San Lázaro era un sacerdote de Trípoli en el Peloponeso. Fue criado por sus piadosos padres, Nicolás y Alejandra, en la amonestación y educación del Señor, lo que lo llevó a la medida perfecta de la virtud. Cuando fue ordenado sacerdote, instruyó a los piadosos en los preceptos del Evangelio, mientras que a otros les enseñó a no ser injustos con los pobres.
Había un hombre de Trípoli llamado Seletos, que diariamente cometía injusticias. El padre Lázaro a menudo le aconsejaba que no fuera injusto con los demás. Cuando Seletos fue condenado a muerte por sus injusticias, negó a Cristo ante las autoridades turcas y se convirtió en musulmán para escapar del castigo.
Habiéndose convertido en musulmán y escapado del peligro, junto con otros turcos ahora quería persuadir al sacerdote Lázaro para que también él negara su fe y se convirtiera en musulmán. Para ello lo calumniaron muchas veces ante el juez, y en la sala de audiencias al santo le ofrecieron muchas cosas buenas si se convertía, de lo contrario sería condenado a muerte.
El santo rechazó el ofrecimiento de los musulmanes, por lo que fue torturado sin piedad para que negara su fe por la fuerza. Lo azotaron, torcieron sus miembros, cortaron los miembros de su cuerpo y muchas otras cosas. Su bendita madre, al ver a su hijo soportar tal tormento, no lo disuadió, sino que lo persuadió y lo alentó a perseverar hasta el final, diciendo que sería mejor sufrir en un fuego temporal aquí en la tierra que en el fuego eterno del infierno, heredando así un lugar en el Reino de Dios con todos los mártires, ángeles y santos.
Al final, al ver que estaba firme en su fe y no podía ser persuadido, quemaron vivo a Lázaro y entregó su alma en las manos del Señor, con la oración en los labios. Esto tuvo lugar el 23 de febrero de 1605. Testigos de este evento, tanto creyentes como incrédulos, testificaron haber visto una luz brillante del cielo sobre el lugar de su cuerpo quemado durante tres días después, causando temor y asombro. Lo que quedaba de su cuerpo, así como sus cenizas, fueron enterrados por los fieles, y sus sagradas reliquias se convirtieron en fuente de curación para quienes se apresuraron hacia ellos con fe.
La Vida y el Oficio Divino original de este Santo se conservan en el Codex no. 797 del Santo Monasterio de Vatopaidi. Los himnos traducidos a continuación fueron compuestos por Haralambos Boussias.
Ἀπολυτίκιον Ἦχος πλ. α΄. Τὸν συνάναρχον Λόγον.
Sagrado atleta y mártir del Altísimo, oh Lázaro, que apagaste el fuego del horno con corrientes de tus preciosas lágrimas, en estos últimos días, como la luz brillante de Mantineias y la lámpara superbrillante de Trípoli, buscamos tu gracia, nosotros que ardemos con el fuego de las pasiones.
Κοντάκιον Ἦχος β΄. Τοῖς τῶν αἱμάτων σου ῥείθροις.
Condaquio tono 2º
De los dogmas de tus palabras, oh Lázaro, vence por completo a los que están en contra de nosotros, porque Dios te dio el gobierno, y confirmas la fe en todas las cosas, para nosotros eres verdaderamente un apoyo.
Μεγαλυνάριον
Megalinario
Alégrate, maravilloso atleta sagrado, que en Trípoli apagó el fuego precipitadamente y los infieles fueron coronados de vergüenza por tu firmeza, oh gloria de los mártires, Lázaro.
Fuentes consultadas: synaxarion.gr, johnsanidoppoulos.com, saint.gr.
