Versos:
"La amargura de las cebollas que rechazaste, Ciriaco, dándolas un sabor dulce, o de lo contrario estarías condenado a morir".
Ciriaco, que comía cebollas, llegó a su fin el día 29.
"La amargura de las cebollas que rechazaste, Ciriaco, dándolas un sabor dulce, o de lo contrario estarías condenado a morir".
Ciriaco, que comía cebollas, llegó a su fin el día 29.
San Ciriaco el Anacoreta fue un extraordinario asceta y
devoto que vivió durante muchos años en el desierto alimentándose sólo de
hierbas y agua, al tiempo que dormía lo mínimo indispensable pasando horas
interminables en ferviente oración. También fue un valiente luchador contra una
de las más grandes herejías de su tiempo: un falso dogma propugnado por
Orígenes.
Debido a la inflexible adherencia al verdadero Evangelio alcanzada
por este monje de corazón valiente –San Ciriaco el Anacoreta- el Credo Ortodoxo
se vio protegido del error y las enseñanzas del Santo Evangelio permanecieron
fieles y auténticas.
San Ciriaco el Anacoreta
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San Ciriaco (también se le conoce como Kyriakos o
“Kyriacus”) nació del sacerdote Juan y su esposa Eudoxia el año 448 en Corinto.
Desde muy temprana edad el joven mostró una gran piedad… al punto que su tío
Pedro, Obispo de Corinto, se sintió inspirado a ordenarlo como lector para los
servicios en la Iglesia.
En ese momento sucedió algo maravilloso. Una mañana en la
que el joven, de apenas 17 años, estaba leyendo un pasaje del Evangelio de San
Mateo (16, 24), se sintió tan tocado que en ese preciso instante decidió
cambiar su vida completamente: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, tome su cruz y sígame».
Tocado en lo más íntimo de su ser por este mandato, San
Ciriaco caminó directamente desde la Iglesia hacia el puerto de Corinto en
donde abordó una embarcación en dirección a Jerusalén. Una vez en Tierra Santa
inició su preparación para la vida monástica bajo la tutela de Eustrogius… pero
muy pronto, impaciente por entrar a un monasterio, se trasladó a la Lavra
dirigida por el famoso Eutimio el Grande.
Este último determinó rápidamente que el vehemente San
Ciriaco era demasiado joven para los rigores de los votos monásticos, sin embargo
lo envió al monasterio de San Gerásimo, ubicado cerca del Río Jordán. Ahí el
buen monje encontró la perfecta tarea para el entusiasta joven –la de cocinar
para todo el monasterio.
A lo largo de los años siguientes, el joven y ardiente
creyente llevó una vida cada vez más ascética y de auto disciplina. A la muerte
de San Gerásimo retornó a la Lavra de Eutimio, que en ese entonces también
había muerto y cuyos monjes estaban siendo dirigidos por el Abad Elías.
Eventualmente San Ciriaco fue al monasterio de Souza, supervisado
espiritualmente por San Caritón – en donde, a la edad de 40 años, fue ordenado
sacerdote.
Los años que siguieron se encuentran llenos de piedad y
abnegación, los mismos que se prolongaron hasta la edad de 75 años, tiempo en que
San Ciriaco estuvo viviendo sólo en el desierto como un formidable asceta.
Posteriormente pasaría varios años en Sousakim en donde registró numerosos
detalles de las vidas de San Saba y Eutimio, contados por uno de sus
visitantes: Cirilo de Escitópolis.
"Όσιος Κυριακός ο Αναχωρητής", [Osios Kiriakós o Anajoritís], San Ciriaco el Anacoreta |
Este valiente defensor de la fe, campeón de la ortodoxia,
fue un incansable oponente del Nestorianismo (el que equivocadamente niega que
María es la Theotokos –Madre de Dios- y por lo tanto reduce a Cristo a la condición
de un profeta simplemente humano) y a la herejía de Orígenes, la que propagaba
dos gravísimos errores: la falsa creencia en la pre-existencia de las almas; y
la noción de que la salvación está disponible para todos, incluso para el
demonio.
San Ciriaco era alto y musculoso, lo que hacía de él un
atleta poderoso y un trabajador infatigable que nunca parecía debilitarse aún
en medio de los más ardorosos ayunos. En los años posteriores, mientras
caminaba en el desierto alrededor de Natupha en Palestina, sólo comía hierbas
amargas, transformadas en comestibles por la intervención de Dios.
Pasados algunos años los habitantes de las cercanías
empezaron a buscar a San Ciriaco para que los curase y, al mismo tiempo,
obtener sabiduría. Cuando uno de ellos le llevó a su hijo, poseído por el
demonio, el bondadoso monje, confiado siempre en el poder sanador de Dios,
expulsó rápidamente del cuerpo del niño al ofensivo demonio. La imponente
presencia de este monje errante inspiró muchísimas leyendas… incluyendo una en
la que se dice que tenía a un león como mascota a la cual daba de comer de su
propia mano.
Otra leyenda cuenta la maravillosa historia de cómo el monje
venció los efectos de una devastadora sequía rezando incansablemente hasta que
los cielos se abrieron, brotando de ellos un diluvio salvador.
Antes de su muerte a la venerable edad de 109 años, el
bondadoso e incasable trabajador convocó a sus monjes y los bendijo. Murió con
una oración silenciosa en sus labios. Su vida nos sirve como un recuerdo
consolador del hecho de que Dios siempre nos ayudará a mantener los verdaderos
principios de la fe – con tal de que recemos constantemente por la gracia y el
entendimiento necesarios para seguir el camino correcto hacia la
salvación.
Ἀπολυτίκιον (Κατέβασμα) Ἦχος δ’. Ταχὺ προκατάλαβε.
Χριστῷ ἠκολούθησας, καταλιπῶν τὰ τῆς γῆς, καὶ βίον ἰσάγγελον, ἐπολιτεύσω σαφῶς, ὡς ἄσαρκος Ὅσιε, σὺ γὰρ ἐν ταὶς ἐρήμοις, προσχωρῶν θείω πόθω, σκίλλη πίκρα τὴν πάλαι, πικρᾶν γεῦσιν ἀπώσω. Διὸ Κυριακὲ θεοφόρε, ἀξίως δεδόξασαι.
Apolitiquio tono 4º. Se adelantó rápidamente.
A Cristo seguiste abandonando lo terrenal, siendo claro ciudadano, como fuera de la carne, de una vida angelical, oh venerable; porque estando en los desiertos, con pasión por lo divino, de la antigua amarga Escila, el sabor amargo eliminas. Por eso Ciriaco teoforo, dignamente eres glorificado
Ἀπολυτίκιον Ἦχος α’. Τοῦ λίθου σφαγισθέντος .
Τῆς ἐρήμου πολίτης καὶ ἐν σώματι ἄγγελος, καὶ θαυματουργὸς ἀνεδείχθης, θεοφόρε Πατὴρ ἡμῶν Κυριακέ· νηστείᾳ ἀγρυπνίᾳ προσευχῇ, οὐράνια χαρίσματα λαβών, θεραπεύεις τοὺς νοσοῦντας, καὶ τὰς ψυχὰς τῶν πίστει προστρεχόντων σοι. Δόξα τῷ δεδωκότι σοι ἰσχύν, δόξα τῷ σὲ στεφανώσαντι, δόξα τῷ ἐνεργοῦντι διὰ σοῦ πᾶσιν ἰάματα.
Apolitiquio tono 1º. Sellada por la piedra.
Oh Ciriaco, padre nuestro portador de Dios, probaste ser realmente un ciudadano del desierto, un ángel encarnado y un trabajador maravilloso. Por el ayuno, la vigilia y la oración obtuviste dones celestiales con los cuales sanaste a los enfermos y a las almas que con gran fe recurrieron a ti. La Gloria sea dada a quien te dio fortaleza. La Gloria sea dada a quién te ha coronado. La Gloria sea dada a quien realizó esas curaciones por tu intercesión.
Κοντάκιον Ἦχος πλ. δ’. Τὴ ὑπερμάχω.
Ὡς ὑπερμάχω κραταιῶ καὶ ἀντιλήπτορι, ἡ σὲ τιμώσα ἱερὰ Λαύρα ἑκάστοτε, ἑορτάζει τὰ μνημόσυνα ἐτησίως, Ἀλλ' ὡς ἔχων παρρησίαν πρὸς τὸν Κύριον, ἐξ ἐχθρῶν ἐπεμβαινόντων ἠμᾶς φρούρησον, ἶνα κράζωμεν, Χαίροις Πάτερ τρισόλβιε.
Condaquio tono plagal del 4º
Observando anualmente tu santa memoria, la sagrada Lavra te
honra con toda justicia como su ayuda segura y soporte, así como a un poderoso
campeón. Ya que tú, Oh justo Ciriaco, posees la fuerza para interceder con el
Señor, protégenos de nuestros enemigos, para que podamos exclamar con ellos:
Alégrense, Oh Tres veces Padre bendito.
Fuente: Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.
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