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Por San Nicolás Velimirovich
Dos compañeros, Juan y Sergio, prometieron adoptarse como hermanos de sangre ante un icono de la Santa Madre de Dios en este monasterio.
Juan era un hombre rico y tenía un hijo de cinco años, Zacarías. Juan se puso muy enfermo. Antes de su muerte, Juan encomendó a su hijo al cuidado de Sergio y le legó una gran cantidad de oro y plata para que los guardara y Sergio se los entregara a su hijo Zacarías cuando alcanzara la madurez.
Cuando Zacarías alcanzó la madurez, Sergio negó haber recibido nada del difunto Juan. Entonces Zacarías dijo: "Que jure ante ese mismo icono de la Santísima Madre de Dios, ante quien entró en una relación de hermano de sangre con mi difunto padre; y si promete que no recibió nada de mi padre Juan, entonces no buscaré nada de él". Sergio estuvo de acuerdo.
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Cuando Sergio prometió esto, quiso acercarse y venerar el icono, pero una fuerza lo detuvo y no se lo permitió. Sergio entonces comenzó a gritar enloquecido a los Santos Padres Antonio y Teodosio; "¡No permitas que este ángel despiadado me destruya!" Ese era el demonio que lo atacó con el permiso de Dios.
Después de eso, Sergio les mostró todo el dinero que Juan le había confiado. Cuando abrieron el cofre, descubrieron que la cantidad se había duplicado. Esta cantidad fue duplicada por la Providencia de Dios. Después de recibir el dinero, Zacarías lo entregó al monasterio y luego fue tonsurado como monje. Zacarías vivió mucho tiempo y fue hecho digno de los grandes dones de Dios y fue trasladado en paz a la eternidad.
Fuentes consltadas: johnsanidopoulos.com