SAN JUAN CRISOSTOMO. SOBRE LA VENERABLE CRUZ.

 

"La Cruz del Señor es desagradable y dolorosa al oído, pero es gozo y alegría. Es la causa no tanto del sufrimiento como del desapasionamiento. Para los judíos, la Cruz es tentación, para los paganos es locura, pero para nosotros, los creyentes, nos recuerda nuestra salvación. Cuando en la iglesia se lee sobre la Cruz y se recuerdan los sufrimientos en ella, los fieles se indignan ante ella y profieren un gemido lastimero y murmuran no contra la Cruz, sino contra los crucificadores y los incrédulos. Porque la Cruz es la salvación de la Iglesia, la Cruz es la alabanza de quienes esperan en ella. La Cruz nos ha liberado del mal que nos poseía y es el comienzo de las bendiciones que recibimos. La Cruz es la reconciliación de sus enemigos con Dios, la promesa de los pecadores a Cristo. Porque por la Cruz fuimos liberados de la enemistad y a través de la Cruz nos hemos hecho amables con Dios. La Cruz nos libró de la autoridad del diablo, la Cruz nos salvó de la muerte y la destrucción. La Cruz transformó la naturaleza humana en angelical, liberándola de todo lo corruptible, y nos dio vidas dignas de la inmortalidad. 

  

 

Πως βρέθηκε και υψώθηκε ο Τίμιος Σταυρός. – Ιερός Ναός Αγίας Βαρβάρας  Θεσσαλονίκης 

 

 

¡Cuán grande es el poder de la Cruz! ¡Cuán grande es el cambio que obra en la raza humana! Cómo nos ha conducido de la oscuridad profunda a la luz infinita, cómo nos ha restaurado de la muerte a la vida eterna, cómo nos ha trasladado de la corrupción a la incorrupción. ¿Qué bien no se nos produce mediante la Cruz? A través de la Cruz aprendimos la piedad y las propiedades de la esencia divina. A través de la Cruz aprendemos la verdad sobre Dios, a través de la Cruz nosotros, que estábamos lejos de Él, nos unimos a Cristo y nos hacemos dignos de la gracia del Espíritu Santo. A través de la Cruz aprendemos el poder del amor y se nos enseña a morir por los demás. A través de la Cruz somos despreciados y todo lo que hacemos no es temporal, buscamos las bendiciones del futuro y aceptamos lo invisible como si fuera visible. Se predica la Cruz, se confiesa la fe en Dios, su verdad se difunde por todo el universo. Se predica la Cruz, y la fe en la resurrección, la vida y el reino de los cielos se hace indudable. ¿Qué es más precioso que la Cruz y qué es más salvador para el...? ¿Alma? La Cruz es el triunfo sobre los demonios, la armadura contra el pecado y la espada con la que el Señor ha vencido a la serpiente. La Cruz es la voluntad del Padre, la gloria del Unigénito, el gozo del Espíritu Santo, el ornamento de los ángeles, la protección de la Iglesia, la alabanza de San Pablo, la protección de los santos, la lámpara del mundo entero.

 

 

 

 

 

 

 Miren, por muy deseada y merecidamente amable que sea la Cruz hoy, ¡fue el signo más terrible y vergonzoso de la ejecución más cruel de la antigüedad! Y la Cruz es el mejor adorno de la corona imperial, el más preciado del mundo. La imagen de la Cruz se encuentra ahora en ustedes, amos y sirvientes, esposas y esposos, doncellas y casadas, esclavos y libres. Todos colocan la señal de la Cruz en la parte más noble de su cuerpo, llevándola diariamente en la frente, como en un pilar representado. Brilla en una comida sagrada, en la vestimenta del sacerdote y junto con el cuerpo del Señor en la cena mística. La ven ondear en todas partes: en las casas, en los mercados, en los desiertos, en los caminos, en las montañas y colinas, en el mar, en los barcos, en las islas, en las cajas, en la ropa, en las armaduras, en los salones, en las vasijas de oro y plata, en las imágenes, en los cuerpos de los animales enfermos, en los cuerpos de los poseídos por demonios, en La guerra, en el mundo, por la tarde, por la noche, en las asambleas festivas y en las celdas de los ascetas. Ya nadie se avergüenza ni se sonroja al pensar que la Cruz es signo de una muerte vergonzosa. Al contrario, todos la honramos como un adorno para nosotros mismos, que ha superado coronas, diademas y piedras preciosas. No corramos, no nos asustemos, sino besémosla y honrémosla como un tesoro invaluable.

 

 

 

 

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