miércoles, 30 de octubre de 2024

Los Santos Apóstoles Cleofás, Tercio, Marcos, Justo y Artemás, de los Setenta

Todos ellos fueron santos Palestinos y se encuentran dentro del número de Los Setenta -la primera gran oleada de Apóstoles (posteriores a los primeros Doce) a quienes se les encargó "Id y enseñad a las naciones".

 Entre los más altos méritos de estos seguidores de Cristo se incluye el que fueron testigos de su Resurrección;un secretario santo que escribió una de las cartas más importantes de San Pablo;un obispo samaritano de gran piedad y devoción; un discípulo que casi fue elegido para reemplazar al traicionero Judas Iscariote; y un célebre obispo de Listra.
Las historias de estos 5 fieles seguidores del Hijo de Dios son breves pero iluminadoras, porque cada una de ellas nos enseña algo valioso sobre la verdadera naturaleza de la fe en el Evangelio de Jesucristo.


San Cleofás

Versos a San Cleofás :
"Cleofás no te ve como antes Oh Logos, pero ahora él ve claramente, deleitándose con tu visión".

Recibió el don especial de haber sido testigo del Cristo Resucitado. Sucedió en el camino de Jerusalén a Emaús, algunas pocas horas después de la Crucifixión cuando este justo de Tierra Santa caminaba junto al autor del Tercer LIbro del Nuevo Testamento, San Lucas.
Este maravilloso incidente comenzó cuando estos dos hombres ( San Lucas fue también uno de los Setenta) recorrían a pie el polvoroso camino mientras hablaban de los extraordinarios acontecimientos que acababan de presenciar. Mientras hablaban en tono sombrío sobre la muerte de Cristo en la Cruz, un extraño se les aproximó preguntándoles sobre los asuntos que estaban discutiendo. Los dos viajeros, respondiendo con su usual gentileza, le pidieron al recién llegado que los acompañase para la cena vespertina. Así lo hizo. Pero luego de haber partido y bendecido el pan, el recién llegado se mostró como El recién resucitado, nuestro Santo Redentor y Señor Jesucristo.
Antes de que los asombrados testigos pudieran hacerle alguna otra pregunta, el misterioso extranjero ya se había ido...dejando a Lucas y a San Cleofás quienes regresaron rápidamente hacia Jerusalén para informar a los otros discípulos sobre este bendito acontecimiento.
 
 


"Ο ΑΠΌΣΤΟΛΟΣ ΚΛΕΟΠΑΣ",
[O Apóstolos Kleopas],

EL APÓSTOL CLEOFÁS


 
 
Para el Santo Apóstol Cleofás este encuentro con el Salvador resucitado fue solo una parte de una vida extraordinaria como humilde siervo del Hijo de Dios. Como hermano menor de San José, el Prometido de la Bienaventurada Virgen- el joven Cleofás se convirtió al Santo Evangelio mientras presenciaba directamente los milagros y la prédica del Santo Redentor a través de la región Palestina de Galilea. Desgraciadamente también sería testigo de los terribles sufrimientos y la muerte de Jesucristo en la Cruz de la Salvación.
La vida del apóstol Cleofás imita, en muchas formas, la propia vida de su amado Señor y Salvador. El Santo Apóstol probaría al final de sus días la amarga violencia de los enemigos de Dios -al tiempo que era asesinado en la pequeña casa de Jerusalén en la cual se había celebrado la Última Cena. 
 




Jesús Cristo caminando hacia Emmaús



 
Asesinado por judíos vengativos quienes resentían la idea de que algunos de sus miembros adorasen al Hijo de Dios, Cleofás experimentó la agonía y la gloria del martirio.
Él nos dejaría a su amado hijo, Simeón, quien también llegaría a ser un reverente y devoto seguidor del Hijo de Dios. Durante toda su vida, el Santo Apóstol Cleofás presenció el drama de los inicios del Cristianismo, y su amor por el Santo Evangelio que lo llevó triunfalmente hacia la salvación, donde entona sin cesar las alabanzas a su Señor que tanto amó.
 


San Tercio

Versos a San Tercio
"Habiendo transcrito las palabras de Pablo, eres visto Tercio como un nuevo autor".

También recibió un don especial durante sus años como discípulo entre los Setenta. En un día inolvidable, no mucho antes de haber sido nombrado Obispo de Iconio y luego recibido el martirio en ese mismo lugar, su gran amigo Pablo le pidió a San Tercio que escribiese una larga carta a la recién fundada iglesia en Roma.
Este fiel seguidor de San Pablo cumplió con lo solicitado y el resultado de ello es la inmensurablemente importante Epístola a los Romanos, uno de los más grandes documentos de la Cristiandad. Esta sección clave del Nuevo Testamento define elocuentemente las bases espirituales y las profundas implicaciones del Evangelio de Jesucristo.
Para generaciones de Cristianos, las primeras líneas de la Carta a los romanos han provisto una maravillosa introducción al Santo Evangelio de Jesucristo:
(Rom 1:1-15)
El Apóstol Pablo escribió su apelación en la forma establecida de aquél entonces, según la cual el autor debía hablar brevemente de sí mismo y sobre la esencia de su carta:

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo (1:1-7).

Para calmar a los judíos de Roma sobre la verdad de la enseñanza ofrecida el Apóstol Pablo explica que no les predica una enseñanza nueva, sino que revela más claramente lo que escribieron los antiguos profetas.

Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros. Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí. Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles. A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma (1:8-15).

Como Roma era el centro legislativo y administrativo del amplio y poderoso Imperio, la presencia allí de una comunidad cristiana era extremadamente importante para el éxito del cristianismo. Por esto el Apóstol Pablo tenía un ardiente deseo de ayudar por todos los medios al fortalecimiento de la fe cristiana en Roma. Sin tener la posibilidad de ir a Roma en ese momento el Apóstol Pablo quería reforzar, epistolarmente, la fe cristiana.

Para el Santo Apóstol Tercio, quien se identifica a sí mismo en el capítulo 16 (versículo 22) de la carta a los Romanos ("Os saludo en el Señor yo, Tercio, que he escrito esta carta...") sirviéndo como amanuense del Gran Apóstol Pablo, esta labor fue, con toda seguridad, el punto más alto de una vida dedicada totalmente a la proclamación del Santo Evangelio de Jesucristo.
Fue un apasionado y absolutamente determinado evangelizador que asistió a San Pablo de muchas diferentes maneras. El Apóstol Tercio fue destinado (de igual manera que su mentor) a morir mártir. En su caso el sacrificio tuvo lugar en Iconio (una antigua ciudad de Asia Menor, ahora Turquía), donde fue asesinado por paganos enfurecidos, quienes lo golpearon hasta la muerte cuando les insistió en que su adoración a los ídolos era una abominación espiritual.
Según la mayoría de historiadores de su periodo, el Santo Apóstol Tercio murió supremamente feliz, y con la seguridad en el conocimiento de que había ayudado a traer una de las más grandiosas cartas de las Sagradas Escrituras a la luz del día: La Epístola a los Romanos.
 
 


San Justo

Versos a Justus (Justo), también conocido como Jesús: 
"Jesús encontró la salvación de Jesús, mostrándole que es el Salvador de los que llevan su nombre".

También conocido como Barsabás, fue otro ferviente -muy poco conocido- Cristiano que apareció en un momento clave durante la expansión de la Iglesia a lo largo de Palestina. Muy pronto, después de la ascensión de Cristo,  un grupo de cerca de 100 discípulos y conversos se reunieron para "echar suertes" (tras orar) con el fin de elegir a quien pudiera reemplazar a Judas Iscariote, miembro originario de los Doce Apóstoles, quien luego de su traición al Santo Redentor se ahorcó en un acto de desesperación total.


Este periodo se encuentra descrito en Los Hechos de los Apóstoles (1, 23-26):


" Y pusieron a dos: a José, el llamado Bersabás, que fue sobreapellidado Justo, y a Matías. Y orando dijeron: «Tú, Señor, cordi —conocedor de todos, declara a quién has elegido de estos dos: uno, para tomar el sitio de este ministerio y apostolado, del que se descaminó Judas para irse al lugar, al propio». Y dieron suertes a ellos, y cayó la suerte sobre Matías, y electo contado fue con los once apóstoles."

El Santo Apóstol Justo era hio de San José -el Prometido de la Bienaventurada Virgen- y su primera esposa Salomé. Piadoso y dedicado siervo del Santo Evangelio, este ferviente discípulo obtuvo un lugar permanente en el Nuevo Testamento después de que San Pablo lo identificara en su carta a los Colosenses como una fuente de ayuda y apoyo en su predicación del Santo Evangelio. Tal como lo hace notar San Pablo, Justo también era llamado Jesús y era uno de los pocos judíos circuncidados elegidos para ayudar a Pablo en su misión evangelizadora: " Jesús, llamado Justo; son los únicos de la circuncisión que colaboran conmigo por el Reino de Dios y que han sido para mí un consuelo. (Colosenses 4,11)
De acuerdo con la tradición Cristiana, San Justo llevó una vida de piedad ejemplar y fue consagrado, eventualmente, Obispo de Eleutherópolis( del gr Ελευθερόπολις, Ciudad de la LIbertad), una ciudad de Palestina con nombre griego ubicada unos 65 kilómetros al suroeste de Jerusalén. Atacados por los idólatras que habían florecido en Eleutherópolis bajo el gobierno de los Romanos en las décadas inmediatamente posteriores a Cristo, esta valiente Obispo fue golpeado hasta la muerte debido a su enérgica resistencia contra la idolatría pagana.
Su martirio ocurrió alrededor del año 69 bajo el reinado del Emperador Romano Vespasiano.


 
 
 
San Artemás

Versos a Artemás: "Artemás participa de la gloria de los seres noéticos, manteniendo su "nous" apropiado para el Señor".

Fue un discípulo Palestino, también miembro de los Setenta. Estuvo destinado a trabajar en el anonimato durante la mayor parte de su vida, pero en los últimos años llegó a ser Obispo de Listra, ubicada en la región de Licaonia, en Asia Menor (actual Turquía).
Fiel seguidor de Jesucristo, especialmente a lo largo de su vida adulta, el Santo Apóstol Artemas es mencionado brevemente por San Pablo en su Epístola a Tito y la referencia indica que el santo, gran maestro de la Cristiandad, tenía una absoluta confianza en su fiel Obispo: " Cuando te envíe a Artemas.."(Tito 3, 12).
El Santo Apóstol Artemas fue conocido especialmente por su bondad con los pobres y las mujeres viudas. Frecuentemente se quedaba sin lo necesario para vivir en su afán de proveerles a ellos la mayor ayuda posible.
 
 


San Ermás, de los 70




 
El Santo Apóstol Marcos

Versos a San Marcos: 
"Percibido como un sirviente de los Apóstoles, a su vez,eres visto como un compañero de trabajo, Marcos".

Era sobrino del gran Apóstol Bernabé, y por muchos años sirvió con gran dedicación como Obispo en Apolonia, ciudad ubicada cerca de la Antigua Tesalónica, en una región que ahora forma parte de la Grecia Moderna. Como compañero y colega de San Bernabé ( el amigo cercano y asistente de San Pablo en muchos de sus viajes apostólicos alrededor de Tierra Santa), Marcos extremadamente útil en la edificación de la Iglesia durante sus primeros tiempos.
Aparentemente San Pablo nota este hecho, cuando le pide a sus compañeros Cristianos que le brinden a su más fervoroso Apóstol (uno de los Setenta) una calurosa bienvenida. Tal como San Pablo les escribe a los Colosenses: " Os saluda Aristarco, el concautivo mío, y Marco, el primo de Bernabé, acerca del cual habéis recibido recomendaciones (cuando viniere a vosotros, recibidle)"(Colosenses 4,10) 
Aunque sus vidas y sus vocaciones difieren grandemente, estos cinco miembros de los Setenta estaban unidos en la fe, que los mantenía como fieles seguidores del Santo Redentor y el Hijo de Dios, durante su permanencia en la tierra. De sus historias podemos aprender mucho sobre cómo vivir la fe en el día a día, a pesar de los problemas y conflictos en los cuales nos podamos encontrar en algunos momentos particulares de nuestras vidas.


Apolitiquio tono 3º

Oh Santos Apóstoles Cleofás, Tercio, Marcos, Justo y Artemas, intercedan ante el Dios misericordioso para que conceda a nuestras almas el perdón por nuestras ofensas.

Condaquio tono 4º

Oh Sabios Apóstoles, ustedes han mostrado ser sarmientos en la viña de Cristo, dando frutos de virtud, los cuales se derraman como participación del vino de salvación y que se encuentran llenas de gozo. Rogad al Señor para que, a quienes celebramos vuestra memoria, se nos conceda el perdón de nuestros pecados y una gran misericordia.






Fuentes consultadas: *Texto publicado con autorización y bendición del autor, su Santidad Obispo de Jableh, Siria, Demetri Khoury.*saint.gr *synaxarion.gr, Biblia Septuaginta

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