban muertos. Sus sueños del martirio se habían cumplido y ahora podían descansar en los brazos de su Señor y Salvador.
Los Santos Mártires Filemón, Apfia y Arquipo
murieron por su fe alrededor del año 64 d.C. bajo el monstruoso gobierno del
Emperador Nerón (54-68). Sufrieron muchísimo, pero sus vidas finalizaron en la
gloria, y nos dejaron con el más grande regalo que los seres humanos pueden
dar: una canción inacabable de alabanza para la gloria y la beneficencia de
Jesucristo.
Tετρὰς ἡ θεοσύλλεκτος τῶν ἀποστόλων Χριστοῦ Φιλήμων καὶ Ἄρχιππος καὶ σὺν Ἀπφίᾳ ὁμοῦ, ὁ θεῖος Ὀνήσιμος· λάμψαντες τοῖς ἐν σκότει ἀληθείας τὴν γνῶσιν, ἤθλησαν ὁμοφρόνως καὶ τὴν πλάνην καθεῖλον· καὶ νῦν ἐξευμενίζονται πᾶσι τὸν Κύριον.
Ὡς προσπελάσας ὁλικῇ διαθέσει, τῷ τῶν ἀρρήτων μυητῇ καὶ ἐπόπτῃ, τῶν Ἀποστόλων σύσκηνος ἐδείχθης σοφέ· ὅθεν τὸν τῆς πίστεως, θεῖον λόγον κηρύξας, ἔτεμες τοῖς τρόποις σου, τὰ φυτὰ τῆς κακίας, καὶ ἐναθλήσας Ἄρχιππε στερρῶς, δικαιοσύνης, ἐδέξω τὸν στέφανον.
Otro apolitiquio tono 3º
Oh Santos Apóstoles Arquipo, Filemón y Apfia, intercedan ante el Dios
misericordioso para que El conceda a nuestras almas el perdón por nuestras
ofensas.
Condaquio tono 4º
Ετερον κοντάκιον. Ἦχος δ’. Ἐπεφάνης σήμερον.
Ὡς ἀστέρα μέγαν σε ἡ Ἐκκλησία, κεκτημένη Ἄρχιππε, ταῖς τῶν θαυμάτων σου βολαῖς, φωτιζομένη κραυγάζει σοι· Σῶσον τοὺς πίστει, τιμῶντας τὴν μνήμην σου.
Μεγαλυνάριον.
Χαίροις Ἀποστόλων ὁ κοινωνός, καὶ τῆς ἀληθείας, φυτοκόμος ὁ ἱερός· χαίροις Παρακλήτου, τὸ ἔμψυχον ταμεῖον, Ἀπόστολε καὶ Μάρτυς, τοῦ Λόγου Ἄρχιππε.