San Gregorio de Nisa.(+ 395)
Del Padre procede el Hijo por Quien son todas las cosas y con Quien el Espíritu Santo es siempre e inseparablemente conocido, pues no se puede pensar en el Hijo sin estar iluminado por el Espíritu. Así, por una parte, el Espíritu Santo, fuente de todos los bienes distribuidos a las criaturas, está unido al Hijo con el que está inseparablemente concebido; por su parte, Su ser está suspendido del Padre de Quien procede. Por consiguiente, la noción característica de su propiedad personal es ser manifestado después del Hijo y con Él, y subsistir procediendo del Padre. En cuanto al Hijo que manifiesta por Sí mismo y consigo mismo al Espíritu que procede del Padre, sólo Él brilla con luz inalcanzable como Hijo unigénito. Esa es su noción propia, la que lo distingue del Padre y del Espíritu Santo y lo designa personalmente. En cuanto al Dios supremo, la noción eminente de su Hipóstasis es que sólo Él es Padre y que no procede de ningún principio: por esta característica es designado personalmente...
Así como al observar en un espejo puro el reflejo de la forma que en él se produjo, se tiene un conocimiento exacto del rostro allí representado, asimismo, si se conoce al Hijo, se recibe en el corazón la marca de la Hipóstasis Paterna, por el conocimiento del Hijo. En efecto, todo lo que pertenece al Padre es visto en el Hijo, y todo lo que pertenece al Hijo, pertenece al Padre, puesto que el Hijo permanece enteramente en el Padre, y a su vez tiene al Padre, enteramente, en Él. Por eso la Hipóstasis del Hijo es como la forma y el rostro del conocimiento perfecto del Padre, y la Hipóstasis del Padre es perfectamente conocida en la forma del Hijo, aunque las particularidades que en ellos se consideran se mantienen para establecer una distinción clara entre las Hipóstasis. (Epístola 38)
Del Padre procede el Hijo por Quien son todas las cosas y con Quien el Espíritu Santo es siempre e inseparablemente conocido, pues no se puede pensar en el Hijo sin estar iluminado por el Espíritu. Así, por una parte, el Espíritu Santo, fuente de todos los bienes distribuidos a las criaturas, está unido al Hijo con el que está inseparablemente concebido; por su parte, Su ser está suspendido del Padre de Quien procede. Por consiguiente, la noción característica de su propiedad personal es ser manifestado después del Hijo y con Él, y subsistir procediendo del Padre. En cuanto al Hijo que manifiesta por Sí mismo y consigo mismo al Espíritu que procede del Padre, sólo Él brilla con luz inalcanzable como Hijo unigénito. Esa es su noción propia, la que lo distingue del Padre y del Espíritu Santo y lo designa personalmente. En cuanto al Dios supremo, la noción eminente de su Hipóstasis es que sólo Él es Padre y que no procede de ningún principio: por esta característica es designado personalmente...
Así como al observar en un espejo puro el reflejo de la forma que en él se produjo, se tiene un conocimiento exacto del rostro allí representado, asimismo, si se conoce al Hijo, se recibe en el corazón la marca de la Hipóstasis Paterna, por el conocimiento del Hijo. En efecto, todo lo que pertenece al Padre es visto en el Hijo, y todo lo que pertenece al Hijo, pertenece al Padre, puesto que el Hijo permanece enteramente en el Padre, y a su vez tiene al Padre, enteramente, en Él. Por eso la Hipóstasis del Hijo es como la forma y el rostro del conocimiento perfecto del Padre, y la Hipóstasis del Padre es perfectamente conocida en la forma del Hijo, aunque las particularidades que en ellos se consideran se mantienen para establecer una distinción clara entre las Hipóstasis. (Epístola 38)
Fuentes consultadas: fatheralexander.org, agiografies-eikones.gr/Αγία-Τριάδα-