Era de Zephyrium (del gr. "Ζεφύριον"), que se encuentra en la provincia de Cilicia. Habiendo confesado a Cristo como el Dios verdadero, fue llevado ante el gobernador Máximo y golpeado duramente. El santo narró el mito griego, de cómo Apolo se enamoró de Dafne, la persiguió, pero no logró su deseo. Esto hizo que el gobernador se enojara más. Lo volvió a golpear en el estómago, después de haberlo colocado de espaldas sobre una parrilla de fuego. Luego fue puesto en otra parrilla y, mojándole el cabello con aceite, lo pusieron sobre brasas encendidas. Después de esto, le cortaron la espalda con hierro y le frotaron con ladrillo y vinagre las heridas de los cortes. Luego le golpearon la mandíbula y la cabeza.
El gobernador preguntó entonces al santo acerca de Cristo: "¿Cómo lo consideras Dios cuando con el tiempo se hizo hombre?" En pocas palabras, el santo narró toda la economía del Señor. Luego fue llevado a otro examen, donde fue obligado a realizar sacrificios a los ídolos. Como él no obedeció esto por voluntad propia, le pusieron a la fuerza en la boca el vino que había sido ofrecido a los ídolos, pero el santo lo escupió. Por esto fue suspendido, y fue raspado tanto, que las mejillas de su rostro y sus huesos fueron despojados de su piel, y sus entrañas quedaron expuestas. Luego se vio obligado a correr veinte millas, y de esta manera el reconocido atleta se cansó y entregó su alma en manos de Dios.
