sábado, 30 de marzo de 2024

El Venerable Juan el Sinaíta, Autor de “La Escala” (+563)

Versos:
"Subiste diligentemente a la escalera Padre, brillando con las virtudes, llegaste hasta los cielos".
El día treinta, Juan se regocijó por ser liberado.

El día treinta de este mes, conmemoramos a nuestro Venerable Padre Juan, el autor de la Escalera.

En un momento de su extraordinaria vida, se retiró a vivir en una cueva por veinte años de manera que pudiera meditar de mejor manera en la Gloria del Dios Todopoderoso… y también en los pasos espirituales que se requerían para percibir esa Gloria con una mirada limpia y enfocada.
Durante sus largos años de abnegación y propio escrutinio, el Venerable Juan Clímaco del Monte Sinaí escribiría uno de los más importantes y vitales documentos en la historia de la Iglesia primitiva Cristiana: La Escala Santa, un devocional de un monje iluminado en busca de Dios que es un tesoro inapreciable lleno de intuiciones en cómo conseguir la sabiduría espiritual.  
Místico consumado, el Venerable Juan era un hombre sencillo que vivió de manera sencilla pero al mismo tiempo muy realísticamente. Evitando los extremos escogió la moderación en todo lo que hizo. Para Juan Clímaco –quien pasaría la mayor parte de su vida (483- 563) luchando interiormente en un reconocido monasterio ubicado sólo a una corta distancia del lugar de la “Zarza Ardiente,” milagro que había maravillado al propio Moisés miles de años antes– la vida monástica era mayormente una cuestión de aprender a doblegar la propia vanidad, de manera que podamos adorar de mejor manera al Señor Dios del Universo.
 
 
 
 








Como el Gran Predicador en el Libro del Eclesiastés del Antiguo Testamento quien enseñó que “Todo es vanidad”, San Juan dedicó la mayor parte de sus ochenta años en la tierra luchando con los problemas espirituales causados por nuestra propensión humana al orgullo y a la vanidad. ¿Cómo podemos vencer exitosamente nuestro egoísmo inherente de tal manera que podamos obedecer la Voluntad de Dios más pronto y completamente? En un sentido real toda la vida de San Juan estuvo dedicada a responder a esta pregunta, la cual han deleitado y atormentado a la Santa Iglesia desde sus inicios –en que Jesucristo caminó por las calles polvorientas de Galilea en busca de aquellos que habría de salvar a través de su Evangelio de Amor y Redención.
Para la santificación de Juan Clímaco, quien pasaría más de sesenta años bajo la intensa disciplina espiritual de los Monasterios del Monte Sinaí, la solución para el problema de la Vanidad de Vanidades llegó a ser la piedra fundamental de su gran trabajo de guía espiritual Cristiana en "La Escala". 
 
 
 






 
 
 
Llena de maravillosas intuiciones que han inspirado durante siglos a los Cristianos, La Escala nos golpea, en una elocuente nota sobre el tema de vencer nuestra vanidad humana, tal como sigue:
"La Vanidad florece delante de cada virtud. Cuando ayuno, soy entregado a la vanidad, y cuando ocultándome de los demás en mi ayuno me permito un poco de alimento, de nuevo estoy entregado a la vanidad –por mi prudencia. Al vestir con ropa brillante soy conquistado por el amor al honor y habiéndome cambiado por ropas grises –soy vencido por la vanidad. Si me levanto y hablo – caigo bajo el poder de la vanidad. Si lo que deseo es guardar silencio nuevamente soy entregado a ella.
Dondequiera aparece esta espina, en todo lugar se levanta con sus puntas hacia arriba. Es la vanagloria… en la superficie de honrar a Dios y en la acción de esforzarse por complacer a la gente más que a Dios… Gente de espíritus elevados soportan los insultos calmada y voluntariamente pero escuchar alabanzas y no sentir placer en ello sólo es posible para los santos y los que no tienen culpa alguna…
Dondequiera quienquiera no es fiel en las pequeñas cosas tampoco lo será en las más grandes, y eso es vanagloria. Sucede frecuentemente que Dios mismo humilla a quien se vanagloria enviándole una desgracia repentina… Si la oración no destruye un pensamiento orgulloso, debemos traer a la mente el dejar el alma de esta vida. Y si eso no ayuda, debemos amenazarla con la vergüenza del Juicio Final… "
 
 
 






 
 
 
Tal como hace bastante clara esta sección de La Escala el Venerable Juan Clímaco era un escritor exquisitamente bueno con el don por la precisión y el fraseo elegante. Y sin embargo era el más sencillo de los hombres con muy poco interés en sus propios logros. Nacido alrededor del 483, según se reporta, fue hijo de dos piadosos Cristianos santos –Xenophenes y María– quienes se aseguraron de que él obtuviera una educación excelente al mismo tiempo que aprendía las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia. 
A la edad de dieciséis años este joven precoz ya había encontrado su camino hacia el Monasterio del Monte Sinaí, ubicado en el lugar en el que Moisés había caminado alguna vez. Pupilo voluntarioso y pronto a aprender estudiaría por más de diecinueve años bajo la supervisión del santo monje Martyrius. Luego, casi inmediatamente después de la muerte de su mentor, este monje apasionado se retiraría por muchos años de peregrinación ascética al desierto en la búsqueda del Inefable. Ahí comía solo lo que la tierra le ofrecía –hierbas amargas, dátiles y ocasionalmente vegetales silvestres que crecían en los arroyos secos y a lo largo de los precipicios ventosos. Durmiendo cada noche sobre la tierra desnuda, se alegraba en su libertad de los encumbramientos de este mundo y rezaba continuamente al Dios Todopoderoso. 
 
 







 
 
 
Eventualmente, habiendo alcanzado la edad de 45 años, este devoto -golpeado por el clima y probado por el tiempo- sería elegido por el Abad, o Padre de los monjes que vivían en la cima del Monte Sinaí, y pasaría el resto de su vida enseñándoles cómo disciplinar sus egoísmos finitos en la conquista por el Infinito. Murió entre sus monjes a la edad de 80 años el año 563, una figura reverenciada cuya santa existencia está bellamente capturada en una frase escrita posteriormente por su biógrafo, el monje Daniel: “Su cuerpo ascendió a las Alturas del Sinaí, mientras que su alma ascendió a las alturas del cielo.” 
En los años posteriores a la muerte del piadoso monje se difundieron muchas leyendas sobre su increíble capacidad para comunicarse con El Más Allá. En una de las más conocidas de esas historias el Abad Juan envió a su joven discípulo (llamado Moisés) a realizar un trabajo en una calurosa tarde del verano. Habiendo completado su trabajo, el joven se estiró bajo la sombra fresca de una enorme roca con la finalidad de tomar una siesta muy breve. Muy pronto estaba roncando fuertemente y completamente inconsciente del creciente peligro en que se encontraba su vida. 
Aparentemente todavía no había llegado la hora del joven. Mientras el joven monje dormía su mentor se encontraba rezando en su celda. Y entonces, de un solo golpe, sus oraciones se vieron interrumpidas… cuando de manera repentina se sintió lleno de pavor –de alguna manera sintió que su estudiante dormido estaba a punto de ser asesinado. 
 
 







 
 
 
El temeroso Juan Clímaco pasó la siguiente media hora en oración ferviente por la seguridad del joven. Una y otra vez le pidió a Cristo que protegiese a su protegido del peligro que se avecinaba. 
Luego, cuando esa tarde Moisés regresó al Monasterio, le agradeció profusamente a su mentor por haberle salvado la vida. Mientras aún se encontraba dormido, sucedió que el joven tuvo un sueño en el cual San Juan lo estaba llamando a gritos una y otra vez. Despertado por la pesadilla el joven monje se puso de pie rápidamente –un momento antes de que la gigantesca roca, movida posiblemente por un deslizamiento, se hubiera soltado de su posición y rodado sobre el preciso lugar en el que el joven había estado durmiendo. 
Otra leyenda muy bien conocida describe cómo los monjes estaban sentados una tarde para la cena junto con 600 visitantes peregrinos, quienes notaron al mismo tiempo a un extraño personaje carismático en medio de ellos. En un instante todos los que se encontraban en las mesas del gran refectorio entendieron que el huésped encantador no era otro que el gran Profeta Moisés, quien había recibido las Tablas conteniendo los Diez Mandamientos a sólo unos cuantos metros del lugar en que se encontraban sentados. (El Profeta estaba sonriendo ampliamente, según recuerdan posteriormente, y parecía bastante complacido de que los monjes hubiesen escogido este lugar para su santa residencia.)
 
 
 



La escala (escalera) de las virtudes. Monasterio de
Santa Catalina ("Αικατερίνης", [Ekaterinis]), Siná, s. XII 



 
 
 
La vida de San Juan Clímaco nos enseña valiosas lecciones sobre la importancia vital de la humildad en nuestras vidas. Con toda seguridad San Juan ha de haberse dado cuenta de que la raíz griega de la palabra humildad también hace referencia al “humor” y al “humus” –el fertilizante necesario que hace que las plantas crezcan. Este piadoso monje nos ofrece un maravilloso modelo para vivir la vida espiritual. En un nivel fue un genio literario que produjo un clásico inmemorial… pero en otro completo nivel no fue más que un simple monje que no quería nada más que sembrar los pepinos en el jardín del monasterio, al tiempo que alababa incansablemente al Dios Todopoderoso. Su vida se encontraba centrada completamente en Dios. Leer sus escritos en la “Escala de la Perfección” es llegar a conocer la santidad de este hombre. Aunque pasó la mayor parte de su vida en el Monte Sinaí en Egipto, su poderosa influencia sobre generaciones de Cristianos que ha vivido a lo largo de Tierra Santa ha probado ser permanente.

“La Santa Escala” de San Juan Clímaco.
 
 
 
 
 
 

 

 
Ἀπολυτίκιον. Ἦχος γ'. Θείας πίστεως.
 
Θείαν κλίμακα, ὑποστηρίξας, τὴν τῶν λόγων σου, μέθοδον πᾶσι, Μοναστῶν ὑφηγητὴς ἀναδέδειξαι, ἐκ πρακτικῆς Ἰωάννη καθάρσεως, πρὸς θεωρίας ἀνάγων τὴν ἔλαμψιν. Πάτερ Ὅσιε, Χριστὸν τὸν Θεὸν ἱκέτευε, δωρήσασθαι ἡμὶν τὸ μέγα ἔλεος.
 
 
 
 
 
 
 
Ταῖς τῶν δακρύων σου ῥοαῖς, τῆς ἐρήμου τὸ ἄγονον ἐγεώργησας, καὶ τοῖς ἐκ βάθους στεναγμοῖς, εἰς ἑκατὸν τοὺς πόνους ἐκαρποφόρησας, καὶ γέγονας φωστὴρ τῇ οἰκουμένῃ, λάμπων τοῖς θαύμασιν, Ἰωάννη Πατὴρ ἡμῶν ὅσιε, πρέσβευε Χριστῷ τῷ Θεῷ, σωθῆναι τὰς ψυχὰς ἠμῶν.

Apolitiquio tono 4º. Cuarto Domingo de la Gran Cuaresma 

Con las corrientes de tus lágrimas, cultivaste la esterilidad del desierto; y por tus suspiros, desde las profundidades, produjiste fruto multiplicado por cien en labores; y te convertiste en una luminaria, brillando con milagros sobre el mundo, oh Juan, nuestro Venerable Padre. Intercede ante Cristo Dios para que nuestras almas sean salvas.
 
 
 
 
Ἀπολυτίκιον Ήχος πλ. δ'.
 
Ταῖς τῶν δακρύων σου ῥοαῖς, τῆς ἐρήμου τό ἄγονον ἐγεώργησας· καί τοῖς ἐκ βάθους στεναγμοῖς, εἰς ἑκατόν τούς πόνους ἐκαρποφόρησας· καί γέγονας φωστήρ τῇ οἰκουμένῃ, λάμπων τοῖς θαύμασιν, Ἰωάννη, Πατήρ ἡμῶν ὅσιε, πρέσβευε Χριστῷ τῷ Θεῷ, σωθῆναι τάς ψυχάς ἡμῶν.

Apolitiquio tono plagal del 4º 

Oh Juan, Padre justo, con los arroyos que brotaron de tus lágrimas cultivaste la aridez del desierto; y por tus profundos suspiros los frutos de tu labor se centuplicaron 509 llegando a ser una luz brillante e iluminando al mundo con tus milagros. Intercede ante Cristo Dios para que se salven nuestras almas.
 
 
 
Κοντάκιον Ἦχος α'. Χορὸς Ἀγγελικός 
 
Καρπούς ἀειθαλεῖς, ἐκ τῆς βίβλου προσφέρων, διδάγματα σοφέ, καθηδύνεις καρδίας, τῶν τούτοις μετά νήψεως, προσεχόντων μακάριε· Κλίμαξ γάρ ἐστι, ψυχὰς ἀνάγουσα γῆθεν, πρὸς οὐράνιον, καί διαμένουσαν δόξαν, τῶν πίστει τιμῶντων σε.

Condaquio tono 1º. Coro angelical

Siempre dando frutos, ofreciste en un libro las enseñanzas que Dios te dio, Oh sabio Juan, el más bienaventurado, mientras endulzabas los corazones de todos aquellos que obedecían con cuidado; pues esta escalera de la tierra hacia el Cielo ha conferido la Gloria a las almas que la han ascendido y te han honrado fielmente.
 



Μεγαλυνάριον.
 
Τὴν οὐρανοδρόμον ἣν Ἰακώβ, κλίμακα προεῖδεν, ἐτεχνήσω πνευματικῶς, Πάτερ Ἰωάννη, συνθήκῃ τῶν σῶν λόγων, δι’ ἧς πρὸς ἀφθαρσίας, βαίνομεν μεθέξιν. 

Megalinario

Al igual que esa elevada escalera que Jacob estaba alcanzando a los Cielos, también así, con tus palabras piadosas, has levantado una escalera que lleva a todos los fieles a las alturas de la virtud, oh bendito Padre Juan.
 





Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr * fatheralexander.org * pinterest.at


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