Versos:
Nuestro Venerable Padre Flaviano subió a la cima de cierta montaña, donde construyó una pequeña celda, encerrándose en ella, y allí pasó sesenta años, sin hablar nunca con nadie, ni ser visto por nadie. En cambio, inclinó su nus hacia su corazón, haciéndose semejante a Dios, y allí recibió toda forma de consuelo, según la profecía que dice: "Deléitate en el Señor, y él te concederá las peticiones de tu corazón" (Sal. 36/37: 4). Allí tenía un lugar excavado, desde donde podía extender las manos para recibir la comida que le traían. Para que no lo viesen los que estaban afuera, ese lugar fue excavado inclinado en forma circular. Su comida consistía en legumbres remojadas, de las que solo participaba una vez a la semana.
Así vivió el renombrado durante sesenta años, sin cambiar jamás ni siquiera su comida, ni su noble conducta. Por esta razón, Dios lo enriqueció con la gracia de obrar milagros. Un gran dragón fue ejecutado a través de sus oraciones, y mató a una serpiente. Desterró una gran cantidad de langostas de un campo, que tenían la intención de devorar. Un joven endemoniado fue liberado del demonio por él, y curó el sufrimiento de una mujer que padecía cáncer de mama. Además, uno que fue golpeado por un toro y murió, y lo resucitó. De esta manera, el tres veces bendito pasó su vida, cambiando la vida presente, muy laboriosa y temporal, por la eterna y bendita, donde ahora se regocija.
Fuentes conultadas: johnsanidopoulos.com, diakonima.gr