miércoles, 9 de octubre de 2024

Santa Poplia la Confesora, que afrontó a Juliano el Apóstata con cánticos espirituales

Versos: 
"Poplia fue liberada de los engaños de este mundo, como un gorrión que deja su nido por el cielo".


Historia Eclesiástica, Libro 3, Capítulo 14. 

Por Teodoreto de Ciro.

 Incluiré ahora en mi historia la noble historia de una mujer excelente, porque incluso las mujeres, armadas con celo divino, despreciaron la furia loca de Juliano [el Apóstata] (361-363).

En aquellos días había una mujer llamada Poplia [o Publia], de gran reputación e ilustre por sus hechos virtuosos. Durante un breve tiempo llevó el yugo del matrimonio y ofreció a Dios sus mejores frutos, porque de esta hermosa tierra surgió Juan, que durante mucho tiempo fue presbítero principal en Antioquía, y a menudo fue elegido para la sede apostólica, pero de vez en cuando declinaba la dignidad. * Mantuvo una compañía de vírgenes con voto de virginidad de por vida, y dedicó su tiempo a alabar a Dios que la había creado y salvado.

Un día pasaba el emperador [en Antioquía], y como consideraban al destructor [Juliano] un objeto de desprecio y burla, tocaron cantaron más fuerte, principalmente los salmos que se burlan de la impotencia de los ídolos, diciendo en las palabras de David: "Los ídolos de las naciones son de plata y oro, obra de manos de hombres" (Sal. 134: 15), y después de describir su insensibilidad, agregaron: "Que los que los hacen sean como ellos y todos los que en ellos confían ”(Sal. 134: 18). 

Juliano los oyó y se enojó mucho, y les dijo que se callaran mientras él pasaba. Sin embargo, no prestaron la menor atención a sus órdenes, sino que pusieron aún más energía en su canto, y cuando el emperador pasó de nuevo,[Poplia] les dijo que cantaran: "Levántese Dios, sean esparcidos sus enemigos, y huyan de su presencia los que le aborrecen." (Sal. 68 (67)). 

Al oír esto, Juliano, enfurecido, ordenó que le trajeran a la maestra del coro; y, aunque él vio que el respeto se debía a la vejez de ella, el ni tuvo respeto por sus canas, ni respetó su alto carácter, pero le dijo a algunos de su escolta que le golpearan las orejas con violencia y que le enrojecieran las mejillas. Sin embargo ella tomó el ultraje por honor y regresó a casa, donde, como solía hacer, siguió atacándole con sus cánticos espirituales, justo como cuando el compositor y maestro del cántico imponía el espíritu inicuo que irritaba a Saúl.


NOTA:

* Esto puede ser St. John Scholasticus (21 de febrero)



Fuentes consultadas: mystagogyresourcecenter.com, diakonima.gr

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