sábado, 15 de junio de 2024

El Venerable Jerónimo de Estridonia (+420)

Versos:
"Jerónimo el grande murió, no disimuladamente quedando con una gran coronación".

Luego de haber visto lo suficiente en el mundo de los humanos –repleto de la vanidad y de la banalidad que buscan, las cuales gobiernan al mundo caído de la humanidad– se retiró a una cueva en Palestina.
Escogió un lugar aislado en el pue
blo de Belén, no muy lejos del lugar en el que Jesús Cristo, el Hijo de Dios, había escogido para hacer su entrada en este mundo.
Viviendo por varios años seguidos en completa soledad pasaría sus días en oración silenciosa y devota. Llevaría una vida ascética muy severa en la cual no comía prácticamente nada y vestía la misma ropa andrajosa hasta que se deshiciera en tiras. Devoto seguidor de Jesús Cristo, quien se había cansado de la vida cosmopolita de Roma durante su juventud, el Gran San Jerónimo también trabajaría en su cueva por muchos años, en la creación de uno de los más grandes documentos de traducción en la historia de la Cristiandad: La Biblia en Latín, conocida en los dieciséis siglos pasados como “La Vulgata”, debido a que hizo el Antiguo y el Nuevo Testamento accesible a la lectura para el “Vulgus”, palabra latina referida a la “gente común”.
 
 
 









Nacido alrededor del año 350 de Nuestro Señor en la ciudad de Estridonia, en ese entonces parte de la Provincia Romana de Pannonia (la vasta región que bordea el Río Danubio e incluye la moderna Hungría y Austria en lo que se conoce ahora como los países Balcánicos), el Venerable Jerónimo fue criado en una familia de cristianos muy ricos quienes lo cuidaron y le dieron la mejor educación posible. Con la finalidad de que completase sus estudios fue enviado a la gran ciudad capital del Imperio, Roma, donde estudiaría ciencia y filosofía así como las distintas lenguas. Intelectual brillante y entusiasta, así como estudiante curioso, Jerónimo trabajaría incesantemente tratando de entender los grandes documentos del antiguo mundo Hebreo así como el Santo Evangelio y otros escritos relacionados con el Nuevo Testamento, divinamente inspirado.
Tentado por los lujos mundanos y la sensualidad de la carne este gran santo se mantuvo alejado por un buen tiempo de las estrictas enseñanzas morales que había recibido en su niñez. Sin embargo muy pronto se cansó de los falsos placeres de la vida en Roma y se convirtió en un pensador piadoso así como en un joven entusiasta en la vida espiritual.  
 
 
 









A la edad de veinte años, este incansable buscador ya había comenzado a sentir el deseo de dedicar completamente su vida a Dios y vivir como un monje ascético en algún lugar oscuro, donde pudiera enfocar completamente su espíritu en la adoración del Todopoderoso, al mismo tiempo que simplificaba su complicada vida.
Para el año 372, contando con cerca de 22 años, el bienaventurado Jerónimo se encontraba de regreso en Pannonia –donde descubrió que sus padres ya habían fallecido dejándolo como responsable de sus hermanas más jóvenes y de su hermano Pauliniano. 
Se tomó muy en serio sus responsabilidades a pesar de saber que debería posponer su deseo de llevar una vida monástica por algún tiempo. Alrededor del mismo período comenzó a estudiar las Sagradas Escrituras con una gran determinación e intensidad.
Finalmente, luego de haber organizado todo lo necesario para que sus familiares contasen con la ayuda que requerían inició su jornada de fe en la cual pasaría los siguientes cinco años viviendo en un monasterio en Siria.









 
 
 
 
Durante ese período se convirtió en un habilidoso traductor, tanto del hebreo como de otras lenguas caldeas. Sumado a ello comenzó a escribir a sus amigos una serie de cartas espirituales sobre temas religiosos, de las cuales más de cien de esas misivas, las cuales no tienen precio, han sido salvadas para la posteridad.
Luego de haber sido ordenado presbítero y visitando Constantinopla, en donde se trabó en largas discusiones espirituales con los santos obispos, Gregorio el Teólogo y Gregorio de Nisa, regresó a Roma alrededor del año 381 de Nuestro Señor. Ahí continuó sus estudios mientras servía por un tiempo como secretario del papa Dámaso I (366-384). Aún, durante ese tiempo, se cansó de la falsa sofisticación de las ciudades y decidió dejar el ambiente urbano de una vez por todas. Finalmente retomó la vida ascética y la soledad que tanto había anhelado estableciéndose en una cueva cerca de Belén para alabar al Dios que tanto adoraba.








 
 
Para el año 386 comenzó la vida abnegada de monje así como a compilar las grandes obras por las cuales sería recordado. Entre ellas se encuentran varios libros que exploran las enseñanzas de la Iglesia, algunos volúmenes de comentarios sobre la Sagrada Escritura y por supuesto la Biblia en latín, o la Vulgata, la cual llegó a ser, eventualmente, la piedra fundacional de la Iglesia Occidental.
A pesar de estar escrita en un latín simple, sin adornos, la Vulgata manifiesta una inmensa belleza y elegancia. Ella ha llegado a ser una de las más preciadas obras de devoción en la historia del mundo. Aún una breve selección de la traducción en español muestra claramente el poder de este documento:

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero. (Génesis 1, 1-5)
Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todas las sierpes que serpean por la tierra. Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó. Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra.»" (Génesis 1, 26-28)
 
 





 
 
 
 
Luego de haber vivido lo suficiente como para lamentar la captura de la antigua Roma por parte de los Godos el año 410 y luego la invasión de Tierra Santa por parte de los Arabes Beduinos al año siguiente, el monje habitante de la cueva finalmente regresaría al Dios a quien había alabado a lo largo de toda su vida, alrededor del año 420. Los últimos años de su vida los pasó en total soledad, meditando sin cesar así como traduciendo la Palabra de Dios y otra gran variedad de textos sagrados. Años después sus preciadas reliquias serían llevadas desde la cueva de Belén hacia la Ciudad Eterna en donde han sido veneradas por las siguientes generaciones de agradecidos Cristianos.
La vida del Venerable San Jerónimo fue, por encima de todo, una vida de servicio a Dios y a Su Palabra Escrita. Habiendo probado la banalidad de los placeres de una existencia que no está basada en la alabanza a Dios Todopoderoso, se le dio gracia suficiente como para entender que El quería algo mejor. El resultado de ello es la Vulgata –la Palabra de Dios traducida a un lenguaje que le permitiría al mundo entero tener acceso a la Sabiduría Infinita y al Amor de nuestro Padre Celestial y a su Hijo Amado.
 
 
 






 
 
Sobre la Anunciación (San Jerónimo)

Comentario sobre Mateo, libro 1.

¿Por qué fue concebido el Señor de una virgen ya desposada, en lugar de una aún no comprometida con un hombre?

En primer lugar, porque a partir de la genealogía de José, el linaje de María como descendiente de David y, por lo tanto, de su Hijo, podría establecerse más fácilmente.

Por otro lado, porque con este compromiso, María se salvaría de ser apedreada por los judíos por adúltera.

De nuevo, porque de ese modo se le dio a María un guardián durante la huida a Egipto.

A estas razones, el mártir Ignacio añade otra, a saber; que el nacimiento virginal podría tener lugar sin que el diablo supiera, naturalmente, que María había concebido de José.

"Antes de que se juntaran, se halló que estaba embarazada del Espíritu Santo". Es decir, José la encontró así, no por nadie más, porque ya tenía casi el privilegio de un esposo de saber todo lo que le preocupaba. Pero cuando se dice: "Antes de que se juntaran", no se sigue que alguna vez se juntaran carnalmente. La Escritura debe entenderse simplemente en el sentido de que hasta este momento no se habían juntado.

"Entonces José, su esposo, siendo un hombre justo y no dispuesto a hacer de ella un ejemplo público, quiso repudiarla en privado". Si un hombre se une a una mujer con la que ha vivido en fornicación, de tal modo se convierte en una sola persona, que, según la Ley, ambos son culpables del delito si ambos lo conocen. Entonces, ¿cómo puede ser que José sea descrito como un hombre justo, en el mismo momento en que agravaba la criminalidad en su esposa desposada, para salvarla del castigo exigido por la Ley? Este es un testimonio de María. Porque indica que él sabía que ella era una virgen pura, y que aunque no entendía el misterio de su embarazo, sin embargo, debido a su total confianza en ella, estaba dispuesto a guardar silencio.
 
 
 



El Profeta Daniel





Prefacio al comentario del libro del profeta Daniel (San Jerónimo)

Porfirio escribió su duodécimo libro contra la profecía de Daniel, negando que fue compuesto por la persona a quien se le atribuye en su título, sino más bien por algún individuo que vivía en Judea en la época de Antíoco que se llamaba Epífanes. Además, alegó que "Daniel" no predijo el futuro tanto como relataba el pasado, y por último que todo lo que habló hasta la época de Antíoco contenía historia auténtica, mientras que cualquier cosa que pudiera haber conjeturado más allá de ese punto era falsa, en la medida en que como no hubiera sabido de antemano el futuro. Eusebio, obispo de Cesarea, respondió muy hábilmente a estas acusaciones en tres volúmenes, es decir, el dieciocho, diecinueve y veinte. Apolinario hizo lo mismo, en un solo libro grande, a saber, su vigésimo sexto. Antes de estos autores, Metodio hizo una respuesta parcial.

Pero dado que no es nuestro propósito dar respuesta a las falsas acusaciones de un adversario, una tarea que requiere una larga discusión, sino más bien tratar el contenido real del mensaje del profeta en beneficio de los cristianos, deseo enfatizar en mi prefacio este hecho, que ninguno de los profetas ha hablado tan claramente acerca de Cristo como lo ha hecho este profeta Daniel. Porque no solo afirmó que vendría, una predicción común a los otros profetas también, sino que también estableció el momento mismo en que vendría. Además, repasó los distintos reyes en orden, declaró el número real de años involucrados y anunció de antemano las señales más claras de los acontecimientos por venir. Y debido a que Porfirio vio que todas estas cosas se habían cumplido y no podía negar que habían tenido lugar, superó esta evidencia de precisión histórica refugiándose en esta evasión, sosteniendo que todo lo que se predijo sobre el Anticristo en el fin del mundo era en realidad cumplido en el reinado de Antíoco Epífanes, debido a ciertas similitudes con lo que sucedió en su tiempo. Pero este mismo ataque da testimonio de la precisión de Daniel. Porque tan sorprendente fue la confiabilidad de lo que el profeta predijo, que no podía aparecer a los incrédulos como un predictor del futuro, sino más bien como un narrador de cosas ya pasadas. Y así, dondequiera que surja la ocasión en el curso de la explicación de este volumen, intentaré responder brevemente a su acusación maliciosa y contradecir con una explicación simple la habilidad filosófica, o más bien la malicia mundana, con la que se esfuerza por subvertir la verdad y por engañosos. prestidigitación para eliminar lo que es tan evidente a nuestros ojos.

Por lo tanto, le suplico a usted, Pamaquio, como un gran amante de la ciencia, y a Marcela, como un ejemplo sobresaliente de la virtud romana, hombres unidos por la fe y la sangre, que me ayuden a mis esfuerzos con sus oraciones, a fin de que nuestro El Señor y Salvador podría, por su propia causa y por su mente, dar respuesta a través de mi boca. Porque es Él quien dice al profeta: "Abre tu boca y la llenaré" (Salmo 80:11). 
 
 
 









Porque si nos amonesta, cuando hemos sido aclamados ante jueces y tribunales, a no ponderar qué respuesta les daremos (Lucas 12), ¿cuánto más podrá llevar a cabo su propia guerra contra los adversarios blasfemos y a través de su sirvientes para vencerlos? Por esta razón, un gran número de Salmos también contiene esa expresión hebrea, "lamanasse", traducida por la Septuaginta como "Hasta el fin", pero que más bien debe entenderse como "¡Por la victoria!" Aquila lo interpretó como "nikopoio", es decir, "al que concede la victoria". Símaco lo traduce como "epinikion" que significa propiamente "Triunfo y la palma de la victoria".

Pero, entre otras cosas, debemos reconocer que Porfirio nos hace esta objeción con respecto al Libro de Daniel, que claramente es una falsificación que no debe considerarse como perteneciente a las Escrituras hebreas, sino como una invención compuesta en griego. Esto lo deduce del hecho de que en la historia de Susana, donde Daniel está hablando con los ancianos, encontramos las expresiones, "Partir del lentisco" (apo tou skhinou skhisai) y aserrar del roble de hoja perenne (kai apo tou prinou prisai), un juego de palabras más apropiado para el griego que para el hebreo. Pero tanto Eusebio como Apolinario le han respondido siguiendo el mismo tenor, que las historias de Susana y de Bel y el Dragón no están contenidas en hebreo, sino que forman parte de la profecía de Habacuc, el hijo de Jesús de la tribu. de Levi. Tal como encontramos en el título de esa misma historia de Bel, según la Septuaginta, "Había cierto sacerdote llamado Daniel, el hijo de Abda, un íntimo del rey de Babilonia". Y, sin embargo, la Sagrada Escritura testifica que Daniel y los tres niños hebreos eran de la tribu de Judá. Por esta misma razón, cuando traduje a Daniel hace muchos años, noté estas visiones con un símbolo crítico, mostrando que no estaban incluidas en el hebreo. Y a este respecto, me sorprende que me digan que algunos investigadores se quejan de que, por mi propia iniciativa, he truncado el libro. Después de todo, tanto Orígenes, Eusebio y Apolinario y otros eclesiásticos y maestros destacados de Grecia reconocen que, como he dicho, estas visiones no se encuentran entre los hebreos y que, por lo tanto, no están obligados a responder a Porfirio por estas porciones que no exhiben autoridad como Sagrada Escritura.

También deseo enfatizar al lector el hecho de que no fue de acuerdo con la versión de la Septuaginta sino de acuerdo con la versión de  mismo que las iglesias leyeron públicamente a Daniel. (Y Teodoción, en cualquier caso, fue un incrédulo posterior al advenimiento de Cristo, aunque algunos afirman que era un ebionita, que es otra variedad de judío. Pero incluso Orígenes en su edición de la Vulgata (del Antiguo Testamento griego) colocó asteriscos alrededor de la obra de Teodoción, indicando que el material agregado faltaba (en la Septuaginta), mientras que por otro lado prefijo obeli (es decir, signos diacríticos) a algunos de los versos, distinguiendo así cualquier material adicional (no contenido en la Hebreo) .
 
 
 









Y como todas las iglesias de Cristo, ya sean del territorio de habla griega o latina, la siria o la egipcia, leen públicamente esta edición con sus asteriscos y obeli, que los de mentalidad hostil no envidien mi labor, porque quería que nuestro pueblo (de habla latina) tuviera lo que los pueblos de habla griega leían públicamente habitualmente en las regiones de Aquila y Símaco. Y si los griegos, a pesar de toda su riqueza de conocimientos, no desprecian el trabajo académico de los judíos, ¿por qué los latinos asolados por la pobreza deberían despreciar a un hombre que es cristiano? Y si mi producto parece insatisfactorio, al menos se deben reconocer mis buenas intenciones.

Pero ahora es el momento de revelar las palabras del profeta mismo, no siguiendo nuestra costumbre habitual de exponer todo en detalle con una discusión detallada que lo acompaña (el procedimiento seguido en nuestro comentario sobre los Doce Profetas Menores), sino empleando un cierta brevedad e insertando a intervalos una explicación de sólo aquellas cosas que son oscuras. De esta forma esperamos no cansar al lector con una innumerable abundancia de libros. Y, sin embargo, para comprender las porciones finales de Daniel es necesaria una investigación detallada de la historia griega, es decir, autoridades como Sutorius, Callinicus, Diodorus, Hieronymus, Polybius, Posidonius, Claudio, Theon y Andronycus apodaron Alipius, historiadores a quienes Porfirio afirma haber seguido, también a Josefo y a aquellos a quienes cita, y especialmente a nuestro propio historiador, Livio, y Pompeyo Trogus, y Justino. Todos estos hombres narran la historia involucrada en la visión final de Daniel, llevándola más allá del tiempo de Alejandro hasta los días de César Augusto en su descripción de las guerras de Siria y Egipto, es decir, las de Seleuco, Antíoco y los Ptolomeos. Y si de vez en cuando nos vemos obligados a hacer mención de literatura profana y a hablar de los asuntos que contiene y que antes no hemos mencionado, no es por preferencia personal sino por absoluta necesidad, por así decirlo, para demostrar que estas cosas que fueron predichas por los santos profetas muchos siglos antes están contenidas en los registros escritos tanto de los griegos como de los romanos y de otros pueblos también.


Cartas Espirituales (San Jerónimo) – pdf: parte 1parte 2

San Jerónimo: Epistolario I – pdf; o pdf, epub, formato kindle aquí

 
 
Apolitiquio tono 4º  (MODELO:Ταχύ προκατάλαβε[ Tají prokatálabe], “Se adelantó rápidamente”)
 
Ἀπολυτίκιον  (Κατέβασμα) Ἦχος δ´. Ταχὺ προκατάλαβε.
 
Σοφία καὶ χάριτι κεκοσμημένος λαμπρῶς, ὁσίως ἐβίωσας, ἐν ἐγκρατείᾳ πολλῇ, σοφὲ Ἱερώνυμε· ὅθεν τῆς τοῦ Σωτῆρος, Ἐκκλησίας ἐδείχθης, πάμφωτος λύχνος Πάτερ, ἀρετῶν ταῖς ἀκτῖσι· καὶ νῦν Χριστὸν δυσώπησον, ὑπὲρ τῶν τιμώντων σέ.
 
 

Otro apolitiquio tono plagal del 4º

Guía de la Ortodoxia, maestro de piedad y pureza, luminaria del mundo, inspirado por Dios y adorno del sacerdocio, Oh sabio Jerónimo, a través de tus enseñanzas nos has iluminado a todos, Oh arpa del Espíritu. Intercede ante Cristo Dios para que se salven nuestras almas.
 

Condaquio tono 2º

Oh Padre Santo, tú te gozaste en el ayuno y subyugaste los deseos de la carne; tú fuiste alimentado por la fe y floreciste como el árbol de la vida en el Paraíso, Oh Jerónimo que tienes la sabiduría que procede de Dios.




Fuentes consultadas: Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr *traditionalcatholic.co * lt10.com.ar

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