Versos:
"Sembrando con lágrimas y dolor abajo, Hilarión cosecha alegría arriba".
El veintiuno, Hilarión entró en su sueño final.
Sólo en el desierto, luchó contra atemorizadoras visiones e ilusiones producto de rudos demonios que intentaban destruir su espiritualidad. En varias ocasiones escuchó el llanto histérico de niños...o los quejidos desgarradores de una mujer...o el rugido salvaje de leones intentando devorarlo. Él estaba atemorizado, sí, sin embargo se negó a ceder contra esas fuerzas de la oscuridad.
Tampoco se rindió en su búsqueda por llegar a ser un monje santo y casto, cuya vida estuviera completamente dedicada para la gloria de Dios.
Al final, este amado monje, el Venerable Hilarión el Grande, llegó a ser un héroe espiritual del desierto cuya humildad y fidelidad brillan como una estrella perenne en el firmamento Cristiano.
"Sembrando con lágrimas y dolor abajo, Hilarión cosecha alegría arriba".
El veintiuno, Hilarión entró en su sueño final.
Sólo en el desierto, luchó contra atemorizadoras visiones e ilusiones producto de rudos demonios que intentaban destruir su espiritualidad. En varias ocasiones escuchó el llanto histérico de niños...o los quejidos desgarradores de una mujer...o el rugido salvaje de leones intentando devorarlo. Él estaba atemorizado, sí, sin embargo se negó a ceder contra esas fuerzas de la oscuridad.
Tampoco se rindió en su búsqueda por llegar a ser un monje santo y casto, cuya vida estuviera completamente dedicada para la gloria de Dios.
Al final, este amado monje, el Venerable Hilarión el Grande, llegó a ser un héroe espiritual del desierto cuya humildad y fidelidad brillan como una estrella perenne en el firmamento Cristiano.
Recordando
la maravillosa vida de San Hilarión, no se encuentra cuestión y tampoco
hay duda de que llegó a ser un gran asceta y un monje santo -el
equivalente Palestino a San Antonio el Grande de Egipto, a quien buscaba
emular mientras deambulaba por el vasto y quemante desierto en la
búsqueda por lugares cada vez más apartados.
San Hilarión nació alrededor del año 291 de padres paganos que vivían en Tabatha, un pueblo-mercado ubicado al sur de Gaza, en Palestina. Delgado y enfermizo, joven de apariencia frágil, fue enviado a estudiar en las grandes escuelas de Alejandría. Ahí, a la edad de 15 años, se convirtió al Cristianismo luego de haber conocido sobre San Antonio -el gran asceta del desierto cuya fama se había difundido por ese entonces a lo largo de todo Egipto.
"Ό ΆΓΙΟΣ ΙΛΑΡΊΩΝ Ο ΜΕΓΑΣ" SAN HΙLARIÓN EL GRANDE: "ΜΗ ΚΡΑΤΗΣΗΣ ΕΧΘΡΙΝ ΕΝ ΤΙ ΚΑΡΔΙΑ ΣΟΥ" (No guardes enemistad en tu corazón) |
Con
la finalidad de aprender lo más que podía de su sabio maestro, San
Hilarión dejó a un lado sus clases formales y se unió a su mentor en los
desiertos desolados. Sin embargo, irónicamente, muy pronto descubrió
que el gran número de visitantes dirigiéndose a la ermita donde vivía
hacían casi imposible la vida en soledad del monje errante.
Con el fin de encontrar la soledad total, San Hilarión regresó a su hogar buscando encontrar la soledad absoluta que anhelaba su alma.
Una
vez de regreso a Palestina el Venerable Hilarión se enteró de que
durante su ausencia habían fallecido sus padres. Disponiendo de todos
sus bienes se retiró inmediatamente al desierto salvaje ubicado muy
cerca de Majuma.
Allí vivió la vida más simple que se pueda imaginar
mientras cultivaba la tierra y confeccionaba canastas, siguiendo la
antigua tradición de los santos ascetas. Escrupuloso sobre su dieta,
vivió por un tiempo alimentándose con sólo 15 higos al día -antes de
darse cuenta de que su salud estaba pagando las consecuencias por esta
dieta auto impuesta, para luego expandirla al punto de incluir pan,
verduras y grasas.
La
nueva vida de San Hilarión le sentaba bastante bien...pero no pasó
mucho tiempo antes de que su ya legendaria santidad y su don para sanar a
los enfermos y dar vista a los ciegos ( incluso en una ocasión llegó a
devolverle la vida a un niño que estaba muerto), empezara a atraer
multitudes de admiradores que querían imitar su auto exilio.
Con una incomodidad creciente por las noticias de la muerte de San Antonio en el año 356, el solitario melancólico descubrió que su campaña de "dejar atrás al mundo" había fallado. Era cierto que se había retirado al desierto, pero el mundo lo había seguido hasta ahí haciendo imposible que pudiese realizar su sueño de convertirse en un contemplativo solitario.
Cada
vez más frustrado y decepcionado por su propia fama lloró y se lamentó
en un momento de su vida: "Miserable yo -ya he recibido mi recompensa en
la tierra." Al final se decidió por tomar una medida radical.
Acompañado por sólo algunos monjes, volvería a la misma condición de
radicalidad vivida en Egipto, en donde San Antonio se las había
arreglado para escaparse del mundo durante mucho tiempo.
Siguiendo ese plan se instaló en Afroditopolis (Aftiah) y desde ahí comenzó a deambular por el desierto aledaño. Sin embargo su soledad duró, una vez más, bastante poco; pues a donde quiera que se dirigiese era seguido por una multitud de personas en busca de espiritualidad.
Al final se convirtió en una figura errante que podría dirigirse de Egipto a Sicilia, a Grecia...y luego a Libia, Dalmacia y finalmente a la Isla del reino de Chipre.
Fue ahí, finalmente, donde consiguió la vida de ermitaño que había buscado por tanto tiempo y que difícilmente había conseguido. Sin embargo las leyendas sobre él siguieron haciéndose cada vez más grandes. En una de esas historias, él se encontraba a la merced de unos inmisericordes ladrones que buscaban apropiarse de sus pocas pertenencias.
Él
les respondió hablándoles, gentil y amorosamente, de las maravillas del
amor y el perdón que se encuentra en Jesucristo -al punto de que los
ladrones no solamente lo dejaron ir sin hacerle daño, sino que también
se arrepintieron de las sendas del mal que habían recorrido, siendo
bautizados en ese mismo lugar.
Murió alrededor del año 372 d.C. a la edad madura de alrededor de 80 años, entre los peñascos y ventosos precipicios que había adoptado como su tierra. Después de algunos años sus reliquias fueron llevadas por su discípulo Hesiquio al antiguo y famoso monasterio Majuma en Palestina donde fueron veneradas reverentemente. Tal como San Jerónimo escribiera (año 390) en su clásica historia, " La Vida de San Hilarión", la recuperación de las reliquias de este santo hombre requirieron del uso de un poco de astucia:
"Cuando el buen Hesiquio se enteró de su muerte se dirigió a Chipre y, para no despertar sospechas entre los habitantes locales que custodiaban el lugar, pretendió que deseaba vivir en el mismo jardín donde se encontraban los restos, y después de diez meses, a pesar del gran peligro que corría su vida, cogió el cuerpo del santo. Lo llevó hasta Majuma donde los monjes y multitudes de pobladores lo llevaron en procesión para que descansaase en el antiguo monasterio, su última morada. Su túnica, la capucha y su manto estaban intactos, todo su cuerpo estaba perfecto, como si estuviera vivo, el cual despedía unas dulces fragancias que hacían suponer que había vivido embalsamado."
El venerable Hilarión el Grande ocupa un lugar muy especial en los corazones de muchos cristianos debido a las luchas espirituales que tuvo que soportar y que venció sobre sus propias pasiones ardientes, así como contra los demonios que lo persiguieron por mucho tiempo. Debido en parte a su liderazgo y su profundo compromiso con los rigores de la vida ascética, el movimiento monástico continuó floreciendo tras su muerte a lo largo de muchas áreas de Tierra Santa.
La vida del Venerable Hilarión nos provee un inolvidable ejemplo de cómo Dios nos pide a cada uno de nosotros luchar por Su causa - y cómo Él nos recompensa con el conocimiento gozoso de Su propia gloria, siempre y cuando seamos lo suficientemente valientes para asumir esas fuertes luchas.
La vida del Venerable Hilarión nos provee un inolvidable ejemplo de cómo Dios nos pide a cada uno de nosotros luchar por Su causa - y cómo Él nos recompensa con el conocimiento gozoso de Su propia gloria, siempre y cuando seamos lo suficientemente valientes para asumir esas fuertes luchas.
Ἀπολυτίκιον (Κατέβασμα) Ἦχος α’. Τῆς ἐρήμου πολίτης.
Ἐγκρατείας τὴ αἴγλη λαμπρυνθεῖς τὴν διάνοιαν, ἤστραψας θαυμάτων ἀκτῖνας Ἰλαρίων Πατὴρ ἠμῶν, καὶ γεγονὸς φωστὴρ περιφανής, καὶ στῦλος εὐσέβειας θεαυγῆς, καταυγάζων τὴ ἐνθέω σου βιοτῆ, τοὺς πίστει προσιόντας σοί. Δόξα τῷ δεδωκότι σοὶ ἰσχύν, δόξα τῷ σὲ στεφανώσαντι, δόξα τῷ ἐνεργούντι διὰ σου, πάσιν ἰάματα.
Himno de despedida tono 1º
Iluminado por la luz de la abstinencia, estabas radiante de milagros, oh Padre Hilarión. Te convertiste en un brillante pilar de piedad e iluminaste a los fieles que vinieron a ti. Gloria a Aquel que te ha fortalecido; Gloria al que te ha coronado; Gloria a Aquel que por medio de ti obra sanidades para todos.
Έτερον Ἀπολυτίκιον Ἦχος πλ. δ’.
Ταῖς τῶν δακρύων σου ῥοαῖς, τῆς ἐρήμου τὸ ἄγονον ἐγεώργησας· καὶ τοῖς ἐκ βάθους στεναγμοῖς, εἰς ἑκατὸν τοὺς πόνους ἐκαρποφόρησας· καὶ γέγονας φωστὴρ τῇ οἰκουμένῃ, λάμπων τοῖς θαύμασιν, Ἱλαρίων Πατὴρ ἡμῶν ὅσιε, πρέσβευε Χριστῷ τῷ Θεῷ, σωθῆναι τὰς ψυχὰς ἡμῶν.
Otro Himno de despedida tono plagal del 4º
Oh Hilarión nuestro Padre justo, con los arroyos de tus lágrimas cultivaste la aridez del desierto; y por tu trabajo dedicado diste fruto al ciento por uno; y fuiste luminaria, haciendo brillar este mundo con los milagros. Intercede ante Cristo Dios para que se salven nuestras almas.
Κοντάκιον Ἦχος γ’. Ἡ Παρθένος σήμερον.
Ὡς φωστῆρα ἄδυτον, τοῦ νοητοῦ σε Ἡλίου, συvελθόvτες σήμεροv, ἀνευφημοῦμεν ἐν ὕμvοις. Ἔλαμψας τοῖς ἐν τῷ σκότει τῆς ἀγνωσίας, ἅπαντας ἀναβιβάζων πρὸς θεῖοv ὕψος, Ἱλαρίων τοὺς βοώντας. Χαίροις ὢ Πάτερ, τῶν Ἀσκητῶv ἡ κρηπίς.
Condaquio tono 3º. Hoy la Vigen.
Al reunirnos en este día, cantamos tus alabanzas y te reconocemos como la luz de una estrella que nunca se apaga, la luz espiritual de la estrella de la mañana. Iluminaste con tus rayos a aquellos oscurecidos por la ignorancia y te elevaste hacia las alturas divinas, Oh Hilarión nuestro Padre, todos te aclaman: ¡alégrate, el más elevado de los Ascetas!
Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury. *johnsanidopoulos.com *saint.gr