LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS II. Padre Athanasios Mitilineos.

 

2 Homilía 2ª El Antiguo Testamento sobre la resurrección universal de los muertos. ESCUCHAR.

2.1 La historia del heroico Job
2.2 La profecía de Oseas
2.3 Profecía de Isaías
2.4 La historia de los siete Macabeos
2.5 La historia de Judas el Macabeo
2.6 La profecía de Daniel
2.7 La profecía de Ezequiel







Homilía 2ª El Antiguo Testamento sobre la resurrección universal de los muertos

La verdad sobre la resurrección de los muertos es dogma de Fe exclusivamente cristiano, que nunca el pensamiento filosófico lo ha captado; es decir, pertenece exclusivamente al espacio de la sabiduría, la fuerza, la energía y la agapi increadas de Dios.
Sin embargo, como el Dios no ha dejado de dar testimonios sobre Sí Mismo desde la época de Adán hasta la época de Abraham, exactamente así tampoco ha dejado sin testimonios sobre la verdad de la resurrección universal de los hombres.
Así pues, en los libros del Antiguo Testamento observamos una apocálipsis-revelación continua, progresiva y más precisa de esta verdad grandiosa sobre la resurrección de los muertos. Vale la pena ocuparnos de este testimonio que da el Cristo dentro de Su logos, en el Antiguo Testamento, y ver cómo de Su logos conduce progresivamente, como os dije, cada vez más a la aclaración del tema.
 

La historia del heroico Job
 
Es conocida la historia de Job, con el horror de su lepra, paralelamente con la amargura de los logos de sus tres amigos que fueron a consolarle. Y Job, entre otras cosas, dijo a ellos unos logos dignos de señalar. Estos constituyen el punto esencial de todo aquel diálogo admirable que se hizo entre Job y sus tres amigos reyes, que fueron como consoladores de la desgracia del anterior soberano Job. Estos logos son los siguientes:
Conozco que Aquel eterno me liberará de los males y sufrimientos de esta vida mía terrenal; resucitará mi cuerpo, que saborea y sufre agotándose de todas estas calamidades, porque esta resurrección se realizará por el Señor y omnipotente Dios. Estas cosas que yo conozco en mi interior muy bien, las conozco con el ojo (espíritu) de mi psique. Las ve el ojo de la fe y nadie más. Todas estas las cosas considero ya realizadas, con la esperanza que me da mi fe que reposa en mi corazón (psicosomático).
Por tanto, Job, pues, supera su enfermedad y a sí mismo, y ve esta grandeza, que nadie la ve, sino sólo él. Con el ojo (espíritu, nus) de su psique ve que el Dios le resucitará, le dará una piel nueva y un cuerpo nuevo.
No diga alguien que le daría curación. No olvidemos que detrás de las dimensiones históricas de un acontecimiento del Antiguo Testamento hay aquello, lo lejano, que se realiza en la persona del Mesías y en Sus obras. Si no fuera así todas estas cosas la Santa Escritura no las salvaguardaría. Si realmente queremos entender el logos de Dios y estar en su espíritu verdadero, tal y como ha descrito el Espíritu de Dios estas grandes verdades, así deberemos ver las cosas.
 

La profecía de Oseas
 
Oseas en el capítulo 13 pasaje 14, escribe: “¡Pero yo los libraré del poder del hades; los salvaré del poder de la muerte! ¿Dónde están, muerte, tus estragos? ¿Dónde están, hades, tus azotes? ¿Dónde está tu aguijón envenenado?”. Es decir, ¿dónde está tu condena que he traído para que mueran todos los hombres, oh muerte? ¿Dónde está tu aguijón envenenado, como el de una avispa, oh Hades, que recogías las psiques de todos!…
Este logos no recuerda aquel logos admirable que más tarde dirá el Apóstol Pablo en su Epístola a los Corintios 15,55, y que volveremos muchas veces en esto. Dice exactamente las mismas palabras.
 

Profecía de Isaías
 
El profeta Isaías en el capítulo 25 pasaje 19, lo escribe más claro aún: “Resucitarán los muertos, y se levantarán los que están en las tumbas”. Como veis, vamos progresivamente y más detalladamente. Aquí observamos, hermanos míos, que hay un realismo, es tan intenso en las profecías siguientes que nos sorprende, y excluye toda cuestión de alegoría o metáfora.
 

La historia de los siete Macabeos
 
También son famosos los últimos logos de los siete Macabeos, que murieron por martirio junto con su madre Salomé y el maestro de ellos Eleazar en la época de Antíoco el Epífanes, uno de los descendientes de Alejandro Magno. (Los festejamos el 1 de Agosto).
Es sabido que Antíoco el Epífanes realmente torturó los hebreos de entonces -pero los piadosos hebreos; no todos- porque deseaba helenizarlos. Además, por esta razón se ha escrito la Sabiduría Sirac, para poner un parapeto, un impedimento contra la helenización de los hebreos.
Por favor, poned atención en este punto, quizás vais a decir en vuestro interior: “¿Pero no era bueno que los hebreos se helenizaran? ¿Por qué no helenizarse y convertirse en helenos?”
Pero cuando decimos Helas, helenismo, espíritu helénico, no damos a entender un espacio geográfico, sino una mentalidad y una forma de pensar. Porque si pensamos que Hélade (Grecia) se había extendido entonces hasta los confines de la tierra, y después perdimos todas aquellas conquistas que se habían hecho por Alejandro Magno, esto no significa que la Hélade (Grecia) se haya borrado. En principio por supuesto que aún hay una Hélade (Grecia) geográficamente, que es nuestro país ahora. Pero no quiero dar a entender esto. 








Cuando decimos Helas (Grecia) damos a entender la forma de pensar, el espíritu y la mentalidad helénica. Helás, pues, no es simplemente un lugar geográfico. Además como Helás, helenista en sentido amplio se puede calificar también el Occidente entero. Europa y América se pueden calificar como Helás, helenistas. ¿Por qué? Porque Occidente piensa helénicamente. Cuando decimos helénica, entendemos que el pensamiento y la fundamentación de la civilización occidental es helénica (griega).
Esto, pues, quería imponer Antíoco el Epífanes en Palestina, a los hebreos. No quería simplemente conquistarlos –además Palestina ya estaba conquistada por Alejandro Magno- tampoco quería tenerlos cautivos, porque los hebreos hacían a menudo revoluciones para liberarse. No. Quería imponer un cambio de mentalidad y de pensamiento a los hebreos. Por eso por primera vez en la historia de los hebreos se fundaron en Jerusalén gimnasios y academias tipo helénico. Quería hacer que los hebreos pensasen helénicamente.
Igual que hoy, por una parte sí, occidente piensa helénicamente, pero por otra parte, sus frutos ya no son helénicos. Sus cimientos son helénicos. Por eso vemos que el espíritu helénico que occidente ha tomado de Helade (Grecia) vuelve a Grecia pero no es aquello que ha salido de aquí; es algo distinto. ¡Lo veis! Por ejemplo Yanis* sale de Grecia y Jony o Juan vuelve a Grecia! No es exactamente lo mismo.

* Yanis (Ioannis, Juan) es un nombre propio masculino teofórico de origen hebreo (en hebreo: יהוחנן‎, romanizado: Yəhôḥānān - en hebreo: יוחנן‎, romanizado: Yôḥānān, lit. 'Yahvé es misericordioso')."
 
Así, pues, estas cosas que retornan, finalmente vienen para destruir Grecia. Pues, tal y como nosotros ahora pensamos que entrando el espíritu occidental que está degenerado y perdemos nuestra identidad helénica e intentamos hacer una resistencia, exactamente lo mismo intentaban hacer también los hebreos del siglo II antes de Cristo. Espero que ahora me entendáis. Es decir, luchaban para afrontar la corriente del pensamiento helenista, que estaba entrando en la patria de ellos y quería cambiarlos de aquello que tenían: la fe en el verdadero Dios, con todas las esperanzas proféticas sobre el Mesías, como Redentor de la humanidad. Por lo tanto el tema realmente es enorme. Podría hablaros horas sobre esto, pero me salgo de mi tema.
En aquellos días, pues, fueron martirizados los siete Macabeos con este admirable martirio, que es modelo del martirio cristiano, único de este tipo dentro en el Antiguo Testamento. Por supuesto que los hebreos han sufrido mucho durante sus operaciones bélicas, derrotas de distintos enemigos, etcétera, pero el martirio para la fe nunca se les fue impuesto. Sólo los siete Macabeos fueros martirizados por la Fe, y así, como os dije, son prototipo o modelo del martirio cristiano. La manera por la que estos siete jóvenes héroes afrontan el martirio es ejemplar.
Había una madre, viuda, que había muerto su marido, con quien había tenido siete varones, muy guapos, uno más bello que el otro. Entonces Antíoco IV Epífanes había impuesto a los Israelitas que comiesen carne de cerdo, porque esto era una forma de poder desarraigar las “profundidades” de la Ley. 



Resurrección del Señor (Portada del Evangelio)-s.XIV y XV d.C. (Escuela de Creta), Monasterio de Ivyron, Monte Atos




Igual que hoy, decimos que vamos a quitar el ayuno, cambiar las fechas de la Pascua, de modo que la celebremos con otras religiones y con los heterodoxos (cacodoxos), hacer la semana de diez días en vez de siete… unas cosas así que se asimilan a los tipo extranjeros (extraños, ajenos), mientras que la realidad no es otra cosa que un anzuelo para desarraigar la esencia. No os impresione esto. Así pues, que no se considere una cerradura de mente el que estos siete jóvenes insistían en no comer carne de cerdo. Esta era la razón. No era una cabezonería.
Así cuando fueron llamados a comer carne de cerdo, dijeron no. Entonces Antíoco  Epífanes los amenazó con torturarlos. Vale la pena que leáis en II Macabeos el capítulo 7. Todo el capítulo se refiere al martirio de ellos. Os ruego que lo leáis en vuestras casas. El libro original está escrito en helénico; tiene una lengua muy bella, no es de traducción. Recopilo algunas respuestas de estos siete jóvenes.
Mientras fue martirizado el primero, vino el turno del segundo y, a punto de expirar, dijo a Antíoco IV Epífanes: “¡Tú, criminal, nos quitas la vida presente; pero el Rey del mundo nos resucitará y nos dará después una vida eterna a los que morimos por sus leyes!”.
Y el tercero, extendió las manos con valor, diciendo con gallardía: “Del cielo, es decir, de Dios, he recibido estos miembros, y ahora los desprecio por amor de sus leyes, porque tengo la esperanza y sé que un día el mismo Dios me los devolverá”.
¡Atención! ¡Estamos en II siglo antes de Cristo. ¡Es realmente impresionante ver cómo el Espíritu de Dios describe todas estas cosas en el libro de la Santa Escritura! ¡Impresionante!… No dice nada sobre la psique-alma, no habla nada sobre ella; habla sobre los miembros del cuerpo. Porque en el martirio, si lo quieren, no puede entrar la psique. ¿Dónde va a entrar? ¿En la ruedas? ¿En las sartenes, en los aceites candentes? ¿Dónde?… El cuerpo y sus miembros sufren estas cosas. Además lo dijo, que los miembros del cuerpo padecen, y pierde estas cosas que le ha dado el Dios, y las volverá a tener. ¡Recuperará sus manos, sus pies, sus ojos, todo! ¿No os llama la atención esto, que hable sobre revivificación de los miembros del cuerpo humano? ¡Qué realismo!
Y el cuarto, a punto de morir, dijo: “Es preferible sucumbir en manos de hombres, teniendo en Dios la esperanza de ser resucitados de nuevo por él. Pero para ti no habrá resurrección para la vida, sino de juicio”. ¡Maravilloso!




El Descenso al Hades (Pectoral dorado - relicario) - 1507 - 1517 d.C. - Monasterio de Vatopedi, M.Atos




Finalmente Antíoco ve que es vencido por estos jóvenes que permanecen firmes en su Fe, a pesar del horrible martirio que sufren, cree que satisfará su egoísmo ganando al último, el séptimo que era el más pequeño. Así que creyendo que la madre de ellos, Salomé, ahora tiene mucho dolor -¡atended por favor, estaba presente en el martirio de sus hijos!- y creyendo que como madre influiría a su hijo pequeño que hiciera culto a los ídolos y comer carne de cerdo, manda a ella su hijo pequeño para que le hable, calculando que una madre podría en momentos así decir a su hijo: “Hijo mío, por favor, ten piedad de mí; he perdido seis hijo, tus seis hermanos, no quiero perderte a ti también”. En esto calculaba Antíoco.
Escuchad ahora qué dijo esta gloriosa y bienaventurada madre a su hijo: “Hijo mío, ten compasión de mí, que durante nueve meses te llevé en mis entrañas, y te he amamantado durante tres años y te he alimentado y te he criado y educado hasta la edad que ahora tienes. Te pido, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra y a todo lo que hay en ella, que reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada y que de la misma manera hizo el género humano”.
Esta expresión “Dios lo hizo todo de la nada” es única en la Santa Escritura que la envidiarían todos los sistemas filosóficos. Está claro que está fuera de toda lógica, es cuestión sólo de apocálipsis-revelación que de la nada se ha creado todo. Esta frase la ha tomado san Basilio y la puso en su Divina Liturgia. Porque Aristóteles decía que de la nada o del cero igual nada o cero, o nada se ha hecho de la nada, en cambio la apocálipsis-revelación de Dios dice que “todo se ha creado de la nada”. ¡Esto dijo una madre a su hijo pequeño!
No temas a este verdugo; hazte digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que tengas parte en la misericordia con tus hermanos”. O sea, acepta la muerte por martirio para volver a tenerte otra vez con tus hermanos en el tiempo de la misericordia (increada) de Dios. Atención, ¿cuál es esta misericordia de Dios? ¡Es la resurrección de los muertos! Es decir, ¡cuando el Dios dará Su misericordia, compasión para que sean resucitados los hombres, entonces mis hijos, tú junto con tus hermanos os volveré a tener!
¡Habéis visto, por favor, la magnitud de la confesión de fe en la resurrección universal de los muertos!… ¡Nos sorprende y nos maravilla, queridos míos! 




El Descenso al Hades - Portada del Evangelio (edición Phoenix, Venecia 1848) - 1671 d.C. - Monasterio de Simonopetra, M. Atos







¡Pero iré un paso más allá: habéis visto la psique-alma de una madre, admirable y bienaventurada, una madre heroica de la Fe y de la patria!…
De verdad, amigos míos, no sé cómo nosotros veríamos a nuestros hijos, y qué les aconsejaríamos. Posiblemente tendríamos miedo que les pasase algo, si estuviesen en un peligro así, y sobre todo por la Fe de ellos. ¿Quizás estamos preparados abandonarlo todo con tal que nuestro hijo no sufra? ¿Qué madre tendría el valor de decir estas palabras a su hijo como las que dijo Salomé? Pero estas cosas se han escrito sobre Salomé como modelo, como ejemplo. Y no creáis que el honor y el valor sería menor, a cualquier época, si una madre hablase así a sus hijos. ¡Durante el día del Juicio, el día en que Dios nos pedirá cuentas, ella también será glorificada al lado de Salomé con aquellos gloriosos hijos suyos! ¡Sí!
¡Pero una cosa sola os ruego: crear y educar nuestros hijos con espíritu heroico! Sólo esto os digo. ¡Con espíritu heroico debemos instruir a nuestros hijos, y no con espíritu blando, espíritu de buena vida cómoda y ay que no le pase nada, que no sufra nuestro hijo y al futuro veremos!… No queridos míos, no; ¡con espíritu heroico debemos instruir y educar a nuestros hijos! Pero por supuesto que nuestros hijos deben ver este espíritu heroico también en nosotros. ¡Cread y educad héroes de la Fe y de nuestra patria! Porque, no lo olvidemos, si alguna vez nos atacan los enemigos, no combatirán helenos cualesquiera, sino aquellos que creen en Dios. Así son las cosas y creo que estáis de acuerdo también vosotros. Su patria la aman sólo aquellos que creen y aman a Dios; de otra manera dirán aquello histórico de los franceses «¿Pour­qu­oi, por qué?». Está claro que nadie quiere la guerra, pero cuando peligran la fe y las cosas sagradas uno combatirá. Pues, combatirán sólo aquellos que son héroes de la Fe.
De todas formas, las palabra de esta mujer, Salomé, son un monumento de verdadera educación, de percepción ortodoxa en la relaciones de padres e hijos y la fe ortodoxa a Dios; además, apocaliptan-revelan también una fuerza profética por la futura resurrección de los muertos, que es una fe universal.



La historia de Judas el Macabeo

Judas el Macabeo –está en II Macabeos, capítulo 12- en una batalla habían muerto bastantes soldados suyos y cuando fueron a enterrarlos, se dio cuenta que en el seno de ellos tenían unos amuletos idólatras. Diríamos que eran como los amuletos que muchas veces algunos hombres toman de los magos –como huesos o alas de murciélagos, pétalos, etcétera- y se los ponen encima supuestamente como si les protegieran, para que no tengan mal de ojo y todos estos cuentos que dicen. Pues, Judas el Macabeo percibió que los soldados que habían muerto, tenían este tipo de amuletos encima de su cuerpo, y observó que sólo aquellos que llevaban amuletos habían sido matados. Entonces entendió que el Dios los había castigado, porque llevaban estos objetos idólatras.
Y qué hizo: “Contó los soldaos muertos e hizo una colecta soldado por soldado y reunió hasta dos mil dracmas de plata, que envió a Jerusalén para que ofrecieran un sacrificio por el pecado; e hizo muy bien por esta acción elevada y noble, inspirada en el pensamiento de la resurrección de los muertos. Puesto que si él no hubiera esperado que aquellos muertos habían de resucitar, vano, necio y superfluo hubiera sido orar por ellos” (II Mac 12, 43-44). Es decir, que uno haga sacrificios para hombres que habían caído en pecado, si no hay resurrección de los muertos, esto sería una nimiedad y una tontería.
¡De modo que el sagrado historiador hasta pone un comentario sobre la resurrección de los muertos! Este comentario nos recuerda al Apóstol Pablo que dice: “Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana, vacía e inútil; aún estáis sumergidos en vuestros pecados” (1Cor 15,16-17). Pero, como os dije, progresamos más en la apocálipsis-revelación del realismo de la resurrección de los muertos.



La profecía de Daniel

El Profeta Daniel nos describe de forma precisa y clara la resurrección de los muertos. Escuchad lo que dice en el capítulo 12: “Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán; unos para la vida eterna, otros para la vergüenza y la ignominia perpetua” (Dan 12,2). Dice muchos, que quiere decir todos, y no dice han muerto, sino de los que están dormidos en el polvo de la tierra, todos resucitarán. Os recordaré algo del Nuevo Testamento. Cuando el Cristo dice: “Ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que será derramada para muchos” (Mt 26,28 Mrc 14,24). No da a entender que el Cristo ha derramado Su Sangre simplemente para muchos, sino para todos los hombres.
También aquí vemos que dice que la muerte es “dormir”. ¿Sabéis por qué habla sobre “dormir”? Porque cada hombre que duerme, despierta, es decir, cada hombre que muere resucita. Además, habla sobre el “polvo de la tierra”. ¡Realismo terrible y admirable! Incluso dice que la resurrección será en dos categorías de hombres: una categoría es “en resurrección de vida”, que es la vida eterna; y la otra es “en resurrección de juicio”.
Aunque en el Salmo 1 se dice algo que lo explotan los testigos de Jehová. Dice: “por eso no resucitarán los impíos para juicio” (Sal 1,5). Pero esto no significa que los impíos no resucitarán sino que no resucitarán para la vida eterna. Porque estas cosas serían contradictorias entre sí. Resucitarán todos, pero no todos para la vida eterna sino en resurrección para juicio, es decir, condena.
Y continúa Daniel: “Los justos brillarán entonces como el resplandor del firmamento, por toda la eternidad y serán muchos como las estrellas”. ¡Así que se salvarán muchos!… Una vez preguntaron al Señor: “¿Señor serán pocos los salvados?”; y no dijo si serán pocos ni muchos, sino: “que luchéis para entrar” (Lc 13,23). Aquí vemos que son muchos los que se salvarán. ¿Sabéis por qué? Para que no digan los hombres: ¿Cuántos se salvarán; ¿si en los diez billones de hombres sólo una decena se salva, entonces el Dios no tendrá compasión para el resto?”. Sabéis existe esta psicología en los hombres de que el Dios tendrá compasión y pena por nosotros, y algo hará.









Atención, hermanos míos: no se hará ni más ni menos de lo que el logos de Dios apocalipta-revela. El Dios no miente ni juega. Si fuera de hacer algo nos lo diría. No olvidemos que en las profecías cuando habla de amenazas de guerras para los hebreos, a la vez también ofrece la redención. Dice: “Os castigaré, os mandaré cautivos a Babilonia, después yo castigaré aquellos que os han secuestrado en el cautiverio; y otra vez os restableceré” (Sal 77,61-66· Is 13,2· Jer 37,16-19· Ez 25,1-17, etc). ¿Por qué el Dios lo dice por adelantado? Porque el Dios no miente y no duda decir aquello que va hacer. Cuando pues, no deja margen de apocatástasis o restablecimiento, no vayamos a creer que todos serán salvados y restablecerá todo, como decía Orígenes; en el sentido que incluso el diablo será perdonado, y entonces todo será muy bonito. No, amigos míos, no; ¡la realeza increada de Dios es eterna y el Infierno será eterno! Esto no debe engañarnos y que no se nos escape, creyendo que se hará algo distinto. Por eso aquí dice que serán muchos los que se salvarán.
¡Y sabéis qué terrible será! Os diré un pequeño ejemplo de la vida escolar, y los que fuisteis alumnos entenderéis la psicología de la cosa. No estudiáis vuestras asignaturas, y creéis que muchos alumnos no aprobarán el curso, como vosotros y así tendréis compañía. Pero veis que aprueban casi todos, y tú quedarás en el mismo curso, sólo tú y dos o tres más. ¡Qué sorpresa! ¡Así que han aprobado los otros, y nosotros hemos quedado al mismo curso!… He aquí amigos míos, esta es una sorpresa agónica, terrible. Los que fueron alumnos y tuvieron un poco de agonía en sus interiores por los exámenes, entienden el lenguaje que hablo. Sorpresa terrible. ¿Sabéis qué piensan algunos alumnos que han tenido un fracaso en los exámenes y en septiembre volverán a examinarse? ¡Ojalá que haya una guerra, así los profesores no vayan a examinarlos!… Sí es así; y no es injustificable. ¡Esto manifiesta que la sorpresa será terrible, si vemos muchos salvarse, y nosotros quedarnos fuera!
La profecía de Daniel aún muestra también el futuro de los hombres dentro de la realeza increada de Dios, y dice: “Los justos brillarán entonces como el resplandor del firmamento, por toda la eternidad”. ¡Brillarán!!! ¡Brillarán!!! El Cristo dijo: “Entonces los justos resplandecerán como el sol en la realeza increada de su Padre” (Mt 13,43). Y lo mostró en Su Metamorfosis o Transfiguración. Pero este tema sobre el futuro de cuerpo nos ocuparemos en futuras homilías.
Y dice a Daniel el ángel que le apocalipta-revela todas estas cosas: “Y tú, Daniel vete a descansar; y pasarán tiempos y tiempos hasta que todo esto se haga; entonces cuando se cumplan los tiempos tu resucitarás y te encontrarás entre los que son semejantes a ti, con los justos” (Dan 12,13).
¿Habéis visto? ¡Resucitarás! ¡De modo que en este caso la muerte con esta condición de resurrección, es un descanso, no una disolución! ¡Cosa terrible es la muerte…horrible! …¡pero con la esperanza de la resurrección, es descanso! Es algo que lo esperan los santos con alegría.


La profecía de Ezequiel

Este realismo de Daniel compite con el realismo de la visión del profeta Ezequiel. Es aquella profecía que leemos cuando hacemos la procesión del Epitafio en la Iglesia. Esta lectura y profecía de Ezequiel, diría que sobresale especialmente en todo este Oficio, que por supuesto son las vísperas del Gran Sábado Santo. ¡Es magnífica! ¡Es una profecía bella, llena de esperanza! Os dije que compite en realismo con lo que escribe Daniel, escuchadla: “El Señor puso su mano sobre mí, me trasladó por medio de su espíritu y me dejó en medio de la vega, que estaba llena de huesos” (Ez 37,1). 
¿Habéis entrado alguna vez en un desordenado osario de algún pueblo, que generalmente refleja su desorden? Porque realmente el cementerio y el osario de un lugar son el espejo de la ciudad o del pueblo; que lo sepamos esto. Si entras en un osario y veis los huesos medio fundidos, dentro de unos sacos tirados en un almacén, pulverizados por la lluvia y el viento, diréis: “¡Dios mío, Dios mío!” Amigos míos, que debemos cuidar nuestros cementerios y osarios muestra que creemos al futuro de nuestros seres queridos y de nosotros mismos. Pero cuando cuidamos la tumba o los huesos, no lo hacemos por vanagloria o simplemente así es, sino porque creemos en la resurrección de los muertos. Porque como veremos, y esto ya lo sabéis ya después de tantas homilías sobre la Resurrección de Cristo, que los mismos cuerpos nuestros resucitarán. ¡Pero por supuesto que no porque habría la necesidad recogerlas para que no se pierda ningún huesecito, no vaya ser que uno resucite y le falte algún huesecito…! No es por esto, sino por la misma manera que cuidamos la tumba o el panteón. Vamos encendemos una vela, un candil, ponemos incienso y flores; ¿por qué hacemos estas cosas? ¿Quizás el muerto va a oler las flores, o quizás -aquella tontería que dicen algunos- de que con la luz del candil o de la vela el muerto vea en el otro mundo, para que no camine en la oscuridad?… Cuando hacemos todo esto es en honor de la persona, que como imagen de Dios un día resucitará y estará en pie. Puesto que es en honor, ¿por qué no tener también la tumba limpia, cuidada y adornada, el tiempo que durará en la tumba, que expresa lo de “espero la resurrección de los muertos” que decimos en el Credo o Símbolo de Fe.



El Descenso a los Hades - Evangelio "a manos de Lucas el Ungrovlach" y "Santiago el Hieromonje de Simonopetra" (Plata, dorada) - 1629 d.C. - Monasterio de Simonopetra, M. Atos.




Pues, en un ambiente así el Dios condujo a Ezequiel, en un campo lleno de huesos humanos, y nos apocalipta-revela: “2Me hizo pasar por ellos en todas las direcciones. Era una cantidad inmensa a lo largo de la vega y estaban completamente secos. 3. Y me dijo: “Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?”. Yo le respondí: “Señor Dios, tú lo sabes”. 4. Y me dijo: “Profetiza sobre estos huesos y diles: ¡Huesos resecos, escuchad el logos del Señor! Nos dirá el Apóstol Pablo que la resurrección de los muertos se hará “por el logos de Dios” (1Tes 4,15) -¡concordancia entre Antiguo y Nuevo Testamento! Y dirás oh profeta: 5. Esto dice el Señor Dios a estos huesos: Yo haré que entre de nuevo el espíritu en vosotros y reviviréis. 6. Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os echaré encima la piel y os infundiré el espíritu y viviréis, y sabréis que yo soy el Señor”, ¡el sabio, el fuerte que ama a los hombres! No olvidéis estas tres: sabiduría, fuerza y agapi de Dios; son estas tres que darán la resurrección de los muertos. Estas pide el Dios de Ezequiel que diga a aquellos huesos.
Y el Profeta dice: 7. Yo profeticé como me había ordenado, y mientras profetizaba se sintió un ruido, un terremoto; hubo un estremecimiento y los huesos se juntaron armónicamente unos a otros”. Recordad el terremoto, cuando el Cristo estaba encima de la cruz, que se abrieron las tumbas y salieron los muertos. Acordaos de esto. Esto no fue una profecía sino un acontecimiento. ¡Sabéis queridos míos qué significa que después de una profecía tener un acontecimiento! ¡Es terrible y admirable!
Continuamos la profecía: 8. Miré y vi aparecer sobre ellos los nervios, crecer la carne y recubrirse todo de piel. Pero no tenían el espíritu de vida. 9. Entonces él me dijo: “Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Esto dice el Señor Dios: ¡Ven, espíritu, de los cuatro espíritus y sopla sobre estos muertos para que revivan!”, es decirhabla por cuenta mía al Espíritu Santo. Atención aquí por favorAquí de una manera el Dios Padre dice al profeta que se dirija al Espíritu Santo: “Estas cosas dice el Señor: Tú, el Espíritu Santo ven espíritu de los cuatro puntos cardinales y sopla sobre estos muertos y vivirán“, aquí espíritu quiere decir viento, aire y los cuatro espíritus son los cuatro puntos cardinales: Este, Oeste, Norte y Sur.
Así que el Espíritu Santo nos dará el soplo (en energía increada) de la resurrección. Pero la resurrección se hará en potencia de Cristo. Esto es lo que dijo el Cristo: “Pero yo os digo la verdad, os conviene que yo me vaya. Porque si no me voy, el Paráclitos (Espíritu Santo) no vendrá a vosotros, pero si me voy, os lo enviaré” (Jn 16,7). Y el Espíritu Santo que permanece en la Iglesia, Él nos dará la resurrección de los muertos. Pero atención a esto: nunca el Espíritu Santo vendría para darnos la resurrección de los muertos si el Hijo de Dios no se hubiese hecho hombre y resucitado para que nosotros también resucitemos.
 
 
Y continúa: “10. ¡Profeticé como el Señor me había ordenado, y el espíritu entró en aquellos huesos, que se reanimaron y se pusieron en pie. Era una cantidad inmensa!…”. ¡Terrible y magnifico!… Habíamos dicho la vez anterior que por eso este período Pentecostario no nos arrodillamos, porque a la posición de levantados en pie es tipo o modelo de nuestra resurrección; es decir, que resucitaremos y estaremos en pie con los dos pies, los corporales. ¡No con pies espirituales, sino somáticos corporales!
Y después: “me dijo el Señor profetiza y diles a estos –los judíos- esto dice el Señor Dios: Mirad, yo abriré vuestras tumbas y os haré salir de vuestros sepulcros“.
Es cierto que esta profecía tiene dos dimensiones: una es nacional y la otra esjatológica. Pero decidme: ¿Se podría dar una imagen tan tremenda para un renacimiento nacional? Sin embargo el Dios la da; porque el renacimiento nacional es una dimensión o forma del siglo presente –realmente esto sucedió en los hebreos y pasó- pero detrás de esto está el renacimiento escatológico universal: ¡la resurrección de los muertos! Por eso es grandiosa, terrible y realista esta imagen de la resurrección de los muertos.
Así que, amigos míos, vemos que esta imagen terrible del profeta Ezequiel se realizará por una y última vez más, se realizará en el “ésjato-último día”, donde se hará la resurrección de los muertos.
Pero aquí terminamos, de modo que el siguiente Domingo, si Dios quiere, veremos cómo exactamente nos apocalipta-revela en el Nuevo Testamento la resurrección de los muertos. Allí ya veremos de una forma muy clara que el centro, el núcleo por el que es dirigido el Nuevo Testamento entero, y también en general la Santa Escritura, es la Resurrección de Cristo y la resurrección de los muertos.
¡Cómo, pues, podemos no alabar a Dios, ni agradecerle por esta Su gran donación, que con Su sabiduría (increada) y Su agapi (amor, energía increada) realizó la obra de nuestra resurrección psicosomática!

Que Dios os bendiga








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«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento» (Luc. 5,32)