"Tal como Raquel hizo una vez por sus hijos, ahora por los Abades, Raitu llora, habiendo sido asesinados con espadas".
A dos días de distancia del Monte Siná, hacia el Mar de Eritrea,estaba el desierto de Raitu,en el interior del cual vivían cristianos ermitaños o eremitas (del griego "ἐρημίτης" -del desierto-, "ἔρημος" -desierto-).
Estaban reunidos en torno a una montaña. El mismo día (según otros el 22 de diciembre) que tuvo lugar la matanza de los Padres en el Monte de Sinaí (o Horeb), los bárbaros decidieron exterminar también a los Padres que se encontraban en el desierto de Raitu (unos 39, variando según la fuente).
El higúmeno (abad) del Monasterio, Pablo (15 de enero), quien procedía de la ciudad de Patras en Grecia, nada más percibir el peligro, reunió a todos los hermanos dentro del templo, y con estremecimiento y valentía les expresó unas palabras. Les recordó que el objetivo de sus vidas es Cristo y su Realeza. Que para eso eran todas sus oraciones, sus estudios, sus deseos y sus obras. Y que ahora se les había presentado una brillantísima oprtunidad para conseguir las más hermosa corona, derramando su sangre para su Señor recompensador.
Hubo dos ocasiones en las que los monjes y ermitaños fueron asesinados por los bárbaros. La primera tuvo lugar en el siglo IV, cuando cuarenta Padres fueron asesinados en el monte Sinaí y treinta y nueve en Raithu el mismo día.
El monte Sinaí, donde se le habían dado los Diez Mandamientos a Moisés, fue también el lugar de otro milagro. Ammonios, un monje egipcio, presenció el asesinato de los cuarenta santos Padres en el Sinaí. Cuenta cómo los sarracenos atacaron el monasterio y los habrían matado a todos si Dios no hubiera intervenido. Se produjo un incendio en la cima del pico y toda la montaña humeó. Los bárbaros se aterrorizaron y huyeron, mientras los monjes supervivientes agradecían a Dios por haberlos salvado.
Ese día, los Blemmyes (una tribu árabe) mataron a treinta y nueve Padres en Raithu (a orillas del Mar Rojo). El abad Paul de Raithu exhortó a sus monjes a soportar el sufrimiento con valentía y corazón puro.
Los ascetas del Sinaí y Raithu llevaban una vida especialmente estricta: pasaban toda la semana rezando en sus celdas. El sábado se reunieron para la Vigilia que duró toda la noche y el domingo recibieron los Santos Misterios. Su único alimento eran dátiles y agua. Muchos de los ascetas del desierto fueron glorificados por el don de hacer milagros: los ancianos Moisés, José y otros. En el servicio a estos Padres monásticos se mencionan: Isaías, Sava, Moisés y su discípulo Moisés, Jeremías, Pablo, Adán, Sergio, Domnus, Proclo, Hipacio, Isaac, Macario, Marcos, Benjamín, Eusebio y Elías.
Ἀπολυτίκιον. Ἦχος δ’. Ὁ ὑψωθεὶς ἐν τῷ Σταυρῷ.
Ὡς
ἁγιόλεκτος τοῦ Λόγου χορεία, ἐν τῷ Σινᾷ καὶ Ῥαϊθῷ οἱ Ἀββάδες, ἀγγελικῶς
ἠρίστευσαν ἀγῶσιν ἱεροῖς· ἱδρῶσι γὰρ ἀσκήσεως, τῶν αἱμάτων τοὺς
ὄμβρους, μυστικῶς κεράσαντες, χαρισμάτων κρατῆρα, πνευματικῶς
προτίθενται ἡμῖν, ἐξ οὗ τρυφῶντες, αὐτοὺς μακαρίσωμεν.
Apolitiquio tono 4º
Como
un coro sagrado elegido del Logos, los Abades de Sinaí y Raithu,
prevalecieron angélicalmente como una reunión sagrada, mezclándose
secretamente el sudor de su ascetismo con la lluvia de su sangre en un
recipiente de gracia, espiritual preparado para nosotros, de la cual nos
deleitamos, y a ellos bendecimos.
Otro apolitiquio tono 4º
Tus santos mártires, oh Señor, A través de sus sufrimientos han recibido una corona incorruptible de Ti, nuestro Dios. Por tener tu fuerza, derribaron a sus adversarios, y destrozaron la audacia impotente de los demonios. !A través de sus intercesiones, salva nuestras almas!
Otro apolitiquio tono 4º
Oh Dios de nuestros Padres, que siempre nos tratas de acuerdo con tu mansedumbre: no quites tu misericordia de nosotros, sino que con sus ruegos guía nuestras vidas en paz.
Κοντάκιον. Ἦχος β’. Τὰ ἄνω ζητῶν.
Ἐκ
τῆς κοσμικῆς, συγχύσεως ἐφύγετε, καὶ πρὸς γαληνήν, κατάστασιν
μετέστητε, μαρτυρίου αἵμασι, καὶ ἀσκήσεως πόνοις στεφόμενοι· ὅθεν
ἀνεδείχθητε, Μαρτύρων καὶ Ὁσίων ὁμόσκηνοι.
Condaquio tono 2º
Huyeron de la confusión y las turbulencias salvajes del mundo, y pasaron a un estado de gran tranquilidad, coronado con la sangre del martirio y los dolores de los valientes actos ascéticos. Por lo tanto, habitan juntos con todos los Mártires y Venerables Padres en las alturas.