jueves, 22 de agosto de 2024

Santos Mártires Eulalia y Félix (+s.IV)

Siglo III después de Cristo. Nos encontramos en la Península Ibérica, conocida en los Hechos de los Apóstoles por el nombre de SPANÍA.

Durante el tiempo de la terrible persecución contra los cristianos de España, vivió una virgen llamada Eulalia, nacida de padres cristianos en la región costera oriental de España, en Cataluña, y más concretamente, en la ciudad de Barcelona*.

 Eulalia era hija de una devota familia cristiana. Su educación se hace "en disciplina y amonestación". El recién plantado paraíso en tierra española, es decir, la Iglesia Española de entonces, produce una flor de rara belleza física y espiritual, que ya ha alcanzado la edad de doce años: Eulalia. Completamente dedicada a Cristo, como su Esposo, completamente inmersa en la Santa Escritura, Eulalia se disciplinaba incesantemente en la mortificación voluntaria del cuerpo y del espíritu. 
En el gran imperio Romano reinaban Diocleciano y Maximiano, los cuales dieron orden de persecución contra los cristianos en todo su vasto territorio. Las órdenes eran estrictas. La sangre de los mártires cubría como un manto de púrpura el cuerpo de Cristo, es decir, la Iglesia. 
El sanguinario Daciano fue enviado por los tiranos a España para aplicar los decretos de la gran Persecución, y terminar, de una vez, con esta molesta cizaña de la todopoderosa y divinizada Roma. Cuando el cruel torturador, que despiadadamente mataba a los cristianos por toda España, llegó a Barcelona, todos tenían miedo, muchos se escondían para no ser vistos, por si acaso no pudieran resistir a la tentación.  
Sin embargo, un tierno, casi infantil, corazón se regocija y se alegra con divino gozo interior. Es la joven de Barcelona, Eulalia, que salta de amor por Cristo. Quiere pregonar en todas partes su venida. Decide marcharse en secreto del techo paterno. Sigue los deseos de su alma pura y corre al encuentro del Novio Cristo. Eulalia se escapó de sus padres una noche, se presentó con valentía ante el torturador Daciano y en presencia de mucha gente lo reprendió por sacrificar a personas inocentes, y a la vez ridiculizó a los ídolos sin vida y abiertamente confesó su fe en Cristo, el Señor vivo. 
 
 



Icono asignado a Santa Eulalia de Barcelona.
Interior de su Catedral en Barcelona.


 
 
 
Después se da cuenta de que tiene delante a una niña pequeña y piensa que un pequeño castigo será suficiente para hacerla volver a su estado normal. Ordenó, pues, a sus soldados a prender a Eulalia y llevarla a hombros por las calles más frecuentadas de Barcelona para azotarla. De esta manera, ridiculizando a la pequeña cristiana, Daciano estaba seguro de que cambiaría de idea. Sin embargo, ocurrió lo opuesto. Sin sentir la más mínima vergüenza, por el contrario, orgullosa de sufrir por el nombre de Cristo, Eulalia brillaba de luz sobrenatural, que la rodeaba completamente, e hizo que los viandantes que la miraban se maravillasen de la fuerza y la perseverancia en la fe que la había otorgado el Señor. La humillante marcha, para los no creyentes, se convirtió en victoria triunfante de Cristo por Eulalia, y los ojos de muchas almas se abrieron a la luz. Creyeron y se unieron a la Iglesia de España ( de entonces). 
Entonces, el salvaje Diocleciano mandó que despojasen a la niña mártir de todas sus vestimentas, que la atasen a un poste y que desgarrasen sus carnes con horcas de hierro. Pero la santa virgen expresó que no sentía dolor por las torturas a causa de Cristo. Entonces, el torturador la ató a una columna de madera con forma de cruz y ordenó que su cuerpo fuera quemado con antorchas hechas de estopa mojada en líquido inflamable.
La mártir de Barcelona sonreía condescendientemente y se burlaba de sus verdugos por su incapacidad de disuadirla, o mejor por la estupidez y ceguera de los que se metían con la Fuerza de Aquel que daba fuerzas a una muchacha sin fuerzas de doce años. Así pues, el torturador le preguntó: “¿Dónde está tu Cristo ahora para salvarte?”. Eulalia respondió: “Está aquí conmigo pero eres incapaz de verlo a causa de tu impiedad”.
 
 



Santa Eulalia, (Ricardo Bellver)


 
 
La siguiente fase, después del fracaso de todo lo anterior, consistía en arrojar a la niña en una fosa de cal, a la que habían añadido aceite caliente y plomo líquido. El Señor, sin embargo, como antaño con los tres jóvenes en el horno de fuego, roció a Eulalia e hizo que olvidase los dolores de su cuerpo y se alegrase en en los sufrimientos.
Entonces los verdugos, habiendo visto y revisto, ataron a Eulalia a una cruz. Con gran dolor físico entregó Eulalia su alma a Dios. Ángeles bajaron para recibir al alma valiente de la niña virgen de Barcelona. Los fieles presentes en el momento de su muerte vieron su alma en forma de paloma blanca surgir de su boca, rodeada de luz, ascender hacia la gloria de los cielos.  
En aquel momento, cayó nieve inesperadamente y cubrió el cuerpo desnudo de la mártir como si se tratara de una vestidura blanca. Al tercer día, San Félix llegó y lloró amargamente ante el cuerpo colgado de la mártir, y en el rostro sin vida de la santa apareció una sonrisa.
Sus padres vinieron, y junto con otros cristianos, enterraron honorablemente el cuerpo de esta santa virgen. Eulalia sufrió y murió por su Señor y entró en el gozo eterno a principios del siglo IV. 
El cuerpo de Eulalia fue venerado enseguida, no solamente por sus conciudadanos, sino también por todos los catalanes, los españoles y la Iglesia del sur de Francia. Hoy la protectora y patrona de la bella Barcelona descansa en una urna en la catedral católica romana de la Ciudad. Muchos turistas ortodoxos no se olvidan de venerar y pedir ayuda a la primera mártir española. Y nosotros, toda la Iglesia de Cristo, que no ha cambiado nada de todo cuanto transmitieron los Apóstoles y enseñaron los Padres de la Iglesia, rezamos:

Megalinario


Salve, esplendor de Barcelona, esposa del Señor en la tierra de los españoles,

de tu propia sangre has teñido tu túnica, o virgen mártir Eulalia.
 



Martirio de Santa Eulalia




Santos Mártires Eulalia y Félix. Otra versión Ortodoxa.

La Santa Virgen Mártir Eulalia vivía en España, cerca de la ciudad de Barcionum (hoy Barcelona), y fue criada por sus padres en la piedad y la fe cristiana. (Otra tradición la sitúa en Emerita, la capital de Lusitania, la actual Mérida en España). Ya a los catorce años, la doncella pasó una vida solitaria en su hogar paterno con otras personas de su misma edad, ocupada en la oración, la lectura de la Sagrada Escritura y la artesanía. Durante la época de una persecución contra los cristianos bajo los emperadores Diocleciano (284-305) y Maximiano (305-311), el gobernador Daciano llegó a la ciudad de Barcionum para deshacerse de los cristianos. Al enterarse de esto, la doncella salió en secreto de su casa por la noche, y por la mañana se dirigió a la ciudad. Abriéndose paso entre la multitud, la niña hizo una denuncia audaz del juez por obligar a las personas a renunciar al Dios verdadero para ofrecer sacrificios a los demonios.
 
 





 
Daciano dio órdenes de desnudar a la niña y golpearla con varas, pero ella soportó firmemente el tormento y le dijo al juez que el Señor la libraría del dolor. Ataron a la mártir a un árbol y le rasgaron la piel con garras de hierro, y luego le quemaron las heridas con antorchas.
Durante su tormento, Daciano le preguntó a la Santa: "¿Dónde, pues, está tu Dios, a quien has invocado?" Ella respondió que el Señor estaba a su lado, pero que Daciano en su impureza no podía verlo. Durante la oración de la Santa: "He aquí, Dios me ayuda, y el Señor es el defensor de mi alma" (Sal. 53/54: 4), las llamas de las antorchas se volvieron sobre los torturadores, que cayeron al suelo.
Entre sus trece torturas, Eulalia también sufrió al ser metida en un barril con cuchillos (o cristales) clavados en él y rodarlo por una calle (según la tradición, la que hoy se llama Baixada de Santa Eulalia o "Descenso de Santa Eulalia"). Luego le cortaron los senos. Finalmente fue crucificada en una cruz en forma de X.
 
 






La Mártir Eulalia comenzó a rezar para que el Señor la llevara al Cielo con Él, y con esta oración murió. La gente vio una paloma blanca salir de su boca y volar al cielo. Luego, una tormenta de nieve repentina cubrió el cuerpo desnudo de la mártir como una prenda blanca (la conmemoración de la Santa a veces se da como el 10 de diciembre, lo que puede ser más correcto, en vista de la nieve). (Según otra tradición, Eulalia fue decapitada y de su cuello salió una paloma).
Tres días después, los padres de la mártir vinieron y lloraron ante su cuerpo colgado, pero también se alegraron de que su hija fuera contada entre los santos. Cuando quitaron a Santa Eulalia del árbol, uno de los cristianos, llamado Félix, dijo con lágrimas de alegría: "¡Docella Eulalia, usted es la primera de nosotros en ganar la corona de mártir!" El mismo San Félix pronto aceptó la muerte por Cristo, y también se conmemora en este día. Pronto se erigió un santuario sobre su tumba.
 
 
 





 
 
La veneración de Eulalia ya era popular entre los cristianos en 350 dC; El poema de Prudencio, que dedicó el libro 3 de su Peristephanon ("Acerca de los mártires") a Eulalia, aumentó su fama y sus reliquias se distribuyeron por Iberia. El obispo Fidelis de Mérida reconstruyó una basílica en su honor alrededor del año 560 d. C. Su santuario era el más popular en la España visigoda. Alrededor del año 780 su cuerpo fue trasladado a Oviedo por el rey Silo. Se encuentra en un féretro de plata árabe donado por Alfonso VI en 1075. En 1639 fue nombrada patrona de Oviedo.
Eulalia se conmemora con estatuas y nombres de calles por toda Barcelona. Su cuerpo fue enterrado originalmente en la Iglesia de Santa Maria de les Arenes (Santa María de las Arenas; ahora Santa María del Mar). 




Capilla de San Martín, donde, según la leyenda,
Santa Eulalia estuvo en prisión





Fue ocultado en 713 durante la invasión morisca, y solo se recuperó en 878. En 1339, fue trasladado a un sarcófago de alabastro en la cripta de la recién construida Catedral de Santa Eulalia. La fiesta de Santa Eulalia se celebra en Barcelona durante una semana en torno a su festividad el 12 de febrero. 
Las diferentes tradiciones en España parecen deberse a una confusión entre Santa Eulalia de Barcelona (12 de febrero) y Santa Eulalia de Mérida (10 de diciembre).* Aunque hay ligeras diferencias, parecen ser la misma persona, y en la Iglesia Católica y Apostólica Ortodoxa es conmemorada como una sola persona el 22 de agosto.
 
Himno de Santa Eulalia. Peristefanon, Prudencio Aurelio, p. 525 




Tumba de Santa Eulalia en la Cripta de la Catedral de Barcelona



 
NOTA:

* En los calendarios occidentales, Santa Eulalia es conmemorada el 12 de Febrero como "Santa Eulalia de Barcelona" y el 10 de Diciembre como Santa Eulalia de Mérida. Se expone a continuación la explicación respecto a los distintos nombres y fechas de la santa:


Santa Eulalia de Barcelona es una duplicación de Sta. Eulalia de Mérida 

Llevado a término por el Obispo Franc Frodiri, designado a Barcelona por el Arzobispo de Narbona, está demostrado lo expuesto: que Santa Eulalia de Barcelona es un duplicación de Santa Eulalia de Mérida. Este obispo se opuso a los padres y monjes que aún seguían la Liturgia hispánica en la diócesis, (la expresión Liturgia Mozárabe es para aquellos que estaban bajo el dominio musulmán, y también es tardía, pero la liturgia que seguían era todavía la Hispánica, específicamente la Tradición B, es decir, de la Bética, de Isidoro de Sevilla). Es necesario no olvidar que Mérida en aquella época estaba en manos de musulmanes, hablamos del siglo VIII. La Pasión de Santa Eulalia de Barcelona es del siglo VIII. Sería suficiente para afirmar la inexistencia de Santa Eulalia de Barcelona el comprobar la ausencia de Santa Eulalia de Barcelona y de Zaragoza en el Peritephanon Liber de Prudencio. Si las Santas Eulalia de Barcelona y de Zaragoza hubieran sufrido martirio, él (Prudencio) por supuesto que nos habría dejado como legado un Himno dedicado a dichas Santas (de Barcelona y de Zaragoza). 

El traslado de las reliquias de Santa Eulalia de Barcelona está datado en el año 878, según el testimonio: Martyrologie de Florus, recension ET, codex de Clermont, Bolonia, Etternach et Toul (Voir Quentin, H. Martyrologes du Moyen Âge. Paris. 1908). El codex dice:«In hispaniis, civitate Barcinone, natale sanctae Eulalie virginis et martyris, quae passa est tempore Diocletiani imperatoris, quae passa est tempore Diocletiani imperatoris, sub praefecto Hispaniarum Datiano, quando sub eodem tyranno et apud eandem Barcinonemsanctum Cucufatem et apud gerundam sanctum Felicem, gloriosas constat martyrii accepisse coronas. Scriptum in Passione sanctae Leocadie ». Es entonces, un texto basado en la pasión de San Leocadio. La Pasión de San Leocadio, que se dio a finales del siglo VI o principios del siglo VII dice: «Primum namque Galliam, ut lupus cruentus intravit [Datianus] : ibique exsatiatus sanguine martyrium ac cadavera crapulatus, ructans, Spaniam ingressus est : Felicem, Cucufatem, Santa Eulaliam et alios…Profectusque ab elbora, emeretensem (Mérida) ingreditur civitatem… multosque, sanctorum crudelitersanguine fuso… Inter quos Santa Eulaliam… » El P. Moretus en su estudio sobre las dos Santa Eulalias, dice: “Podemos darnos cuenta enseguida que el autor de la Pasión (de San Leocadio) no especifica que habla de Santa Eulalia de Barcelona; como un poco más adelante (en el mismo texto), cuenta el martirio de Santa Eulalia de Mérida, podemos presumir que se trataba de ella (Santa Eulalia de Mérida) en la enumeración de los mártires que precede” (ver: Moretus H. Les Saintes Eulalies, Revue de Questions historiques, 89 (1911) 85-119). Lo mismo para Santa Eulalia de Zaragoza. 
La nota anterior es una traducción de una exposición en francés que realizó el padre Nectari Galdón de la Parroquia de Serafin Sarov y San Nectario de Egina en Navata (Gerona). Dicha nota se ha expuesto aquí con su autorización. Por último advertir que el hecho de que aparezca nombrada  Santa Eulalia de Barcelona no se debe a un error de San Nicolás Velimirovic pues él tan sólo se limitó a nombrar a los santos, dedicarles un himno y añadir lo que realmente es la gran obra de San Nicolás Velimirovic, es decir, la reflexión, la contemplación y la homilía.






Fuentes consultadas: Santoral Ortodoxo Español, G. E. Piperakis, Prof. de la Facult. de Med. de la Univ. de Atenas, Grecia, Prólogos de Ohrid, Dialnet-Prudencio-2775975.pdf, mystagogyresourcecenter.com, es.wikipedia.org.

Translate