Cuando le dijeron a
Salomonia que sus siete hijos serían torturados delante de sus ojos hasta morir
a menos que ella y ellos desobedecieran a su fe en Dios Todopoderoso no
titubeó.
Con voz clara y fuerte le
dijo al gobernador Sirio –el Rey Antiochus (Antíoco) IV Epífanes– que su fe significaba
más que cualquier cosa en su vida y que no podía traicionar al Unico Dios
Verdadero.
Enfurecido al verla
negarse obedecer al rey, el sangriento gobernador durante la Segunda Centuria
Antes de Cristo, ordenó inmediatamente las condenas de muerte para Salomonia y
sus siete hijos, conocidos en la historia Judía como los Jóvenes Macabeos.
La matanza de estos
inocentes –uno de los más grandes crímenes que se haya cometido contra
ciudadanos inocentes de un país conquistado– mancharía el honor del monarca
Sirio invasor por los siguientes veintidós siglos, cuando el mundo se dio
cuenta de lo sucedido aquél día en la antigua ciudad de Antioquía.
Los crímenes contra Salomonia y sus descendientes ocurrieron el año 166 Antes de Cristo, según la mayoría de historiadores de ese período, luego de que los Jóvenes Macabeos y su madre fueran llevados desde su nativa Jerusalén hacia la ciudad Siria para ser juzgados.
Sin embargo sus muertes no fueron las primeras en esta gran matanza de los Judíos por parte de los invasores bajo el mando del Rey Antiochus (175-164 Antes de Cristo). Ciertamente, sólo algunos días antes del juicio y la tortura de los Jóvenes, Eleazar, su noble maestro, un santo y piadoso adorador del Unico Dios Verdadero de Israel, a la edad de 90 años, había sido condenado a muerte por rehusar abjurar de su fe en el Dios Todopoderoso. Su asesinato fue parte de una campaña de represión general en contra de los Judíos que habían sido conquistados en Jerusalén... durante la cual el invasor había destruido el Templo Sagrado e instalado en su lugar una imagen pagana de Zeus.
Sin embargo sus muertes no fueron las primeras en esta gran matanza de los Judíos por parte de los invasores bajo el mando del Rey Antiochus (175-164 Antes de Cristo). Ciertamente, sólo algunos días antes del juicio y la tortura de los Jóvenes, Eleazar, su noble maestro, un santo y piadoso adorador del Unico Dios Verdadero de Israel, a la edad de 90 años, había sido condenado a muerte por rehusar abjurar de su fe en el Dios Todopoderoso. Su asesinato fue parte de una campaña de represión general en contra de los Judíos que habían sido conquistados en Jerusalén... durante la cual el invasor había destruido el Templo Sagrado e instalado en su lugar una imagen pagana de Zeus.
Pobre de
aquellos que se rehusaran a adorar a este despiadado ídolo pagano.
Para el sabio viejo
maestro, un sacerdote venerado y uno de los que tradujo el Antiguo Testamento
al Griego (una versión del Antiguo Testamento que posteriormente recibiría el
nombre de la “Septuaginta” o de “Los Setenta”), la llamada de la muerte sonó
luego de que desistiera obedecer un escandaloso edicto del invasor Sirio.
Decidido a quebrar la voluntad de los Judíos en Jerusalén, el tirano había
ordenado que violasen una de las leyes más sagradas de Moisés en lo que se
refiere a comer la carne de cerdo. “Comerán una medida de puerco,” dijo el vil
invasor, “o ustedes saborearán la punta de mi espada.”
Cuando el piadoso y
humilde Eleazar continuó desobedeciendo esta orden despiadada fue absurdamente,
en primer lugar, golpeado y luego quemado en varios de sus miembros. Finalmente
sus manos fueron amarradas y lo forzaron a inhalar el humo sulfuroso
proveniente de la hoguera, lo que le provocó la muerte a causa de la asfixia.
Habiendo asesinado al anciano sacerdote de Jerusalén, el brutal Sirio ordenó
que los Jóvenes Macabeos y su Madre –quien también había sido vista
públicamente desobedeciendo el decreto sobre “la carne de cerdo”- serían
juzgados en Antioquia y torturada de manera similar.
Este fue el telón de fondo
contra el cual los hermanos Macabeos lucharían para definir sus destinos. Sus
nombres fueron Abimus, Antoninus, Eleazar, Gurias, Eusabonus, Alimus and
Marcelo –y antes de que el sádico rey hubiera finalizado con ellos, debieron
soportar la mayoría de los abusos físicos (torturas) conocidas en el mundo
antiguo. Mientras su madre observaba indefensa y con el corazón adolorido como
les arrancaba la piel de sus rostros. A algunos de ellos además les cortarían
la lengua o les arrancarían el cuero cabelludo. Y cuando estas inimaginables
torturas llegaron a su fin uno a uno fueron arrojados a las llamas ardientes de
un horno trepidante.
¿Cómo una madre podría
soportar esto? Antes de que el último de los hermanos, un simple niño de tres
años de edad, fuera arrojado al fuego infernal, el cruel Rey le urgió a la
madre que por lo menos salve a su bebé, pidiéndole que niegue a su Dios
Todopoderoso. Sin embargo en vez de cumplir con lo que se le pedía, la
asombrosamente valiente Solomoni le pidió a su joven hijo que imitase la
valentía de sus hermanos mayores. Así lo hizo él. A pesar de sus torturas
confrontó verbalmente al perverso gobernante avergonzándolo ante todos los que
se encontraban congregados.
Cuando la carnicería hubo
llegado a su fin, la noble Solomoni pronunció una breve oración de veneración
al Dios Todopoderoso... y entonces se dirigió y saltó por sí misma hacia el
horno trepidante. Esta es una de las más horrorosas y, al mismo tiempo,
valiente historia en el Antiguo Testamento, el martirio de estos jóvenes
temerosos de Dios, de su madre y de un gentil maestro, que se encuentra
capturada en el bien conocido libro segundo de los Macabeos.
La muerte de estos
valientes mártires por causa del Dios Todopoderoso fueron una victoria para
ellos y un himno de alabanza para su deidad.
Reliquias Incorruptas de la Santa Solomoni.
Catedral de San Jorge en el Patriarcado de Constantinopla.
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Pero esa historia no terminó ahí.
Debido a la valentía e integridad mostrada en ese día por los Jóvenes Macabeos
y su madre, los Judíos de Jerusalén se verían inspirados para seguir al famoso
Judas Macabeo en una de los más grandes y exitosas revueltas por los Judíos
contra la dominación extranjera en toda la historia de esa gente valiente.
Al final el Templo de
Jerusalén sería restaurado y purificado en donde y los fieles adoradores
continuarían esperando por la llegada del Mesías cuyo eventual triunfo había
sido predicho con anterioridad por los grandes profetas Elías y Jeremías, entre
muchos otros. Para la gente de Israel la negativa de Solomoni, Eleazar y de los
Jóvenes Macabeos de apartarse de su fe sagrada ha sido una inspiración por más
de veintidós siglos.
Las vidas de estos
gloriosos mártires nos muestra cuán poderoso puede ser el apoyo del Dios
Todopoderoso en situaciones en las cuales los acontecimientos que están
sucediendo parecen insoportables. Armados con su fe en el poder y la bondad de
Dios, Salomonia fue capaz de soportar pruebas que, con toda seguridad habrían destrozado a la mayoría de mujeres. Sin embargo ella no fue destrozada
–más bien vive hoy como un signo y un símbolo de fe en Dios que no conoce
límites.
Apolitiquio tono 4º
Apolitiquio tono 4º
Aclamemos a los siete
jóvenes Macabeos con su madre, la santa Solomoni y a su maestro Eleazar, pues
ellos han sobresalido en una lucha legal como guardianes y protectores de las
enseñanzas de la Ley. Y ahora, como Mártires de Cristo triunfantes y gloriosos,
ellos interceden incesantemente por el mundo.
Condaquio tono 2º
Todos ustedes están sobre
siete pilares de la Sabiduría de Dios, una lámpara de siete brazos que ha
brillado con la Luz Divina, Oh Grandes Mártires, que antes de serlo fueron los
sabios Macabeos, con ellos rezamos ante el Dios de todos para que quienes hoy
cantamos vuestras alabanzas seamos salvados.
Fuentes consultadas: saint.gr, synaxarion.gr, apostoliki-diakonia.gr, diakonima.gr, orthodoxwiki.org, el.wikipedia.org