viernes, 31 de mayo de 2024

San Hermias y el Santo Mártir mago que le dio veneno y que creyó (+160)

Versos:
A Hermias: "Como un sello sumergido en tu sangre, Hermias, fuiste decapitado. ¡Oh tinte indeleble!"
El trigésimo primero Hermias fue asesinado por la espada.
Al mago: "Degustando tu poción noética oh Logos, él vomita el veneno del error y es asesinado por la espada".


El Santo Mártir Hermias (del gr. "Ερμείας", [Ermías])*, vivió en la Comana de Capadocia en tiempos del emperador romano Antonino Pío. Había formado parte de las tropas del César desde muy joven y rápidamente se distinguió por su valentía, su destreza y su espíritu de lucha, lo cual obtuvo debido a su fe en Jesús Cristo.
Durante el reinado de Marco Aurelio (138-161 d.C.) estalló una gran persecución contra los cristianos. Hermias fue de los primeros en ser detenidos, siendo ignorados sus grandes servicios a la nación y su respetada avanzada edad. Fue llevado ante frente al Duque** Sebastián, quien le ordenó ofrecer sacrificios a los ídolos. Pero el santo, inquebrantable e inmutable, se negó a traicionar a su Señor y sacrificar a los extraños ídolos paganos. 
 
 
 
 



San Hermias. 31 de Mayo.



 
 
 
Con la dulzura que le caracterizaba, respondió a las solicitudes de los tiranos: "Sería muy absurdo, respetado señor, abandonar la luz y preferir la oscuridad, abandonar la verdad y abrazar la mentira, renunciar a la vida y preferir la muerte. Sería absurdo al final de mi vida perder estos preciosos bienes".
Entonces, lleno de ira, el Duque ordenó que lo torturasen duramente. Primero le golpearon en la cara, luego le cortaron la piel y finalmente le arrancaron los dientes. 
Después le arrojaron a un horno de leña. Cuando fue abierto el horno tres días después, con la intervención y con la gracia de Dios, el santo salió sano y salvo de toda aquella terrible tortura.
El gobernador Sebastián ordenó a cierto mago que envenenara a Hermias con una poción. La bebida venenosa no hizo daño al santo. Una segunda copa con un veneno aún más fuerte tampoco logró matar al santo.
 
 
 




Martitio de San Hermias




 
 
El mago, asombrado de que Hermias todavía estuviese vivo, creyó en Cristo el Salvador, siendo decapitado de inmediato. Este mago, cuyo nombre no conocemos, fue bautizado con su propia sangre y recibió la corona del martirio.
Hermias fue sometido a torturas aún más terribles. Le rompieron los tendones, le arañaron el cuerpo con instrumentos afilados, fue arrojado en aceite hirviendo y le sacaron los ojos, pero fue salvado gracias al Señor Jesucristo. Luego suspendieron al mártir cabeza abajo. Durante tres días estuvo colgado en esta posición.
Las personas enviadas por el gobernador para verificar su muerte lo encontraron vivo. Asombrados por el milagro, fueron cegados por el miedo y comenzaron a pedir al santo ayuda. El santo mártir ordenaba a los ciegos acercarse a él y los sanaba en el nombre de Jesucristo.

 
 







 
 
 
Enojado, el gobernador ordenó que se despellejara la piel del cuerpo del santo, pero él seguía vivo. Entonces el enloquecido Sebastián lo decapitó con su propia espada, regalándole la corona de la gloria en el año 160 d.C. 
Más tarde, los cristianos enterraron secretamente el cuerpo del mártir Hermias, cuyas reliquias ofrecían numerosas curaciones.
 


HIMNO DE ALABANZA: SAN HERMIAS Y EL MAGO

Por San Nikolai Velimirovich

El mago viejo y malvado, envenenador y mentiroso,
En todo muy pequeño, pero grande en el miedo,
Veneno amargo, al santo Hermias, le dio,
¡De este veneno, incluso las serpientes se esconderían!

Hermias, el veneno bebió: la muerte no lo reclamó,
Y el viejo mago, vio y entero tembló,
Oh, ese maravilloso milagro, gritó en voz alta,
¡Sobre el soldado de Dios, el veneno no tiene poder!

Que se oculten, los días oscuros de mi vida,
¡Que se borren los años de mi vergonzosa vida!
A los tontos engaños, toda mi vida la dediqué,
Toda mi vida, al servicio de estos ídolos mudos.
 
 
 
 
 
 
Martirio de San Hermias

 

 
 
Y hoy mismo, con gran temor, veo:
El Único y Verdadero Dios, es el Dios de Hermias.
Crucificado como Cristo, el Señor de los cielos
Su indicio, son los milagros de los fieles.

De ahora en adelante, soy de Cristo: Oh Cristo, perdóname
Al siervo más pequeño, Tú, oh bueno, recíbeme.
Perdóname todos mis pecados, perdóname
¡Por Ti sacrificaré cuerpo y huesos sin vida!

Amargamente arrepentido, dijo el anciano,
Inmediatamente limpiado, de falsedad y temores,
Entre los cristianos, él mismo contaba abiertamente
La espada sobre él brilló y con sangre, fue bautizado.



NOTAS:
 
* Se ofrece el término en idioma griego, tal como es habitual en este santoral, para conocer su término original, dadas las posibles ambigüedades o inexactitudes que suelen producirse al traducir términos de un idioma a otro.   

** Duque, del latín "dux", «líder», título que se aplicó en el Bajo Imperio romano a aquellas personas que ocupaban un alto cargo cívico-militar en las provincias. 
 
 
 
 









Apolitiquio tono 4º  "ΠΡΟΣΟΜΙΟ" ("PROSOMIO", SIMILAR A): Ταχύ προκατάλαβε” [Tají prokatálabe], (“Se adelantó rápidamente”)
 
Ἀπολυτίκιον  (Κατέβασμα) Ἦχος δ’. Ταχὺ προκατάλαβε.
Χριστῷ στρατευσάμενος, τῷ Βασιλεῖ τοῦ παντός, γενναίως διέκοψας, τὰς παρατάξεις ἐχθρῶν. Ἑρμεία πανένδοξε· σὺ γὰρ ἐγκαρτερήσας, πολυτρόποις αἰκίαις, ἤθλησας ἐν τῷ γήρᾳ, ὡς τοῦ Λόγου ὁπλίτης· ὧ πρέσβευε Ἀθλοφόρε, σώζεσθαι ἅπαντας.
 
Apolitiquio tono 4º

Alistado para Cristo, el Rey de todos, derribaste las filas enemigas, oh gloriosas Hermias. Después de soportar muchos tormentos en tu vejez, te enfrentaste como guerrero de Dios. Intercede con Él, oh trofeo, para que todos sean salvos.
 
 

Condaquio tono 3º. Hoy la Virgen.

Confesaste con firmeza el nombre de Cristo y soportaste terribles tormentos, oh Hermias, y venciste al antiguo enemigo. Con un cuerpo envejecido, en tu ardor juvenil alcanzaste las alegrías del Paraíso.

Κοντάκιον Ἦχος γ’. Ἡ Παρθένος σήμερον.

Τοῦ Χριστοῦ τὸ ὄνομα, ὁμολογήσας εὐτόνως, καὶ σφοδρῶν κολάσεων, ὑπενεγκὼν τὰς ὀδύνας, ᾔσχυνας, τῶν παρανόμων τὰς ἐπινοίας· ἔδειξας, τῆς εὐσεβείας πᾶσι τὸ κράτος· διὰ τοῦτό σε Ἑρμεία, ὁ Ἀθλοθέτης Λόγος ἐδόξασε.

 



 









Fuente: saint.gr, Corominas, Joan y Pascual, José A. (1980-1991). Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico. Madrid: Ed. Gredos, synaxarion.gr

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