No hemos querido dejar pasar inadvertidos
estos verdaderos Tesoros de Vida sin que usted, querido lector, los
aprovechara, ya que el Señor dijo en su Evangelio: "las palabras
que yo he hablado son Espíritu y son Vida" (Jn. 6:63).
Y "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. 4:4 ; Dt. 8:3 ; Lc. 4:4) y "Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" "¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mc 8:36-37).
Por
lo tanto justo es que aprovechemos estos Tesoros ocultos, que son Sabiduría
Divina que Dios revela al mundo por medio de sus Santos. Medítelos
profundamente y sacará de este Pozo de Dios, "el Agua que yo le daré
será en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Jn. 4:14).Y "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt. 4:4 ; Dt. 8:3 ; Lc. 4:4) y "Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" "¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mc 8:36-37).
Padre Juan, Taumaturgo de Kronstadt, nació el 19 de octubre
de 1829, en el pueblo de Sur, distrito de Pinezh en la provincia de Archangelsk
(localizado al norte de Rusia), procedía de la familia de un pobre lector de
iglesia rural, Elías Sergieff y su esposa Teodora. El hijo recién nacido pareció
débil y enfermizo por lo cual, sus padres se apresuraron en bautizarlo
inmediatamente. Se le puso el nombre de Juan en honor a San Juan de Ryla,
puesto que nació el día en que se celebraba la festividad del santo. Corto
tiempo después de su bautizo, el pequeño Juan comenzó a tener mejor aspecto.
Los devotos padres, atribuyendo esto a la acción llena de gracia del sagrado
misterio del Bautismo, comenzaron con un particular fervor a dirigir sus
pensamiento y sentimiento hacia Dios, instruyéndolo en la fervorosa oración en
el hogar y en la iglesia. Desde su infancia, su padre constantemente lo llevó a
la iglesia, fomentando en él un especial amor por los Oficios Divinos.
Viviendo en
circunstancias de extrema pobreza, el joven conoció la triste experiencia de la
privación, aflicción, lágrimas y sufrimientos. Esto lo hizo serio, pensativo y
reservado, además se desarrolló en él una gran simpatía y un compasivo amor por
los pobres. No teniendo interés en los acostumbrados juegos de niños y llevando
la constante memoria de Dios en su corazón, amó la naturaleza, lo que hizo
despertar en él la ternura y admiración por la majestuosidad del Creador del
universo.
A la edad de seis años, el niño Juan comenzó a aprender a
leer y a escribir con la ayuda de su padre. Pero, al principio, las lecciones
no fueron fáciles para él. Esto le molestaba, pero también lo llevaba a la
oración especialmente ferviente hacia Dios para que lo ayudara. Cuando su padre
hubo juntado su último centavo, lo envió a la escuela parroquial de Archangelsk.
Desde entonces, Juan pudo estudiar perfectamente: fue uno de los primeros de su escuela cuando terminó y primero al finalizar el seminario en Archangelsk. Puesto que era un hijo cariñoso y considerado, Juan quiso dejar el seminario inmediatamente y asumir un puesto como diácono o lector para ayudar a su anciana madre que había quedado sin medios. Pero, ella no quiso que su hijo se privara de una educación teológica superior por amor a ella e insistió en que ingresara a la Academia.
Después de ingresar a la Academia, el joven estudiante no
dejó a su madre en el desamparo; luego de salvar algunas dificultades, encontró
un trabajo de oficina en la administración de la Academia y enviaba todas sus
escasas ganancias a su madre.
Comenzó a ir a sus miserables hogares todos los días,
charlaba con ellos, los consolaba, cuidaba a los enfermos y los ayudaba
materialmente, distribuyendo todo lo que tenía, retornando con frecuencia a su
hogar sin ropa e incluso sin sus botas. Estos "vagabundos" de
Kronstadt, la escoria de la sociedad," a quienes transformó en personas,
restaurándoles la imagen humana que habían perdido, fueron los primeros en
revelar la santidad del padre Juan. Y esta "revelación" fue
rápidamente percibida por todos los fieles rusos.
Un trabajador cuenta, con inusual ternura, la historia
sobre un caso de regeneración espiritual lograda por el Padre Juan: "Tenía
aproximadamente 22 o 23 años en ese tiempo. Ahora, soy un viejo. Pero,
recuerdo perfectamente la primera vez que vi a Batiuska (sacerdote o padre). Tenía una familia - dos pequeños hijos. Trabajaba y bebía.
Mi familia pasaba hambre. Mi esposa salía a mendigar. Vivíamos en una miserable
choza. Una vez llegué a casa muy bebido. Vi al joven sacerdote sentado allí,
con mi pequeño hijo en sus brazos, contándole algo con mucho afecto. El niño
escuchaba atentamente. Me pareció como si el sacerdote fuera Cristo en
persona bendiciendo a los niños. Quise insultarlo - andando de aquí para allá.
Pero los tiernos y penetrantes ojos de batiushka se fijaron en mí. Me sentí
avergonzado, levanté mi mirada, él estaba mirando - directo a mi
alma. Comenzó a hablar. No me atrevo a transmitir todo lo que dijo, pero
afirmó que tenía el paraíso en mi hogar, porque donde hay niños, siempre hay
calor y bienestar y que no debía cambiar ese paraíso por las emanaciones de la
cerveza. No me culpó - no, perdonó todo, pero en realidad no había excusa para
mí. Me alejé, me senté y me quedé en silencio. No lloré, pero tuve un profundo
sentimiento dentro de mí al igual que el que se tiene antes de que te broten
las lágrimas. Mi esposa me miraba. Y es así como desde entonces, me convertí
en un hombre.
Tal inusual obra pastoral del joven sacerdote comenzó a
generar una desfavorable crítica e incluso ataques en su contra de todas partes. Por largo tiempo, mucha gente no percibía la sinceridad de sus
sentimientos y se mofaba de él y lo calumniaban, oralmente y en publicaciones,
llamándolo tonto. Una vez, las autoridades diocesanas prohibieron que se le
diera un sueldo directamente a él, dado que tan pronto como llegaba a sus manos
lo distribuía a todos los mendigos, hasta el último centavo. Le exigieron
una explicación. Pero, el Padre Juan, animosamente soportó todas esas
tribulaciones y mofas y no cambió su modo de vida en absoluto por complacer
a los que lo atacaban. Y con la ayuda de Dios, venció a todos los que lo
insultaban y se reían de él, que lo calumniaron y lo persiguieron durante los
primeros años de su ministerio, pero más tarde se dieron cuenta que ante ellos
estaba un verdadero seguidor de Cristo, lo glorificaron como un genuino pastor
entregando su vida a su rebaño.
"Debemos amar a todos los hombres, tanto pecadores como
indecorosos" dijo el Padre Juan, "No podemos confundir al hombre,
quien está en la imagen de Dios, con el demonio que está en él." Con esta
actitud, se aproximó a las personas, conquistándolas y renovándolas con la
fuerza de su compasivo amor verdaderamente pastoral.
Pronto, se reveló en el
Padre Juan el maravilloso don de obrar milagros por los cuales fue famoso a
través de toda Rusia e incluso en el extranjero. Es absolutamente imposible
enumerar todos los milagros realizados por el Padre Juan. Nuestra
intelectualidad incrédula y su persuasión apaciguaron deliberadamente estas
innumerables manifestaciones del poder de Dios. Pero, aun así, muchos de los
milagros se conocieron por escritos y otros se recordaron posteriormente. Se
conserva el registro exacto de la historia del primer milagro del Padre Juan,
relatado por un compañero sacerdote. Esta historia demuestra su profunda
mansedumbre. "Cierta persona en Kronstadt se sintió enferma,"
comienza la narración del Padre Juan. "Se me pidió ayudar con mis
oraciones. En esa época, ya me había formado el hábito de no rechazar ninguna
solicitud a nadie. Comencé a orar y a encomendar al paciente en las manos de
Dios, suplicando al Señor que cumpliera Su santa voluntad con la
persona enferma. Pero, inesperadamente una anciana vino a mí, a quien yo había
conocido por largo tiempo. Era una mujer temerosa de Dios con una profunda fe
que condujo su vida de una manera cristiana y terminó su vida terrenal con
temor al Señor. Ella vino a mí e insistentemente me buscó para orar por la
recuperación de la persona enferma. Y el Señor le concedió su misericordia a él
- recobró su salud. Agradecí al Señor por su gracia." En otra ocasión, se
repitió una cura a través de mis oraciones.
"Inmediatamente reconocí la voluntad de Dios en estas
dos instancias - una nueva obediencia impuesta a mí por Dios - orar por los que
lo solicitaban."
Así, por las oraciones de San Juan, de hecho, una multitud
de maravillosos milagros se llevaron a cabo e incluso ahora, largo tiempo
después de su bendecido descanso, continúan realizándose. Los enfermos más
graves eran curados por las oraciones y quedaban en manos del Padre Juan,
cuando la medicina había sido inútil. Las recuperaciones sucedieron privadamente
y entre grandes concurrencias de personas, con mucha frecuencia cuando la
persona enferma estaba ausente. Algunas veces bastaba con sólo escribir una
carta al Padre Juan o enviar un telegrama para recibir una cura milagrosa.
Especialmente extraordinaria, por ejemplo, fue un milagro que se produjo frente
al pueblo de Kontchansky (en la región Suvorovsky) y fue descrito por un comité
de maestros de la academia militar que se encontraban allí en ese momento
(1901).
Una mujer que estaba poseída por muchos años fue traída ante
el Padre Juan en estado insensible. En algunos momentos, fue completamente
curada por él y restablecida a la condición normal de una persona absolutamente
saludable. Mediante las oraciones del Padre Juan, el ciego recobró la vista. El
artista Zhivotovsky describió un aguacero milagroso de lluvia (que ocurrió como
resultado de las oraciones del Padre Juan) en un lugar asolado por la sequía y
amenazado por incendios forestales.
El padre Juan curó con el poder de sus oraciones no
solamente a personas ortodoxas rusas, sino también a mahometanos, judíos y
otros extranjeros que se dirigieron a él. Este gran don de obrar milagros fue
naturalmente un regalo por el gran ascetismo espiritual del Padre Juan - sus
labores en oración, ayunos y abnegados actos de amor por Dios y su
prójimo.
Pronto, todos los fieles de Rusia se dirigieron hacia el
gran y maravilloso Taumaturgo. El segundo período de su vida gloriosa y obras
había comenzado. Al principio, él mismo iba a visitar a las personas dentro de
los límites de su ciudad solamente, pero ahora la gente de toda Rusia, de todos
los confines, lo asediaban. Cada día, miles de personas llegaban a Kronstadt en
un esfuerzo por ver al Padre Juan y recibir la ayuda de un tipo u otro de su
persona. Recibía un gran número de cartas y telegramas. El correo de Kronstadt
tuvo que abrir una sección especial para su correspondencia. Junto con las
cartas y telegramas, grandes sumas de dinero para la caridad del Padre Juan. Su
cantidad solamente puede ser estimada, puesto que tan pronto como recibía
el dinero, lo regalaba. No menos de un millón de rublos (una enorme suma de
dinero en esos días), con un cálculo mínimo, pasó por sus manos en un año. Con
ese dinero, el Padre Juan diariamente alimentó a miles de mendigos y construyó
en Kronstadt una única institución - "La Casa de Laboriosidad," con
una escuela, iglesia, talleres y un orfanato. Fundó en su propio pueblo un
convento y erigió una gran iglesia de piedra. En San Petersburgo había
construido en la parte de Karpovka de la ciudad, un convento, donde fue
sepultado después de su muerte.
Para la aflicción general de los habitantes de Kronstadt,
durante el segundo período de su vida, una época de fama a través de toda
Rusia, el Padre Juan tuvo que interrumpir la enseñanza de la Ley de Dios
(Catecismo) en el Instituto Ciudad y la escuela secundaria de Kronstadt donde
había enseñado por más de veinticinco años. Fue un maestro maravilloso. Nunca
recurrió a esos métodos de enseñanza que a menudo se practicaban en las
instituciones educacionales, es decir, una excesiva estrictez o moral que
empequeñecía al incapaz. Con el Padre Juan, las notas no servían como medio de
aliciente o amenaza de castigo. El éxito era fomentado por su cariño, su
actitud sincera para con su enseñanza, como también para con sus alumnos. Por
lo tanto, no tenía "incompetentes." En sus clases, todos, sin
excepción, se concentran ávidamente en cada palabra. Esperaban sus lecciones.
Sus clases eran más un placer, un descanso, para sus alumnos, que una difícil tarea
o labor. Consistían en una animosa conversación o una fascinante conferencia o
una interesante historia que captaba la atención de todos. Y estas
conversaciones del padre-pastor con sus hijos sobre la vida produjo una
profunda impresión en sus alumnos. En sus disertaciones que impartía a los
maestros antes del comienzo del año académico, explicaba como objetivo de
enseñanza, la necesidad de dar a la patria, sobre todo, un ser humano y
cristiano, considerando el tema del conocimiento como secundario. Surgieron
ocasiones en que el Padre Juan, habiendo defendido a algún alumno flojo
sentenciado a la expulsión, se encargaba de su corrección. Después de algunos
años, el niño que había parecido más allá de toda esperanza se convertía
en un útil miembro de la sociedad.
El Padre Juan le otorgaba una especial importancia a la
lectura de la Vida de los Santos y siempre llevaba a clases vidas individuales
que distribuía a los alumnos para que las leyeran en su hogar. El carácter de
dicho método de enseñanza de la Ley de Dios del Padre Juan se enfatizó
claramente en la dirección que fue entregada ante él con ocasión del 25
aniversario como maestro en el Gimnasio de Kronstadt: "No fueron fórmulas
áridas - textos y citas - las que expusieron ante ellos, no sólo fueron
lecciones aprendidas de memoria las que ustedes exigieron de ellos; en almas
receptivas y brillantes, ustedes sembraron la semilla de la Palabra de Dios
eterna y dadora de vida."
Pero, el Padre Juan tuvo que abandonar esta gloriosa
labor de fructífera enseñanza en favor de su aún más fructífera y más grande
labor de vigilar las almas de toda la tierra rusa.
Uno sólo necesita imaginarse cómo pasaba un día en la vida
del Padre Juan para entender y compadecerse de la extrema dificultad y grandeza
de su sin igual labor espiritual. Todos los días se levantaba a las 3 de la
mañana para prepararse a ofrecer la Divina Liturgia. Aproximadamente a las 4,
partía a los maitines en la catedral. Allí, se encontraba con multitudes
de peregrinos que esperaban recibir, al menos, una bendición de él. Había también muchos mendigos a quienes el
Padre Juan distribuía limosnas. Durante los maitines, el mismo Padre Juan leía
el Canon (himnos a los santos), atribuyendo gran importancia a su lectura. La
confesión tenía lugar antes del comienzo de la Liturgia. Por necesidad, el
Padre Juan realizaba una confesión general, debido al inmenso número de
personas que deseaban confesarse. Esta confesión general producía
un tremendo impacto en todos los participantes y testigos oculares: muchos
se confesaban en voz alta, gritando, sin vergüenza ni timidez, sus pecados. La
Catedral de San Andrés, que tenía una capacidad para hasta 5.000 personas,
siempre estaba llena y por esa razón la Comunión tomaba mucho tiempo y la
Liturgia no terminaba antes del mediodía. Ante el testimonio de los
testigos y los con celebrantes con el Padre Juan, su celebración de la Divina
Liturgia iba más allá de toda descripción. La tierna mirada conmovedora y
pesarosa en su rostro, el resplandor de un alma llena de gracia; suspiros
piadosos, lágrimas se derramaban interiormente; movimientos espontáneos; la
llama de la gracia sacerdotal que llenaba sus poderosas exclamaciones; la
oración ardiente - estas son algunas de las características del Padre Juan
durante los Oficios Divinos. Un oficio del Padre Juan representaba un continuo,
ferviente y devoto impulso hacia Dios. Durante el oficio, realmente era un
mediador entre Dios y el hombre, un protector contra nuestros pecados, un
vínculo humano que unía la iglesia militante, para el cual intercedía, con la
iglesia triunfante, entre los miembros de los cuales su alma vagaba durante
esos momentos. La lectura del padre Juan en kliros (coro) no era sólo
una recitación de memoria, sino una conversación entusiasta y llena de vida con
Dios y los Santos; leía en voz alta, con claridad, con sinceridad y su voz
penetraba en las almas de los que oraban. En la Divina Liturgia, todas las
exclamaciones y oraciones eran pronunciadas por él como si sus ojos iluminados
vieran al Señor cara a cara ante él y estuviera conversando con El. Lágrimas de
compunción brotaban de sus ojos, pero él no se percataba de ellas. Era obvio
que el padre Juan, durante la Divina Liturgia, experimentaba la historia entera
de nuestra salvación y sentía profunda y fuertemente el amor del Señor hacia
nosotros y su sufrimiento. Tal oficio tenía un extraordinario efecto en todos
los presentes. No todos venían a él con una firme fe; algunos tenían
dudas, otros desconfiaban e incluso otros venían por curiosidad. Pero una
vez en su presencia, todos nacían de nuevo y se sentían como si el hielo y el
escepticismo se derritieran gradualmente y se entregaban al calor de la fe.
Siempre había muchos comulgantes después de una confesión general por lo que
algunas veces se colocaban varios cálices grandes en el altar sagrado, desde
los cuales numerosos sacerdotes daban la Comunión a los fieles simultáneamente.
Y tal comunión a menudo duraba más de dos horas.
Durante el oficio, las cartas y telegramas eran
llevados ante el Padre Juan y colocados en el altar y él las leía allí, orando
por los que le habían pedido recordarlas.
Después del oficio, acompañado por miles de fieles, el Padre
Juan dejaba la catedral y se iba a San Petersburgo a innumerables visitas
médicas. Rara vez regresaba a casa antes de la medianoche. Presumiblemente, en
muchas noches no tuvo tiempo para dormir.
Era posible vivir y trabajar de tal modo solamente a través
de la presencia de la ayuda sobrenatural de la gracia de Dios.
Pero, la mayor gloria del Padre Juan fue su inmenso
ascetismo espiritual, un trabajo difícil. Uno debe darse cuenta de que
prácticamente aparecía por todas partes, instantáneamente surgía a su alrededor
una multitud de personas que ansiaban tocar, si podían, al Taumaturgo. Sus
admiradores se lanzaban tras su carruaje, agarrándolo por las ruedas a pesar
del peligro de lesionarse.
A solicitud de los fieles, el Padre Juan tuvo que emprender
viajes a diferentes ciudades de Rusia. Estos viajes eran reales triunfos para
el manso siervo de Cristo. Las masas de personas que totalizaban decenas de
miles se reunían y todas estaban llenas de sentimientos de sincera fe y
reverencia, con el temor a Dios y un anhelo de recibir
bendiciones curativas. Durante los viajes en bote del Padre Juan,
multitudes de personas corrían por las orillas del río y muchos se arrodillaban
en las cercanías del bote. En la propiedad de "Rizhovka" cerca de
Kharkov donde se alojaba el Padre Juan, el césped, las flores y jardines
fueron destruidos por la multitud que llegaba de muy lejos y que pasaba los
días y noches acampando en su cercanía. La catedral en Kharkov durante el
oficio del Padre Juan el 15 de julio de 1890, no pudo contener a los que habían
venido. No sólo la catedral, sino también la plaza a su alrededor no pudo
acomodar a las personas, las que llenaban todas las calles adyacentes. En la
catedral, el coro fue forzado a entrar en el Santuario. Las barandillas de
hierro en todas partes quedaron resquebrajadas por la presión. El 20 de Julio,
el Padre Juan ofreció un moleben en la plaza de la catedral - había
más de 60.000 presentes. El mismo tipo de escena se produjo en los pueblos a lo
largo del Volga - Samara, Saratov, Kazan, Nizhni Novgorod.
El Padre Juan se encontró en el palacio imperial de Livadia
durante los últimos días del Emperador Alejandro III y de hecho, la muerte del
Emperador ocurrió mientras estaba allí. El monarca enfermo se acercó al Padre
Juan con las palabras: "No me atreví a invitarlo yo mismo. Le agradezco
que haya venido. Le pido que rece por mí. Me siento bastante mal." Eso fue
el 12 de octubre de 1894. Después que el Emperador y el Padre Juan se
arrodillaron y oraron juntos en privado, se produjo un significativo
mejoramiento en la salud del paciente y hubo una esperanza de su completa
recuperación. Esto continuó durante cinco días; el 17 de octubre comenzó a
empeorar. En las últimas horas de su vida, el Emperador dijo al Padre Juan:
"Eres un hombre santo. Eres un hombre justo. Es por eso que el pueblo
ruso te ama." "Sí" , replicó el Padre Juan, "Tu pueblo me
ama."
Después de recibir la Santa Comunión y ser ungido, el
moribundo Emperador le pidió al Padre Juan poner sus manos en su cabeza,
diciéndole: "Cuando colocas tus manos sobre mi cabeza, siento un gran
alivio, pero cuando las alejas, sufro mucho - no las alejes." El Padre
Juan continuó con sus manos sobre la cabeza del moribundo Zar hasta que entregó
su alma a Dios.
Habiendo alcanzado el más alto nivel de devota contemplación
y desapasionamiento, el Padre Juan tranquilamente aceptó los suntuosos atavíos
que sus admiradores le presentaron y los usó.
Tuvo que hacer esto como una pantalla para sus labores.
Regaló todas las donaciones que recibió, hasta el último centavo. Por ejemplo,
un día, en presencia de una enorme masa de personas, recibió un paquete de
manos de un mercader; sin abrirlo el Padre Juan, inmediatamente se lo dio a un
hombre pobre que tenía su mano extendida. El mercader se molestó y dijo:
"¡Batiushka! contiene mil rublos." "Su buena fortuna"
replicó calmadamente el Padre Juan. Sin embargo, algunas veces, rechazaba
aceptar donaciones de ciertas personas. Hay un caso bien conocido en que no
tomó 30000 rublos de una dama adinerada. Este ejemplo muestra
la clarividencia del Padre Juan, puesto que ella había recibido el dinero
de una manera deshonesta, lo que más tarde confesó.
El Padre Juan era un notable predicador improvisado -
hablaba de una manera bastante simple y con frecuencia, sin ninguna preparación
especial. No buscaba palabras finas ni expresiones originales, pero sus
sermones se distinguían por un pensamiento profundo y un inusual poder, junto
con una especial erudición teológica, sin embargo, tenían una simplicidad
entendible incluso para el ignorante. En cada una de sus palabras, se podía
sentir una fuerza especial, que reflejaba el poder de su propia alma.
A pesar de toda su inusual actividad, el Padre Juan
encontraba el tiempo para conservar un diario espiritual y todos los días
escribía los pensamientos que le venían a la mente mientras oraba y
contemplaba, como consecuencia de la iluminación llena de gracia del alma de la
que él se consideraba digno de recibir del iluminado Espíritu de Dios."
Estos pensamientos están expresados en un notable libro, publicado bajo el
título "Mi Vida en Cristo."
Este libro representa una auténtica mina espiritual y puede
situarse al mismo nivel que las obras inspiradas de los antiguos Padres de la
Iglesia y ascetas de la piedad cristiana. En la completa colección de las obras
del Padre Juan impresas en 1893, "Mi Vida en Cristo" comprende el
tercer volumen de mil páginas. Es un diario completamente original, en el que
encontramos reflexiones de la vida espiritual del autor que son especialmente
instructivas para todo lector. Este libro seguirá siendo todo el tiempo
una sobresaliente ilustración de cómo vivió el gran hombre justo y cómo deben
vivir los que desean no sólo ser llamados cristianos, sino ser realmente
cristianos.
También hay tres volúmenes de sus sermones, que contienen
aproximadamente 1800 páginas - un maravilloso recordatorio de la personalidad
santa del Padre Juan y una inagotable fuente constructiva. Posteriormente,
otras obras separadas del Padre Juan fueron acumuladas e impresas en volúmenes
separados en gran cantidad. Todas las palabras y preceptos del Padre Juan son
el genuino vestigio del Espíritu Santo que nos revela la profundidad no
explorada de la sabiduría de Dios. En ellos se refleja una maravillosa
originalidad - la exposición, el pensamiento, el sentimiento. Cada palabra viene
desde el corazón - lleno de fe y pasión. Los pensamientos tienen una asombrosa
profundidad y sabiduría; hay una sorprendente simplicidad y claridad en ellos.
No hay palabras superfluas o "frases finas." Es
imposible leerlas solamente una vez - uno debe releerlas continuamente y
siempre encontrará en ellas algo nuevo, vivas y santificantes. Inmediatamente
después de ser impreso, "Mi Vida en Cristo" atrajo tanta atención
general que fue traducido a varios idiomas extranjeros e incluso entre los sacerdotes
anglicanos se transformó en obra de referencia favorita.
El pensamiento que sustentan todas las obras escritas del
Padre Juan es la necesidad de la verdadera y ardiente fe en Dios y la
necesidad de vivir según esa fe, en lucha incesante con las pasiones y placeres
y la devoción a la Fe y a la Iglesia ortodoxa como el único medio de salvación.
En su actitud hacia su tierra natal, Rusia, el Padre Juan
fue la Imagen del riguroso profeta de Dios que predicó la verdad, descubrió la
falsedad, convocó al arrepentimiento y profetizó la cercanía del castigo de
Dios por los pecados y la apostasía.
Siendo él mismo la imagen de la mansedumbre, sumisión y amor
por todos los hombres sin consideración de su nacionalidad o religión. El Padre
Juan observó con gran indignación a todos los ateos, materialistas y libre
pensadores de tendencias liberales, que socavaron la fe del pueblo ruso y
destruyeron el sistema político milenario de Rusia.
"Aprende, Rusia, a creer en Dios, el Todopoderoso, que
gobierna el destino del mundo y aprende de la fe, la sabiduría y coraje de tus
santos antepasados. El Señor confió a nosotros los rusos, el gran talento
salvador - la fe ortodoxa. ¡Levántate, hombre ruso! ¿Quién te enseñó la
insubordinación y la rebelión sin sentido, lo que no existía anteriormente
en Rusia? ¡Que cese esta locura! ¡Basta! Basta de beber la amarga copa de
veneno - por ti y por Rusia." Y profetizó firmemente: "El trono ruso
tambalea y tiembla, y se aproxima al colapso." "Si las cosas se
conducen así en Rusia y los anarquistas insanos y ateístas no están sujetos al
justo castigo de la ley, y si Rusia no está libre de muchas malezas,
entonces caerá como los antiguos reinos y ciudades, arrasadas por el justo
castigo de Dios de la faz de la tierra por su ateísmo y anarquía."
"Patria desventurada, ¿cuándo prosperarás?. Sólo cuando con todo tu
corazón te aferres a Dios, a la Iglesia, al amor por el Zar y la Patria y a la
pureza de la Moral."
Los posteriores eventos de la sangrienta Revolución rusa y
el triunfo del bolchevismo mostró cuánta verdad había en las calamitosas
advertencias y los presentimientos proféticos del gran hombre recto de Rusia.
En los últimos años de la vida del Padre Juan, una
agonizante enfermedad física se agregó a la dura labor de servir a la humanidad
- una enfermedad que soportó sumiso y pacientemente, sin quejarse nunca ante
nadie. Resueltamente, rechazó las órdenes de los doctores que lo trataron - de
mantener su fuerza con alimento, sin ayuno. Estas son sus palabras:
"Agradezco a mi Señor por concederme el sufrimiento para la purificación
de mi alma pecadora. La Sagrada Eucaristía vivifica." Y recibió la
Comunión todos los días, como en otro tiempo.
El 10 de diciembre de 1908, habiendo reunido todas las
fuerzas restantes que tenía, el padre Juan celebró la Liturgia Divina por
última vez en la catedral de San Andrés en Kronstadt. El 20 de diciembre de
1908 a las 7:40 a.m. el Gran Hombre justo partió de este mundo para estar en
presencia del Señor, habiendo pronosticado antes el día de su muerte.
Diez mil personas tomaron parte y estuvieron presentes en el
funeral del Padre Juan y numerosos milagros tuviron lugar en su sepulcro entonces y después.
¡Qué extraordinario fue su funeral! Toda el área desde Kronstadt hasta
Oranienbaum y desde la Estación báltica en San Petersburgo hasta el Monasterio
Ioannovsky en Karpovka se llenó con una enorme multitud de miembros de la
comitiva fúnebre. Nunca antes había habido un número tal de personas en un
funeral - fue un evento sin paralelo en Rusia. La procesión del funeral fue
escoltada por una guardia de honor mientras las bandas militares tocaban el
cántico "Qué Glorioso es Nuestro Dios" a lo largo del camino a través
de la ciudad las tropas estaban en posición firme. El oficio del funeral
fue celebrado por Antonio, metropolitano de San Petersburgo, encabezando una
asamblea de obispos y un innumerable clero. Aquellos que besaron la mano del
difunto testifican que no se había vuelto fría ni tiesa.
Los oficios conmemorativos fueron acompañados de lamentaciones generales de los presentes, quienes sintieron que habían quedado huérfanos. Se escucharon exclamaciones: "Nuestro sol se ha puesto, ¿Al cuidado de quién nos has dejado, Querido Padre?. Pero no hubo nada pesaroso en el oficio del entierro: éste hizo recordar más bien a los radiantes maitines pascuales y a medida que prosiguió el oficio, creció el modo festivo de los que oraban. Uno podía sentir que un poder lleno de gracia emanada del féretro y llenaba los corazones de los presentes con un tipo de gozo del otro mundo. Estaba claro para todos que un santo, un hombre de rectitud, yacía en la tumba y que su espíritu estaba invisiblemente presente en la iglesia, envolviendo con amor y ternura a todos los que se habían reunido para presentarle sus últimos respetos.
Los oficios conmemorativos fueron acompañados de lamentaciones generales de los presentes, quienes sintieron que habían quedado huérfanos. Se escucharon exclamaciones: "Nuestro sol se ha puesto, ¿Al cuidado de quién nos has dejado, Querido Padre?. Pero no hubo nada pesaroso en el oficio del entierro: éste hizo recordar más bien a los radiantes maitines pascuales y a medida que prosiguió el oficio, creció el modo festivo de los que oraban. Uno podía sentir que un poder lleno de gracia emanada del féretro y llenaba los corazones de los presentes con un tipo de gozo del otro mundo. Estaba claro para todos que un santo, un hombre de rectitud, yacía en la tumba y que su espíritu estaba invisiblemente presente en la iglesia, envolviendo con amor y ternura a todos los que se habían reunido para presentarle sus últimos respetos.
El Padre Juan fue enterrado en el sepulcro, especialmente
construido para él en el sótano del monasterio que él fundó en Karpovka. La
capilla completa estaba hermosamente revestida con mármol blanco; el
iconostasio y la tumba también eran de mármol blanco. En la tumba (situada a la
derecha de la iglesia) yacía el Santo Evangelio y una mitra tallada, bajo lo
cual yacía encendida una luz eterna lampadka (costumbre en la iglesia ortodoxa,
aceite) de color rosado. Una multitud de lámparas preciosas y labradas
artísticamente alumbraban constantemente sobre la tumba. Un mar de luz
proveniente de las velas, encendidas por los devotos, fluía a través de la
resplandeciente y maravillosa iglesia.
Así es como fue.
El 3 de junio de 1964, la gran tarea de la
glorificación de nuestro maravilloso hombre de rectitud, por la gracia de Dios,
se llevó a cabo por una resolución del Sínodo de Obispos de la Iglesia Ortodoxa
Rusa fuera de Rusia. Los días de la solemne conmemoración de su sagrada
memoria se fijaron para el 19 de octubre (1° de noviembre) y 20 de
diciembre (2 de enero), según el calendario ortodoxo, cuando se celebra el
oficio especialmente compuesto.
Desde entonces se consagran decenas de Iglesias,
comunidades, hogares de ancianos y colegios dedicados al Nombre de San Juan.
Uno de estos es nuestro Hogar San Juan de Kronstadt en Chile.
Este libro tiene la finalidad de dar a conocer la vida y las
plegarias de Nuestro querido, Justo, Padre Juan de Kronstadt, el Patrono de
nuestra Escuela-Hogar, que lleva su nombre, ubicado en el Arrayán, y que fue
fundado en el año 1967.
O, si este gozoso evento puede resucitar en los corazones de
todo el pueblo ruso ortodoxo y en todo el mundo el más importante testamento
del siempre memorable Padre Juan e inspirarlos a seguirlo resueltamente:
"Tenemos necesidad de una purificación moral general, un profundo
arrepentimiento nacional, un cambio de la moralidad pagana a la cristiana;
purifiquémonos, lavémonos con lágrimas de arrepentimiento, hagamos las paces
con Dios y El se reconciliará con nosotros."
Por las oraciones de nuestro santo y justo Padre Juan, puede
llegar a suceder esto. ¡Oh Dios, maravilloso eres en Tus santos, maravilloso
eres Tu en Tus enseñanzas. Gloria a Ti!
San Juan de Kronstadt (www.fatheralexander.org)
San Juan de Kronstadt (www.fatheralexander.org)
Tropario (ruso):
Troparion - Tono 1
Como celoso defensor de la fe ortodoxa, / como solícito procurador de la tierra de Rusia, / fiel a las reglas y a la imagen de un pastor, / predicando el arrepentimiento y la vida en Cristo, / un maravilloso siervo y administrador de los sacramentos de Dios, / un atrevido intercesor por el bien de la gente, / oh bueno y justo Padre Juan, / sanador y maravilloso hacedor de milagros, / alabanza de la ciudad de Kronstadt / y decoración de nuestra Iglesia, / suplica al Dios Todomisericordioso / que reconcilie al mundo. y para salvar nuestras almas!
Troparion - Tono 4
¡Con los apóstoles tu mensaje ha llegado hasta los confines del mundo, / y con los confesores sufriste por Cristo! / Sois como los jerarcas por vuestra predicación de la palabra; / con los justos estás radiante de la gracia de Dios. / El Señor ha exaltado sobre los cielos tu humildad / y nos ha dado tu nombre como fuente de milagros. / Oh hacedor de maravillas, que vives en Cristo para siempre, / ten piedad de los acosados por las dificultades; / y escúchanos cuando clamamos con fe, ¡oh nuestro amado pastor Juan!
Kontakion - Tono 3
Este día el pastor de Kronstadt / se presenta ante el trono de Dios / orando fervientemente en nombre de los fieles / al pastor principal Cristo, quien ha prometido: / “Edificaré mi iglesia, y los poderes de la muerte no prevalecerán contra ella !”
(De www.oca.org)
Apolitiquio tono 4
En Cristo estás
viviendo eternamente, Oh Taumaturgo, apiádate de los que están en
tribulaciones, oye a Tus hijos que claman con fe, sé compasivo con los que
esperamos Tu ayuda, Juan de Kronstadt, amadísimo pastor nuestro.
Condaquio tono 4
Escogido de Dios desde Tu infancia,
y en Tu niñez misteriosamente recibiste el don del aprendizaje, y estás llamado
al sacerdocio gloriosamente en Tus sueños. Llegaste a ser pastor maravilloso
para la Iglesia. Padre Juan, homónimo de gracia, ruega a Cristo Dios, haznos
dignos de estar junto contigo en Su Reino.
(De www.fatheralexander.org)
Fuente: saint.gr, fatheralexander.com, diakonima.gr, oca.org