San Procopio procedía del pueblo de Varna en Bulgaria, y a la edad de veinte años fue al Monte Atos para vivir como monje en la Skete de San Juan el Precursor, bajo la guía del yérontas Dionisio.
Más tarde, por razones que desconocemos, Procopio abandonó la vida monástica del Monte Atos y se fue a Esmirna, donde se convirtió en musulmán en su desesperación por abandonar su profesión monástica. Allí fue educado en el Islam por el jefe jenízaro de Esmirna, quien, después de quince días, hizo circuncidar a Procopio.
Pero una vez que esto sucedió, en su conciencia se arrepintió y lloroso se lamentó de su acción. Después de confesar su pecado a un sacerdote, reveló que quería derramar su sangre por su fe cristiana para completar su arrepentimiento.
El sacerdote trató de persuadirlo para que regresara al monte Atos, donde a través de su arrepentimiento y ascetismo podría recibir la misericordia de Dios; también temió que Procopio volviera a retractarse de su fe ante la tortura.
Durante quince días, Procopio vivió bajo la guía de este sacerdote y se fortaleció en su fe y decidió morir como mártir. El decimoquinto día, sábado, Procopio le dijo al sacerdote: "Hoy es mi último día. He decidido dar testmonio y despedirme". Después de que cantaron juntos el Canon de súplicas a la Theotokos y pronunciaron sus últimas palabras, Procopio se puso su ropa turca y se presentó ante las cortes otomanas.
De pie ante el juez, Procopio se quitó el tocado turco y se puso el sombrero monástico que usaba cuando era monje en el monte Atos.
Luego abjuró de la fe islámica por ser falsa y proclamó a Jesús Cristo como verdadero Dios. Aunque el juez trató de persuadirlo de que regresara al Islam con promesas y halagos, que luego se convirtieron en amenazas, Procopio se mantuvo firme en su fe. Por esta razón se dio la orden de que fuera decapitado.
De camino al lugar de la ejecución, los turcos se burlaban de él y lo escarmentaban, pero el Santo Mártir se apresuraba con entusiasmo y alegría a su muerte, despidiéndose de todos los cristianos que encontraba en el camino. En el lugar de la ejecución, se puso de pie con coraje y audacia, para que ninguno de los verdugos turcos se acercara para decapitarlo. En consecuencia, trajeron adelante a un ex cristiano ortodoxo que se había convertido al Islam, y él decapitó al santo. De esta manera San Procopio recibió la corona inmarcesible del martirio el 25 de junio de 1810.
Fuentes consultadas: saint.gr, synaxarion.gr, johnsanidopoulos.com