lunes, 15 de julio de 2024

Santos Ciriaco y Julieta ( +304)

Versos:
"Julieta tuvo como compañero atleta a su hijo Ciriaco, a ella le cortaron el cuello y a él le rompieron la cabeza".
El decimoquinto fue decapitada Julieta, su hijo fue quebrantado.

Santa Julieta (del gr. "Ιουλίττα", [Iulítta])  vivió durante la época del emperador Diocleciano (284- 305 d.C.). Procedía de Iconio en Asia Menor. Tras la muerte de su esposo a una edad  temprana, ella se dedicó a criar a su hijo pequeño, a quien bautizó con el nombre de Ciriaco (del gr. "Κήρυκος",[Kírikos]). Ella le enseñó hasta la edad de tres años, con gran cuidado y diligencia, pero particularmente por su ejemplo de fe y amor a nuestro Señor Jesucristo, que expresó en oración, una vida santa y virtuosa, participando de los Santos Misterios, y la confesión de su santo nombre.
 
 
 





 
 
 
 
Pero debido a que las persecuciones contra los cristianos del lugar se multiplicaron, buscó refugio en Seleucia de Cilicia. Y allí encontró la misma situación, por lo que se dirigió a Tarso de Cilicia. 
En Tarso, la situación no era muy distinta. Fueron arrestados por el salvaje e inhumano gobernante Alejandro, quien sometió a Julieta a terribles torturas frente a su hijo. Luego trató de poner de su parte al pequeño. 
Pero este, divinamente iluminado comenzó a invocar el Nombre de Cristo con voz tartamudeante, voceando: 
 
 
 





 
 
 
"¡Soy un cristiano! ... ¡Déjame ir con mi madre!". Para escapar del tirano, comenzó a golpearlo y le dio una fuerte patada en el estómago, diciendo clara y persistentemente: "¡Amo a Cristo!"
Éste, lleno de ira, lo arrojó por los escalones del tribunal, recibiendo el bendito infante un golpe mortal en la cabeza. De esta manera, el pequeño Ciriaco recibió la corona del martirio.
Habiendo visto esto, la madre tres veces bendita del Niño Mártir, venciendo a la naturaleza con su fe en Cristo y dando gracias a Dios, le dijo al tirano: "Así como has aplastastado la cabeza de mi hijo, también tú falsa religión seréis aplastados, despiadado y salvaje gobernante”. 
 
 





 
 
 
Después de experimentar temibles torturas, pero sin negar a nuestro más dulce Jesús, Santa Julita, la madre y mártir, fue decapitada en el año 304, recibiendo la corona del martirio, para poder regocijarse con su cordero de tres años, y ser glorificada junto con él en el Cielo por los Ángeles y en la tierra por los hombres.
Su Sinaxis o Solemne Conmemoración y Fiesta principal se celebran en la iglesia del Arcángel Miguel, en el lugar llamado Addo.
 
 





 
 
 
La vida, la confesión y el martirio de los Santos Julieta y Ciriaco son verdaderamente un poderoso reproche para los cristianos de nuestra época y un recordatorio constante de nuestro deber y responsabilidad de imitarlos, ya que nuestra Fe se basa en la sangre de personas tan ejemplares, que sacrificaron no solo sus propias vidas, sino también las de sus seres más queridos, por el amor a nuestro Salvador.
 
 






 
 
Que nuestro Señor Jesús Cristo conceda a los Cristianos Ortodoxos la gracia de confesar su Santo Nombre y de poner en práctica Sus mandamientos salvadores para su salvación eterna. ¡Amén!

Las reliquias de los Santos Julieta y Ciriaco fueron descubiertas durante el reinado de Constantino el Grande (21 de mayo). Se construyó un monasterio cerca de Constantinopla en honor a estos Santos Mártires, y también se construyó una iglesia cerca de Jerusalén.
 
 







 
 
Las reliquias de los Santos Julieta y Ciriaco, incluso hoy, obran milagros. Parte de las reliquias de estos santos se encuentra en Ochrid, en la capilla del hospital de la Santísima Theotokos.
En el siglo VI los “Hechos de Ciriaco y Julieta” fueron rechazados. Formaban parte de  una lista de documentos apócrifos por el pseudo-Gelasio, llamado como tal ya que la lista fue atribuida erróneamente al Papa San Gelasio I. ***








 

 

Santos Ciríaco y Julita, Mártires (¿304? p.c.)

De "Las Vidas de los Santos de A. Butler". * 

Cuando los edictos de Diocleciano contra los cristianos se aplicaban con la máxima severidad en Licaonia, una viuda llamada Julita, que vivía en Iconio, juzgó prudente retirarse de un distrito donde ocupaba una posición prominente y buscar un refugio seguro bajo un régimen más clemente. En consecuencia, tomó consigo a su hijo Ciríaco o Quiricio,** de tres años de edad, a dos de sus servidoras y escapó hacia Seleucia. Allí quedó consternada al descubrir que la persecución era todavía más cruel, bajo la dirección de Alejandro, el gobernador y, por lo tanto, continuó su huida hasta Tarso. 

 

 

 

El martirio de Santa Julieta (pintura anónima de la 2ª mitad del s. XVII ubicada en la iglesia de Saint-Cyr-et-Sainte-Julitte en Villejuif). Su hijo Saint Cyr también está representado en la pintura.

 

 

 

Su arribo a la ciudad fue inoportuno, puesto que coincidió con el de Alejandro; algunos de los miembros de la comitiva del gobernador reconocieron al pequeño grupo de peregrinos. Casi inmediatamente, Julita fue detenida y encerrada en la prisión. Al comparecer ante los jueces del tribunal que iba a juzgarla, llevaba a su hijo de la mano y denotaba una absoluta serenidad. Julita era una dama de noble linaje con muy vastas y ricas posesiones en Iconio, pero en respuesta a las preguntas sobre su nombre, posición social y lugar de nacimiento, solo afirmó que era cristiana. En consecuencia, el proceso no tuvo lugar y se la condenó a recibir el castigo de los azotes atada a las estacas. Antes de que se cumpliera con la sentencia, le fue arrebatado su hijo Ciríaco, a pesar de sus lágrimas y sus protestas. 

 

 

 

Santos Ciriaco y Julieta de Iconio de Asia Menor

 

 

En la cuenta sobre estos santos se dice que Ciríaco era un niño muy hermoso y que el gobernador lo tomó en sus brazos y lo sentó sobre sus rodillas, en un vano intento para que dejase de llorar. La criatura no quería más que volver al lado de su madre y extendía sus brazos hacia ella mientras la azotaban y, cuando Julita gritó, en medio de la tortura: "¡Soy cristiana!", el niño repuso como un eco: "¡Yo soy crisitano también!".

En un momento dado, a impulsos de la ansiedad por librarse de las manos que le retenían y correr hacia su madre, el chiquillo comenzó a debatirse y, como Alejandro se esforzaba por contenerle, le propinó algunas patadas y le rasguñó la cara. La actitud del niño, completamente natural en aquellas circunstancias, encendió la cólera del gobernador. Se levantó hecho una furia, alzó a la criatura por una pierna y lo arrojó con fuerza sobre los escalones, al pie de su tribuna; el cráneo se le fracturó y quedó muerto al instante. 

 

 

 


 

 

Julita lo había presenciado todo desde las estacas donde estaba atada, pero en vez de manifestar su dolor, levantó la voz para dar gracias a Dios por haber concedido a su hijo la corona del martirio. Su actitud no hizo más que aumentar el furor de Alejandro. Este mandó que desgarrasen los costados de la infortunada mujer con los garfios, que fuese decapitada y que su cuerpo, junto con el de su hijo, fuera arrojado a los basureros en las afueras de la ciudad, con los restos de los malhechores. Sin embargo, después de la ejecución, el cadaver de Julita y el de Ciríaco fueron rescatados por las dos criadas que habían traído desde Iconio, quienes los sepultaron sigilosamente en un campo vecino.

Cuando Constantino restableció la paz para la Iglesia, una de aquellas servidoras reveló el lugar donde se hallaban enterrados los restos de los mártires, y los fieles acudieron en tropel a venerarlos.



 



 
 
Se dice que las supuestas reliquias de San Ciríaco se trasladaron de Antioquía durante el siglo cuarto, por iniciativa de San Amador, obispo de Auxerre. Esto extendió el culto por este niño santo en Francia con el nombre de San Cyr, pero en realidad no hay ninguna prueba concreta para relacionar a los santos históricos Julita y Ciríaco, si aceptamos su existencia, con la ciudad de Antioquía.  
 

NOTAS:

* Alban Butler (Northamptonshire, Inglaterra, 1709 - Saint-Omer, Francia, 1773), dedicó más de treinta años a escribir esta exhaustiva obra dedicada a las vidas de los santos. Aquí respetamos y valoramos dicho esfuerzo, no sería así si no mostrásemos en ocasiones fragmentos de su obra. Sin embargo nos cuidamos de sus opiniones y de ciertos datos por él expuestos, ya que, al contrario de como asevera la wikipedia -la enciclopedia libre-, lo de "católico" es un término muy ambigüo. No se puede meter todo en el mismo saco, porque tal acto es producto de falta de discernicimento entre lo que es cierto y lo que no. La Ortodoxia es la Verdad.

NOTAS de A. Butler:

** El nombre aparece escrito de muy diversas maneras: Cirico, Ciricio, Ciríaco. En el Martirologio Romano se halla registrado ahora como Quirico. En francés se cambia por Cyr o Cirgues.

*** Las muy diversas formas en que se ha conservado la leyenda hasta nuestros días, son un testimonio de su popularidad. En las tres divisiones de la Bibliotheca Hagiographica que publicaron los modernos bolandistas, se encontrarán coleccionados los diversos textos.

En la Graeca se mencionan cinco de esos documentos (n.n. 314-318), en la Latina figuran ocho (n.n. 1801-1808) y en la Orientalis dos (n.n. 193-194). Más de uno de esos textos se imprimió en el Acta Sanctorum, junio, vol. iv. Sobre toda la cuestión conviene consultar a Delehaye en Origines du cuite des Martyrs, pp. 167-168 y su CMH., pp. 321 y 254.

Ver también el Sitzungsberichte de la Academia Prusiana, escrito por Dillmann en 1887, vol. i, pp. 339-352; el Zeitschrift /. Kirchengeschichte, 1910, pp. 1-47, de H. Stocks; Rom. Mosaiken und Malerein (1924), vol. n, parte II, pp. 685-694 y vol. IV, pp. 179-181, de Wilpert.

 

 

 



 
Ἀπολυτίκιον Ἦχος δ’. Ὁ ὑψωθεῖς ἐν τῷ Σταυρῷ.
 
Ἡ καλλιμάρτυς τοῦ Χρίστου Ἰουλίττα, σὺν τριετεῖ ἀμνῶ αὐτῆς τῷ Κηρύκῳ, δικαστοὺ πρὸ βήματος παρέστησαν φαιδρῶς, εὔτολμοι κηρύττοντες. τὴν χριστώνυμον κλῆσιν, ἄμφω μὴ πτοούμενοι, ἀπειλᾶς τῶν τυρράνων καὶ στεφηφόροι νῦν ἐν οὐρανοίς, ἀγαλλιώνται. Χριστῷ παριστάμενοι.

 

Apoitiquio tono 4º. Elelevado en la Cruz.

La valiente mártir de Cristo Julieta, con su cordero de tres años Ciriaco, estuvieron en el tribunal y con autoridad y gran audacia proclamaron la verdadera fe de los cristianos. De ninguna manera temían las amenazas de los tiranos; y ahora en el cielo, vistiendo preciosas coronas, ambos se regocijan al presentarse ante Cristo nuestro Dios.
 
 
 
 
Κοντάκιον. Ἦχος δ’. Ἐπεφάνης σήμερον.

Ἐν ἀγκάλαις φέρουσα ἡ Χριστομάρτυς, Ἰουλίττα Κήρυκον, ἐν τῷ σταδίῳ ἀνδρικῶς, ἀγαλλομένη ἐκραύγαζε· Χριστός ὑπάρχει Μαρτύρων τό καύχημα.
 

Condaquio tono 4º. Has aparecido hoy.

Como Mártir de Cristo, Dios, la casta Julieta, en sus brazos con Ciriaco en sus brazos,  gritó en el estadio con valentía y alegría sin límite:! Tú eres la fuerza de los mártires, oh Cristo mi Dios!.
 
 





Fuentes consultadas: apostoliki-diakonia.gr, saint.gr, synaxarion.gr, diakonima.gr, orthodoxwiki.gr, youtube.com

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