Homilías del Padre Atanasio Mitilineos sobre la Santa Apocalipsis, extracto de la Homilía 30: "Οι λοιμοί και οι λιμοί τών εσχάτων", Las pestes y las hambres de los "esjatos", últimos tiempos (ver término 44 del Léxico Ortodoxo)
Fuentes consultadas: youtube.com: Οι λοιμοί και οι λιμοί τών εσχάτων. Homilías del Padre Atanasio Mitilineos sobre la Santa Apocalipsis, parte de la Homilía n. 30.
...Segundo, la hambruna, el hambre. Al igual que las guerras, también ha azotado nuestra tierra siempre el hambre, pero aquí se trata de un fenómeno
como resultado de la apostasía, cosa que no sucedería si los hombres no
apostataran de Dios.
Cuando el Señor habla de hambruna, hambre, y el evangelista Juan se refiere lo mismo en la cuarta plaga (del Apocalipsis), el cuarto Sello, básicamente el Señor profetiza la apostasía y esto porque el resultado de la apostasía serán también las guerras y la hambruna. A pesar de esto se trata – aunque siempre ha habido hambrunas encima de la tierra- se trata de plagas, hambrunas improvistas, extraordinarias e inusuales, porque las hambrunas que había sobre la tierra eran principalmente locales. Nos señala una hambruna el evangelista Lucas en los "Hechos" y nos dice que esta hambruna, la cual había sido profetizada por Agabo (8 de Abril)* y muchos otros profetas de la Iglesia, se realizó en la época de tal emperador, etc.
* "Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio".(Hech 11,28).
Cuando el Señor habla de hambruna, hambre, y el evangelista Juan se refiere lo mismo en la cuarta plaga (del Apocalipsis), el cuarto Sello, básicamente el Señor profetiza la apostasía y esto porque el resultado de la apostasía serán también las guerras y la hambruna. A pesar de esto se trata – aunque siempre ha habido hambrunas encima de la tierra- se trata de plagas, hambrunas improvistas, extraordinarias e inusuales, porque las hambrunas que había sobre la tierra eran principalmente locales. Nos señala una hambruna el evangelista Lucas en los "Hechos" y nos dice que esta hambruna, la cual había sido profetizada por Agabo (8 de Abril)* y muchos otros profetas de la Iglesia, se realizó en la época de tal emperador, etc.
* "Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio".(Hech 11,28).
Así que tenemos siempre hambrunas, sea por condiciones climáticas,
sea por situaciones de guerra. Nosotros en el año 1941, 1942, etc. no
tuvimos hambruna en Grecia por condiciones climáticas, sino por situaciones de
guerra. Estas situaciones son locales. Aquí habla de una hambruna que parece que tendrá un carácter universal. Y diríamos, - vale, si no ha llovido aquí, no lloverá más allá- ¡Carácter universal! Escuchad
cómo lo dice el libro del Apocalipsis, en el capitulo 8. Veis, utilizo datos
paralelos, para poder tener así un buen icono (referencia, imagen) de todo el libro. Pero
llegando allí volveremos a ver estas indicaciones con mucho más detalle. “Y la
tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo” (Ap 8,11).
El ajenjo, como saben, es la ruda (nomenclatura científica: Ruta graveolens). No sé si conocen la planta ruda, es una
planta, creo, venenosa. Es una planta que huele muy mal, si la frotáis en vuestras manos.
Sus hojas son verdes grisáceas, tiene algunos frutos pequeños. Y su sabor es
amargo, he oido que es venenosa, no sé si es venenosa, lo he oído esto. Entonces, “la tercera parte de las aguas se convirtió en ajenjo”; en vez de
decir que las aguas se amargaron, dice que se hicieron ajenjo, es
decir, se hicieron amargas como lo es el ajenjo" y muchos de los hombres murieron por las aguas que se amargaron”. ¿Pero por qué se amargaron las aguas?, y aquí ahora, escuchad: “la tercera parte de las aguas”. Si la tercera parte es
número real, en este momento no podemos decirlo. Pero insinúo, y creo que no es un número simbólico, si no real, porque, si unos años atrás, queridos míos, o en el tiempo que se escribió el Apocalipsis, los lectores leyeran que tendría lugar una guerra en la cual participarían doscientos
millones de soldados, decidme por favor, creerían que se trataba de un número real o de un número simbolico? Dirían: “Esto es inconcebible. Y como es inconcebible, entonces se trata de número simbólico. Por tanto, no
son doscientos millones, sino que simplemente quiere mostrar la magnitud”.
Hoy en día con la población que tenemos y con las condiciones en que vivimos, ¿es posible que los doscientos millones son un número simbólico, o real?. Así que podrían decir los hombres: “¿Es posible que la tercera parte de las aguas sean contaminadas y se hagan amargas y en consecuencia inadecuadas para beber, pero también inadecuadas para regar las plantas?” Si uno tiene en cuenta cuál la extensión de los océanos en relación con la tierra y que la tercera parte de las aguas, ríos y mares, serán inadecuados, ¿qué diríamos, que la tercera parte es un número convencional? Hoy día, con la energía nuclear y con la contaminación del medio ambiente que tenemos, hoy queridos míos, no sólo la tercera parte es contaminada, sino todo el mar y todos los ríos, todos los océanos y los mares, es posible que sean contaminados. Así lo insinúo yo, no sé si me equivoco, que la tercera parte de las aguas que serán contaminadas no es un número simbólico.
Hoy en día con la población que tenemos y con las condiciones en que vivimos, ¿es posible que los doscientos millones son un número simbólico, o real?. Así que podrían decir los hombres: “¿Es posible que la tercera parte de las aguas sean contaminadas y se hagan amargas y en consecuencia inadecuadas para beber, pero también inadecuadas para regar las plantas?” Si uno tiene en cuenta cuál la extensión de los océanos en relación con la tierra y que la tercera parte de las aguas, ríos y mares, serán inadecuados, ¿qué diríamos, que la tercera parte es un número convencional? Hoy día, con la energía nuclear y con la contaminación del medio ambiente que tenemos, hoy queridos míos, no sólo la tercera parte es contaminada, sino todo el mar y todos los ríos, todos los océanos y los mares, es posible que sean contaminados. Así lo insinúo yo, no sé si me equivoco, que la tercera parte de las aguas que serán contaminadas no es un número simbólico.
Pero pregunto:
¿Si hay una contaminación de este tipo, amigos míos, cómo podremos vivir y
regar nuestras plantas! He aquí porque viene la hambruna.
Un ejemplo pequeño y totalmente local: ¡En Stomio (Larisa, Grecia, lugar del Monasterio) en la playa hay muchos mejillones, muchos… en las rocas hay muchísimos… y os aseguro, nos gustan mucho. Íbamos de vez en cuando y recogíamos mejillones, o amigos del pueblo nos los traían, los cuales por supuesto los comíamos con muchas ganas. Unos hombres me decían que no los comiésemos porque los mejillones tienen cien veces más plomo de lo que tinen los peces, y de hecho consideran como la medida de medir las aguas del plomo que llevan, y como ya están contaminadas por los residuos que caen en la bahía de Thermaicós (Tesalónica). Y cuando una vez leí que la bahía de Thermaicós (en Tesalónica) está muy contaminada y es muy peligroso comer mejillones, y entonces, amigos míos, era la época que nos traían cinco kilos de mejillones fresquísimos, buenísimos. Los veíamos como un manjar, y decíamos: no podemos comerlos...y los tirábamos. ¿Lo habéis escuchado? Los veíamos, los deseábamos, pero los tirábamos. Esto nos sucederá; no podremos poner en nuestras bocas nada, porque todo estará contaminado.
Un ejemplo pequeño y totalmente local: ¡En Stomio (Larisa, Grecia, lugar del Monasterio) en la playa hay muchos mejillones, muchos… en las rocas hay muchísimos… y os aseguro, nos gustan mucho. Íbamos de vez en cuando y recogíamos mejillones, o amigos del pueblo nos los traían, los cuales por supuesto los comíamos con muchas ganas. Unos hombres me decían que no los comiésemos porque los mejillones tienen cien veces más plomo de lo que tinen los peces, y de hecho consideran como la medida de medir las aguas del plomo que llevan, y como ya están contaminadas por los residuos que caen en la bahía de Thermaicós (Tesalónica). Y cuando una vez leí que la bahía de Thermaicós (en Tesalónica) está muy contaminada y es muy peligroso comer mejillones, y entonces, amigos míos, era la época que nos traían cinco kilos de mejillones fresquísimos, buenísimos. Los veíamos como un manjar, y decíamos: no podemos comerlos...y los tirábamos. ¿Lo habéis escuchado? Los veíamos, los deseábamos, pero los tirábamos. Esto nos sucederá; no podremos poner en nuestras bocas nada, porque todo estará contaminado.
¡Es terrible! ¿Lo entendéis? He aquí porque vendrá la hambruna sobre la tierra. Creo que ahora
es comprensible. Decidme, muchas hambrunas ha habido en la historia, pero que venga de tales condiciones por contaminación del ambiente, del aire, del mar y de tierra firme, ¿lo pensaron las generaciones anteriores? No. He aquí entonces, profetiza, es digno de profecía.
Tercero, son las hambrunas, las enfermedades y la peste mortífera. Por supuesto que siempre en la humanidad ha habido enfermedades infecciosas, pestilencias, y otras enfermedades y epidemias, como las gripes. ¡En concreto la gripe española del año 1917 mató tanta gente, tanta que no ha matado la primera guerra mundial! Es cierto que tenemos muchos acontecimientos mortales de este tipo, exaltaciones de enfermedades, que el hombre no puede afrontar, ¿pero por qué el Señor aquí profetiza sobre peste y enfermedades epidémicas? Parece que se trata de enfermedades que los hombres jamás se lo pensaron e imaginaron que podrían existir encima de nuestra tierra, y parece que también de esto su principio ya está activado en nuestro siglo (años 1981).
Tercero, son las hambrunas, las enfermedades y la peste mortífera. Por supuesto que siempre en la humanidad ha habido enfermedades infecciosas, pestilencias, y otras enfermedades y epidemias, como las gripes. ¡En concreto la gripe española del año 1917 mató tanta gente, tanta que no ha matado la primera guerra mundial! Es cierto que tenemos muchos acontecimientos mortales de este tipo, exaltaciones de enfermedades, que el hombre no puede afrontar, ¿pero por qué el Señor aquí profetiza sobre peste y enfermedades epidémicas? Parece que se trata de enfermedades que los hombres jamás se lo pensaron e imaginaron que podrían existir encima de nuestra tierra, y parece que también de esto su principio ya está activado en nuestro siglo (años 1981).
¡Amigos míos, prestad atención, mucho cuidado! De todas estas plagas tenemos el
principio en nuestro siglo actual; y con las guerras mundiales, con una
terrible guerra nuclear, con la hambruna y con las enfermedades epidémicas.
Antiguamente las enfermedades eran infecciosas, derrumbaban y acababan. Pasaba
una enfermedad en Europa, pasaba en África, pasaba en Asia, duraba por regla
general uno-dos años, digamos, mataba mucho y allí terminaba. Después los
hombres no tenían enfermedades sino sólo las acostumbradas. Hoy, primera
enfermedad la maniaco-depresiva de los nervios, por la que existe también
profecía especial en Deuteronomio. Escribe pues allí: “Os convertiréis en
frenéticos, ¡Frenéticos, enajenados! Os iréis marchando por miedo de allí de donde
nadie os persigue” (Deu 28, 58-68).
La segunda enfermedad son las cardiopatías,
y después el cáncer. Me sorprendió mucho cuando leí que dos de cada tres
americanos tienen alguna forma de cáncer, tal como el cáncer de la piel, por
ejemplo, que no es mortal, si no me equivoco. ¡No soy médico; si aquí tenemos
oyentes médicos, que me perdonen si cometo errores médicos! Quiero decir con
esta manera que tenemos una expansión grande de este tipo de enfermedades, que
no podemos afrontarlas, a pesar del progreso de la ciencia. ¿Podían los hombres
anteriores, los hombres de los años pasados, imaginar que tendrían enfermedades
neuróticas, psíquicas y depresiones? ¡Por tanto, amigos míos, aquí vemos
también que hay necesidad de profecía! Así que se explica aquí también el
porqué la profecía habla sobre pestilencias, es decir, enfermedades epidémicas.
Las fieras de la tierra son la cuarta amenaza.
Es cierto que siempre había
fierras en la tierra que perjudicaban a los hombres, pero aquí se trata de
casos improvistos. Me dirán: “¿O sea que aumentarán los leones, los osos, los
tigres, las serpientes, y empezarán entrando en las ciudades, nos estarán
mordiendo y estaremos muriendo? ¿Quizá algo así será? Queridos míos, en
principio antes que nada, debemos saber que las bestias o fieras se mandan en
el caso de apostasía, y es una plaga el que se vuelvan contra al hombre,
mientras que se crearon para servir al hombre. Leemos en el Levítico donde Dios
dice: “Soltaré contra vosotros las fieras del campo, que os privarán de vuestros
hijos, destrozarán vuestro ganado y os reducirán a pocos, de modo que vuestros
caminos queden desiertos” (Lev 26,22). Y por otro lado Ezequiel dice: “¿Cuánto
más (perecerá) Jerusalén si Yo enviare contra ella mis cuatro azotes terribles
(juntamente); la espada, el hambre, los animales feroces y la peste (epidemia),
para exterminar allí hombres y bestias?” (Ez 14,21) Amados míos, se ve que no
son sólo las fieras conocidas del bosque, que es el león como dijimos, el
tigre, etcétera; son unas otras fieras, que son peores que los leones. Primero
antes que nada es la exaltación de las variedades de insectos, como son las
moscas y los mosquitos, que son portadores de enfermedades, y que estos también
se pueden calificar y caracterizar como fieras, porque pueden realmente traer
consigo mucha catástrofe.
¡Estos insectos destruyen la agricultura, pero
también a los animales, pero creo que serán fieras aún más terribles que
enviará Dios, son… los microbios! ¿Quién creó los microbios? Los microbios,
amigos míos, no se han hecho ahora; los microbios se hicieron en la época que
el Dios creó los seres. Son microorganismos que los mantuvo el Dios para el
castigo de los apóstatas y de los transgresores de Su ley. Os diré un pasaje
paralelo. Dice el apóstol Pedro que el Dios guarda fuego, dentro en la materia.
Escuchad expresión por la segunda epístola del apóstol Pedro, y os asombraréis:
“El Dios guarda, atesora el fuego en el interior de la materia, que de ella
saldrá para quemar a los impíos” (2Ped 3,7). Hoy sabemos que la materia
contiene energía, terrible energía. Parece que a esta energía, la que está
guardada en la materia, el Dios la sacará y castigará a los impíos, pero a la
vez, toda la creación cambiará y se hará nueva, tal como dice también el libro
del Apocalipsis: “21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer
cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”, y el profeta
Isaías 65,17 y etcétera. Así que el “guardar”, es decir, que es atesorar,
podríamos decir también que son los microbios. Por supuesto que los microbios
se hicieron por Dios, pero no tenían mandamiento de perjudicar al hombre.
Ahora
el Dios envía las fieras, que se llaman microbios, para que perjudiquen al
hombre y castigarlo. Y vemos microbios, que aún no los han captado nuestros
ojos, estos que hoy en día llamamos virus, y que de estos sufrimos virulencias,
infecciones- que vengan ahora y nos ataquen e infecten. Y lo peor es que estos
virus no los vemos, vienen nos tiran al suelo a nosotros los altaneros y presuntuosos,
que nos hemos levantado con las puntillas de nuestros pies y nos hemos estirado
con nuestra soberbia diciendo al Cielo: ¡No existe Dios! ¡Qué ironía… el hombre
arrogante desgraciado caerse abajo muerto por una fiera invisible, que se llama
microbio, que se llama virus! Amados míos, se ve que también esto se debería
hacer objeto de profecía. ¡De todas formas lo digno de apuntar es que sin que
se trate de coincidencia, que en la plaga de la Cuarta apertura del Sello
tenemos un uso acumulativo del número cuatro; cuarto sello, cuarto animal
espiritual, cuatro plagas, la cuarta parte de los hombres morirá! Esto no es
casual, ni al azar. Otra vez repetiré, lo que hemos recalcado también desde el
principio, es decir, la realización de las cuatro plagas es circular, con
condensación hacia los ésjatos (tiempos y acontecimientos); y parece que el
siglo veinte es el principio de la condensación. Por tanto, por esta razón
amigos míos, tengamos mucho cuidado, no vaya ser que nos encontremos al
principio de estos males. Amén.