jueves, 3 de octubre de 2024

San Juan el Chozebita

Versos: 
"Apartado de una vida de tentaciones infinitas, Juan se apoderó poderosamente del infinito".

Algunas veces para un Cristiano, desafortunadamente, es necesario luchar contra los demonios.
Esto es lo que le pasó a Juan el Chozebita, un santo Palestino muy valiente al que se le requirió batallar durante su agitada vida como monje y curador de los enfermos contra espíritus impuros.
¿Qué puede ser más aterrador para un ser humano que pelear contra esas fuerzas oscuras que odian a toda la humanidad?

San Juan fue probado hasta el límite durante sus enfrentamientos, pero su corazón era puro y su fe muy firme. Nacido en Egipto alrededor del año 430 en una familia de padres muy ricos e influyentes, San Juan recibió el llamado a la vida monástica a través de su abuelo, quien también perteneció a un grupo de hermanos piadosos que habitaban en un monasterio.
Luego de haber estudiado la regla con el anciano, las oraciones y los rituales devocionales propios de la vida monacal, Juan inició una larga jornada hacia Jerusalén.  Joven e impetuoso cometió un serio error en un momento de su vida temprana –al rechazar el Cuarto Concilio Ecuménico de Calcedonia (año 451)-  alejándose de ese modo de los principios de la Ortodoxia, con la que tendría una rebelión por un período muy corto de su vida.
Las consecuencias de la rebelión de Juan contra el verdadero credo fueron alarmantes, por decir lo mínimo. Una mañana, mientras se aproximaba al crucifijo con la intención de rezar, se horrorizó al descubrir que su cuerpo se había paralizado y que su lengua se había congelado dentro de su boca. Desconcertado y confundido cayó dormido y, más tarde en la noche, escuchó una voz severa que le interrumpió en el sueño: “Aquellos que no están en comunión con la Iglesia Ortodoxa no son dignos de adorar la Cruz de Nuestro Señor.” 
 









Levantándose con el corazón lleno de remordimientos San Juan se dirigió a la Iglesia más cercana buscando la absolución. El incidente acabó sin un gran daño pero cambió para siempre la actitud de Juan. Desde ese día en adelante supo que debía de recorrer sólo por el desierto con el fin de encontrar la Paz de Dios que ahora su alma anhelaba ardientemente. Y no había tiempo que perder. Luego de haber obtenido la aprobación de su abuelo dejó el monasterio y se estableció en una pequeña caverna ubicada en una remota, amplia y salvaje región, del desierto de Judea.
En este lugar austero –en donde San Juan se asentó para llevar una vida ascética alimentándose solamente de los tiernos retoños de los árboles- era llamado “Chozevra.” San Juan tenía la esperanza de mantenerse aislado pero Dios tenía otros planes para él. Así el Todopoderoso desencadenó una serie de hechos que cambiarían la manera en que continuaría la vida de San Juan.
Muy cerca del lugar en que San Juan se había establecido vivía un asceta muy famoso llamado Ananías. 
 




Venerados Padres San Juan y San Jorge del
Monasterio de San Jorge de Coziba (Chozeba) en Jerusalén



 
 
Este era muy bien considerado a lo largo de la región por sus dotes como un gran curador así como por sus poderes milagrosos… Un día, un hombre muy rico que vivía en los alrededores, llevó a su hijo al santo varón para que lo libere de un espíritu maligno que lo había poseído. Como hombre de gran humildad, Ananías declinó el pedido de recibir a este huésped – no obstante lo envió hacia el “centro del desierto”, lugar en el que San Juan estaba comprometido en sus oraciones cotidianas y rituales de auto mortificación.  
Luego de algunos días los viajeros se las arreglaron para encontrase con el Chozebita a quien le rogaron que sanara al joven del demonio que lo aquejaba.
Al principio el santo no mostró ningún interés en esa tarea… pero finalmente, luego de las muchas súplicas, se apiadó… y oró fervientemente –ante lo cual el demonio se agitó violentamente cuando le fueron dirigidas estas palabras: “En el nombre de Cristo, oh espíritu malvado, no soy yo quien te lo ordena, sino el siervo de Dios Ananías quien te ordena que salgas fuera de este joven.” Al escuchar estas palabras la oscura entidad se alejó inmediatamente quedando el joven completamente curado.
Este milagro extraordinario le ganó a San Juan una inmediata reputación a lo largo y ancho de la región. En muy poco tiempo fue llamado a servir como obispo local, aunque finalmente se las arregló para dejar en claro que lo único que deseaba era vivir en el desierto. Ahí había vivido por un tiempo la vida que siempre había buscado… una vida de asceta peregrino que se alimenta solamente de lo que crece de la tierra y ocupando toda su vida en oración reverente. 
 
 




Monasterio de San Jorge de Chozeba



 
 
Pero el Todopoderoso aún no había terminado con San Juan y sus infelices vecinos pronto lo volvieron a importunar. En otra ocasión, por ejemplo, un atribulado granjero que tenía un niño pequeño, que había sido poseído por un espíritu maligno, le dejó a la criatura en una canasta en la entrada de la cueva en la que vivía el monje. Al escuchar los fuertes gemidos del infante el santo reconoció inmediatamente la voz de un demonio y salió de su cueva para batallar. En la lucha que se dio a continuación, el ascético y piadoso monje expulsó al fantasma demoníaco y la salud del niño se vio restablecida.  Sin embargo el frustrado demonio aún no se había dado por vencido. Luego de asumir la forma humana se postró ante los pies de San Juan rogándole que lo bendijese. Esto le produjo tal perplejidad al santo –quien en ese momento estaba caminando por un sendero muy estrecho encima de un precipicio, que tropezó con sus propios pies y se tambaleó directamente hacia el abismo. Pero la Providencia siempre estaba observando, y cuando el tambaleante monje aterrizó al fondo del barranco no estaba herido, ni siquiera un mínimo rasguño. Así sucedió consecutivamente. Una y otra vez los enojados demonios de esa región salvaje hicieron su mejor esfuerzo para hacer que el  alma del pobre Juan cayera en su trampa. En un caso muy recordado, un depravado criminal de la localidad lo golpeaba periódicamente e incluso le prendió fuego a su vivienda – ubicada dentro del reconocido Monasterio de San Jorge Chozebita (en un área que ahora forma parte de la moderna Jordania)- ante lo cual el piadoso santo respondió con una oración de agradecimiento a Dios al cual él adoraba: “Oh mi Señor, si estas cosas te agradan, te agradezco.” 
 




Nuestro Venerable Padre entre los Santos, Juan el Chozebita




 
Luego de que finalmente el malhechor fuera aprendido y llevado lejos, el demonio decidió, una vez más, planear otra trampa en contra del monje. Esta vez fue una mujer lujuriosa el nefasto agente del plan del demonio, quien siguió a San Juan hasta su cueva y se desnudó delante de él, con la esperanza de seducir al santo con su vergonzoso y licencioso comportamiento. Pero el Señor protegió a su monje de todo daño y lo ayudó a resistir la tentación. Al final se escapó de las trampas de la astuta seductora y reinició sus peregrinajes de manera más reverente y casta que nunca.
No importaba cuán astutamente atacasen las fuerzas de la oscuridad a San Juan Chozebita, siempre las pudo vencer –no a por sus propios méritos, por supuesto, sino a través de su fe y confianza en que el poder del bien siempre ha de vencer al mal, dondequiera que exista la fe verdadera en comunidad humana que nunca deja de luchar. San Juan vivió una larga y fructífera vida como monje y asceta, sanando a los enfermos, expulsando demonios, predicando la verdad de Jesucristo y realizando muchos milagros.
Su vida demuestra –poderosa y triunfalmente- como es que el Señor ha prometido rescatar a cada uno de nosotros de los espíritus impuros que atormentan a nuestro mundo… si es que sólo tenemos la fe suficiente en que Su amorosa voluntad puede hacerlo. 

NOTA:

* Existe otro San Juan Chozebita de más reciente aparición (1913 - 5 Αυγούστου 1960). De ahí que su denominación oficial, tras su clasificación entre los santos ocurrida el 31 de Enero de 2016, sea la de San Juan Chozebita el Nuevo (del gr. "ο Νέος", [o Néos]). Es incorrecta la traducción de "el Joven".
 


Apolitiquio tono 4º

La verdad de las cosas que Te fueron reveladas para la comunidad como una regla de fe, un icono de mansedumbre, y un maestro de la templanza; por estas razones, a través de la humildad has alcanzado las alturas; la riqueza a través de la pobreza. Oh Padre y Jerarca Juan, intercede ante Cristo Dios para que nuestras almas se salven.

Condaquio tono 4º

Oh trueno divino, trompeta espiritual, cultivador de la fe y destructor de herejías, en quien la Trinidad se encuentra complacida, Oh gran Jerarca Juan, quien te encuentras delante de Dios, rezando incesantemente con los ángeles por todos nosotros.






Fuentes consultadas: Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury;  johnsanidopoulos.com; saint.gr; synaxarion.gr.

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