Obras teológicas.
En dogmática y moral,
pese a su temperamento práctico, no especulativo, opta por los grandes teólogos
griegos contemporáneos: Basilio, Gregorio Nacianceno, Dídimo el Ciego, Cirilo
de Jerusalén y Epifanio. Si bien no fue original, muestra en alto grado la
capacidad de captar los problemas, de asimilar las soluciones y de encontrar
formulaciones nítidas para ellas, en lo que supera aun a sus maestros. Se
muestra más personal en su teología práctica. Como Tertuliano, pero ajeno a su
extremismo, tendía a interpretar el cristianismo en términos jurídicos. Sin
embargo, se nota que Ambrosio, a pesar de su legalismo, era también un místico.
Sus obras propiamente
dogmáticas son sólo tres. El De fide ad Gratianum fue escrito
a petición del joven emperador Graciano. Da muestra de una visión
simplifícadora y carente de toda percepción del desarrollo histórico al estimar
que el arrianismo consiste en una única e idéntica herejía. Cuatro años
después, en el De incarnationis dominicae sacramento, modifica algo
esa visión rígidamente unitaria y acepta tomar en consideración las dos formas
de arrianismo que se mantenían vivas: el anomoioísmo de Eunomio y el homoioísmo
de los semiarrianos. En su debate con los arríanos latinos, fíeles al esquema
rígido Logos-sarx, Ambrosio tuvo éxito donde habían fallado sus
máximos maestros griegos, ya que poseía, como herencia de la cristología de
Tertuliano, un claro esquema cristológico del tipo Verbum-homo.
Desarrolló en consecuencia una teología de la humanidad perfecta de Cristo y
pudo fundar sobre ella una exégesis de las dos naturalezas que resultó ser un
arma devastadora para el apoyo bíblico tradicional del arrianismo. Condensó
también los resultados del debate oriental sobre la divinidad del Espíritu
Santo en su De Spiritu Sancto.
A Ambrosio se debe en
buena parte que el Occidente latino (originalmente muy crítico de ella) acabase
recibiendo la teología oriental de las tres hipóstasis en su forma modificada
por los Capadocios.
La teología trinitaria de Ambrosio, poco original aparentemente,
es un testimonio notable de un neo-nicenismo latino de propia impronta.
Obras pastorales.
Sus escritos
pastorales traslucen la tarea del obispo en la catequesis de catecúmenos y
neófitos, la reintegración de los pecadores arrepentidos en la comunidad y la
disciplina del clero. Proyectaba su estudio en su enseñanza catequética. Luego
redactaba los sermones pronunciados en forma de tratados, con las consiguientes
suturas y retoques. Puede estudiarse el contraste de los escritos editados
con los sermones originales en los que fueron recogidos taquigráficamente por
oyentes. Es el caso del De sacramentis y de la Explanatio symboli
ad initiandos, una catequesis en una de las etapas claves del catecumenado.
Tanto el De mysteriis como el De sacramentis son instrucciones
dadas a los neófitos. Hoy se considera que el De sacramentis ha
sido la recensión estenográfica de un oyente de los sermones pronunciados por
Ambrosio, en el curso de una misma semana. En otra oportunidad, Ambrosio
decidió publicar un tratado tomando como tema su catequesis habitual a los
neófitos sobre el significado simbólico de los ritos de iniciación. Es lo que
origina el De mysteriis. En ambos escritos encontramos datos
interesantes sobre la celebración en la iglesia de Milán.
Cuando te pregunté:
"¿Renuncias al diablo y a sus obras?," ¿qué respondiste? Renuncio.
"¿Renuncias al mundo y a sus placeres?," ¿qué respondiste? Renuncio.
Acuérdate de lo que has dicho y nunca te olvides del conjunto de garantías
dadas. Si firmas un pagaré a otro te has obligado para recibir su dinero, te
has comprometido de firme y, aunque de mala gana, estás en deuda con tu
acreedor. Si lo protestas, vas al juez y allí quedas obligado por la garantía
dada (De sacramentis II 5).
Después de esto se te
ha abierto el Santo de los santos. Has entrado en el santuario de la
regeneración. Recuerda lo que se te ha preguntado. Reconoce lo que has
respondido. Renunciaste al diablo y a sus obras, al mundo, su lujuria y
placeres. Tu palabra ha quedado guardada no en un sepulcro de muertos sino
en el libro de los vivos (De mysteriis II 5).
El De
paenitentia es una refutación del rigorismo de los novacianos, que no
ponían término a la penitencia que imponían a los culpables de pecados graves y
los mantenían apartados de la comunión. La refutación se desarrolla en un doble
plano. El primero es que los novacianos se hacen una imagen de Dios diferente
de la que da la Escritura. El segundo, que no atienden la palabra del
Señor sobre el poder de las llaves dado a su Iglesia. Lo que está en juego en
la controversia es el poder sacerdotal de perdonar los pecados ante Dios y no
sólo el de poner un término a la penitencia eclesiástica.
El De officiis
ministrorum está dedicado a su clero. Inspirado en el De
officiis de Cicerón, sustituye la moral estoica (antropocéntrica) por
la cristiana. De una manera general, Ambrosio toma de Cicerón los cuadros de su
desarrollo; pero en el interior de estos cuadros se entrega a otra fuente, la
Biblia, que sigue con complacencia y fervor, con abundancia y libertad. En la
obra concurren tres géneros literarios: la disputatio filosófica,
la expositio de la fe y la exhortatio a la
santidad.
Fue un entusiasta del
ideal ascético con panegíricos de la virginidad y de la continencia. El De virginibus y
el De viduis son significativos de sus tratados
ascéticos. La virginidad es para él una virtus principalis, una
virtud nueva, germinada de la Encarnación del Verbo, que hace
partícipe a la humanidad de la integridad divina. El origen celeste de la
virginidad cristiana tiene como efecto el transformar en celeste, ya sobre esta
tierra, la vida de los que la abrazan. El modelo por excelencia es la vida de
María Virgen. De esto mismo trata ampliamente en De institutione
virginis.
Ambrosio introduce en Occidente el canto antifonario, en que todo
el pueblo cantaba al unísono. Compuso también himnos de contenido catequético,
que tuvieron pronta difusión. La autenticidad de cuatro de ellos queda atestiguada
por san Agustín.Como era de esperar de sus cualidades y formación retórica, alcanzaron renombre sus oraciones fúnebres. La más sentida, la de su hermano Sátiro. La de los emperadores Graciano y Valentiniano II no fueron sólo de circunstancias. La del emperador Teodosio (395) vino a ser su testamento político.
Fuentes consultadas: holytrinitymission.org, saint.gr, pemptousia.gr