¿A qué se debe la profunda oscuridad de Europa y de la cultura occidental?

La avaricia y el racionalismo han conducido hacia la adoración de satanás.

Archimandrita Sabas el Athonita (31-12-2023)

 

Y otro acontecimiento que tuvo lugar durante el camino de la huída a Egipto de la Santísima Madre de Dios, la Virgen María, San José su desposado y el Divino Niño. Cuando se acercaban a El Cairo, vieron un árbol cerca de la ciudad de Hermópolis, dice San Nicolás Velimirovic, obispo de Ohrid, en su libro de "Los Prólogos de Ohrid". La Madre de Dios María y San José el desposado, a quien hoy conmemoramos, junto con Santiago el "hermano" del Señor, y el santo profeta, el rey David, cerca de las puertas de la ciudad, agotados por el largo camino recorrido, se acercaron al árbol para descansar un poco, a pesar de que el árbol era muy alto y no les ofrecía suficiente sombra. Aquel árbol era llamado por los egipcios "Persea, y lo adoraban como a un dios, creyendo que alguna divinidad estaba oculta entre sus ramas. Esta era por desgracia la trágica situación de los hombres, en los años de Cristo. Estaban sumidos en la idolatría, y consideraban dioses a los árboles, a los ríos, incluso a los insectos.

En realidad moraba allí en el árbol un espíritu malvado. El diablo engañaba a los hombres, y les hacía creer que era Dios. Al acercarse la Madre de Dios y San José, el árbol fue sacudido intensamente y el espíritu malvado, aterrado ante el Niño-Dios que se acercaba, se marchó lejos. Inmediatamente después el árbol, como dotado de lógica, se inclinó a tierra y reverenció a su creador. Porque toda la creación alaba y glorifica al Señor, y las estrellas del cielo y todas las criaturas de la tierra. El árbol inclinado ofrecía así una generosa sombra, bajo la cual descansaron los cansados viajeros. Desde aquel día, recibió propiedades curativas por el Soberano Cristo, para poder curar toda enfermedad de los hombres. Después llegaron a una aldea llamada Matariya. 

 

 

 


 

 

Había allí cerca una higuera. José entonces se dirigió a hacer algunos trabajos y la Madre de Dios se quedó bajo las ramas de este árbol con el Señor. Entonces milagrosamente el árbol descendió su cúpula hasta el suelo, creando así una sombra para los viajantes, mientras que la parte inferior del tronco se abrió para que la Madre de Dios y el Niño entrasen dentro y descansaran. Todavía mayor milagro fue allí al lado de la higuera brotó una fuente con agua corriente.

José descubrió una cabaña a no mucha distancia de la fuente.Y se establecieron allí, para beber de esa fuente. Esta era una fuente única en todo Egipto. Porque todo el resto del agua disponible procedía del río Nilo, que se dividía en diferentes afluentes. Así pues el Señor Jesús, la fuente celestial e inmortal de agua viva, hizo surgir esta fuente desde el interior de la tierra. Donde el Señor aparece, allí los ídolos son expulsados. Allí los demonios se dan a la fuga. Pero si el hombre no quiere, permanece adorando a los ídolos. Y si una vez que ha regresado, después se vuelve a la idolatría, se ponen mucho peor las cosas. Porque dice el Señor: " Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero" (Mt, 12, 43-45) 

Esto, por desgracia, es lo que ha sucedido con muchos publos cristianos, como con Europa, que un tiempo fue Ortodoxa Cristiana, y ahora se encuentra en una profunda oscuridad. Porque sí, el Señor visitó Europa, expulsó los ídolos, pero esto fue temporal, porque los europeos, el hombre de occidente, la cultura occidental, dio la espalda al Señor, y regresó de nuevo a la idolatría. 

 

 


 

 

¿Cuándo la oscuridad es más densa? -dice San Nicolás de Ohrid (Velimirovic)-. Allí donde brilla la mayor luz, y luego se apaga. En una plaza que es iluminada con cientos de miles de luces, en el momento en el que se apagan todas las luces, entonces la oscuridad es más densa.

¿Cuándo la oscuridad es mayor? Por la noche, poco antes de empezar a amanecer.

Hermanos, en nuestra época teníamos una gran plaza que era iluminada con cientos de miles de luces. Tan luminosa, que era comparable a la luz del sol. Pero cuando las luces se apagaron, teníamos una plaza sin luz. Tan oscura, como la guarida de un topo bajo la tierra. Esta plaza en el mapa del mundo tiene el nombre de Europa. 

Egipto vio gran luz cuando el Señor lo visitó. Y por donde pasaba, los ídolos caían, eran destruídos, y todos los ídolos en Egipto cayeron con la venida de Cristo. "El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz" (Mt. 4,16).También en Palestina. Europa también fue iluminada, pero después traicionó a la luz. Sus habitantes cayeron en la soberbia, en la arrogancia y en el amor propio, en la lujuria y en la lascivia, en la desesperación, en la adoración del demonio. ¿Qué es Europa? pregunta San Nicolás. Europa es la avaricia y la satifacción, este es el espíritu de Europa. Es decir la adoración de la riqueza, de las cosas materiales, y de la lógica, de la ciencia, de la tecnología. 

 

 

 


 

 

Y las dos son características humanas, la avaricia y el racionalismo, y las dos están personificadas en los personajes del Papa y de Lutero. Las dos grandes herejías de Europa, el papismo y el protestantismo, el Papa y Lutero.

¿Qué es entonces Europa? Europa son, dice San Nicolás, el Papa y Lutero, es decir los símbolos de la avaricia y de la satisfacción a un grado máximo de la mente humana. El Papa es el sinónimo de avaricia europea y autoridad. Lutero es el sinónimo de la voluntad humana, de interpretar explicar todo con la lógica, el racionalismo. El papa se presenta como gobernador de este mundo, y Lutero se presenta como erudito y maestro de este mundo. Estos dos son Europa, en dos palabras. Y de acuerdo con la historia hasta ahora, uno arrojó a la humanidad al fuego, y el otro en el agua. Y los dos juntos significan alejamiento del hombre de Dios. Significan negación de la fe y de la Iglesia de Cristo. A través de estos dos, actúa negativamente, desde hace siglos, el espírutu del mal, en el cuerpo de Europa.

 

 


 

¿Y quién puede expulsar este espírutu del mal de Europa? Nadie, excepto aquel cuyo nombre es bendito por los siglos de los siglos. El que en la historia de los hombres es el único exorcista de demonios. ¿Sabéis de quien hablo? Hablo de Nuestro Señor Jesucristo. El Mesías y Salvador del mundo. El Hijo de la Virgen María, el encarnado, el crucificado por los hombres y resucitado por Dios. El glorificado por los Ángeles. En él nuestros antepasados creyeron y reverenciaron. Hasta que Europa reverenció a Cristo como el Sol de la Justicia, y hasta que Europa respetaba a sus apóstoles, mártires, santos e incontables cristianos, era  similar a una plaza iluminada con cientos de miles de luces.

Pero cuando la avaricia humana y la adoración de la lógica dominaron Europa, entonces se alejó de Europa. Entonces las luces de la plaza se apagaron ante los ojos de todos los hombres, cayó una profunda oscuridad. Dominó la oscuridad con una caída continua. Cayó Europa en la idolatría y en la satanolatría, como la vemos hoy. Millones de magos existen en todo Europa que llevan a cabo la adoración del satanás. 12:50

Debido a la avaricia, cada pueblo y cada hombre, imitando al Papa, empezó a buscar la autoridad, dice San Nicolás, el disfrute, la glorificación. 

 

 

 





 

A causa de la inteligencia racionalista, cada pueblo consideró que él era más inteligente que los demás, y ha que ha conseguido más que el resto de los pueblos. ¿Cómo no van comenzar así guerras entre los hombres? ¿Cómo no va a gobernar la locura y el odio? ¿Cómo no van a existir enfermedades, sequías, inundaciones...? Todo esto debía acontecer para salir el barco de la herida infectada. El bautismo utilizó la política, porque sólo de esta manera podía adquirir autoridad. Y así el Papa hoy es líder de un estado. El luteranismo utilizó la filosofía y la ciencia, porque pensó que de esta manera ganaría las mentes humanas. Pero así comenzó la avaricia a batallar con el nous (mente, definido imprecisamente; ojo del alma, definición según los padres de la iglesia), y el nous comenzó a batallar con la avaricia. 

Y así tenemos este encuentro entre las dos herejías, del papispmo y del protestantismo en Europa. La Nueva Babilonia. Ésta es Europa. Tal vez es lo que dice el Libro del Apocalipsis, la Gran Babilonia, la cual cayó. La llamada cultura occidental, el cual avanza con una exactitud matemática hacia su destrucción.

 

 




En nuestra época, dice San Nicolás, se han levantado las nuevas generaciones de Europa y se casaron con la avaricia con el racionalismo, el papismo con el protestantismo. Y el resultado de este casamiento, ¿cuál es? Es el ateísmo. Así, los unos y los otros, negaron al Papa y Lutero. Ahora nadie oculta su avaricia, y todos alaban la lógica humana. Y vemos la llamada iglesia del mundo occidental perderse, unas iglesias se cierran y se venden, otras son convertidas en mezquitas y en almacenes. 

De este modo entonces, Europa fue cayendo en el ateísmo, y los hombres en la avaricia y en el racionalismo. La avaricia humana y el racionalismo, junto con la inteligencia mundana están acopladas en nuestra época. Es decir el mal uso de la inteligencia humana, el racionalismo y la absolutización de la lógica. Junto con la avaricia, dice el santo, son una sola cosa en nuestra época. Entre ellas se creó un casamiento, el cual no es ni católico ni luterano, sino que es clara y públicamente diabólico.

La actual Europa no es ya no papista ni luterana, es ya algo mucho más alejado. Europa es ya mundana. Y no tiene ya la voluntad de subir al Cielo. Se identificó con el mundo, es decir se fijó en la tierra. 

 

 

 

 

 

 

No quiere, dice el santo, ser elevada ni con el pasaporte del papa "infalible", ni elevarse por la escalera de la lógica humana de los protestantes humana. En general se niega a viajar partiendo de este mundo. Prefiere permanecer en este mundo. Quiere que su sepulcro esté allí donde está su candil. No sabe nada sobre el mundo. No ve la celestial existencia. No ve en sus sueños ángeles y santos. No quiere escuchar nada sobre la Madre de Dios. Su infernamiento aumenta su odio hacia la pureza, virginidad, originalidad.

Todas las lámparas de la plaza se han apagado... ¡qué terrible oscuridad! El hermano pone el cuchillo en el pecho de su hermano, viéndolo como enemigo. Niega el padre a su hijo, y el hijo niega a su padre. El lobo es al lobo más fiel amigo de lo que lo es el hombre al hombre. Hermanos, ¿no lo veis todos? No sentís la oscuridad y el delito de la Europa anti-cristiana? ¿Qué queréis entonces? ¿Estar de la parte de Europa, o de la parte de Cristo? ¿Preferís estar con la muerte, o con la vida? Preguntaos, decicid: la muerte o la vida. Esta pregunta hizo Moisés a su pueblo. Nosotros os la hacemos a vosotros. Está bien que recordemos que Europa es la muerte, y que Cristo es la vida. 

 

 

 

 

Es decir el espíritu occidental de la avaricia. La consecución de las riquezas y de los placeres y el racionalismo, es la muerte. Elegid la vida, dice San Nicolás, para que viváis y adquiráis el reino eterno. 

¿Y cómo puede tener esto lugar? El camino es uno: es el arrepentimiento y pleno regreso y cambio de vida, de la oscuridad a la luz. De lo terrenal a lo celestial. Del "yo" hacia Dios. De la avaricia y el racionalismo a la pobreza voluntaria, la filantropía, la búsqueda, el respeto y el amor a Dios, y la fe, la cual supera a la lógica.

Cuando el rey de los profetas, dice San Nicolás, San Juan el Bautista, vino del desierto para llevar a cabo su misión en este mundo, clamaba con dolor: "arrepentíos". Cuando el mismo Rey de reyes abrió su boca para enseñar, llamó al pueblo al arrepentimiento, diciendo "arrepentíos, porque se ha acercado el Reino de los Cielos". La primera predicación apostólica después de la aparición del Espíritu Santo comenzó con la siguiente palabra:"arrepentíos", como se dice en los Hechos de los Apóstoles. 

 

 

 


 

 


Y la Iglesia de Cristo desde los agitados años de los apóstoles y los mártires hasta hoy, enfatizaba y enfatiza que el arrepentimiento constituye el principio de la salvación humana. Arrepentíos y creed en el Evangelio. La voz de Cristo se convirtió en la voz de la Iglesia, la cual es escuchada a través de los siglos.  Arrepentíos. Estudiad las obras de los grandes santos y de los padres de la Iglesia. Y descubrirés que al principio, antes de sus santificaciones, se arrepintieron. Sin arrepentimiento, no existe cristianismo.

Así como la ventana de casa es utilizada para dos necesidades, para que se vaya el aire no limpio y para que entre el limpio, así también con el arrepentimiento.Sale del hombre el espíritu impuro,  y entra el Espíritu Santo. Y el actual hombre occidental esta necesidad tiene. Ha de expulsar el espíritu malvado de la avaricia y del racionalismo, para que comience a entrar en él el espíritu bueno y santo, del amor a Dios y al prójimo, y de la fe.  

Las pasiones, dice San Nicolás, son lo que engañan y envenenan nuestro alma, la queman. Los pazos destruyen todo lo que las energías buenas y las buenas obras construyen en nuestro alma. Nuestros pecados y nuestros delitosn provocan desorden en nuestro alma. Oscurecen nuestro nous (~mente). Llenan nuestro corazón de una continua avaricia e insatisfacción. Provocan una deformación de las fuerzas espirituales, lo cual conduce finalmente a una desesperación. 

 

 

 

 

Y la desesperación nos empuja a entregar nuestra alma al diablo. El auténtico suidicio.  Porque nosotros, debido a la desperación, como un ejército imprudente, entregamos la voluntad de nuestro alma, la cual confiadamente nos fue entregada por Dios para cuidarla. 

El arrepentimiento es un baño espiritual en el cual fueron lavados los más importantes creadores de las obras más importantes de los pueblos cristianos. Otros fueron purificados por el arrepentimiento, por ese motivo pudieron ayudar también a otros a purificarse. Otros se arrepintieron hasta un grado máximo. Por ese motivo fueron exaltados hasta los cielos. Se refiere San Nicolás a los santos de nuestra Iglesia. No se consigue nada sin el arrepentimiento. Ningún santo fue santificado sin el arrepentimiento.

El número de ellos es difícil de conocer, como difícil es también conocer sus alturas alcanzadas. Solo la Madre de Dios y Siempre Virgen María, podríamos decir, que no tenía necesidad de arrepentimiento porque nunca pecó.

La Iglesia de Cristo, dice el santo, está fundada sobre santos que se arrepintieron, como los palacios están fundados sobre lujos y hermosas piedras...

Necesidad entonces de limpieza, de arrepentimiento, de cada pecados, de cada polución del cuerpo y del alma. El mundo puede corregirlo sólo aquel que puede corregirse a sí mismo. Dios no os preguntará en el momento del Juicio ni sobre vuestros éxitos en la guerra ni por vuestro estado, sino por vuestro alma, corrompida por vuestros pecados y por una mala conciencia... os pedirá vuestro alma, la cual para Él es más valiosa que todos los tesoros y todos los bienes de la tierra.        

El arrepentimiento es una acción durante la cual el hombre vuelve a sí mismo, es como una revolución, la cual comenza el hombre por sí mismo, cuando toma conciencia de que el enemigo se encuentra en uno mismo. Mientras el hombre viva con el autoengaño de que todos sus enemigos están fuera de él mismo, no se volverá hacia sí mismo, contra él mismo. 

Volvámonos entonces hacia nosotros mismos, y vivamos el resto de nuestras vidas con arrepentimiento y confesión, para ser hechos dignos de su Realeza.