miércoles, 11 de octubre de 2023

San Felipe el Apóstol, de los Siete Diáconos

Versos: 
"Realmente sirviendo como diácono en la tierra, en los cielos Felipe recibes una recompensa".
Felipe el oficiante recibió su recompensa el undécimo.

Nacido en la Cesarea Palestina, el Apóstol Felipe, (uno de los Siete Diáconos), vivió dos asombrosas aventuras en su camino a la santidad en la Santa Iglesia de Dios. En una ocasión se tuvo que medir contra el ingenio de un terrible hechicero que estaba haciendo todo lo mejor que podía con tal de evitar la propagación del Cristianismo.
Felipe sobrevivió a esa prueba– y luego se asombró al ser transportado por el aire por un Angel del Señor a la lejana Azotus, una antigua ciudad Palestina ubicada a mitad de camino entre Joppa y Gaza, a donde fue llamado para predicar el Santo Evangelio a todo aquél dispuesto a escuchar.
Por un tiempo la vida de Felipe, en las décadas posteriores a Jesús, parecía bastante ordinaria. Padre de cuatro hijas –las cuatro habían recibido el don de profetizar el futuro y también habían tomado los votos de virginidad perpetua-, era sobrio, trabajador laborioso y un concienzudo hombre de familia. 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
Sin embargo su vida cambió de la noche a la mañana al haber sido elegido por los Doce Apóstoles como diácono y asignado (con San Esteban, quien fuera el primer mártir cristiano al haber sido apedreado hasta la muerte) para ayudar a las viudas y a los huérfanos así como a otras almas necesitadas en la ciudad de Jerusalén.
Sin embargo la vocación de San Felipe se hizo cada vez más dificultosa. Llevada fuera de Jerusalén debido al aumento de la persecución a los Cristianos, buscó refugio en Samaria, alrededor del año 35, en donde predicó el Evangelio, realizó numerosos milagros, sanó a los enfermos y ocasionalmente liberó de los demonios a personas que habían sido poseídas por esos espíritus malignos. 
Fue en Samaria que se dio la competencia contra Simón el Mago.
A primera vista daba la impresión que el gran mago vencería al humilde apóstol de Palestina –ya que poseía la habilidad de realizar asombrosos juegos de mano así como de transformar piedras y otros objetos en animales, y de realizar trucos que ilusionaban vanamente y al mismo tiempo aterrorizaban a sus espectadores. 
 
 
 



Felipe enseñando al eunuco


 
 
 
 
Sin embargo, sorprendentemente, el famoso hechicero se vio sobrecogido cuando vio realizar repetidamente al apóstol la única clase de proeza que él No podía conseguir –expulsar a los inmisericordes demonios que aquejaban a los Samaritanos, quienes se veían, de ese modo, curados completamente de una gran variedad de enfermedades. Finalmente Simón el Mago se convirtió al Evangelio de Jesucristo dejándolo todo para seguir al Apóstol Felipe mientras predicaba.
Lo que siguió fue una notable conversión. Cuando San Felipe se acercó al alto oficial de la corte de la Reina, lo encontró leyendo un pasaje del libro de Isaías del Antiguo Testamento en el cual el gran Profeta predecía el arribo de un Santo Redentor que salvaría al mundo. Aprovechando esta oportunidad el Diácono Felipe comenzó a explicarle al eunuco de la Reina Candace, quien estaba políticamente muy bien ubicado, la historia completa de la Pasión de Cristo, su muerte y Resurrección.  
 
 
 
 
 

Felipe bautizando al eunuco


 
 
 
Maravillado, el curioso eunuco le preguntó al santo cómo una persona se podría unir al grupo de seguidores del Santo Evangelio, ante lo cual Felipe se vio obligado a explicarle con gran detalle el sacramento del Bautismo. Se había dado la ocasión de que los viajeros se encontraban en un lugar del camino cerca del cual había un pequeño riachuelo. Inspirado por el ardiente evangelizador y su ardiente carisma el eunuco ordenó que todo el séquito se detuviese.
Saltando fuera de su carruaje, el eunuco llevó a Felipe al borde de las aguas –en donde recibió el Santo Bautismo en ese mismo lugar. (Uno sólo se puede imaginar la consternación que deben haber sufrido los oficiales de la reina y los cortesanos cuando presenciaron la inmersión del eunuco dentro de las aguas, mientras el solícito apóstol rezaba sobre él.) 
Sin embargo ese fue un momento verdaderamente Providencial. Como una figura altamente respetada dentro del séquito de la reina, el eunuco tenía una gran influencia –que posteriormente ayudaría a atraer más conversos para la Iglesia.
 
 
 

 
San Felipe el Apóstol, de los Siete Diáconos


 
 
Esas aventuras fueron inolvidables. No obstante ellas palidecen frente a otro evento extraordinario… en el cual el atónito evangelizador fue transportado repentinamente por los aires a muchas millas de distancia de Tierra Santa hasta la ciudad de Azotus (conocida en la actualidad como Ashod). Dándose cuenta de que sus protestas resultaban inútiles, Felipe hizo el trabajo que le fue instruido, consiguiendo exitosamente muchas más conversiones para el Señor Jesucristo.
Posteriormente en su vida, el itinerante San Felipe serviría como Obispo de Tralles, Lidia, en la lejana Asia Menor, donde una vez más cumpliría todo aquello que se le había pedido. Leal y fiel hasta el final, este siervo de Dios gozó de una pacífica vejez y murió en brazos del Todopoderoso.
Un diácono antes que todo, es un servidor –y la vida de San Felipe nos muestra lo que realmente significa el servicio al Santo Señor Jesucristo. Listo a viajar en el momento en que se avisa y también dispuesto a sacrificar su vida en cualquier momento por el martirio, este obediente sujeto se ganó un glorioso lugar en el panteón de los santos gracias a su silenciosa humildad.
 
 
 




 

Ἀπολυτίκιον  (Κατέβασμα) Ἦχος γ’. Θείας πίστεως.
 
Θείας χάριτος, πλήρης ὑπάρχων, διηκόνησας, τὴ Ἐκκλησία, ὡς Διάκονος Τοῦ Λόγου Ἀπόστολε, θεοσημείαις δὲ θείαις χρησάμενος, τῆς Σαμαρείας τὰ πλήθη κατηύγασας. Μάκαρ Φίλιππε, Χριστὸν τὸν θεὸν ἱκέτευε, δωρήσασθαι ἠμὶν τὸ μέγα ἔλεος.

Apolitiquio tono 3

Lleno de gracia divina, serviste en la Iglesia como diácono de Dios el Logos, oh Apóstol. Al obrar milagros y señales de Dios, iluminaste a las multitudes de Samaria. Oh bendito Felipe, suplica a Cristo nuestro Dios para que nos conceda su gran misericordia.
 
 
 
 
Έτερον Ἀπολυτίκιον Ἦχος γ’.
 
Ἀπόστολε Ἅγιε Φίλιππε, πρέσβευε τῷ ἐλεήμονι Θεῷ, ἵνα πταισμάτων ἄφεσιν, παράσχῃ ταῖς ψυχαῖς ἡμῶν.


Otro Apolitiquio tono 3

Oh Santo Apóstol Felipe, intercede ante el Dios misericordioso para que nos conceda a nuestras almas el perdón de nuestras ofensas. 



Κοντάκιον Ἦχος δ', Ἐπεφάνης σήμερον.
 
Μιμητὴς γενόμενος, τοῦ Διδασκάλου, δι' αὐτὸν Ἀπόστολε, ταὶς τῶν Ἁγίων τῶν αὐτοῦ, χρείαις πιστῶς διηκόνησας, ὅθεν σὲ πάντες, πιστοὶ μακαρίζομεν.


Condaquio tono 4

Oh Apóstol Felipe, ya que fuiste iluminado por el Espíritu Santo, iluminaste la tierra y sus confines con los rayos de tus sabias enseñanzas y los milagros a aquellos que iniciaste en la fe.  






Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury; saint.gr; synaxarion.gr, diakonima.gr

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