Reclutados y despachados para hacer trabajo misionero durante los años siguientes inmediatos a Pentecostés, un gran número de discípulos conocidos como “Los Setenta” llevarían la Buena Nueva del Evangelio de Cristo a través de toda Tierra Santa y más allá de ella.
Aunque Los Setenta siguieron los pasos de los Doce Apóstoles originales, todos y cada uno de ellos hicieron importantes contribuciones al crecimiento de la Iglesia primitiva.
En muchos de los casos ellos habían sido escogidos por el mismo Señor e instruidos directamente por Él sobre dónde predicar el Santo Evangelio.
Entre las filas de Los Setenta se encuentran varios mártires y obispos quienes dedicaron su vida entera a propagar la Buena Nueva de la Muerte y Resurrección de Cristo. Entre los Setenta hay un gran número de discípulos que sirvieron en Grecia y Asia Menor (incluyendo la región que en la actualidad forma parte de la moderna Turquía.)
Aunque Los Setenta siguieron los pasos de los Doce Apóstoles originales, todos y cada uno de ellos hicieron importantes contribuciones al crecimiento de la Iglesia primitiva.
En muchos de los casos ellos habían sido escogidos por el mismo Señor e instruidos directamente por Él sobre dónde predicar el Santo Evangelio.
Entre las filas de Los Setenta se encuentran varios mártires y obispos quienes dedicaron su vida entera a propagar la Buena Nueva de la Muerte y Resurrección de Cristo. Entre los Setenta hay un gran número de discípulos que sirvieron en Grecia y Asia Menor (incluyendo la región que en la actualidad forma parte de la moderna Turquía.)
San Sóstenes
Había estado dirigiendo los servicios en la Sinagoga Judía en Corinto (en la actualidad parte de Grecia) cuando se convirtió al cristianismo por la acción de San Pablo.
Muy pronto el nuevo cristiano fue puesto a prueba cuando una banda de enojados paganos se levantaron contra San Pablo y atacaron a ambos hombres. Ellos fueron golpeados severamente luego de haber sido arrestados y amenazados con la muerte, sin embargo el celo misionero de San Sóstenes permanecería incólume. San Pablo honra a San Sóstenes en los primeros versículos de su Primera Carta a los Corintios refiriéndose a él como el siervo valiente del Señor, como “nuestro hermano”: Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo. (1 Corintios, 1-3)
En los años posteriores, el generoso y valiente San Sóstenes realizaría un fiel servicio, por muchos años, como obispo de Colofón en Grecia.
Había estado dirigiendo los servicios en la Sinagoga Judía en Corinto (en la actualidad parte de Grecia) cuando se convirtió al cristianismo por la acción de San Pablo.
Muy pronto el nuevo cristiano fue puesto a prueba cuando una banda de enojados paganos se levantaron contra San Pablo y atacaron a ambos hombres. Ellos fueron golpeados severamente luego de haber sido arrestados y amenazados con la muerte, sin embargo el celo misionero de San Sóstenes permanecería incólume. San Pablo honra a San Sóstenes en los primeros versículos de su Primera Carta a los Corintios refiriéndose a él como el siervo valiente del Señor, como “nuestro hermano”: Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo. (1 Corintios, 1-3)
En los años posteriores, el generoso y valiente San Sóstenes realizaría un fiel servicio, por muchos años, como obispo de Colofón en Grecia.
San Apolo
También serviría como obispo de Corinto, aunque su lugar de nacimiento fue Alejandría -ese gran centro de cultura y enseñanza en Egipto.
Extremadamente culto, San Apolo brindó sus formidables cualidades intelectuales a la tarea de la conversión de los paganos al Cristianismo.
Maestro de la retórica, San Apolo se sabía de memoria muchas de las Sagradas Escrituras y frecuentemente traía nuevos conversos al Santo Evangelio demostrando que las Escrituras más antiguas contenían profecías sobre la llegada, en algún momento, del “Mesías”, quien traería la salvación a todos los hombres. Casi al final de su vida San Apolo predicaría en la isla de Creta y luego partiría hacia Palestina, en donde serviría por muchos años como Obispo de Cesaréa, la gran ciudad portuaria localizada a orillas del Mediterráneo.
San César
Fue elegido por el Señor Jesucristo para difundir el Evangelio y llegar a ser Obispo de Dirraquio o Dyrrhachium, un distrito del Peloponeso que se encontraba en la parte central de Grecia.
Convirtió a muchas personas ahí y predicó incansablemente acerca de la salvación traída al mundo por el Señor.
Gentil y de suave hablar, San César ganó muchos conversos para la fe debido a su generosa devoción por el bienestar de sus conciudadanos. A lo largo de toda su vida puso, invariablemente, las necesidades de sus hermanos y hermanas en Cristo por encima de sus propias necesidades.
Quedándose muchas veces sin comida y bebida, así como de otras necesidades, con el fin de realizar notables actos de caridad entre los Griegos. Evangelizador talentoso, gozó de una larga y fructífera vida como siervo de Dios, entregándose completamente a traer a los no creyentes a la fe en el Señor Jesucristo.
Gentil y de suave hablar, San César ganó muchos conversos para la fe debido a su generosa devoción por el bienestar de sus conciudadanos. A lo largo de toda su vida puso, invariablemente, las necesidades de sus hermanos y hermanas en Cristo por encima de sus propias necesidades.
Quedándose muchas veces sin comida y bebida, así como de otras necesidades, con el fin de realizar notables actos de caridad entre los Griegos. Evangelizador talentoso, gozó de una larga y fructífera vida como siervo de Dios, entregándose completamente a traer a los no creyentes a la fe en el Señor Jesucristo.
San Epafrodito
Fue un colega cercano y fiel amigo de San Pablo. Sirvió por muchos años como Obispo de la ciudad Traciana de Adriaca y fue conocido por su celo en la oposición a la idolatría pagana en esa región de Grecia.
San Cefas
También fue elegido por el Señor para predicar a la recientemente establecida Iglesia en Grecia. Por muchos años fue Obispo de Colofón y Panfilia en donde se convirtió en una voz poderosa para el Santo Evangelio. San Céfas, conocido por su valentía, arriesgó su vida una y otravez con el fin de predicar la Buena Nueva entre los paganos, quienes muy frecuentemente se molestaban debido a que su idolatría era puesta en evidencia.
En muchas ocasiones, aún cuando había sido advertido que cualquier posterior predicación acerca del tal “Señor Jesucristo” y de la “salvación que ganó para todos los hombres a través de su sufrimiento y muerte en la Cruz” sería considerada por las autoridades locales como una ofensa capital, San Céfas no dudaba en asomarse al día siguiente en la plaza principal para continuar con su valiente predicación. Preguntado muchas veces sobre si no temía por su vida, el gran predicador se limitaba a sonreír y continuaba cantando las alabanzas a Dios Padre y a su Hijo Amado.
San Tíquico
Realizó varias tareas importantes para San Pablo. Nativo de Asia Menor se encargó de llevar las Epístolas de San Pablo a los Efesios y a los Colosenses durante el período en el que el Apóstol de los Gentiles se encontraba en su primer encierro.
Eventualmente San Tíquico reemplazaría a San Sóstenes como Obispo de Cesaréa en Palestina en donde pasaría muchos años sirviendo en esa Sede Episcopal.
San Tíquico tuvo un amor particular por ese gran maestro y pensador que fue San Pablo, a quien acompañó muchas veces en sus largos y extenuantes viajes animado por la propagación del Santo Evangelio. Estuvo con San Pablo en Roma durante la primera parte de su última etapa de cautiverio en la que él hombre santo lo envió hacia Efeso, Colosas y otras ciudades para llevar las noticias del crecimiento del Cristianismo a los miembros de la Iglesia.
También fue elegido por el Señor para predicar a la recientemente establecida Iglesia en Grecia. Por muchos años fue Obispo de Colofón y Panfilia en donde se convirtió en una voz poderosa para el Santo Evangelio. San Céfas, conocido por su valentía, arriesgó su vida una y otravez con el fin de predicar la Buena Nueva entre los paganos, quienes muy frecuentemente se molestaban debido a que su idolatría era puesta en evidencia.
En muchas ocasiones, aún cuando había sido advertido que cualquier posterior predicación acerca del tal “Señor Jesucristo” y de la “salvación que ganó para todos los hombres a través de su sufrimiento y muerte en la Cruz” sería considerada por las autoridades locales como una ofensa capital, San Céfas no dudaba en asomarse al día siguiente en la plaza principal para continuar con su valiente predicación. Preguntado muchas veces sobre si no temía por su vida, el gran predicador se limitaba a sonreír y continuaba cantando las alabanzas a Dios Padre y a su Hijo Amado.
San Tíquico
Realizó varias tareas importantes para San Pablo. Nativo de Asia Menor se encargó de llevar las Epístolas de San Pablo a los Efesios y a los Colosenses durante el período en el que el Apóstol de los Gentiles se encontraba en su primer encierro.
Eventualmente San Tíquico reemplazaría a San Sóstenes como Obispo de Cesaréa en Palestina en donde pasaría muchos años sirviendo en esa Sede Episcopal.
San Tíquico tuvo un amor particular por ese gran maestro y pensador que fue San Pablo, a quien acompañó muchas veces en sus largos y extenuantes viajes animado por la propagación del Santo Evangelio. Estuvo con San Pablo en Roma durante la primera parte de su última etapa de cautiverio en la que él hombre santo lo envió hacia Efeso, Colosas y otras ciudades para llevar las noticias del crecimiento del Cristianismo a los miembros de la Iglesia.
Los Apóstoles Sóstenes, Apolo, Crispo, César,Céfas y Epafrodito de los Setenta. Menologio Basilio II, s.X. |
A San Tíquico le tomó una gran valentía llevar las Buenas Noticias de una comunidad a otra. Los Cristianos venían siendo asesinados y heridos a lo largo de Tierra Santa durante esos primeros años de persecución en los que más de un creyente había abjurado de su fe al experimentar terror por las amenazas de muerte provenientes de los ofendidos paganos. Aún a pesar de ello este valiente campeón de la fe y amigo de San Pablo nunca vaciló en su lealtad hacia la Buena Nueva de Jesucristo.
Apolitiquio tono 3º
Oh Santos apóstoles Crispo, Sóstenes, Apolo, Céfas, Tíquico, Epafrodito, César y Onesíforo, intercedan por nosotros ante Dios misericordioso para conceda a nuestras almas el perdón por nuestras ofensas.
Contaquio tono plagal del 4º
Probaron ser lámparas brillantes iluminando toda la creación con el brillo de sus milagros, oh mártires divinos. Sanaron a los enfermos y disiparon la oscuridad y tristeza de espíritu, y rezan siempre a favor nuestro ante Cristo Nuestro Dios.
Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.