sábado, 16 de noviembre de 2024

El Apóstol Mateo, el Evangelista

Versos: 
"Tú salvas, Jesús, incluso a los recaudadores de impuestos por Tu gracia", gritó Mateo desde el medio de las llamas".
Sin sentido del esfuerzo, Mateo murió en el incendio el dieciseisavo.

Él era despreciado por todos como un “publicano”,  esos cobradores de impuestos para el Imperio Romano que  eran tan mal vistos y odiados y aún a pesar de ello llegó a ser uno de los campeones más elocuentes del Santo Evangelio en toda la historia de la Cristiandad. El Santo Apóstol Mateo fue un gran predicador, y él lo sabía. Entendió perfectamente bien que los cobradores de impuestos del Siglo Primero en Palestina
eran condenados en todo lugar como ladrones ávaros, a quienes nada los detenía con tal de robar hasta el último céntimo que pudieran obtener de los ciudadanos. Mateo no negó su culpabilidad. Trabajando en la calles de su ciudad natal, Cafarnaúm, y en la región Palestina de Galilea, explotó lo más que pudo a sus indefensos ciudadanos e incluso, con mucho gusto, confiscó sus propiedades.
Sin embargo, a pesar de los pecados de Mateo, ocurrió un gran milagro… un milagro que subraya lo que vendría a ser una de las únicas verdades más importantes en todo el Evangelio: ¡Cristo ama a los pecadores!
 
 




"Ό ΆΓΙΟΣ ΜΑΤΘΑΊΟΣ", [Ó Áyios Matzéos],
SAN MATEO


 
 
 
El Hijo del Hombre no vino a la tierra para salvar a los justos… sino para ofrecer la salvación a todos aquellos que se encuentran sufriendo bajo el peso de sus propios pecados. Y cuando Él comenzó a caminar por las calles de Palestina con Mateo, su Nuevo amigo (y aún cenó en su casa una que otra vez), los ciudadanos “justos” de ese entonces –particularmente los siempre justificados Escribas y Fariseos- se enfurecieron. 
¿Cómo se atrevía Él a malgastar su tiempo con un cobrador de impuestos cuyo alma, obviamente, estaba negra a causa del pecado? Tristemente, los Escribas y los Fariseos habían fallado completamente en entender la verdad central del Santo Evangelio: el hecho de que Jesús había venido por cada uno de nosotros, especialmente por aquellos cuya alma se encontraba oscura a causa del pecado. 
En ninguna otra persona se hace más evidente la verdad y el efecto sanador de esta afirmación que en la vida de este recolector de impuestos de Tierra Santa, quien renacería en el servicio a Jesucristo. (Por supuesto que después de su conversión devolvería lo justo a todos aquellos a quienes había robado, al tiempo que les suplicaba su perdón por todo el daño que les había hecho.)
 
 




San Mateo: "Libro de la genealogía
de Jesucristo, hijo de David" (Mt.1,1)



 
 
San Mateo fue un gran evangelizador y un santo mártir que nunca perdió su fe en Dios. A pesar de ello, su más grande regalo ha sido el magnífico documento que escribió durante el tiempo posterior a la Crucifixión y Resurrección de Jesús: el primer libro del Nuevo Testamento, también conocido como el Evangelio según San Mateo. 
La maravillosa travesía de Mateo como uno de los evangelizadores más efectivos de la Iglesia primitiva se inició en Cafarnaúm en el momento en que  escuchó murmurar al Señor esas tres palabras fundamentales: Ven y 
Sígueme. Movido profundamente por el espíritu e incapaz de resistir a esa orden que cambiaría su destino el recaudador de impuestos hizo lo que se le ordenó. En un instante dejó lo que estaba haciendo y se aproximó hacia el Salvador de la humanidad. ¿Cómo sucedió esto? La respuesta es un misterio que se encuentra más allá del entendimiento humano. Ciertamente que no hay nada en el pasado de Mateo que sugiriera que esa transformación se hubiera podido dar algún día.
También conocido como “Leví” (el nombre de Mateo significa “Regalo de Dios”), era el hijo de un humilde trabajador llamado Alfeo y no hay nada absolutamente inusual sobre sus primeros años de vida en las calles de Cafarnaúm. Y a pesar de eso sabemos que una vez que la orden fue dada -Ven y Sígueme– este mediocre publicano se transformó completamente en otra clase de persona. Durante los años que siguieron a su conversión predicaría el Santo Evangelio, por ocho años en Palestina y luego en diversas tierras extranjeras.
Antes de terminar sus días, el celoso Mateo llevaría la Buena Nueva de su fe a los Partos y los Medos, entre otros, - y finalmente a los fieros Etíopes del Africa, con los que su fiel lealtad a Jesucristo y su valerosa insistencia en evangelizar para el Hijo de Dios, le costaría la vida.





El Apóstol Mateo, escribiendo el Evangelio "inspirado por Dios"
(del gr. "θεόπνευστος", [Zeópnefstos])
 




Sus luchas en Etiopía son especialmente recordadas por generaciones de cristianos como un emblema del total e inquebrantable compromiso de los santos mártires con la misión de Jesucristo. Luego de haber convertido a muchos en esas tierras salvajes y muy poco cultivadas regiones, San Mateo asignaría a su leal discípulo –el fiel Platón- como Obispo de la ciudad de etíope de Mirmena para luego retirarse a la soledad en una montaña cercana.
Por un corto período llevó una vida pacífica de oración y meditación. Pero en el momento en que bautizó a la esposa del hijo del Príncipe de Etiopía se selló el destino de San Mateo. 
Gravemente ofendido por la nueva fe, el enfurecido príncipe Fulvián envió una docena de guardias armados para arrestar a ese arribista espiritual y lanzarlo a prisión. Entonces sucedió una cosa muy extraña. Cuando los guardias se aproximaron para arrestar al antiguo recolector de impuestos, su visión se les puso borrosa y como cubierta por nubes. Se marearon. Ellos sabían que su presa se encontraba cerca pues podían escucharlo hablar a sólo algunos metros más allá del lugar en que se encontraban. Pero sus ojos les eran inútiles pues el hombre permanecía invisible. Frustrados y algo más que alarmados, los que serían sus carceleros, regresaron a toda prisa al palacio del príncipe donde tristemente le explicaron la situación: El Santo Varón, quien se había atrevido a bautizar a la familia del tirano, estaba usando una capa que lo hacía invisible. Como era de esperarse, el enojo del príncipe se hizo mayor… e inmediatamente envió a un segundo grupo de soldados al lugar. La suerte del segundo grupo de oficiales fue peor que la del primero. 
Cuando se aproximaron al Apóstol se alarmaron al ver que él brillaba con una luz intensa, que ciertamente no era de este mundo.  Atemorizados por sus vidas dejaron caer sus armas y regresaron corriendo al palacio de Fulvián donde, balbuceando y más atemorizados que el primer grupo, se negaron a reanudar la persecución. 
 




Martirio del Santo Apóstol Mateo



 
 
El príncipe ya había visto suficiente. Habiendo llegado al límite su paciencia, el exasperado gobernante decidió hacer el arresto por sí mismo. Tan pronto como Fulvián se acercó al Santo Apóstol una explosión de luz le cegó, dejándole totalmente indefenso y temblando de miedo. Pero San Mateo solamente sintió compasión hacia el tembloroso potentado – y rápidamente rezó, pidiéndole al Dios Todopoderoso que le restaure la visión. Cuando el azorado tirano se dio cuenta de que podía ver nuevamente, le "pagó" rápidamente a Mateo por su bondad, amarrándolo y rodeándolo por una gran pila de troncos embadurnados con brea y resina. Sin embargo San Mateo mostró muy poco miedo por una muy buena razón: aunque el inmisericorde dictador prendió fuego a la pila de troncos, no sólo una, sino dos veces, las llamas rugientes ni siquiera chamuscaron el cuerpo del santo evangelizador. 
No obstante este gran hombre santo comprendió que su tiempo había llegado… y su alma se elevó para recibir su recompensa gloriosa. 
 
 




Entierro del Apóstol Mateo, el Evangelista. Menologio de Basilio II.



 
 
 
Por supuesto que el príncipe se sorprendió por estos acontecimientos pero su corazón estaba oscurecido, muy oscuro. Y por el hecho de que no estaba convencido de la verdad del mensaje de San Mateo –que Cristo ama a los pecadores y que ha venido a salvarlos del Infierno- el cruel Fulvián ordenó que su cuerpo fuese colocado dentro de un ataúd de plomo y luego arrojado al mar.
Sin embargo poco después de que fuera realizado este acto de maldad el Santo Mártir se le apareció en un sueño al Obispo Platón dándole instrucciones muy precisas sobre cómo encontrar el ataúd de plomo. El buen obispo localizó prontamente los restos del santo… y cuando el príncipe vio que también había acontecido este milagro, finalmente se convenció de la verdad de Jesucristo. Luego de haberse convertido, Fulvián fue bautizado nada menos que por el Obispo Platón, quien en una pincelada de genialidad decidió premiarlo con el nombre cristiano de “Mateo.”
Desde ese día en adelante el príncipe penitente reformó completamente su vida. Llegó a ser un piadoso presbítero y vivió como un cristiano ejemplar –al punto que cuando el fiel Platón murió, el evangelista se le apareció en un sueño al príncipe diciendo que el siguiente Obispo de Etiopía sería quien alguna vez fuera el tirano e inmisericorde Fulvián. 
Sin embargo el milagro de la conversión del  príncipe no fue el único acontecimiento ocurrido en las tierras de Etiopía. En otra ocasión muy recordada, luego de que el Señor se le presentara a Mateo en la persona de un joven brillante quien le entregó un palo, el evangelista lo plantó a las puertas de su Iglesia. Para la sorpresa de todos el palo floreció rápidamente convirtiéndose en un gran árbol portador de frutos deliciosos… al tiempo que nacía de sus raíces un arroyo de agua pura. Cuando los feroces Etíopes (muchos de los cuales eran caníbales, según historiadores de esa época) comieron del fruto de ese árbol y bebieron esas aguas cantarinas no pasó mucho tiempo antes de que se volvieran pacíficos y se llenaran del espíritu 
del Señor.





Santo Cráneo del Apóstol Mateo, en el Patriarcado de Alejandría





San Mateo escribió su Evangelio –el primer libro del Nuevo Testamento- en Hebreo, en un dialecto conocido como “Arameo”, y luego fue traducido al Griego para luego ser diseminado por todo el mundo conocido. Este inapreciable documento fue escrito por Mateo en su Palestina nativa, en la región de Galilea, probablemente alrededor del año 40, según la mayoría de los estudiosos de ese período.
La vida de Mateo, el Santo Apóstol y Evangelista, ha servido a lo largo de los siglos como un vívido e irresistible ejemplo del amor de Cristo por los pecadores. 
En el mundo del Siglo Primero en Galilea, ningún ciudadano era más odiado que el “publicano” – el recolector de impuestos para los odiados Romanos, quienes gobernaban la antigua Palestina. A pesar de ello Jesús escogió ese recolector de impuestos para ser, no sólo uno de sus Doce Apóstoles, sino también el autor de uno de los más valiosos documentos en la historia de la Cristiandad. 
 
 




San Mateo



 
 
La vida de Mateo no fue fácil, pero él estaba abierto a la gracia de la conversión de Dios, por la que finalmente entregó todo aquello que poseía –incluida su vida- por Jesús.
La historia que tenemos sobre la conversión de Mateo y la fiesta que celebramos de él nos muestra la gran compasión que Jesús siente por todos nosotros. Él se acercó a los marginados sociales e incluso hizo apóstol a uno de ellos, de quien se reconoce históricamente como el autor del Evangelio que lleva su nombre.
Nosotros deberíamos de estar dispuestos a seguir los pasos de Nuestro Señor Jesús yendo en pos de los enfermos, los pecadores y todos aquellos que no son deseados –para que podamos llamarlos a formar parte del Cuerpo de Cristo.
 

Ver Evangelio según San Mateo (con br
eve interpretación por P. Trempelas)
 
 
 
 
 
 





 
Ἀπολυτίκιον. Ἦχος γ’. Θείας πίστεως.  (Κατέβασμα)

Θείας ἤκουσας, φωνῆς τοῦ Λόγου, καὶ τῆς πίστεως, τὸ φῶς ἐδέξω, καταλείψας τελωνείου τὸν σύνδεσμον ὅθεν Χριστοῦ τὴν ἀπόρρητον κένωσιν, εὐηγγελίσω Ματθαῖε Ἀπόστολε. Καὶ νῦν πρέσβευε, δοθήναι τοὶς σὲ γεραίρουσι, πταισμάτων ἱλασμὸν καὶ μέγα ἔλεος.

Himno de despedida. Tono 3º. De la fe divina.

Escuchaste la voz divina del Logos y aceptaste la luz de la fe, habiendo abandonado la asociación con el cobro de impuestos; por eso trajiste la buena noticia del indecible vaciamiento de Cristo, Oh apóstol Mateo. Ahora intercede para que los que te honran puedan recibir el apaciguamiento de sus faltas y la gran misericordia.


Otro himno de despedida tono 3º

Oh Santo Apóstol y Evangelista Mateo, intercede ante el Dios misericordioso para que conceda a nuestras almas el perdón por nuestras ofensas.
 
 
Κοντάκιον Ἦχος δ’. Ὁ ὑψωθεὶς.
 
Τοῦ τελωνείου τὸν ζυγὸν ἀποῤῥίψας, δικαιοσύνης τῷ ζυγῷ προσηρμόσθης, καὶ ἀνεδείχθης ἔμπορος πανάριστος, πλοῦτον κομισάμενος, τὴν ἐξ ὕψους σοφίαν· ὅθεν ἀνεκήρυξας, ἀληθείας τὸν λόγον, καὶ τῶν ῥᾳθύμων ἤγειρας ψυχάς, καθυπογράψας, τὴν ὥραν τῆς κρίσεως.
 

Condaquio tono 4º. El elevado.

Cuando dejaste atrás la vida de Publicano y optaste por el yugo de lo recto y justo, probaste ser un gran comerciante, uno que ha reunido las riquezas de la sabiduría Celestial; por esa causa, fuiste heraldo de la palabra de la verdad, Oh 
Mateo, y elevaste las almas de los hombres perezosos mostrándoles los horrores del día del juicio final.
 
 

Megalinario

Cuando el Maestro te llamó a abandonar todas las cosas, oh bendito Mateo, no te demoraste en obedecerle; y registraste las noticias de salvación para publicanos y pecadores, y todos los que confían en Él.






Fuente: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury * saint.gr *synaxarion.gr

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