El doce de este mes, Memoria de nuestro Venerable Padre Teóforo* Espiridón, el Milagroso.
"Aunque el milagroso Espiridón haya dormido, sus milagros aún no han cesado".
En el duodécimo de este mes, Espiridón partió de esta vida.
Este santo floreció durante los años de los reinados de los emperadores Constantino el Grande (306-337) y su hijo Constancio (337-361). Vivió pacíficamente en la isla de Chipre como un simple pastor. Según su inteligencia, era un hombre sencillo; y según su corazón, humilde.
Practicaba obras de amor hacia el prójimo, la mansedumbre, daba limosnas y cultivaba todas las virtudes. Como el Patriarca Abraham, era hospitalario con todos los que llegaban a su casa, atendiendo a cada invitado como si se tratase del propio Cristo que había venido a visitarlo.
Jamás un pobre o un necesitado se fueron de su casa sin haber recibido consuelo a su dolor.
"Aunque el milagroso Espiridón haya dormido, sus milagros aún no han cesado".
En el duodécimo de este mes, Espiridón partió de esta vida.
Este santo floreció durante los años de los reinados de los emperadores Constantino el Grande (306-337) y su hijo Constancio (337-361). Vivió pacíficamente en la isla de Chipre como un simple pastor. Según su inteligencia, era un hombre sencillo; y según su corazón, humilde.
Practicaba obras de amor hacia el prójimo, la mansedumbre, daba limosnas y cultivaba todas las virtudes. Como el Patriarca Abraham, era hospitalario con todos los que llegaban a su casa, atendiendo a cada invitado como si se tratase del propio Cristo que había venido a visitarlo.
Jamás un pobre o un necesitado se fueron de su casa sin haber recibido consuelo a su dolor.
Espiridón ponía su
dinero en una caja, la cual siempre dejaba abierta y disponible a todos, sin
preocuparse si estaba llena o vacía, o si los que metían la mano en ella
merecían o no su ayuda. Vivió como un casto y piadoso esposo, y Dios le
concedió una hija llamada Irene. Después de unos años su esposa murió, y libre
ya de los cuidados de la carne, su única preocupación era crecer en la virtud y
aumentar los dones eternos de la Gracia.
Su estilo de vida le trajo un no deseado renombre en la isla por lo que, cuando
el obispo del pequeño pueblo de Trimos, cercano a Salamina murió, los fieles
escogieron unánimemente a Espiridón para que le sucediese, convirtiéndose así
en pastor del rebaño espiritual de Cristo. A pesar de tal dignidad, el humilde
pastor conservó su acostumbrado estilo de vida: llevaba la misma ropa pobre,
andaba siempre a pie, ayudaba en los campos y cuidaba su rebaño como antes.
Unos ladrones nocturnos irrumpieron en su majada pensando en huir con sus
ovejas, pero quedaron adheridos al lugar por una fuerza invisible. Cuando
Espiridón los encontró a la mañana siguiente temprano, avergonzadamente
confesaron su fechoría. Movido por la compasión, los libró de sus ataduras
invisibles y los conminó a vivir honestamente desde aquel momento; pero antes
que se fueran les dio dos ovejas -como compensación, les dijo sonriente, por el
sufrimiento de su larga noche de vigilia.
Exigente consigo mismo, Espiridón siempre estaba lleno de compasión hacia sus hermanos, y demostró un gran conocimiento de sus debilidades. Por ejemplo interrumpía un ayuno sin vacilación, si lo consideraba necesario para darle consuelo a un caminante. Como Cristo el Buen Pastor, él estaba siempre listo a dar su vida por sus ovejas espirituales para que pudieran pastar en los prados de la gracia. Su mansedumbre, humildad y simplicidad encontraron tal favor con Dios, que éste le permitió realizar innumerables milagros para salvación y consuelo de su Iglesia.
Exigente consigo mismo, Espiridón siempre estaba lleno de compasión hacia sus hermanos, y demostró un gran conocimiento de sus debilidades. Por ejemplo interrumpía un ayuno sin vacilación, si lo consideraba necesario para darle consuelo a un caminante. Como Cristo el Buen Pastor, él estaba siempre listo a dar su vida por sus ovejas espirituales para que pudieran pastar en los prados de la gracia. Su mansedumbre, humildad y simplicidad encontraron tal favor con Dios, que éste le permitió realizar innumerables milagros para salvación y consuelo de su Iglesia.
Cuando la isla de Chipre fue aquejada por una terrible sequía que amenazaba ser
mensajera de hambre, los cielos se abrieron ante la oración de San Espiridón, y
Dios envió una bondadosa lluvia sobre la tierra que dio sus frutos en el
momento adecuado. Algunos hombres ricos habían acumulado grandes cantidades de
maíz en sus graneros, pensando especular con la escasez y obtener grandes
ganancias, pero por la oración del celoso obispo sus graneros se derrumbaron, y
él liberó a la isla del hambre distribuyendo el grano equitativamente entre la
gente.
Otra vez, para ayudar a un pobre, convirtió una serpiente en oro, de
modo similar a lo que había hecho Moisés en el desierto (Núm. 21:9); pero una
vez que la ayuda surtió efecto, restauró a la criatura a su estado normal para
que el favor divino no diera ocasión a la codicia. Un día, mientras se dirigía
apresuradamente a liberar a un hombre condenado a muerte, encontró el camino
bloqueado con un torrente infranqueable, entonces le ordenó al agua que se
detuviera, cruzando así por el lecho seco del río.
Espiridón tenía poder sobre la muerte, porque vivió en Cristo mediante las
santas virtudes, y Cristo actuó en él a través del Espíritu Santo. Cuando una
pobre mujer bárbara puso suplicante a sus pies el cuerpo inerte de su hijo, él
le devolvió la vida al niño.
Ante la súbita muerte de su amada hija Irene, rechazó
todo pensamiento de consuelo humano para sí y no le pidió al Señor que la
resucitara; pero, a causa de cierta mujer que le había confiado su fortuna** para que se la guardase, el santo obispo se paró ante su tumba para
preguntarle a la muchacha muerta dónde lo había guardado, y ella le
respondió.
"Ό ΆΓΙΟΣ ΣΠΥΡ'ΙΔΟΝ", [Ó Áyios Espirídon] SAN ESPIRIDÓN |
Su virtud iluminaba los secretos de las conciencias con el resplandor del relámpago, inspirando a los pecadores a confesar sus malas acciones y a comenzar una vida de arrepentimiento. En cierta ocasión, el hombre de Dios lanzó una mirada de compasión sobre una mujer prosituta, quién –al igual que la penitente del Evangelio -cayó a sus pies y los limpió con sus lágrimas mientras confesaba sus pecados. Espiridón la ayudó a levantarse y le dijo: Tus pecados te son perdonados (Lc. 7:48), como si el Salvador mismo estuviera hablando a través de su boca. Entonces, diciéndole que se retirara en paz, él se llenó de alegría como el buen pastor que ha encontrado la oveja que estaba perdida, y llamó a sus amigos y vecinos, diciendo: Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido. (Lc. 15:6)
San Espiridón conocía poco de la sabiduría de este mundo pero era rico en los dones de profecía y de predecir el futuro. Profundo conocedor de las Sagradas Escrituras, una vez avergonzó a un prelado vanidoso que quiso presumir de su elocuencia alterando ciertas palabras del Evangelio demasiado comunes para su gusto.
Cuando el piadosísimo Emperador Constantino el Grande convocó el Primer
Concilio Ecuménico (325) para dar fin a la condenable herejía de Arrios,
Espiridón también se encaminó a Nicea, vestido como un simple pastor, para dar
testimonio de la Verdad junto con los santos obispos y confesores y los más
ilustres personajes de la época. Durante una de las sesiones, un presumido
filósofo arriano desafió a los Ortodoxos a un debate sobre la Santa Trinidad.
El humilde pastor de Chipre avanzó entonces y, ante el asombro de todos,
demolió los engañosos argumentos de su antagonista y las sutilezas lógicas con
la simplicidad y autoridad de sus palabras inspiradas por el Espíritu Santo. No
pudiendo refutar su respuesta, el filósofo admitió que lo había convencido;
abrazó entonces la Fe Ortodoxa con sinceridad, invitando a su vez a los demás
seguidores de Arrio a abandonar las engañosas sendas de la sabiduría humana
para encontrar en la Iglesia las fuentes de Agua Viva y el poder del
Espíritu.
Después de la muerte de San Constantino, su hijo Constancio, que heredó la parte Oriental del Imperio, mostró cierta inclinación hacia el arrianismo.
Después de la muerte de San Constantino, su hijo Constancio, que heredó la parte Oriental del Imperio, mostró cierta inclinación hacia el arrianismo.
Cayó
enfermo mientras residía en Antioquía, y a pesar de los esfuerzos de sus
médicos, su vida se extinguía; pero entonces tuvo una visión en la que San
Espiridón era convocado al palacio. Apenas éste llegó al lado de la cama del
Emperador en compañía con su discípulo San Trifilio (12 junio), lo curó de su
enfermedad carnal, y le hizo prometer que cuidaría la salud de su alma mediante
la fidelidad a la enseñanza Ortodoxa y la misericordia hacia sus súbditos.
Regresó a Chipre cargado con oro y riquezas de todo tipo, las que pronto
distribuyó.
Estando ya por encima de las cosas mundanas, y con su mirada puesta en los Bienes Venideros, San Espiridón celebraba la Divina Liturgia y los oficios de la Iglesia como si ya estuviese ante el trono de Dios en compañía de los Ángeles y los Santos. Un día, mientras oficiaba en una remota y poco frecuentada Iglesia, se volvió hacia la invisible congregación y dijo: -¡Paz a todos!- y sus discípulos oyeron la respuesta, -y con tu espíritu-, de parte de una multitud de Ángeles que procedieron a acompañar la Divina Liturgia con sus melodías celestiales.
Estando ya por encima de las cosas mundanas, y con su mirada puesta en los Bienes Venideros, San Espiridón celebraba la Divina Liturgia y los oficios de la Iglesia como si ya estuviese ante el trono de Dios en compañía de los Ángeles y los Santos. Un día, mientras oficiaba en una remota y poco frecuentada Iglesia, se volvió hacia la invisible congregación y dijo: -¡Paz a todos!- y sus discípulos oyeron la respuesta, -y con tu espíritu-, de parte de una multitud de Ángeles que procedieron a acompañar la Divina Liturgia con sus melodías celestiales.
Al final de una larga vida vivida con la inefable compañía del Espíritu Santo,
San Espiridón entregó su alma en paz a Dios el 12 de diciembre de 348, a la
edad de setenta y ocho años, animando por última vez a los que lo rodeaban a
seguir a Cristo cargando sobre sí su yugo que es suave y liviano (cf. Mt. 11:
29-30).
Su santo cuerpo se convirtió en una inagotable fuente de milagros y curaciones para los creyentes de Chipre hasta el siglo VII, cuando fue trasladado a Constantinopla para salvaguardarlo de la invasión árabe, descansando en la Catedral de Santa Sofía. Después que la ciudad cayó en poder de los turcos, sus preciosas reliquias fueron trasladadas secretamente a Corfú (1456), donde permanecen desde entonces, milagrosamente incorruptas. Numerosos milagros se han realizado a través suyo tanto para personas particulares como para toda la población, liberándolos de la epidemia del cólera y de la invasión extranjera, por lo que San Espiridón es considerado el principal protector de Corfú.
Nota:
Su santo cuerpo se convirtió en una inagotable fuente de milagros y curaciones para los creyentes de Chipre hasta el siglo VII, cuando fue trasladado a Constantinopla para salvaguardarlo de la invasión árabe, descansando en la Catedral de Santa Sofía. Después que la ciudad cayó en poder de los turcos, sus preciosas reliquias fueron trasladadas secretamente a Corfú (1456), donde permanecen desde entonces, milagrosamente incorruptas. Numerosos milagros se han realizado a través suyo tanto para personas particulares como para toda la población, liberándolos de la epidemia del cólera y de la invasión extranjera, por lo que San Espiridón es considerado el principal protector de Corfú.
Nota:
* Teoforo, del griego "θεοφόρος", [Zeofóros], portador -del Espíritu- de Dios.
** Según otras fuentes no fue su fortuna sino "un valioso recipiente".
Primer santo sínodo ecuménico, el milagro de san Espiridón
Primer santo sínodo ecuménico, el milagro de san Espiridón
Ἀπολυτίκιον Ἦχος α’. Τοῦ λίθου σφραγισθέντος.
Τῆς Συνόδου τῆς πρώτης ἀνεδείχθης ὑπέρμαχος, καὶ θαυματουργὸς θεοφόρε, Σπυρίδων Πατὴρ ἡμῶν· διὸ νεκρᾷ σὺ ἐν τάφῳ προσφωνεῖς, καὶ ὄφιν εἰς χρυσοῦν μετέβαλες· καὶ ἐν τῷ μέλπειν τὰς ἁγίας σου εὐχάς, Ἀγγέλους ἔσχες συλλειτουργούντάς σοι Ἱερώτατε. Δόξα τῷ σὲ δοξάσαντι Χριστῷ· δόξα τῷ σὲ στεφανώσαντι· δόξα τῷ ἐνεργούντι διὰ σοῦ, πᾶσιν ἰάματα.
Apolytikion tono 1º
Fuiste revelado como triunfador del Primer Concilio Ecuménico y como obrador de milagros, portador de Dios, nuestro Santo Padre Espiridón. Por esto llamaste de la tumba a una que se había muerto y convertiste una serpiente en oro; y al cantar tus santas oraciones, los Ángeles servían contigo, santísimo Padre. Gloria al Señor que te glorifico! Gloria a Él que te corono! Gloria al Señor que por medio de ti obra sanidades para todos!
Κοντάκιον Ἦχος β’. Τὰ ἄνω ζητῶν.
Τῷ πόθῳ Χριστοῦ τρωθεὶς, Ἱερώτατε, τὸν νοῦν πτερωθείς, τῇ αἴγλῃ τοῦ Πνεύματος, πρακτικὴ θεωρία, τὴν πρᾶξιν εὗρες θεόπνευστε, θυσιαστήριον θεῖον γενόμενος, αἰτούμενος πᾶσι θείαν ἕλλαμψιν.
Kontakion en el segundo tono 2º
Le diste alas a tu mente con el fuego del Espíritu, herida por el amor a Cristo. Tu trabajo práctico fue la práctica de la contemplación, oh inspirado Espiridón. Te convertiste en un altar divino, implorando iluminación para todos.
Fuentes consultadas: saint.gr, diakonima.gr, johnsanidopoulos,com(foto), cristoesortodoxo.com, "Συναξαριστής της Ορθοδόξου Εκκλησίας" Αποστολική Διακονία, "Aγιολόγιο της Ορθοδοξίας" Χριστού Δ. Τσολακίδη