domingo, 21 de julio de 2024

Santos Simeón "Loco en Cristo" y Juan de Edesa (+fin. s.VI)

Versos:
A Simeón: "En la vida jugaste a ser uno que era estúpido, Padre,
tu final escapa por completo a la atención de la serpiente astuta".A Juan: "Te sometiste, oh Juan bendito, al desiertoEn soledad  las pasiones de la carne combatiendo".
Fingiendo insensibilidad, el sensible Simeón murió el veintiuno.


Sinaxario de los Santos Simeón Loco en Cristo y Juan de Emesa.

Del libro: San Nicodemo del Monte Atos. Sinaxario de los doce meses del año. Tomo III.

Los Padres Santos Simeón y Juan procedían de Edesa de Siria y florecieron durante el reinado de Justino I (reinado del 518 al 527 d.C.). Decidieron ir juntos a Jerusalén para visitar y venerar (en la Fiesta de) la Exaltación de la Honorable Cruz. Posteriormente no regresaron a su tierra natal, sino que llegaron al Monasterio de San Gerásimo de Jordania, donde fueron recibidos favorablemente por el entonces abad teoforo (o portador -del Espíritu- de Dios), cuyo nombre era Nikon.  


 


Santos Simeón "Loco en Cristo" y Juan




Allí recibieron el santo esquema de los monjes. Antes de que cumplieran sus siete días, que habitualmente guardan los monásticos recién tonsurados, durante los cuales permanecen dentro del Monasterio, partieron de dicho lugar y se internaron en el desierto, y residieron allí durante cuarenta años, emprendiendo todas las formas de ascetismo y privación.

Aunque Juan permaneció en el desierto hasta el final de su vida, Simeón regresó a Jerusalén, y después de venerar el Sepulcro Dador de Vida del Señor, oró para que la gente del mundo no entendiera su labor secreta de locura, que él decidió adoptar mientras estuviera en esta vida presente. Por lo tanto, fue a la ciudad de Emesa, y aparentó ser necio y loco, y con esta fingida necedad obró muchos milagros, que, cuando tenían lugar, solo aquellos que eran sabios y de mente aguda reconocían. Cuando este hombre renombrado partió hacia el Señor, estas cosas llegaron a ser conocidas por todos. Porque una persona narraba un milagro que tuvo lugar a través del santo, mientras que otra persona narraba se lo narraba a otra, y así sucesivamente. Asçi que estas cosas se hicieron conocidas comúnmente para el beneficio y el aprendizaje de todos.

 

 


San Simeón, "Loco en Cristo"


 

 

No mencionaremos aquí todos los milagros que hizo el santo, ya que pueden encontrarse extensamente relatadas en su Vida, pero necesitamos narrar uno de sus milagros posteriores. Cuando el santo reposó en el Señor, dos hombres levantaron sus sagrados restos, sin haber sido limpiados, cuidados, salmodiados o incensados, y los llevaron al cementerio para ser enterrados. Al pasar por la casa de un hebreo, la reliquia del santo pareció ser muy alabada y glorificada por una multitud, con dulces cantos melodiosos, de modo que cuando el hebreo los escuchó, se asomó fuera de su casa para ver qué sucedía, pero solo vio a esos dos hombres que llevaban la reliquia, lo que le movió a decir: "Bendito eres, oh loco, porque aunque no tenías hombre que te cantara, tienes Ángeles para honrarte con sus himnos angelicales". Por tanto, salió de su casa y fue a enterrar el cuerpo del Santo con sus propias manos. Cuando pasaron estos días, vino Juan, su compañero asceta, y descubrió que había partido hacia el Señor.

 

 


San Juan de Edesa




Venerables Simeón y Juan

De " Los Prólogos de Ohrid: Vidas de los santos de San Nikolai Velimirovič"


Estos dos jóvenes hombres abandonaron sus hogares y a sus familias: Simeón a su anciana madre y Juan a su joven esposa.
Ambos recibieron la tonsura monástica de manos del abad Nicón en el monasterio de San Gerásimo y se retiraron al desierto, donde vivieron una dura vida de ascetismo durante muchos años. Por medio de este ascetismo riguroso, mortificaron tanto su cuerpo que parecían dos árboles marchitos. Un día, Simeón le dijo a Juan que, según el mandado de Dios, tenía que alejarse del desierto, y quedarse entre la gente y servirle allí. Juan le dio este consejo: “Protege nuestro corazón de todo lo que veas en el mundo. Lo que toques con tus manos, no permitas que lo toque tu corazón. 
 
 
 



"Ο Αγιος Συμεών, ο Διά ΧC Σαλός"
[O Ayios SImeón, o Diá Xristón Salós]
El Santo Simeón, el Loco en Cristo





Lo que comas con tu boca, que no satisfaga tu corazón. Cuando tus pies comiencen a caminar, que la paz sea contigo. Y lo que hagas exteriormente, que no perturbe tu mente. Ruega a Dios por mí, para que no nos separe, al uno del otro, en la vida futura”. San Simeón aceptó el consejo de su compañero, le besó y, después de esto, abandonó el desierto. En Jerusalén veneraba la Santa Tumba del Señor y todos los lugares santos. Por su gran humildad, el santo asceta suplicó al Señor que le permitiera servir a su prójimo de tal manera que no lo reconocieran.
Eligió la difícil tarea de habitar entre la gente como un “loco en Cristo”, enseñando a los hombres y convirtiéndolos a la fe. Fingía la locura ante los hombres pero su corazón era templo del Espíritu Santo y, en ese templo, oraba incesantemente. Poseía abundantemente 
la gracia de Dios y era capaz de discernir todos los secretos ocultos de los hombres, tanto de cerca como lejos, sanando a los hombres de los malos espíritus y de otras enfermedades. Habiendo llegado a la ciudad de Emesa (actual Homs en Siria), se quedó allí y se hizo pasar por un simplón, comportándose de manera extraña, siendo objeto de insultos, abusos y golpizas.
 




                                       













A pesar de esto, realizó muchas buenas obras. Expulsaba demonios, sanaba enfermos, liberó a personas de la muerte inminente, trajo a los incrédulos a la fe y los pecadores al arrepentimiento. Bailando por las calles como un demente, se acercaba a los hombres y les susurraba sus pecados a los oídos y les llamaba al arrepentimiento. Incluso se aparecía a los pecadores en sueños, les reprendía por sus pecados y les llamaba al arrepentimiento. Así sucedió con Bali, un actor pagano, que abiertamente se burlaba de los santuarios cristianos y al que San Simeón se le apareció en sueños y le reprendió, advirtiéndole que se arrepintiera y se convirtiera en un cristiano
modelo. Un joven fornicario se volvió loco a causa de su promiscuidad sexual. Viendo a este joven demente, San Simeón le golpeó en la cara con la mano y le dijo: “No cometas fornicación”. En ese momento, el demonio inmundo salió del joven y se sanó.
 
 
 







Reflexión

Por el bien de su prójimo, San Simeón dejó a su único amigo en el mundo, su pacífica celda en el desierto, y se hizo pasar por un "loco en Cristo". Se cuenta cómo el rey espartano Licurgo, hizo grandes sacrificios en beneficio de sus conciudadanos. Emitió leyes estrictas, instituyendo un sistema completamente nuevo de educar a los jóvenes e instituir el orden en el Estado. Cuando emitió estas leyes, les dijo a sus conciudadanos que deseaba ir a Delfos, donde había un gran santuario, y exigió que todos juraran adherirse fielmente a sus leyes hasta su regreso. Cuando toda la ciudadanía prestó juramento, Licurgo abandonó su país y nunca regresó. 
Es un gran sacrificio dejar la patria y vivir voluntariamente en un país extraño en beneficio del prójimo. Pero cuánto mayor es el sacrificio de abandonar voluntariamente la propia mente y pretender continuamente ante los hombres ser un demente. ¿No es la locura la mayor tierra extranjera conocida por el hombre? ¡Vivir en esta tierra extraña y terrible año tras año, y todo eso en beneficio de tus semejantes!
 
 
 

 

San Simeón, "Loco en Cristo". 




Extracto de "La Vida de Simeón el Loco" *

por Leoncio de Neápolis.

Todas estas cosas las hizo bajo la apariencia de tonterías, y nunca recibió alabanzas ni agradecimientos de parte de las personas. Sin embargo, San Juan apreciaba mucho a su hermano espiritual. 

Cuando uno de los habitantes de la ciudad de Emesa fue a visitarle en el desierto, pidiéndole consejos y oraciones, se reefirió al "loco Simeón", que era más capaz de ofrecerles consejo espiritual. Durante los tres días previos a su muerte, San Simeón dejó de aparecer por las calles y se encerró en su choza, donde lo único que había era fardos de leña. Después de haber permanecido en oración incesante durante tres días, San Simeón durmió en el Señor. Algunos de los pobres de la ciudad, sus compañeros, se percataron de que hacía tiempo que no veían al "loco en Cristo". Fueron a su cabaña y lo encontraron muerto.

Tomando el cadáver, lo llevaron sin salmodiar a un lugar donde eran enterrados los sin techo y los desconocidos. Mientras llevaban el cuerpo de San Simeón, varios de los habitantes escucharon unas maravillosas salmodías, pero no pudieron entender de dónde venían.

Tras la dormición de San Simeón, San Juan también durmió en el Señor. Poco antes de su muerte, San Simeón tuvo una visión de su hermano espiritual con una corona en la cabeza con la inscripción: "Por la resistencia en el desierto".


Según las "Vidas de los santos" de A. Butler, no sabemos exactamente en qué año murió San Simeón; pero ciertamente su muerte ocurrió poco después del terremoto del año 588.

 

NOTAS: 

* Se puede leer el texto completo y más informaciones al respecto aquí (en inglés)

 

 




Apolytikion tono 4º (MODELO: “Ὁ ὑψωθεῖς ἐν τῷ Σταυρῷ” [O Ιpsozís en to Stavró], El elevado en la Cruz)

Ἀπολυτίκιον  (Κατέβασμα) Ἦχος δ’. Ὁ ὑψωθεῖς ἐν τῷ Σταυρῷ.

Ὡς ἡνωμένοι δι' ἐνθέου ἀγάπης, σύμψυχοι ὤφθητε ἐν πᾶσι τοῖς τρόποις, ὦ Ἰωάννη ὅσιε, καὶ θεῖε Συμεών, ὁ μὲν βίον ἔνθεον διελθῶν ἐν ἐρήμῳ, ὁ δὲ σοφοῖς σκώμμασι τὸν Βελιὰρ μωράνας· καὶ νῦν τῶν θείων ἄμφω ἀμοιβὴν καταρτυφῶντες, ἡμᾶς ἐποπτεύετε.

Apolytikion tono 4º

El venerable Juan y el divino Simeón, unidos en alma el uno al otro: uno de vosotros vivió una vida inspirada en el desierto, y el otro por su necedad se hizo un necio de Belial. Ahora te regocijas en la gloria celestial: siempre cuida de nosotros.

 


Κοντάκιον. Ἦχος β’. Τοὺς ἀσφαλεῖς.

Τὸν ἐν σαρκί, ἀναφανέντα ἄσαρκον, καὶ ἀρεταῖς, ὑπερκοσμίως λάμψαντα, Συμεῶνα τὸν ἰσάγγελον καὶ θεοφόρον εὐφημήσωμεν· σὺν τούτῳ Ἰωάννη τὸν ἀοίδιμον, γεραίροντες ὡς ἄγγελον ἐν σώματι· ὁμοῦ γὰρ ὑπὲρ ἡμῶν πρεσβεύουσι.

Kontakion tono 2º

Alabemos a Simeón, angelical y portador de Dios, quien en la carne parecía descarnado y resplandecía de virtudes; y con él alabemos al glorioso Juan, porque ellos siempre interceden ante Cristo nuestro Dios por todos nosotros.





Fuentes consultadas: Prólogos de Ohrid, San Nicodemo del Monte Atos Sinaxaristís de los doce meses del año-Tomo III,oca.org, saint.gr, publishing.cdlib.org, es.wikipedia.org

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