Era octubre de 1943. Los alemanes estaban decididos a sembrar la muerte antes de salir de Tebas, dejando desierto el distrito de Tachi.
Se les informó que allí había munición oculta que los insurgentes iban a utilizar contra ellos. Eso era cierto. En la zona donde hoy se encuentra el campanario, se llenó un espacio de almacenamiento de armas y municiones. Los alemanes ordenaron a todos que se reunieran fuera de la iglesia, especialmente pidiendo una lista de hombres de 16 años o más, y cualquiera que no estuviera presente debía ser ejecutado en el acto.
Frente a los desafortunados habitantes, el pelotón de fusilamiento estaba listo para recibir la señal de enviar una bala caliente a través de los cráneos de los cuerpos hambrientos.
El cribado se realizó en todas partes: en hogares, almacenes e incluso bajo tierra. Incluso revisaron la iglesia en busca de municiones. Cabe señalar que las masacres de Distomo (junio de 1943) y Prodromou (agosto de 1943) ya habían tenido lugar por los alemanes, y estaban dispuestos a hacer lo mismo aquí.
La entrada de la habitación donde se escondían las municiones estaba cerrada con una puerta de madera, que se abría y cerraba con el menor golpe del viento, prolongando la agonía de los desesperados. Vieron al oficial sediento de sangre llegar a ese lugar dos y tres veces, pero ni la intuición militar ni la curiosidad humana lo hicieron mirar por la puerta.
Poco después, los nazis se fueron con las manos vacías. Lágrimas de emoción brotaron de los ojos de todos. La gente encendió velas, se arrodilló y rezó, agradeciendo a San Nicolás el Nuevo por evitar que el oficial alemán identificara el grupo y los salvara de una muerte segura. Si no fuera por este milagro, el último domingo de octubre no sería una celebración en Tebas como un milagro, sino una conmemoración de una masacre.
Ver Santo Mártir Nicolás el Nuevo, Martirizado en Vounena (9 de Mayo)
Fuentes consultadas: mystagogyresourcecenter.com