Fue un pensador sólido, brillante, de gran originalidad y talentos e intereses multifacéticos. Fue poeta, dramaturgo y publicista. Khomiakov tenía una educación excepcional y era una persona conocedora de enorme erudición en una amplia gama de campos.
Nicolás I (zar
del Imperio ruso y rey de Polonia entre 1825 y 1855) desconfiaba de los hombres
de iniciativa e imaginación, y sobre todo, temía esa libertad que para
Khomiakov era indispensable. Khomiakov fue un gran patriota ruso, pero fue, por
encima de todo, un auténtico cristiano, y, por lo tanto, la policía sospechaba
que era revolucionario y libre pensador. Ninguno de sus libros se pudo publicar
en Rusia durante su vida. La historia, la filosofía, la política, todo atraía
su atención; pero su principal
contribución fue en la teología.
Su manera de ver
era tan inusitada, y la verdadera imagen de la ortodoxia se había visto
desfigurada durante tanto tiempo por los burócratas eclesiásticos, que
Khomiakov fue acusado de modernismo, y sólo después de su muerte le
reconocieron como auténtico portavoz de su Iglesia. Su más sorprendente afirmación fue que tanto Roma como el
protestantismo representaban la misma actitud individualista hacia la religión,
mientras que el Oriente cristiano había conservado la original interpretación
del cristianismo. Su enseñanza era que las Iglesias occidentales, fijando la
autoridad eclesiástica en el Papa o en la Biblia, se habían separado igualmente
de la antigua tradición, según la cual toda la comunidad era inspirada y guiada
por el Espíritu Santo.
Antes de
la época de Khomiakov, los teólogos ortodoxos se habían visto fuertemente
presionados por los controversistas occidentales y habían tratado de defenderse
con argumentos occidentales. Khomiakov rompió con estas tácticas colocando a la
Iglesia ortodoxa no entre Roma y Ginebra, sino por encima de ellas. Para Khomiakov, la Iglesia no era una
institución, sino un organismo viviente. Desechaba como errónea la búsqueda de una fuente externa de infalibilidad, a
la que venía entregándose el Occidente cristiano desde su separación de la
Iglesia ortodoxa. Escribió: “La
infalibilidad reside únicamente en la hermandad de la Iglesia, unida por un
amor mutuo; la custodia de los dogmas y la pureza de los ritos están
encomendados, no sólo a la jerarquía, sino a todos los miembros de la Iglesia
que constituyen el cuerpo de Cristo” 3 .
Para Khomiakov, la comunión de amor era indispensable para el entendimiento de la verdad, para la equilibrada vida sacerdotal y para una acción social constructiva; pero el amor presuponía libertad. Siempre que se suprimía la libertad, se reducía la creatividad del hombre y se paralizaba su vida intelectual y moral. Este énfasis sobre la libertad y la responsabilidad personal estaba relacionado con un acento igualmente fuerte sobre la importancia de la comunidad. “La soledad del hombre,” escribió Khomiakov, “es la causa de su impotencia; el que se separa de otros crea un desierto alrededor de sí mismo. Un individuo egocéntrico es impotente; es víctima de una discordia interior irreconciliable” 4
Extraído de: https://orthochristian.com/115658.html y La Iglesia Ortodoxa N . Zernov [7: Alejo Khomiakov (1804-60)]. Ver Notas 3 y 4 al final de ete último documento.