miércoles, 23 de octubre de 2024

El Apóstol Santiago, el Hermano del Señor (+62)

Versos:
"El hermano fue arrojado al garrote de la condena, con esto, el bendito murió al ser golpeado con un garrote".
El día veintitrés, el buen hermano de Dios fue golpeado con un garrote.

Cuando murió como defensor de Jesucristo –bajo los golpes de un enorme mazo de madera que hizo que sus sesos se desparramasen por el pavimento de Jerusalén- estaba muriendo, verdaderamente, por su fe en la promesa hecha por el Señor de la salvación para todos.
Además también moría por el amor que sentía por su hermano terrenal, un hombre llamado Jesús.
Como hijo del justo José (pero a través de un matrimonio que precedió a los esponsales de José con la Bienaventurada Theotokos), el Santo Apóstol Santiago de hecho estaba emparentado con el mismo Mesías, en quien nunca dejó de creer. Sus vínculos fueron temporales y eternos, ya que había sido forjado entre dos hermanos muy humanos que caminaron juntos frecuentemente por las pedregosas calles de Palestina… pero también entre el Dios de Infinita Misericordia y uno de sus más fieles seguidores humanos, el hombre que ellos llamaron “El Santo Apóstol Santiago, el Hermano del Señor.”
La historia de cómo el hijo de José, vivió y murió por el Santo Redentor comienza, según la mayoría de historiadores de ese período, con un pleito poco feliz. La desavenencia ocurrió cuando el santo José se encontraba cercano a su muerte y preparándose para dividir sus bienes entre sus hijos. Comprensiblemente, el bondadoso padre quería dejar una porción para el joven Jesús, el hijo de su Prometida, la Bienaventurada Virgen.
Solo podemos imaginar el dolor que pudo haber sentido cuando los otros hermanos del Salvador se opusieron rotundamente a la idea de incluir a Jesús en el testamento de su padre.
 
 
 
 


"Ό ΆΓΙΟΣ ΙΆΚΟΒΟΣ Ό ΑΔΕΛΦΌΘΕΟΣ",
[Ó Áyios Iákobos O Adelfózeos]
SAN JACOBO (SANTIAGO), EL HERMANO DEL SEÑOR




 
Para sus intereses, a estas ánimas poco caritativas, el hijo de la Theotokos no era su hermano –y por lo tanto no merecía una porción de la heredad de su padre.
Parecía que el conflicto era imposible de resolver… hasta que Santiago, quien siempre había sentido un gran amor por su medio hermano, alzó repentinamente la voz y declaró que el último hijo de José recibiría, a la muerte de su padre, la mitad de su propia parte. 
Con toda seguridad fue un momento intenso –y simboliza maravillosamente la amorosa y confiada relación que habría de sostener a estos dos hermanos durante el resto de sus días en la tierra. Mencionado a lo largo de su vida como “el hermano del Señor” (debido a su decisión espontánea de compartir con El su parte correspondiente de la herencia de su padre), el Santo Apóstol Santiago, vendría a ser posteriormente uno de los Setenta discípulos, que gastaría su vida entera al servicio del Evangelio al que Jesús había sido enviado para salvar a los hombres.
Aparentemente Santiago, desde el principio había sido un hombre Temeroso de Dios con el don innato de una profunda espiritualidad. En su juventud se había comprometido a ser un Nazarita (o Nazareno) –y por lo tanto profundamente comprometido con ese grupo religioso en Palestina que adoraba a Dios insistiendo en la virginidad y la abstinencia de vino y carnes, así como en el no cortarse el cabello. 
 
 
 



Santo Apóstol Santiago, el Hermano (hermanastro) del Señor





Santiago fue un enérgico Nazareno –pero al mismo tiempo fue leal y un muy afectuoso compañero del Señor. Esto significaría que en muchas ocasiones acompañó a su Hermano en sus viajes. Pronto, el futuro mártir, se vio sorprendido por Sus enseñanzas y por la amorosa compasión que acompañaban los milagros en los cuales Jesús sanaba a los enfermos. ¿Cómo no haberse convertido Santiago para siempre al Evangelio de Jesucristo luego de haber sido testigo de todo eso?
Y así lo hizo. En el intento de vivir a plenitud el Evangelio de toda manera posible, el Hermano de Jesús practicó una severa austeridad en su propia vida diaria. Evitando todo tipo de grasas, vivió a punta de pan seco y agua. Además practicó la abstinencia sexual con una dedicación notable, manteniéndose casto hasta el final de sus días. Manteniéndose despierto hasta altas horas de la noche rezaba incesantemente y se sintió sobrepasado de gozo cuando los Doce Apóstoles lo incluyeron entre los Setenta discípulos enviados a predicar la Buena Nueva a lo largo del mundo de la antigüedad. 
 
 










Debido a que el Apóstol Santiago había gozado de una relación tan cercana con el Salvador muy pocos se sorprendieron posteriormente (por parte del Apóstol Pablo en su Primera Carta a los Corintios 15, 7) de que Jesús se le haya aparecido especialmente a él luego de Su gloriosa Resurrección. También parece completamente apropiado que éste valiente mártir haya sido instalado como el primer Obispo de Jerusalén (alrededor del año 34), posición en la cual se mantendría por 30 años de humilde e ilimitado servicio a la Iglesia primitiva.
Entre las inapreciables contribuciones del Santo Apóstol Santiago nada llega a superar su composición de la Epístola general, en la cual se describe a sí mismo como Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo (Santiago 1, 1). La Epístola general, una parte importante del Estudio Bíblico Ortodoxo, es un testimonio elocuente del poder salvador del Santo Evangelio y de la gloria del Dios Todopoderoso. El poder del Dios Amoroso puede ser visto en ese pasaje inolvidable en el que el Apóstol Santiago lo describe como la luz perfecta y sin sombra: toda dádiva buena y todo don perfecto viene de lo alto, desciende del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de rotación. (Santiago 1, 17).
 




Martirio del Santo Apóstol Santiago en Jerusalén 






Además de la Epístola General, este maravilloso escritor compuso la Liturgia Divina – un tejido de rituales y oraciones que les permitió a los primeros Cristianos comunicarse con su amado Dios. En este documento inspirado Santiago llenó páginas de páginas con sentidas oraciones… hasta el punto que dos Padres de la Iglesia posteriores a él, San Basilio y San Juan Crisóstomo, se sintieron impulsados a reducirlas a unas versiones más cortas y por lo tanto mejor manejables, al tiempo que mantenían intacto su original espíritu inflamado.
En una edad en la que se encontraba lleno de una profunda pasión espiritual, Santiago ardió para Cristo con una luz radiante tan poderosa que atrajo a muchos paganos hacía su bando. Muchos judíos y griegos se convirtieron instantáneamente al escuchar su valiente predicación y su fama como campeón del Nuevo Evangelio muy pronto de propagó por el todo el Medio Oriente. Los judíos se sintieron tan tocados por el poder evangelizador del Santo Apóstol que muy pronto lo empezaron a llamar “Obliah”, o “Santiago el Justo”, así como “Rodillas de Camello” – referido al hecho de que luego de haber pasado miles de horas arrodillado en oración, sus rodillas mostraban unas gruesas callosidades con la textura del cuero.
 
 
 






 
 
Santiago fue un fenómeno espiritual, un milagro para Cristo. Su éxito como predicador del Evangelio y curando a los enfermos sería lo que le llevaría a la muerte, debido a los celos rabiosos de un grupo de sacerdotes que pertenecían a la antigua, e incesantemente, fe reemplazada.
La historia de su martirio, el cual ocurrió en el tiempo del Emperador Nerón, es una historia de traición a sangre fría. Observando la efectividad de Santiago atrayendo multitud de nuevos creyentes día a día en el templo, los sacerdotes de la poderosa sinagoga de Jerusalén muy pronto empezaron a urdir un complot para destruirlo por proclamar al mundo la Buena Nueva de la Cristiandad.
Su oportunidad llegó en la Fiesta de la Pascua, en la que los creyentes se reunían anualmente para rezar y ofrecer sacrificios rituales. Dirigidos por el Sumo Sacerdote Ananías, los intrigantes le ordenaron al gran evangelizador subirse al techo del templo para que de ese modo pudiera dirigirse mejor a la multitud de fieles reunidos. Ellos insistieron en que debía de usar esta oportunidad para calumniar al hombre llamado Jesús e informar a la multitud que sus demandas de ser el Hijo de Dios habían sido planteadas sin tener fundamento alguno.
 
 
 



Martirio del Apóstol Santiago. Menologio Basilio II.



 
 
Dirigidos por el astuto Sumo Sacerdote, los mentirosos hicieron su mejor esfuerzo para convencer al Hermano del Señor para que lo traicionase desde el tejado.
Según muchos relatos del suceso, ellos se acercaron y le murmuraron al oído: “Oh venerable. Te rogamos que le hables a la gente… Aléjalos de Jesús, pues ellos han sido engañados y dicen que Él es el Hijo de Dios. Instrúyelos en la verdad, para que ellos no permanezcan en el error.
“Nosotros te reverenciamos y te escuchamos, tal como lo hace toda la gente. Estamos dispuestos a testificar lo que digas, que lo que tú dices no es nada más que la verdad y no fruto de falsos respetos a las personas. Exhorta a la gente para que no sea engañada por Jesús, quien fue crucificado. Te pedimos que desde lo más alto del templo, donde todos te pueden ver y escuchar, hables a la cantidad de gente que se ha reunido aquí, tanto Israelitas como gentiles.” 
El Hermano del Señor escuchó atenta y cuidadosamente esas instrucciones. Pero en vez de obedecerlas proclamó -fuerte y alto- la verdad sobre el Hijo de Dios y su Gloria eterna a la Mano Derecha del Padre. 
“¿Por qué me cuestionan acerca del Hijo de Dios…”, preguntó en voz muy fuerte, de modo que todos lo pudieran escuchar, “…quien sufrió voluntariamente, fue crucificado, enterrado y resucitado de la tumba al tercer día? Él ahora está sentado en los cielos a la diestra de Altísimo desde donde vendrá nuevamente, de entre las nubes de los cielos, para juzgar a los vivos y a los muertos.” 
 






 
 
 
Los que lo escuchaban se conmovieron profundamente –en muchos casos al punto de que se convirtieron- pero los conspiradores de los sacerdotes, acompañados por los Escribas y Fariseos que odiaban a Jesús, habían escuchado suficiente. Enojados por las declaraciones triunfantes del Santo Apóstol lo arrojaron del tejado hacia el pavimento, fracturándole los huesos e hiriéndole mortalmente durante este proceso. 
Mientras agonizaba en el suelo, otro de los conspiradores se adelantó hacia el Santo Apóstol con un gigantesco mazo de madera destrozándole el cráneo y dejando sus sesos dispersos por las piedras del pavimento.
Santiago se ganó la corona del martirio a la edad de 66 años. Aún a pesar de la brutalidad de su asesinato murió rezando por aquellos que lo habían asesinado: “Señor, no les tengas en cuenta estos pecados, pues ellos no saben lo que hacen.
Fiel e inquebrantable en su devoción a Jesucristo, el Santo Apóstol Santiago murió como había vivido –en una completa perfección de vida dedicada a cumplir la Santa Voluntad de Dios. Su historia continuará inspirando a generaciones de creyentes para que encuentren la voluntad y el coraje de testimoniar el Evangelio a causa del amoroso Salvador a quien proclamamos. 
 
 
 

La Liturgia de Santiago: el caballo de Troya de la "renovación litúrgica" 
 
 Por el p. Vasilios Spiliopoulos

En los últimos años, cada vez más sacerdotes celebran la llamada Liturgia Divina de Santiago el Hermano de Dios. La celebración de esta liturgia y su repentina aparición en la vida de nuestra Iglesia, por un lado, muestra el espíritu secular que impregna a muchos clérigos, y por otro lado, sirve al plan de los "reformistas" de nuestra vida litúrgica, los auto-denominados salvadores de la Iglesia. El plan es simple: esta Liturgia ha sido "bautizada" por los reformistas como "arcaica". Sin embargo, cuando se realiza, se realiza de una manera imaginada por los reformistas, de modo que las personas fieles se entusiasman con la originalidad y los efectos, y concluyen, erróneamente, que esta es la forma arcaica y tradicional en que se supone que debe ser realizada. 
Esto lleva a la gente a pedir a sus sacerdotes que oficien de la misma manera cuando realizan las Divinas Liturgias de los Santos Juan Crisóstomo y Basilio el Grande. ¿Pero es esto realmente así? ¿Puede cualquier sacerdote realizar la Liturgia que quiera y como quiera?  Seguir leyendo (inglés)
 

San Jacobo (Santiago), Hermano del Señor  [Panfleto Misionero  publicado por la Iglesia Ortodoxa Rusa de la Santa Protección de Los Angeles, California. Editor: Obispo Alejandro (Mileant)]
 
 
 
 

 


 
Ἀπολυτίκιον  (Κατέβασμα) Ἦχος δ’.
 
Ὡς τοῦ Κυρίου Μαθητής, ἀνεδέξω δίκαιε τὸ Εὐαγγέλιον ὡς Μάρτυς ἔχεις τὸ ἀπαράτρεπτον τὴν παρρησίαν ὡς Ἀδελφόθεος τὸ πρεσβεύειν ὡς Ἱεράρχης. Ἱκέτευε Χριστὸν τὸν Θεόν, σωθήναι τᾶς ψυχᾶς ἠμῶν.
 
Himno despedida tono 4º

Como discípulo del Señor, Oh justo, recibiste el Evangelio. Como Mártir nunca diste un paso atrás. Como Hermano de Dios fuiste valiente. Como hierarca tienes el poder para interceder. Intercede ante Cristo Dios para que Él salve nuestras almas.
 
 
 
Himno despedidatono 2º

Como discípulo del Señor, oh justo, recibiste el Evangelio, como Mártir, tienes coraje inquebrantable, como hermano del Señor, tienes franqueza, como Jerarca, intercesión. Intercede ante Cristo nuestro Dios, para que nuestras almas sean salvas.
 
 


Κοντάκιον Ἦχος δ’. Ὁ ὑψωθεὶς.
 
Ὁ τοῦ Πατρὸς μονογενὴς Θεὸς Λόγος, ἐπιδημήσας πρὸς ἡμᾶς ἐπ' ἐσχάτων, τῶv ἡμερῶν Ἰάκωβε θεσπέσιε, πρῶτον σε ἀνέδειξε τῶν Ἱεροσολύμων, Ποιμένα καὶ Διδάσκαλον, καὶ πιστὸν οἰκονόμον, τῶν μυστηρίων τῶv πνευματικῶν, ὄθεv σε πάντες τιμῶμεν Ἀπόστολε.
 
Condaquio tono 4º

La Palabra de Dios, el único que procede del Padre, descendió y habitó en medio de nosotros en estos últimos tiempos. Él te nombró para ser el primer Pastor-obispo de la santa Jerusalén, y Te hizo maestro y fiel servidor de los elevados misterios espirituales. Por esta razón, cuando nos encontremos oh maravilloso Santiago, te honramos y te veneramos.
 
 
 
Megalinario

Dignísimo y santísimo Jacobo, tanto de nombre y de hecho te conocieron como hermano del Señor Dios; y como jerarca de Sión y gran pastor divino, entregaste tu vida por tu rebaño, oh bendito.







Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury. *fatheralexander.org  *johnsanidopoulos.com  *saint.gr *synaxarion.gr

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