Versos:
"Realmente sirviendo como diácono en la tierra, en los cielos Felipe recibes una recompensa".
Felipe el oficiante recibió su recompensa el undécimo.
Nacido en la Cesarea Palestina, el Apóstol Felipe, (uno de los Siete Diáconos), vivió dos asombrosas aventuras en su camino a la santidad en la Santa Iglesia de Dios. En una ocasión se tuvo que medir contra el ingenio de un terrible hechicero que estaba haciendo todo lo mejor que podía con tal de evitar la propagación del Cristianismo.
Felipe sobrevivió a esa prueba– y luego se asombró al ser
transportado por el aire por un Angel del Señor a la lejana Azotus, una antigua
ciudad Palestina ubicada a mitad de camino entre Joppa y Gaza, a donde fue
llamado para predicar el Santo Evangelio a todo aquél dispuesto a escuchar."Realmente sirviendo como diácono en la tierra, en los cielos Felipe recibes una recompensa".
Felipe el oficiante recibió su recompensa el undécimo.
Nacido en la Cesarea Palestina, el Apóstol Felipe, (uno de los Siete Diáconos), vivió dos asombrosas aventuras en su camino a la santidad en la Santa Iglesia de Dios. En una ocasión se tuvo que medir contra el ingenio de un terrible hechicero que estaba haciendo todo lo mejor que podía con tal de evitar la propagación del Cristianismo.
Por un tiempo la vida de Felipe, en las décadas posteriores
a Jesús, parecía bastante ordinaria. Padre de cuatro hijas –las cuatro habían
recibido el don de profetizar el futuro y también habían tomado los votos de
virginidad perpetua-, era sobrio, trabajador laborioso y un concienzudo hombre
de familia.
Sin embargo su vida cambió de la noche a la mañana al haber sido
elegido por los Doce Apóstoles como diácono y asignado (con San Esteban, quien
fuera el primer mártir cristiano al haber sido apedreado hasta la muerte) para
ayudar a las viudas y a los huérfanos así como a otras almas necesitadas en la
ciudad de Jerusalén.
Sin embargo la vocación de San Felipe se hizo cada vez más
dificultosa. Llevada fuera de Jerusalén debido al aumento de la persecución a
los Cristianos, buscó refugio en Samaria, alrededor del año 35, en donde
predicó el Evangelio, realizó numerosos milagros, sanó a los enfermos y
ocasionalmente liberó de los demonios a personas que habían sido poseídas por
esos espíritus malignos.
Fue en Samaria que se dio la competencia contra Simón el
Mago.A primera vista daba la impresión que el gran mago vencería al humilde
apóstol de Palestina –ya que poseía la habilidad de realizar asombrosos juegos
de mano así como de transformar piedras y otros objetos en animales, y de
realizar trucos que ilusionaban vanamente y al mismo tiempo aterrorizaban a sus
espectadores.
Felipe enseñando al eunuco |
Sin embargo, sorprendentemente, el famoso hechicero se vio
sobrecogido cuando vio realizar repetidamente al apóstol la única clase de
proeza que él No podía conseguir –expulsar a los inmisericordes demonios que
aquejaban a los Samaritanos, quienes se veían, de ese modo, curados
completamente de una gran variedad de enfermedades. Finalmente Simón el Mago se
convirtió al Evangelio de Jesucristo dejándolo todo para seguir al Apóstol
Felipe mientras predicaba.
Lo que siguió fue una notable conversión. Cuando San Felipe
se acercó al alto oficial de la corte de la Reina, lo encontró leyendo un
pasaje del libro de Isaías del Antiguo Testamento en el cual el gran Profeta
predecía el arribo de un Santo Redentor que salvaría al mundo. Aprovechando
esta oportunidad el Diácono Felipe comenzó a explicarle al eunuco de la Reina
Candace, quien estaba políticamente muy bien ubicado, la historia completa de
la Pasión de Cristo, su muerte y Resurrección.
Felipe bautizando al eunuco |
Maravillado, el curioso eunuco le preguntó al santo cómo una
persona se podría unir al grupo de seguidores del Santo Evangelio, ante lo cual
Felipe se vio obligado a explicarle con gran detalle el sacramento del
Bautismo. Se había dado la ocasión de que los viajeros se encontraban en un
lugar del camino cerca del cual había un pequeño riachuelo. Inspirado por el
ardiente evangelizador y su ardiente carisma el eunuco ordenó que todo el
séquito se detuviese.
Saltando fuera de su carruaje, el eunuco llevó a Felipe al
borde de las aguas –en donde recibió el Santo Bautismo en ese mismo lugar. (Uno
sólo se puede imaginar la consternación que deben haber sufrido los oficiales
de la reina y los cortesanos cuando presenciaron la inmersión del eunuco dentro
de las aguas, mientras el solícito apóstol rezaba sobre él.)
Sin embargo ese fue un momento verdaderamente Providencial.
Como una figura altamente respetada dentro del séquito de la reina, el eunuco
tenía una gran influencia –que posteriormente ayudaría a atraer más conversos
para la Iglesia.
San Felipe el Apóstol, de los Siete Diáconos |
Esas aventuras fueron inolvidables. No obstante ellas
palidecen frente a otro evento extraordinario… en el cual el atónito
evangelizador fue transportado repentinamente por los aires a muchas millas de
distancia de Tierra Santa hasta la ciudad de Azotus (conocida en la actualidad
como Ashod). Dándose cuenta de que sus protestas resultaban inútiles, Felipe
hizo el trabajo que le fue instruido, consiguiendo exitosamente muchas más
conversiones para el Señor Jesucristo.
Posteriormente en su vida, el itinerante San Felipe serviría
como Obispo de Tralles, Lidia, en la lejana Asia Menor, donde una vez más
cumpliría todo aquello que se le había pedido. Leal y fiel hasta el final, este
siervo de Dios gozó de una pacífica vejez y murió en brazos del Todopoderoso.
Un diácono antes que todo, es un servidor –y la vida de San
Felipe nos muestra lo que realmente significa el servicio al Santo Señor
Jesucristo. Listo a viajar en el momento en que se avisa y también dispuesto a
sacrificar su vida en cualquier momento por el martirio, este obediente sujeto
se ganó un glorioso lugar en el panteón de los santos gracias a su silenciosa
humildad.
Ἀπολυτίκιον (Κατέβασμα) Ἦχος γ’. Θείας πίστεως.
Θείας χάριτος, πλήρης ὑπάρχων, διηκόνησας, τὴ Ἐκκλησία, ὡς Διάκονος Τοῦ Λόγου Ἀπόστολε, θεοσημείαις δὲ θείαις χρησάμενος, τῆς Σαμαρείας τὰ πλήθη κατηύγασας. Μάκαρ Φίλιππε, Χριστὸν τὸν θεὸν ἱκέτευε, δωρήσασθαι ἠμὶν τὸ μέγα ἔλεος.
Apolitiquio tono 3
Lleno de gracia divina, serviste en la Iglesia como diácono de Dios el Logos, oh Apóstol. Al obrar milagros y señales de Dios, iluminaste a las multitudes de Samaria. Oh bendito Felipe, suplica a Cristo nuestro Dios para que nos conceda su gran misericordia.
Έτερον Ἀπολυτίκιον Ἦχος γ’.
Ἀπόστολε Ἅγιε Φίλιππε, πρέσβευε τῷ ἐλεήμονι Θεῷ, ἵνα πταισμάτων ἄφεσιν, παράσχῃ ταῖς ψυχαῖς ἡμῶν.
Otro Apolitiquio tono 3
Κοντάκιον Ἦχος δ', Ἐπεφάνης σήμερον.
Μιμητὴς γενόμενος, τοῦ Διδασκάλου, δι' αὐτὸν Ἀπόστολε, ταὶς τῶν Ἁγίων τῶν αὐτοῦ, χρείαις πιστῶς διηκόνησας, ὅθεν σὲ πάντες, πιστοὶ μακαρίζομεν.
Condaquio tono 4
Oh Apóstol Felipe, ya que fuiste iluminado por el Espíritu Santo, iluminaste la tierra y sus confines con los rayos de tus sabias enseñanzas y los milagros a aquellos que iniciaste en la fe.
Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury; saint.gr; synaxarion.gr, diakonima.gr