El Apóstol de las naciones Pablo, cuya fatiga fue mayor que
la de todos los otros Apóstoles, nació en Tarso de Cilicia. Su padre era
fariseo y procedía de la tribu de Benjamín. Estudió en Jerusalén “instruido
a los pies de Gamaliel” y se hizo conocedor como pocos de la teología
rabínica. Al octavo día de su nacimiento, cuando le fue realizada la circuncisión, le fue dado el
nombre de Saúl o Saulo. Pero como también había heredado de su padre la
particularidad de ciudadano romano, recibió después también el nombre de Pablo, el cual era usual
en las familias romanas que procedían de determinadas familias.
Perseguidor implacable de la Iglesia inicialmente, se cambió
al Cristianismo cuando se le apareció el Señor resucitado en su camino cerca de
Damasco.
Sobre esta aparición,
incluso el reconocido racionalista Baur se vio obligado a confesar que “con
ningún análisis, ni psicológico ni dialéctico, puede nadie sondear el misterio
de la energía con la cual Dios reveló su Hijo a Saúl”.
Tenía un discernimiento y una percepción fuertes, corazón fogoso,
actividad indomable, voluntad de acero, de naturaleza sentimental, gran observación
moral, presteza y destreza, creatividad e iniciativa, una peculiar capacidad de
organizar y habilidad para mandar y para gobernar, y con pocas palabras inusuales
riquezas mentales y atributos espirituales. Todo esto señalaba a Pablo como un
realmente ingenioso Apóstol, completamente dedicado a su misión y excelente en
su infatigable y excelentemente fructífera acción suya, la cual tuvo una duración
de siete años, y atravesó Arabia y Tarso, bajo hasta Antioquia como ayudante de
Barnabá para la organización de sus iglesias, y llevó a cabo los sus recorridos apostólicos a los cuales se hace referencia en los Hechos (13,1 - 14,27 ; 15,36 - 18,22 y 18,23 - 21,16).
Tras ser arrestado en Jerusalén y permanecer durante dos años encerrado en Cesarea, fue llevado despues durante un peligroso viaje marítimo a Roma. Allí, donde nuevamente permaneció encadenado y bajo vigilancia militar durante dos años, fue liberado, para así llevar a cabo el cuarto recorrido apostólico, como se muestra en sus cartas pastorales. Finalmente fue arrestado de nuevo por Nerón, y alrededor del año 64 d.C. recibió la muerte por martirio mediante espada.
Tras ser arrestado en Jerusalén y permanecer durante dos años encerrado en Cesarea, fue llevado despues durante un peligroso viaje marítimo a Roma. Allí, donde nuevamente permaneció encadenado y bajo vigilancia militar durante dos años, fue liberado, para así llevar a cabo el cuarto recorrido apostólico, como se muestra en sus cartas pastorales. Finalmente fue arrestado de nuevo por Nerón, y alrededor del año 64 d.C. recibió la muerte por martirio mediante espada.