sábado, 14 de octubre de 2023

Santa Paraskeve la Nueva

Su inmensa devoción a los pobres fue un precioso regalo de ella para con el Dios amoroso. Y su disponibilidad de entregar todo aquello que poseía –literalmente- fue un signo seguro de la infinita misericordia de Jesucristo, el Hijo de Dios.

Comprometida apasionadamente a vivir el Santo Evangelio, esta santa de Tierra Santa que hoy conocemos como Paraskeve la Nueva nació en el Siglo Décimo Primero en la villa de Ipivato, ubicada entre Silistra y Constantinopla.
Aunque vivió solamente 33 años (entre el 1150 y el 1180, de acuerdo a los historiadores de la Iglesia) dejaría tras de sí un legado que aún mueve a los fieles cristianos a emular su compasión por todos aquellos que viven en extrema pobreza. 
Hija de padres que pertenecían a la aristocracia local, Santa Paraskeve pudo haber llevado una vida cómoda y rodeada de lujos. Pero su familia era Cristiana –y desde su niñez recibió una cuidadosa educación en las Sagradas Escrituras y las oraciones rituales y prácticas de la Santa Iglesia.
Ella escuchó cuidadosamente todas esas enseñanzas y las aprendió completamente. 
 
 



Icono Rumano Ortodoxo de
Santa Paraskeve o Paraskeva





A la edad de diez años, mientras atendía a los servicios en una Iglesia dedicada a la Bienaventurada Theotokos, Santa Paraskeve sintió repentinamente un llamado que sólo podría venir del mismo Dios Todopoderoso. Sucedió cuando estaba escuchando una lectura del Evangelio según San Mateo –una lectura que encendería su alma en llamas: 
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.”  (Mateo 16, 24)
En ese instante Santa Paraskeve hizo el voto solemne de vivir a plenitud lo que el Santo Redentor indicaba para obtener la salvación. Sin importarle el costo, ella se negaría a sí misma y entregaría todo lo que poseía a aquellos que más lo necesitaban.
Comenzó inmediatamente. Camino a su casa vio parada en el camino a una mujer pobre mendigando. En una maniobra inteligente Santa Paraskeve se las arregló para separarse de su madre y luego intercambiar sus vestidos con la sorprendida mendiga. Prontamente la mendiga se encontraba vistiendo un lujoso vestido… mientras la devota de 10 años se dirigía a su casa vestida con miserables andrajos.
Los padres de la niña, comprensiblemente asustados por su cambio tan radical, le advirtieron a no comprometerse nuevamente en algo así. Cuando ella se negó a obedecerlos, fue castigada muy severamente. Sin embargo la valerosa Paraskeve continuó con su tarea de entregar sus lujosas ropas, en cada oportunidad que tuviera, a pesar de los constantes castigos que recibía. Su corazón estaba puesto en la imitación de Cristo y ella no se conformaría con nada menos.
Incapaz de alcanzar un entendimiento con sus padres se decidió por una atrevida estrategia… por la que dejaría atrás la seguridad y la comodidad de su mundo con la finalidad de viajar como una peregrina ordinaria hacia el centro del mundo Bizantino: la poderosa Constantinopla.
Por algunos meses rezó en los famosos santuarios de la ciudad y adquirió sabiduría de hombres santos. Pero muy pronto creció su inquietud y siguió peregrinando – primero a Calcedonia y posteriormente a Heraclian de Pontus. En esta última ciudad, Santa Paraskeve realizaba su labor de culto al interior de otra Iglesia dedicada a la Bienaventurada Theotokos. Mientras rezaba, lloraba sin vergüenza alguna al tiempo que besaba las piedras del suelo. Una y otra vez le rogó a la Virgen Madre que la dirija hacia la iluminación y la salvación. Por cinco largos años permanecería en esa iglesia, consagrada a la Virgen, al tiempo que ayunaba, rezaba, dormía muy poco y se mortificaba sin cansarse. 
 




Icono Rumano Ortodoxo de Santa Paraskeva,
junto con la Madre de Dios, Jesucristo,
y otros Santos Rumanos





Cuando finalizó su peregrinación en ese lugar, siguiendo las exhortaciones de su espíritu, se dirigió hacia Jerusalén. Caminando por los desiertos que rodean al Río Jordán, entró en un convento en donde continuó su compromiso en la abnegación y la búsqueda de una elevación espiritual. Solamente bebía agua y dormía sobre una estera de paja. Rezaba y cantaba himnos. Luego, habiendo viajado brevemente a Joppa en Palestina, obedeció nuevamente las exhortaciones de un ángel que la visitó y partió en un largo y difícil viaje de vuelta a su hogar. Sin embargo ahí tampoco se pudo quedar tranquila y, una vez más, caminó incansablemente desde Constantinopla hacia Kallistrata y su famosa Iglesia de los Santos Apóstoles.
Finalmente, totalmente desgastada por sus viajes incesantes y su vida abnegada, entregó su alma al cuidado del Todopoderoso. Murió a la edad de 33 años –la edad de Cristo al momento de ser crucificado- y sus reliquias santas fueron enterradas lejos de la vista de los vivientes. Sin embargo su viaje por este mundo atribulado aún no había terminado.
Según una poderosa y misteriosa leyenda muy difundida después de su muerte, un marinero que había llevado una vida bastante perversa fue enterrado muy cerca de su tumba. Infeliz con este arreglo, la enojada santa se le apareció en un sueño a un santo asceta que vivía en las cercanías. Imagínense la sorpresa del asceta cuando la figura en sus sueños exclamó:
  “Remueve ese cadáver fétido y colócalo fuera de mi vista, pues yo soy como el sol y la luz y no tolero el hedor del infierno. Por lo tanto toma esa carne podrida y colócala en otro lugar, muy lejos de mí, pues siendo como el sol y la luz, no puedo soportar tener cerca de mí la oscuridad y la podredumbre.”
Temblando y comprensiblemente alarmado, el asceta dudó al principio… pero rápidamente cumplió lo que se pedía luego de que su sueño se vio interrumpido hasta por tres veces por la indignada santa.
De acuerdo a una leyenda posterior, este hombre santo guió a un grupo de devotos cristianos hacia la tumba de la santa… y ellos se sorprendieron cuando al cavar para retirar sus reliquias percibieron una maravillosa fragancia emanando de sus restos perfectamente conservados. Por muchos años y posteriormente a ese momento, una y otra vez, sus santas reliquias continuaron sanando a los enfermos, a los tullidos y a los paralíticos. Llena de reverencia y respeto, la comunidad cristiana de la localidad enterró nuevamente las reliquias en un nueva Iglesia y cuyo nombre es el mismo de su amada santa.





Veneradas Reliquias de Santa Paraskeve la Nueva,
en la Catedral de Iasi, Rumanía.



 
La vida de Santa Paraskeve la Nueva continúa inspirando a generaciones de Cristianos alrededor del mundo, especialmente en Europa, donde muchos de los fieles aún la recuerdan en sus oraciones y la honran en los nombres de sus iglesias. Su extraordinaria travesía por este mundo puede ser vista como un extraordinario ejemplo de lo que significa seguir literalmente el Evangelio – escuchando el mensaje de Mateo y entregando todas sus posesiones terrenales para poder llevar mejor la cruz del Hijo del Hombre.
A través de la gracia que le fue concedida por Dios, Santa Paraskeve ganó una poderosa victoria sobre la fragilidad humana y probó que el espíritu puede triunfar sobre la carne –para poder cantar por siempre las alabanzas del Hijo de Dios.
La profunda veneración que se le profesa por parte de la Iglesia Ortodoxa Rumana, queda manifiesta en las primeras líneas del Himno "Akáthisto" compuesto en su honor:


A la Piadosísima madre nuestra, la muy misericordiosa Parascheva, humildes ofrendas presentamos nosotros, pecadores, por su intercesión. Porque de grandes regalos no somos merecedores de recibir, del manantial aquel del que siempre brotan las bondades de Nuestro Salvador, y le cantamos: Alégrate, Parascheva, grande intercesora!
Alégrate, sabia doncella;
Alégrate, paloma que nos habla;
Alégrate, alma angelical en virginal cuerpo;
Alégrate, digna mediadora del Señor;
Alégrate, bienhechora de la humanidad;
Alégrate, alivio de los sufrimientos;
Alégrate, fuerte esperanza nuestra;
Alégrate, fortaleza de los creyentes;
Alégrate, refugio apacible e invulnerable;
Alégrate, ejemplo bueno de piedad;
Alégrate, luz de aquellos desvalidos;
Alégrate, ayuda de aquellos sin esperanza;
Alégrate, Parascheva, grande intercesora!



Apolitiquio tono 4º

Oh gloriosa Paraskeve, amaste una vida silenciosa y solitaria, y seguiste fervientemente a Cristo tu novio. Y habiendo tomado su yugo ligero en tú juventud, y habiéndote armado valientemente con el signo de la Cruz contra tus enemigos espirituales, extinguiste los carbones de las pasiones con tus lágrimas y con tus labores ascéticas, el ayuno y la oración. Y ahora que te encuentras en la cámara de la novia junto con las vírgenes prudentes en la presencia de Cristo, ruega por nosotros quienes honramos tu memoria honorable.

Condaquio tono plagal del 2º

Permítenos honrarte piadosamente, honorable Paraskeve, santa intercesora de aquellos que se encuentran afligidos. Pues ella entregó su vida terrenal y recibió la vida incorruptible que dura por siempre. Por eso ella ha obtenido la gloria y por la obediencia a Dios ha hecho fructífera la gracia maravillosa.





Fuentes consultadas: Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury. Saint.gr, Doxologia.ro, orthodoxwiki.org