De San Abundio nos informan los Diálogos (Libro 3, Cap. 25) de San Gregorio Magno, donde después de mencionar un milagro de un tal Teodoro que era sacristán de la Iglesia de San Pedro en Roma, pasa a mencionar otro incidente milagroso de otro sacristán de la misma iglesia llamado Abundio.
El escribe:
“Hace no muchos años, como dicen los viejos, había otro párroco de la misma iglesia, llamado Abundio, varón de gran humildad, que servía a Dios con tanta fidelidad, que el Santo Apóstol Pedro por milagro declaró qué opinión tenía de su virtud.
Porque cierta joven doncella, que frecuentaba su iglesia, estaba tan lastimosamente enferma de parálisis, que se arrastraba sobre sus manos y, debido a la debilidad, arrastraba su cuerpo por el suelo. Durante mucho tiempo rezó a San Pedro para que la ayudara con su enfermedad.
Una noche, en una visión, se paró junto a ella y le dijo lo siguiente: 'Ve a Abundio y busca su ayuda, y él te devolverá la salud'.
La doncella, no teniendo ninguna duda en la visión, pero no sabiendo quién era este Abundio, se deslizó de un lado a otro de la iglesia, preguntando quién era, y de repente encontró al que buscaba, y preguntando por él, dijo. ella que él era Abundio. Luego dijo: 'Nuestro pastor y patrón, el bienaventurado San Pedro Apóstol, me ha enviado, para que me socorráis de esta mi enfermedad.'
'Si en verdad fuiste enviado por él', dijo Abundio, 'entonces levántate.' Entonces, tomándola de la mano, la levantó sobre sus pies, y desde ese mismo momento, todos los tendones y partes de su cuerpo se hicieron tan fuertes, que no quedó ninguna señal de su anterior enfermedad".
San Abundio descansó en paz hacia el año 564.
Fuentes consultadas: mystagogyresourcecenter.com