domingo, 11 de mayo de 2025

Domingo del Paralítico

Versos: 
"La palabra de Cristo fue fortaleza para el paralítico.
Y solo con esta palabra tuvo lugar su curación".


En este día, el cuarto domingo de Pascua, conmemoramos el paralítico de Betsaida y, más concretamente, celebramos el milagro realizado sobre él.


Este evento se celebra en esta fecha, porque Cristo hizo este

milagro en el tiempo del Pentecostés hebreo. Porque habiendo subido a Jerusalén por la Fiesta, fue a la piscina con cinco bóvedas, que Salomón había construido y que se llamaba la Piscina de las Ovejas, porque fue allí donde solían lavar las entrañas de las ovejas que habían sido sacrificadas en el templo para el sacrificio. La primera persona en entrar, cuando el agua era agitada por un ángel una vez al año, era sanado. 
 

 











Cristo encontró en ese lugar a un hombre que había estado enfermo durante treinta y ocho años y que yacía allí, desesperado por encontrar a alguien que lo pusiera en el agua. De esto aprendemos cuán beneficiosas son la resistencia y la paciencia; y dado que Él después nos iba a conceder el bautismo, que limpia todo pecado, Dios dispuso que se hicieran milagros en el Antiguo Testamento a través del agua, de modo que, cuando el bautismo fuese otorgado, pudiera ser aceptado. 
Jesús vino a este paralítico, que se llamaba Jarus, y le pregunto; él explicó su desesperación por encontrar a alguien que lo ayudara. Cristo, sabiendo que había estado soportando esta enfermedad durante tanto tiempo, le dijo: "Levántate, coge tu cama y camina".
 
 
 











Al instante se curó y, tomando su cama sobre sus hombros, no sea que el evento pareciera ilusorio, caminó hasta su casa. Como era Sábado, estaba prohibido por los judíos caminar por la ciudad. Explicó que el que lo había curado, le había dicho que caminase, aunque no sabía quién era Él.
Para cuando la multitud se había reunido en ese lugar, dice el Evangelio, Jesús partió en secreto.
Después de esto, Jesús lo encontró en el templo y le dijo: "He aquí, has sido sanado completamente; no peques más, para que no te venga una cosa peor ”. Algunos dicen, aunque incorrectamente, que Jesús dijo estas palabras, porque este hombre más tarde lo acusaría a Jesús cuando estuviera ante Caifás el Sumo Sacerdote y como resultado, se le otorgaría algo peor que la parálisis, el ser atormentado en el fuego eterno, no solo durante treinta y ocho años, sino para siempre. 
 
 
 
 




Domingo del Paralítico. Santo Monasterio
 de Stavronikita, Monte Atos







Sin embargo, el Señor demostró que la enfermedad de la parálisis le sucedió a causa de sus pecados.
El paralítico, sabiendo que era Jesús quien lo había sanado, hizo esto conocido ante los judíos. Ellos, persuadidos a defenderse, buscaron matar Cristo, porque supuestamente había quebrantado la ley del Sábado.

Cristo les dijo mucho acerca de esto, manteniendo que es correcto hacer el bien en el día de reposo; y que fue Él quien, siendo igual al Padre, había dicho que uno debía guardar el "Sabbath", y así como su padre había trabajado hasta ahora, también lo hacía Él.
Se debe saber que este paralítico es otro diferente al del paralítico del Evangelio de san Mateo, porque la curación de este último tuvo lugar en una casa, descendido desde el tejado con la ayuda de los hombres, a quien le dijo: "Tus pecados te son perdonados". 
 
 
 












El hombre fue sanado en el pórtico abovedado bajo la fuente, aunque no tenía a nadie que lo ayudara, como el Santo Evangelio dice, pero como el otro paralítico, él finalmente se levantó y tomó su camilla.
Se celebra ahora, porque ocurrió durante la temporada de Pentecostés, al igual que los milagros relacionados con la mujer samaritana y el ciego. Celebramos el Santo Tomás y las Portadores de Mirra en la seguridad de la Resurrección de Cristo de entre los muertos pero celebramos los otros milagros que conducen a la Ascensión, porque se realizaron en diferentes momentos en la temporada del Pentecostés Hebreo y porque San Juan, cuyo Evangelio se lee durante este período, es el único Evangelista que los menciona.
Por tu infinita misericordia, oh Cristo Dios nuestro, ten piedad de nosotros. Amén.



Servicio Litúrgico del Domingo del Paralítico (con Evangelio Matutino, Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles y Lectura del Evangelio)














Ἀνέβη ὁ Ἰησοῦς εἰς Ἱεροσόλυμα, ἐπὶ τὴ Προβατικὴ κολυμβήθρα, τὴ λεγομένη κατὰ Ἰουδαίους Βηθεσδά, πέντε στοὰς ἐχούση, ἐν ταύταις γὰρ κατεκειτο πλῆθος τῶν ἀσθενούντων, Ἄγγελος γὰρ τοῦ Θεοῦ κατὰ καιρὸν ἐπιφοιτῶν, διετάραττεν αὐτήν, καὶ ῥῶσιν ἐχαρίζετο τοὶς προσιοῦσιν ἐν πίστει, Καὶ ἰδὼν ὁ Κύριος χρονιοῦντα ἄνθρωπον, λέγει πρὸς αὐτόν, θέλεις ὑγιὴς γενέσθαι; ὁ ἀσθενῶν ἀπεκρίνατο, Κύριε, ἄνθρωπον οὐκ ἔχω, ἵνα, ὅταν ταραχθῆ τὸ ὕδωρ, βάλη μὲ εἰς τὴν κολυμβήθραν, ἰατροὶς κατηνάλωσα τὸν ἅπαντά μου βίον, καὶ ἐλέους τυχεῖν οὐκ ἠξιώθην, ἀλλ' ὁ ἰατρὸς τῶν ψυχῶν καὶ τῶν σωμάτων, λέγει πρὸς αὐτόν, Ἀρόν σου τὸν κράββατον καὶ περιπάτει, κηρύττων μου τὴν δύναμιν, καὶ τὸ μέγα ἔλεος ἐν τοῖς πέρασι.

Jesús subió a Jerusalén hacia la Piscina Probática, llamada en hebreo ‘Betesda’, que tiene cinco pórticos; y allí yacían multitudes de enfermos. Porque el Ángel del Señor bajaba de vez en cuando y la agitaba, otorgando la curación a los que se acercaban con fe. Allí, el Señor vio a un hombre que llevaba enfermo muchos años y le dijo: “¿Quieres curarte?” Le respondió el enfermo: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; he gastado toda mi fortuna en los médicos; y nadie me tuvo misericordia.” Pero el Médico de las almas y de los cuerpos le dijo: “Levanta tu camilla y anda, mas anuncia, en todas las regiones, de Mi Poder y Gran Misericordia”.








HOMILÍA. DOMINGO DE LA CURACIÓN DEL PARALÍTICO.



CELEBRABAN LOS DIAS AQUELLOS, NOS INFORMA EL EVANGELISTA, UNA de
sus más grandes fiestas los judíos en Jerusalén. Entre la multitud que entonces que congregó, estaba también Jesús Cristo.

Llegó a Jerusalén y se dirigió hacia la puerta de las Ovejas (Nehem. 3, 32) de la ciudad. Allí había un pequeño lago llamado Betsaida, alrededor del cual había construídos cinco cobertizos abovedados. Debajo de ellos se alojaba mucha gente, todos ellos enfermos, cada uno de ellos con distintas discapacidades y enfermedades. Algo como un hospital improvisado. Y todos esperaban...

Esperaban la señal milagrosa. Porque, ciertamente, de vez en cuando tenía lugar en aquel lago algo milagroso. Un ángel bajaba del cielo y removía las aguas. Y entonces, quien consiguiese entrar el primero en ellas se ponía bien, independientemente de la enfermedad que tuviese.

Este lago de Betsaida venía ahora a visitar el Señor de los ángeles y de los hombres, el Señor Jesús Cristo.













Y no tardó en observar allí a un afligido hombre incapacitado, que llevaba allí treinta y ocho completos años, y aún seguía esperando...

Vuelve Su mirada hacia él el Teántropos (Dios-hombre), y directamente le pregunta:

- ¿Quieres ponerte bien?

- Señor, le responde con la voz apagada el enfermo, ¡no tengo a nadie! No tengo a ninguna persona que me meta en el agua cuando es agitada, para ponerme bien. Comienzo a arrastrarme para entrar dentro, pero siempre se me adelanta alguien. Y me quedo de nuevo así...

Le escuchó el Señor, el amigo del hombre Cristo, y con viva voz, con autoridad, le ordena:

- ¡Levántate, echa tu camilla al hombro y camina!.

Y la orden se convirtió en aquel mismo momento en realidad. Con fuerza y salud se levantó, caminó fuertemente sobre el suelo, cogió su camilla y se fue...

Después de unos días le volvió a encontrar Cristo en el Templo y le dice:














- Ahora te has puesto bien. Ten cuidado de no volver a pecar, para que no pase algo peor...

Era entonces su pecado lo que le había postrado en la camilla durante treinta y ocho años a este afligido hombre.




* * *



"¿Quieres ponerte bien?"



Pero, diría alguien, ¿Qué pregunta es ésta? ¿ Era posible que no hubiese querido ponerse bien este hombre treinta y ocho años incapacitado?


Sí, era posible.

¿No podría haberse desesperado, haber abandonado toda esperanza? Que hubiese respondido a Cristo: ¿qué me preguntas, hombre? ¿con mi pena te diviertes? ¿no ves cómo estoy? Déjame en paz, por favor…










¿Quieres ponerte bien?

Una pregunta que en todas las épocas pone el Señor sobre nosotros, amigo mío. Y el tema es que comprendamos primero que estamos enfermos - el pecado es enfermedad- y que después queramos liberarnos de nuestra enfermedad.

Mira cuantos jóvenes, no sólo están totalmente entregados a los vicios y a las pasiones que los deterioran psíquicamente, sino que ni siquiera les ha pasado por la cabeza salir de este estado que les carcome su propia existencia. Porque, cuanto más alimenta alguien sus vicios y pasiones -egoísmo, envidia, vanagloria, derroche...- tanto más aumentan y le atan más fuertemente. Como querrá después escapar. Como el dependiente de sustancias....has entendido.

-¿Quieres ponerte bien? La voz del Señor hacia ti ahora.

-Quiero, Señor, dile enérgicamente. ¡Quiero, Cristo, libérame !

Y no te preocupes. Haz lo que te diga, y te verás a ti mismo rejuvenecer...


Del libro "Háblame, Cristo. Mensajes para jóvenes de los Evangelios de los Domingos" Archim. Apóstolos J. Tsoláki. Ed. Sotir.






Fuentes consultadas: saint.gr, diakonima.gr, impc.gr

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