viernes, 26 de enero de 2024

El Venerable Xenofón, su esposa María y sus dos hijos Arcadio y Juan

Versos:
"Aunque la tierra está ausente de Xenofón, se deleita en el elegante banquete de sus palabras".
Jenofonte con su esposa e hijos murió el 26.


El 26 de este mes, conmemoramos a nuestro Santo Padre Xenofón, su esposa María y sus hijos Arcadio y Juan.
Cuando el viento se levantó y el cielo se oscureció los dos hermanos se aferraron mutuamente, presas del terror. Ellos no podían prevenir el desastre que se avecinaba.
En cuestión de minutos la embarcación en la cual estaban viajando –una nave de pasajeros en ruta desde Constantinopla a la ciudad Fenicia de Beirut en el año 460– se vio inundada por las inmensas olas del océano.
Gimiendo de pavor los aterrorizados marineros luchaban desesperadamente para evitar que el amenazado galeón se volcara. Pero sus esfuerzos fueron inútiles; en menos de una hora, la embarcación maltratada por el viento, se había hundido hasta el fondo llevándoselo todo consigo.
Inmersos en el rugiente remolino los dos hermanos – Juan y Arcadio de Constantinopla– muy pronto se vieron separados y luchando por mantenerse a flote mientras que la poderosa tormenta asolaba sobre ellos, como un demonio furioso, y caían granizos e intensas lluvias de las nubes… Pronto pareció que ellos habían desaparecido... sin dejar ninguna huella.
 







 
Mientras tanto, en la gran capital Bizantina los padres de estos dos jóvenes en peligro nunca se imaginaron que en ese preciso instante sus hijos batallaban para mantenerse vivos bajo una torrencial tormenta en el mar. Ni el Venerable Xenofón ni su piadosa esposa María se hubieran podido imaginar que esa gran tempestad asolando la costa de Fenicia (hoy parte del Líbano) algún día se revelaría como la mano de la amorosa providencia.
Prominentes y sumamente adinerados, Xenofón era un noble senador muy estimado en el gobierno Bizantino, bajo la autoridad del gran Emperador Justiniano. Como su esposo, la siempre agradable a Dios, María, había sido educada en una piadosa familia cristiana que insistió en poner al Señor Jesucristo por encima de todo. Humildes y prácticos al mismo tiempo, esta bondadosa pareja rezaba frecuentemente a Dios con una inmensa gratitud.
 
 
 
 


" Ο ΑΓΙΟΣ ΧΕΝΟΦΩΝ", [O Ayios Xenofon]
EL SANTO XENOFON



 
 
Ellos Le agradecían no sólo por su feliz matrimonio y sus felices vidas juntos, sino también por haberles enviado dos guapos hijos a quienes ellos amaban más que la vida misma.
Desde tierna edad el alegre Arcadio y su igualmente enérgico hermano, Juan, probaron ser estudiantes excelentes y Cristianos dedicados, quienes ponían su fe en el Dios Todopoderoso por encima de todo. Y cuando ellos sobresalieron en la escuela, ganando todos los premios posibles, sus orgullosos padres los inscribieron como estudiantes en la altamente recomendada Escuela de Leyes en la ciudad cosmopolita de Beirut, una ciudad supremamente cultural ubicada en el corazón del imperio marítimo de Fenicia.
Según la mayoría de registros escritos, los dos jóvenes académicos salieron de 
Constantinopla alrededor del año 460 para comenzar sus estudios. 
 
 
 






 
 
 
 
Pero entonces fue cuando sucedió el naufragio fruto de la tormenta que asoló el Mediterráneo. 
Aunque los dichosos padres no tenían ningún indicio de lo que estaba sucediendo, de que la vida de sus hijos se encontraban en peligro. Pero,  a causa de la benevolente providencia, ellos fueron arrojados por las rugientes corrientes en lugares diferentes de las costas Fenicias 
Más vivos que muertos los dos jóvenes se aferraron a los maderos destrozados de la embarcación. Una y otra vez las olas los amenazaron con ahogarlos… pero ellos se aferraron desesperadamente y, eventualmente, se libraron de ese oleaje inmisericorde. Juan pisó tierra cerca del poblado Fenicio de Melphythan mientras que su hermano se estrelló algunas millas al sur en la antigua ciudad de Tiro. Mojados y casi asfixiados por el agua del mar, cada uno de los sobrevivientes lloró amargamente mientras asumían mutuamente que su amado hermano había muerto.  
 








 
 
Tan terrible fue el pensamiento de vivir sin su hermano perdido que, de hecho, Arcadio y Juan decidirían retirarse del mundo para ser monjes llevando vidas austeras de dolor afligido. Al final ellos terminarían viviendo como monjes en dos comunidades de clausura... separados sólo por algunas millas.
Pasaron dos largos años, durante los cuales los doloridos padres de Arcadio y Juan lucharon por aceptar la tragedia que aparentemente les había quitado a sus hijos para siempre.
Fueron contactados algunos meses después del desastre, notificándoseles que la gran embarcación se había hundido hasta el fondo y que nunca más se había vuelto a ver a sus hijos. Para Xenofón y María, ambos piadosos Cristianos, era extremadamente difícil aceptar este acontecimiento como “la voluntad de Dios.”
Qué agonías sufrieron tratando de reconciliar sus corazones con este destino. Ninguno de sus dos hijos los contactó, posiblemente por el hecho de que ninguno era capaz de llevar las noticias de la muerte de su hermano a esas almas ancianas.

 







 
 
 
Esperando aliviar el dolor con una larga visita a los Santuarios Santos de Palestina, los adoloridos padres llegaron a Tierra Santa en la cual, eventualmente, se hicieron amigos de un viejo y sabio monje.
El escuchó su trágica historia y pronto empezó a hacer averiguaciones. Después de algunas semanas, llegó con un hecho sorprendente: dos hermanos, ambos monjes, recientemente se habían reunido gozosamente. 
Ambos habían sido víctimas de un naufragio… y cada uno de ellos había asumido -erróneamente– que su amado hermano había fallecido en el desastre en el mar. 
Casi sin atreverse a creer lo que oían los temerosos padres, rogaron por una audiencia (búsqueda, investigación) de los dos hermanos monjes que recientemente se habían encontrado. La audiencia fue concedida prontamente por sus abades. Y cuando finalmente tuvo lugar, la gratitud que sintieron Xenofón y María fue tan intensa que decidieron donar su cuantiosa fortuna a los pobres y entrar, ellos mismos, a vivir la vida monástica.
 






 
 
 
 
Tan sorprendentemente como suena, los cuatro miembros de esta bendita familia sólo podían concluir: Todo el incidente del naufragio había sido parte del trabajo de la Divina Providencia, la cual los había estado llamando a ellos desde el principio a vivir una vida religiosa. Finalmente San Xenofón y sus dos hijos devotos residirían en el gran Monasterio de San Saba en Palestina mientras que María entró a la vida religiosa en el cercano Monasterio de San Teodosio. Posteriormente, el padre y los hijos se dirigieron al desierto. Ellos murieron a edades avanzadas alrededor del año 500 mientras alababan al Padre Todopoderoso y a Su Hijo Amado con innumerables oraciones y actos de abnegación que incluían ayunos, trabajo duro y dormir a la intemperie en el suelo.
 
 




Icono milagroso de San Xenofón en Mazotos, Chipre.

 
Antigua Capilla y nueva Iglesia de san Xenofón en Mazotos, Chipre.

 
 
 
Las vidas de San Xenofón, María y sus dos fieles hijos son maravillosos ejemplos de la Providencia de Dios trabajando en el mundo de los hombres que luchan. Por el hecho de que simpatizamos tan prontamente con la súplica de los doloridos padres, es fácil imaginar el éxtasis sublime que ellos sintieron cuando se dieron cuenta que les habían sido devueltos sus hijos, y que toda la familia había sido llamada a vivir una vida monacal de servicio al Señor a través de esta extraordinaria sucesión de acontecimientos.
De las luchas de esta bendita familia aprendemos una lección crucialmente importante sobre la grandeza de un Dios Amoroso, quien nunca cesa de ayudar y guiar a aquellos que ponen su confianza en El.
 
 
 
 
 

 




 
Ἀπολυτίκιον  Ήχος δ'. Ό υψωθείς εν τω Σταυρώ.
 
Ως γενεά ευλογητή τω Κυρίω, της ουρανίου ηξιώθησαν δόξης, ασκητικώς δοξάσαντες Χριστόν επί της γης. Ξενοφών ο Όσιος, και η τούτου συμβία, συν τοις αριστεύσασιν, ιεροίς αυτών τέκνοις, ους ευφημούντες είπωμεν φαιδρώς χαίροις Οσίων χορεία τετράριθμε.
 
 
 
Otro apolitiquio tono 4º

Oh Dios de nuestros Padres, siempre relacionándote con nosotros gracias a Tú gentileza: No dejes de ser Misericordioso con nosotros, pero por sus ruegos guía a nuestras vidas en paz.

Otro apolitiquio tono 3º

Radiante de amor y habiendo mortificado las pasiones, os mostrasteis como vencedores, oh Santos. Con razón odiasteis todas las delicias terrenales y la gloria, y os volviste partícipes de la gracia celestial. Oh glorioso Jenofonte con tus augustos compañeros, intercede por nuestras almas.
 
 
 
Κοντάκιον Ἦχος δ’. Ἐπεφάνης σήμερον
 
Ἐν αὐλαῖς ἠγρύμνησας ταῖς τοῦ Δεσπότου, τοῖς πτωχοῖς σκορπίσας σου, τόν πλοῦτον Μάκαρ ἱλαρῶς, σύν τῇ συζύγῳ καί τέκνοις σου· διό κληροῦσθε τήν θείαν ἀπόλαυσιν.

Condaquio tono 4º
  
Con tú compañera y tus hijos te mantuviste vigilante en las pruebas del Señor y con alegría distribuiste tu riqueza a los pobres, Oh bienaventurado. Por ello es que todos ustedes han heredado el gozo divino.





FuenteS consultadas:  *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury *naosagiasbarbaras.gr * apolitikia.gr *diakonima.gr

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