miércoles, 12 de junio de 2024

Venerable Onofre el Egipcio

Versos:
"Y el mandamiento de una sola túnica, padre, has superado, habiendo andado desnudo hasta el final"
En el duodécimo Onofre fue sacado de la vida sin una túnica.

Osio Onofre (del gr. "Ονούφριος", [Onúfrios]) vivió en el siglo IV d.C. Primero habitó en un monasterio cenobítico cerca de Ermúpoli en Tebas de Egipto, y más adelante, repleto de amor divino, fue al desierto egipcio. Sesenta años lejos de todo ser humano, estando él solo con Dios, luchó muy duramente contra sus pasiones y los demonios, se limpió y se santificó tanto que se convirtió en el mejor ejemplo a seguir por los hesicastas.
Ante esta ofrenda suya, los ángeles de Dios le servían en sus necesidades vitales y le daban la Sagrada Comunión cada domingo. En esta angelical vida le encontró Osios Pafnutios (Pafnucio), quien escribió posteriormente su vida.
Osios Pafnutios fue conducido por ángeles  del Señor por el desierto hasta encontrar a San Onofre. 






 
 
Se presentó frente a él, quien estaba desnudo y cubierto de pelos como un animal salvaje. Tenía un cinturón hecho de plantas. Osios Pafnutios se asustó cuando le vió y subió a una roca alta para ocultarse. Y San Onofre le dijo: " baja, siervo del Señor Pafnutios, y no tengas miedo". Osios Pafnutios una vez que se disculpó y pidió su bendición, le preguntó su nombre y le preguntó que por qué se encontraba allí.
El santo contestó : "me llamo Onofre, llevo en este lugar setenta años, viviendo con los animales y comiendo plantas. Nunca he visto otro hombre aquí excepto a tí, que te ha enviado Dios para que entierres mi cuerpo mañana.
Mi padre era rey de Persia.







Mi madre era estéril y rogaban los dos al Dios que les diese un heredero. Después de muchas oraciones, Dios le escuchó. Y después de mi nacimiento mi padre tuvo una revelación divina, diciéndole que el niño debía recibir el nombre de Onofre.
Que después debía llevarme a un monasterio en Tebas de Egipto llamado hesicastirio. Y así hizo mi padre. Mientras se dirigía con sirvientes hacia Egipto, eramos dirigidos por una cervatilla, la cual me alimentaba con su leche durante el camino, ante la admiración y sorpresa de todos."
Y continuó San Onofre diciendo: " Cuando llegamos al monasterio, el abad se preguntó cómo sobreviviría el niño en tales condiciones.







Mi padre le respondió diciendo: - del mismo modo que el Señor proveyó y nos acompañó durante todo el trayecto una cervatilla que le alimentó, del mismo modo con divina orden vendrá aquí diariamente a amamantarlo hasta que crezca-. Mi padre se fue de nuevo al palacio y la cervatilla venía cada día  hasta el tercer año. Los monjes cumplían todos los mandamientos del Señor, ayunaban y rezaban continuamente. Aprendió de ellos y fue instruido en las Sagradas Escrituras.
Aprendió las normas monásticas con todos los detalles. Muchas veces admiraban el ejemplo del Profeta Elías, cómo Dios le hizo cada vez más fuerte en el desierto con paciencia y áscesis, recibiendo así la Gracia Divina y pudiendo hacer cosas milagrosas.







 
También al gran San Juan el Precursor y Bautista, quien por encima de todos los santos es testigo de Cristo y lo respetaban muchísimo. 
Cuando tenía unos 5 años, como era pequeño, comía a menudo de los otros hermanos. Cuando tenía hambre, iba donde el encargado de la cocina ("τραπεζάρι", [trapesári], cillerero.. ) y le pedía  pan, aceitunas, fruta...
Durante una temporada, éste observó que el pequeño Onofre cogía pan más a menudo y desaparecía. 
"Se lo dará a algún animalito", pensaba. Esto siguió durante algunas semanas. "Voy a ver qué pasa", pensó el cillerero, dónde lleva esto que le doy. Entonces le siguió y vio que entraba en la iglesia central del monasterio ( "καθολικό της μονής", [kazolikó tis monís]), y que cerraba las puertas según iba entrando.







El cillerero fue corriendo a la ventana para verle desde fuera, y no daba crédito de lo que veía....¡el pequeño dialogaba con el Niño Jesús, que estaba en los brazos de la Madre de Dios, en el icono del templo!. 
"Te he traído hoy también un poco de pan", decía al pequeño Jesús, "ya que no te da de comer nadie...ni siquiera tu madre...", y extendía su brazo y le daba una rebanada de pan. Y el Señor Jesucristo, que era un niño pequeño en el sagrado icono, extendía la mano, cogía el pan y tras recoger su brazo, desaparecía dentro de la imagen. 
Directamente el cillerero, con el alma llena de sorpresa y temor, corrió hacia el abad y le contó lo que pasó. Entonces el abad dio orden de que no diesen más pan al joven monje, y que cuando fuese a la cocina a pedirlo, se le ordenase "que fuese a pedir pan a Aquel que hasta ayer le daba de comer."
 







 
El siguiente día, viendo el pequeño Onofre que no se le daba pan y que tenía que pedirlo, tal como le habían dicho, de donde lo había estado dando hasta ahora, fue corriendo frente a la imagen y le dijo al Niño Jesús: 
"Mi Jesusito, no me dan pan y me han dicho que me des del tuyo. Ahora, ¡dónde vas a encontrar tú, no lo sé!. Y he aquí el milagro: Sacó su manita el Niño Jesús de los brazos de su Santísima Madre, y le dió un pan enorme, ¡tan grande que no podía levantarlo! Despedía una fragancia celestial tan fuerte, que no sólo en la iglesia, sino que se extendió por todo el monasterio y sus alrededores. 
Sorprendidos y asombrados los monjes por lo sucedido, vieron al pequeño Onofre llevar el enorme pan fuera, con muchos esfuerzos. Corrieron dos monjes a ayudarle, ¡pero era muy pesado! Durante muchos días comieron y se saciaron, y el pan no se gastaba. 






Es esto que asegura nuestra Iglesia durante la Divina Liturgia ( Μελίζεται καὶ διαμερίζεται ὁ Ἀμνὸς τοῦ Θεοῦ, ὁ μελιζόμενος καὶ μὴ διαιρούμενος, ὁ πάντοτε ἐσθιόμενος καὶ μηδέποτε δαπανώμενος, ἀλλὰ τοὺς μετέχοντας ἁγιάζων", [Melísete ke diamerísete o Amnós tu Zeú, o melisómenos ke mi dierúmenos, pántote esciómenos ke midépoté dapanómenos, alá tus metéjontas ayíason]. Traducción: es fragmentado y repartido el Cordero de Dios, aquel que es fragmentado sin dividirse, el siempre consumido y nunca desgastado, que a los que de Él participan santifica"). 
Desde entonces fue muy respetado el pequeño Onofre, porque sabían que según iría creciendo en edad, también lo haría en santidad.







A la pregunta de San Onofre al resto de monjes si los ascetas solitarios tienen una mayor consideración ante Dios, los monjes del monasterio le decían que estos hermanos efectivamente poseían una mayor valoración, ya que no tienen ningún consuelo humano y todas sus esperanzas están puestas en Dios. En sus oraciones se ofrecen más a sí mismos, los Ángeles de Dios los ayudan diariamente y cuando su alma sale de su cuerpo la toman con mucho cuidado y la llevan frente a la Santísima Trinidad, salmodiando con gran júbilo y alegría. Escuchando esto Onofre, nació en su alma un gran deseo de ser asceta. 
Pasaron los años, y una noche cogió algo de pan y salió del monasterio, rogando al Dios que le guiase hacia un lugar adecuado para quedarse allí. 
 







 
Cuando llegó al desierto se presentó frente a él una luz muy brillante y dentro de ella una sobrenatural forma humana que le dijo: "No temas Onofre. Yo soy el ángel de Dios que me ordenó cuidarte desde el momento en que naciste hasta la hora en que mueras. Avanza, entonces, y no temas las maldades del diablo, ni las tentaciones, ni lo que quiera que te suceda. Porque yo estoy contigo para cuidarte, hasta que entregue tu alma en las manos de Dios".
A continuación el ángel le condujo a una cueva y desapareció. Allí se encontraba un Anciano (gr. Yérontas, ing. Elder) asceta, el cual le recibió y le preparó para la áscesis. Después le llevó a otra cueva en el desierto interior, en la cual el Señor quiso que habitara él solo y que luchara contra el demonio para recibir el trofeo de la victoria. El nombre del Anciano era Ermías de la tribu de Isajar.






 
Las adversidades  y sufrimientos  que vivió en el desierto fueron muchas. Olas de calor en verano, heladas en invierno, hambre y enfermedades. Sin embargo todas las soportó avanzando y esperanzado, como debe hacer cada hombre, en los inestimables bienes que prepara Dios para aquellos que le aman. El Señor hizo que le creciesen pelos por su cuerpo para no sentir las heladas (aparte de esto también se cubría con su largo pelo y con su barba, los cuales le llegaban hasta el suelo) mientras que cada día el ángel le traía pan para que se alimentase y pudiese orar con mayor calidez. 
Osios Pafnutios cuando escuchó la narración de Onofre quiso saber cómo comulgaba los Divinos Misterios. Y él le respondió diciendo que cada Domingo venía un ángel y le daba de comulgar a todos los eremitas. El día de la comunión son colmados de consuelo espiritual. No sienten ni hambre, ni sed, ni dolor, ni pena. Y si alguno tiene el deseo de ver a alguna persona, es llevado por los ángeles al Paraíso y viendo la hermosura y esplendor de las órdenes angelicales, queda deslumbrado. 








Se hace uno con la Luz Divina, su espíritu se alegra, Se entusiasma y regocija más, mientras que olvida todos los esfuerzos hechos hasta el momento y todas las preocupaciones por las que ha pasado. Aumenta su deseo por el divino amor y se ejercita con todo su alma en las luchas espirituales para ser digno de heredar eternamente la bienaventuranza.
Tras descansar, el siguiente día, San Onofre le dijo: "no tengas miedo, hermano, porque el Misericordioso y Bendito Jesucristo te ha enviado para que entierres mi cuerpo. Mira que hoy termina mi estancia aquí y mi alma se va hacia la bienaventuranza celestial. Y que te acuerdes cuando vayas a Egipto de predicar a todos los monjes y a todos los cristianos que he pedido este favor de Dios: quien haga mi memorial y me festeje o escriba y predique mi vida, como te lo conté, que no tenga tentaciones por parte del maligno". Entonces Osios Pafnutios le dijo: " tengo gran deseo, santo padre, por este lugar. Dame tu bendición para que viva aquí el resto de mi vida. " Y aquél le dijo: " no te ha enviado el Señor para que te quedes aquí sino sólo a enterrar mi cuerpo. Y que estés feliz junto con los santos siervos de Dios, los cuales están en este desierto  y que enseñes a los amantes de Cristo cómo vivir glorificando al Dios."




San Onofre. Santo Monasterio de San Onofre en Jerusalén.


 
 
Después le dió su bendición para que el Señor le bendijese ante cada pecado y tentación del enemigo y que cumpliese su deseo de ser virtuoso. Y los ángeles que le protegiesen y le salvasen de los ataques del enemigo, y para que en la hora del juicio no pudiesen culparte de nada. Después se arrodilló, levantó las manos y la mirada al cielo, y con lágrimas rezó. Terminando la oración, le dijo:  - Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu."
Y se tumbó en la tierra rezando de nuevo. Su cara se iluminó y comenzó a salir una fragancia proveniente del Paraíso. Relámpagos y truenos aparecieron en el cielo junto con la dormición del santo. Y en el cielo grupos de ángeles salmodiaban himnos con velas encendidas e incensiarios de oro en sus manos. Entre ellos apareció una luz muy brillante y de dentro de ella una voz muy dulce que decía: " -Ven, alma, querida mía, para que te conduzca al descanso de los justos, y al regocijo que tanto deseabas."




Icono del Santo Monasterio de San Juan Teólogo en Patmos,  
obra del sacerdote Emanuel Skordili. Datado en el periodo 1650-1670



 
Entonces se presentó una paloma muy blanca mientras salía el alma de su cuerpo, la cual luego subió al cielo con los ángeles para recogerla el Señor Jesucristo con sus santísimas manos.  San Pafnutios, estando extasiado por todo lo que pasó, decidió enterrar el cuerpo del santo, pero no tenía nada para excavar la tierra. Entonces se presentaron dos leones y acercándose humildemente le lamieron los pies y se movían con dolor y tristeza. Justo después comenzaron a excavar con sus uñas la tierra y así abrieron una tumba. Después San Pafnutio envolvió el cuerpo del santo y lo enterró con respeto. Los dos leones hicieron una reverencia y se fueron.
 






 
 
San Pafnutios pensaba quedarse en aquel lugar, aguantando las tristezas, pero justo después hubo un terremoto y se derrumbó la montaña, desaparenciendo la palmera, la cueva y la fuente. Mirando este evento entendió que no era voluntad de Dios que se quedase allí, y empezó a llorar. Entonces se presentó un ángel del Señor y le dijo: " No llores. Al contrario, tienes que ser feliz por haber visto estas cosas maravillosas. Vete entonces a Egipto y predica si la vida del bienaventurado Onofre y de los otros que has visto y vas a ver en este desierto. Vete en paz recibiendo mucha fuerza de Dios." Y así pasó.
San Onofre durmió el 12 de Junio y tal día la Iglesia le conmemora.


Onofre, Santo Patrón de la ciudad de Munich en Alemania

Según fuentes históricas (Anton Mayer, Münchner Sonntagsblatt, 1863), el fundador de la ciudad de Munich, Heinrich der Löwe, duque de Baviera, viajó a Jerusalén en 1172 donde visitó un monasterio que contenía las reliquias de San Onofre. Cuando los monjes le contaron sobre la vida y santidad del gran ermitaño del desierto, el duque suplicó que le dieran una porción de sus sagradas reliquias. Tan pronto como recibió la sagrada reliquia, inmediatamente proclamó a San Onofre como el santo patrón de su ejército para su regreso seguro a Munich. Cuando llegó a Munich, proclamó a San Onofre patrón de Munich y colocó su reliquia en un relicario especial en la capilla del Palacio de Munich.
 






En el año 1416, Heinrich Primat, natural de Munich, hizo una peregrinación a Jerusalén. Para un regreso seguro a Munich, prometió donar una gran representación iconográfica de San Onofre a la puerta principal de la muralla que conducía al centro de Munich. Hizo su voto colocando una gran estatua de San Onofre junto a la puerta, frente a su casa, en la plaza central de Munich, que también era el centro comercial de Baviera.

Desde entonces, los habitantes de la ciudad, mirando a diario la gran figura de San Onofre, lo consideran un protector constante e imparable de la ciudad de Múnich.
 
 
 




 
También crearon la tradición de que quien mirara a San Onofre en la plaza no moriría ese día, y quien fuera a la plaza a diario y mirara al santo viviría muchos años. Además, cuando hubo un gran incendio en el centro de la ciudad en 1659, apareció San Onofre, en forma grande, para llevar agua desde el río Isar en Munich, para extinguir el fuego.
A lo largo de los siglos, el edificio donde existía la representación del santo fue demolido y reconstruido muchas veces, siempre con la representación de San Onofre, como símbolo eterno de protección de la ciudad.
 






 
Después de la Segunda Guerra Mundial y los importantes daños sufridos por la ciudad de Munich, el edificio fue reconstruido. La representación actual de San Onofre fue realizada en 1951 por el artista Max Lacher, denunciado por Hitler y el régimen nazi, quien también pintó la Capilla de Santa Anastasia en Munich con pinturas que muestran a Hitler y los nazis torturando a Cristo.

Con motivo de la fiesta del Santo del año pasado (2020), el Protopresbítero Apostolos Malamousis se dirigió a la plaza central de Múnich, la Marienplatz, y encendió, frente a la representación de San Onofre, una vela en su honor. En sus manos también tenía el icono ortodoxo bizantino de San Onofre.


Apolitiquio tono 1º

Apolitiquio tono 1º

En la carne viviste la vida de los Angeles, fuiste ciudadano del desierto y tesoro de la gracia, oh Onofre, ornamento de Egipto, y Pedro la luz de Athos. Por eso honramos tus luchas mientras te cantamos: Gloria a Aquel que te ha fortalecido; Gloria a Aquel que te ha hecho maravilloso; Gloria a Aquel que a través de ti hace sanaciones para todos.

Condaquio tono plagal del 4º 

Por tus logros en el desierto, te asemejaste a los Poderes Incorpóreos Celestiales,  bendito Onofre y el venerable adorno de Pedro de Athos, tu pareja celestial que canta: Aleluya.
 




Fuente: - Βίοι Αγίων, Ο Άγιος Ονούφριος, Έκδοση Ορθοδόξου Ιδρύματος Απ. Βαρναβάς ( Vidas de Santos, San Onofre, Edición de la Fundación Ortodoxa Apostol Barnabás ), - saint.gr

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