sábado, 20 de enero de 2024

San Eutimio el Grande (+473)

Versos:
"¿Qué cosa común sobre tu vida había allí Eutimio? Fuiste llevado a los Ángeles aquellos con una vida inusual".

Cuando era anciano y se estaba preparando para la muerte sus monjes compañeros se reunieron en torno a él. Hablando con voz baja y sombría los doloridos hermanos que habían vivido por tantos años bajo su bondadoso gobierno en el monasterio le pidieron una última orientación al Santo Monje Eutimio. Ellos querían aprender lo más que podían de su Superior de 96 años de edad antes de que su alma dejase esta tierra para siempre.
“Padre Sabio,” le imploraron en palabras como éstas, “díganos, por favor, cómo debemos vivir. Enséñenos oh Santo: ¿qué debemos recordar –antes que cualquier cosa- si queremos cumplir nuestros sagrados deberes como monjes que quieren dedicarse a vivir alabando al Dios Todopoderoso?” 
De acuerdo a los historiadores de ese periodo, desde su lecho de muerte, el Venerable Padre Eutimio, uno de los más santos y sabios maestros en la larga historia de la Santa Iglesia, respondió con las siguientes palabras: “Cada virtud es asegurada por el amor y la humildad. El Señor se humilló a sí mismo por causa de Su Amor por nosotros haciéndose hombre. Por lo tanto debemos alabarlo a El sin cesar, especialmente nosotros ya que como monjes nos hemos alejado de las distracciones y las preocupaciones del mundo”. 
 
 




Icono de San Eutimio, en el monasterio con su nombre en la antigua ciudad de Jerusalén. 




 
 
“Mírense a ustedes mismos y preserven sus almas y cuerpos en pureza. No fallen en atender a sus servicios en la iglesia y mantengan las tradiciones y reglas de la comunidad. Si alguno de los hermanos tiene problemas con pensamientos impuros, corríjanlo e instrúyanlo de modo que no caiga en las garras del demonio. Nunca les nieguen hospitalidad a los visitantes. Ofrézcanle una cama a cada extraño. Den lo más que puedan para ayudar a los pobres en su desgracia.” 
Nacido alrededor del 377 en la ciudad Armenia de Melitene, localizada cerca del Río Eufrates, el Venerable Eutimio pasó toda su vida luchando por seguir el mismo consejo que les dio a sus amados monjes en el día de su muerte. Hijo de dos aristócratas pero virtuosos cristianos – Pablo y Dionisia- este humilde y abnegado monje no sólo viviría las líneas maestras que recomendó a sus seguidores… sino que también llegaría a ser un luchador importante contra las peligrosas herejías, así como un gran defensor de las doctrinas sagradas que son las bases de la autoridad espiritual de su Santa Iglesia amada.
Ya que era infértil desde antes de su nacimiento la fiel Dionisia le rezó fervientemente a Dios por Su ayuda para que puediera tener un hijo. Y entonces, maravilla de maravillas, tuvo una visión en la cual era bendecida con un hijo varón –a quien ella inmediatamente llamó Eutimio, que significa “Gran Alegría.” Para Dionisia, la mujer temerosa de Dios, la llegada de este don sería una fuente de gozo que duraría toda su vida. 
 
 
 







 
 
 
Como joven que había estudiado las Sagradas Escrituras y rezado constantemente bajo la dirección del Obispo Armenio Eutrouis, el venerable Eutimio soñaba en que algún día visitaría los Lugares Santos en Palestina y, más aún, que llegaría a ser un monje ermita habitante del desierto. 
Ambos sueños comenzaron a hacerse realidad el día glorioso en que finalmente visitó Jerusalén a la edad de 29 años, alrededor del año 406, y se quedó encantado con la belleza física y espiritual de Tierra Santa.
En pocos meses este visionario buscador de Dios había establecido una vida de ascetismo y oración en la gran Lavra localizada en Pharan, en el camino que conectaba Jerusalén y Jericó. Ahí empezó muy pronto a desarrollar las cualidades –piedad intensa y una profunda humildad– que definirían su vida entera como monje.
Mientras vivió en Pharan también compartió la austera gruta que algunas veces ocupaba, con su amado compañero y monje San Theoktistos, ahí el venerable Eutimio comenzaría a dirigirse hacia la gran lucha que significa una vida dedicada a la contemplación.
Pronto comenzó a atraer a una corriente constante de discípulos… un grupo de contemplativos entre los cuales se encuentran algunas figuras veneradas como San Ciriaco el Ermitaño, San Saba el Santificado así como el reverenciado maestro de monjes Theoktistos. Con el paso de los años el venerable Eutimio establecería una reputación a lo largo de Palestina y el Medio Oriente como realizador de milagros, como sanador de los enfermos así como quien multiplica los panes para los hambrientos.
 
 





 
 
 
 
No tuvo miedo de los demonios que caminaban por el desierto. Exorcista habilidoso liberó a muchos de los tormentos del Malo simplemente invocando el poder amoroso y curativo del Dios Todopoderoso. Una y otra vez alejó espíritus inmundos de los cuerpos de desvalidos pecadores que fueron liberados para adorar a Dios en acción de gracias y en humildad.
Justo y prudente en cada cosa que hizo San Eutimio les advirtió a los monjes bajo su cargo que nunca deberían dejar de realizar cada día el trabajo manual en el servicio al Señor Jesucristo, al tiempo que les decía a quienes quisieran escucharlo: “Si te alimentas de pan que no procede de tu trabajo has de saber que te estás alimentando del trabajo de alguien más.” 
Era tan humilde que frecuentemente mandaba a que sus monjes comiesen con toda la comunidad en la mesa común –de ese modo evitaban el peligro de hacerse soberbios sobre sus propios ayunos. Además les recomendaba constantemente a los monjes que él supervisaba que permanecieran en sus sencillas celdas antes de estar vagando en el desierto mostrando piedad y contemplación. 
 
 







 
 
 
Sencillo y con las cosas muy claras sus consejos a los más jóvenes siempre eran los mismos: “Frecuentemente un árbol trasplantado no produce frutos. Quienquiera que desee hacer el bien puede hacerlo desde el lugar en que se encuentre.” El siempre vivió el credo que predicaba, permaneciendo por meses en una cueva solitaria cerca del monasterio –un lugar alejado que eventualmente llegaría a ser un gran monasterio lleno de monjes que buscaban emular su ejemplo.
Cuando murió a la edad de 96 años el Patriarca de Jerusalén se dirigió rápidamente al lugar en que había fallecido para bendecir sus restos y rezar por su tránsito hacia el Reino de los Cielos. Eran tan grandes las multitudes que buscaban expresar sus reverencias a su líder espiritual que el Patriarca no pudo completar sus oraciones sino hasta el anochecer, luego de unos servicios que duraron todo el día. Mientras Hombres Santos de todo el Medio Oriente se apiñaban para tocar sus reliquias y los monjes que habían compartido su vida lloraban desconsoladamente, el funeral de este reverenciado hombre se convirtió en una conmovedora hora de dolor. El Santo padre y asceta buscador de Dios había dejado atrás su cuerpo pero aún no se había alejado de sus hermanos en Cristo. Sólo siete días después de su muerte se apareció su espíritu en el monasterio a su amado monje, amigo y compañero, el joven Domenciano, a quien le aconsejó y le dio gran consuelo. 
Descrito por muchos de sus seguidores como “Hijo de la Luz,” el Venerable Eutimio es honrado cada 20 de Enero. Fue llamado a la Casa del Padre alrededor del año 473.
 
 
 





 
 
 
Entre los muchos milagros que hicieron de San Eutimio una figura legendaria en la Santa Iglesia, ninguna parece más notable que la curación de un niño gravemente enfermo cuyo padre –el poderoso Aspebetos– era el gobernante de una tribu de Arabes nómadas. Cuando el jefe de los Arabes vio como el Hombre Santo de Pharan había curado a su amado hijo, se convirtió rápidamente al Santo Evangelio de Jesucristo y ordenó que todos los miembros de su tribu hicieran lo mismo. Luego de haber tomado el nombre cristiano de “Pedro” este poderoso príncipe coronaría su impresionante conversión llegando a ser,
eventualmente, un obispo Cristiano reconocido a través de todo el Medio oriente como el Obispo de las Tiendas.
Estos milagros fueron hechos posibles por la gracia de Dios y jugaron un papel muy importante en la conversión de muchos que los presenciaron. Pero el Santo Monje Eutimio también proveyó un inestimable servicio de gran importancia a la Santa Iglesia oponiéndose a tres diferentes herejías que amenazaban sus verdaderas doctrinas. En diferentes momentos durante su larga y santa vida, este humilde habitante de la cueva y maestro de monjes arriesgaría su estatura social (junto con su vida) luchando contra los errores teológicos producidos por los Nestorianos, los Euticianos y los Maniqueos. 
Posiblemente el más valioso de todos los dones de San Eutimio fue el que ofreció a través sus sabias enseñanzas durante los muchos años que pasó instruyendo a sus monjes sobre los pasos esenciales para llevar una vida monástica apropiada. Entre los agradecidos estudiantes de este santo monje y maestro de los ermitaños del desierto se encuentra San Saba el Santificado, quien nunca dejó de alabar la gentil sabiduría de su amigo y compañero monje, el Venerable Eutimio.
 
 
 



"HERMANOS, LAS ARMAS DEL MONJE SON EL ESTUDIO,
LA ORACION, EL DISCERNIMIENTO
"



 
 
Amado entre los monjes de Palestina por su gran sabiduría, este notable pensador describía frecuentemente la tarea de los contemplativos religiosos como un esfuerzo continuo y constante por vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. Frecuentemente decía: “Han de saber que el único deseo que hemos de tener en la vida monástica ha de ser el de no hacer nuestra propia voluntad, sino encontrarnos siempre prontos a la obediencia y en humildad así como considerar siempre a la muerte, el miedo al Juicio y al fuego eterno, así como el deseo por el Reino de los Cielos.”
Por el hecho de ser un hombre de gran fe San Eutimio fue recompensado frecuentemente con milagros extraordinarios que fluían de la infinita abundancia del Dios amoroso. En una ocasión, que describe perfectamente la vida de este monje, habían arribado sin previo aviso al monasterio más de 400 peregrinos que se dirigían a Tierra Santa. Cansados y hambrientos se sintieron decepcionados cuando se dieron cuenta de que los monjes contaban con muy poca comida. Estos cansados viajeros estaban a punto de desfallecer de hambre. ¿Se irían hambrientos en esta noche fría y lluviosa en Palestina? 
No. El confiado San Eutimio, moviéndose rápidamente, llamó a su administrador y le ordenó “alimentar inmediatamente a sus visitantes.” Cuando el administrador protestó diciendo que la despensa del monasterio se encontraba prácticamente vacía y que no había comida suficiente ni siquiera para diez visitantes, menos para 400, el bondadoso monje simplemente repitió sus palabras y le dijo que se dirigiese hacia la cocina y que buscase más cuidadosamente. El administrador obedeció… y encontró una gran cantidad de pan, vino y aceite que llenaban la estancia hasta el techo. Lo que siguió a continuación fue una fiesta en la cual los monjes y sus invitados alabaron al mismo tiempo las bondades de Dios con cada bocado.
 
 




San Eutimio El Grande. Menologio de Basilio II, s.X





Luego de que los huéspedes se habían llenado quedó suficiente comida en la despensa para cubrir las necesidades del monasterio por más de tres meses. En respuesta a la bondad de Dios Todopoderoso por haber enviado estas bendiciones San Eutimio rezó con ferviente gratitud por el milagro que había acontecido ese día entre sus monjes compañeros. Este maravilloso incidente nos habla muy alto acerca del gran don de Dios que ha sido la vida del Venerable Eutimio el Grande. 
Por el hecho de que su fe era tan grande –y probablemente porque su naturaleza era inherentemente generosa– ayudó a alimentar al mundo de la Santa Iglesia y a todos los que creen en ella por más de dieciséis siglos. Hasta nuestros tiempos siguen resonando con el pasar de los años sus prudentes y amorosas palabras de sabiduría para todo aquel que desea alabar a Dios Todopoderoso.



Las enseñanzas de San Eutimio el Grande, por Cirilo de Escitópolis. 

El gran Eutimio era un médico de almas, entrenando y alentando a cada uno, y ninguno de los hermanos se retractaba en confesarle sus pensamientos. Él, con su abundante experiencia, les enseñaba a resistir cada pensamiento alienado, diciendo: "Hermanos, luchen por lo que los trajo aquí, y no descuiden su propia salvación. Siempre deben mantenerse sobrios y despiertos. Como dicen las Escrituras "Manténgase despiertos y oren para no entrar en la tentación" (Mateo 26:41). Sobre todo reconozcan esto: aquellos que renuncian a esta vida no deben tener un deseo propio, sino que en primer lugar han de adquirir humildad y obediencia. Siempre deben esperar y reflexionar sobre la hora de la muerte y el terrible día del juicio, temer la amenaza del fuego eterno y desear la gloria del reino de los cielos ". 
También solía decir: "Además de vigilar los pensamientos internos, los monjes, especialmente los jóvenes, deben practicar el trabajo corporal, recordando las palabras del Apóstol: "Porque recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas, cómo, trabajando de día y de noche para no ser carga a ninguno de vosotros"(1 Tes. 2: 9), y " Estas manos me ministraron a mí y a los que estaban conmigo "(Hechos 20:34). 
 
 
 



San Antonio, Eutimio y Saba el Santificado - 1766 d.C.- Nea Skete, Monte Athos





Mientras que los que están en el mundo soportan trabajo y dificultades para mantener a las esposas e hijos de su trabajo, pagar los primeros frutos a Dios, hacer el bien de acuerdo con su poder y además pagar impuestos, es absurdo si ni siquiera tenemos que satisfacer las necesidades del cuerpo del trabajo manual, sino permanecer inactivo e inmóvil, cosechando el trabajo de otros, especialmente cuando el Apóstol ordena a los ociosos que ni siquiera coman "(2 Tes. 3:10). 
Esta fue la enseñanza que nuestro padre Eutimio iluminó a la comunidad. También dio instrucciones de que nadie debía hablar en la iglesia durante el tiempo del oficio, ni en el refectorio mientras los hermanos estaban comiendo. También estaba disgustado cada vez que veía a un hermano en el cenobio, especialmente a un joven, tratando de superar a la comunidad en la abstinencia. "La abstinencia correcta", dijo, "es tomar solo lo suficiente en las comidas, mientras se guarda el corazón y se hace una guerra secreta contra las pasiones ocultas; las armas del monje son la meditación, el discernimiento, el autocontrol y la obediencia piadosa". Esta y otras enseñanzas similares inspiraron y estimularon a los hermanos a dar frutos dignos de su llamado.

De las vidas de los monjes de Palestina. Publicaciones cistercienses, 1991, pp. 12-13.





Por qué celebramos la fiesta de San Antonio el Grande el 17 de enero

Por John Sanidopoulos

En los evangelios sinópticos leemos que inmediatamente después de que Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo lo llevó al desierto para ser tentado por el diablo. El Señor pasó cuarenta días de completa abstinencia en el desierto, donde enfrentó las tentaciones del diablo y las venció todas.

A imitación del Señor, Eutimio el Grande, a principios del siglo V, dejaba anualmente su monasterio palestino por el desierto interior después de la despedida de la fiesta de la Santa Teofanía, que era el 14 de enero, para enfrentar las tentaciones del demonio. desprendido de todo trato humano y anhelo de confraternizar con Dios en la soledad a través de la oración”. Regresaba a su monasterio de su estancia en el desierto el Domingo de Ramos, para celebrar la Semana Santa y la Pascua con sus compañeros monjes y discípulos. Es muy probable que este sea el origen del período de la Gran Cuaresma, basado en los cuarenta días de ayuno del Señor después de Su bautismo.

En la Vida de San Eutimio escrita por Cirilo de Escitopolis, leemos que antes de su muerte se le concedió saber de antemano el día de su reposo. Murió el 20 de enero, que era sábado. El martes anterior, 16 de enero, leemos que el Santo mandó celebrar en el monasterio una última vigilia antes de su partida en memoria de San Antonio el Grande. Aunque no lo sabemos con certeza, esto puede indicar que los orígenes de la fiesta de San Antonio el Grande fueron establecidos por San Eutimio el 17 de enero.










La tradición de Eutimio de retirarse anualmente al desierto después de la despedida de la Santa Teofanía se mantuvo viva después de su muerte por sus discípulos, sobre todo por San Sabas el Santificado. Sin embargo, Sabas hizo un ligero cambio, del que leemos en la Vida de San Sabas, también de Cirilo de Escitopolis:

"El solitario y obispo Juan, grande en virtud, me dijo que nuestro santo padre Savvas estaba ansioso por seguir en todos los sentidos la forma de vida del gran Eutimio al desierto absoluto y pasar allí la Cuaresma, partía, alterando un poco la costumbre, después de la conmemoración de San Antonio: celebraba la conmemoración del gran Eutimio, que se celebra el 20 de enero, y luego se retiraba inmediatamente al desierto absoluto, retirándose de toda sociedad humana hasta el Domingo de Ramos. Esto lo hacía casi todos los años".

Parece, por lo tanto, que Eutimio estableció la fiesta de San Antonio para el 17 de enero con el fin de animarse a sí mismo y a sus discípulos para su propia estancia ascética en el desierto, que fue a imitación de San Antonio, quien es conocido como el primer monje en viaje al desierto más recóndito o absoluto en busca de una vida pura y solitaria con Dios. De esta manera, quienes siguieran esta práctica, no sólo tendrían al Señor como ejemplo a imitar, sino también a un siervo del Señor en la persona de Antonio a imitar.

Un remanente de este viaje al desierto interior de los monjes palestinos aún sobrevive en el Triodion, que es un libro que contiene los himnos y los servicios de la Gran Cuaresma. Así, el viernes anterior al Domingo de Ramos, cantamos el siguiente himno durante maitines:

"Aquellos en los desiertos y montañas y cuevas, apresúrense a reunirse con nosotros las palmeras, para encontrarse con el Rey y Maestro, que viene a salvar nuestras almas".

Asimismo en las Vísperas del sábado anterior al Domingo de Ramos cantamos el siguiente himno en referencia a esta Synaxis de los Santos Padres después de su estancia en el desierto:

“Hoy la gracia del Espíritu Santo, nos ha reunido, y todos los que tomamos tu cruz, decimos, Bendito el que viene en el nombre del Señor, Hosanna en las alturas”.

Como explica San Nikodemos el Hagiorita: "Estos Padres tres veces benditos tomarían la cruz del Señor sobre sus hombros por sus luchas ascéticas y el sufrimiento de la conducta monástica".

Incluso en nuestro contexto actual, tanto para los monásticos como para los no monásticos, la fiesta de San Antonio que cae el 17 de enero puede servirnos como ejemplo para imitarlo cuando pronto nos embarcamos en el viaje de la Gran Cuaresma.


Monasterio de San Eutimio el Grande en Palestina (video, ingles)
 
 
 
 
 

 


 
Ἀπολυτίκιον Ἦχος δ’.
 
Εὐφραίνου ἔρημος ἡ σὺ τίκτουσα, εὐθύμησον ἡ οὐκ ὠδίνουσα· ὅτι ἐπλήθυνέ σοι τέκνα, ἀνήρ ἐπιθυμιῶν τῶν τοῦ Πνεύματος, εὐσεβείᾳ φυτεύσας, ἐγκρατείᾳ ἐκθρέψας, εἰς ἀρετῶν τελειότητα. Ταῖς αὐτοῦ ἱκεσίαις, Χριστέ ὁ Θεός, εἰρήνευσον τήν ζωήν ἡμῶν.

Apolitiquio tono 4º

Alégrate Oh estéril, que nos has dado a luz; regocíjate en su bondad pues no has sido olvidada; pues el hombre de tus deseos ha multiplicado tus hijos en el Espíritu, habiendo plantado en ellos la piedad y afincados en la continencia por la perfección de las virtudes. Por sus oraciones, Oh Cristo nuestro Dios, haz que nuestra vida tenga paz.
 
 
 
Κοντάκιον Ἦχος πλ. δ’. Ὡς ἀπαρχάς τῆς φύσεως.
 
Ἐν τῇ σεπτῇ γεννήσει σου, χαράν ἡ κτίσις εὕρατο· καί ἐν τῇ θείᾳ μνήμῃ σου Ὅσιε, τήν εὐθυμίαν ἔλαβε τῶν πολλῶν σου θαυμάτων· ἐξ ὧν παράσχου πλουσίως ταῖς ψυχαῖς ἡμῶν, καί ἀποκάθαρον ἁμαρτημάτων κηλίδας, ὅπως ψάλλωμεν, Ἀλληλούϊα.

 
Condaquio tono plagal del 4º

La creación se regocija en tu augusto nacimiento y en la alegría de tus innumerables milagros en tu memorial. Por lo tanto concédenos que nuestras almas se enriquezcan y que sean limpias de toda mancha producida por nuestros pecados, justo Eutimio, de modo que podamos cantar: Aleluya.