lunes, 4 de diciembre de 2023

San Juan Damasceno (+760)

Versos:
"Has llenado la tierra de agradables canciones Juan, ordenado junto con música celestial arriba".
En este día [4 de diciembre] conmemoramos a nuestro Venerable Padre Juan el Presbítero de Damasco.
Fue un monje devoto, un gran compositor de himnos, un teólogo profundamente influyente y un noble guerrero, que luchó contra las herejías con el fin de afirmar la verdad salvadora de nuestro Señor Dios, Jesucristo. En la temprana historia de la Santa Iglesia el Venerable San Juan Damasceno se vislumbra como un Padre amado cuya presencia inspiradora ayudó a propagar ampliamente el Santo Evangelio hasta los confines de la tierra.

Nacido en Damasco, la capital de Siria en la actualidad, San Juan fue bendecido por unos padres de buena posición económica quienes también eran reconocidos por su gran piedad Cristiana. El nombre de su familia –Mansur- se encontraba entre los más aristocráticos en el mundo del siglo séptimo en Damasco, lugar en donde nació Juan alrededor del año 675.
Criado junto a su hermano San Cosmás por su padre Sergius –un oficial del alto rango al servicio del Califa de Damasco- San Juan fue educado por un monje (también llamado Cosmas) quien previamente había sido rescatado en Italia de un traficante de esclavos árabe.
 




San Juan Damasceno siendo enseñado por el monje Cosmás




Bajo la tutela del brillante Cosmás, San Juan llegaría a ser un gran filósofo, y tras servir como Consejero del Califa de Damasco dejaría un profundamente importante legado de ideas teológicas para la Santa Iglesia.
La gran sabiduría del tutor Cosmas –y el efecto que tuvo en el joven San Juan- se puede ver en la elocuente carta que le escribió a su padre sobre sus obligaciones de educar a los dos muchachos antes de enviarlos hacia el mundo: “Mi señor, sus deseos han sido cumplidos”, escribió el tutor. “Sus hijos han estudiado muy bien, sobrepasándome en conocimiento. Gracias a una buena memoria y trabajo diligente ellos han alcanzado las profundidades de la sabiduría. Dios ha accedido a incrementar los dones que ellos han recibido y no hay nada más que puedan aprender de mí. 
Ciertamente, están listos para enseñar a otros. Por lo tanto le ruego, mi señor, que me conceda partir hacia mi monasterio, donde yo pueda ser discípulo de monjes que han alcanzado la perfección y me puedan instruir en una mayor sabiduría. La sabiduría externa que yo he dominado me lleva hacia una filosofía más espiritual, a una sabiduría más pura y más honorable que cualquier ciencia del mundo, ya que ayuda al alma y la conduce hacia la salvación.”





Icono Ortodoxo Árabe del Santo, dedicándose a sus estudios




Un administrador muy dotado así como un experto diplomático, San Juan gozó de un éxito triunfal luego de sus años como figura clave en la corte del Califa Abdul- Malik (685-705). Sin embargo la serenidad de sus primeros años terminaría siendo reemplazada por la violencia de las luchas en las que los Damascenos serían arrastrados en una serie de conflictos turbulentos dentro de la Santa Iglesia.
En el corazón de estas luchas religiosas se encontraba el continuo desacuerdo sobre la veneración de los iconos. Estas luchas vehementementes disputadas –en la cual los que se oponían a la veneración la veían como una forma de idolatría- llegarían a ser especialmente violentas durante el reinado del furioso Emperador Iconoclasta Leo III el Isaurian (717-741).
Desde el principio el valiente Juan Damasceno defendió el uso de los iconos en el culto y por ello pagó duramente. Enfurecidos por sus enseñanzas y su ardiente defensa de las imágenes santas, el Emperador Leo engañó al Califa haciéndole creer que San Juan lo había traicionado. 
Como consecuencia de ello el enojado Califa ordenó que le fuera amputada la mano derecha del santo. 






San Juan Damasceno, con su mano
recién amputada por orden del Califa




La maquinación de Leo fue tan inteligente como despreciable. Con la ayuda de unos tramposos el iracundo Emperador falsificó una carta, supuestamente del mismo ministro del alto rango del Califa (San Juan) –una misiva en la cual el santo invitaba, aparentemente, al Emperador a que atacase Damasco… ya que las fuerzas militares que custodiaban la ciudad eran bastantes débiles para impedir defenderla exitosamente.
Cuando el Califa recibió la falsificación se puso furioso. Eso no era nada menos que traición. Por lo tanto su castigo se decidió rápidamente: si el traidor había usado su mano derecha para cometer semejante traición al componer esa carta sediciosa, entonces debía de perder esa mano bajo el hacha del verdugo. La amputación se llevó a cabo rápidamente. Lo que sucedió luego de ese acto desafía toda explicación racional. Luego de obtener esa misma tarde su mano que había sido amputada por el brutal Califa, San Juan la llevó ante uno de los íconos de la Bienaventurada Theotokos. Ahí le rezó fervientemente a la Virgen. Luego de dormirse por unos minutos se despertó para descubrir que la Bienaventurada Virgen le estaba hablando: “Tu mano ha sido restaurada en su lugar. No te preocupes más, regresa a tus labores y trabaja diligentemente como un rápido escriba, tal como me lo has prometido.”





"ΠΑΝΑΓΊΑ ΤΡΙΧΕΡΟΥΣΑ", [Panayía Trijerusa]
TODA-SANTA VIRGEN DE LAS TRES MANOS,
Icono realizado por san Juan en honor al
milagro concedido por la Madre de Dios.






En pocos segundos el gran santo estaba asombrado de ver que su mano amputada se había vuelto a unir a su muñeca y que la piel mutilada estaba completamente sana. San Juan se dio cuenta que había sucedido un milagro extraordinario. Se regocijó tremendamente por la curación e inmediatamente comenzó a cantar un nuevo himno: “Tu mano derecha, Oh Señor, es gloriosa en su poder. Tú mano derecha ha sanado mi mano rota y a aplastado a Tus enemigos, a quienes no reverencien Tu preciosa imagen o la de Tu preciosa Madre. ¡Destruirá a aquellos que destruyen los iconos y multiplicará Tu Gloria!”

El Califa se dio cuenta del milagro acontecido. Reconociendo el error de su decisión el poderoso gobernante le imploró a San Juan que le perdonase por el injusto castigo que le había infligido, así como que se mantuviese como su Consejero principal en la Corte de Damasco. Pero San Juan, en conciencia, no podía satisfacer esa solicitud; luego de haber sobrevivido en sus luchas
desesperadas por proteger los íconos lo unico que deseaba era una vida serena y tranquila al estilo de los monjes de clausura.
 
 




San Juan de Damasco.




 
Pero lo que más deseaba vehementemente era que se le permitiera rezar, ayunar y componer himnos – completamente alejado de las intrigas de la bulliciosa corte.
Con agradecimiento, el humilde santo, entró en el famoso Monasterio de San Sabas (ubicado a solamente unos kilómetros de Jerusalén) en donde llegó a ser modelo de ascetismo, abnegación y obediencia. 
Mientras gozaba de su nueva vida en la soledad como devoto de Jesús, el piadoso Damasceno pasaría muchos años escribiendo los más profundos e importantes trabajos musicales en la historia de la Santa Iglesia. 
Entre sus composiciones se encuentran la mayoría de los Himnos Funerarios: el Octoechos (o el Libro de los Ocho Tonos, Paraklitkí en griego); el Irmologion así como el Canon Pascual. Al mismo tiempo este dotado escritor escribió numerosos trabajos de teología que muy pronto se convertirían en clásicos de inspiración y guía para el mundo entero.
Había comenzado una nueva vida para el venerable monje. Pero esta nueva existencia también estaría marcada, en momentos diferentes, por problemas. De hecho, no muy poco tiempo después de haber ingresado en la clausura, la compasión de San Juan por la humanidad sufriente lo llevaría a un conflicto que amenazaría con hacer pedazos su existencia.
Esto sucedió cuando uno de los monjes, compañeros del santo, traspasado por el dolor de la muerte reciente de su hermano de sangre, le pidió al antiguo 
Consejero de la Corte que compusiese un Himno Funerario por el fallecido. San Juan accedió inmediatamente… a pesar del hecho de que su superior en el monasterio –una figura severa y que exigía una gran humildad- le había ordenado al Damasceno que evitase escribir o hablar con cualquier persona sobre asuntos relacionados con el mundo. El Himno es el siguiente:


"¿Qué dulzura en esta vida no tiene la tristeza terrenal?
Que la espera no es inútil.
¿Y donde está el feliz entre la gente?
Todo lo que hemos conseguido con el esfuerzo.
Es contradictorio e insignificante.
¿Qué gloria está segura y absoluta sobre la tierra?
Todo son cenizas, fantasma, sombra y humo.
Todo desaparecerá como el polvo.
Y nos encontraremos con la muerte,
Desarmados delante y sin fuerzas.
La mano del poderoso es débil,
No significan nada los mandatos imperiales,
¡Señor, recibe al difunto esclavo en Tus Moradas Celestiales!"
 
 








 
 
Cuando el mentor espiritual de San Juan se enteró del Himno Funerario le prohibió al monje desobediente ocupar su celda en el monasterio.
Desesperado por ser readmitido San Juan se humilló voluntariamente a sí mismo… y accedió a limpiar las letrinas en el monasterio como precio por su reinstalación.(Resulta interesante notar que posteriormente el mentor espiritual fue reprendido por nada menos que la Bienaventurada Madre de Dios, quien se le apareció y le ordenó que ¡de aquí en adelante le fuese permitido al hombre santo componer los himnos en paz!)

Como escritor y pensador, ciertamente que San Juan era de una presencia formidable. No solamente refutó a los Iconoclastas con trabajos de características épicas, como su ensayo magisterial Sobre las Imágenes Divinas, sino que también compuso poderosos argumentos teológicos contra la validez del Islam. Sin embargo, posiblemente el más maravilloso de los regalos de San Juan ha sido su clara y precisa reproducción del Credo (Símbolo de la Fe) de la Santa Ortodoxia – una proeza teológica de valor inestimable que ha ayudado a modelar y luego sostener la Unica y Verdadera Fe contra la herejía.
Durante los siglos que han seguido a estos escritos de San Juan, éstos han servido una y otra vez para combatir las falsas ideas sobre el Santo Evangelio así como para mantener a los fieles firmemente anclados en los principios básicos de su religión inspirada-por-Dios.
Ordenado por el Patriarca de Jerusalén como presbítero, en los últimos años de su vida, esta radiante figura moriría pacíficamente alrededor del 760 d.C., no mucho tiempo después de que su hermano Cosmás hubo sido consagrado como Obispo de Maiuma. Según la mayoría de los historiadores de ese período, San Juan tenía 75 años de edad al momento de su muerte.
 
 




"Ο ΆΓΙΟΣ ΙΩΆΝΝΗΣ Ο ΔΑΜΑΣΚΗΝΌΣ",
[O Áyios Ioánnis o Damaskinós]
EL SANTO JUAN DAMASCENO





Cubierto por un estandarte inmediatamente reconocible en el que se leía: “No haré imágenes de amigos,” San Juan Damasceno luchó a lo largo de su vida para defender la naturaleza sagrada de las imágenes santas –y su ensayo enormemente influyente, Contra los que Vilipendian los Iconos Santos, permanece hasta nuestros días como un clásico de la teología.
Sin embargo a pesar de su rica y merecida fama como escritor y pensador, el Damasceno fue, primero y ante todo, un humilde monje que solo aspiraba a adorar a Dios en algún lugar olvidado del Imperio, en el cual pudiera orar y escribir sus himnos en paz.
La profundidad de la humildad de San Juan se puede ver claramente en un incidente que, bellamente, revela su actitud para consigo mismo. Habiendo recibido la orden por su mentor espiritual de que vendiera canastas tejidas en el Mercado de Jerusalén como si fuera un vendedor cualquiera, San Juan no solo obedeció, sino que se regocijó en su tarea y se esforzó con una energía desenfrenada para vender sus canastas a los caminantes.
A pesar de que pueda parecer difícil imaginarnos al autor de la "Exposición de la Fe Ortodoxa" vendiendo canastas a todo pulmón, San Juan no dudó en hacerlo. Para este realista y nada pretencioso monje –cuya teología inspiraría posteriormente a importantes pensadores medievales- ninguna tarea era demasiado baja o demasiado humilde para ser cumplida en servicio del Dios Todopoderoso.
 
 











La vida del venerable San Juan Damasceno nos ofrece muchas lecciones valiosas sobre la gracia que Dios nos envía a cada momento –ya sea que estemos componiendo inapreciables ensayos o poemas, o limpiando letrinas y fregando pisos. A pesar de ser uno de los más grandes pensadores de la Santa Iglesia, San Juan fue un sencillo monje que no quería nada más que tener la oportunidad de alabar a Dios desde el centro de su vida de austeridad y abnegación.
Mientras que San Juan usaba frecuentemente los escritos de otros para explicar la teología cristiana y refutar la herejía de los iconoclastas, su celo por la verdad y su amor por Dios lo ayudaron a convertir esas fuentes en mensajes poderosos propios que llevarían la Verdad de la Palabra a las gentes de su época.
 



¿Qué significa que Cristo está sentado a la diestra del Padre? 

Por San Juan Damasceno

Después de que Cristo resucitó de entre los muertos, dejó a un lado todas sus pasiones, me refiero a su corrupción, hambre, sed, sueño, cansancio o cosas por el estilo. Porque, aunque probó la comida después de la resurrección [Lucas 24:43], no lo hizo porque fuera una ley de su naturaleza (porque no sintió hambre), sino en el camino de la economía, para que Él pudiese convencernos de la realidad de la resurrección, y que fue una y la misma carne la que sufrió y resucitó. Pero no hizo a un lado ninguna de las divisiones de su naturaleza, ni cuerpo ni espíritu, sino que posee tanto el cuerpo como el alma inteligente y razonable, volitivo y enérgico, y de esta manera se sienta a la diestra del Padre, haciendo uso de su voluntad, tanto como Dios como como hombre, a favor de nuestra salvación, dinamizando su capacidad divina para proveer, mantener y gobernar todas las cosas, y recordando en su capacidad humana el tiempo que pasó en la tierra, mientras todo el tiempo ve y sabe que Es adorado por toda la creación racional. 
Porque su Espíritu Santo sabe que es uno en sustancia con Dios el Logos, y comparte como Espíritu de Dios y no simplemente como Espíritu la adoración que se le concede. Además, Su ascenso de la tierra al cielo, y nuevamente, Su descenso del cielo a la tierra, son manifestaciones de las energías de Su cuerpo circunscrito. Porque así volverá a vosotros, dice, de la misma manera en que le habéis visto ir al cielo [Hechos 1:11].
 










Sostenemos, además, que Cristo se sienta en el cuerpo a la diestra de Dios Padre, pero no creemos que la diestra del Padre sea el lugar real. Porque, ¿cómo podría el que no está circunscrito tener una mano derecha limitada por el lugar? La mano derecha y la mano izquierda pertenecen a lo circunscrito. Pero entendemos que la diestra del Padre es la gloria y el honor de la Deidad en la que el Hijo de Dios, que existió como Dios antes de los siglos, y es de esencia similar al Padre, y al final se hizo carne, tiene un asiento en el cuerpo, su carne participando de la gloria. Porque Él, junto con Su carne, es adorado con una sola adoración por toda la creación. 

De una exposición de la fe ortodoxa (libro 4, cap. 1-2)




Sobre cómo debe entenderse el paraíso en Génesis. 

Por San Juan Damasceno


Cuando Dios estaba a punto de crear al hombre a partir de la creación visible e invisible a Su propia imagen y semejanza para reinar como rey y gobernante sobre toda la tierra y todo lo que contiene, primero hizo para él, por así decirlo, un reino en que debería vivir una vida de felicidad y prosperidad. Y este es el paraíso divino, plantado en el Edén por las manos de Dios, un verdadero almacén de gozo y alegría de corazón (porque "Edén" significa magnificencia, esplendidez, riqueza). 
Su sitio es más alto en Oriente que toda la tierra: es templado y el aire que lo rodea es el más puro: las plantas de hoja perenne son su orgullo, abundan las fragancias dulces, está inundado de luz, y en sensual frescura y belleza trasciende la imaginación: en verdad el lugar es divino, un lugar de encuentro para aquel que fue creado a imagen de Dios: ninguna criatura sin razón habitó allí, sino el hombre solo, obra de las propias manos de Dios.

En medio de él, Dios plantó el árbol de la vida y el árbol del conocimiento (Génesis 2: 9). El árbol del conocimiento era para la  prueba, y el ejercicio de la obediencia y desobediencia del hombre; y por eso se le llamó el árbol del conocimiento del bien y del mal, o porque a los que participaron de él se les dio poder para conocer su propia naturaleza. Ahora bien, esto es algo bueno para los que son maduros, pero algo malo para los inmaduros y aquellos cuyo apetito es demasiado fuerte, es como alimento sólido para los bebés que todavía necesitan leche. Porque Dios nuestro Creador, no tenía la intención de que estuviéramos abrumados de preocupaciones y preocupados por muchas cosas, ni que pensáramos en nuestra propia vida o que hiciéramos provisión para ella. 
 
 










Pero este fue al fin el destino de Adán: porque probó y supo que estaba desnudo, se ciñó un cinturón; porque tomó hojas de higuera y se ciñó. Pero antes de tomar el fruto, "estaban ambos desnudos, Adán y Eva, y no se avergonzaron" (Génesis 2:25). Porque Dios quiso decir que deberíamos estar libres de la pasión, y esta es de hecho la señal de una mente absolutamente desprovista de pasión. Sí, Él quería que estuviéramos más libres de preocupaciones y que tuviéramos una sola obra que realizar, cantar como los ángeles, sin cesar ni interrumpir las alabanzas al Creador, y que nos deleitáramos en la contemplación de Él y fijáramos todo cuidado hacia Él. Esto es lo que el profeta David nos proclamó cuando dijo: "Echa tu carga sobre el Señor, y Él te sostendrá". Y, de nuevo, en los evangelios, Cristo enseñó a sus discípulos diciendo: "No te preocupes por tu vida qué comerás, ni por tu cuerpo qué vestirás" (Mateo 6:25). Y además, "Busca primero el Reino de Dios y Su justicia y todas estas cosas te serán añadidas". Y a Marta le dijo: "Marta, Marta, te preocupas y angustias por muchas cosas, pero una cosa es necesaria: y María ha elegido la buena parte, que no le será quitada" (Lucas 10: 41-42 ), es decir, claramente, sentarse a sus pies y escuchar sus palabras.

El árbol de la vida, por otro lado, era un árbol que tenía la energía que es la causa de la vida, o para ser comido solo por aquellos que merecen vivir y no están sujetos a la muerte. Algunos, de hecho, han imaginado el Paraíso como un reino de los sentidos y otros como un reino de la mente. Pero me parece que, así como el hombre es una criatura, en la que encontramos el sentido y la mente mezclados, de la misma manera también el templo santísimo del hombre combina las propiedades del sentido y la mente, y tiene esta doble expresión: porque, como dijimos, la vida en el cuerpo pasa en la región más divina y hermosa, mientras que la vida en el alma pasa en un lugar mucho más sublime y de una belleza incomparable, donde Dios hace Su hogar y donde envuelve al hombre como con un manto glorioso, y lo viste con Su gracia, y lo deleita y lo sostiene como un ángel con el más dulce de todos los frutos, la contemplación de Sí mismo. Verdaderamente se le ha llamado el árbol de la vida. Porque como la vida no es interrumpida por la muerte, la dulzura de la participación divina se imparte a quienes la comparten. Y esto es, en verdad, lo que Dios quiso decir con cada árbol, cuando dijo: "De todo árbol del Paraíso podrás comer" (Génesis 2:16). Porque el "cada uno" es sólo Él mismo en Quien y a través de Quien se mantiene el universo. 
 
 







 
 
Pero el árbol del conocimiento del bien y del mal sirvió para distinguir entre las muchas divisiones de la contemplación, y esto es solo el conocimiento de la propia naturaleza, que, de hecho, es algo bueno para aquellos que son maduros y avanzados en la contemplación divina (siendo en sí mismo una proclamación de la magnificencia de Dios), y no tienen miedo de caer, porque con el tiempo han llegado a tener el hábito de tal contemplación, pero es algo malo para los que aún son jóvenes y con apetitos más fuertes, que debido a su control inseguro sobre la mejor parte, y debido a que todavía no están firmemente establecidos en el asiento de uno y único bueno, son propensos a ser arrancados y arrastrados lejos de esto al cuidado de su propio cuerpo.
Por lo tanto, en mi opinión, el Paraíso divino es doble, y los Padres inspirados por Dios transmitieron un mensaje verdadero, ya sea que enseñaron esta doctrina o aquella. De hecho, por cada árbol es posible comprender el conocimiento del poder divino derivado de las cosas creadas. En palabras del divino Apóstol: "Porque las cosas invisibles de él desde la creación del mundo se ven claramente, entendidas por las cosas hechas" (Romanos 1:20). Pero de todos estos pensamientos y especulaciones, el más sublime es el que trata de nosotros mismos, es decir, de nuestra propia composición. Como dice el divino David, "El conocimiento de Ti desde mí", es decir, de mi constitución, se convirtió en una maravilla. Pero por las razones que ya hemos mencionado, tal conocimiento era peligroso para Adán, que había sido creado tan recientemente.

El árbol de la vida también puede entenderse como ese pensamiento más divino que tiene su origen en el mundo de los sentidos, y el ascenso a través de él a la causa originaria y constructiva de todo. Y este fue el nombre que Él le dio a cada árbol, que implica plenitud e indivisibilidad, y transmite solo participación en lo que es bueno. Pero por el árbol del conocimiento del bien y del mal, debemos comprender ese alimento sensible y placentero que, por dulce que parezca, en realidad lleva al que lo come a la comunión con el mal. Porque Dios dice: "De todo árbol del paraíso podrás comer" (Génesis 2:16). Es, pienso yo, como si Dios dijera: "A través de todas Mis creaciones debes ascender a Mí, tu creador, y de todos los frutos puedes arrancar uno, es decir, Yo mismo, que soy la vida verdadera: que todo dé para vosotros el fruto de la vida, y la participación en Mí sea el sostén de vuestro propio ser. Porque así seréis inmortales. Pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis de él; porque en el día en que de él comieres, ciertamente morirás ". Porque la comida sensible es por naturaleza para la reposición de lo que gradualmente se desgasta y pasa a la sequía y perece: y no puede permanecer incorruptible quien participa de la comida sensible.

De la Exposición Exacta de la Fe Ortodoxa, Bk. 2, cap. 11.
 


Venerable Cosmás el Poeta, hermano de San Juan Damasceno

 
 
 
 

 

 
Απολυτίκιον Ἦχος πλ. δ´
 
Ἀπολυτίκιον Ὀρθοδοξίας ὁδηγέ, εὐσεβείας διδάσκαλε καὶ σεμνότητος, τῆς οἰκουμένης ὁ φωστήρ, τῶν μοναζόντων θεόπνευστον ἐγκαλλώπισμα, Ἰωάννη σοφέ, ταῖς διδαχαῖς σου πάντας ἐφώτισας, λύρα τοῦ Πνεύματος. Πρέσβευε Χριστῷ τῷ Θεῷ σωθῆναι τὰς ψυχὰς ἡμῶν.
 
 
Apolitiquio tono plagal del 4º

Eres un guía de la ortodoxia, un maestro de piedad y modestia, una luminaria del mundo, el orgullo de los monjes inspirado por Dios. Oh sabio Juan, has iluminado a todos con tus enseñanzas. Eres el arpa del Espíritu. Intercede ante Cristo nuestro Dios por la salvación de nuestras almas.
 
 
 
 
 
 
 
 
Otro apolitiquio tono 5 (pl. del 1º)
 
Veneremos oh fieles al Mártir del Señor, que ha bautizado en Antioquía al pueblo y las Iglesias, con la prédica excelsa y su sangre, José llamado damasceno, obrador de la viña del Señor, con sus compañeros: ¡Intercede ante Cristo por los que te honramos con fe!
 
 
 
Otro apolitiquio tono 1º  

 
Έτερον Ἀπολυτίκιον Ἦχος γ’. Θείας πίστεως.
 
Θεῖον ὄργανον, τῆς Ἐκκλησίας, λύρα εὔσωμος, τῆς εὐσεβείας, ἀνεδείχθης Ἰωάννη πανεύφημε ὅθεν πυρσεύεις τοῦ κόσμου τὰ πέρατα, ταὶς τῶν σοφῶν σου δογμάτων ἑλλάμψεσι. Πάτερ Ὅσιε, Χριστὸν τὸν Θεὸν ἱκέτευε, δωρήσασθαι ἠμὶν τὸ μέγα ἔλεος.
 



Έτερον Ἀπολυτίκιον Ἦχος γ’. Τὴν ὡραιότητα.
 
Τὴν καλλικέλαδον, καὶ λιγυραῖς μολπαῖς, κατακηλοῦσάν τε, καὶ ἀγλαΐζουσαν, τὴν Ἐκκλησίαν τοῦ Χριστοῦ, εὔλαλον ἀηδόνα, δεῦτε εὐφημήσωμεν, Ἰωάννην τὸν πάνσοφον, τὸν Δαμασκηνὸν πιστοί, ὑμνογράφων τὸν πρύτανιν· τὸν ἔμπλεων, ἁπάσης γενόμενον, θείας καὶ κοσμικῆς σοφίας.
 
Otro apolitiquio tono 3º

Fieles, honremos con cantos de alabanza el bello sonido del dulce canto del ruiseñor, quien ha adornado y cautivado a la Iglesia de Cristo con sus dulces cantos: Juan, el sabio Damasceno, honrémosle respetuosamente, el divino y
elocuente, y el jefe de los compositores de himnos; quien verdaderamente estaba lleno hasta el extremo de sabiduría humana y divina.
 
 
 

Κοντάκιον. Ἦχος δ’. Ὁ ὑψωθεὶς ἐν τῷ Σταυρῷ.
 

Τὸν ὑμνογράφον καὶ σοφὸν Ἰωάννην, τῆς Ἐκκλησίας παιδευτὴν καὶ φωστῆρα, καὶ τῶν ἐχθρῶν ἀντίπαλον ὑμνήσωμεν πιστοί· ὅπλον γὰρ ἀράμενος, τὸν Σταυρὸν τοῦ Κυρίου, πᾶσαν ἀπεκρούσατο, τῶν αἱρέσεων πλάνην· καὶ ὡς θερμὸς προστάτης εἰς Θεόν, πᾶσι παρέχει, πταισμάτων συγχώρησιν.

 

Condaquio tono 4º

Venid fieles, alabemos al compositor de himnos, luminaria de la Iglesia y sabio instructor, el santo Juan, quien derrotó a todos sus enemigos; ya que usó la Cruz del Señor como su arma, derrotó las herejías y cada una de sus mentiras. Y como nuestro ferviente campeón con Dios, el nos ha conseguido el perdón de nuestras ofensas.





Fuente: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury. * saint.gr *johnsanidopoulos.com