sábado, 16 de diciembre de 2023

El Profeta Hageo (s.V a.C:)

Versos:
"Como un recipiente, Hageo fue visto estando lleno de gracia, como consecuencia, es aplastado por el tiempo". 
El dieciseisavo Hageo habitó la tierra de sus padres.

Cuando los tiempos requieren de un profeta, Dios Todopoderoso siempre envía uno. En los últimos años del Siglo Quinto antes de Cristo, los atribulados Israelitas habían conseguido escapar de la pesadilla del Cautiverio en Babilonia. Heridos y debilitados, con sus corazones atravesados por el dolor, a duras penas regresaron a Jerusalén… de regreso al mundo que habían conocido antes de Babilonia y que ellos habían perdido cuando se alejaron del Dios Todopoderoso. Hageo sería su profeta.
Hageo, quien había nacido en Babilonia pertenecía a la tribu de Leví, tenía la visión requerida para ver las cosas tal como eran ellas. (Esto era un gran don de Dios.) Y cuando Hageo miraba a su alrededor se daba cuenta de que faltaba algo. ¿Dónde estaba ese gran templo que debería de estar lleno de gente cantando las alabanzas al Dios Todopoderoso?
Antes del Cautiverio los Israelitas habían realizado su culto en el bello y suntuoso Templo de Salomón. Pero ese gran edificio de cedro, bronce y oro había sido destruido en la gran catástrofe que había llevado a los creyentes a una vida de esclavitud y desolación. Y ahora nada se mantenía en pie en ese lugar…
 
 
 



"Ό ΠΡΟΦΉΤΗΣ ΑΓΓΑΊΟΣ",
[O Profítis Agguéos]
EL PROFETA HAGEO



 
 
Nada, hasta que el Profeta Hageo comenzó a recorrer las calles de Jerusalén y preguntaba a todo aquel con quien se cruzaba: ¿Dónde está el Templo del Señor? El Profeta urgía con una creciente urgencia a los gobernantes de los Israelitas, Zorobabel y Josué el sacerdote, a restaurar el Templo de Jerusalén. Con creciente emoción señalaba que un nuevo templo –si era construido sobre el fundamento de una auténtica reverencia hacia Dios- brillaría más que el primero: “Grande será la gloria de esta Casa, la de la segunda mayor que la de la primera”, dice el Señor de los Ejércitos. (Hageo 2, 9)
¿Qué era exactamente lo que esta nueva casa de culto tendría que excediera la deslumbrante belleza del santuario construido por Salomón? La respuesta era sencilla, explicaba Hageo: Este segundo Templo sería testigo de la llegada del Redentor Santo –el Salvador que redimiría al mundo entero de la angustia de la muerte y el pecado.
Hageo, el décimo de los Doce Profetas Menores, profetizó a inicios del Siglo Quinto Antes de Cristo. El nacimiento del Santo Redentor Jesucristo se encontraba todavía a cinco siglos… pero Hageo pudo verlo. Y así caminó por las calles de la ciudad, en ese entonces bajo el gobierno de Darío Hystaspis, el Emperador Persa. Al final convenció a Zorobabel y a los sacerdotes a proceder con la construcción del Segundo Templo de Jerusalén –su eventual ubicación, la predijo, como la de “el Mundo sin Inicio en el final de los tiempos.”
¿Resulta de alguna manera sorprendente saber que el nombre de este gran profeta significa “festivo?”. Contemporáneo del Profeta Zacarías del Antiguo Testamento, Hageo viviría lo suficiente como para ver elevarse una parte del Segundo Templo en el corazón de la Antigua Jerusalén alrededor del 516 Antes de Cristo. La mayoría de estudiosos consideran que él fue enterrado en el mismo lugar de los sacerdotes en Jerusalén ya que era descendiente de Aarón.
 
 



El Profeta Hageo



 
 
El profeta Hageo habló con una voz que resonó como el trueno a través de su mundo mientras advertía a los Israelitas que el Unico Dios Verdadero les exigía su adoración y que los castigaría severamente si ellos se la negaban: 
-Pues así dice Yahveh Sebaot: Dentro de muy poco tiempo sacudiré yo los cielos y la tierra, el mar y el suelo firme, sacudiré todas las naciones; vendrán entonces los tesoros de todas las naciones, y yo llenaré de gloria esta Casa, dice Yahveh Sebaot. ¡Mía es la plata y mío el oro! oráculo de Yahveh Sebaot. Grande será la gloria de esta Casa, la de la segunda mayor que la de la primera, dice Yahveh Sebaot, y en este lugar daré yo paz, oráculo de Yahveh Sebaot. El día veinticuatro del noveno mes, el año segundo de Darío, fue dirigida la palabra de Yahveh al profeta Hageo en estos términos: Así dice Yahveh Sebaot: Pregunta a los sacerdotes sobre la Ley. Di: 
«Si alguien lleva carne sagrada en el halda de su vestido, y toca con su halda pan, guiso, vino, aceite o cualquier otra comida, ¿quedará ésta santificada?» Respondieron los sacerdotes y dijeron: «No.» Continuó Hageo: «Si alguien, que se ha hecho impuro por el contacto de un cadáver, toca alguna de esas cosas, ¿queda ella impura?» Respondieron los sacerdotes y dijeron: «Sí, queda impura.» Entonces Hageo tomó la palabra y dijo: «Así es este pueblo, así esta nación delante de mí, oráculo de Yahveh, así toda la labor de sus manos y lo que ofrecen aquí: ¡impuro es!» Y ahora aplicad bien vuestro corazón, desde este día en adelante: antes de poner piedra sobre piedra en el Templo de Yahveh, ¿qué era de vosotros? Se venía a un montón de veinte medidas y no había más que diez; se venía a la cava para sacar cincuenta cántaros y no había más que veinte. Yo os herí con tizón, con añublo y con granizo en toda labor de vuestras manos, y ninguno de vosotros se volvió a mí, oráculo de Yahveh.(Hageo 2,6-17)
 
 
 



El Profeta Hageo. Menologio de Basilio II., s.X



 
 
De la vida del Profeta Hageo aprendemos cómo escuchar a Dios con nuestra completa atención. Este gran visionario encontró la valentía y la dedicación que se requiere para escuchar las palabras del Todopoderoso –y poder transmitírnoslas al resto de nosotros. Esforcémonos por imitar la fidelidad de Hageo, de modo que podamos abrir completamente nuestros corazones a la Palabra de Dios, capaz de sanar y salvar.
 

Apolitiquio tono 2º

Al celebrar la memoria de Tu Profeta Hageo, Oh Señor, te rogamos a través de él que salves nuestras almas.

Apolitiquio tono 4º

Siendo puro de corazón, oh profeta Hageo, fuiste un Profeta inspirado y un siervo de Dios. Por lo tanto, como uno que celebra la fiesta, fuiste llevado a aquellos que mantienen la fiesta en Dios. Intercede con Él, heraldo de Dios, para que todos podamos ser salvos.

Contaquio tono 2º

Iluminado en tu mente con los rayos de luz proveniente de las alturas de los Cielos, brillaste realmente como profeta a través del mundo; y manifestando el perdón de Cristo, quien habría de llegar, llegaste a ser ilustre Oh profeta Hageo, sabio en las cosas de Dios.
 
 




Fuentes consultadas: synaxarion.gr, Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury. 

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