Versos:
"La pareja no emparejada es decapitada por una espada, teniendo un emparejamiento de sus almas por amor".
En el quinto Episteme y Galacteón fueron decapitados.
Cuando ella vio que se llevaban a su marido para ser torturado por su fe Cristiana, rogó para que ella también pudiera morir.
"La pareja no emparejada es decapitada por una espada, teniendo un emparejamiento de sus almas por amor".
En el quinto Episteme y Galacteón fueron decapitados.
Cuando ella vio que se llevaban a su marido para ser torturado por su fe Cristiana, rogó para que ella también pudiera morir.
Los sirios y las autoridades romanas se vieron felices de
complacerla en su pedido. Los nombres de estos dos valientes mártires son Galacteón (del
gr. “Γαλακτίων”, [Galacteón]), y Episteme
o Epistemia (del gr. “Επιστήμη”, [Epistími]).
Ellos vivieron en el s.III d.C., en los tiempos del emperador Decio. Sus historias, de amor mutuo y de amor por el Evangelio de Jesucristo, han movido a generaciones de creyentes a celebrar su victoriosa fidelidad.
Su bella aventura se inició a principios del Siglo Tercero
en el antiguo mundo de Fenicia (actual Líbano). Fue ahí, en la ciudad de Edesa,
que una pareja muy adinerada – Klitofón (del gr.”Κλειτοφών”,[Klitofón]) y su
esposa Leukípi (del gr. “Λευκίππη”, [Leukípi]) - vivían con una pena secreta: el hecho,
profundamente problemático, de que no importaba cuánto oro le habían entregado
a los sacerdotes paganos que gobernaban el pueblo, pero que no habían podido
concebir un hijo. (Ninguno de los dos se imaginaba, al tiempo que se lamentaban
por la esterilidad de su matrimonio, que pronto ellos serían los padres de un
gran mártir para la Santa Iglesia.) Ellos vivieron en el s.III d.C., en los tiempos del emperador Decio. Sus historias, de amor mutuo y de amor por el Evangelio de Jesucristo, han movido a generaciones de creyentes a celebrar su victoriosa fidelidad.
En aquellos días la antigua ciudad estaba gobernada por un
brutal dictador sirio, Secundus, quien por encima de todas la cosas aborrecía a
los cristianos. Su oposición al Evangelio de Jesucristo era tan feroz que
ordenó a sus soldados mostrar sus temibles instrumentos de tortura en cada
esquina de las calles… al tiempo que hacían saber a viva voz que los mismos
serían usados sin ningún tipo de misericordia contra aquellos que fueran
suficientemente tontos como para unirse a “la secta del Nazareno.”
Los instrumentos, de sólo verlos, producían un gran terror,
y aun a pesar de ello muchos seguían convirtiéndose en secreto a la nueva fe.
Uno de esos conversos fue un viejo y harapiento mendigo llamado Onuphrios (Onofrio),
cuyas vestiduras desgarradas ocultaban una simple túnica y la dignidad de uno
de los monjes de Cristo. Este piadoso mendigo llegaba cada día a las casas
opulentas de la ciudad… y donde podía predicaba suave, pero persuasivamente, la
verdad del Hijo de Dios y la salvación que nos ofrece a todos gratuitamente.
Un día, mientras Onofrio pedía limosna de puerta en puerta,
llegó hasta la estéril y afligida Leukípi. El monje disfrazado escuchó en
silencio su historia y sus esperanzas defraudadas, y entonces le contó acerca
de los muchos milagros que habían ocurrido dos siglos atrás por el Salvador de
Galilea. Leukípi creyó. Ella aceptó a Cristo en su corazón y fue bautizada en
el nombre del Santo Redentor. De pronto sintió surgir la esperanza. Soñó que
pronto le habría de nacer un hijo suyo… y que también habría de ser un
cristiano devoto. Junto a ella se encontraba, lleno de gozo, su asombrado
esposo al que, la que pronto sería madre, lo persuadió para que aceptara
bautizarse en la Verdadera Fe. Y así ambos abandonaron la idolatría y abrazaron
el Cristianismo.
Martirio de los Santos Galacteón y su esposa Episteme. 5 de Noviembre. |
Ahora ellos era una familia cristiana y cuando llegó el niño
lo bautizaron como “Galacteón”, a quien lo educaron en la fe. Le proveyeron de
una buena educación y lo instaron a casarse al tiempo que disfrutaba de una
brillante carrera profesional. Cuando alcanzó la edad de 24 años, su padre
arregló su casamiento con una bella y joven, socialmente reconocida, llamada
Episteme.
Su futuro parecía perfecto… pero el joven Galacteón se
sentía desasosegado e intranquilo. En el fondo no deseaba casarse –pues
anhelaba la severa y austera vida ascética de un monje Cristiano. Cuando
compartió con su prometida estas aspiraciones ella no sólo lo alentó… sino que
también le confesó que tenía la determinación de vivir, tal como él, una vida
de devota religiosidad. Al final, aunque estuvieron formalmente casados, ellos
estuvieron de acuerdo en permanecer castos, cosa que hicieron hasta el final de
sus días.
Estos dos jóvenes llegaron a vivir su devoción a Cristo con
tal ardor que bautizaron a uno de los siervos de la familia, el fiel Eutolmios,
en la misma fe gozosa que ahora era el centro de sus vidas. Alejándose
completamente de la gran ciudad ellos se escondieron en dos Monasterios en el
Monte Publión (uno para hombres y otro para mujeres), cerca del Monte Sinaí, donde los devotos monjes hacían lo mejor posible
para escapar de la temible represión que estaba tomando lugar contra el
Cristianismo alrededor de ellos.
Resplandecieron brillantemente en sus monasterios. Fueron
los primeros en trabajo, los primeros en oración, los primeros en humildad y
obediencia, y los primeros en amor. Por un tiempo ellos pudieron rezar y
meditar en paz. Pero sus horas de tranquilidad estaban destinadas a convertirse
en angustia y sufrimiento. Muy pronto una sombra siniestra cayó sobre la
montaña cuando llegaron los pelotones de soldados. No abandonaron sus monasterios ni se vieron
hasta poco antes de su muerte. Mientras la cruel persecución contra los
cristianos se hacía, día a día, cada vez peor, Episteme tuvo una visión
celestial en la cual ella y su esposo caminaban a través de un hermoso palacio
gobernado por un Poderoso Rey –una persona bondadosa que sonreía gozosamente
mientras colocaba coronas de oro sobre sus cabezas.
Comenzó una feroz persecución y ambos fueron llevados ante
el tribunal en Alejandría bajo el mando del gobernador Ursus. Cuando los
paganos azotaron sin piedad a Galacteón, Fue en ese entonces que Episteme vio a
su amado esposo ser arrastrado hacia la tortura y la muerte… Episteme lloró. Entonces
ella le rogó a sus captores con palabras como estas: “¡Tómenme también a mí! ¡Mátenme
al mismo tiempo en que lo asesinan!”. Los torturadores se sintieron muy felices
de poder complacerla.
Ellos sufrieron terriblemente. Fueron azotados y les
insertaron cañas debajo de sus uñas. Luego les cortaron las manos y los pies.
Cuando finalmente fueron decapitados – mientras rezaban fervientemente y
confesaban su fidelidad al Señor- su fiel siervo Eutolmios juntaría sus restos
para darles una sepultura digna y Cristiana.
Eutolmios había sido un esclavo de los padres de Episteme, y luego un
monje con Galacteón. También escribió la vida de estos maravillosos mártires de
Cristo que sufrieron y recibieron sus coronas en el cielo en el año 253, bajo
el reinado del Emperador Romano Decio. Galacteón tenía 30 años en su martirio,
mientras que Episteme tenía 16 (alrededor de 20 según otras fuentes).
Los Santos Mártires Galacteón y su esposa Episteme de Edesa. Menologio Basilio II. |
Algunos años después, el siervo que había cuidado de sus
reliquias, Eutolmios, escribió un conmovedor elogio en el que describía el amor
trascendente que habían experimentado el uno por el otro así como por su
Salvador, quien dio su propia vida para redimir al mundo del pecado.
Llenas de sufrimiento, pero al mismo tiempo llenas de gozo,
la vida de estos dos mártires cristianos brilla como las estrellas en la bóveda
del cielo. De ellos aprendemos que el amor mutuo entre un hombre y su esposa
brota maravillosamente del mismo amor que Dios Todopoderoso y Misericordioso
envía a los hombres en todo momento y lugar en el que se encuentran.
Ellos murieron… pero en su abnegado amor por cada uno y por
el Evangelio de Jesucristo… ¡ellos viven!
El amor espiritual de los santos
El amor físico, en comparación con el amor espiritual, es
menos que una sombra a una sustancia sólida. La hermandad de la sangre y del
cuerpo no son nada comparadas con la hermandad del espíritu. Galacteón lo
prometió a la doncella Episteme. Galacteón bautizó a Episteme y, después de
eso, ambos recibieron la tonsura monástica. Su amor físico fue reemplazado por
el amor espiritual, un amor tan fuerte como la muerte. Tan grande fue el amor
espiritual de Galacteón por Episteme que nunca quiso verla con sus ojos
físicos. Ni el contacto físico ni la cercanía son necesarios para el amor
espiritual.
Tan grande fue el amor espiritual de Episteme por Galacteón que
cuando supo que lo habían torturado, corrió tras él, rogándole que no la
rechazara, sino que la recibiera como compañera sufridora, ya que él era su padre
y hermano espiritual. Cuando los despiadados torturadores azotaron el cuerpo
desnudo de Galacteón, la santa Episteme lloró. Sin embargo, cuando los
torturadores les cortaron las manos y los pies para Cristo, ambos se
regocijaron y glorificaron a Dios. Tan grande fue el poder de su amor por
nuestro Señor Jesucristo, y tan grande fue el amor espiritual con el que se
amaron. En verdad, el amor físico es como una colorida mariposa que pasa
rápidamente, pero el amor espiritual es perdurable.
Ἀπολυτίκιον Ἦχος α’. Τῆς ἐρήμου πολίτης.
Tὴν
λαμπρὰν ξυνωρίδα τῶν μαρτύρων τιμήσωμεν ὥσπερ συζυγίαν ἀρίστην καὶ
κλειτὴν καὶ θεόφρονα· τὸν θεῖον Γαλακτίωνα πιστοί, ὁμοῦ σὺν Ἐπιστήμῃ τῇ
σεμνῇ. Δι' ἀσκήσεως γὰρ πόνων ἀθλητικὴν ἐξήνθησαν φαιδρότητα. Δόξα τῷ
ἐνισχύσαντι ὑμᾶς, δόξα τῷ στεφανώσαντι, δόξα τῷ ἐνεργοῦντι δι' ὑμῶν
πᾶσιν ἰάματα.
Apolitiquio tono 1º
Honremos los fieles a estos dos atletas comprometidos, Galacteón y la modesta Episteme. Sus labores ascéticas florecieron en el martirio, por eso les clamamos: Gloria al que os ha fortalecido; Gloria al que os ha coronado; Gloria a Aquel que por medio de vosotros obra sanidades para todos.
Apolitiquio tono 4º
Tus Mártires, Oh Señor, lucharon valerosamente por recibir
como premio la corona de la vida incorruptible, Dios nuestro e inmortal. Ya que
ellos poseían Tú fortaleza fueron capaces de enfrentarse a los tiranos y
destruir completamente la débil presunción de los demonios. Oh Cristo Dios, por
sus oraciones, salva nuestras almas ya que Tú eres misericordioso.
Condaquio tono 2º
Los Mártires de Cristo se encuentran ahora en tu compañía
pues respondieron de manera resplandeciente en sus pruebas; Oh reconocido
Galacteón y tu santa Esposa y compañera en el sufrimiento, Episteme, rueguen
por nosotros al Señor nuestro Dios.
Κοντάκιον Ἦχος β’. Τὰ ἄνω ζητῶν.
Μαρτύρων Χριστοῦ, τοῖς δήμοις ἠριθμήθητε, ἀγῶσι στεῤῥοῖς, φαιδρῶς ἀγωνισάμενοι, Γαλακτίων ἔνδοξε, σῦν συζύγῳ σεπτῇ καὶ συνάθλῳ σου, Ἐπιστήμη, τῷ μόνῳ Θεῷ, πρεσβεύοντες ἄμφω ὑπὲρ πάντων ἡμῶν.
Otro condaquio tono 2º
Fuiste contado entre los ejércitos de los mártires, porque fuiste glorioso en poderosas contiendas, oh Galacteón con tu compañera sufriente Episteme. Orad sin cesar al Dios Único por todos nosotros.
Fuentes: *saint.gr * "Prólogos de Ohrid" de Nikolai Velimirovic *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.