sábado, 20 de abril de 2024

El Apóstol Zaqueo, Obispo de Cesarea

Versos:
"No que bajes sino que subas se te dice, Zaqueo, porque Cristo te está llamando a los cielos".


Era bastante corto de estatura para poder ver sobre las cabezas de la multitudes que se habían reunido para observar a Jesús Cristo, el santo Hijo de Dios
– razón por la cual simplemente se subió a la cima de un árbol.
La historia del odiado recolector de impuestos, quien eventualmente llegaría a ser un devoto obispo Cristiano, ha endulzado los corazones de los lectores por casi 2.000 años.
Esta narración maravillosa aparece en el Santo Evangelio de Lucas y es una de las favoritas por la manera en que subraya el mensaje central de todo el Nuevo Testamento: el hecho de que Cristo ha venido a la tierra para buscar a los pecadores y llevarlos a la salvación.
En este caso, el nombre del pecador era Zaqueo, y él pertenecía a una de las clases sociales más despreciadas en el mundo de la Antigua Palestina –los “publicanos” o recolectores de impuestos locales, cuya reputación por el robo y el engaño era muy bien merecida, según la mayoría de historiadores de ese período.
 
 
 






                            
 
 
 
 
 
Año tras año, el universalmente odiado Zaqueo, había usado su posición como oficial de aduanas en la ciudad de Jericó para extraerles a sus residentes cada moneda que pueda exprimirles. Protegidos por el ejército de los Romanos invasores, lo publicanos tenían la autoridad de imponer impuestos sobre todo aquello que era manufacturado y vendido en Palestina –y muy pronto aprendieron a sobrevalorar los bienes para quedarse con una porción de las ganancias ilegalmente obtenidas.
En la mayoría de las áreas de la provincia los publicanos eran considerados como parásitos despreciables y tratados con total desdén. Pero al mismo tiempo eran bastante adinerados, lo que significaba que tenían un mejor estándar de vida que sus conciudadanos… lo cual era una razón más para odiarlos sin ningún tipo de moderación.
 
 
 
 
 

 
 
 
 
Imagínense la impresión que se debe haber regado a lo largo de las distintas clases sociales de los residentes de Jericó luego de que el Trabajador Maravilloso y Sanador, conocido como “El Cristo,” no sólo se deleitó y mantuvo una animada conversación con el sinvergüenza Zaqueo –sino que además le pidió que lo alojase en su lujosa y cómoda casa durante la noche.
Aunque esto provocó una gran ira entre los que se consideraban justos en Jericó, el incidente tuvo una parte cómica.
Tal como lo cuenta San Lucas, el acontecimiento comenzó no bien el Señor había llegado a la ciudad y comenzado a predicar a las multitudes que lo seguían dondequiera que iba. Atraído por simple curiosidad, el pequeño Zaqueo se sintió frustrado al verse incapaz de observar por encima de la multitud que se devoraba cada una de las palabras de Jesús. Irritado y frustrado por su situación, el publicano miró el paisaje cubierto por la multitud… y vio junto al camino en el cual el Salvador estaba hablando con la muchedumbre un alto árbol de sicomoro.
 
 
 
 
 


Arbol al que se subió Zaquelo, en Jericó
                               

 
 
 
 
 
En un instante, este burócrata de mentalidad muy práctica, subió por las ramas hasta un lugar suficientemente alto que le permitió ver aquello que estaba produciendo esa conmoción. Luego de haber conseguido un lugar privilegiado apoyó su espalda contra el tronco y se dispuso a observar los acontecimientos. Pero se quedó sorprendido cuando algunos minutos más tarde el mismo Señor se aproximó al árbol polvoriento y comenzó a mirar a través de sus ramas.
Tal como lo describe San Lucas, el Redentor Santo ubicó rápidamente en la parte alta del árbol al escandaloso recolector de impuestos y lo llamó con fuerte voz: “Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede en tu casa”.
Muchos de los que escuchaban en la multitud se atragantaron fuertemente.
¿Podría ser cierto esto? ¿Que Jesús realmente intentara alojarse en el hogar de un recolector de impuestos? ¿Qué clase de “Santo Varón” se vincularía voluntariamente con un malvado notorio como Zaqueo?
 
 
 




"THE CALLING OF ZACCHEUS"
"LA LLAMADA DE ZAQUEO"


 
 
 
 
 

Sin embargo, a pesar de la rabia del público por su decisión de visitar al parásito despreciable, el Mesías procedió a hacer justamente eso. Y su conversación durante la cena de la tarde resultó ser tan inspiradora que el recolector de impuestos se convirtió y se hizo seguidor de Cristo ese mismo día.
En los años que siguieron a ese encuentro en el árbol de sicomoro, Zaqueo llegaría a ser uno de los más celosos y determinados defensores, mientras acompañaba con mucha frecuencia en sus viajes misioneros al Apóstol San Pedro y predicaba con él. Fue tan fiel en sus labores y tan intensa su devoción a su Salvador que eventualmente fue nombrado Obispo de la Ciudad Palestina de Cesaréa, en donde sirvió por muchos años con gran distinción. Murió pacíficamente en la ciudad portuaria del Mediterráneo  alrededor del año 65, según la mayoría de historiadores de ese período.
La historia del despreciado recolector de impuestos y del Redentor que lo amó está bellamente contada, tal como sigue, en el Evangelio de San Lucas (19, 1-10):
 
 
 





"Ό ΆΓΙΟΣ ΑΠΌΣΤΟΛΟΣ ΖΑΚΧΑΊΟΣ, ΕΠΊΣΚΟΠΟΣ ΚΑΙΣΑΡΑΊΑΣ",
[O Ayios Apóstolos Zakjéos, Epískopos Kesaréas]
EL SANTO APOSTOL ZAQUEO, OBISPO DE CESAREA



 
 
 
 
 
Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.»
Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.»
Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estabaperdido.»

En la vida del Santo Apóstol Zaqueo podemos ver el mensaje central de todo el Nuevo Testamento: Cristo no viene a salvar a los justos sino a los pecadores. Zaqueo entendió eso, y cuando lo hizo, su salvación estaba asegurada.
 
 


Apolitiquio tono 3º

Habiendo odiado las riquezas injustamente obtenidas conseguiste los tesoros de la salvación; recibiendo al Salvador en tu casa, Oh Zaqueo, fueron realmente maravillosos los frutos que brotaron del arrepentimiento: las obras de misericordia, la rectificación de los errores y una vida santa, por la cual te honramos y te llamamos bendecido.

Condaquio tono 4º


Cuando Jesús, que descendió de los Cielos para salvar a los pecadores vio en su gran celo a Zaqueo, quien pequeño en estatura, se aferró al Arbol de la Vida desde el sicomoro, lo lo llamó. Abajándose en su humildad y arrepintiéndose recibió al Señor y la salvación llegó a su casa... y desde ese momento en adelante se mostró como un verdadero hijo de Abraham.
 




Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr