San Prudencio fue uno de los más doctos prelados de la Iglesia en la Galia durante el siglo IX. Cierto que su actuación no fue muy firme en la complicada controversia sobre la predestinación en la que se vio envuelto;
pero debe recordarse que la cuestión era particularmente intrincada y que Prudencio estaba dispuesto a someter sus conclusiones equivocadas al juicio de la Iglesia. Era español de nacimiento y se apellidaba Galindo. Hacia el año 840 u 845 fue elegido obispo de Troyes. En un sermón sobre Santa Maura dice de sí mismo que se ocupaba en oír confesiones y administrar los últimos sacramentos, sin descuidar por ello sus deberes episcopales. Sin duda que gozaba ya de gran fama como teólogo, pues fue llamado por el obispo Hincmar de Reims para dar su opinión sobre la doctrina del monje Gotescalco, quien había sido condenado porque sostenía que Cristo sólo había muerto por los predestinados y que Dios había condenado a la mayor parte de la humanidad al infierno, desde toda la eternidad. Gotescalco había sido torturado y estaba preso. Prudencio juzgó que ese castigo era excesivo, particularmente la excomunión lanzada por Hincmar; según parece, él fue uno de los que sospecharon que Hincmar negaba la absoluta necesidad de la gracia y se inclinaba al semipelagianismo.
San Prudencio
desempeñó un importante papel en las controversias subsiguientes. Todavía se
conserva un libro que escribió para corregir los errores de Juan Escoto
Erígena.
Aparte de su trabajo en las controversias teológicas, San Prudencio luchó ardientemente en favor de la disciplina eclesiástica y la reforma de las costumbres. Murió el 6 de abril del año 861. Aunque el Martirologio Romano no le conmemora ni los bolandistas le incluyen en Acta Sanctorum, la diócesis de Troyes celebra todavía su fiesta.
Los datos sobre la vida de San Prudencio hay que buscarlos en las crónicas y documentos de la época; generalmente los editores de esos tratados teológicos ponen al principio una introducción. Ver, p.e., Migne, PL., vol. cxv, y Ebert, Literatur des Mittelalters, vol. II. En Hefele-Leclercq, Concites, vol. iv, p. 138, se hallará una bibliografía muy nutrida sobre la controversia de la predestinación; cf. todo el libro XXII.
Fuentes consultadas: Vidas de los Santos de A. Butler