3. HECHOS DE LOS APÓSTOLES

Los Hechos de los Apóstoles es el libro en el cual se hace referencia a gran parte de lo que hicieron los santos Apóstoles para la fundación y la extensión de la Iglesia. Los Hechos no es la historia de la obra de todos los Apóstoles. Simplemente se refiere, en líneas generales, a la acción de los principales Apóstoles, Pedro y Pablo, especialmente del segundo.
Escritor de los Hechos de los Apóstoles es el evangelista Lucas. Y como en el Evangelio, "el primer logos (motivo, palabra, razón)" como lo llama, lo escribió como favor de un personaje célebre, Teófilo, por esto le llama "aristócrata" Teófilo, así como también el libro de los Hechos lo escribió para este personaje. 
El Evangelio narra la vida, la muerte y la resurrección del Señor. Los Hechos de los Apóstoles, cómo se fundó la Iglesia en el día de Pentecostés en Jerusalén y cómo a continuación se extendió a Palestina y a las otras ciudades idólatras, hasta Roma.
Los Hechos de los Apóstoles se escribieron después del Evangelio, probablemente antes del año 70 d.C., porque no se habla en ellos de la muerte por martirio de los dos principales Apóstoles Pedro y Pablo, lo cual sucedió en el año 64 d.C.




CAPITULO 1. 


Versículos 1-12. Las últimas palabras del Señor hacia los Apóstoles y su ascensión.

El primer libro, que es denominado Evangelio, lo escribí, oh Teófilo, para narrar en él de modo resumido todo lo que hizo y enseñó Jesús desde el principio de su acción pública.


2. Hasta el día en que fue ascendido a los cielos, tras anteriormente con colaboración del Espíritu Santo, haber dado órdenes a los apóstoles que él mismo había elegido .


3. Después de su pasión y de su muerte se presentó vivo a estos mismos. Y con muchas pruebas el Señor resucitado les aseguró que realmente estaba vivo. Y durante cuarenta días se estuvo apareciendo en determinados momentos y les hablaba sobre las verdades y los misterios que hacían referencia al reino de Dios.


4. Y mientras comía con ellos la misma comida que ellos comían, les dio el siguiente mandamiento: no os alejéis de Jerusalén. Esperad a que se cumplan las promesas que escuchasteis de mi boca, es decir que el Padre os enviará el Espíritu Santo.


5. Es necesario que esperéis a recibir el Espíritu Santo, porque Juan bautizaba con agua sencilla, y su bautizo por lo tanto no tenía el poder de hacer renacer a aquellos que eran bautizados con él. Vosotros sin embargo seréis bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de estos que pasamos.


6. Entonces después de las esperanzas que dio Cristo a sus discípulos, se reunieron todos juntos y le preguntaron: Señor, dinos: durante estos días, ¿reestablecerás en su antiguo poder y su gloria al reino de Israel?


7. Jesús sin embargo les dijo: no os pertenece a vosotros y no es vuestro derecho conocer los años o los determinados meses y los días, los cuales el Padre ha mantenido bajo su exclusiva autoridad. Solo Él lo conoce y solo Él completará todo lo que tendrá lugar durante estos tiempos.


8. Recibiréis sin embargo refuerzo y poder, cuando venga sobre vosotros el Espíritu Santo. Y seréis testigos de mi vida y de mi enseñanza, en Jerusalén y en toda Judea y en Samaria y hasta el último y más alejado lugar de la tierra.


9. Y tras decir esto, mientras ellos le veían, fue elevado hacia el cielo, y debajo de Él una nube se presentó como transportadora y se le llevó de delante de sus ojos.


10. Y mientras ellos tenían fijados sus ojos en el cielo tras haber sido subido allí el Señor, de repente se presentaron dos ángeles como hombres con vestimentas blancas, y se pusieron junto a ellos.


11. Y les dijeron: “hombres galileos, ¿por qué estáis así quietos y con la mirada fija en el cielo?  Este Jesús, que fue ascendido de entre vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, es decir con su cuerpo sentado sobre una nube, tal como lo habéis visto ahora llenos de admiración y sorpresa irse hacia el cielo.


12. Entonces los apóstoles regresaron a Jerusalén al monte “Eleonas” (Olivar), que está cerca de Jerusalén, a tanta distancia como permitían caminar  los judíos en un día de Sábado.




Vers. 13-26. La elección de Matías como apóstol.

13. Cuando entraron en la ciudad, subieron al desván o ático, es decir al aposento en lo alto de  la casa, donde normalmente se reunían todos los creyentes. Subieron Pedro, Jacobo,  Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, el hijo de Jacobo.


14. Todos ellos con un alma y un corazón y con los mismos sentimientos y las mismas decisiones permanecían entregados, infatigables y perseverantes  en oración y ruego, junto con las devotas mujeres que siguieron al Señor desde Galilea, y con María la Deípara, la madre de Jesús, y con sus considerados como hermanos.


15. En uno de aquellos días posteriores a la ascensión del Señor, se levantó Pedro, se puso en medio de los discípulos (los reunidos entonces allí eran unos ciento veinte fieles) y dijo: 


16. Varones hermanos, ya que estaba por Dios inspirado, era necesario que se cumpliese con exactitud y por completo el logos de la Santa Escritura que predijo el Espíritu por boca de David acerca de Judas, quien acabó siendo el guía de los que prendieron a Jesús. 


17. Esta profecía habla del ministerio del cual cayó Judas. Porque Él era contado con nosotros, y tenía parte en este servicio apostólico, desde luego no porque fuese digno, sino por designio de la gracia divina, la cual no valoró.


18. Entonces Judas del salario que recibió como recompensa por la injusticia y el delito de su traición adquirió un terreno. Y cuando se suicidó, cayó de donde se colgó con el rostro sobre la tierra y se rasgó su región abdominal, quedando derramadas todas sus entrañas.


19. Este miserable final de Judas, así como la compra de aquel terreno con la recompensa por su traición, se hizo conocido por todos los habitantes de Jerusalén. Por eso aquel terreno fue denominado en la lengua aramea de ellos “Aceldama”*, es decir, campo de sangre.  

* Traducido del gr. “Ακελδαμά”, [Akeldamá] 

     
20. Y todo esto tuvo lugar exactamente tal como había sido profetizado. Porque fue escrito en el libro de los Salmos: Que se convierta en terreno del desierto y que no habite nadie en él. Y que reciba otro su misión apostólica.


21. Entonces dado que con la muerte de Judas y la desertización de su terreno fue cumplida la primera profecía, ha de realizarse la sustición de Judas, para que se cumpla esta última profecía. Es decir de los hombres que estaban con nosotros y siguieron a lo largo de toda su duración los hechos y la actividad de Nuestro Señor Jesús, el cual nos acompañaba y entraba y salía entre nosotros,

22. es decir desde el tiempo en que comenzó su actividad pública, cuando fue bautizado por Juan, hasta el día en que fue ascendido y se fue de entre nosotros; de estos hombres entonces ha de ser elegido uno y que sea junto con nosotros testigo de su Resurrección.


23. Propusieron entonces a dos candidatos: a Iosif, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías.


24. Oraron después y dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra claramente a cuál de estos dos has elegido,


25. para que asuma este puesto de servicio, es decir la dignidad apostólica, que es entregado por voluntad divina. De este cargo cayó Judas, para ir al lugar de la eterna condena que se le merecía y el cual él solo eligió.


26. Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías. Y fue contado con los once apóstoles.




CAPITULO 2.

Vers. 1-13. La bajada del Espíritu Santo.

La mañana del día de Pentecostés (según se completaba este día, el cual comenzó por la tarde en las vísperas) todos los fieles con un corazón estaban reunidos en el mismo lugar.


2. Y de repente, sin que nadie lo esperase, vino del cielo un estruendo como un soplo de un  fuerte viento, moviéndose con ímpetu y violencia. Y este estruendo llenó toda la casa donde estaban los apóstoles y todos los discípulos.


3. Y vieron con sus ojos cómo se distribuían sobre ellos lenguas como llamas de fuego, poniéndose una sobre cada uno de ellos.


4. Todos ellos entonces fueron llenos interiormente del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les inspiraba y les daba la capacidad que hablasen, diciendo divinas y celestiales palabras y enseñanzas elevadas e inspiradas por Dios.  


5. Había entonces en Jerusalén judíos de todas las partes del mundo y de todas las naciones que se encuentran bajo el cielo. Estos se habían establecido allí permanentemente, eran piadosos y respetaban a Dios.


6. Entonces cuando tuvo lugar este estruendo de viento, se juntó una multitud de ellos y todos se llenaron de emoción y sorpresa; porque cada uno de ellos oía hablar a los discípulos de Jesucristo hablando en su propia lengua.


7. Y estaban atónitos y con admiración decían al uno al otro: Pero, todos estos que hablan, ¿no son galileos?


8. ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua materna, la cual aprendimos y hablamos desde que nacimos?


9. Todos los que somos partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor,


10. en Frigia, en Panfilia, en Egipto y en las regiones de Libia más allá de Cirene, y los romanos aquí residentes, tanto los que debido a nuestra procedencia somos judíos, tanto como gentiles que nos hemos acercado a la fe judaica y nos hemos hecho prosélitos,


11. así como los que procedemos de Creta y los árabes, todos nosotros que procedemos de estos distintos lugares, ¿cómo sucede que les oímos hablar y declarar en nuestras lenguas las grandes y milagrosas obras de Dios?


12. Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto y qué explicación podría dársele?


13. Mas otros se burlaban y decían que estos hombres estaban completamente borrachos de vino dulce y fuerte y no sabían qué decían.



Vers. 14-36. El primer discurso de Pedro hacia la multitud. 

14.  Se levantó entonces Pedro y se puso en un lugar adecuado junto con los otros once apóstoles: alzó la voz, para ser bien escuchado por toda la multitud, e inspirado por el Espíritu Santo, les dijo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, aprended bien esto que os voy a decir, y escuchad con atención mis palabras, porque os daré la verdadera explicación de todo lo que veis. 


15. La opinión que os habéis creado sobre estos hombres es errónea. No están ebrios, como vosotros suponéis. Puesto que es la hora tercera del día desde la salida del sol, es decir las nueve de la mañana, y debido a la fiesta pero también debido a las tradiciones de nuestros grandes rabinos, no se permite antes del mediodía, o al menos antes de las diez de la mañana, poner nada en nuestras bocas.


16. Mas esto que veis es el cumplimiento y la realización de aquello que dijo Dios a través del profeta Joel, quien profetizó lo siguiente: 


17. En el último periodo de tiempo, que comenzará cuando venga el Mesías, dice Dios que sucederá esto: Derramaré los carismas de mi Espíritu y los repartiré sobre todos los hombres. Y así profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros jóvenes tendrán visiones sobrenaturales, y los ancianos verán sueños con revelaciones divinas. 


18. Incluso sobre mis siervos y sobre mis siervas, considerados por los hombres en la más baja escala social, les transmitiré en aquellos días muchos carismas de mi Espíritu, y profetizarán.


19. Haré impresionantes milagros arriba en el cielo y señales reveladoras de mi poder abajo en la tierra; grandes destrucciones y desertizaciones; matanzas e incendios y nubes de humo, que subirán de las ciudades y de los pueblos que se quemarán.


20. El sol se eclipsará y se convertirá en tinieblas, y la luna tomará el color de la sangre, antes de que venga el día grande y prominente del Señor, en que vendrá en gloria para juzgar a sus enemigos. Desdeluego tales destrucciones y tempestades tendrán lugar también ahora que el Señor con justicia golpeará a los judíos que insisten en su incredulidad; se repetirán cada vez que, entre los siglos, estallará la ira de Dios en contra de los desertores; pero también tendrán lugar finalmente antes de la segunda venida del Señor. 


21. Y sucederá lo siguiente: Quien invoque con fe y devoción y respeto el nombre del Señor, será salvado y disfrutará los bienes del reino del Mesías. 


22. Varones descendientes del bendito Israel, escuchen estas palabras que les voy a decir: Quién era Jesús el Nazareno, este varón que vivió entre vosotros, os lo reveló no un hombre sino el mismo Dios. Os lo reveló con poderes y obras impesionantes y milagros reveladores que a través de él hizo el mismo Dios entre vosotros, como también vosotros mismos conocéis. 


23. Pero a este Jesús, que os fue entregado de acuerdo con la decisión establecida y el previo conocimiento de Dios, tras arrestarlo, lo clavásteis en la cruz y lo matásteis entregándole para ser crucificado por soldados romanos, los cuales eran gentiles y extranjeros según la Ley.


24. Pero Dios lo resucitó y dio fin a las tribulaciones que le causó la muerte, porque según las profecías no era posible que le mantuviese la muerte. 


25. Y no era posible que permaneciese muerto, porque David dice sobre él: Yo el Mesías veía siempre ante mí al Señor. Le veía estando siempre a mi derecha listo para protegerme, para no intranquilizarme o ser perturbado por cualquier miedo o peligro. 


26. Y debido a que siento a Dios a mi derecha listo para protegerme, por eso se llenó de gozo mi corazón, y mi lengua expresó mi gran alegría. Incluso hasta mi cuerpo a la hora de la muerte descansará y reposará en la tumba, con la esperanza de que rápido será resucitado.


27. Porque no abandonarás a mi alma quedando por mucho tiempo en el lugar del Hades, ni permitirás que padezca en mi cuerpo la corrupción ni la descomposición de la tumba yo, tu santo, que estoy completamente dedicado a ti. 


28. Me has indicado y me has mostrado los caminos que desde la tumba, donde por poco tiempo permaneceré, conducen a la verdadera y bienaventurada vida. Me llenarás de regocijo, cuando me eleves y me tomes contigo a los cielos, para disfrutar también como hombre la gloria de tu rostro.


29. Varones hermanos, permítanme hablarles libremente de David, el cual dijo esta profecía, que el que murió y fue enterrado, y su sepulcro está entre nosotros aquí en Jerusalén hasta hoy. No se aplica entonces esta profecía a David, que permanece muerto y enterrado hasta hoy.


30. Pero David, dotado con carisma permanente de profecía y conociendo que Dios le prometió con juramento que de un descendiente de sus entrañas, es decir de María la Virgen, elevará en cuanto a la naturaleza humana a Cristo, para sentarse sobre su trono como verdadero y eterno rey, 


31. previó lo futuro y y habló proféticamente sobre la Resurrección de Cristo, que no fue abandonada el alma del Señor en el lugar del Hades, ni su cuerpo vio la corrupción ni la descomposición de la tumba.


32. A este Jesús, del cual os he hablado, lo resucitó Dios de los muertos, y todos nosotros somos testigos de este acontecimiento de la Resurrección.


33. Entonces si Jesús tras su Resurrección fue elevado con el poder de Dios al cielo y recibió de su Padre el Espíritu Santo, el cual prometió enviarnos a nosotros los apóstoles, nos llenó de los dones y de estas energías sobrenaturales que vosotros veis y escuchais. 


34.Pero también de esta elevación de Jesús a los cielos habló David proféticamente, y estas palabras proféticas suyas no es posible que se refieran al mismo sino a Jesús. Porque David no fue elevado a los cielos; dice el mismo sin embargo: Dijo el Señor y Dios al Mesías, quien es desdeluego descendiente mío como hombre, pero que al mismo tiempo como Dios es mi Señor: Siéntate a mi derecha, para que disfrutes también como hombre excepcionales honores divinos,


35. mientras someto a tí completamente a tus enemigos y los coloco vencidos bajo tus pies como pedestal, sobre el cual pisarás.


36. Que sepa entonces con seguridad y certeza todo el género de los israelitas que precisamente a este Jesús, al cual vosotros crucificásteis, Dios lo declaró y lo estableció Señor y Cristo, porque dio también a su naturaleza humana toda autoridad y gloria real. 



Vers. 37-41. Las conclusiones de la homilía de Pedro.

37. Al oír esto la multitud, comprendieron su culpabilidad y sintieron contricción y compunción en su corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: ¿Qué hemos de hacer, varones hermanos, para que sea perdonada nuestra culpabilidad?


38. Y Pedro entonces les dijo: Arrepentíos, y cada uno de vosotros que reciba con fe a Jesús Cristo como su Salvador y su Señor y sea bautizado, para que le sea otorgado el perdón de los pecados. Así recibiréis la justicia y la santificación, la cual otorga el Espíritu Santo como don a los que son bautizados.


39. No dudéis sobre esto, porque la promesa que dio Dios a través del profeta Joel sobre la infusión y el don del Espíritu Santo, la dio para vosotros y para vuestros descendientes, y para todos los que llamará nuestro Señor y Dios de entre aquellos que ahora están lejos de Dios, debido a que adoran a los ídolos.


40. Y con otras muchas palabras más Pedro, con presteza y viveza daba testimonio público y oficial sobre la verdad e incitaban a los judíos, diciendo: Salvaros vosotros mismos del terrible castigo al que será sometida esta mala y perversa generación, la cual crucificó a Jesús.


41. Y ellos aceptaron de todo corazón y llenos de gozo las palabras y la enseñanza de Pedro, y fueron bautizados. Y así fueron añadidos a los miembros de la Iglesia aquel día como tres mil personas.



La vida de los primeros cristianos.

42. Todos ellos estaban dedicados con entusiasmo y perseverancia en la audición de la enseñanza de los apóstoles y en la comunicación afectuosa y en la unidad,  y en el partimiento y la comunión del pan de la divina Eucaristía,  y en las oraciones.


43. Y un temor sagrado sobrevino sobre cada alma, e incluso sobre los que no creían, los cuales pararon ya de burlarse y de reírse de los cristianos. De hecho a esto también contribuyó el que muchos milagros asombrosos y señales eran realizados por los apóstoles.   


44. Y todos sin excepción los que permanecían en la oración con calidez, estaban unidos entre ellos como miembros de la misma familia, y tenían en común todas las cosas;


45. Vendían incluso sus propiedades y sus bienes muebles y repartían el dinero que obtenían de dicha venta entre todos los hermanos necesitados, dependiendo de las necesidades que tuviese cada uno de ellos.


46. Y todos cada día se juntaban en el templo con una devoción incansable y en un solo alma. Y partiendo el pan en las casas en que se reunían en mesas comunes, tomaban la comida que les ofrecían, y comían con el corazón lleno de júbilo y con la sinceridad y sencillez de un niño.


47. Glorificaban a Dios por esta pacífica y dedicada vida suya y disfrutaban de la valoración y de la buena voluntad del pueblo. Y el Señor añadía cada día nuevos miembros a su Iglesia, a aquellos a los que según su previsión estaban predestinados a salvarse.



CAPITULO 3. 

Vers. 1-11. Pedro cura a un cojo.

Un día de aquellos subían junto al templo Pedro y Juan a la novena hora de oración, es decir a las tres de la tarde. 


2. En aquel momento traían con las manos a un hombre que era cojo de nacimiento, es decir con las piernas impedidas. Cada día ponían a este hombre en la puerta frente al recinto sagrado del templo, la cual se llamaba "Hermosa", para pedir limosna a los que entraban en el templo.


3. Entonces éste, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, empezó a pedirles también a ellos limosna.


4. Entonces Pedro giró su mirada hacia él y se le acercó junto con Juan y dijo: Míranos atentamente.


5. Y se giró hacia ellos con interés esperando recibir de ellos alguna limosna.


6. Pero Pedro le dijo: No tenemos monedas ni de plata ni de oro. Pero lo que tengo, te doy. Con el poder que da la invocación con fe del nombre de Jesús Cristo el Nazareno, ponte en pie y camina.


7. Y tomándole de su mano derecha, le levantó. Y al momento se le afirmaron los pies y tobillos;


8. Y lleno de alegría el cojo se levantó de su puesto dando saltos, se puso en pie y comenzó a caminar libremente. Y después entró con ellos en el santuario, andando cómodamente y saltando y alabando a Dios que le curó.


9. Y todo el pueblo que estaba allí le vio andar y alabar a Dios.


10. Le observaban entonces con curiosidad y estaban convencidos de que realmente era el que se sentaba junto a la Puerta Hermosa del santuario a pedir limosna. Y se quedaron asombrados y extasiados ante su gran admiración por lo que le había sucedido.


11. Y mientras el cojo que fue curado no se separaba de Pedro y de Juan, sino que les seguía lleno de agradecimiento, corrían junto a ellos todos los hombres del pueblo que habían llegado en ese momento para rezar, y se juntaron en el pórtico del templo que se llamaba "Pórtico de Salomón", llenos de admiración y sorpresa.



Vers. 12-26. Segunda homilía de Pedro. Nueva exhortación al arrepentimiento.

12. Cuando vio Pedro esta multitud, tomó la palabra y dijo al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de la curación de este hombre y por qué habéis clavado vuestra mirada sobre nosotros, como si por nuestro poder o a causa de nuestra piedad hemos hubiésemos hecho andar a éste?


13. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, glorificó al Mesías Jesús, quien con su humanización se convirtió en fiel y dedicado siervo suyo. Pero vosotros al contrario lo entregásteis para que fuese crucificado y le negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle en libertad como inocente.


14. Y aunque este idólatra reconoció su inocencia, vosotros negasteis el por excelencia y único santo y absolutamente limpio de pecado y justo, y pedísteis que fuese liberado como favor a vosotros un hombre homicida, Barrabás.


15. Por el contrario le matásteis a él, quien no solo no quitó la vida a nadie, sino que es el dueño y causa de nuestra salvación espiritual y de la misma vida nuestra natural. Pero Dios le  resucitó de los muertos. Y testigos de este acontecimiento somos nosotros sus apóstoles.


16. Y con la fe que tenemos en su nombre hemos curado a este hombre, que le veis sano y sabéis que era cojo. A este cojo de nacimiento le ha reestablecido sus pies el nombre de Jesús Cristo. Y con la fe namovible que nos regala él con su enseñanza y con su gracia, ha dado al cojo este esta completa y perfecta curación que tuvo lugar ante los ojos de todos vosotros.


17. Y ahora, hermanos, me dirijo a vuestro deber, a lo que debéis de hacer vosotros ahora. Sé que por ignorancia habéis hecho vosotros y vuestros gobernantes este delito de crucificarle; porque no sabíais que él es el dueño de la vida.


18. Pero Dios con esta muerte en la cruz ha cumplido así en su totalidad lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, es decir que el Cristo sería sometido a padecimientos y a una muerte cruel. 


19. No penséis sin embargo que, debido a que con esta acción vuestra se han cumplido las profecías, no sois culpables ni responsables de lo que habéis hecho. Vuestra culpabilidad es grande. Así que, arrepentíos y convertíos, y regresad junto a Dios, teniendo de ahora en adelante una vida virtuosa, y abrazad con fe a Jesús, para que sean borrados vuestros pecados.


20. Arrepentíos y regresad, para que dirija sobre vosotros el Señor su mirada compasiva y para que os venga de su rostro momentos de ocio de vuestras tristes aventuras, mientras disfrutaréis las bendiciones del Nuevo Testamento; y para que os envíe de nuevo al Salvador y Redentor Jesús, y él envíe a Jesucristo, el cual antes de los siglos ha sido destinado a ser nuestro Mesías. 



21. No esperéis sin embargo verle ahora de nuevo con vuestros ojos corporales, como le veíais anteriormente. Porque a éste, el Mesías Cristo, no le recibirá la tierra como rey mundano, como piensan según las percepciones mundanas nuestros compatriotas, sino que según las profecías ha de recibirle el cielo. Permanecerá y será glorificado allí, hasta que vengan los tiempos en que todo será restablecido y restaurado. De estos tiempos y de la renovación de todo habló Dios con la boca de todos sus santos profetas desde tiempo antiguo.


22. Porque Moisés dijo a nuestros antecesores: Os resucitará vuestro Señor y Dios de entre vuestros hermanos y compatriotas, como a mí, es decir legislador y mediador, como soy yo. A éste tenéis el deber de oirle en todas las cosas que os diga.


23. Y quien no obedezca a aquel profeta, éste irremediablemente será eliminado  del pueblo de Dios.


24. Esto dijo Moisés. Pero también todos los profetas desde Samuel en adelante, todos los que hablaron a nuestros padres, anunciaron en aquellos días estos afortunados días del Mesías; entonces los malvados serán castigados definitivamente y los justos serán recompensados.


25. Vosotros sois los descendientes y herederos de los profetas, y vuestros son los profetas, como el Testamento que acordó Dios con nuestros antecesores, cuando dijo a Abraham: Y del Mesías, el cual será descendiente tuyo, recibirán las bendiciones y los carismas de Dios todas las razas de la tierra.


26. Dios, habiendo dado vida a su siervo Jesús y con su humanización le declaró semilla bendita y descendiente de Abraham, lo envió primero a vosotros para bendeciros, a fin de que vosotros intentéis por todos los medios alejaros cada uno de vuestras maldades. 




CAPITULO 4

Vers. 1-22. Los apóstoles Pedro y Juan frente al concilio.

1. Y mientras los dos apóstoles hablaban al pueblo, de repente se les acercaron los sacerdotes que aquella semana eran responsables en el templo, y el sacerdote que era jefe de la guardia del templo que tenía el título de "general del santuario". Y junto con él vinieron también los saduceos.


2. Todos ellos estaban resentidos e indignados por que los apóstoles enseñasen al pueblo y predicasen la resurrección de entre los muertos y dijesen que Jesús Cristo, quien había resucitado recientemente, demuestra con su propia resurrección la resurrección de los muertos. 


3. Y les echaron mano, los arrestaron  y los pusieron bajo vigilancia, para juzgarlos el día siguiente. Porque era ya por la tarde y no quedaba tiempo para que fuese convocado el sinedrio. 


4. A pesar de ello, muchos de los que oyeron el discurso de Pedro creyeron, y el número de los creyentes en Jesús Cristo que se encontraban en Jerusalén llegaba alrededor de cinco mil hombres, aparte de las mujeres y de los niños.


5. Al día siguiente se reunieron los gobernantes de los judíos y los ancianos y los escribas que habitaban en Jerusalén,


6. así como el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que procedían de la familia de los sumos sacerdotes.


7. Y ordenando a los apóstoles que se pusiesen en medio de pie, como acusados que eran, comenzaron a preguntarles: ¿Con qué potestad, o con la invocación de qué nombre, habéis hecho vosotros esto sobre el hombre cojo?


8. Entonces Pedro, dado que su alma desbordaba de inspiración e iluminación del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel,


9. dado que no habéis encontrado injusto e improcedente someternos hoy a interrogatorio y a juicio  por haber beneficiado a un hombre enfermo y más en particular nos interrogáis por el modo en que fue sanado,


10. aprended entonces todos vosotros y  todo el pueblo de Israel, que con la invocación del nombre de Jesús Cristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis, pero que Dios resucitó de los muertos, por este nombre este cojo está en vuestra presencia sano.


11. Este Jesús es la piedra que fue rechazada y que fue considerado insignificante por vosotros, quienes debido a vuestro puesto supervisáis la edificación espiritual de Israel. Pero a pesar del menosprecio que le habés mostrado, esta piedra se convirtió en piedra angular que ha unido, como si fuesen dos paredes, al pueblo judío y al idólatra, y sustenta toda la construcción espiritual.


12. Y no es posible conseguir la salvación que Dios nos prometió de nadie más. Porque no existe bajo el cielo ni sobre la tierra ningún nombre, excepto el nombre de Jesús, que haya dado Dios a los hombres y que haya determinado el mismo, con el cual podamos ser salvados todos nosotros, sino sólo con este nombre. Por lo tanto sólo a este Jesús debemos aceptar y recibir como Salvador. 


13. Y cuánto más veían los gobernantes de los judíos con sorpresa el valeroso coraje de Pedro y de Juan, a pesar de que desde enseguida advirtieron que eran hombres iletrados y pertenecían al pueblo llano, quedaron admirados ante sus conocimientos y al mismo tiempo reconocieron que ellos habían estado con Jesús. 


14. Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no podían decir nada en contra.


15. Entonces para encontrar alguna salida de la difícil situación en que se encontraban, les ordenaron que saliesen de la sala del concilio. Luego hicieron un acuerdo entre ellos e intercambiaron opiniones,    


16. diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque para todos los habitantes de Jerusalén está claro que tuvo lugar entre ellos un milagro indudable; y de cierto no lo podemos negar.


17. Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo este milagro, atemoricémosles con fuertes amenazas e impongámosles que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno utilizando este nombre como señal de referencia y como base de su enseñanza y de su predicación. 


18. Y llamándolos de nuevo a la sala, les dieron la orden de no decir en adelante ni una palabra sobre el nombre de Jesús, ni de enseñar utilizando como tema principal y principal objetivo de su enseñanza la fe en la persona de Jesús. 


19. Pero entonces Pedro y Juan les respondieron: en relación a esto que nos pedís, juzgad vosotros mismos si es justo frente a Dios que os escuchemos más a vosotros que a Dios.


20. Desde luego que vosotros no lo veréis esto justo. Porque nosotros no podemos no predicar lo que conocemos con seguridad sabemos sobre Jesús y que hemos visto con nuestros ojos y hemos oído con nuestros oídos.


21. Pero los que les interrogaban, añadiendo a su prohibición también amenazas, diciéndoles que serían duramente castigados si no hacían caso a las órdenes, les dejaron libres, porque no encontraron ninguna excusa para detenerles. Por eso se vieron obligados a liberarlos, porque temían al pueblo. Porque todos glorificaban a Dios por este suceso. 


22. Y era lo siguiente que este suceso provocase una impresión tan grande en todo el pueblo. Porque tenía más de cuarenta años este hombre que había nacido cojo y sobre el cual había tenido lugar este milagro de la curación. Y esto era una señal que demostraba que los apóstoles actuaban con poder divino.




Vers. 23-31. Oración de la Iglesia.

23. Cuando los dos apóstoles fueron liberados, fueron donde los otros apóstoles y hermanos con los cuales compartían la misma fe y estaban espiritualmente conectados como miembros de la misma familia; y les contaron todo lo que les dijeron los pincipales sacerdotes y los ancianos.


24. Cuando lo escucharon ellos, todos juntos con una voz y con un corazón elevaban su voz suplicante hacia Dios y decían: Altísimo gobernador de todo, tú que creaste el cielo y la tierra y el mar y todo lo que existe en ellos, 


25. tú que dijiste mediante la boca de tu siervo David: ¿Por qué fueron dominados por la ira y se han enfurecido las naciones, y por qué los pueblos maquinaron planes que fracasarán y resultarán ser vanos?


26. Se alinearon todos juntos en guerra los reyes de la tierra, uno junto al otro, y gobernantes se reunieron con disposiciones enemigas en contra del Señor y Dios y en contra del Mesías, el cual fue crismado y establecido rey eterno, gran sacerdote y profeta.


27. Esta profecía de David se ha cumplido hoy. Porque realmente contra tu santo hijo Jesús, el cual crismaste como Redentor y Salvador, se reunieron Herodes y Poncio Pilato junto con naciones idólatras y con gente de todas las tribus de Israel.


28. Pero aunque todos éstos se reunieron, no pudieron hacer nada más de lo que tu todopoderosa mano y tu omnisapiente voluntad hubieron determinado antes de que sucedieran.


29. Y ahora, Señor, dirige tu mirada protectora nuestra sobre sus amenazas y dale a tus siervos el refuerzo y la gracia, para predicar tu palabra con coraje y sin temor frente a cualquier tipo de amenaza.


30. Y prediquen así esta verdad, mienras que tú extiendes tu todopoderosa mano para curar milagrosamente las enfermedades, y tendrán lugar señales reveladoras y milagros soprendentes con la invocación del nombre de tu santo hijo Jesús. 


31. Y en cuanto ellos terminaron esta oración suplicante, con la cual pidieron la ayuda de Dios, tembló el lugar en el que estaban reunidos y fueron todos llenos el Espíritu Santo, y predicaban con coraje y sin temor la palabra de Dios.   



Vers. 32-37. Todas las cosas en común.

32. Pero al mismo tiempo, los que hubieron creído en el Evangelio tenían una  unidad indisoluble y en armonía, un corazón y un alma; porque tanto sus corazones como toda su existencia espiritual estaban unidos. Es decir gobernaba entre ellos un acuerdo absoluto y armonía de espíritu y de sentimientos. Y ninguno de ellos encontraba y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas para común uso y beneficio.


33. Y los apóstoles daban su testimonio de la Resurrección del Señor Jesús con gran poder, lo cual convencía a los que les oían y traía milagrosos resultados sobre sus almas. Y esto lo hacían como deber y tarea imprescindible. Y a todos estos fieles Dios les daba su gracia, la cual les inspiraba el amor (agapi) y los unía estrechamente entre ellos.


34. Prueba de esta gracia que fructificaba este amor era que no había nadie entre ellos privado de lo necesario para su subsistencia. Porque todos los que eran propietarios de terrenos o de casas, lo vendían y traían el precio de las propiedades vendidas. Y debido a que por respeto y devoción evitaban dárselo en las manos a los apóstoles, lo ponían abajo en el suelo, junto a sus pies.


35. Este dinero se repartía a cada uno según la necesidad que tenía.


36. Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé, lo cual significa "hombre de consolación y de constructiva exhortación", el cual era levita y había nacido en Chipre,


37. tenía un terreno de su propiedad. Y habiéndolo vendido, trajo el dinero que recibió y lo puso a los pies de los apóstoles.  




CAPITULO 5.        

Vers. 1-11. La mentira y el castigo de Ananías y Safira.

Cierto hombre llamado Ananías, junto con su mujer Safira, vendieron un terreno que tenían.  


2. y mantuvo para sí mismo una parte del precio que recibió, a escondidas de los otros cristianos. Esto lo sabía también su mujer. Y trayendo el resto de la cantidad del dinero, lo puso a los pies de los apóstoles, fingiendo que esto era todo el precio de su terreno.


3. Entonces dijo Pedro: Ananías, ¿por qué permitiste a Satanás dominar tu corazón con pensamientos malvados, hasta el punto de intentar engañar con tu mentira al Espíritu Santo, y sustraer a escondidas para ti una parte del precio del terreno que vendiste?


4. Cuando ese terreno estaba sin vender, ¿no permanecía siendo tuyo? y siendo vendido, ¿no estaba en tu poder disponer el precio como quisieses? Nadie te impuso que trajeses todo su precio aquí. Pero tú, para atraer la admiración y la estima de la Iglesia, has fingido ahora que has ofrecido todo lo que has ganado. No tienes la sinceridad para decir que has mantenido para tí mismo una parte del precio, ante lo cual nadie te habría acusado. ¿Por qué lo aceptaste en tu corazón y decidiste realizar esta acción? No has mentido a los hombres, sino al Espíritu Santo, el cual es Dios.


5. No terminó de oír Ananías estas palabras, cuando cayó al suelo y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron.


6. Mientras tanto los más jóvenes de edad se levantaron y prepararon a Ananías para el entierro, envolviéndolo con vendas mortuorias como entonces acostumbraban a hacer. Después lo llevaron fuera de la ciudad y lo enterraron.


7. Mientras tanto habían pasado unas tres horas, y la mujer de Ananías, la cual no conocía el acontecimiento del castigo de su esposo, entró al lugar de la congregación. 


8. Entonces Pedro le preguntó: Dime, ¿por tanto dinero vendísteis el terreno? Y ella respondió: Sí, por tanto como hemos entregado.


9. Entonces Pedro le dijo ¿por qué convenísteis tu marido y tú en proceder con una acción así, es decir en intentar probar el Espíritu del Señor, viendo si realmente lo sabe todo e intentando engañarle con vuestra mentira? He aquí, los pies de los que han enterrado a tu marido se escuchan junto a la puerta; vuelven ahora mismo y te llevarán también a tí fuera de la ciudad para enterrarte.


10. Entonces directamente cayó ella también junto a los pies de Pedro y expiró. Y cuando entraron dentro los jóvenes que regresaban del entierro de Ananías, la encontraron muerta; y llevándola fuera de la ciudad, la enterraron al lado de su marido.


11.Entonces un gran temor vino sobre toda la Iglesia y sobre todos los que escucharon esto.



Vers. 12- 16. Milagros de los apóstoles.

12. Mientras tanto por las manos de los apóstoles eran realizados continuamente muchos extraordinarios y sorprendentes milagros, los cuales confirmaban que su enseñanza era verdadera y provocaban admiración en el pueblo. Y todos los fieles juntos con un corazón se reunían en el pórtico de Salomón.


13. Y de los demás que no hubieron creído, ninguno se atrevía a juntarse con ellos, bromear con ellos o tratarles como hombres normales de la calle; sino que la mayoría del pueblo los respetaba y los alababa.


14. Y así cada vez más se acercaban multitud de hombres y de mujeres, los cuales creían en el Señor y se convertían en miembros de la Iglesia, aumentando en gran número los fieles.


15. De hecho tanto les respetaba el pueblo, que sacaban a los enfermos de sus casas a las plazas y los ponían sobre preciosas camas los más ricos, y sobre camillas improvisadas los más pobres, de modo que para cuando pasase sobre aquella multitud Pedro, cayese aunque solo fuese su sombra sobre alguno de estos enfermos para que fuese curado.


16. También se juntaba en Jerusalén gente de las ciudades vecinas; todos éstos traían todo tipo de enfermos, así como hombres que padecían por espíritus impuros, y a todos los curaban. 



Vers. 17-42. Segundo encarcelamiento de Pedro y de Juan. Su milagrosa liberación. 

17. Todo esto provocó la reacción del sumo sacerdote y de todos los que estaban con él, los cuales constituían la formación religiosa de los saduceos. Sus corazones se llenaron de envidia y maldad y se prepararon para actuar.


18. Entonces echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.


19. Mas un ángel del Señor a la mitad de la noche abrió las puertas de la cárcel, les sacó fuera y les dijo:


20. Id enseguida y llenos de coraje poneros en pie en el sagrado recinto del templo, y predicad en público al pueblo todas las palabras de esta nueva vida, la cual os transmitió el Señor y que por experiencia conocéis.


21. Entonces cuando oyeron esto los apóstoles, entraron muy de mañana, antes de que saliese el sol, en su santo templo, y enseñaban. Pero entre tanto vino de su casa al lugar del sinedrio, que no estaba lejos del templo, el sumo sacerdote con los amigos y familiares que acostumbraban a seguirle,y convocaron al concilio y a todos los ancianos de Israel. Enviaron entonces hombres a la prisión para conducir a los apóstoles frente al sinedrio y para que fuesen juzgados.


22. Pero cuando  los alguaciles del sinedrio llegaron, no los hallaron en la cárcel; entonces volvieron y dieron aviso al sinedrio.


23. diciendo: hallamos la cárcel cerrada y bien aseguradacon toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando abrimos, a nadie hallamos dentro.


24. En cuanto oyeron estas palabras el sumo sacerdote que presidía la conferencia y el sacerdote que tenía el puesto de soldado del templo y tenía la jurisdición y la supervisión de la prisión, así como aquellos que habían ejercido de sumos sacerdotes en años anteriores, se llenaron de duda ante todo eso que les dijeron los alguaciles, porque no sabían qué hacer ni qué consecuencias tendría esta desaparción de los encarcelados.


25. Pero mientras tanto vino uno anunciándoles que los hombres que habían  encarcelado estaban ahora en el sagrado reciento del templo enseñando al pueblo.


26. Entonces fue allí el soldado del templo junto con los alguaciles del sinedrio y los trajo de modo no violento ante el tribunal, porque temían ser apedreados por el pueblo.


27. En cuanto los trajeron, les ordenaron colocarse de pie en medio del concilio como acusados. Y el sumo sacerdote les preguntó:


28. ¿No os dimos la orden precisa y estricta de que no enseñaseis en ese nombre y de que no lo presentáseis como nombre digno de adoración y superior a cualquier otro nombre? Pero vosotros habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y con perversas intenciones intentáis de un modo malicioso echar sobre nosotros la responsabilidad y la culpabilidad del asesinato de ese hombre.


29. Entonces respondió Pedro por él y por los otros apóstoles, diciendo: Tenemos el deber y la obligación de obedecer mucho antes a Dios, quien nos ordenó a través de un ángel suyo que continuásemos con nuestra predicación pública, que a vosotros los hombres, que nos ordenásteis que nos callásemos.


30. Dios al cual veeneraban nuestros padres y del cual recibieron las promesas, resucitó de entre los muertos a Jesús, al cual vosotros matasteis, habiéndole colgado como maldito sobre la madera de la cruz.


31. Pero mientras que vosotros tantísimo le deshonrásteis, Dios le exaltó con su invencible poder, para ser el Señor y Salvador, que dará a los herederos del bendito Israel su gracia para que se arrepientan y el perdón de sus pecados.


32. Y precisamente por esto nosotros hemos sido llamados por Dios a ser sus testigos, para predicar con nuestras palabras y con nuestra enseñanza estos acontecimientos salvadores de su vida. Pero al mismo tiempo nos da junto su testimonio con sus milagros y sus carismas y el Espíritu Santo, el cual dio Dios  a aquellos que obedecen sus mandamientos.


33. Pero ellos, cuando oyeron estas palabras de Pedro, se pusιeron furiosos y se llenaron de una feroz y rabiosa indignación; e intercambiaron opiniones sobre el modo em que los condenarían a muerte y darían fin a sus vidas.


34. Sin embargo se levantó dentro del sinedrio un fariseo que se llamaba Gamaliel. Este era maestro de la ley y le apreciaba mucho todo el pueblo. Ordenó entonces que sacasen por un momento a los apostoles de la sala del sinedrio.


35. Y habiéndolos sacado, dijo al resto de componentes del sinedrio judío: Varones israelitas, atended bien y cuidaos a vosotros mismos de lo que tenéis pensado hacer a estos hombres.


36. Porque hace poco tiempo apareció Teudas, el cual aseguraba que es alguien importante. Junto a él se unieron como seguidores suyos un número de alrededor de cuatrocientos hombres. Pero el mismo fue asesinado, y todos los que le seguían se disolvieron y el movimiento desapareció.


37. Después de él apareció Judas el Galileo, en los días en que tuvo lugar por los romanos la inscripción para establecer el impuesto por cabeza. Y arrastró con él a mucha gente, la cual le siguió. Pero también él pereció y se perdió, y todos los que le seguían fueron dispersados con la violencia de las armas. 


38. Por eso, después de todos estos sucesos, en relación con este caso que se nos presenta ahora, os digo: Manteneos lejos de estos hombres y dejadlos libres. Porque, esto que planean y piensan estos hombres o la obra esta que hacen pocede de hombres, será desbaratado y desaparecerá por sí solo, sin vuestra intervención.


39. Pero si es de Dios, no podéis desbaratarlo; atended también no sea que os encontréis finalmente luchando y en contra no sólo de hombres, sino con el mismo Dios.


40. Entonces los miembros del sinedrio obedecieron a sus palabras. Y llamando a los apóstoles para que entrasen de nuevo en la sala del tribunal, les azotaron y les dieron la orden de no enseñar teniendo como tema central de su prédica el nombre y la persona de Jesús. Y después los dejaron libres.


41. Entonces después de estas amenazas y maltratos que recibieron los apóstoles, se fueron del sinedrio con gran alegría porque fueron hechos dignos de ser sometidos a un castigo ultrajante por causa de su nombre. 


42. Y no pararon cada día en el santuario, y particularmente de casa en casa, de enseñar y de transmitir el jubiloso mensaje de que Jesús es el Mesías.



CAPITULO 6.      

Vers. 1-7. La elección de los siete diáconos.

En aquellos días, mientras aumentaba el número de fieles, los hebreos cristianos que eran de lugares extranjeros y que por ello hablaban la lengua griega, comenzaron a quejarse en contra de los hebreos cristianos autóctonos, que hablaban la lengua aramea. Estas quejas surgieron, porque las viudas de los hebreos cristianos que hablaban griego que no eran autóctonos eran desatendidas en el servicio diario de cuidado y distribución de alimentos y limosnas.


2. Entonces después de esto los doce apóstoles convocaron a la multitud de los discípulos que creían en Cristo y dijeron: No nos parece correcto que nosotros dejemos la predicación de la palabra de Dios, para servir en las mesas de las comidas.


3. Entonces examinad atentamente, hermanos, y elegid de entre vosotros mismos a siete varones, que tengan buen testimonio por todos y que estén llenos del Espíritu Santo y de juicio y prudencia. A éstos estableceremos para que realicen este servicio necesario.  


4. Y nosotros nos dedicaremos exclusivamente a la oración y al servicio de la predicación.


5. Esta propuesta de los apóstoles le pareció grata a toda la multitud de la Iglesia. Y eligieron a Esteban, varón lleno de fe en Cristo y de los carismas del Espíritu Santo, y a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás de Antioquía, el cual había sido anteriormente idólatra, y antes de creer en Cristo había llegado al judaísmo.


6. A estos siete presentaron ante los apóstoles. Y los apóstoles, habiendo orado, pusieron sus manos sobre las cabezas de los siete, para que les fuese transmitida la gracia divina, la cual les era necesaria para la realización de su servicio.


7. De este modo la predicación del logos de Dios progresaba y se repartía. Y el número de los discípulos en Jerusalén se multiplicaba grandemente, y gran cantidad de los sacerdotes de los judíos recibían y admitían las verdades y se sometían a ellas.

 

Vers. 8-15. Esteban predica acerca de Cristo. Es llevado al sinedrio.

8. Esteban además, que estaba lleno de fe y poseía en abundancia el carisma de la elocuencia, hacía grandes milagros entre el pueblo. Milagros que provocaban sorpresa y mostraban la verdad de la predicación cristiana.


9. Pero algunos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, se sublevaron con fanatismo y comenzaron a disputar con Esteban.


10. Pero no pudieron enfrentarse a la sabiduría y al carisma espiritual con iluminación con los que hablaba Esteban.


11. Entonces sobornaron a unos hombres para que dijesen, según las instrucciones particulares que recibieron, que le habían oído con sus propios oídos decir palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios.


12. De este modo provocaron y levantaron al pueblo y a los ancianos de los judíos y a los escribas. Y después de esto vinieron de repente y atraparon todos juntos a Esteban. Y con violencia le llevaron al sinedrio.


13. Y se presentaron allí falsos testigos, diciendo: Este hombre no para de decir palabras blasfemas en contra del santo lugar del templo y en contra de la ley.


14. No nos cabe la menor duda de que dice blasfemias sobre el templo y la ley. Porque le hemos escuchado nosotros mismos decir que Jesús el Nazareno, este que no pudo salvarse a sí mismo, destruirá este santo lugar y cambiará las costumbres y las tradiciones que nos dio con la ley Moisés.  


15. Pero en un momento dado, mientras todos los que estaban en el concilio estaban mirando a Esteban, al fijar los ojos en él, vieron su rostro resplandeciente como si fuese el rostro de un ángel.

 

 

 

CAPITULO 7.

Vers. 1-53. La apología de Esteban.

Entonces el sumo sacerdote preguntó a Esteban: ¿Son así las cosas, como declaran los testigos?


2. Y Esteban respondió: Hermanos y padres, escuchen. El glorioso Dios, el cual al mismo tiempo es la fuente de gloria eterna y real, se reveló a nuestro Padre Abraham, cuando estaba todavía en Mesopotamia, antes de venir a habitar en Harán, 


3. y le dijo: Vete de tu patria y de tus familiares y vete a la tierra que te mostraré.


4. Entonces Abraham, obedeciendo a esta orden, salió de la tierra de los caldeos y fue a habitar en Harán. Y de allí, cuando murió su padre, le condujo Dios a esta tierra de Canaán, en la cual vosotros ahora habitáis. 


5. Y mientras vivió, Dios no le dio ni un paso de tierra como herencia en esta tierra. Pero le prometió darle a él esta tierra y a los descendientes que vendrían después de él, para que la tuviesen como suya, aunque Abraham no tenía todavía hijo cuando Dios le dio esta promesa. 


6. Es decir, Dios habló a Abraham del siguiente modo: Dijo que sus descendientes vivirían como extranjeros en un país que pertenecerá a otros. Cuatrocientos años enteros serían sometidos a esclavitud y serían maltratados por los habitantes autóctonos de aquel país.


7. Pero al país en el cual serían esclavos los descendientes de Abraham yo lo juzgaré y yo le castigaré, dijo Dios. Y después saldrán y se irán de aquel país de la esclavitud y me adorarán en este lugar de la tierra de Canaán. 


8. Entonces Dios le dio a Abraham el pacto, el cual aseguró y selló con la circuncisión, a la cual evocó para la ratificación del pacto y así, ya que con el pacto y con la fe que mostró en él Abraham y con la circuncisión que hizo, fueron preparadas las cosas. Abraham tuvo a Isaac y le aplicó la circuncisión al octavo día de su nacimiento. E Isaac tuvo a Jacob y Jacob tuvo a los doce patriarcas.  


9. Y los patriarcas, debido a que envidiaron a José, le vendieron como esclavo. Y fue llevado a Egipto por los que le compraron.


10. Pero Dios estaba con él y le protegía, y le liberó de todas las tribulaciones. Le dio juicio y prudencia y sabiduría para explicar los sueños del rey de Egipto, y así se aseuró el favor de este rey. Por eso el faraón le estableció como gobernador y comisario suyo en Egipto y en todo su palacio. 


11. Después vino gran hambre en Egipto y en Canaán y una gran desgracia. Y nuestros antepasados no encontraban comida para ellos ni para sus rebaños.


12. Entonces cuando escuchó Jacob que en la tierra de Egipto había trigo, envió allí abajo nuestros antepasados por primera vez.


13. Y en su segundo viaje a Egipto les fue revelado José, quien fue reconocido por sus hermanos. Y así, se hizo muy conocida por el faraón la familia de José.


14. José entonces envió y llamó junto a él a su padre Jacob y a toda su familia, la cual estaba constituida por setenta y cinco personas 


15. Bajó entonces Jacob a Egipto, donde murió él y los doce patriarcas, nuestros antepasados. Más tarde, sus huesos fueron trasladados a a Siquem y fueron colocados en el sepulcro que compró Abraham a los hijos de Hamor en Siquem, pagando el precio en monedas de plata.


17. Entonces según se acercaba el tiempo para que se cumpliera la promesa y el anunciamiento que Dios dio con juramento a Abraham asegur´qndole que heredaría la tierra de Canaan, el pueblo israelita creció en poder y aumentó su número en Egipto.


18. Hasta que apareció otro rey, el cual no conocía los servicios que ofrecía José a la nación egipcia.


19. Aquel rey, con fraudes y artimañas, intentó eliminar nuestra generación oprimiendo a nuestros padres y obligándoles a exponer a muerte a sus niños, de modo que no continuasen propagándose en la vida.


20. En aquel tiempo de la opresión nació Moisés y era hermoso y agraciado frente a él y frente a Dios. De hecho vivió y fue cuidado ocultamente tres meses dentro de la casa de su padre. 


21. Y cuando le arrojaron a las aguas del río Nilo, quedando expuesto, le recogió de allí la hija del faraón, alimentándole como a su propio hijo.


22. De este modo Moisés fue educado con toda la sabiduría egipcia, además era fuerte tanto en sus palabras, que eran sensatas, como en las obras que realizaba para el bien común de Egipto.


23. Y cuando cumplió cuarenta años, le vino el deseo en su corazón de visitar a sus hermanos, los descendientes de Israel, para observar de cerca en qué estado se encontraban. 


24. Y al ver a un israelita que estaba siendo golpeado injustamente por un egipcio, defendió a su compatriota que estaba siendo duramente oprimido, y se vengó matando al egipcio.



25. Pensaba Moisés que sus hermanos y sus compatriotas comprenderían que Dios quiere darles su libertad y su liberación de los egipcios por su propia mano. Pero ellos no lo entendieron. 


26. Al día siguiente, se presentó Moisés de repente entre sus en el momento en que dos de ellos reñían y se peleaban, e intentó que se reconciliasen entre ellos y que se tranquilizasen diciendo: Hombres míos, vosotros sois hermanos entre vosotros. ¿Por qué os maltratáis el uno al otro? 


27. Pero el culpable que maltrataba a su compañero le empujó, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez sobre nosotros?


28. ¿Quizás quieres matarme, como mataste ayer al egipcio?


29. Cuando escuchó Moisés estas palabras, huyó de Egipto para no ser castigado por el faraón. Porque por estas palabras entendió que no había quedado oculto el asesinato del egipcio. Así se estableció como extranjero en tierra de Madián, donde tuvo dos hijos.


30. Y cuando pasaron otros cuarenta años desde que se fue de Egipto, se le apareció en el desierto del monte Sinaí el Hijo de Dios, el Ángel de la gran Voluntad del Señor, en una llama de fuego que salía de una zarza.


31. Cuando Moisés vio este fenómeno sin antecedentes, se alarmó y admiró esta aparición en la zarza, la cual, aunque sacaba fuego de su interior, no se quemaba. Pero acercándose para verlo de cerca y observar mejor qué sucedía, se oyó la voz del Señor la voz del Señor, diciéndole:


32. Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Moisés entonces se llenó de temor y no se atrevía a mirar para analizar la visón.


33. Y le dijo el Señor: Desata el cordón de tu calzado y sácalo de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa.


34. Conozco bien la opresión y el maltrato al que está sometido mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.


35. Entonces a este Moisés, a quien se negaron a reconocer como su protector y gobernador nuestros antepasados, diciendo: "¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?", a éste mismo lo envió Dios como gobernante y libertador de la esclavitud de Egipto.


36. Este Moisés les sacó de la tierra de la esclavitud, habiendo hecho milagros asombrosos y reveladores del poder divino en que  dijo a los israelitas: Un profeta se distinguirá entre vosotros tierra de Egipto, y en el Mar Rojo, y en el desierto por cuarenta años.


37. Este es el Moisés que dijo a los israelitas: Un profeta os levantará por vuestro bien el Señor y Dios vuestro de entre vuestros hermanos, que será legislador y mediador y liberador, como yo. A éste tenéis el deber y la obligación de obedecer. 


38. Este Moisés es el hombre aquel que en la congregación de los israelitas que tuvo lugar en el desierto para la recepción de la ley, hizo de intermediario entre el ángel que le habló en el monte Sinaí y entre nuestros padres, los cuales no hubiesen soportado comunicarse directamente con el ángel. Y este Moisés recibió palabras divinas, que transmiten a las almas vida espiritual y eterna, para entregárnoslas a nosotros.


39. A este Moisés no quisieron entonces nuestros antepasados obedecerle, sino que le desecharon y añoraron Egipto con toda la fuerza y el deseo de sus corazones.


40. Estas disposiciones suyas se mostraron cuando dijeron a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros, que nos muestren el camino y nos protejan. Que éstos sean en adelante nuestros guías y gobernantes, porque este Moisés, que nos sacó de la tierra de Egipto, se ha perdido y no sabemos qué le ha acontecido.


41. Y así en aquellos días hicieron un becerro de oro como ídolo, y ofrecieron sobre un sacrificatorio sacrificios a este ídolo; y celebraron con gran alegría y agradecimiento por esta obra que hicieron con sus manos.  


42. Entonces después de esto también se alejó Dios de ellos, y los abandonó a la oscuridad de sus mentes, para que adorasen las numerosas estrellas del cielo, como se ha escrito y se narra en el libro de los profetas: A vosotros que constituís mi familia y los descendientes de Israel, os pregunto: ¿Acaso me ofrecisteis por cuarenta años en el desierto víctimas degolladas y sacrificios? No, no me ofrecísteis. 


43. Sino que levantásteis en vuestros hombros y llevasteis aquí y allá como sagrada reliquia el sacrílego tabernáculo de Moloc y la estrella de vuestro dios Renfán, las figuras y los ídolos que os hicisteis para adorarlos. Por eso os castigaré por esta idolatría e irreverencia vuestra; os exiliaré a otro lugar lejano, más allá de Babilonia.


44. Pero dentro del desierto nuestros padres tenían la sagrada tienda, dentro de la cual Dios dio su testimonio sobre su voluntad, y su presencia. Y esta tienda fue fabricada tal como ordenó Dios cuando haló a Moisés, es decir que lo hiciese conforme al modelo que había visto en el monte.


45. Esta tienda después de la muerte de Moisés la recibieron sus sucesores, nuestros antepasados, junto con su nuevo dirigente Jesús de Naví, que sucedió a Moisés, y la trajeron con ellos a la tierra de los gentiles que entonces gobernaban. Entonces Dios los expulsó de allí, y los sacó ante la presencia de nuestros antepasados, los cuales iban a establecerse en aquella tierra en lugar de ellos. Y permaneció allí la tienda hasta la época de David,


46. el cual halló gracia y favor delante de Dios y pidió realizar morada para el Dios de Jacob.


47. Pero esta morada de Dios no la construyó David, sino Salomón.


48. Pero el altísimo Dios no habita en templos hechos por manos de hombres y con su arte; como dice el profeta Isaías:


49. Trono para mí es el cielo, y toda la tierra el estrado donde se apoyan mis pies. ¿Qué casa podréis edificarme, si en todo el mundo no quepo? dice el Señor; ¿O cuál será el lugar fijo y continuo de mi reposo, en el cual podré habitar sin desplazarme?


50. Todo esto que vosotros los hombres podéis ofrecerme, no es mío, y no lo hizo mi mano todopoderosa. 


51. (Y debido a que mientras tanto los miembros del sinedrio judío declararon con la expresión de sus caras y sus gestos su gran indignación y dureza, Esteban comenzó a contenerles diciendo): sois tercos y testarudos, y no os sometéis a Dios. No habéis circuncidado la crueldad ni la insensibilidad de vuestros corazones y no habéis querido libraros de vuestra sordera espiritual, para escuchar con buena y dócil disposición la verdad. Por eso siempre os ponéis en contra de Espíritu Santo. Así como vuestros padres se enfrentaban y no mostraban buena disposición, así también hoy os enfrentáis y os oponéis vosotros. 


52. ¿A cuál de los profetas no condenaron vuestros antepasados? Y mataron a aquellos que anunciaban la venida del Mesías, quien fue absolutamente limpio de pecado y justo por excelencia. Y vosotros ahora os habéis convertidos en sus traidores y asesinos.


53. Vosotros habéis recibido la ley, la cual fue establecida por Dios a través de los ángeles, y no la habéis cumplido sino que la habéis infringido.



Vers. 54-60. La lapidación de Esteban.

54. Y mientras escuchaban todo esto, se rasgaron sus corazones de enfurecimiento, y apretaban sus dientes de rabia contra Esteban.


55. Pero estas amenazas no despertaron sentimientos enemigos en el corazón  del futuro primer mártir. Al contrario, estaba siempre pacífico y lleno del Espíritu Santo. Y estando en tal estado psíquico y espiritual, levantó su mirada, fijándola hacia el cielo y vio el esplendor glorioso de Dios y a Jesús puesto a la derecha de Dios listo para ayudarle.


56. Y dijo: He aquí, veo claramente los cielos estando abiertos, y al hijo del hombre le veo estando a la derecha de Dios.


57. Pero los judíos entonces comenzaron a vocear fuertemente, se taparon las orejas para no escuchar las palabras de Esteban, las cuales consideraban blasfemas, y con gran odio se abalanzaron todos contra él. 


58. Y sacándole fuera de la ciudad, comenzaron a apedrearle. Y los testigos, quienes según la ley debían ser los primeros en arrojarle piedras, dejaron su ropa  a los pies de un joven que se llamaba Saulo, para que la cuidase.


59. Y mientras lapidaban a Esteban, él invocaba al Señor diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu.


60. Después se arrodilló y lanzó una gran voz que fue oída por todos sus asesinos, diciendo: Señor, no les tengas en cuenta este pecado. Y con estas palabras cerró sus ojos, siendo entregado al pacífico sueño de la muerte. Saulo mientras tanto aprobaba y celebraba junto con los asesinos la ejecución mortal de Esteban.   

       



CAPITULO 8.

Vers.1-3. Persecución contra la Iglesia.

En aquel día hubo además una gran persecución en contra de la Iglesia de Jerusalén. Y todos los cristianos se esparcieron por las tierras de Judea y de Samaria, excepto los apóstoles, quienes se quedaron en Jerusalén. 


2. Pero a pesar de esta persecución, algunos hombres devotos, que tenían temor de Dios, enterraron a Esteban, haciendo gran llanto por él.


3. Saulo mientras tanto asolaba a la Iglesia de Jerusalén creando amenazas y destrozos; entraba de casa en casa, y de allí arrastraba con violencia a hombres y mujeres indefensos, entregándoles a las autoridades judías para que fuesen encerrados.


Vers. 4-8. El diácono Felipe predica en Samaria. 

4. Pero los que anteriormente se fueron de Jerusalén quedaron libres. Y todos los que se esparcieron por diferentes tierras iban de un lugar a otro predicando el Evangelio de Dios.


5. Mientras tanto, el diácono Felipe bajó de Jerusalén a una ciudad de Samaria y predicaba a sus habitantes, que Jesús es el Mesías crismado por Dios.


6. Y la multitud del pueblo atendía a lo que Felipe les decía. Escuchaban todos con un corazón porque junto con la predicación que escuchaban veían al mismo tiempo los milagros que hacía, los cuales eran señales que convencían de que su predicación provenía de Dios.


7. Y eran realmente señales divinas los milagros de Felipe, porque de muchos que tenían espíritus impuros, de ellos salía una voz fuerte gritando y creando así una gran agitación. Y muchos paralíticos y lisiados fueron curados. 


8. De este modo, a partir de estas curaciones sobrenaturales, reinó una gran alegría en aquella ciudad. 

 


Vers. 9-25. Simón el mago. Pedro y Juan en Samaria.

9. Pero había desde hacía tiempo allí un hombre llamado Simón. Este se ocupaba de la magia e impresionaba con sus técnicas a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande.


10. A éste atendían y escuchaban con confianza todos sin excepción, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: En este hombre se ha encarnado el gran poder de Dios.


11. Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado desde hacía mucho tiempo.


12. Pero cuando creyeron a Felipe, que les predicaba sobre el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.


13. También creyó Simón mismo. Y habiéndose bautizado, se unió de manera fija y continua con Felipe. Y debido a que veía de cerca y se convencía ante las señales y grandes milagros que se hacían, las cuales él con todas sus técnicas de magia no podía hacer, se quedaba atónito.    


14. Mientras tanto sin embargo, cuando los apóstoles, que todavía estaban en Jerusalén, y Samaria recibía el logos de Dios, enviaron a Juan y a Pedro a los samaritas, para complementar la predicación de Felipe y para transmitir el Espíritu Santo a todos los que habían sido bautizados.


15. Entonces ellos bajaron a Samaria y rezaron para que todos los que fueron bautizados recibieran el Espíritu Santo.


16. Hacían estas oraciones, porque todavía no les había sido transmitido el Espíritu Santo, ya que solamente estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús. 


17. Entonces los dos apóstoles pusieron sus manos sobre ellos, y recibieron el Espíritu Santo. Esto se hizo también manifiesto sensiblemente, con los carismas excepcionales que les eran transmitidos. 


18. Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles sobre los otros se les transmitía el Espíritu Santo, les ofreció dinero,


19. diciendo: Dadme también a mí este poder y esta autoridad, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.


20. Entonces Pedro le dijo: Tu dinero que perezca y tú también con él. Porque has pensado que este inapreciable don de Dios se puede obtener con dinero.


21. No existe para tí ninguna parte respecto a los dones del Espíritu Santo, los cuales pides en este momento. Ni pequeño, mi mayor. Nunca y por ningún motivo recibirás ningún derecho en la transmisión de los carismas divinos. Porque tu corazón no es recto delante de Dios.


22. Arrepiéntete, pues, y abandona completamente esta maldad tuya, y ruega a Dios, por este pecado tuyo, el cual muestra una gran perversión. Dudo de que te arrepientas sinceramente, para que te sea perdonado lo que has tramado dentro de tu corazón.


23.Y tengo esta duda porque te veo que estás lleno de maldad, la cual ha envenenado tu corazón y te ha hecho peligroso frente a los demás. Y todavía veo que estás atado por la injusticia. 


24. Entonces Simón, que estaba terrorificado, contestó: Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.


25. Sucedió todo esto en Samaria. Y los dos apóstoles, habiendo asegurado también con la transmisión de los carismas del Espíritu Santo su testimonio sobre Jesús, y predicaron el logos de Dios, regresaron a Jerusalén. Durante el recorrido de su viaje, predicaron el Evangelio en muchos pueblos de los samaritanos que iban encontrando.



Vers. 26-40. Felipe bautiza al oficial eunuco.

26. Un día un ángel del Señor habló a Felipe y le dijo: Levántate y dirígete hacia el sur, por el camino que baja de Jerusalén hacia Gaza. Este camino es desierto, y no pasan a menudo por él caminantes.


27. Felipe se levantó y fue a aquel camino desierto obedeciendo a la orden del ángel. Y he aquí, un hombre etíope, eunuco, oficial superior y cortesano de Candace, la reina de los etíopes. Este era director y administrador de todo el tesoro y de su economía, y se dirigía de peregrinaje a Jerusalén, porque por lo visto era cristiano prosélito.  


28. Regresaba entonces en aquel momento a su tierra. Iba sentado sobre su carro y leía en voz alta al profeta Isaías.


29. Entonces el Espíritu santo dijo a Felipe mediante inspiración interior en su corazón: Acércate y arrímate al carro aquel.


30. Y corriendo Felipe hacia este carro y acercándose mucho a él, escuchó que leía al profeta Isaías. Y entonces le preguntó: ¿Pero entiendes eso que lees?


31. Y él le respondió: No lo entiendo. ¿Cómo podría entenderlo, si no encuentro a nadie que me lo explique? Y como percibió que Felipe estaba dispuesto a hacer esto, le pidió que subiese al carro y se sentase junto a él.


32. El contenido del pasaje de la Sagrada Escritura que leyó el eunuco era este: "Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero que permanece mudo frente al que le esquila, así tampoco él abrió su boca.


33. Cuando tomó la forma de siervo y se sometió a sí mismo a la humildad, le negaron el juicio justo y pisotearon su ley. Y a pesar de todo esto no desapareció ni borró su nombre. ¿Quién puede medir dignamente la multitud y explicar la gloriosa cortesía de sus descendientes espirituales? Porque sí que le fue quitada la vida de sobre la tierra con una muerte violenta, pero tras su Resurrección fue elevado y ascendido a los cielos.   


34. Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me expliques: ¿de quién dice el profeta esto? ¿de sí mismo, o de algún otro?


35. Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde este apartado de la santa escritura, continuó predicando el gozoso mensaje sobre Jesús como Mesías y Redentor. Y como parece por lo que siguió, le habló del bautismo y le dijo que esto es necesario para la salvación de los hombres.


36. Y yendo por el camino, llegaron a cierta fuente de agua, y entonces dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?


37. Entonces Felipe le respondió: Si crees de todo corazón en todo lo que te he dicho sobre Jesús, puedes bautizarte. Y respondiendo el eunuco, dijo: Creo que Jesús Cristo es el Hijo de Dios que se hizo hombre.


38. Y enseguida mandó parar el carro. Descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco. Y Felipe y le bautizó.


39. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató de modo sobrenatural a Felipe y el eunuco no le vio más. Porque Felipe fue llevado en dirección contraria, mientras que el eunuco continuó su viaje hacia Etiopía lleno de alegría por el conocimiento salvador que obtuvo y por la gracia del Espíritu Santo que le fue transmitida con el bautismo.


40. De este modo Felipe se encontró en Azoto, sin entender tampoco él cómo. Y desde allí continuó su recorrido de predicación del evangelio por todas las ciudades que se encontraba, hasta que llegó a Cesarea.

 


   

CAPITULO 9.

Vers. 1-18. La conversión de Pablo. 

Saulo, mientras tanto, como si viviese en una atmósfera de asesinato, continuaba sacando de dentro de él y declarando una disposición amenazadora y letal contra los discípulos del Señor. Por eso se presentó ante el sumo sacerdote


2. y le pidió cartas concertadas con autorización para las sinagogas de Damasco. Pretendía traer atados a Jerusalén a los que encontrase que perteneciesen al camino del Señor, es decir a la comunidad de fieles de Jesús Cristo, fuesen hombres o fuesen mujeres.


3. Mas yendo por el camino y acercándose a Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;


4. y de su deslumbrante brillo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?


5. Entonces Saulo preguntó: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor le respondió: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. No sabes que, cuando persigues a mis discípulos y a los que ceen en mí, es como si me persiguieses a mí mismo? 


6. Pero levántate y entra en la ciudad. Allí te dirán lo que debes hacer. Y Pablo por supuesto escuchaba las palabras de esta voz y al Señor resucitado veía; 


7. pero los hombres que acompañaban a Saulo se pararon atónitos, con la boca abierta. Oían bien el sonido y el resonar de la voz - sin distinguir plabras-, pero no veían a nadie.


8. Entonces Saulo se levantó del suelo, donde poco antes había caído, y aunque tenía abiertos los ojos, no veía a nadie; estaba completamente ciego. Por eso los que le acompañaban le tomaron de la mano, le condujeron y le metieron en Damasco.


9. Y estuvo tres días ciego, sin ver nada. En esos días ni comió ni bebió nada.


10. Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor se le apareció en una visión y le  dijo: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor, listo para cumplir tus órdenes.


11. Y el Señor le dijo: Levántate y ve a la calle estrecha que se llama "Recta"*, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo que procede de Tarso. Este hombre ya tiene una disposición buena y respetuosa; porque he aquí, en este momento él ora.

* Del gr. "Ευθεία", [Efzía]


12. Y ha tenido una visión en la que yo le presentaba a un varón llamado Ananías, entrando en su habitación y poniéndole la mano encima para curarle de la ceguera, pudiendo ya ver. 


13. Respondió entonces Ananías: Señor, he escuchado de muchos sobre el hombre este, cuánto mal ha hecho en Jerusalén a los fieles que están santificados por tu gracia y dedicados a tí.


14. Y ha venido aquí autorizado por los principales sacerdotes para atrapar a todos los que invocan con fe y devoción tu nombre.


15. Le dijo entones el Señor: Vete sin ningún temor ni vacilación, porque él es insrumento por mí escogido. Le he elegido para llevar y para distribuir la predicación de mi nombre y de mi evangelio, y para entregarlo con sus recorridos frente a gentiles y reyes y de los actuales descendientes de David.


16. Vete a su encuentro con la certeza de que no encontrarás negación o indisposición por su parte. Porque yo mismo he convertido a Paulo y le mostraré qué ha de sucederle por mi nombre de aquí en adelante, a él que hasta ayer me perseguía.


17. Entonces Ananías se fue y se dirigió a la casa donde estaba Saulo. Cuando entró en la casa, puso sus manos sobre Saúl y le dijo: Saúl, hermano, me envía el Señor que se te apareció en el camino por el que venías. Me envía para que vuelvas a encontrar tu luz y para que tu alma sea llena de Espíritu Santo.


18. Y al momento cayeron de sus ojos algo como escamas y volvió a ver; y levantándose, fue bautizado. Después comió algo y se recuperó del agotamiento que le había provocado la aparición del Señor y la falta de alimentación de los tres días, durante los cuales no bebió ni comió nada. 




Vers. 19-25. Pablo predica en Damasco. 


19. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos de Cristo que estaban en Damasco.


20. Y enseguida comenzó a predicar en las sinagogas sobre Jesús Cristo, enseñando que éste es el Hijo de Dios.


21. Y todos los que le escuchaban se quedaban atónitos y decían: ¿Pero este no es el que en Jerusalén perseguía con manía hasta eliminarles, a los que invocaban con devoción y fe ese nombre? ¿No vino este aquí para esto exactamente, para llevar presos ante los sacerdotes a todos los que crean e invoquen este nombre?


22. Saulo mientras reforzaba y se basaba más en la fe; y con sus argumentos creaba confusión entre los judíos que habitaban en Damasco y los dejaba sin palabras, demostrando que según los profetas el Jesús que predicaba era el Mesías.


23. Debido a ello, pasados varios días, los judíos acordaron y decidieron todos juntos matarle. 


24. Sin embargo esta intención suya se hizo conocida por Saulo. Los judíos mientras tanto vigilaban las puertas de la ciudad día y noche para darle muerte.


25. Pero los discípulos cristianos pusieron a Pablo en un cesto y con una cuerda le bajaron en medio de la noche por una ventana del muro, el cual rodeaba Damasco.



Vers. 26-30. Pablo predica en Jerusalén.

26. Cuando Pablo llegó a Jerusalén, intentó continuamente unirse y conectase estrechamente con los discípulos. Pero todos le temían, porque no podían creer que realmente era discípulo fiel y sincero del Señor.


27. Pero Barnabás le tomó y le condujo a donde los apóstoles. Entonces Saulo les contó cómo vio al Señor en el camino y que el Señor le habló, y cómo en Damasco predicó con coraje y sin temor la fe en el nombre de Jesús.


28. Así Pablo iba y volvía continuamente y se reunía con los apóstoles en Jerusalén, manteniendo estrechas relaciones con ellos. Y predicó sin temor y con fe inamovible en el nombre del Señor Jesús.


29. Además hablaba y discutía con los judíos que hablaban la lengua helénica, queriendo convencerles de que Jesús es el Mesías. Pero ellos intentaban encontrar una oportunidad para matarle. 


30. Cuando los hermanos fueron informados de ello, le llevaron con gran cuidado de Jerusalén a Cesarea, y de allí le enviaron a su tierra, Tarso. 



Vers. 31-35. Pedro cura a Eneas. 

31. Entonces de este modo las iglesias por toda Judea, Galilea y Samaria disfrutaron de paz y progresaban en el conocimiento y la devoción cristianos. Y los cristianos de estas Iglesias vivían con temor del Señor, y se acrecentaban con el fortalecimiento y el consuelo que les transmitía el Espíritu Santo. 


32. Según Pedro recorría todos estos lugares, un día fue también a donde los cristianos que habitaban en Lida.


33. Y allí se encontró con un hombre que se llamaba Eneas, que hacía ocho años que estaba en cama, pues era paralítico.


34. Y le dijo Pedro: Eneas, Jesús, que es el Mesías crismado por Dios, te sana de tu parálisis. Levántate y haz tú mismo la cama. Y él enseguida se levantó.


35. Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en la llanura de Sarón. Y así, guiados por este milagro, regresaron al Señor Jesús, habiendo creído en él y reconociéndolo como Dios y Salvador suyo.



Vers. 36-43. Pedro resucita a Tabita.

36 Había entonces en Jope una discípula del Señor llamada Tabita. Este nombre traducido es *Corzo. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que continuamente hacía.

* Corzo, del gr. "Δορκάς", [Dorkás]


37. Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Y tras lavarla y prepararla, la pusieron en la parte superior de la casa.


38. Y como la ciudad de Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo que Pedro estaba en dicha ciudad, le enviaron dos hombres, y le rogaron que fuese a donde ellos lo más rápido posible.


39. Levantándose entonces Pedro, fue con estos dos enviados. En cuanto llegó a Jope, le subieron a la sala. Y allí se presentaron todas las viudas, llorando por la muerte de quien las cuidaba. Υ como señal de su cuidado mostraron a Pedro los sayos y las capas que Tabita hacía cuando estaba con ellas.


40. Entonces, sacando Pedro a todos de la sala donde estaba la muerta, se arrodilló y oró. Después se volvió al cuerpo y dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó sobre la cama.


41. Y él, dándole la mano, la levantó. Después llamó a los cristianos y particularmente a las viudas, y se la presentó viva.


42. Este milagro se hizo conocido en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor.


43. Pedro permaneció varios días en Jope, en la casa de un cierto Simón que era curtidor, es decir tatador de pieles.

 



CAPITULO 10. 

Vers. 1-8. La visión de Cornelio el Centurión. 

1. Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión, de la compañía militar llamada la Italiana.


2. El era piadoso y a pesar de que era de ascendencia idólatra, conoció al verdadero Dios y era devoto  junto con los que estaban en su casa. También hacía muchas limosnas al pueblo, y rogaba a Dios continuamente que le iluminase.


3. Este hombre un día alrededor de las tres del mediodía vio clara y nítidamente en una visión a un ángel de Dios que entraba e iba a su encuentro diciéndole: Cornelio.


4. Y él, mirándole fijamente, completamente atemorizado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo el ángel: Tus oraciones y tus limosnas han subido al cielo como ofrenda agradable a Dios y como un recuerdo para que nunca te olvide.


5. Y ahora envía hombres a Jope, e invita a un Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro, para que venga aquí.


6. Este es hospedado en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar.


7. Entonces en cuanto se fue el ángel que hablaba con Cornelio, éste llamó a dos de sus criados que moraban en su casa, y a un devoto soldado de los que le asistían,


8. y tras explicarles todo lo que le reveló el ángel en la visión, los envió a Jope.




Vers. 9-24. La visión de Pedro y los enviados de Cornelio.

9. Entonces al día siguiente, mientras que ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea de la casa para orar, cerca de las doce del mediodía.


10. Pero le entró mucho hambre, y quiso comer algo. Y mientras los que estaban en la casa preparaban la comida, a Pedro le sobrevino un éxtasis; sus sentidos corporales se desligaron del mundo exterior, y todo su nous  se enfocó en lo que Dios le reveló.


11. Vio entonces abrirse el cielo, y descender hacia donde él estaba algo semejante a una gran sábana, que estaba atado de sus cuatro extremos y descendía poco a poco sobre la tierra.


12. Dentro de él estaban todos los cuadrúpedos terrestres y las bestias y los reptiles y las aves del cielo. Muchos de ellos según los preceptos de la ley eran impuros y les estaba prohibido a los israelitas comerlas.


13. Entonces se escuchó una voz diciéndole: Pedro, levántate y mata de estos animales que ves y come.


14. Pero Pedro respondió y dijo: De ninguna manera lo haré eso, Señor. Porque nunca en mi vida he comido ningún animal que la ley prohíba comer y lo considere contaminado o impuro.


15. Entonces la voz volvió a hablarle por segunda vez y le dijo: Lo que Dios desciende del cielo dentro de la sábana lo ha hecho limpio. Entonces tu no lo consideres impuro o contaminado.


16. Esto sucedió tres veces. Y después el objeto volvió a ser recogido y ascendido como al cielo, donde no entra nada impuro.


17. Y mientras Pedro pensaba dentro de sí y se preguntaba qué significaría la visión que tuvo, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, los cuales, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.


18. Llamaron a fuerte voz y buscaron informarse de si moraba allí un Simón que tenía por sobrenombre Pedro.


19. Y mientras Pedro le daba vueltas en su cabeza a la visión que tuvo, e intentaba explicarlo, por inspiración interior le dijo el Espíritu Santo: He aquí, tres hombres te buscan. No les evites porque sean gentiles e impuros.


20. Pero levántate rápido, baja de la azotea y ve junto a ellos sin ninguna vacilación, porque yo les he enviado a tu encuentro.


21. Entonces Pedro bajó con los hombres y les dijo: he aquí, yo soy el que buscáis. ¿Por qué motivo habéis venido aquí?


22. Y ellos respondieron: Cornelio el centurión hombre justo y temeroso de Dios - y esto lo confiesan todos los de la nación judía que lo conocen- recibió la orden y el encargo de un santo ángel de enviar hombres e invitarte a su casa y escuchar de ti palabras que le lleven a la salvación.


23. Entonces tras la notificación que recibió Pedro, les invitó a entrar en casa y fueron hospedados. Y al siguiente día se levantó y se fue con ellos. Junto con ellos fueron también algunos de los hermanos de la Iglesia de Jope. 


24. Y al siguiente día entraron en Cesarea. Cornelio mientras tanto los esperaba, y para recibirlos invitó y reunió en su casa a sus familiares y a sus amigos más cercanos.



Vers. 25-43. Pedro en la casa de Cornelio. 

25. Entonces en el momento en que Pedro se disponía a entrar en la casa, salió Cornelio a recibirle, y cayendo a sus pies, le reverenció. 


26. Pero Pedro le levantó y le dijo: levántate y no me reverencies. Porque también yo soy un hombre, como tú.


27. Y dialogando con él entró en la casa, donde había muchos hombres reunidos.


28. Les dijo entonces Pedro: vosotros sabéis bien cuánto se prohíbe por la ley Mosaica a un hombe judío tener relaciones cercanas e incluso acercarse a alguno de otra nación. Pero a mí Dios me ha mostrado en visión que no he de considerar contaminado o impuro a ningún hombre.


29. Por eso he venido sin tener ninguna objeción, cuando me invitaron vuestros enviados. Entonces pregunto para aprender, ¿por qué motivo me habéis invitado aquí?


30. Entonces cornelio le respondió: Hace cuatro días ayunaba todo el día, desde la mañana hasta esta hora. Y a las tres de la tarde estaba rezando en mi casa, cuando de repente vi frente a mí a un hombre con brillantes vestidos


31. diciéndome: Cornelio, Dios ha escuchado tu oración y ha recordado tus limosnas. Por eso ahora le es grato llevar a cabo tus deseos. 


32. Envía por lo tanto a Jope e invita a Simón que es llamado Pedro a venir aquí. Este es hospedado en la casa de Simón el curtidor de pieles, la cual está cerca del mar. Este vendrá aquí y te dirá cómo conseguirás tu salvación.


33. Entonces justo después de esta visión, en ese momento envié hombres y te invité, y tú bien has hecho viniendo. Y ahora todos estamos concentrados frente a Dios, dispuestos a escuchar todo lo que Dios ha establecido que nos digas.


34. Entonces Pedro, teniendo la disposición de decir muchas cosas, abrió su boca y dijo: Ciertamente entiendo que Dios no es influenciado por personas y no tiene preferencias ni hace distinciones.


35. Sino que acepta cada uno y todos son bienvenidos, cualquera que sea su nación, siempre que desdeluego éste tenga temor de Dios y se comporte con justicia.


36. Por eso ahora nada me impide exponeros también a vosotros la palabra y el anuncio que Dios envió a los Israelitas. Y con este anuncio es revelado el jubiloso mensaje de que Jesús Cristo reconcilió a Israel con Dios. Este Jesús Cristo es el Señor de todos los hombres, y quiere que todos se salven.


37. Vosotros habéis aprendido sobre el hecho de que predicó en toda Judea y comenzó por Galilea después del bautismo de arrepentimiento, el cual predicó Juan.


38. Conocéis a Jesús de Nazaret, cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y le revistió de poder, para llevar a cabo sus muchos milagros. El recorrió y fue de lugar en lugar haciendo el bien y curando a todos los que estaban endemoniados y eran oprimidos por el diablo. Y realizaba estas obras sobrenaturales, porque Dios estaba con él.


39. Y nosotros lo vimos con nuestros ojos y somos y testigos de todo cuanto hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Pero a este que tanto bien y tantas curaciones hizo, le mataron, y además lo hicieron con una muerte deshonrosa. Porque le colgaron sobre la madera de la cruz.


40. Pero Dios le levantó al tercer día de su muerte. Y permitió que fuese visible y que se apareciese después de su Resurrección,


41. pero ya no a todo el pueblo. Sino que se apareció a testigos que fueron elegidos por Dios mucho antes de que Jesús fuese crucificado y resucitado. Y estos testigos somos nosotros los apóstoles, quienes comimos y bebimos con él después de su resurrección de entre los muertos.


42. Y nos dio la orden de predicar al pueblo y de testificar que este Jesús es aquel que Dios según la salvadora e inalterable voluntad suya ha establecido como juez de los vivos y de los muertos.


43. De él dan testimonio todos los profetas y aseguran que cada hombre que crea en él, recibirá el perdón de los pecados con el poder y con la gracia que proviene de su nombre y de su persona.



Vers. 44-48. La venida del Espíritu Santo sobre los gentiles.

44. Y mientras Pedro decía estas palabras, antes de terminar de hablar, cayó de un modo perceptible por los sentidos el Espíritu Santo sobre todos los que le estaban escuchando.


45. Y todos los judíos creyentes, los que habían venido con Pedro desde Jope, se quedaron asombrados y se llenaron de una profunda admiración y sopresa. Porque vieron derrarmarse abundantemente los dones del Espíritu Santo sobre los gentiles, que no habían sido circundados ni cumplían las establecidas disposiciones de la ley. 


46. Y percibieron estos dones del Espíritu Santo también sobre los gentiles, porque les escuchaban hablar en lenguas que no las conocían de antes, y con las cuales ahora glorificaban a Dios. 


47. Entonces tomó la palabra Pedro y dijo: ¿Quizás puede alguien impedir el agua para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo, como lo recibimos también nosotros, sin perder en lo más mínimo sus dones?


48. Y mandó bautizarles en el nombre del Señor. Entonces le rogaron que se quedase con ellos algunos días. 




CAPITULO 11. 

Vers. 1-18. Pedro cuenta la historia de Cornelio.

Los apóstoles y los hermanos que vivían en las distintas partes de Judea escucharon que los gentiles también recibieron y aceptaron la palabra de Dios y fueron bautizados sin ser previamente circundados.


2. Y cuando llegó Pedro a Jerusalén, le mostraron frialdad y le evitaban los cristianos que provenían de los judíos y que recibieron la circuncisión antes de bautizarse y conocer a Cristo. Porque consideraban también ahora necesario el cumplimiento de los establecimientos de la ley. 


3. Y le decían a Pedro: Has entrado a casa de hombres que nunca han recibido la circuncisión, y has comido con ellos sin fijarte si la comida era pura y si había sido preparada como requiere lo establecido y las tradiciones referentes a la limpieza judaica.


4. Entonces Pedro comenzó a relatar los acontecimientos en su orden, diciendo1.


5. Yo estaba rezando en la ciudad de Jope, cuando caí en éxtasis y tuve una visión divina, ya no con los sentimientos del cuerpo. Vi algo como una gran sábana siendo sujeta por sus cuatro extremos, descendiendo lentamente del cielo, y llegar hasta donde estaba yo. 


6. Me fijé bien en esta sábana y distinguí claramente lo que tenía dentro; vi los cuadrúpedos terrestres, las fieras, los reptiles y las aves del cielo.


7. Y escuché una voz que me decía: Pedro, levántate, mata y come.


8. Y yo dije: De ningún modo, Señor, no mataré, tampoco comeré nunca de esos animales. Porque nunca en mi vida he puesto en mi boca ninguna comida contaminada o impura.


9. Entonces la voz desde el cielo me habló por segunda vez, diciéndome: Aquello que Dios ha declarado que es limpio, tú no lo consideres ni lo llames impuro.


10. Esto sucedió tres veces, y de nuevo todo volvió a ser llevado al cielo, es decir al lugar donde no entra nada impuro. Por lo tanto todo aquello era limpio y puro.


11. Y he aquí, exactamente en ese momento, llegaron ante la casa en que estaba, tres hombres que habían sido enviados desde Cesarea para encontrarme.


12. Me dijo entonces el Espíritu Santo que les siguiese y que fuese con ellos a Cesarea, sin sentir ninguna duda ni vacilación sobre si se permitía viajar con ellos. Vinieron conmigo a Cesarea también estos seis hermanos que veis, y entramos juntos a la casa del hombre que nos hubo invitado. 


13. Y este nos contó que vio al ángel en su casa, quien se puso frente a él y le dijo: Envía hombres a Jope y llama a Simón quien también es llamado Pedro.


14. Este te dirá algunas cosas que si las admitís y las aplicáis en consecuencia en vuestra vida, serás salvado tu y todos los que están en tu casa. 


15. Y entonces en cuanto comencé a hablarles, les fueron transmitidos  los excepcionales carismas del Espíritu Santo, como nos fueron transmitidos a nosotros al principio, el día de Pentecostés, cuando por primera vez fue transmitido el Espíritu Santo a la Iglesia. 


16. Recordé entonces lo que decía el Señor: Juan bautizaba a los que acudían a él con agua normal, vosotros sin embargo seréis bautizados con Espíritu Santo.


17. Entonces si los mismos dones y los mismos carismas del  Espíritu Santo les dio también a ellos el Espíritu Santo, así como a nosotros, y los dio sólamente por que aquellos y nosotros creímos en el Señor Jesús Cristo, ¿quién era yo y qué autoridad tenía para impedir a Dios recibir a estos gentiles en el bautismo?


18. Entonces cuando escucharon esto los cristianos que se encontraban en Jerusalén, se tranquilizaron y cesaron de manifestar todo tipo de alegaciones, y glorificaron a Dios, diciendo: A partir de esto entonces se demuestra que también a los gentiles dio Dios la gracia del arrepentimiento que adjudicaba a los judíos, para que también ellos reciban la salvación y la vida que otorga el Mesías. 


Vers. 19-30. Barnabás y Pablo en Antioquía.

19. Pero antes de suceder esto con Cornelio, entre los cristianos de Jerusalén existía el prejuicio de que los gentiles no tenían los mismos derechos que los judíos respecto a la salvación que otorga Jesús Cristo. Entonces los que fueron de Jerusalén y se dispersaron debido a la persecución que tuvo lugar a causa de Esteban, llegaron hasta Fenicia, hasta Chipre y hasta Antioquía. Y no predicaban a nadie mael logos de Dios que a los judíos.


20. Además algunos de ellos eran de procedencia judía, pero habían nacido unos en Chipre, y otros en Cirene de Libia. Éstos, cuando fueron a Antioquía, enseñaban a los judíos que nacieron lejos de Palestina y que ya tenían como lengua madre el helénico, y les predicaban el Evangelio de la salvación que otorga Jesús Cristo.


21. Y el poder del Señor estaba con ellos. Así, con la colaboración y con el refuerzo de este poder, un gran número de estos judíos helenistas creyó y volvió al Señor.


22. Entonces llegó la fama de estos admirables acontecimientos a los oídos de la Iglesia de Jerusalén, y decidieron enviar a Barnabás, para que fuese hasta Antioquía.


23. Este, cuando llegó y vio las obras de la gracia de Dios, que eran perceptibles por la multitud de ellos que hubieron creído y por sus vidas, se alegró y exhortó a todos a que permaneciesen dedicados y afianzados en el Señor con toda la disposición de su alma.


24. Se alegró entonces Barnabás y fortaleció a estos nuevos discípulos, porque era hombre bueno y lleno de Espíritu Santo y fe. Por eso podía también reforzar y consolar. Y debido a esta acción de Barnabás gran multitud de gente fue añadida a los fieles del Señor.


25. Barnabás también fue a Tarso para buscar a Saulo y tenerle como ayudante suyo en la obra de la enseñanza y del refuerzo de esta multitud de cristianos. Y cuando lo encontró, fueron a Antioquía.   


26. Entonces allí durante un año completo estos dos apóstoles participaron en las congregaciones de los fieles en la Iglesia y enseñaron a una gran multitud. Así en Antioquía los discípulos del Señor debido a su multitud fueron denominados por primera vez "cristianos".


27. En aquellos días fueron desde Jerusalén hasta Antioquía algunos profetas.


28. Uno de ellos, que se llamaba Agabos, se levantó en la congregación de fieles, e iluminado por el Espíritu Santo reveló que caería una gran hambre en toda la tierra habitada. Realmente este hambre tuvo lugar cuando el emperador era Claudio César.


29. Entonces después de esta profecía, los discípulos, según los recursos y los medios de que cada uno disponía, decidieron enviar cada uno de ellos su contribución para ayudar y para servir a los hermanos que habitaban en Judea.


30. Y efectivamente, esto hicieron. Enviaron su aportación a los presbíteros de la Iglesia de Jerusalén mediante las manos de Barnabás y de Saulo.




CAPITULO 12.

Vers 1-2. El martirio de Jacobo.                   

En aquel mismo tiempo el rey Herodes Agripas I, nieto del gran Herodes, echó mano a algunos de la Iglesia para maltratarles.


2. De este modo mató mediante decapitación a Jacobo*, hermano del apóstol y evangelista Juan.

* También traducido como Santiago


Vers 3-19. El encarcelamiento de Pedro y su milagrosa liberación. 

3. Y cuando vio que esto había agradado a los gobernantes y a todo el pueblo de los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran además entonces los días de los panes sin levadura.


4. Entonces le tomó preso, le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen. Porque quería después de la fiesta de la Pascua subirle al tribunal para juzgarlo ante el pueblo.

 

5. Así que Pedro estaba custodiado dentro de la cárcel. Pero la Iglesia de Jerusalén dirigía sin cesar intensas oraciones a Dios por su liberación.


6. Entonces la noche anterior a aquel día en que Herodes tenía intención de llevarle al tribunal, Pedro dormía tranquilamente atado con dos cadenas entre dos soldados, mientras que guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel.


7. De repente se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel en que dormía Pedro. Entonces el ángel despertó a Pedro, tocándolo con fuerza  en el costado, y le dijo: Levántate rápido. Y enseguida se le cayeron de las manos.


8. Le dijo también el ángel: Ata el cinto de tu ropa y las sandalias a tus pies. Y lo hizo así. Entonces le dice el ángel: Ponte tu vestimenta exterior y sígueme.


9. Y Pedro salío de la celda y siguió al ángel. No hubo entendido todavía que aquello era obra de Dios a través del ángel. Pensaba que veía una visión en sus sueños.


10. Y pasando del primer y del segundo guardia, llegaron a la puerta exterior de hierro que conducía directamente a la ciudad. Y esta puerta se abrió sola y salieron fuera. Pasaron juntos una calle estrecha y de repente el ángel desapareció de los ojos de Pedro.


11. Entonces Pedro se recuperó del estado de sorpresa y de arrebatamiento, debido al cual pensaba que veía visión, y dijo: Ahora entiendo que realmente envió el Señor a su ángel  y me liberó de la malvada mano de Herodes y de cada mal que el pueblo de los judíos esperaba que padeciese.


12. Entonces en cuanto percibió dónde estaba y pensó qué debía hacer, llegó a la casa de María, la madre de Juan, también llamado Marcos, donde estaban reunidos bastantes fieles orando por él.


13. Y cuando llamó Pedro a la puerta exterior del patio, se acercó una joven sirviente que se llamaba Rode para preguntar y enterarse de quién era.


14. Y debido a que reconoció la voz de Pedro, de su gran alegría no abrió la puerta exterior, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta.


15. Y ellos le dijeron: Estás loca y no sabes lo que dices. Pero ella aseguró con insistencia que así era. Y ellos, ante la inisistencia de la joven servidora dijeron finalmente: No es Pedro, sino su ángel.


16. Pero Pedro mientrastanto persistía en llamar a la puerta. Y cuando finalmente abrieron, le vieron y se quedaron atónitos, llenos de admiración.


17. Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, para que no fuesen percibidos por los vecinos, les contó cómo el Señor a través del ángel, le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto que os he contado a Jacobo y a los hermanos. Y saliendo de la casa y de la ciudad de Jerusalén, se fue a otro lugar.


18. Entonces cuando amaneció, se creó un gran alboroto entre los soldados, los cuales inentaban averiguar qué podía haber sucedido con Pedro. 


19. Mientras tanto Herodes ordenó que le matasen, pero no lo encontró. Y después de interrogar a los guardas que le vigilaban, ordenó que se los llevasen de delante de él y les condujesen al lugar de su mortal ejecución. Después descendió de Judea a Cesarea y se quedó allí.



Vers. 20-25. Muerte de Herodes

20. En aquel tiempo Herodes estaba muy enfadado con los habitantes de las ciudades de Tiro y Sidón. Entonces ellos acordaron enviar representantes y se presentaron ante él, y consiguiendo sobornar a Blasto, que era el guardia sirviente de la habitación particular del rey, intentaban reestablecer con él relaciones pacíficas y amistosas, porque su territorio era abastecido por el del rey Herodes.

 

21. Entonces el día en que determinó Herodes examinar su tema, se vistió con atuendo real y se sentó sobre el trono que había colocado en el teatro. Y comenzó a hablar en público ante ellos. 


22. Entonces la multitud de los idólatras de Cesarea, para halagarle, vocearon: Esta es voz de Dios y no voz de humano.


23. Pero al mismo momento un ángel del Señor le golpeó con una horrorosa enfermedad, debido a que no la debida gloria a Dios, sino que admitió este endiosamiento, considerándose a sí mismo digno de un honor divino como este. Después de esta herida del ángel, los gusanos devoraban sus carnes, hasta que después de unos días entregó su alma.


24. Pero mientras Herodes tuvo este miserable final, el logos de Dios se extendía cada vez más  y los fieles se multiplicaban cada vez más.


25. Mientras tanto Barnabás y Saulo, habiendo trasladado las contribuciones de los hermanos a Jerusalén y habiendo terminado el servicio que les habían adjudicado los cristianos de Antioquía, regresaron de Jerusalén tomando de allí con ellos también a Juan, que en aquella época tenía el nombre de Marcos. 




CAPITULO 13

Vers. 1-12. Barnabás y Saulo en Chipre.  

En Antioquía había también algunos profetas y maestros que pertenecían a la Iglesia del lugar que había allí. Y éstos eran Bernabé y Simón que también se llamaba Níger, Lucio que proceía de Cirene, Manaén el que se había criado y educado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo.


2. Un día, mientras ellos se encontraban en congregación oficiante para celebrar la adoración común al Señor, predicaban el logos divino y ayunaban, dijo el Espíritu Santo a través de los profetas o de algunos cristianos que tenían carismas particulares: Apartadme enseguida a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado y que he inspirado dentro de sus corazones.


3. Entonces, habiendo ayunado y orado de nuevo, pusieron las manos sobre ellos, no para odenarles en el apostolado u otra dignidad sagrada, porque ésta ya la tenían los dos apóstoles, sino simplemente para apartarlos oficialmente para esta particular obra. Y después los despidieron.


4. Entonces ellos, habiendo recibido personalmente este encargo por el Espíritu Santo y teniendo así su refuerzo en su obra, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron hasta Chipre.


5. Y cuando llegaron a la ciudad de Salamina, comenzaron a predicar el logos de Dios dentro de las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante.


6. Y habiendo atravesado la isla de Chipre de un extremo al otro, llegaron hasta la ciudad de Pafos. Allí hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús.


7. Este fomaba parte del personal que seguía al procónsul Sergio Paulo, el cual era un hombre prudente y serio. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, pidió con interés oír el logos de Dios que ellos predicaban.


8. Pero se les resistía Elimas el mago (pues así, es decir con la palabra mago, se traduce el nombre de Elimas), con el cual era conocido a los helenos Barjesús. Procuraba entonces Elimas con objeciones, distorsiones e intrigas apartar de la fe al procónsul.

 

9. Pero Saulo, que también tenía el nombre gentil de Pablo, porque tenía la cualidad de ciudadano romano, lleno del Espíritu Santo, lanzó una mirada penetrante al mago,


10. diciendo: ¡hijo del diablo, que estás lleno de todo tipo de fraude y engaño, de toda maldad y enredo; tú que eres enemigo de toda virtud, ¿no cesarás de trastornar y de presentar engañados y desviados los rectos y derechos caminos de Dios?. (Es decir la predicación iluminadora y verdader de la enseñanza divina, mediante la cual el Señor quiere llevar a los hombres a la salvación). 


11. Y debido a que así eres, he aquí que ahora caerá sobre ti el poder de Dios; y te quedarás ciego, sin ver el sol ni su luz por un determinado periodo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y comenzó a dar vueltas  alrededor, buscando a personas que le llevasen de la mano.


12. Entonces, cuando vio el procónsul este acontecimiento milagroso, creyó. Y cuanto más creía y comprendía la enseñanza del Señor, más se llenaba de admiración y sorpresa por ella.



Vers. 13-49. Los dos apóstoles en Antioquía de Pisidia. 

13. Después Pablo y todos los que estaban con él zarparon de Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Pero Juan, que también se llamaba Marcos, los dejó y volvió a Jerusalén.


14. Ellos de nuevo atravesaron la región que comienza en Perge y llegaron a Antioquía de Pisidia. Y en el día del Sábado entraron en la sinagoga y se sentaron.


15. Y después de la lectura de las partes del Pentateuco y de los profetas, los principales de la sinagoga enviaro a ellos el sirviente de la sinagoga y les dijeron: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación y enseñanza para el pueblo, hablad.


16. Entonces Pablo se levantó e hizo señal con la mano de que quería hablar; y dijo: Varones israelitas, y todos los que estáis aquí, que en algun momento fuistes gentiles pero conocísteis y adoráis con devoción al verdadero Dios, escuchad:


17. El Dios de este privilegiado pueblo que procede del bendito Israel, escogió a nuestros antepasados, los enalteció enconvirtiéndoles en un pueblo fuerte y numeroso, mientras que ellos todavía habitaban como extranjeros y residentes  en tierra de Egipto. Y con su brazo todopoderoso los sacó de esa tierra.


18. Allí en el desierto durante unos cuarenta años soportó Dios su duro y desviado comportamiento.


19. Y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia tierra en que habitaban aquellas naciones como suya. 


20. Y después de esto, durante unos cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces, los cuales gobernaron el pueblo hasta el profeta Samuel.


21. Desde entonces pidieron rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, quien provenía de la tribu de Benjamín, y reinó por cuarenta años.


22. Después fue desaprobado, sustituido y expulsado por Dios. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio este testimonio: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien realizará todas mis voluntades.


23. De los descendientes de David, según la promesa que dio a los Patriarcas y al mismo David, envió y levantó a Israel a Jesús por Salvador .


24. Pero anteriormente, antes de comenzar Jesús su vida pública, Juan predicó el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel, para preparlo para recibir al Salvador que vendría poco después.


25. Y mientras Juan continuaba pedicando para completar su misión, decía: ¿Quién pensáis que soy? No soy yo él que esperáis por Mesías; mas he aquí, después de mí viene otro. Ante él yo no soy digno ni de desatar como su siervo humilde el calzado de sus pies.


26. Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros erais algna vez gentiles y ahora adoráis con devoción al verdadero Dios;os ha sido enviada esta predicación de salvación, la cual ofrece Jesús Cristo.


27. A vosotros que habitáis lejos de Palestina os ha sido enviada esta predicación; porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes no pudieron comprender quién era Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen todos los Sábados en las sinagogas. Y en lugar de reconocerle como Mesías, le condenaron. Υ así inconscientemente y sin entenderlo cumplieron e hicieron realidad estas profecías.


28. Y aunque no hallaron en él ningún delito o culpa que justificase su condena a muerte, pidieron a Pilato que se le matase.


29. Y habiendo cumplido todas las cosas que los profetas de él habían escrito y profetizado, bajaron su cuerpo de la madera de la cruz y lo pusieron en un sepulcro.


30. Mas Dios le levantó de los muertos.


31. Después de su Resurrección se estuvo apareciendo continuamente durante muchos días a los que hubieron sido con él de Galilea a Jerusalén. Estos le vieron con sus ojos y son testigos de su Resurrección ante el pueblo.


32. Y así como ellos dan su testimonio a los habitantes de Judea, nosotros también os anunciamos el jubiloso mensaje, que la promesa que Dios hubo dado a nuestros antepasados, la he hecho completamente realidad para nosotros, los descendientes de ellos. Y la ha hecho realidad levantando a Jesús de entre los muertos y elevándolo,


33. de acuerdo a lo escrito en el segundo Salmo: Hijo mío eres tu y no solo en cuanto a la divina sino también en cuanto a tu humana naturaleza. Yo hoy, cuando has mostrado la más alta obediencia y has vencido a la muerte, he cerciorado con tu Resurrección de los muertos que has nacido de mí y te he ascendido gloriosamente a mi derecha. 


34. Y le ha levantado de los muertos no momentáneamente, como a los muertos a los que se hace referencia en las Escrituras que resucitaron, sino definitivamente, de un modo que nunca más volverá la corrupción de la muerte. Esto lo dijo Dios con las siguientes palabras: Os daré a vosotros las sagradas promesas que di a David. Estas promesas mías son seguras y fidedignas y se harán realidad inexorablmente.


35. Por eso en otro salmo David habla proféticamente sobre una promesa que se cumplió y demostró ser exacta en todo. Esto dice: No permitirás que vea corrupción y la descomposición de la muerte el Mesías, el cual está completamente dedicado a ti


36. Pero esta promesa de Dios no se hizo realidad con David, sino con Jesús. Porque David, habiendo servido en su generación a la voluntad de Dios, la cual tuvo como objetivo en la preparación de los hombres para la salvación del Mesías, murió y fue enterrado. Fue añadido a sus difuntos antepasados y conoció la corrupción de la muerte.


37. Pero a este Jesús, al cual Dios resucitó, no conoció corrupción ni descomposición de muerte.


38. Entonces aprended bien, varones hermanos, que hoy os es dado a conocer por nosotros y os es predicado el perdón de los pecados: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, el cual ofrece Jesús Cristo.


39. Y a todo aquel que crea, sea judío sea gentil, adquiere a través de Jesús el derecho de ser redimido de todos los pecados, de los cuales no pudísteis ser librados y justificados mediante la ley de Moisés.


40. Entonces si con Jesús fueron cumplidas todas las profecías y promesas y a través de él no es dada la justificación, atended por si cae sobre vosotros y se cumple con vosotros lo que está dicho por los profetas y escrito en sus libros:


41. Mirad vosotros que menospreciáis los mandamientos y las amenazas de Dios. Mirad y asombraos y desapareced. Porque yo preparo en vuestros días una obra de castigo y destrucción; esta obra os será impuesta como pena por vuestra falta de respeto y desconsideración. Y será tan terrible y desesperante para vosotros esta destrucción, que si alguien os la pudiese describir desde antes, os parecería totalmente improbable y no lo creeríais de ningún modo.


42. Y saliendo estos dos apóstoles de la sinagoga de los judíos, los prosélitos que procedían de los gentiles les rogaron que les explicasen con más palabras el siguiente Sábado los acontecimientos relacionados con Cristo el Mesías. 


43. Entonces cuando se disolvió la congregación, muchos de los judíos y de los gentiles que hubieron creído y que respetaban al verdadero Dios siguieron a Pablo y a Bernabé. Y ellos les hablaban con familiaridad y les persuadían en permanecer estables en la gracia de Dios que recibieron, ya que mientras tanto creyeron en el Evangelio y fueron bautizados.


44. El siguiente Sábado casi toda la ciudad se reunió para oír el logos de Dios.


45. Pero cuando los judíos vieron esta multitud de gente, se llenaron de envidia y odio y fanatismo,y rebatían todo lo que Pablo decía. Y todos a la vez añadían nuevos rechazos, blasfemando al mismo tiempo e insultado a Cristo y a los apóstoles. 


46. Pero Pablo y Bernabé les hablaban sin temor y con coraje y les decían: Según el plan de Dios, quien llamó a la salvación a Israel antes que a todos los demás pueblos, era necesario e imperativo que fuese predicado el logos de Dios primero a vosotros los judíos. Mas puesto que la desecháis y no la aceptáis, y dado que vosotros mismos sacáis la conclusión de que no sois dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.


47. Y lo hacemos esto, porque así nos ha ordenado el Señor. Y esta orden del Señor está contenida en las siguientes palabras que dirige Dios a través de Isaías al Mesías: A tí, el Mesías, te he puesto para que seas luz de los gentiles; para que seas la salvación de todos, sin distinción de lugares ni razas, hasta lo último de la tierra.


48. Entonces cuando los escucharon los gentiles y fueron informados de que también para ellos fue enviado el Mesías, se alegraban y expresaban con agradecimiento y admiración por el logos del Señor. Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna, según el conocimiento previo que tenía sobre los que tendrían recta y bien dispuesta voluntad.


49. El logos del Señor mientras tanto se transmitía de boca a boca y era difundido por toda aquella provincia.




Vers. 50-52. Los dos apóstoles perseguidos parten hacia Iconio.

50. Pero los judíos instigaron a las mujeres prosélitas que respetaban al verdadero Dios así como a las mujeres de las clases más elevadas y los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites.


51. Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies, para mostrar que cortaban toda relación con ellos y que no se llevaban  con ellos nada suyo, ni siquiera de la tierra de su país, llegaron a Iconio.


52. Pero a pesar de esta persecución, los discípulos que se quedaron en Antioquía y en sus regiones de alrededor se llenaron mucho más de gozo y del Espíritu Santo. Es decir la gracia divina inundaba su alma, y junto con los otros frutos del Espíritu Santo fructificó también el gozo y la alegría.




CAPITULO 14.

Vers. 1-7. Los dos apóstoles en Iconio, en Listra y en Derbi. 

En Iconio sucedió lo mismo que hizo Pablo y Bernabé hicieron en las otras ciudades. Es decir, entraron en la sinagoga de los judíos y hablaron tan convincentemente, que una gran cantidad de judíos y de griegos.


2. Pero los judíos que insistían en oponerse y en no creer en el evangelio, irritaban e indignaban las almas de los gentiles en contra de los hermanos Cristianos. 


3. Pero a pesar de esta oposición, debido a que la predicación del evangelio estaba suponiendo un gran triunfo, Pablo y Bernabé se quedaron allí bastante tiempo. Y predicaron con coraje y sin temor, lo cual les inspiraba su inamovible fe en el Señor. El dio su testimonio sobre la predicación y el logos que daba a conocer la gracia y la voluntad filantrópica de Dios. Y dio el Señor este testimonio suyo dando poder a los predicadores del logos para hacer con sus manos milagros sorprendentes y reveladores.


4. Entre la población de la ciudad sin embargo hubo división. Y unos estaban con la parte de los judíos, y otros con la parte de los apóstoles.


5. Y cuando esta división avanzó mucho, provocó agitación. Se levantaron los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, y planearon deshonrar y apedrear a los apóstoles.


6. Pero en cuanto ellos lo supieron, se refugiaron en las ciudades de Licaonia, Listra y Derbi y en la región circunvecina,


7. y allí continuaron predicando el evangelio.




Vers. 8-20. Curación del cojo. Lapidación y salvación de Pablo.

8. En Listra había un hombre que tenía los pies incapacitados, porque era cojo desde el vientre de su madre y jamás había caminado. Este estaba sentado


9. y escuchó con atención e interés a Pablo, cuando predicaba. Y Pablo en un momento dado lo observó atentamente y vio que tenía la fe que era necesaria que tuviese lugar el milagro de su curación.


10. Por eso le dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y comenzó a andar.


11. Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, comenzó a levantar la voz y a decir en lengua licaónica: Los dioses han tomado forma de hombre y han descendido a nosotros.


12. Y a Bernabé llamaron Día*, debido a que era el mas imponente y avanzado en edad, y a Pablo le llamaron Hermes**, porque éste era el que llevaba la palabra y hablaba más y con mayor elocuencia.

* Júpiter, ** Mercurio.


13. Mientras tanto el sacerdote de Día, cuyo templo estaba fuera de la ciudad de Listra, comenzó a traer junto al templo, donde se encontraban las puertas de la muralla de la ciudad, toros y guirnaldas, con las cuales coronaría a los animales que iban a ser sacrificados. Y quería junto con la multitud del pueblo ofrecer sacrificio para la adoración de los dos apóstoles. 


14. Pero cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo y entendieron lo que querían hacer,  rasgaron sus ropas para declarar su indignación y su rechazo ante esta acción idólatra y el irreverente endiosamiento que querían hacerles los habitantes de Listra. Y se lanzaron entre la multitud, voceando


15. y diciendo: Varones, ¿qué es esto que hacéis? Nosotros también somos hombres, con la misma enfermiza y mortal naturaleza que también tenéis vosotros. Y os predicamos que dejéis lo vano que tenías planeado hacer sacrificando a falsos e inexistentes dioses; y que regreséis al verdadero Dios, que no está muerto como los ídolos, sino que es Dios vivo. Él creó el cielo y la tierra y el mar y todo lo que existe dentro de ellos.


16. Este Dios en las generaciones pasadas abandonó a todos los gentiles para que viviesen y se comportasen según sus costumbres pecadoras y sus espíritus idólatras.


17. Y ellos desconocían al verdadero Dios y vivían de un modo idólatra lejos de él, a pesar de que Dios no permaneció desconocido y sin dar testimonio de sí mismo. Continuó también entonces beneficiándoos y dándoos del cielo lluvias y épocas de fructificación, para que se produjesen y madurasen los frutos; y os llenó vuestros corazones abundantemente de alimentos y de regocijo. 


18. Y con esto que decían los apóstoles, consiguieron no sin dificultades detener a la multitud, para que no le ofreciesen sacrificios.


19. Pero mientras tanto llegaron allí desde Antioquía y desde Iconio unos judíos, los cuales con persuasión convencieron a la multitud, le pusieron de su parte y comenzaron a apedrear a Pablo. Después, estando insensible, le arrastraron por el suelo hasta fuera de la ciudad, pues pensaban que estaba muerto, e intentaron con prisa ocultar su delito a las autoridades. 


20. Pero cuando le rodearon los discípulos para enterrarle, mediante intervención divina Pablo se recuperó, se levantó estando sano y entró a la ciudad. Y al día siguiente se fue junto con Bernabé y fueron a Derbi.      



Vers. 21-28. Regreso de los discípulos a Antioquía.

21. Y después de predicar el evangelio en aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a las ciudades de Listra, Iconio y Antioquía,


22. reforzando todavía más las almas de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen inamovibles en la fe. Les decían también que es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Porque así lo determinó Dios, aunque por otro lado el estado moral tanto del mundo como el nuestro lo hace inevitable. 


23. Despues con ordenaciones y oraciones constituyeron ancianos en cada iglesia por separado. Y habiendo orado con más cálida dedicación, así como acompañando sus oraciones con ayunos, los encomendaron a la protección del Señor, en quien habían creído.


24. Después recorrieron predicando la tierra de Pisidia, y vinieron a Panfilia.


25. Y habiendo enseñado el logos de Dios en Perge, descendieron de la parte continental hacia la costera Atalia.


26. Y de allí partieron en barco a Antioquía; es decir, a la ciudad desde donde comenzaron, cuando sus hermanos les habían encomendado a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido.


27. Cuando Pablo y Bernabé llegaron allí, reunieron a la iglesia de Antioquía y les contaron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, el cual les dio su gracia y colaboró con ellos. Les dijeron además que Dios abrió a los gentiles la puerta a través de la cual serían llamados a la fe y serían salvados. 


28. Los dos apóstoles permanecieron bastante tiempo allí en Antioquía junto con los apóstoles.




CAPITULO 15. 

Vers. 1-6. El Concilio Apostólico en Jerusalén.

Entonces algunos que habían venido de Judea a Antioquía enseñaban a los hermanos que, si no os circuncidáis conforme al rito vigente desde muy antiguo, el cual fue reconocido y legislado también por Moisés, solo con el bautismo no es posible que seáis salvados.


2. Pero como se creó sublevación y una gran discusión entre ellos y entre Pablo y Bernabé, para reconsiderar el tema, decidieron subir a Jerusalén Pablo y Bernabé, y algunos otros de ellos, al encuentro de  los apóstoles y de los ancianos, para solucionar allí de modo seguro y definitivo esta cuestión.


3. Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la Iglesia de Antioquía, ellos pasaron por Fenicia y Samaria, contando a los cristianos de allí la conversión de los gentiles a Cristo. Y así causaban gran gozo a todos los hermanos.


4. Cuando llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por los miembros de la Iglesia y por los apóstoles y por los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos, con su colaboración y reforzamiento en su predicación y en su obra.


5. Pero se sublevaron algunos del grupo religioso de los fariseos que habían creído, y decían que es necesario que sean circuncidados los gentiles que crean, para exigir de ellos que cumplan toda la ley de Moisés, incluso sus ordenanzas clásicas.


6. Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para examinar este asunto. 



Vers. 7-12. El logos de Pedro en el Concilio Apostólico.

7. Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis, por lo que le aconteció a Cornelio, que desde hace tiempo, alrededor de unos doce años, Dios me escogió a mí de entre todos nosotros los apóstoles, para que los gentiles oyesen con mi predicación el logos del evangelio y creyesen.


8. Y Dios, que conoce los corazones de los hombres, valoró sin error en qué medida eran sinceros este arrepentimiento y esta fe de estos gentiles. Y dio su testimonio para su bien, con la cual cercioró que Jesús Cristo ofrece la salvación también a ellos. Y dio Dios su testimonio sobre ello, transmitiéndoles los carismas del Espíritu Santo, como nos los dio también a nosotros que procedemos de Israel.


9. Y no hizo ninguna distinción entre nosotros que estamos circuncidados y entre los que no lo están; sino que limpió sus corazones solo con fe, sin recibir la circuncisión.


10. Ahora, pues, después de este testimonio de Dios, por qué provocáis y queréis poner a prueba a Dios, como si no hubiese expresado con seguridad su voluntad? ¿ Y por qué pedís que salga de El otra posterior o más sorprendente declaración de su voluntad? Pedís que cambie Dios de opinión, para imponer sobre la cerviz de los discípulos el yugo del acatamiento de la ley y de todos los acatamientos y de sus órdenes clásicas? Pero este yugo ni nuestros padres ni nosotros hemos podido levantar.


11. Pero creemos que también nosotros los judíos con la gracia de Dios seremos salvados, de igual modo que ellos serán salvados, es decir los gentiles.


12. Entonces toda la multitud calló y comenzaron a escuchar con atención a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes milagros reveladores y sorprendentes hizo Dios entre los gentiles a través de ellos .




Vers. 13-21. El logos de Jacobo en el Concilio Apostólico.

13. Y cuando pararon de hablar estos dos apóstoles, tomó la palabra Jacobo y dió él también respuesta a los judaizantes, diciendo: Varones hermanos, oídme.


14. Simón, que también se llama Pedro, os ha contado cómo la primera vez Dios dio su favor a las naciones idólatras y buscó hacer de estas naciones un pueblo, el cual tendrá su nombre y será llamado pueblo de Dios.


15. Y con este acontecimiento concuerdan las palabras de los profetas. Por ejemplo en Amós está escrito lo siguiente:


16. Habiendo castigado a mi pueblo por su infidelidad, después, en los años del Mesías, volveré y reconstruiré el trono y la familia de David, la cual habrá caído; y reedificaré sus ruinas, que habrán sido excavadas y volveré a levantar familia real de David con el reino espiritual de Cristo


17. Reconstruiré la eterna construcción de la Iglesia, para que busquen con sus corazones al Señor, aparte de los judíos y el resto de los hombres y todos los gentiles. Porque los mismos habrán puesto por su nombre mi nombre, pero yo los nombraré pueblo mío, ya que será mío, dice el Señor, el cual hará realidad todo esto.

18. Y que a nadie le parezca extraño que anuncie esto Amós. Porque Amós fue iluminado por Dios. Y para Dios todas sus obras son conocidas desde el principio, eternamente. Y por lo tanto la llamada de los gentiles* la ha decidido Dios y la conoce eternamente.  

* Traducción literal: de las naciones.

 

19. Por lo cual mi opinión es no sobrecargar ni insurreccionar ni crear obstáculos  los gentiles que regresan a Dios,


20. Sino que creo que debemos enviarles una epístola instándoles a que se aparten de las contaminaciones que uno recibe cuando come carne que ha sido sacrificada a los ídolos. Que se aparten también de la prostitución y que no coman animales ahogados, ni beban sangre.  


21. Y prohibimos también junto con la prostitución, el uso de alimentos que hayan sido ofrecidos como víctimas de sacrificios idólatras y de ahogamiento y de sangre, porque esto lo prohíbe también Moisés. Y desde tiempos muy antiguos, y de las antiguas generaciones, en cada ciudad cada Sábado en las sinagogas, existen hombres que leen y predican estas órdenes de prohibición. Por lo tanto los cristianos que proceden de los judíos, donde quiera que vivan, mucho se escandalizarían si viesen a los cristianos que provienen de los gentiles comer alimentos que hayan sido ofrecidos como víctimas de sacrificios idólatras y de ahogamiento y de sangre.




Vers. 22-35. La decisión del Concilio y su epístola a los Cristianos de Antioquía.

22. Entonces los apóstoles y los ancianos junto con toda la Iglesia de los fieles consideraron adecuado  elegir de entre los cristianos de Jerusalén a algunos hombres, y enviarlos a Antioquía junto con Pablo y Barnabás, para verificar también ellos las decisiones que fueron tomadas. Entonces eligieron a Judas, que también se llamaba Barsabás, y a Silas. Estos varones tenían una posición central entre los hermanos, y por eso cumplían todos los requisitos para representar a la Iglesia de Jerusalén.


23. Escribieron también una carta, la cual enviaron mediante estos dos, con el siguiente contenido: Los dos apóstoles y los ancianos y los hermanos de la Iglesia de Jerusalén, escribimos a los hermanos que anteriormente eran gentiles y creyeron, que habitan en Antioquía, en Siria y en Cilicia. Saludos.


24. Hemos oído que algunos que procedían de nosotros los cristianos judíos, vinieron y se sublevaron, y con sus palabras empezaron a perturbar y a abatir vuestras almas, enseñando que debéis circuncidaros y guardar la ley. No hemos dado a éstos una orden o directriz tal. Por lo tanto no hablan de parte nuestra.


25. Entonces debido a que nos informamos de todo esto, nos ha parecido bien y hemos tomado decisión conjunta de elegir a unos hombre serios, y enviarlos a vosotros como nuestros representantes, junto con nuestros amados Bernabé y Pablo,


26. los cuales son hombres que han expuesto su vida a peligro por el nombre de nuestro Señor Jesús Cristo.


27. Entonces junto con ellos enviamos a Judas y a Silas, los cuales os dirán también con palabras lo mismo que contiene esta epístola nuestra, la cual está constituida por las decidiones de nuestro Concilio Apostólico.


28. Es decir fue considerado como correcto y verdadero por el Espíritu Santo y por nosotros, que no os impongamos ya ninguna carga añadida excepto las sigientes, que son necesarias:


29. Es decir que os apartéis de los sacrificios idólatras, de ahogamiento y de sangre, los cuales no debéis comer; apartaos también de la prostitución. Si os mantenéis a vosotros mismos limpios de esto, disfrutaréis de paz y tranquilidad de conciencia. Que tengáis salud.


30. Entonces ellos, habiendo recibido el permiso para irse, fueron a Antioquía, y allí reunieron la multitud de los fieles y les entregaron la epístola.


31. Cuando los cristianos de Antioquía leyeron la epístola, se alegraron por esta consoladora decisión. Esta epístola les iluminó, les consoló y les pacificó.


32. Además Judas y Silas, dado que ellos mismos eran profetas, consolaron con muchas buenas palabras a los hermanos y tranquilizaron sus conciencias y les confirmaron en la vida en Cristo.


33.  Y pasando algún tiempo allí, los hermanos de Antioquía les dieron el permiso para irse y volver a Jerusalén con los apóstoles, y les despidieron con bendiciones de paz. Y así partieron.


34. Mas a Silas le pareció bien el quedarse allí.


35. Pablo y Bernabé continuaron en Antioquía, enseñando junto con muchos predicadores y fieles. Y también predicaban el logos del Señor a todos los que por primera vez escuchaban el evangelio.



Vers. 36-41. Separación de Pablo y de Bernabé.

36. Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Adelante ahora, volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades, en las cuales predicamos el logos del Señor en el anterior recorrido, para ver cómo prosperan en la vida en Cristo. 


37. Entonces Bernabé consideró que estaría bien llevarse consigo a Juan, quien se llamaba también Marcos.


38. Pero Pablo consideró justo no llevar consigo al que les había abandonado en Panfilia y no quiso seguirlos, siguiendo la obra del apostolado.


39. Y hubo entonces un fuerte desacuerdo, hasta el punto que los dos apóstoles se separaron el uno del otro. De este modo Bernabé tomó consigo a Marcos, y se fue en barco hasta Chipre.


40. Por otro lado Pablo eligió como compañero y ayudante a Silas y partió, ya que los hermanos de Antioquía con oraciones comunes lo entregaron y lo confiaron a la gracia de Dios, en su bienhechora providencia y protección. Así comenzó el segundo recorrido apostólico de Pablo.


41. Comenzó entonces Pablo a recorrer las regiones de Siria y de Cilicia, confirmando en la fe, la esperanza y la vida cristianas a los hermanos de las  Iglesias de dichas regiones.





CAPITULO 16

Vers. 1-3.  El discípulo Timoteo.

Dirigiéndose ahora Pablo de oriente hacia occidente llegó primero a Derbe y después a Listra. Y he aquí, había allí cierto discípulo llamado Timoteo. Este era hijo de una mujer judía qe hubo creído en Cristo, pero s padre era griego*.

* Traducido del griego "εθνικός", [eznikós], literalmente "nacional". Hace referencia a los no cristianos. Se utilizan también los términos gentil, griego, idólatra.


2. De este joven daban buen testimonio y tenía gran reputación entre los hermanos que estaban en Listra y en Iconio.


3. Entonces Pablo quiso que éste fuese con él en su recorrido; y para facilitarle su obra entre los judíos que había en aquellos lugares, le hizo el mismo con las manos la circuncisión. Porque todos aquellos sabían que su padre era griego, y por lo tanto, si Timoteo hubiese permanecido sin circuncidar, ningún judío se le hubiese acercado para escuchar su predicación. 



Vers. 4-7. Pablo en Asia Menor.

4. Y al pasar por las ciudades, les daban a conocer oralmente las decisiones que fueron tomadas por los apóstoles y los ancianos que estaban en Jerusalén, y que habían sido determinantemente juzgadas como las únicas correctas, instando a los fieles de estas ciudades a que las guardasen.


5. Entones con este recorrido y con la declaración de las decisiones del Sínodo de Jerusalén, las Iglesias de estas regiones eran confirmadas y reforzadas en la fe. Y los fieles que las componían aumentaban en número cada día.


6. Después Pablo y sus acompañantes atravesaron Frigia y la provincia de Galacia, debido a que el Espíritu Santo, mediante inspiración interior y la iluminación que daba dentro de ellos, les impidió predicar el logos de Dios en Asia.


7. Cuando llegaron a la frontera de Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.



Vers. 8-10. Le visión de Pablo en Troada.

8. Entonces, según pasaron de largo, sin perder tiempo, de Misía, bajaron a Troada.


9. Allí, durante la noche Pablo tuvo una visión. Alguien que por su vestimenta y por su pronunciación parecía ser de Macedonia, se presentó ante Pablo de pie frente a él y le rogó diciendo: pasa por la cosa asiática en Macedonia y ayúdanos.


10. Entonces cuando tuvo esta visión Pablo enseguida buscamos informaciones sobre el barco para ir hacia Macedonia. Tomamos la decisión de hacer este viaje porque concluimos a partir de la visión, y también a partir de otros casos, que el señor nos hubo informado para que predicásemos el evangelio a aquellos que habitaban en Macedonia.

 


Vers. 11-18. Pablo en Filipos de Macedonia.

11. Desde Troada navegamos por mar abierto y llegamos directamente hasta Samotracia. Y al siguiente día fuimos a Neapolis, (en la actual Kabala).


12. Desde allí fuimos a donde los filipenses, que es la población romana más importante de la periferia de Macedonia. De hecho alargamos nuestra estancia en aquella ciudad durante bastantes días.


13. Y en el día del Sábado fuimos fuera de la ciudad a un lugar que estaba fuera de un río y que era considerado lugar de oración de los judíos. Allí nos sentamos y comenzamos a dialogar con las mujeres que estaban allí reunidas.


14. Lo que decíamos allí, era escuchado con especial atención una mujer que se llamaba Lidia y era una comeciante que vendía púrpuras (es decir, las telas preciosas que eran teñidas de color rojizo). Esta señora procedía de la ciudad de Asia Menor llamada Tiateira. Era prosélita y tenía devoción por el verdadero Dios.El Señor le abrió los sentidos espirituales del nus y su interés espiritual fue activado, para que atendiese a todo lo que decía Pablo.


15. Entonces fue ella bautizada y su familia. Y nos rogó diciendo: Si os habéis creado sobre mi la convicción y me juzgáis digna de ser fiel al Señor, venid y quedaros en mi casa. Y con insistentes solicitudes nos oligó a quedarnos en su casa.


16. Un día, según íbamos al lugar de la oración, sucedió que nos salió al encuentro una joven sirviente que tenía espíritu de adivinación y daba todas sus ganancias a sus amos. Porque mediante sus adivinaciones revelaba lo desconocido y era pagada por ello.


17. Ella les seguía a Pablo y a Silas, y voceaba diciendo: Estos hombres son siervos de Dios el altísimo y nos dan a conocer el camino de la salvación, y el modo seguro mediante el cual seréis salvados.


18. Y esto lo hizo durante muchos días, no precisamente con una bur ena intención. Pero el espírito adivino buscaba atraer sobre él la ilimitada fe del pueblo y aprovecharse de ello de modo vil y perverso. Entonces Pablo disgustado, se giró hacia esta sierva que le seguía y le dijo al espíritu: Te ordeno, invocando el nombre de Jesús Cristo, que salgas de ella. Y en ese mismo momento el espíritu malvado salió.


Vers. 19-25. Arresto y encarcelamiento de Pablo y de Silas

19. Pero cuando vieron sus amos que también se fue junto con el demonio la esperanza de ganar dinero y su negocio, arrestaron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza, y fueron presentados ante las autoridades. 


20. Y llevandolos ante los magistrados, dijeron: Estos hombres son perturbadores judíos, y provocan agitaciones en nuestra ciudad.


21. Predican costumbres religiosas que a los romanos se nos prohíbe admitir o aceptar y mucho menos cumplirlas y aplicarlas.


22. Entonces la multitud que se reunió allí se amotinó contra ellos. Y los magistrados rasgaron la ropa de los dos apóstoles y mandaron que los azotaran. 


23. Después de darles muchos golpes, los metieron en la cárcel, y ordenaron al carcelero que los custodiara con la mayor seguridad para ue no escaparan. 


24. Al recibir tal orden, este los metió en el calabozo interior y les sujetó los pies en el cepo.


25. A eso de la medianoche, Pablo y Silas, como si no les hubiese sucedido nada y como si no sintiesen ningún dolor, cantaban himnos a Dios. Les escuchaban tamién los otros presos. 




Vers. 26- 40. La  liberación de Pablo y de Silas.

26. Y de repente hubo un terremoto tan fuerte, que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos; y se abrieron en aquel momento todas las puertas, y a los presos se les soltaron las cadenas con las que estaban atados. 


27. Mientrastanto se despertó el carcelero y, y en cuanto vió abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada listo para suicidarse, porque pensaba que los presos se habían escapado y por lo tanto le impondrían la pena de muerte. Para no dañar su dignidad entonces, consideró preferible suicidarse que le matasen bajo el estigma de la condena. 


28. Pero Pablo le voceó con gan voz: ¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí! No te van a pedir ninguna responsabilidad ni a castigarte.


29. Entonces después de esto el  carcelero pidió luz, y saltó entró rápidamente en la carcel. Y cuando observó el milagro pensó que hubo maltratado a estos siervos de Dios, se llenó de terror y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas. 


30. Luego, sacándolos fuera al patio de la cárcel, les dijo: Señores, ¿qué tengo que hacer para recibir yo también la salvación que predicáis?


31. Y ellos respondieron: cree en el Señor Jesús como el único Redentor y Señor supremo, y serás salvado tú y también tu familia.


32. Luego les expusieron él y a todos los que estaban en su casa las verdades básicas de la enseñanza del Señor.


33. Entonces su carcelero se los llevó con él a esa misma hora de la noche, les limpió la sangre de las heridas de los golpes y en seguida fueron bautizados él y toda su familia.


34. Y subiéndolos a su casa, les puso la mesa y sintió gran alegría junto con toda su familia; y la causa de esta alegría suya era que había creído en Dios.


35. Cuando amaneció, los generales enviaron a los alguaciles al carcelero y le dijeron: libera de la carcel a aquellos hombres.


36. Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo y le dijo que los soldados han mandado hombres ordenando que seais liberados. Así que ahora salid y que os vaya bien. Que la paz esté con vosotros.


37. Pero Pablo les dijo a los alguaciles a través del carcelero: Nos golpearon vuestros soldados en público, sin pasar antes por la justicia, a pesar de que somos ciudadanos romanos, y nos encerraron en la cárcel. ¿Y ahora nos sacan de la cárcel secretamente? Claro que no. No saldremos para nada de aquí. Que vengan ellos mismos y nos saquen de aquí.


38. Entonces los alguaciles hicieron saber estas palabras a los soldados. Y los soldados, cuando escucharon que Pablo y Silas eran romanos, temieron. Porque se imponían pesadísimas penas a cada hombre que maltratase a un ciudadano romano.


39. Vinieron entonces aquellos soldados y les pidieron que saliesen de la carcel. Y  sacándolos, les pidieron que se fuesen de la ciudad.


40. Entonces cuando estos dos apóstoles salieron de la cárcel, fueron a casa de Lidia. Allí, viendo a los hermanos, los instaron a permanecer firmes en el evangelio y se fueron. 




CAPITULO 17. 

Vers. 1-9. Pablo en Tesalónica.

Pasando por Anfípolis, la cual se encontraba al norte del estuario del río Estrimón y por encima de su rivera izquierda, y también de Apolonia, la cual fue construida junto al lago Bolbi, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos.


2. Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y durante tres semanas conversaba con ellos, tomando sus temas y sus argumentos de las conversaciones de la Santa Escritura.


3. Y según la interpretaba, tomaba apartados de ella para demostrar que Cristo, según todo lo que había sido profetizado, era necesario que padeciese, y que resucitase de los muertos. "Este es el Mesías, Jesús, a quien yo os anuncio", les decía Pablo.


4. Algunos de ellos se convencieron y se hicieron discípulos de Pablo y de Silas, otorgándoles así Dios a estos dos apóstoles como herencia espiritual. Por los griegos que eran prosélitos y respetaban al Dios verdadero, muchos creyeron. También creyeron no pocas mujeres de las clases superiores.


5. Pero los judíos que insistían en su incredulidad, se llenaron de envidia y odio y se indignaron ante los logros de los apóstoles. Entonces tomaron con ellos a algunos hombres malos de los que pasean perezosos por la plaza, levantaron a una cantidad de gente y comenzaron a crear revolución y altercados en la ciudad. Se presentaron frente a la casa de Jasón, quien hospedaba a Pablo y a Silas, y los buscaron, para llevarles al encuentro de los ciudadanos de Tesalónica. 


6. Pero como no los hallaron allí, comenzaron tomar por la fuerza a Jasón y a algunos de los cristianos, para llevarlos ante las autoridades de la ciudad, mientras gritaban: Estos que han agitado el mundo entero han venido también aquí para alterar vuestra ciudad.


7. Estos hombres han sido recibidos por Jasón y están hospedados en su casa. Todos ellos actúan contrariamente a las leyes y los decretos del César que mantienen inviolable su persona; y dice que es otro rey en realidad, un tal Jesús.


8. Con estas voces suyas y con el ruido los judíos provocaron alboroto entre el pueblo y entre las autoridades, que oyeron estas cosas.


9. Después de esto también las autoridades, recibiendo de Jasón y de los otros una cantidad de dinero satisfactoriapara ellos como garantía de que se comprometerían a hacer que Pablo y Silas abandonaran la ciudad, les dejaron libres.



Vers. 10-15. Pablo en Berea.

10. Entonces los hermanos  por la noche enviaron directamente a Pablo y a Silas desde Tesalónica hasta Berea. Y cuando llegaron allí, fueron a la sinagoga de los judíos.


11. Estos judíos de Berea tenían una mejor disposición que los judíos de Tesalónica y recibieron con toda solicitud el logos de Dios. Cada día estudiaban las Escrituras, para comprobar y aprender si de lo que hablaban era tal como lo decía Pablo.


12. Entonces después de estos debates y del estudio de las escrituras, muchos de ellos creyeron, y no pocos de entre las mujeres griegas de las clases superiores y de entre los hombres.


13. Pero cuando los judíos de Tesalónica supieron que también en Berea era anunciado el logos de Dios por Pablo, fueron también allí, y alborotaron a las multitudes del pueblo, buscando que se sublevaran en contra de Pablo.


14. Pero inmediatamente los hermanos ayudaron a huír a Pablo, dando la impresión de que se dirigiría a alguna ciudad costera, para ocultar el camino verdadero que seguiría, adelantándose así a cada emboscada en su contra. Silas y Timoteo se quedaron allí.


15. De nuevo los que se habían encargado de conducir con seguridad a Pablo, le llevaron por tierra firme hasta Atenas. Desde allí regresaron, habiendo recibido de él la orden de decir a Silas y aTimoteo que viniesen a su encuentro lo más pronto que pudiesen.



Vers. 16-21. Pablo en Atenas

16. Y mientras Pablo esperaba a estos dos colaboradores suyos en Atenas, se indignaba y se enfurecía interiormente, debido a que veía que la ciudad estaba llena de ídolos.


17. Entonces debido a que esta idolatría de los atenienses provocaba su indignación, Pablo debatía en relación a este tema, tanto en la sinagoga con los judíos y con los prosélitos que respetaban al verdadero Dios, como en la plaza cada día al azar con los que se iba encontrando.


18. Entre otros debatían con él algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos. Algunos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros decían: Parece que es predicador de divinidades ajenas, las cuales nos son desconocidas. Y esto lo decían, porque Pablo les predicaba a Jesús y la resurrección.


19. Le tomaron entonces de la mano, le condujeron al Areópago, diciendo: ¿Podemos conocer cuál es esta nueva enseñanza de la que hablas?


20. Pues con tu enseñanza traes a nuestros oídos cosas inéditas y extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto que enseñas.


21. Esto desdeluego no lo hacían no por un interés espiritual real, sino por su acostumbrada curiosidad. Porque todos los atenienses y los extranjeros con residencia fija en Atenas, siempre tenían tiempo para decir y para escuchar las novedades.



Vers. 22-34. El logos de Pablo en el Areópago. 

22. Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, observo que sois más devotos y respetuosos en todo, y os veo más religiosos que muchos otros.


23. Y lo digo esto, porque deambulando por los caminos de la ciudad y analizando atentamente lo que adoráis, he encontrado también un altar en el cual estaba esta inscripción: "este altar está dedicado al Dios desconocido". Entonces a este Dios que adoráis sin conocerle, es a quien yo os predico".


24. Es el Dios que creó el mundo y todo lo que existe dentro del mundo. El no depende de nadie más, sino que es por sí mismo Señor absoluto del cielo y de la tierra. Él no habita en templos hechos por manos de hombres, como lo son estos templos de mármol, los cuales construyeron vuestros artistas.


25. Ni es servido por manos de hombres, como si tuviese carencias o necesidad de algo. No, no tiene necesidad de nada, ya que él da vida y respiración a todas sus creaciones vivas y todo lo necesario para mantenimiento de sus vidas.


26. Y creó de una sangre y de la misma primera pareja en ser creada todas las naciones de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra. El con su providencia estableció y predeterminó eternamente para cada una de estas naciones los periodos temporales exactos de su aparición y de su desaparición, así como sus fronteras y sus moradas.  


27. Y el motivo más importante por el cual hizo Dios las naciones, es para que busquen al Señor, si consiguiesen de modo palpable con el pensamiento encontrarle, aunque él no está lejos, sino muy cerca de cada uno de nosotros.


28. Está muy cerca de nosotros, porque en él y en su presencia espiritual vivimos y nos movemos y existimos, como también algunos de vuestros poetas han dicho: Porque también somos generación suya. Somos su generación, no porque salimos de su esencia y somos todos uno con Dios, como hacía referencia vuestro poeta Arato, sino porque nos plasmó a su imagen y nos amó como suyos.


29. Entonces si somos generación de Dios y de él adquirimos naturaleza viva y espiritual, no debemos pensar que la divinidad es algo similar a los objetos inertes y muertos; es decir al oro o a la plata o al mármol, que han sido grabados y tallados con la técnica escultórica y con la imaginación artística y la invención del hombre sobre estatuas e ídolos de mármol, o de plata. No.  


30. De hecho tantos años que los hombres adoran estos ídolos inertes, desconocen e ignoran a su creador y se muestran irreverentes hacia él. Sin embargo ahora Dios en su condescendencia ha pasado por alto este gran periodo de tiempo, durante el cual vosotros y las otras naciones estábais en desconocimiento de vuestro creador. Y pide de todos los hombres, sea cual sea el lugar en que vivan, que se arrepientan; que abandonen los ídolos y la vida idólatra y que regresen al verdadero Dios.



31. Porque Dios ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia a través de un varón, el cual designó como juez. Dios además dio clara demostración que será juez de todos nosotros, levantádole a él de los muertos.


32. Pero cuando los atenienses oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.


33. Y así Pablo se fue del Areópago, donde aquellos le hubieron rodeado para escucharle.


34. Mas algunos hombres creyeron; se juntaron y se unieron con él con dedicación y creyeron en su predicación. Entre ellos estaba Dionisio el Areopagita, así como una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.

 



CAPITULO 18.

Vers. 1-11. Pablo en Corinto.

Después de todo lo sucedido en el Areópago, Pablo los dejó allí y se fue de la ciudad de los atenienses y fue a Corinto.


2. Allí halló a un judío llamado Aquila, que procedía del Ponto. Este vino en aquellos días desde Italia con Priscila su mujer. Es decir que antes ellos vivían en Roma, pero fueron a Corinto, que era lo más cercano desde el centro de Roma, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos se alejasen de Roma. Y encontrando entonces Pablo en Corinto a esta pareja, fue con ellos.


3. Y debido a que Aquila era del mismo oficio que Pablo, éste se quedó con ellos en su casa y trabajaban. Porque el oficio de ambos era hacer tiendas.


4. Al mismo tiempo cada Sábado Pablo discutía en la sinagoga e intentaba convencer a judíos y helenos prosélitos de que Jesús era el Mesías.


5. Entonces cuando bajaron de Macedonia Silas y Timoteo, encontraron a Pablo preocupado interiormente debido a la reluctancia de los judíos y de la indiferencia de los corintios. Pablo desde luego daba testimonio del nombre de Dios a los judíos y aseguraba que Jesús era el Cristo.


6. Pero debido a que ellos se oponían y proferían blasfemias en contra de Cristo, se sacudió el polvo de su ropa como señal de queja y les dijo: La responsabilidad de vuestra pérdida y de vuestra muerte espiritual que caiga sobre vuestras cabezas. Yo estoy limpio y soy irresponsable de cada culpabilidad. Desde este momento os dejo y voy a predicar a los nacionales.


7. Y habiéndose ido de la sinagoga, fue a la casa de uno llamado Justo. Este hubo creído y respetaba al verdadero Dios. Su casa estaba junto a la sinagoga.


8. También Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor junto con toda su familia; y muchos de los corintios, cuando escuchaban la predicación, creían y eran bautizados.


9. Entonces en un momento dado en la noche se presentó el Señor a Pablo y le dijo: No temas las amenazas de los judíos, los cuales estaban indignados por la deserción de Crispo; sino que enseña el evangelio y no calles.


10. No temas, porque yo estoy contigo y nadie te atacará para maltratarte. Las reacciones con que te encontrarás no te dañarán ni a ti ni a tu obra. Enseña, porque en esta ciudad tengo numerosas personas, las cuales dentro de poco creerán y serán añadidos a mi Iglesia.


11. Entonces después de esta revelación mediante visión permaneció Pablo en Corinto un año y seis meses, enseñándo a los habitantes de Dios el logos de Dios.



Vers. 12-17. Frente a Galión. 

12. Pero asumiendo Galión el gobierno de Acaya como procónsul, todos los judíos juntos con las mismas disposiciones se rebelaron contra Pablo, y le llevaron frente al tribunal.


13. Y comenzaron a acusarle diciendo que con palabras engañosas intenta llevar a los hombres a adorar a Dios de un modo contrario a la ley de Moisés.


14. Entonces cuando Pablo iba a abrir su boca para defenderse, Galión dijo a los judíos: Si esto que denunciáis fuera alguna injusticia, es decir alguna infracción de la ley dirigida contra el lestado o contra los derechos de los ciudadanos, y si fuese algún delito que provoca algún daño, os escucharía, judíos, con paciencia, como es debido. 


15. Pero si se trata de un caso que tiene relación con enseñanzas y con nombres (de Moisés y de Jesús y del Mesías) y con vuestra ley, tenéis que arreglarlo entre vosotros solos. Porque yo no quiero mezclarme y ser juez en estas cuestiones.


16. Y los echó del tribunal.


17. Entonces todos los griegos se apoderaron de Sóstenes, el principal de la sinagoga, y comenzaron a golpearle delante del tribunal. Pero Galión no se interesaba nada en ello.



Vers. 18-23. Pablo en Jerusalén. Comienzo del tercer recorrido apostólico de Galacia y Frigia.

18. Entonces Pablo, habiéndose quedado algunos días allí después de este episodio, se despidió de los hermanos y partió en barco hacia Siria. Con él partieron también Priscila y Aquila. Anteriormente Pablo se rapó la cabeza en Cencrea, porque según la costumbre judaica hizo el voto de dejarse crecer el pelo durante un determinado periodo de tiempo y de ofrecérselo al Señor.


19. Cuando llegó a Efeso, dejó allí a Priscila y Aquila. Y fue a la sinagoga, y comenzó a debatir con los judíos.


20. Y mientras pedían a Pablo que permaneciese junto a ellos más tiempo, él no accedió,


21. sino que se despidió de ellos, diciendo: «es necesario que la fiesta que viene la pase en Jerusalén. Pero regresaré a vosotros de nuevo, si Dios quiere». Y partió en barco de Efeso.


22. Arribó en el puerto de Cesarea, y de allí subió a Jerusalén, para saludar en la congregación de los fieles. Después descendió a Antioquía.


23. Y después de estar allí algún tiempo, salió y comenzó su tercer recorrido apostólico. Comenzó recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando en la fe a todos los discípulos.




Vers. 24-28. Apolos de Efeso en Corinto.

24. Mientras tanto, llegó a Efeso un judío llamado Apolos, que procedía de Alejandría. Este hombre tenía elocuencia, conocía muy bien la Santa Escritura y tenía gran capacidad para interpretarla.


25. Había sido catequizado respecto al comportamiento y el camino que ha de seguirse para ser agradable al Señor. Y debido a que su alma estaba inspirada por un santo entusiasmo y tenía un gran celo espiritual y cálidos sentimientos y disposiciones, hablaba particularmente y enseñaba públicamente las verdades de la fe sobre el Señor Jesús con relativa exactitud, aunque sólo conocía el bautismo y al predicación de Juan.


26. Comenzó entonces a predicar con denuedo y coraje en la sinagoga. Cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte con gran familiaridad y le expusieron más exactamente el camino de la verdad y de la salvación, el cual reveló Dios.


27. Cuando después de un tiempo Apolos decidió pasar de Efeso a Acaya, los hermanos le incitaron y le animaron a que realizase este viaje. Escribieron también una epístola de recomendación a los discípulos, para que le recibiesen con mucha confianza. Y así fue que él fue a Corinto y benefició mucho a los que con la gracia de Dios habían creído.


28. Porque refutaba con vehemencia y hacía callar a los judíos, demostrando por medio de las Escrituras y por el cumplimiento de las profecías que Jesús es el Mesías. 




CAPITULO 19.

Vers. 1-12. Pablo en Efeso.

Durante el tiempo en que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones de más al norte y más elevadas, fue a Efesο. Υ hallando allí a algunos discípulos,


2. les preguntó: «Cuando creísteis, ¿recibisteis los extraordinarios carismas Espíritu Santo?» Y ellos respondieron: «Pero si nosotros ni siquiera hemos oído si hay Santo Espíritu entre los hombres, que active y que transmita carismas».


3. Y Pablo les preguntó: «Entonces, ¿qué tipo de bautizo recibísteis y en nombre de quién fuisteis bautizados?» Y ellos respondieron: «Recibimos el bautismo de Juan.» 


4. Pablo entonces les explicó: Juan dio bautismo que conducía al arrepentimiento, sin ofrecer sin embargo el perdón de los pecados. Por eso Juan instó al pueblo a creer en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús Cristo, el cual ofrecería el perdón y la salvación.


5. Cuando oyeron esto, fueron bautizados, ya que creyeron en el nombre del Señor Jesús Cristo y pusieron sobre él toda su confianza y su esperanza, reconociendo que él es el Mesías, redentor y Señor.


6. Y cuando Pablo puso sus manos sobre sus cabezas, vino el Espíritu Santo sobre ellos y les transmitió un doble carisma: hablaban en distintas lenguas extranjeras, las cuales anteriormente no conocían, y al mismo tiempo profetizaban. 


7. Eran en total unos doce hombres.


8. A continuación, durante tres meses Pablo iba a la sinagoga y predicaba con denuedo. Y hablaba allí con los judíos exponiéndoles pruebas convincentes referentes al reino de Dios, el cual estableció sobre la tierra y en los corazones de los fieles el Señor Jesús.


9. Pero algunos de los judíos se resistían con dureza y no querían creer, y denigraban y calumniaban frente a la multitud la fe, es decir el camino seguro que lleva al hombre al reino de los cielos. Por eso Pablo les abandonó y se fue,  habiendo separado a los discípulos que creyeron de los demás que no hubieron creído y les prohibió frecuentar ya la sinagoga. Desde entonces en adelante discutía y predicaba en la escuela de uno llamado Tirano. 


10. Esta enseñanza en la escuela de Tirano duró dos años; de esta manera todos los que habitaban en Asia pudieron escuchar el logos del Señor Jesús, tanto los judíos como los griegos.


11. Y Dios realizaba a través de Pablo milagros no usuales ni casuales. 


12. Eran tales los milagros, que los hombres incluso se llevaban los paños y los cintos y los delantales de su cuerpo, los cuales hubo utilizado Pablo secándose su sudor con ellos o cubriendo su cuerpo, y los ponían sobre los enfermos, y en cuanto los apoyaban sobre ellos, los enfermos se liberaban enseguida de sus enfermedades, y los espíritus malvados salían de ellos. 




Vers. 13-20. Los siete exorcismos. La quema de los libros de magia.

13. Pero algunos de los judíos exorcistas que deambulaban de lugar en lugar y expulsaban los demonios, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malvados, diciendo: «Os conjuramos a que salgáis de los que atormentáis, invocando el nombre y el temor que inspira el poder de Jesús, al cual predica Pablo».


14. Esto lo hacían unos hijos de Esceva, siete en número. Esceva era judío jefe de los sacerdotes.


15. Pero respondiendo el espíritu malvado, dijo: A Jesús conozco. Y sé quién es Pablo. Pero vosotros, ¿quiénes sois?


16. Y enseguida se abalanzó con fuerza sobre ellos el hombre en el que estaba el espíritu malvado, les tiró abajo y empezó a golpearlos con tal violencia,  que ellos huyeron la casa aquella del endemoniado desnudos y heridos.


17. Y esto fue conocido por todos, tanto por los judíos como por los griegos que habitaban en Efeso. Y aunque algunos de ellos hablaban anteriormente sin respeto y con indiferencia sobre Pablo y su enseñanza, ahora todos fueron llenos de temor. 


18. También muchos de los que habían creído, venían y se confesaban y declaraban en público sus malas acciones.


19. Asimismo muchos de los que se habían ocupado de las técnicas de magia, traían con ellos los libros y los quemaban delante de todos. Calcularon el valor de estos libros que fueron quemados, y hallaron que la cantidad total era cincuenta mil monedas de plata.


20. Así el logos del Señor se propagaba con gran poder y ejercía una fuerte influencia.



Vers. 21-41. El platero Demetrio provoca alborotos en Éfeso.

21. Pasadas estas cosas, Pablo se propuso en su espíritu recorrer primero Macedonia y Acaya y después ir a Jerusalén. «Ya que voy a Jerusalén», añadió, «me será necesario ver también Roma».


22. Y envió a Macedonia a dos de los que le ayudaban en su obra apostólica, es decir a Timoteo y a Erasto, mientras que él se quedó algo más de tiempo en Asia.


23. En ese tiempo se creó no poca sublevación en cuanto al camino de la fe y de la vida que el Señor nos reveló como camino seguro que lleva a la salvación. 


24. En Efeso había uno que se llamaba Demetrio. Era platero y hacía pequeños templos, efigies del templo de Artemisa en Efeso. De este modo daba no poca ganancia a los artesanos que trabajaban en esta profesión.


25. Entonces los reunió a ellos, y a los obreros que se ocupaban del mismo oficio, y les dijo: «Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza.


26. Veis también vosotros mismos, y oís a otros que dicen, que Pablo con palabras persuasivas ha convertido a bastante gente, no solo de Efeso, sino de casi toda Asia, diciendo que los dioses hechos con manos humanas no son verdaderos dioses.


27. Pero así no peligra solamente esta profesión nuestra de acabar extinguiéndose y de ser dañino para nosotros, sino también que el templo de la gran diosa Artemisa peligra en perder su valor y ser ya estimada en nada. Peligra también en ser anulada la majestad de la diosa, a quien venera toda Asia y el mundo entero respeta».


28. Entoces cuando aquellos oyeron estas palabras, se llenaron de ira, y comenzaron a vocear: «¡Grande es la Artemisa de los efesios!»


29. Así se creó gran alboroto y sublevación, que se extendió por toda la ciudad. La multitud entonces atrapó a Gayo y a Aristarco, que eran macedonios, y compañeros de Pablo, y se dirigieron todos juntos con las mismas disposiciones hacia el teatro.


30. Y mientras expresaba su deseo de ir y presentarse en el encuentro del pueblo, los discípulos no le dejaron.


31. También algunas de las autoridades de la región, los Asiarcas, que eran amigos de Pablo, le enviaron hombres rogándole que no se presentase en el teatro, exponiéndose así a la muerte.


32. Y entonces dado que Pablo no fue al teatro, unos gritaban allí una cosa, y otros otra. Porque la concurrencia estaba confusa, y la mayoría no sabían por qué se habían reunido.


33. Algunos de entre la multitud empujaron al frente a Alejandro; y los judíos le pusieron frente a la multitud instándolo a que hablase. Entonces Alejandro con un movimiento de su mano hizo señal a la multitud para que callasen, queriendo defender en la reunión del pueblo a los judíos y censurar a los cristianos. 


34. Pero cuando la multitud percibió que Alejandro era judío, se oyó una voz general de asombro, y todos a una voz gritaron casi por dos horas: «¡Grande es la Artemisa de los efesios!»


35. Finalmente el secretario de Efeso, que era uno de sus gobernantes, pudo apaciguar a la agitada multitud, diciendo: «Varones efesios, cálmense. Nada justifica vuestra intranquilidad. Porque, ¿quién es el hombre que no sabe que la ciudad de los efesios es adoradora y guardiana del templo de la gran diosa Artemisa y de su estatua, que nos la arrojó Días (Júpiter) y por eso se llama "Diipetés"?*»

* Diipetés son objetos, como fragmentos de meteorito, a veces esculpidos con forma humana o animal, venerados en la Antigua Grecia por haber sido arrojados supuestamente por los dioses. Ejemplos de diipetés son el xóanon de Atenea y la imagen de Ártemis de Éfeso.


36. Puesto que nuestra dedicación hacia la diosa y la concurrencia a su estatua es segura, y nadie puede poner objeción sobre ello, es necesario que os apacigüéis, y que nada hagáis precipitadamente.


37. Porque habéis traído aquí a estos hombres, los cuales ni han robado nada del santuario, ni han ofendido a vuestra diosa. 


38. Y desdeluego que si Demetrio y los artesanos que están con él han de presentar alguna acusación contra algún hombre, regularmente tienen lugar audiencias en la plaza y existen procónsules. Allí en el tribunal que hagan sus denuncias el uno en contra del otro.


39. Y si nuevamente pedís algo para otros casos, que ni en audiencias en la plaza, ni por el procónsul, pueden ser juzgadas, esto será resuelto en la asamblea del pueblo, que es convocada según la ley en determinados días.


40. Os digo esto, porque corremos el peligro de ser acusados de revolución a causa del encuentro de hoy, ya que no existe ninguna causa para exponerla como excusa ante este ruidoso encuentro y alboroto.


41. Y habiendo dicho estas palabras, disolvió el encuentro del pueblo.




CAPITULO 20.

Vers. 1-5. Pablo en Macedonia y en el sur de Grecia. Regreso a Asia.

Cuando cesó el ruido y recuperó la tranquilidad la ciudad, Pablo llamó a los discípulos, se despidió de ellos y partió hacia Macedonia.


2. Y habiendo recorrido aquellas regiones, es decir las de los filipenses, Tesalónica y Beria, y dando coraje con su enseñanza y reforzaba con muchos apercibimientos a los discípulos de allí, fue al sur de Grecia (Acaya).


3. Allí permaneció durante tres días. Pero como los judíos tramaban contra él  maliciosos planes para matarle cuando viajase en barco a Siria, decidió regresar a Macedonia por tierra firme, y a través de Macedonia ir a Siria. 


4. En su viaje de Macedonia Asia le acompañaban Sópater de Berea, Aristarco y Segundo de Tesalónica, Gayo de Derbe, y Timoteo; y de Asia, Tíquico y Trófimo.


5. Estos siete fueron por el mar en barco y nos esperaban en Troada. 



Vers. 6-12. Pablo en Troada. La resurrección de Eutico.

6. Nosotros navegamos desde Filipos y de Troada, después de los días de los panes sin levadura de la Pascua judía y en cinco días nos reunimos con ellos en Troas, después de cinco días. Allí nos quedamos siete días.


7. Y el primer día de la semana, es decir el Domingo,  se reunieron los discípulos por la tarde para partir y comulgar el pan de la divina Eucaristía, y Pablo hablaba a los fieles y les enseñaba. Pero como había de salir al día siguiente, alargó el discurso hasta la medianoche.


8. Había bastantes lámparas en el aposento alto donde estábamos reunidos.


9. Entonces un joven, que se llamaba Eutico, que estaba sentado en la ventana, inclinaba continuamente su cuerpo hacia abajo, porque tenía mucho sueño y le cogió un profundo sueño, por cuanto Pablo disertaba largamente. Y vencido del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto.


10. Entonces descendió Pablo y se echó sobre él, y abrazándole, dijo: No os alarméis, y no lloréis. Porque su alma ha regresado y está en él. 


11. Después subió y partió el pan de la divina Eucaristía. Y continuó hablando largamente, hasta el alba. Y así, sin descansar nada y después de aquella fatiga de toda la noche, salió.


12. Y llevaron al joven vivo al aposento alto, y fueron grandemente consolados.

 

 

Vers. 13-16. Llegada a Mileto.

13. Y nosotros, antes de que partiese Pablo, fuimos al barco a Asón, donde nos encontraríamos con Pablo, y de allí le recogeríamos con nosotros en el barco. Nosotros nos fuimos antes. Lo había organizado así Pablo, porque el viaje de Troada a Aso teníaintención de hacerlo por tierra firme. 

 

14. Cuando se reunió con nosotros en Asón, tomándole a bordo, fuimos a Mitilene.

 

15. Y desde allí navegamos al día siguiente y llegamos delante de Quío. Al siguiente día nos acercamos a Samos, pasamos la noche en el cabo Trogilio, y al día siguiente llegamos a Mileto.

 

16. Navegamos directamente a Mileto, porque Pablo decidió pasar de largo de Efeso y no desembarcar allí, para no retrasarse en Asia. Pues se apresuraba por estar en Jerusalén, si le era posible, en el día de Pentecostés.

 

Vers. 17-38. Discurso de Pablo a los ancianos de Éfeso.

17. Entonces desde Mileto envió a hombres a Efeso e hizo llamar a los ancianos de la iglesia a su encuentro.

 

18. Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asia.

 

19. Me he comportado como siervo fiel del Señor. Le servía con toda humildad y con muchas lágrimas que derramaba por los que pecaban y se oponían al Evangelio. Y con perseverencia ante las tentaciones que afronté por las asechanzas de los judíos.

 

20. Conoced que no he rehuido de anunciaros y enseñaros nada de lo que os beneficia, también en centros públicos y particularmente en vuestras casas. Nada os he ocultado por cobardía o personificación o cualquier otra conveniencia. 


21. Y os he enseñado con franqueza y poder testificando a judíos y a gentiles la necesidad del arrepentimiento para con Dios, y la necesidad de la fe en nuestro Señor Jesús Cristo, quien perdona nuestros pecados y nos salva.


22. Y ahora, he aquí, soy fuertemente empujado por mi espíritu,  que se encuentra  bajo el efecto del Espíritu Santo. Soy empujado por él como si estuviese atado y prisionero y no pudiese ir a otro lugar voy a Jerusalén, sino sólo adonde él me impulsa. Y bajo este impulso voy ahora a Jerusalén sin saber lo que allí me ha de acontecer.



23. Sólo una cosa sé, que el Espíritu Santo da testimonio intensamente de ciudad en ciudad, y me anuncia que me esperan prisiones y tribulaciones.


24. Pero yo de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí, con tal que acabe mi carrera con tranquilidad de conciencia y con gozo el camino de mi apostolado y completar el servicio que me asignó el Señor Jesús: es decir que de mi testimonio del evangelio. Y la gracia que les dio Dios hace conocido a los hombres el evangelio. 


25. Y ahora, he aquí, yo preveo humanamente que ya no veréis mi rostro todos vosotros, entre quienes he predicado el reino de Dios recorriendo vuestras regiones.


26. Y debido a que nos es posible que volvamos a rejuvenecer, por eso os aseguro frente a Dios el día de hoy que yo no tengo ninguna responsabilidad ante todos vosotros, si sucede que alguno de vosotros se pierda.


27. Porque no veo nada que me impida anunciaros todo el plan de Dios destinado a la salvación del hombre por medio de la Iglesia.


28. Entonces estad atentos de vosotros mismos,cómo os comprtaréis y qué enseñaréis. Atented también a todo vuestro rebaño espiritual, sobre el cual el Espíritu Santo os dispuso obispos para pastorear la Iglesia de Dios, la cual el Señor salvó y estableció como su propiedad con su propia sangre.



29. Estad atentos, porque yo sé, que después de mi partida vendrán entre vosotros falsos maestros y engañadores como salvajes y obstinados lobos que atraparán despiadadamente al rebaño dañando y haciendo estragos sobre las almas de las ovejas racionales. 


30. Incluso hasta de entre vosotros aparecerán hombres que expondrán enseñanzas que distorsionarán la verdad, para alejar a los discípulos del camino recto de la verdad, llevarles detrás de ellos y convertirles en sus seguidores. 


31. Por eso tened cuidado y estad despiertos, teniéndome a mí como ejemplo; y recordad que continuamente durante tres años no cesé de instruir con lágrimas a cada uno de osotros por separado. 


32. Y ahora os encomiendo, hermanos, en Dios, y en la palabra que su gracia nos reveló. Esta palabra suya nos protegerá de cada engaño y perversión. Os encomiendo en Dios, el cual puede continuar vuestra construcción y daros como herencia el cielo con todos los que progresaron en la santificación que nos regaló Jesús Cristo. 


33. Ni plata, ni oro, ni vestido, nada de esto he deseado.


34. Vosotros mismos conocéis que para mis necesidades y para las necesidades de los que estaban conmigo sirvieron estas manos rosadas.


35. En todo os he dado el ejemplo de que debéis de trabajar copiosamente para adelantaros a cada escándalo de los hermanos débiles, para ayudarles y que se hagan fuertes espiritualmente. Y recordad las palabras del Señor Jesús, que dijo: es preferible que alguien dé a que reciba, incluso cuando le esté justificado recibir. Esto le hace al hombre más aventurado.


36. Y habiendo dicho esto, se arrodilló y rezó junto con todos ellos.


37. Entonces todos rompieron a llorar y lamentarse grandemente; y cayendo sobre el regazo de Pablo, le besaron con gran afecto.


38. Fue realmente dolorosa esta separación, debido sobre todo a lo que dijo, que no volverían a ver su rostro. Después salieron con él y le acompañaron al barco.





CAPITULO 21

Vers. 1-7. El viaje hacia Jerusalén. 

Y después de que con dificultad pudimos separarnos de ellos, comenzamos nuestro viaje. Navegamos con rumbo directo y llegamos a la isla de Cos, al día siguiente a Rodo y de allí a Pátara.


2. Allí encontramos un barco con destino Fenicia, que estaba enfrente. Subimos a él y zarpamos.


3. Y habiendo avanzado hasta el punto de verse Chipre, lo dejamos a nuestra izquierda y nos dirigimos hacia Siria. Finalmente atracamos en Tiro, porque allí descargaría el barco la carga de los comerciantes que transportaba.


4. En Tiro intentamos encontrar a los cristianos que estaban allí establecidos, y nos quedamos con ellos en aquel lugar durante siete días. Estos cristianos de Tiro, conducidos por una profecía del Espíritu Santo que les reveló todo lo que le sucedería a Pablo, le dijeron que no subiese a Jerusalén, porque allí encontraría grandes tentaciones.


5. Cuando se cumplieron los siete días, salimos de la casa donde estábamos hospedados y fuimos hacia la playa. Y todos ellos con sus mujeres y con sus hijos nos acompañaron y nos guiaron hasta fuera de la ciudad. Y cuando llegamos a la orilla, nos arrodillamos y rezamos. 


6. Después nos despedimos entre nosotros y subimos a bordo del barco; y ellos regresaron a sus casas.


7. Nosotros salimos hacia Tiro, y terminamos nuestro viaje marítimo en Tolemaida. Allí saludamos a los hermanos de la región, y nos quedamos con ellos un día.




Vers. 8-16. En Cesarea. Profecías sobre Pablo.             

8. Al día siguiente, nos fuimos de Tolemaida y llegamos a Cesarea Y habiendo podido con dificultad separarnos de ellos, comenzamos nuestro viaje. Allí entramos en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete diáconos que habían sido nombrados ayudantes de los apóstoles en las mesas comunes, y nos quedamos con él.


9. Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban.


10. Y mientras nosotros nos quedamos en Cesarea más días, bajó de Judea un profeta llamado Agabo.


11. Este, cuando vino a visitarnos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: al hombre al que pertenece este cinto, le atarán en Jerusalén los judíos así como estoy atado yo ahora,y le entregarán en manos de los gentiles romanos.


12. Al oír esto, le rogamos a Pablo también nosotros con lágrimas los cristianos autóctonos de Cesarea  que no subiese a Jerusalén.


13. Entonces Pablo respondió: ¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? No conseguiréis nada con vuestros llantos. Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.


14. Y como no le pudimos persuadir, guardamos silencio y nos pacificamos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor Jesús.


15. Entonces después de esos días, preparamos lo necesario para nuestro viaje y partimos hacia  Jerusalén.


16. Y vinieron también con nosotros algunos cristianos de Cesarea. Estos, cuando paramos en un pueblo, nos llevaron hacia uno llamado Mnasón, de Chipre, discípulo antiguo, con quien nos hospedaríamos.



Vers. 17-25. En Jerusalén. Pablo donde Jacobo. 

17. Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo.


18. Y al día siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo. Allí habían venido también todos los ancianos.


19. Pablo les saludó, y después comenzó a exponerles y al mismo tiempo explicarles una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su servicio y su obra.


20. Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios por todo lo que habían logrado, y le dijeron: Ya ves, hermano, qué grande es el número de judíos que han creído en el Señor y se han hecho cristianos. Y todos ellos son celosos por la ley.


21. Pero fueron informados y se formaron sobre ti la opinión de que enseñas a todos los judíos que están distribuidos y establecidos entre los gentiles, a apostatar de la ley de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni que vivan de acuerdo a las costumbres de los judíos.


22. ¿Qué ha de suceder entonces ahora? Ciertamente se reunirá multitud de cristianos judíos, porque oirán que has venido. A todos ellos debes darles algunas explicaciones, para aclarar algunas sospechas que tienen sobre ti.


23. Haz, pues, esto que te decimos: tenemos cuatro hombres que han hecho voto consigo mismos y dejan crecer su pelo para dedicarlo en el sacrificatorio, y viven con moderación, prudencia y autocontención, como determina la ley para los nazarenos.  


24. Tómalos contigo, y haz con ellos las purificaciones que determina la ley. Y paga por ellos los gastos necesarios para los sacrificios que han de tener lugar, para cuando se rasuren sus cabezas. Haz esto, y así todos aprenderán que no hay nada cierto en todo lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también te comportas y andas ordenadamente, de acuerdo a la ley Mosaica.


25. Pero en cuanto a los gentiles que han creído y se hicieron cristianos, nosotros mismos les enviamos una epístola, después de la decisión que tomamos de que no cumpliesen ninguna de las órdenes rituales establecidas por la ley, como son las oraciones para los nazarenos, sino sólo protegerse de alimentos que hayan sido ofrecidos como víctimas de sacrificios idólatras, de la sangre, del ahogamiento y de la prostitución. 



Vers. 26-40. Turbación en Jerusalén y arresto de Pablo.

26. Entonces Pablo tomó consigo a cuatro hombres y al día siguiente entró al santuario y se sometió junto con ellos a las establecidas purificaciones. Paralelamente frente a todos los que se encontraban en el Templo hizo la acostumbrada predicación, declarando cuándo se cumplirían los días de la purificación y limpieza, momento en el que ofrecerían el establecido sacrificio para cada uno de ellos. 


27. Entonces cuando estaban a punto de cumplirse lo días que mediaban entre la predicación hasta la predicción final y la limpieza, los judíos de Asia, cuando vieron y reconocieron a Pablo en el santuario, se revolucionaron y levantaron a toda la multitud; y le pusieron las manos encima


28. voceando: «Varones israelitas, ayudad. Este es el hombre que enseña a todos por todas partes en contra del pueblo israelí y en contra de a ley y de este lugar sagrado».


29. Y decían esto último, porque anteriormente hubieron visto a Trófimo de Efeso con él, y erróneamente pensaron que Pablo le había puesto dentro del santuario.


30. Esta sublevación mientrastanto se extendió por toda la ciudad. La gente se reunió, y tras prender a Pablo, le arrastraron hasta fuera del santuario, cerrando seguidamente las puertas del santuario para que no entrase de nuevo Pablo y con su sangre profanase el lugar sagrado.


31. Y mientras todos ellos querían matarle golpeándole, fue notificado el quiliarca de la unidad militar romana de que en todo Jerusalén estallaron revueltas y que toda la ciudad se encοontraba alborotada.


32. Enseguida él tomó soldados y centuriones y comenzó a correr hacia abajo, al lugar donde se encontraban ellos. Ellos, en cuanto vieron al quiliarca y a los soldados, pararon de golpear a Pablo.  


33. Entonces el quilliarca se le acercó y le arrestó; y ordenó que le atasen las manos con dos cadenas de modo que una mano suya estuviese atada a la mano de un soldado y la otra mano a la de otro soldado. Y habiendo sido encadenado Pablo, el quiliarca comenzó a preguntar al pueblo que quién era él y que qué había hecho.


34. Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa y otros otra. Y debido a que por el ruido el quiliarca no podía oír nada con claridad acerca de qué había sucedido, ordenó llevar a Pablo al ejército permanente de la fortaleza


35.Pero cuando llegó a las escaleras que llegaban a la fortaleza, la multitud se avalanzó sobre él y se creó un gran apiñamiento. Por ello, los soldados se vieron obligados a levantarse sobre sus brazos, y así Pablo era amantenido por ellos.


36. Y esto sucedió porque la multitud del pueblo le seguía y voceaba: ¡hacedle desaparecer de la tierra!


37. En el momento en que los soldados le llevaron dentro de la fortaleza, dice Pablo al quiliarca en griego: ¿me permite que le diga algo? Y el quiliarca le dice:¿sabes hablar en lengua helénica? 


38. Curioso. ¿No eres tú el egipcio que no sabía griego y hace unos pocos días levantó y puso en el desierto a los cuatro mil revolucionarios que estaban armados con espadas asesinas?  


39. Entonces Pablo le respondió: Yo soy varón judío de Tarso de Cilicia, ciudadano de esta reconocida y no insignificante ciudad. Te ruego, dame el permiso para hablar a la gente.


40. Entonces el quiliarca le dio el permiso, y Pablo se colocó en las gradas e hizo señal a la gente con su mano para que se cayasen. Cuando se hizo suficiente calma, les habló en lengua hebrea y les dijo:




CAPITULO 22

Vers. 1-21. Defensa de Pablo ante los judíos de Jerusalén.

Varones hermanos y padres (grandes sacerdotes y ancianos) escuchad mi apología, la cual os dirijo en este momento. 


2. Cuando ellos oyeron que les hablaba en lengua hebrea, se admiraron y guardaron aún mayor silencio.


3. Y Pablo continuó: Yo soy judío. Es cierto que he nacido en Tarso de Cilicia pero he sido educado en esta ciudad de Jerusalén. Como alumno, tenía profesor a Gamaliel, me sentaba junto a sus pies y escuchaba su enseñanza. Por lo tanto me ha sido enseñada con exactitud la doctrina y la explicación de la ley de nuestros padres. Además tenía entusiasmo por la gloria de Dios, así como todos vosotros  hoy sois entusiastas.


4. Y lo demostré, que tenía este celo por Dios y por la ley. Yo soy el que perseguía hasta la muerte la fe y el camino de la vida cristiana. Ataba con cadenas a los fieles y entregaba a las prisiones a hombres y a mujeres.


5. Y puede dar testimonio de todo esto que digo tanto el sumo sacerdote como todo el concilio de los judíos. De ellos recibí incluso cartas de recomendación hacia nuestros hermanos judíos de Damasco y fui para traer atados a Jerusalén también a los cristianos de allí, para que fuesen castigados. 


6. Pero según iba y me acercaba a Damasco, alrededor de la mediodía, de repente y sin esperarlo, alrededor mío resplandeció una luz muy fuerte procedente del cielo. 


7. Y debido a su resplandor caí abajo a la tierra y escuché una voz que me decía: «Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?»


8. Y yo respondí: «¿Quién eres, Señor?» Y me dijo: «Yo soy Jesús el Nazareno, al cual tú persigues a través de la persona de mis fieles».


9. Mientras tanto, los que estaban conmigo, ciertamente vieron la luz, sin distinguir  a la persona que hablaba, y se llenaron de miedo; pero la voz del que hablaba no la escuchaban. Sólo escucharon un estruendo, del cual no podían distinguir palabras. 


10. Entonces yo pregunté: ¿Qué hago, Señor? Y el Señor me respondió: Levántate y vete a Damasco, y allí te serán dadas instrucciones sobre todo lo que ha establecido Dios para ti que debes hacer. 


11. Entonces dado que no podía ver porque me quedé ciego ante el brillo de la luz aquella, me tomaron del brazo los que estaban conmigo y me llevaron hacia Damasco.


12. Allí vivía un tal Ananías, un hombre respetuoso con la ley y temeroso de Dios, que poseía un gran reconocimiento por parte de todos los judíos que habitaban en Damasco.


13. Entonces éste vino y se presentó a mi lado y me dijo: Saúl, hermano, levanta tu mirada hacia mí. Y yo en aquel mismo momento recibí mi luz y le miré.


14. Y él dijo: «el Dios de nuestros padres te ha elegido y te ha establecido para que conozcas su voluntad, y te ha hecho digno de ver al justo Jesús que se te ha aparecido y de escuchar la voz de su misma boca.


15. Te ha hecho digno de ver y de oír a Jesús, porque tú vas a ser su testigo. Predicarás a todos los hombres lo que has visto y has oído.


16. Y ahora, ¿por qué te retrasas? Levántate y bautízate y límpiate de tus pecados. Serás bañado y serás limpιado de tus pecados cuando junto con el bautismo invoques al Mesías y Señor, éste que viste y que escuchaste».


17. Cuando más tarde regresé a Jerusalén, en un momento en que rezaba en el santuario, me encontré en éxtasis, en un estado en el que mis sentimientos corporales pararon de funcionar y fui apartado del mundo material; pero mi nus* y mi alma veían y percibían y se encontraban extraordinariamente nítidos. En este estado vi al señor diciéndome:

* Nous: Ojo espiritual del alma, espíritu del hombre o energía espiritual humana, siendo el corazón como esencia.

 

18. Apresúrate y vete rápido a Jerusalén, porque no aceptarán el testimonio que darás sobre mí.


19. Y yo dije: Señor, saben bien ellos mismos que yo durante mucho tiempo iba de una sinagoga a la otra. Y encarcelaba y encadenaba a aquellos que creían en ti.


20. Y cuando la sangre de Esteban tu mártir fue derramada por ellos, estaba yo también allí y me sentía complacido de su asesinato y lo aprobé. Y guardaba la ropa de aquellos que le sesinaron. 


21. Y el Señor le respondió: «Vete, porque yo te enviaré lejos a los gentiles».



Vers. 22-30. Pablo encadenado en la fortaleza. Conversación con el quilíarca.

22. Le escuchaban entonces los judíos hasta ese momento Pero no guantaron escuchar que también los gentiles disfrutarían del privilegio de los israelitas. Por eso cuando pablo dijo la frase: "Te enviaré lejos a los gentiles", comenzaron a vocear fuertemente: ¡Llévate de delante de nuestros ojos a un sujeto así y hazle desaparecer de la tierra, porque éste no debería vivir!


23. Y debido a que ellos voceaban fuertemente y arrojaban sus prendas a lo alto y echaban tierra al aire creando nubes de polvo


24. ordenó el quiliarca que llevasen a Pablo a la fortaleza. Al mismo tiempo dijo que le juzgasen, azotándole durante la interrogación, de modo que se viese forzado a proceder con las confesiones, a partir de las cuales el quiliarca see enteraría de la causa por la cual los judíos voceaban en su contra.


25. Pero cuando le ataron con correas de cuero y le tendieron desnudo sobre una tabla para azotarle, Pablo dijo al centurión que estaba allí presente: ¿Os es lícito azotar a un hombre que  es ciudadano romano, y además sin haberle sometido anteriormente a juicio y sin haber sido condenado?


26. Entonces cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al quiliarca, diciendo: «Cuidado con lo qué vas a hacer. Porque este hombre es ciudadano romano.»


27. Vino el quiliarco y le dijo a Pablo: «Dime, ¿realmente eres tú ciudadano romano?» El dijo: «Sí».


28. El quiliarco entonces le respondió: «Yo gasté mucho dinero para adquirir este derecho de ciudadano romano». Y Pablo le dijo: «Yo sin embargo no solo lo soy, sino que además he nacido ciudadano romano, porque romano era también mi padre.»


29. Así que enseguida se apartaron de Pablo los que iban a interrogarle. Y aun el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado.


30. Al día siguiente, queriendo el quiliarca saber con seguridad la causa por la cual le acusaban a Pablo los judíos, le soltó de las cadenas con las que estaba atado, y ordenó que viniesen los principales sacerdotes y todo su concilio, y sacando a Pablo de la fortaleza, le puso en pie frente a ellos.




CAPITULO 23

Vers. 1-11. Pablo frente al concillio judaico.

Pablo entonces dirigió su mirada sobre el concilio y dijo: Varones hermanos, yo he sido formado y orientado delante de Dios hasta el día de hoy sin que mi conciencia me acuse de nada.


2. Pero el sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los sirvientes que estaban junto a Pablo que le golpeasen en la boca, quizás porque tomó la palabra él solo.


3. Entonces Pablo le dijo: «Dios te golpeará, pared blanqueada, que por fuera pareces blanco, pero en tu fondo escondes la injusticia. Te sientas tú aquí para juzgarme conforme a la ley, pero tú, el juez, quebrantas la ley, ordenando que me golpeen para hacerme cerrar la boca en el momento de mi apología. La ley si embargo determina que cada acusado ha de defenderse libremente y sin obstáculos».


4. Los que estaban presentes dijeron: «¿Al sumo sacerdote de Dios insultas?»


5. Pero Pablo, debido a que hacía muchos años que no estaba en Jerusalén, no conocía personalmente al sumo sacerdote, el cual de hecho en aquel momento no era distinguible, porque la sesión fue presidida por el quiliarca. Por eso respondió: «No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote. Si no no le hubiese dicho esto; pues escrito está en el libro del Éxodo: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo».


6. Mientras tanto, cuando Pablo se dio cuenta de que una parte del concilio estaba formada por saduceos, los cuales no creían en la resurrección e los muertos, mientras que la otra parte estaba formada por fariseos, voceó fuertemente dentro del concilio: «Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo. Y hoy soy  juzgado, porque creo y espero en la resurrección de los muertos». 


7. En cuanto Pablo dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y las partes del concilio se dividieron.


8. Porque los saduceos dicen que no existe resurrección, ni ángeles, ni alma sin cuerpo, porque defienden que las almas de los muertos se descomponen junto con el cuerpo. Sin embargo los fariseos creen y admiten las dos, es decir la resurrección y la existencia de espíritus. 


9. Debido a estas disensiones suyas comenzaron a oírse numerosas fuertes voces. En un momento dado se levantaron los escribas que pertenecían a la parte de los fariseos y comenzaron a discutir con pasión; y decían: «No hallamos ningún mal en este hombre. Y si le hubiese hablado algún espíritu o algún ángel, no guerreemos contra Dios, quien le hizo esta revelación».


10. Y debido a que se creó una gran agitación, el quilíarca temió por si Pablo fuese despedazado por ellos. Por eso mandó que bajasen soldados y le arrebatasen de en medio de ellos, y le llevasen a la fortaleza. 


11. A la noche siguiente se le presentó de repente el Señor Jesús a Pablo y le dijo: «Ten coraje, Pablo. Debido a que has dado testimonio y has confesado la verdad sobre mí en Jerusalén, ahora también es necesario según el plan divino que des testimonio en Roma. No te pasará nada aquí, pues te mantendré a salvo, para que vayas también a Roma».



Vers. 12-22. Acuerdo de los judíos contra Pablo.

12. Cuando amaneció,  algunos de los judíos hicieron un acuerdo y juramentaron que fuesen anatematizados y condenados bajo maldición de Dios, si comían o bebían antes de que hubiesen dado muerte a Pablo.


13. Los que hicieron este acuerdo e hicieron juramento eran más de cuarenta.


14. Fueron entonces y se presentaron ante los principales sacerdotes y los ancianos y dijeron: Nos hemos juramentado bajo gran anatema, a no poner nada en nuestras bocas hasta que hayamos dado muerte a Pablo.


15. Ahora pues vosotros, junto con el Sinedrio, requerid al quiliarca que baje a Pablo mañana ante vosotros, con la excusa de que queréis interrogarle mejor para aprender con más exactitud sobre su caso. Y nosotros, antes de que él se acerque al lugar de la congregación, estaremos listos para matarle.


16. Pero por divina economía el hijo de la hermana de Pablo escuchó hablar de estos planes sobre la emboscada. Entonces fue y entró en la fortaleza, y dio aviso a Pablo.


17. Entonces Pablo llamó a uno de los centuriones y le dijo: Lleva a este joven ante el quiliarco, porque tiene algo que decirle.


18. Él entonces, tomando al joven, le llevó al tribuno y dijo: «El preso Pablo me llamó y me rogó que trajese ante ti a este joven, que tiene algo que decirte».


19. El quiliarca, tomándole de la mano le llevó a un lugar aparte y le preguntó: «¿Qué es lo que tienes que decirme?»


20. Entonces el joven le dijo: Los judíos han convenido en rogarte que mañana lleves a Pablo ante el Sinedrio, con la excusa de que quieren con una relativa mayor exactitud interrogarle para aprender más sobre él.


21. Pero tú no les creas. Porque algunos de ellos le acechan, más de cuarenta hombres. Estos se han juramentado y se han anatematizado a ellos mismos, a no comer ni beber nada hasta que le hayan dado muerte. Y ahora están listos esperando a que les des la promesa de que le bajarás.


22. El quiliarca entonces dejó libre al joven, habiéndole dado la siguiente orden: «No digas a nadie que me has revelado esto».



Vers. 23-35. Pablo es enviado a Cesarea de Palestina. 

23. Después el quiliarca llamó a dos de los centuriones y les dijo: «Preparad doscientos soldados para que vayan hasta Cesarea, y setenta jinetes y doscientos lanceros. Que estén listos a las nueve de la noche. 


24. Que tengan también con ellos animales, para que Pablo sea llevado sobre ellos y trasladado a salvo hasta Félix, el gobernador y notario de Judea».


25. Y escribió una epístola, la cual tenía este contenido:


26. "Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud.


27. A este hombre le prendieron los judíos y tenían intención de matarle. Pero llegé yo al lugar con la tropa y le libré, debido a que me enteré de que era ciudadano romano.


28. Y queriendo saber la causa por la que le acusaban, le bajé a su sinedrio. 


29. Hallé sin embargo que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos y que no es culpable de ningún delito por el que pueda ser castigado por las leyes romanas con muerte o prisión.


30. Pero al ser avisado de que los judíos tenían intención de tenderle una trampa mortal a este hombre, directamente te le he enviado a ti, notificando también a sus acusadores que expongan delante de ti lo que tengan contra él. Salud."


31. Los soldados entonces, tal como se les ordenó, tomaron a Pablo y por la noche fueron rumbo a Antípatris, que se encontraba aproximadamente a la mitad del camino entre Jerusalén y Cesarea. 


32. Al día siguiente, los soldados de a pie dejaron solos a los jinetes que continuasen su viaje con Pablo, y ellos volvieron a su fortaleza en Jerusalén.


33. Y los jinetes llegaron a Cesarea, entregaron la epístola al notario y le presentaron también a Pablo delante de él.


34. Entonces cuando el notario de Roma leyó la carta y preguntó a Pablo de qué provincia era y escuchó que era de Cilicia,


35. dijo: Te escucharé con atención cuando vengan también aquí tus acusadores. Y ordenó que le custodiasen en la prisión del palacio que había construído Herodes, el cual era ahora la residencia del pretor.




CAPITULO 24

Vers. 1-9. Los judíos acusan a Pablo ante Félix el gobernador.

Cinco días después descendió desde Jerusalén a Cesarea  el sumo sacerdote Ananías junto con  los ancianos y un abogado llamado Tértulo, y expusieron ante el gobernador su acusación contra Pablo.


2. Y cuando Pablo fue llamado para presentarse frente a aquel gobernador y a sus acusadores, Tértulo comenzó a mostrarle su acusación, diciendo: 


3. «Su excelencia Félix, mucha paz obtengo con su administración, y grandes logros y obras beneficiosas tienen lugar para esta nación gracias a su justa previsión y prudencia. Y todo ello tiene lugar en cada oportunidad y circunstancia y en cada lugar. Por eso admitimos y aplaudimos esta acción benefactora suya con gran agradecimiento.    


4. Pero por no decir más sobre su acción digna de alabanza, y no cansarle con ello mucho más, continúo en el análisis de la denuncia te ruego que nos oigas conforme a tu equidad todo lo que en brevedad te diremos.


5. Hemos hallado que este hombre es un malechor, que como una plaga, que altera el orden en las eparquías y crea altercados entre todos los judíos que están distribuídos por todo el mundo. Es además  jefe de la comunidad religiosa de los nazarenos.


6. E intentó profanar también nuestro templo. Por eso nosotros le atrapamos y quisimos condenarle conforme a nuestra ley.


7. Pero llegó el quiliarca Lisias y nos lo quitó de nuestras manos con gran violencia,


8. y ordenó que viniesen sus acusadores frente a tí. Entonces cuando tú mismo efectúes las preguntas podrás aprender con exactitud del mismo Lisias de todo lo que nosotros acusamos a Pablo. 


9. Después los principales de los judíos dijeron que también estaban de acuerdo con Tértulo, confirmando con firmeza que así eran las cosas.



Vers. 10-23. La defensa de Pablo.

10. A continuación el gobernador hizo una señal a Pablo para que hablase, y éste comenzó a responder a las acusaciones como sigue: Dado que conozco que desde hace muchos años eres juez en esta nación, por eso hago mi defensa ante ti con mayor confianza, con buena disposición y corazón tranquilo; y diré todo lo que haga falta para defenderme a mí mismo. 


11. Me defiendo con tales sentimientos, porque tú, que tanta experiencia judicial tienes y conoces bien nuestra nación, puedes informarte mediante tu cuestionamiento de que no han pasado más de doce días desde que subí a adorar a Jerusalén;


12. Ni tampoco me hallaron dialogando con ninguno dentro del santuario, ni reuniendo y levantando al pueblo para que se sublevase y conspirase en ninguna parte, ni en ninguna parte de la ciudad;


13. Ni pueden demostrar estas cosas de las que ahora me acusan.


14. Pero esto te confieso, que adoro al Dios según la religión que ellos denominan herejía, y estoy dedicado al mismo Dios que también adoraban nuestros padres judíos, y al mismo tiempo creo en todo lo que enseña la ley y está escrito en los profetas.


15. Tengo además exactamente la misma esperanza que ellos mismos tienen, esperanza que se basa en las promesas de Dios. Es decir, espero, como también ellos esperan, en que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos.

16. Y porque espero la resurrección de los muertos, por eso yo trabajo y me esfuerzo procurando tener siempre una conciencia libre de cada tipo de remordimiento tanto ante Dios como ante los hombres.


17. Entonces después de muchos años de ausencia, vine hace unos pocos días a Jerusalén para traer dinero de limosnas para mi nación y presentar sacrificios en el templo.


18. Y mientras estaba en ello, me encontraron en el santuario no para cometer sacrilegio, sino para ejecutar los rituales de purificación y limpiarme junto con algunos nazarenos. Además me encontraron no éstos que me acusan ahora, sino algunos judíos de Asia Menor. Y no entre la multitud, ni con alboroto ni sublevación, sino yo solo.


19. Los que me encontraron debieran estar presentes ante ti y comparecer con sus acusaciones, si es que tienen algo de que acusarme.

 

20. O, dado que aquellos se ausentan, que digan finalmente estos mismos de aquí qué injusticia han encontrado en mí, cuando me presenté ante el Sinedrio.

 

21. No encontraron ninguna injusticia,  a no ser que sea injusticia una fuerte voz que di cuando estaba entre ellos, diciendo que yo soy juzgado hoy por vosotros debido a que creo en la resurrección  de los muertos.


22. Entonces Félix, oídas estas cosas, pospuso su decisión. Y lo hizo esto, porque conocía muy bien la nueva religión y fe y percibió que los judíos sin motivo atacaban a Pablo. Y no queriendo disgustarles, les dijo: Cuando baje el quiliarca Lisias, aclararé vuestro asunto y declararé mi sentencia.


23. Y mandó al centurión que custodiase a Pablo, pero que se le concediese alguna libertad, y que no impidiese a ninguno de los suyos servirle o visitarle. 



Vers. 24-27. Pablo habla con Félix. Permanece encerrado dos años.

24. Después de algunos días vino al pretorio Félix con Drusila su mujer, que era judía, y mandó llamar a Pablo, y le escuchó hablar acerca de la fe en Jesús Cristo.


25. Pero según él hablaba de justicia y de moderación y del Juicio venidero, Félix se llenó de temor, porque el mismo había infringido cada ley de justicia y a Drusila se la había arrebatado a su primer marido. Y debido a su temor, dijo a Pablo: De momento vete, pero te llamaré cuando tenga de nuevo oportunidad.


26. Pero al mismo tiempo Félix tenía también la esperanza de que Pablo le diera dinero para que le soltase. Por lo cual muchas veces lo hacía venir para hablar con él.


27. Así pasaron dos años y Félix fue sucedido por Porcio Festo. Y debido a que yéndose Félix quiso hacer algún favor a los judíos para hacer que se sintiesen obligados y para asegurarse el favor y el reconocimiento hacia su persona, dejó preso a Pablo.




CAPITULO 25. 

Vers. 1-12. Pablo frente a Festo. Es apelado el César.


1. Festo, cuando asumió su cargo y fue a la eparquia de Siria, sobre la cual fue asignado pretor, después de tres días subió de Cesarea a Jerusalén.


2. Entonces allí el principal sacerdote y los más influyentes de los judíos le presentaron sus acusaciones contra Pablo, y le rogaron,


3. pidiendo como favor, en contra de Pablo, contra él, que le llamase Festos y le llevase de nuevo a Jerusalén, mientras que al mismo tiempo ellos preparaban tenderle una nueva trampa para matarle en el camino.


4. Pero Festo se negó y respondió que Pablo permanecería custodiado en Cesarea, y que él mismo tenía intención de partir en breve de Jerusalén para regresar allí.


5. Vuestros dirigentes, dijo Festo, que desciendan conmigo a Cesarea, y que allí formulen y apoyen su acusación contra él, si es en algo culpable este hombre.


6. Y quedándose con ellos más de diez días, bajó a Cesarea. Y sin retraso, al siguiente día de su llegada se sentó en el tribunal, y mandó que fuese traído Pablo.


7. En cuanto él se presentó, se colocaron a su alrededor los judíos que habían venido de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones, las cuales sin embargo no podían demostrar,


8. porque Pablo en su defensa explicaba que ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César, he realizado la más mínima ofensa.   


9. Pero Festo, queriendo hacer favor a los judíos para parecerles cordial y atraer su reconocimiento, respondió a Pablo: ¿Quieres subir a Jerusalén, y allí ser juzgado de estas cosas delante de mí?


10. Pero Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado como ciudadano romano. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú mejor que nadie puedes percibir. No acepto por lo tanto ser juzgado en Jerusalén.    


11. Porque si hiciese alguna injusticia y realizase algún delito penado con la muerte, que se ajuzgado aquí, y no me niego incluso a recibir la pena de muerte. Pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme como regalo a ellos. Apelo al César y pido ser juzgado ante él.


12. Entonces Festo, habiendo hablado con su consejo, le anunció la decisión: Al César has apelado; al César irás, y por él, ya que lo quieres, serás juzgado.



Vers. 13-27. Pablo ante Agripa.

13. Mientras tanto, habiendo pasado algunos días, llegaron a Cesarea el rey Agripa el más joven, hijo de Agripa I, y su hermana Berenice, para saludar y felicitar a Festo.


14. Y como se quedaon allí más días, Festo expuso al rey la causa de Pablo, diciendo: Hay aquí un hombre que ha sido dejado preso por Félix.


15. Cuando fui a Jerusalén, los principales sacerdotes y los ancianos me presentaron su condenación contra él y me pedían que lo juzgase y que dictaminase decisión condenatoria contra él.


16. Pero les respondí que no es costumbre de los romanos entregar alguno a la muerte como favor y que no es posible dictaminar condena de muerte, antes que el acusado tenga delante a sus acusadores, y le sea dada la oportunidad de defenderse del delito del que es acusado.


17. Entonces ellos vinieron conmigo aquí, y yo enseguida, me senté en el tribunal y mandé traer al hombre.


18. Pero cuando se presentaron en el juzgado los acusadores, no mostraron ningúna acusación de todas las que sospechaba y previstas por la ley romana.


19. Sino que tenían contra él ciertas diferencias y cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, que había muerto, pero que Pablo afirmaba que estaba vivo.


20. Y debido a que yo dudé y me desconcerté sobre el examen de esta cuestión, dije a Pablo si quería a Jerusalén y allí ser juzgado de estas cosas.


21. Pero Pablo apeló a su ciudadanía romana para permanecer preso y ser juzgado por el respetado emperador. Por eso ordené que constinuase su custodia, hasta que le enviara yo al César.


22. Entonces Agripa dijo a Festo:  «Yo también quisiera oír a ese hombre». Y Festo le dijo: «Mañana le oirás».


23. Entonces al siguiente día vinieron Agripa y Berenice con majestuosa pompa y apariencia ostentadora entrando en la audiencia donde tenían lugar los juicios públicos junto con los quiliarcas y principales hombres de la ciudad. Y Festo dio la orden y fue traído Pablo.


24. Entonces Festo dijo: «Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí con nosotros, tenéis ante vosotros y a este hombre que veis, respecto del cual todos los gobernantes de los judíos y muchos otros vinieron a mi encuentro para rogarme, en Jerusalén y aquí, dando voces diciendo que él no debe vivir más.


25. Pero yo percibí que este hombre no ha hecho ninguna cosa digna de la pena de muerte. Y como él mismo apeló al respetado emperador pidiendo ser juzgado por él,  decidí enviarle allí. 


26. Pero no tengo nada cierto que escribir sobre él a mi señor y emperador. Por eso le he traído de la prisión ante vosotros, y mayormente ante ti, rey Agripa, para que tenga lugar la investigación preliminar y obtener de ella algunos elementos para escribir al emperador.


27. Porque me parece absurdo, cuando envío a alguien preso a Roma, no informar de los cargos que haya en su contra».




 

CAPITULO 26

Vers.1-23. Defensa de Pablo ante Agripa.

Agripa entonces dijo a Pablo:se te permite defenderte. Entonces Pablo, tal como acostumbraban todos los que declaraban, extendió por fuera de su capa toda su mano, comenzó a hacer su apología. 

2. «Me considero a mí mismo afortunado, rey Agripa, porque hay voy a defenderme delante de ti de todas las cosas de que soy acusado por los judíos.


3. Soy afortunado por ello, porque tú conoces por excelencia todas las costumbres que mantienen los judíos y todas las cuestiones que son tratadas entre ellos. Por lo cual te ruego que me escuches con paciencia si tengo que seguir mucho tiempo.


4. Todos los judíos saben cuál fue desde mi juventud mi modo de vida, cómo viví desde el principio de mi vida en mi nación y sobretodo en Jerusalén.


5. Ellos me conocen desde hace tiempo, desde el comienzo de mi educación y de mis estudios en Jerusalén. Y si quieren , pueden testificar y comprobar que viví y me comporté de acuerdo a laos principios y a las tradiciones de las formaciones más estrictas de nuestra religión. Es decir viví y fui formado como fariseo.  


6. Y ahora estoy en este tribunal y soy juzgado  por mi esperanza en el Mesías, una esperanza que se basa en la promesa que hizo Dios a nuestros padres. 


7. Y todo el pueblo de Israel, que está formado por doce tribus, con esta esperanza vive, con la de llegar y ver el cumplimiento y la culminación de esta promesa. Y por esta promesa suya realiza ininterrumpidamente, noche y día, los sacrificios de las adoraciones. Por esta esperanza soy juzgado, rey Agripa, y no por otros, sino por los judíos.


8. ¿Por qué está considerado por vosotros como algo increíble que Dios levante a los muertos? Es creencia general de nuestra nación que los muertos resucitarán. ¿Por qué entonces no creéis en esta verdad, cuando os predicamos que ésta fue confirmada con la Resurrección de Jesús? 


9. Y yo no hube creído en la resurreción de Jesús. Y pensaba que tenía el deber de luchar de toda manera posible contra el nombre de Jesús el Nazareno y llevar a cabo muchos planes hostiles contra él.


10. Y así fue, que eso hice en Jerusalén. Llevé a cabo estos planes hostiles, y encerré en cárceles a muchos de los discípulos santificados, habiendo recibido relativos poderes de los principales sacerdotes; y cuando estos hombres inocentes eran condenados a muerte y ejecutados, también yo di mi voto condenatorio en contra de ellos.


11. Y en todas las sinagogas donde eran llevados a juicio, en muchas ocasiones intentaba obligarles a blasfemar sobre el nombre de Jesús, castigándoles con latigazos. Tan grande era mi obsesión, que me enfurecía contra ellos y les perseguía incluso hasta las ciudades que están fuera de las fronteras de Judea. 


12. Entonces mientras estaba ocupado en estas persecuciones e iba a Damasco con autorización especial y permiso que había recibido de los principales sacerdotes,



13. alrededor de la mediodía, cuando el sol tiene su mayor brillo y elimina con él cualquier otra luz en la tierra, vi en el camino, oh rey, una luz más fuerte que el brillo del sol, resplandeciendo alrededor mío y alrededor de los que iban conmigo.


14. Todos nosotros entonces, debido a que no aguantábamos este brillo, caímos en tierra. Yo además escuché una voz que me hablaban en lengua hebrea, que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Es dura cosa para tí dar patadas sobre la aguijada*

* Sobre la guijada o aijada: aguijón (vara con una punta pequeña de hierro en la extremidad superior,) que se emplea para azuzar a los bueyes. La expresión original, del gr. “κέντρα λακτίζειν”, [kéntra laktísin] era una frase proverbial griega y estaba destinada a luchar contra la voluntad de los dioses.



15. Yo entonces pregunté: ¿Quién eres, Señor? Y él respondió: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.



16. Pero levántate, y ponte sobre tus pies. Porque para esto he aparecido a ti, para establecerte como servidor y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas que todavía verás, todas las veces que me apareceré a ti en el futuro.



17. Y yo te salvaré de los peligros que correrás en esta misión tuya, y te protegeré y te libraré del pueblo judío y de los gentiles, a quienes yo te envío.



18. Te envío a ellos, para abrirles sus ojos espirituales, y así regresen de la oscuridad del engaño y del pecado a la luz de la oscuridad, y de la autoridad de satanás a Dios; y así, creyendo en mí, recibirán el perdón de sus pecados y la herencia del cielo junto con los que han sido santificados.



19. Después de esto, rey Agripa, no me negué a obedecer las órdenes que me fueron dadas en aquella visión celestial.



20. Y comencé a predicar primero a los que viven en Damasco y en Jerusalén, y después a toda la tierra de Judea y a las naciones, que se arrepientan y regresen a Dios, haciendo en adelante obras de virtud y de arrepentimiento. Y así con estas obras suyas probarán que su arrepentimiento es verdadero y real.



21. Pero como prediqué a los judíos y a los gentiles el mismo evangelio y reconocí que los gentiles tienen el mismo privilegio que los israelitas, los judíos me arrestaron en el templo e intentaron asesinarme.



22. Pero Dios me protegió y me liberó de la muerte. Entonces después de esta ayuda y protección de Dios, me encuentro sano y salvo hasta este día y doy mi testimonio a menores y mayores. Y con este testimonio mío no digo nada más que lo que los profetas y Moisés dijeron que va a cumplirse.



23. Y con los profetas como base doy respuesta a las cuestiones que se tratan entre los judíos, es decir a si Cristo había de ser sometido a crueles padecimientos, a si sería el primero en resucitar de los muertos, y a si predicaría la luz de la verdad evangélica no sólo al pueblo judío sino también a los gentiles.




Vers. 24-32. Ε
l eco de su discurso. Agripas le considera inocente.

24. Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras que has aprendido te han destruído el cerebro.  


25. Pero Pablo le dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura, que provienen de hombre prudente y sano. 


26. Utilizo hoy sin embargo este lenguaje, pues el rey tiene conocimiento sobre estos acontecimientos. Por eso le hablo con tanto descaro y tanta libertad  y no temo por si me rechaza e impugna. Porque no puedo creer que ignore nada de estos acontecimientos de los que hablo. Todo esto le es conocido, porque no han tenido lugar en algún lugar alejado, sino en la misma capital de Israel y ante los ojos de todos los judíos. 


27. ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.


28. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano.


29. Y Pablo dijo: Rogaría a Dios, bien de modo fácil y con poco esfuerzo, bien de modo difícil y con muchos intentos, que no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tal como yo soy, excepto sin estas cadenas, las cuales no deseo a ninguno de vosotros que las pruebe.


30. En cuanto Pablo dijo estas cosas, se levantó el rey, y el notario romano, y Berenice, y todos los que se habían sentado con ellos.


31. Y según se iban, comenzando a hablar entre ellos y a decir que ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre.


32. Agripa dijo además a Festo: Podría este hombre haber sido puesto en libertad, si no hubiera apelado a César».


  

CAPITULO 27.

Vers.1-12. El viaje de Pablo hacia Roma.

Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, que pertenecía al grupo militar que tenía el título "Respetada Espiral".  


2. Subimos a bordo de un barco que pertenecía al puerto de la ciudad de Adramitio. Esta ciudad se encontraba en la costa de Asia Menor enfrente de Lesbos. Zarpamos hacia el mar y según el recorrido de nuestro barco viajaríamos hacia los puertos que se encontraban a lo largo de la costa asiática. Con nosotros estaba Aristarco el macedonio, de Tesalónica.


3. Al otro día llegamos a Sidón. Julio trataba con amabilidad y simpatía a Pablo, y le permitió que fuese a encontrar a sus amigos y ser atendido por ellos.


4. Y de allí partimos y navegamos cerca de Chipre, y a lo largo de su costa oriental, porque los vientos eran contrarios.


5. Y habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira de Licia.


6. Y hallando allí el centurión una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella.


7. Pero como el viento era contrario, durante bastantes días navegábamos despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, que se encuentra frente a Rodo y Cos. Y porque nos impedía el viento, no fuimos directamente hacia occidente, sino a lo largo de la costa sur de Creta, pasando cerca del faro de Salmón, el cual se encuentra enfrente de Kasos


8. Navegando con mucha dificultad junto a las costas de Creta, llegamos a un lugar que se llama Buenos Puertos, cerca del cual estaba una ciudad que se llama Lasea.


9. Pero hasta que llegamos allí, pasó bastante tiempo, y era ya peligroso viajar por mar, porque habia pasado ya el periodo del ayuno otoñal de los judíos y pronto nos enfrentaríamos a las tempestades de Noviembre. Por eso Pablo aconsejaba a los que estaban en el barco, 


10. diciéndoles: «Varones, veo que nuestro viaje por mar va a ser con gran perjuicio y con gran peligro de pérdida, no sólo del cargamento y del barco, sino también de nuestras vidas».


11. Pero el centurión daba más crédito al capitán del barco y a su propietario, que a lo que Pablo decía.


12. Y debido a que el puerto era inadecuado para pasar allí el invierno, la mayoría acordó zarpar también de Buenos Puertos hacia mar abierto, con la esperanza de que pudiesen llegar al puerto de Fenice y pasar allí el invierno, protegidos de las grandes tempesades de los vientos del sur y del oeste. Porque este puerto de Creta se encuentra bajo los laterales de una colina expuesta al viento nordeste y sudeste.


Vers. 13-38. La tempestad.

13. Entonces en un momento en que comenzó soplando un suave viento del sur, les pareció que ya podrían llevar a cabo con seguridad su plan lo que deseaban, y levando las anclas navegaron lo más cerca posible de las costas de Creta.


14. Pero no mucho después estalló sobre Creta un fuerte viento huracanado  llamado "Euroclidón", es decir tormenta oriental. 


15. Y debido a que el barco era llevado como si hubiese sido arrebatado por el viento, y no pudiendo reestablecerse ante su violencia, abandonamos todo intento de manejar el barco y lo dejamos a la misericordia del viento, yendo a donde nos llevasen las olas. 


16. Y habiendo pasado rápido bajo un apequeña isla llamada Clauda*, justo después y con dificultad pudimos subir sobre el barco, que hasta entonces estaba atada detrás del barco y era arrastrada por el viento. 

* Texto original: "Κλαύδη (Γαύδος)", [Kláfdi (Gáfdos)]


17. Y una vez subida a bordo, la colocaron en el barco. Después utilizaron cuerdas, las pasaron bajo la quilla del barco, y con ellas ataron por debajo el barco apretando sus laterales, para que aguantase las olas. Pero como temían caer fuera e impactar en la gran Sirte de la costa africana, la cual no tenía ningún puerto, echaron abajo el ancla para que colgase bajo el agua. Y así, teniendo el barco a salvo y su ancla colgando dentro del mar, le dejaron ser llevado por las olas. 


18. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a arrojar al mar una parte de la carga, para aligerar el barco y para que se levantase más arriba. 


19. Al tercer día con nuestras propias manos arrojamos al mar las cuerdas, los mástiles y en general todos los aparejos del barco.


20. Durante muchos días no se veían ni el sol ni las estrellas, y cayó un duro invierno e inclemencias. Y de este modo pedíamos cada vez más toda esperanza de salvarnos.


21. Pero también los tripulantes estaban exhaustos, porque no habían comido nada durante muchos días. Por eso Pablo se puso en pie en medio de ellos, diciendo: «Deberían varones, haber escuchado mi consejo y no zarpar de Creta. Así se hubiesen evitado estos perjuicios y daños».


22. Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues ninguno de vosotros perderá la vida. Solo se perderá la nave . Todos nosotros nos salvaremos.


23. Y esto lo conozco bien, porque esta noche se me ha presentado un ángel de Dios, al cual pertenezco y al cual adoro,


24. y me dijo: «No temas, Pablo. Según el plan de Dios es necesario que comparezcas ante el César. Y he aquí, que no solo te salvarás tú, sino que gracias a ti Dios salvará también a todos los que navegan contigo».


25. Por tanto, oh varones, adquirid coraje y buen ánimo. Porque tengo fe inamovible en Dios y sucederá así como se me ha dicho el ángel.


26. Y según el plan de Dios que me reveló el ángel, es necesario que encallemos en alguna isla.


27. Entonces cuando llegó la decimacuarta noche, desde que fuimos llevados sin control a través del mar Adriático, alrededor de la medianoche los marineros sospecharon que se acercaban a tierra firme.


28. Echaron entonces la sonda para medir la profundidad del mar, y hallaron veinte brazas; y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas, es decir veintisiete metros.


29. Y temiendo caer fuera tras chocar en escollos o rocas, echaron cuatro anclas por la popa, y esperaban que se hiciese de día.


30. Pero entonces los marineros procuraron huir de la nave, y por ello echaron la barca al mar, con la excusa de que querían largar las anclas de proa, a cierta distancia del barco.


31. Entonces Pablo dijo al centurión y a los soldados: «Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podréis ser salvados».


32. Entonces los soldados cortaron las cuerdas con las que estaba atada la barca al barco,y las dejaron caer sobre el mar.


33. Y hasta que comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: «Este es el decimocuarto día que estáis en ayunas, sin haber comido casi nada, esperando ver qué sucederá con esta tormenta.


34. Por eso, os ruego, comed algo, porque pasaremos muchas dificultades hasta que piséis tierra firme. Y debido a que tenéis que coger fuerzas, es necesario ahora que comáis. Encontrad de nuevo vuestro apetito, el cual habéis perdido ante vuestro temor. No temáis, porque ninguno de vosotros perderá ni un pelo de su cabeza. No vais a recibir ni el más mínimo daño». 


35. Y habiendo dicho esto, tomó pan con sus manos y dio gracias a Dios delante de todos. Después partió el pan y comenzó a comer. 


36. Así se llenaron todos de valor, adquirieron una buena disposición y comieron también ellos.


37. En el barco éramos un total de 276 almas.


38. Y habiendo quedado todos satisfechos, comenzaron a arrojar el trigo al mar, para aligerar el barco, de modo que se elevase más por encima del mar y se acercase más fácil y más rápido a la costa.   



 Vers. 39-44. El naufragio.

39. Cuando amaneció, vieron tierra firme, pero no pudieron reconocer a qué región pertenecía. Sin embargo distinguieron bien un golfo que tenía una playa de arena, y allí decidieron, si es que lo conseguían, atracar el barco.


40. Desataron entonces las cuerdas que mantenían unidas al barco las anclas, y las dejaron caer al mar. Al mismo tiempo desataron tambén las cuerdas con las que levantaron los timones fuera del agua y las ataron para que no fuesen utilizadas. Debido a la tempestad las hubieron abandonado, pero ahora las utilizarían de nuevo. Después levantaron la pequeña vela de proa e intentaron con el viento que soplaba dirigir el barco hacia la playa.


41. Pero cayeron sobre un cabo submarino poco profundo e imperceptible, que dividía el fondo del mar en dos, formando así dos mares, y allí hicieron encallar la nave. De este modo la proa se adentró con fuerza sobre la arena y quedó inmóvil, mientras que la popa comenzó a partirse con la violencia de las olas.


42. Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugase nadando.


43. Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió este intento, y mandó que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra;


44. Al resto les ordenó que saliesen, unos sobre tablas y otros sobre fragmentos de madera del barco. 




CAPITULO 28. 

Vers. 1-10. Pablo en Malta.

Estando ya a salvo, se enteraron de que la isla se llamaba Malta*.

* Original: "Μελιτη", [Melíti].


2. Mientrastanto los habitantes de lengua extranjera mostraron un comportamiento muy caritativo hacia nosotros y con una simpatía particular. Y encendiendo un fuego, nos recibieron a todos con amabiidad y nos advirtieron del peligro al que estábamos expuestos, ya que había comenzado a llover y hacía frío.


3. Y mientras Pablo juntó en un montón  bastante leña, la echó sobre el fuego, y una víbora escapando del calor saltó de la leña y le mordió la mano.


4. Cuando los isleños de habla extranjera vieron al espantoso reptil colgando de su mano, dijeron entre ellos: «Desde luego este hombre es homicida; aunque se ha librado del mar, la divina justicia no le ha dejado vivir».


5. Entonces Pablo se sacudió de encima suyo el reptil, arrojándolo al fuego, y no sufrió ningún mal.


6. Ellos sin embargo esperaban que sufriese hinchazón o que cayese muerto al suelo de repente  Estaban esperando que él se hinchase, o cayese muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y dijeron que era un dios.


7. Cerca de aquella región donde tuvo lugar el naufragio había propiedades del hombre principal de la isla, llamado Publio. Este nos recibió y hospedó con mucha amabilidad durante tres días.


8. Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería. Entonces Pablo entró en su habitación para verle y después de haber orado puso las manos sobre él y le sanó.


9. Hecho esto, comenzaron a acudir a Pablo todos los de la isla que tenían enfermedades, y eran sanados;


10.  Estos  también nos honraron con muchas muestras de respeto y, cuando nos fuimos de la isla, nos suministraron con todo lo necesario para el viaje.

 

 

Vers. 11-16. De Malta a Roma.

11. Después de tres meses, zarpamos con un barco que había pasado el invierno en la isla y era alejandrino.  Este barco tenía por emblema la imagen de los Dioscuros, es decir de Castor y Polideuces*, los cuales según la mitología eran gemelos hijos de Días**.

* Polux en Roma.

** Júpiter en Roma.


12. Navegamos hasta Siracusa, capital de Sicilia, y estuvimos allí tres días.


13 De allí, navegamos alrededor de la isla de Sicilia y llegamos a Regio. Y cuando, pasado un día, soplaba viento sur, llegamos después del viaje de dos días a Puteoli.


14. Allí encontramos hermanos cristianos y nos aliviamos tanto ante el encuentro y la comunicación con ellos, que nos quedamos siete días. Y luego fuimos a Roma,


15. Pero mientras tanto, estando todavía en Puteoli, escucharon los hermanos de Roma la noticia de nuestra llegada, y la de cuándo nos iríamos de allí, y salieron a encontrarnos hasta la plaza comercial llamada "Foro de Apio" y hasta las "Tres Tabernas". Cuando les vio Pablo, dio gracias a Dios y expresó su deseo de ver también a los cristianos que estaban en Roma, y cobró aliento ante su presencia.


16. Y cuando llegamos a Roma, el centurión entregó al comandante del ejército los acusados encadenados. A Pablo sin embargo se le permitió vivir a el sólo, con un soldado que le custodiase.



Vers. 17-22. Primera conversación de Pablo con los notables judíos.

17. Tres días después Pablo llamó a encuentro en la casa que era custodiada por los notables judíos. Cuando éstos se reunieron, les dijo Pablo: «Varones hermanos, yo, sin haber hecho nada en contra de nuestro pueblo o en contra de las tradiciones que heredamos de nuestros ancestros, me arrestaron en Jerusalén y me entregaron preso en la mano de los romanos.


18. Ellos me interrogaron y quisieron dejarme libre, no habiéndome encontrado clpable de ningún delito merecedor de la pena de muerte.


19. Pero como se opusieron los judíos y se quejaron, me vi obligado a apelar al César, no porque tuviese algo de qué acusar a nuestra nación ante el emperador, sino porque querá evitar la muerte injusta.


20. Para explicaros entonces esta causa real de mi encarcelamiento, os he llamado aquí para veros y para hablaros. Y tomé valor para hablaros y para daros explicaciones, porque estoy sujeto con esta cadena, debido a que permanezco firme en la esperanza que el pueblo israelita tiene en la venida del Mesías. A este mismo predico.


21. Entonces ellos le dijeron: Nosotros no tomamos cartas de Judea para tí, ni ninguno de los hermanos que han venido aquí nos ha referido explícitamente, ni nos ha dicho nada malo sobre tí.


22. Consideramos entonces justo escuchar de ti qué es lo que piensas. Porque de esta formación religiosa a la que perteneces, nos es conocido que en todas partes tienen lugar desavenencias y desacuerdos.  



Vers. 23-29. Segunda conversación de Pablo con los judíos. 

23. De este modo le fijaron un día de encuentro para debatir este tema, y fueron a la posada donde eran hospedados, siendo esta vez mayores en número que la primera. Entonces empezó Pablo a explicarles y a dar frente a Dios su sagrado testimonio sobre el reino de Dios. Intentaba desde la noche hasta la mañana convencerlos de las verdades referentes a Jesús, dando demostraciones también desde la ley de Moisés, explicando las estipulaciones y las representaciones existentes en los libros del Pentateuco, y de los profetas, interpretando sus predicciones sobre el Mesías.   


24. Y algunos parecían creer en lo que Pablo les decía, pero otros no lo creían.


25. Y como no se ponían de acuerdo entre ellos, comenzaron a marcharse, diciéndoles antes Pablo algo más, que bien dijo el Espíritu Santo a través del profeta Isaías a nuestros antepasados:


26. "Ve a este pueblo, y diles: Escucharéis con vuestros oídos la enseñanza de la verdad, pero no la entenderéis; y veréis con vuestros ojos la evidencia y el cumplimiento de esta enseñanza, pero no la percibiréis.


27. Porque este pueblo se niega concienzudamente a creer, su entendimiento se ha oscurecido y oyeron pesadamente con los oídos de su alma y cerraron sus ojos interiores. Y así han inutilizado ellos mismos sus sentidos espirituales, negándose a ver con sus ojos interiores y escuchar con los oídos de su alma y a entender con el entendimiento la verdad que se les enseña y arrepentirse, para que les sane".


28. Entonces si tan inflexibles sois, aprended que esta salvación de Dios que es ofrecida a través del Mesías fue enviada a los gentiles. Estos escucharán con buena disposición y se aplicarán a esta predicación de salvación.


Vers. 30-31. Pablo, dos años preso, predica a Cristo. 

30. Mientras tanto Pablo permaneció dos años completos en una casa que con su dinero alquilaba, y recibía con buena disposición y agradecido a todos los que iban a visitarle.


31. Les predicaba el reino de Dios, el cual el Mesías Jesús estableció como herencia de los fieles, y les enseñaba las verdades referentes a la persona de Jesús Cristo. Predicaba y enseñaba estas verdades con valor y coraje y sin temor, sin imponérsele ningún impedimento exterior.