Así comienza Valeriano la biografía de su compañero, san Poncio: "¿Quién puede creer, si Dios no lo concede? ¿Quién puede llevar una vida de ascetismo, si el Señor no ayuda? ¿Quién puede recibir la corona del martirio, si Cristo no la da? "
Poncio era hijo del senador Marco y su esposa Julia. La estéril Julia concibió después de veintidós años de matrimonio. Mientras estaba embarazada, Julia había ido con su esposo al templo de Júpiter. El diablo, que habitaba el templo, gritó a través de los labios del sacerdote pagano que el niño en el vientre de Julia destruiría a Júpiter y su templo pagano. Cuando nació el niño, su madre quiso matarlo por temor a la predicción, pero su padre se opuso a esto y el niño quedó con vida. Se llamaba Poncio y creció con una mente aguda y gran entusiamo por estudiar.
Un día, de camino a la escuela, Poncio pasó por casualidad frente a una casa donde los cristianos asistían a los servicios matutinos. Al escuchar las palabras del salmo que cantaban los cristianos: "Los ídolos de las naciones son plata y oro, obra de manos de hombres" (Sal. 114/115: 4 y Sal. 134/135: 15), Poncio se interesó mucho en este verso y se detuvo en la puerta.
San Ponciano, que estaba celebrando el servicio, invitó a entrar a Poncio y a su compañero y futuro biógrafo Valeriano. Después del servicio, el obispo conversó un rato con los jóvenes, les reveló las enseñanzas del Evangelio, y al cabo de un rato los bautizó. San Poncio, a su vez, convirtió a su padre a Cristo, a quien también bautizó San Ponciano, junto con toda su casa. Se dice que también convirtió al emperador Felipe con su hijo y muchos otros romanos distinguidos a la fe de Cristo.
Después de la muerte de su padre, San Poncio, entonces de 20 años, fue designado por el emperador Alejandro Severo (222-235) como senador, para ocupar el lugar de su padre fallecido. En el senado y en los alrededores del emperador, San Poncio gozaba de la estima universal por su buen carácter, sentido común y equidad. Como senador, protegió y ayudó enormemente a la Iglesia y fue un buen amigo del Papa Fabián.
Cuando comenzó la persecución bajo Decio, Poncio escapó de Roma y se escondió en las estribaciones de las montañas alpinas [Cimella Cimez, Francia]. Durante los reinados de Valeriano y Galiena fue capturado y sometido a duras torturas durante las cuales se manifestaron muchos milagros de Dios y muchos se convirtieron a Cristo. Hubo muchos judíos allí que gritaron al juez: "Mátalo, mátalo inmediatamente, a este mago". A esto, Poncio levantó las manos al cielo y dijo: "Te doy gracias, Dios mío, porque los judíos incluso clamaron contra mí como sus padres clamaron una vez contra Cristo: 'Crucifícalo, crucifícalo'". Poncio fue decapitado en el año 257 d.C. y fue enterrado por su amigo Valeriano.
Ver vida de Santo Mártir Poncio, Himno de Alabanza, Reflexión, Contemplación y Homilía del día (Prólogos de Ohrid de San Nicolás Velimirovic)
Fuentes consultadas: saint.gr, synaxarion.gr, johnsanidopouolos.com, cristoesortodoxo.com