A principios del siglo IX vivían en Cromna,
cerca de Amastris (Sésamo, posteriormente llamada Amastris, era una antigua ciudad griega de Paflagonia),Teodosio y Megeta.
A orillas del Mar Negro, eran un matrimonio que no había tenido hijos; hasta que Dios escuchó sus oraciones y les dio uno, a quien pusieron por nombre Jorge. A los tres años de edad, el niño cayó sobre una hoguera y estuvo a punto de perecer.
Sin embargo, logró salvarse milagrosamente, o por lo menos así lo pensaron sus padres, aunque sufrió quemaduras que le dejaron las manos y uno de los pies cubiertos de cicatrices. Jorge era de una bondad tan extraordinaria, que sorprendía a cuantos le trataban. Hizo los estudios sacerdotales y, a su ordenación asistieron muchas gentes que le habían visto crecer o a cuyos oídos había llegado su fama. El joven sacerdote se sintió llamado a un mayor despego del mundo y se retiró a un desierto del Monte Sirik, donde encontró a un anciano anacoreta que le inició en la vida eremítica. Permanecieron juntos hasta que, hallándose a punto de morir, el anciano indicó a Jorge que no se quedase ahí solo, sino que se fuera al monasterio de Bonissa. Jorge fue aceptado al punto en el monasterio, aunque era completamente desconocido y los monjes le trataron como a un viejo amigo. No se arrepintieron de ello, pues Jorge se distinguió pronto, aun entre aquellos santos siervos de Dios.
A orillas del Mar Negro, eran un matrimonio que no había tenido hijos; hasta que Dios escuchó sus oraciones y les dio uno, a quien pusieron por nombre Jorge. A los tres años de edad, el niño cayó sobre una hoguera y estuvo a punto de perecer.
Sin embargo, logró salvarse milagrosamente, o por lo menos así lo pensaron sus padres, aunque sufrió quemaduras que le dejaron las manos y uno de los pies cubiertos de cicatrices. Jorge era de una bondad tan extraordinaria, que sorprendía a cuantos le trataban. Hizo los estudios sacerdotales y, a su ordenación asistieron muchas gentes que le habían visto crecer o a cuyos oídos había llegado su fama. El joven sacerdote se sintió llamado a un mayor despego del mundo y se retiró a un desierto del Monte Sirik, donde encontró a un anciano anacoreta que le inició en la vida eremítica. Permanecieron juntos hasta que, hallándose a punto de morir, el anciano indicó a Jorge que no se quedase ahí solo, sino que se fuera al monasterio de Bonissa. Jorge fue aceptado al punto en el monasterio, aunque era completamente desconocido y los monjes le trataron como a un viejo amigo. No se arrepintieron de ello, pues Jorge se distinguió pronto, aun entre aquellos santos siervos de Dios.
Pero el pueblo de Amastris no había olvidado al santo. Cuando el obispo del
lugar murió, Jorge fue elegido para reemplazarle y la población envió al
monasterio a sus delegados para comunicarle su nombramiento. Pero como Jorge se
negase a aceptar el cargo, la diputación le llevó por la fuerza a
Constantinopla para presentarlo al patriarca San Tarasio, quien le reconoció de
inmediato. En efecto, algunos años antes, Jorge había participado en el canto
solemne de los oficios nocturnos. Se acostumbraba entonces dar una pequeña
limosna a quienes habían cantado en el coro, pero Jorge se había negado a
aceptarla, cosa que impresionó mucho a Tarasio. El patriarca se mostró decidido
a consagrar a Jorge, aunque el emperador tenía otro candidato para la sede de
Amastris. Anunció pues que el pueblo había elegido a Jorge y no quedaba otra
cosa que hacer más que presentar a los dos candidatos y proceder a una nueva
elección.
Resultó otra vez electo Jorge, quien fue consagrado por el patriarca
y recibido por el pueblo con grandes muestras de júbilo. El nuevo obispo fue un
padre para su grey y su prudencia no superó a su piedad. En aquella época, la
región se veía frecuentemente atacada por los sarracenos. En vísperas de uno de
tales ataques, se dio aviso a los campesinos y gentes de los alrededores para
que se refugiaran dentro de las murallas de la ciudad; pero ellos no creyeron
en el peligro inminente y se negaron a abandonar sus casas. Entonces san Jorge
fue de puerta en puerta, explicándoles el peligro en que se hallaban y tratando
de persuadirles para que se refugiaran en la ciudad. Los campesinos obedecieron
a su obispo. El enemigo encontró la ciudad preparada para rechazar el ataque y
prefirió retirarse.
El Santo Jorge sirvió a la Igesia obteniendo numerosos frutos, cuidó mucho del clero y se interesó especialmente por el amparo de los de los huérfanos y de las viudas, la alimentación y el abastecimiento de los pobres y su liberación de las deudas. Dios, viendo su santa vida, le hizo digno del carisma de realizar milagros.
San Jorge reposó en paz en el año 805 d.C. Su memoria se repite el 25 de Octubre.
El Santo Jorge sirvió a la Igesia obteniendo numerosos frutos, cuidó mucho del clero y se interesó especialmente por el amparo de los de los huérfanos y de las viudas, la alimentación y el abastecimiento de los pobres y su liberación de las deudas. Dios, viendo su santa vida, le hizo digno del carisma de realizar milagros.
San Jorge reposó en paz en el año 805 d.C. Su memoria se repite el 25 de Octubre.
Fuente: diakonima.gr, saint.gr, synaxarion.gr