EL NUEVO TESTAMENTO (Nikolaos Sotirópoulos). EVANGELIO SEGUN SAN MARCOS.

EVANGELIO SEGUN SAN MARCOS

 

 

 

 1. Comienzo del evangelio Juan el precursor 

(Mat.3,1-12; Lc. 3,1-9;15-17. Jn.1,19-28) 


1. Principio del jubiloso mensaje sobre Jesús Cristo, el Hijo de Dios (Este principio tiene lugar con el con el precursor Juan) 2 De acuerdo a lo escrito en los profetas (Malaquías e Isaías), «He aquí yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare tu camino. 3 Voz de uno, que clama fuertemente en el desierto: "Preparad el camino para que pase el Señor, enderezad sus sendas"». 4 Vino Juan y bautizaba en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. 5 Y salían e iban hacia él los habitantes de toda Judea y los de Jerusalén, y eran bautizados todos por él en el río Jordán, confesando (al mismo tiempo) sus pecados. 

6 Y Juan estaba vestido de pelo de camello, con un cinto de cuero alrededor de su cintura, y comía langostas y miel de abejas silvestres. 7 Y predicaba diciendo: «Después de mí viene mí el que es más poderoso que yo, ante el cual no soy digno de inclinarme para desatar la correa de su calzado. 8 Yo a la verdad os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».




El bautismo de Jesús

(Mt. 3,13-17; Lc. 3, 21-22)

 


9 En aquellos días,
vino Jesús de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 Y luego, en cuanto subió del agua, vio abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. 11 Y vino una voz de los cielos, Tú eres mi Hijo amado, a ti te he elegido 1 (y he establecido como Mesías, como Cristo)

 

1 Ver Isaías 42,1 como aparece en Mat. 12,18. 



Satanás tienta a Jesús
(Mt. 4.1-11; Lc. 4.1-13)


12 Y justo después el Espíritu le condujo fuera al desierto. 13 Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y afrontó tentaciones por Satanás. Y vivía junto con las fieras, pero los ángeles le servían. 



Jesús principia su ministerio
(Mt. 4.12-17; Lc. 4.14-15)


14 Después que Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea y predicó el jubiloso mensaje sobre el reino de Dios, 15 diciendo: «Se ha cumplido el tiempo (establecido) y ha llegado el reino de Dios. Arrepentíos, y creed en el
jubiloso mensaje».

 

 

 

La llamada de los primeros discípulos 

(Mt. 4.18-22; Lc. 5.1-11)


16 Mientras caminaba cerca del mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. 17 Y les dijo Jesús: «Seguidme y haré que seáis pescadores de hombres». 18 Y dejando enseguida sus redes, le siguieron. 19 Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, preparando también ellos las redes dentro de la barca, 20 y seguidamente los llamó. Dejaron entonces a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y le siguieron. 

 

 

Predicación y sanación de un endemoniado en Capernaúm
(Lc. 4,31-37)


21 Y entraron en Capernaum, y directamente el Sábado entró en la sinagoga, y enseñaba. 22 Y (sus oyentes) se admiraban de su doctrina. Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Estaba en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo (demonio), que voceaba, 24 diciendo: «¡Ah! ¿Qué tenemos en común contigo, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el elegido de Dios». 25 Pero Jesús le reprendió y le ordenó (al espíritu inmundo), diciendo: «¡Para de hablar y sal de él!» 26 Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él. 27 Y todos sintieron sorpresa y temor, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: «¿Qué es esta cosa?» ¿Qué nueva doctrina es esta? ¿Con qué autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen? 28 Y rápidamente se difundió su fama por toda la región  de Galilea. 


 

 

Sanación de la suegra de Simón (Pedro) y otros enfermos
(Mt. 8.14-17; Lc. 4,38-41)



29 Y directamente salieron de la sinagoga y fueron a casa de Simón y Andrés, junto con Jacobo y Juan. 30 Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre. Y  en seguida le hablaron de ella. 31 Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó, e inmediatamente le dejó la fiebre, y comenzó a servirles (a cuidarles). 32 Y cuando llegó la noche y se puso el sol, le traían todos los enfermos y los endemoniados. 33 Y todos los habitantes de la ciudad se juntaron fuera de la puerta (de la casa de Simón Pedro). 34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de muchas enfermedades, y expulsó muchos demonios, y no dejaba hablar a los demonios, porque sabían que él es el Cristo (el Mesías).





Oración, predicación y expulsión de demonios.
(Lc. 4,42-44)


35 Levantándose muy de mañana, siendo aún de noche, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. 36 Pero Simón y los que con él se apresuraron tras él para encontrarle. 37 Y cuando le encontraron, le dijeron: «Todos te buscan». 38 Él les dijo: «Vayamos a las aldeas cercanas, para que predique también allí. Porque esta es mi misión». 39 Y predicaba en sus sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.





Sanación de un leproso y afluencia hacia Jesús en el desierto
(Mt. 8, 1-4; Lc. 5, 12-16)


40 Vino a él un leproso, rogándole, y arrodillándose ante él, le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme (de la lepra)». 41 Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: «Quiero, sé limpio (de la lepra)». 42 Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquel, y quedó limpio. 
43 Entonces le encargó rigurosamente, y le despidió luego, 44 y le dijo: «Atiende en no decir a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza (por tu sanación) lo que Moisés mandó, para que te den confirmación (de tu sanación) ». 45 Pero él, cuando se fue, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el acontecimiento, de manera que ya Jesús no podía entrar en población abiertamente, sino que se quedaba fuera en lugares desiertos. Y venían a él de todas partes.






 2. Jesús sana a un paralítico

(Mt. 9,1-8; Lc. 5,17-26)



2 Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en una casa. 2 E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta.  les predicaba la palabra. 3 Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. 4 Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. 5 Al ver Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te han sido perdonados. 
6 Estaban allí sentados algunos de los escribas, y pensaban dentro de ellos: 7 «¿Por qué habla este así, diciendo blasfemias?. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, el  Dios?» 8 Y conociendo directamente Jesús por información sobrenatural interior que pensaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: «¿Por qué pensáis eso dentro de vosotros? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te han sido perdonados", o decirle: "Levántate, toma tu lecho y anda"? 10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados,  -dice al paralítico-: 11 «A ti me dirijo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa». 12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto estos fenómenos».

 
 




Llamamiento de Leví (de Mateo)
(Mt. 9,9-13; Lc. 5,27-32)



13 Después salió y fue de nuevo junto al mar. Y toda la gente venía a él, y les enseñaba. 14 Después, partiendo y pasando de allí, vio a Leví, el hijo de Alfeo, sentado donde se cobraban los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Y levantándose, le siguió. 15 Después, cuando estaba a la mesa en su casa, junto con Jesús y sus discípulos, estaban también a la mesa muchos publicanos y pecadores. Porque eran muchos, los que le habían seguido. 16 Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, decían a los discípulos: «¿Por qué come y bebe con los publicanos y pecadores?» 17 Al oír esto Jesús, les dijo: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a santos, sino a pecadores en arrepentimiento» .





La pregunta sobre el ayuno
(Mt. 9.14-17; Lc. 5.33-39)



18 Y cuando los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunaban, entonces  vinieron algunos y le dijeron: «¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?» 19 Jesús les dijo: «¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el Novio? Entre tanto que tienen consigo al Novio, no es posible que ayunen. 20 Pero vendrán días en que les será quitado de ellos y matarán al Novio, y entonces en aquellos días ayunarán. 21 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera, el nuevo (es decir el remiendo) tira y se separa de lo viejo, y se hace así  peor la rotura. 22 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos. De otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden. Entonces el vino nuevo ha de entrar en odres nuevos». (Los que permanecen apegados al Judaísmo son odres viejos, que no pueden mantener un vino nuevo, el del Cristianismo. El Cristianismo requiere nuevos sacos, hombres liberados del Judaísmo)






El Sábado para el hombre, no el hombre para el Sábado
(Mt. 12,1-8; Lc. 6,1-5)
 

23 Aconteció que en Sábado pasó Jesús por los sembrados. Y empezaron sus discípulos, según iban caminando, comenzaron a arrancar espigas. 24 Entonces los fariseos le dijeron: «Mira lo que hacen en Sábado, algo que no está permitido» 25 Pero él les dijo: «¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con él estaban?; 26 Es decir que entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, los cuales sólo les está permitido a los sacerdotes comer, y también dio a los que con él estaban? 27 Además les dijo: «El Sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el Sábado. 28 Y el Hijo del Hombre es Señor también del Sábado.

 

 

 

 

 

3. Sanación en Sábado

(Mt. 12,9-15a; Lc. 6,6-11)



Otra vez entró Jesús en la sinagoga. Había allí un hombre que tenía la mano paralítica. 2 Y le observaban para ver si le sanaría en Sábado, a fin de poder acusarle. 3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano paralítica: «Levántate y ponte aquí enfrente» 4 Después les dijo a ellos: «¿Qué está permitido en Sábado, hacer alguien el bien, o hacer el mal? ¿Salvar a un hombre, o matarle?» Pero ellos callaban. 5 Entonces, haciendo un recorrido con su mirada sobre ellos con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: «Extiende tu mano». Y  la extendió, y la mano le fue restaurada sana, como la otra. 6 Y enseguida salieron  los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.

 

 

 

Αfluencia hacia Jesús, aglomeración, sanación de enfermos

 

7 Mas Jesús se retiró en dirección al mar con sus discípulos. Y le siguió gran multitud de Galilea. 8 Y de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón, oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes multitudes vinieron a él. 9 Dijo entonces a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca allí para él, a causa del gentío (para entrar en ella), para que no le oprimiesen. 10 Porque había sanado a muchos; de manera que por tocarle, cuantos tenían plagas caían sobre él. 11 Y los espíritus inmundos, al verle, caían ante él, y daban voces, diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios». 12 Pero con gran severidad les ordenaba que no mostrasen quién es. 

 


Elección, autoridad y nombre de los doce apóstoles
(Mt. 10,1-4; Lc. 6,12-16)


13 Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. 14 Y eligió a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, 15 y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para expulsar demonios. 16 Eligió a Simón y le puso por sobrenombre Pedro; 17 y a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, y los apodó Boanerges, esto es, hijos del Trueno; 18 y a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananista, 19 y Judas Iscariote, el que le entregó.

 


 

La blasfemia contra el Espíritu Santo
(Mt. 12,22-30; Lc. 11,14-23)


 

20 Y fueron a una casa. Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer. 21 Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle y para delimitarle. Porque decían, que perdió su lógica. 

 

 


«Decían que tenía a Beelzebú...»! Respuesta de Jesús

 

22 Pero los escribas, que habían venido de Jerusalén, decían que tenía dentro a Beelzebú, y que por el poder del príncipe de los demonios expulsaba los demonios. 23 Entonces les llamó y les decía en parábolas (con ejemplos análogos): «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?» 24 Si un reino está dividido en partes combatientes entre sí, tal reino no puede permanecer. 25 Y si una familia se divide entre partes combatientes entre sí , tal familia no puede permanecer. 26 Y si Satanás se levanta contra sí mismo, y se divide, no puede permanecer. 27 Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata. Sólo entonces podrá saquear su casa».

 

 

La blasfemia contra el espíritu Santo 

(Mt. 12, 31-32)


 

28 «De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hombres, y todas sus irreverencias. 29 Pero quien muestre irreverencia contra el Espíritu Santo, no tendrá nunca perdón, sino que es reo de castigo eterno». 30 Dijo esto porque decían de Él: «Tiene espíritu inmundo». (Blasfemia, u ofensa, irrevenrencia contra el Espíritu Santo es es esto; que vea alguien muy claramente una manifestación del Espíritu Santo, de la Divinidad, mediante milagro, como es la expuldión de demonio, y que sin embargo no crea, y que tergiverse el sentido del milagro. Esto significa depravación y perversión de la conciencia y falta de arrepentimiento, por eso e por lo que nunca se perdona)

 

 

 

La familiaridad espiritual superior a la carnal

(Mt. 12.46-50; Lc. 8.19-21)


 

31 Llegaron entonces su madre y sus hermanos, se quedaron fuera de la casa y enviaron a llamarle. 32 Alrededor de él estaban muchos. Y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan». 33 Él les respondió diciendo: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» 34 Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: «He aquí mi madre y mis hermanos. 35 Sí, el que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre»

 

 

 




4 Parábola del sembrador
(Mt. 13.1-9; Lc. 8.4-8)

 
4 Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que se vio obligado a entrar y a sentarse en una barca dentro del mar, se sentó en ella en el mar. Y toda la gente estaba en tierra a la orilla del  mar. 2 Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: 
3 « ¡Atended! He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4 Y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. 5 Otra parte cayó en suelo pedregoso, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. 6 Pero salido el sol, recibieron los rayos abrasantes y, porque no tenía raíz (raíz profunda), se secó. 7 Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron a su alrededor y la ahogaron, y no dio fruto. 8 Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno». 9 Les dijo también a ellos: «El que tiene oídos para oír, oiga».

 

 

 

Por qué Jesús habla mediante parábolas 

(Mat. 13, 10-17. Luc. 8, 9-10)

 

10 Cuando estuvo solo (sin la gran multitud de los que le escuchaban), los que estaban cerca de él junto con los doce le preguntaron sobre la parábola (sobre el significado de la parábola). 11 Y les dijo: «A vosotros os ha sido el privilegio de conocer los misterios del reino de Dios, mas a los que permanecen fuera del lugar  de la fe, todo les es enseñado por parábolas; 12 para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados». 


 

 

Interpretación de la parábola del sembrador 

(Mat.13, 18-23. Luc. 8, 11-15)

 


13 Entonces les dijoa ellos (que preguntaron por el significado de la parábola del sembrador): «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? (es decir, y la más difícil?) 14 El sembrador es el que siembra la palabra. 15 Y las semillas, que cayeron junto al camino, se refieren (tienen sus aplicación) sobre quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones. 16 Y las semillas que cayeron en parte pedregosa, se refieren a los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; 17 pero no tienen raíz (profunda raíz) en ellos, sino que se gozan sólo momentáneamente. Después cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, enseguida son perturbados. 18 Y las semillas que cayeron entre espinos se refieren a los que oyen la palabra, 19 pero los agonizantes cuidados de esta vida y el disfrute de las riquezas, así como los disfrutes del resto otras cosas, entran dentro y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 20 Y las semillas que fueron sembradas en buena tierra, se refieren a  los que oyen la palabra y la aplican, y dan fruto al treinta, al sesenta, y al cien por cien.
 
 
 
 
 
 
Palbras en parábola sobre el candil y la medida
(Luc. 8,16-18)

 
 
21 También les dijo: «¿Acaso se trae el candil para ser puesto debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? 22 Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. 23 Si alguno tiene oídos para oír, oiga. 24 Les dijo también: «Poned atención a lo que oís (de mí). Porque con la medida de la atención que atendéis, con esta medida seréis atendidos, y con lo superior a lo habitual vosotros, que ponéis atención en lo que oís. 25 Porque al que tiene, se le dará, mientras que al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».
 
 
 
 
 
La parábola de la semilla que crece por sí sola
 

 
26 Decía además: «Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; 27 y duerme y se levanta, de noche y de día (sin hacer nada por el crecimiento de la semilla) y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. 28 Porque por sí sola la tierra produce primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga. 29 Y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque ha llegado el tiempo de la siega».
 
 
 
 
Parábola de la semilla de mostaza
(Mt. 13, 31-32; Lc. 13, 18-19)



30 Decía también: ¿Con qué compararemos el reino de Dios? ¿O con qué parábola lo compararemos? 31 Es semejante al grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; 32 pero después de sembrado, germina, crece, y se hace mayor que todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra. 
 
 
 

El uso que Jesús hace de las parábolas
(Mt. 13.34-35)

33 Con muchas parábolas como estas les predicaba la palabra, conforme a sus capacidades perceptivas. 34 Y sin parábolas no les 
predicaba la palabra. Aunque a sus discípulos en particular les explicaba todo. 
 
 

Jesús calma la tempestad
(Mt. 8,23-27; Lc. 8,22-25)

35 Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo (a sus discípulos): «Pasemos al otro lado». 36 Y despidiendo a la multitud, le tomaron con ellos, como estaba, dentro de la barca. Y había también con él otras barcas (flotando sobre el mar). 37 Pero se levantó una gran tempestad de viento, y las olas levantaban y entraban en la barca, de tal manera que comenzó a hundirse. 38 Y él estaba en la popa, durmiendo encogido sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: «Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?» 39 Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: «Calla, enmudece». Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. 40 Y les dijo: «¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?» 41 Entonces sintieron gran asombro, y se decían el uno al otro: ¿Quién es este, que aun el viento y el mar le obedecen?»  
 
 
 
 
 
 
5 La sanación del endemoniado en la tierra de los gadarenos *

(Mt. 8.28-34; Lc. 8.26-39) 


* Gadarenos: habitantes de Gadara, una ciudad de la Decápolis, cerca del Mar de Galilea, en la moderna Umm Qeis


1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. 2 Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo (demonio), 3 que habitaba en los sepulcros, y ni aun con cadenas podía nadie mantenerle atado, 4 porque muchas veces había sido atado con amarres de hierro en los pies y cadenas en las manos, pero había roto las cadenas, y había hecho pedazos amarres de hierro de los pies, y nadie le podía dominar. 5 Y continuamente, de día y de noche, estaba en los sepulcros y en los montes, dando voces e hiriéndose con piedras. 6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió y le reverenció. 7 Y clamando a gran voz, dijo: «¿Qué tienes tú conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». 8 Porque le decía: «Sal de este hombre, espíritu inmundo». 9 Y le preguntó: «¿Cómo te llamas?» Y respondió diciendo: «Legión me llamo; porque somos muchos». 10 Y le rogaba mucho que no los expulsase fuera de aquella región. 11 Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. 12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: «Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos». 13 Y se lo permitió enseguida Jesús. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil. Y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. 14 Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y difundieron el acontecimiento en la ciudad y en los campos. Y los habitantes salieron a ver qué era aquello que había sucedido. 15 Y vienen a Jesús, y ven al endemoniado, que había tenido la legión (de demonios), sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 16 Y les contaron los que lo habían visto, lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. 17 Y comenzaron a rogarle (a Jesús) que se fuera de su región. 18 Y cuando entraba en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le llevase junto a él. 19 Mas Jesús no le seguirle, sino que le dijo: «Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, mediante las cuales te ha mostrado su misericordia.». 20 Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él, y todos se maravillaban.





Jesús sana a la hemorroísa y resucita a hija de Jairo, uno de los principales de la sinagoga
(Mt. 9,18-26; Lc. 8,40-56)


21 Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se concentró a su alrededor una gran multitud. Y él estaba junto al mar. 22 Entonces viene uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo, y en cuanto le vio (a Jesús), cayó a sus pies, 23 y le rogaba mucho, diciendo: «Mi hijita está en las últimas. Ven y pon tus manos sobre ella para que se ponga bien y para que viva» 24 Fue, pues, Jesús con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. 

25 Pero una mujer, que desde hacía doce años padecía de hemorragia, 26 y había sufrido mucho ante muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27 cuando oyó hablar de Jesús, atravesando entre la multitud llegó por detrás, y tocó su manto. 28 Porque decía dentro de ella: «Si tocare tan solamente su manto, seré salvada». 29 Y en seguida su hemorragia se detuvo; y sintió en el cuerpo que fue sanada de aquella atormentadora enfermedad. 30 Y al instante Jesús entendió, que salió poder de él, y volviéndose a la multitud, dijo: «¿Quién ha tocado mis vestidos?» 31 Y sus discípulos le dijeron: «Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?» 32 Pero Jesús  miraba a su alrededor para ver a la mujer que había hecho esto. 33 Entonces la mujer, atemorizada y aterrada, debido a que era consciente del milagro que en ella había sido hecho, vino y cayó a sus pies, y le dijo toda la verdad. 34 Y él le dijo: «Hija mía, tu fe te ha salvado; ve en paz, y queda liberada para siempre de tu atormentadora enfermedad».

35 Mientras él (Jesús) aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?» 36 Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: «No temas, cree solamente». 37 Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38 Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. 39 Y entrando en la casa, les dice: «¿Por qué os alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto, sino duerme». 40 Entonces comenzaron a hablar en contra de él. Mas él, sacando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los discípulos que estaban con él (a los tres), y entró en la habitación donde estaba tumbada la niña. 41 Y tomando de la mano a la niña, le dijo: «Talithá, cúmi»; que traducido es: Niña, te ordeno, levántate». 42 Y directamente la niña se levantó y andaba. Tenía doce años. Y se sorprendieron grandemente. 43 Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese. Y dijo que se le diese de comer.





6 Jesús es menospreciado en su tierra
(Mt. 13.53-58; Lc. 4.16-30)



1 Y salió Jesús de allí y fue a su tierra. Y le seguían sus discípulos. 2 Y llegado el Sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga. Y muchos, oyéndole, dudaban, y decían: «¿De dónde tiene este estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le ha sido  dada? 
¡Y milagros sorprendentes son hechos por el! 3 ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven también aquí en nuestro lugar?» Y se escandalizaban y dudaban de él. 4 Mas Jesús les decía: «No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y en el círculo de sus familiares y en su familia» 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos sus manos. 6 Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando. 
 
 
 
 
 
Envío a la predicación y autoridad de los doce discípulos
(Mt. 10.5-15; Lc. 9.1-6)

 
7 Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio poder para imponerse sobre los espíritus inmundos (y expulsarlos). 
 
 
 
 
 
Orden e indicaciones a los apóstoles
 
 
8 Y les dio la orden de que no llevasen con ellos nada para el camino, sino solamente bastón; ni alforja, ni pan, ni monedas de cobre en su cinto, 9 sino que calzasen sandalias, y no vistiesen segunda túnica. 10 Y les decía: «Donde entréis en una casa, quedaros en ella hasta que os vayáis de aquel lugar. 11 Y los que no os recibieren ni os oyeren, cuando os vayáis de allí, sacudíos bien el polvo que está debajo de vuestros pies, para señal de prostesta contra ellos. De cierto os digo, que en el día del juicio con mayor tolerancia serán juzgados Sodoma y Gomorra, que  aquella ciudad. 
 
 
 
 
Acción de los apóstoles
 
12 Y saliendo los doce a sus recorridos y predicaban que los hombres se arrepintiesen, 13 y expulsaban muchos demonios, y ungían con aceite y sanaban a muchos enfermos.




El testimonio y la decapitación de Juan el Bautista
(Mt. 14,1-12; Lc. 9,7-9)




14 Oyó el rey Herodes (sobre Jesús), porque se extendió su fama, y decían que Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan poderes milagrosos a través de él. 15 Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, como alguno de los antiguos profetas. 16 Pero cuando oyó esto Herodes, dijo: «Este es Juan, al cual yo decapité. Él ha resucitado de los muertos. 17 Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado y encarcelado por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, pues la había tomado por mujer. 18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». 19 Por eso Herodías albergaba odio contra él y deseaba matarle, pero no podía; 20 porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre virtuoso y santo, y le mantenía en la vida, y escuchaba y se aplicaba mucho (de lo que escuchaba), le escuchaba de buena gana. 21 Pero venido un evento festivo, es decir cuando Herodes por la fiesta de su cumpleaños daba una cena a los políticos y a los dirigentes del ejército y a los aristócratas de Galilea, 22 y entró la hija de Herodías, danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa; y el rey dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré». 23 De hecho le hizo este juramento: «Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino». 24 Entonces salió ella y fue y dijo a su madre: «¿Qué pido?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». 25 Entonces ella volvió rápidamente al rey, y pidió diciendo: «Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista. 26 Y aunque el rey se entristeció, a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quιsο romper su promesa con ella. 27 Y en seguida el rey envió un verdugo y ordenó que trajese su cabeza. 28 Y el fue y le decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. 29 Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro.
 
 
 
 
La compasión de Jesús por los apóstoles y por el pueblo
 
 

30 Entonces los apóstoles regresaron (de su recorrido) a Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. 31 Él les dijo: «Venid (conmigo) vosotros sólos, sin la multitud, a un lugar desierto, y descansad un poco». Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que nο hallaban oportunidad para comer. 32 Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto. 33 Pero muchos los vieron ir, y le reconocieron; y muchos fueron allá a pie desde las ciudades, de hecho llegaron antes que ellos, y se reunieron junto a él. 34 Así, cuando salió Jesús (a tierra firme), vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.
 
 
 
 
El milagro del saciamiento de los cinco mil hombres
(Mt.14,13-21. Lc.9,10-17. Jn.6, 1-14)

 
 
35 Y cuando había pasado ya mucho tiempo, ya era muy avanzada la hora, se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «El lugar es desierto y la hora es ya pasada.  36 Da orden para que se vayan y se dirijan a los pueblos de alrededor y a las aldeas para que compren panes, pues no tienen qué comer. 37 Pero respondiendo él, les dijo: «Dadles vosotros de comer». Ellos le dijeron: «¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?» 38 Él les dijo: «¿Cuántos panes tenéis? Id y vedlo». Y tras verlo, dijeron: «Cinco, y dos peces». 39 Y les mandó que pusiesen a todos sentados para comer, por grupos sobre la hierba verde. 40 Y se sentaron por grupos, que parecían campas, en grupos de cien y de cincuenta personas. 41 Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió en fragmentos los panes, y dio a sus discípulos para que los ofreciesen a ellos. También repartió los dos peces entre todos. 42 Y comieron todos, y se saciaron. 43 Llenaron además doce cestas de los pedazos de los fragmentos de pan y de los peces. 44 Y éstos, los que comieron los panes, eran cinco mil hombres. 
 
 
 

 
Jesús camina sobre el mar
(Mt. 14.22-27; Jn. 6.15-21)

 
45 En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir antes que él a la parte de enfrente hacia Betsaida, entre tanto que él despedía a la multitud. 46 Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar. 47 Y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. 48 Y viéndoles que sufrían al remar, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar, y fue a adelantarles. 49 Pero viéndole ellos caminar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron aterrados. 50 Todos le vieron y se  turbaron. Pero en seguida les habló, diciéndoles: ¡Tened valor! Yo soy, no temáis! 51 Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento. Y en su interior fueron llenos en gran manera de sorpresa y admiración. 52 Porque aún no se habían concienciado del milagro con los panes, y sus mentes estaban (todavía) pesadas y lentas. 
 
 


Sanaciones en Genesaret
(Mt. 14.34-36)

 
53 Terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla. 54 Y saliendo ellos de la barca, en seguida le reconocieron. 55 Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos, a donde oían que estaba. 56 Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las plazas a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto. Y todos los que le tocaban quedaban sanos.







7 Tradiciones de hombres contrarias a los mandamientos de Dios
(Mt. 15.1-20)
 

7 Se juntaron a su alrededor los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén. 2 Y cuando vieron a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos impuras, esto es, no lavadas, los condenaban. 3 Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si no se lavan muy bien las manos
, frotando la palma y los dedos de una con el puño de la otra, no comen. 4 Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de mayores recipientes, y de los utensilios de cobre, y de los lechos. 5 Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: «¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos sin lavar?» 6 Respondiendo él, les dijo: «Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón mucho dista de mí. 7 Falsamente me honran, ya que siguen enseñanzas que son mandamientos de hombres. 8 Sí, habéis dejado el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres, los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber. Y hacéis otras muchas cosas semejantes a éstas».
9 Les decía también: «¡Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición!. 10 Moisés, como sabéis, dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que calumnie al padre o a la madre, muera irremisiblemente. 11 Pero vosotros decís: Si alguien dice al padre o a la madre, "korbán", que quiere decir, "esto que ibas a recibir como ayuda mía lo dedico a Dios", 12 entonces lo consideráis comprometido y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, 13 invalidando así la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis enseñado. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas».

14 Entonces se dirigió a sí a toda la multitud y les dijo: «Oídme todos, y entended. 15 Nada hay fuera del hombre que entre en él (mediante la comida), que le pueda hacer impuro (moralmente), pero lo que sale de dentro de él, eso es lo que
le puede hacer impuro (moralmente). 16 Quien tenga oídos para oír, oiga». 
 
 
 
 
Qué contamina moralmente al hombre 
(Mt.15, 10-20)
 
 
17 Cuando después de su homilía a la gente entró en una casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. 18 Él les dijo: «¿También vosotros sois incapaces de entender? ¿Todavía no entendéis, que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar (moralmente), 19 porque no entra en su alma, sino en el vientre. Incluso es desechado (la parte innecesaria e impura) en el inodoro, dejando así limpias todas las comidas (que ha mantenido el organismo)». 20 Además decía, «lo que de dentro del hombre sale, eso contamina al hombre. 21-22 Porque de dentro del alma de los hombres salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre. 
 
 
 
 
 
 
La fe de la mujer sirofenicia (cananea) y sanación de su hija
 (Mt. 15.21-28)

 
24 Levantándose de allí, se fue a la región de Tiro y de Sidón. Y entró en una casa y no quiso que nadie lo supiese, pero no pudo evitar que le viesen. 25 Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo (demonio), luego que oyó de él, vino y se postró a sus pies. 26 La mujer era idólatra, y de procedencia. Y le rogaba que expulsase el demonio de su hija. 27 Pero Jesús le dijo: «Deja primero que se sacien los hijos (es decir los israelitas), porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos». 28 Respondió ella y le dijo: «¡Sí, Señor!; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29 Entonces le dijo: «Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30 Y cuando llegó ella a su casa, halló a la hija acostada en la cama (calmada) y el demonio había salido.
 
 
 

Sanación de un sordomudo
(Mt. 15,29-31)

 
31 Volviendo a salir (Jesús) de la región de Tiro y de Sidón, vino por el mar de Galilea a través de la región de Decápolis. 32 Y le traen un sordomudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. 33 Y tomándole aparte de la gente, puso sus dedos en las orejas del sordomudo, y escupiendo, con saliba en su dedo tocó su lengua; 34 y levantando los ojos al cielo, dio un suspiro, y le dijo: «¡Effathá!», es decir: «¡Sé abierto!». 35 Y al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. 36 Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: «Todo lo pone bien; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar».







8 El milagro de la alimentación de los cuatro mil hombres
(Mt. 15, 32-39)
 




8 En aquellos días, como de nuevo había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: 2 «Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer. 3 Υ si les dejo que se vayan en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino. Además  algunos de ellos han venido de lejos». 4 Sus discípulos le respondieron: «¿De dónde podrá alguien saciar de pan a estos aquí en el desierto?» 5 Él les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos dijeron: «Siete». 6 Entonces mandó a la multitud que se sentasen en el suelo. Y tomando los siete panes, hizo oración de agradecimiento, los partió, y dio a sus discípulos para que los ofreciesen. Y se los ofrecieron la multitud. 7 Tenían también unos pocos pececillos. Y bendiciendo también éstos, asimismo dijo que los ofreciesen. 8 Y comieron, y se saciaron. Además recogieron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas. 9 Eran los que comieron, como cuatro mil. Después les dejó marchar. 10 Y luego entrando en la barca con sus discípulos, vino a la región de Dalmanuta.
 





Los fariseos provocan a Jesús para que muestre una señal 
(Mt. 16, 1-4)




11 Y salieron los fariseos y comenzaron a debatir con él. Y pidieron señal (milagro)  del cielo, probándole. 
12 Y dando un profundo suspiro dice: "¿Por qué esta generación pide señal? De cierto os digo, que no le será dada señal a esta generación». 13 Y dejándolos, volvió a entrar en la barca, y fue de nuevo enfrente. 
 
 
 

La levadura de los fariseos
(Mt. 16,5-12)

 
14 Habían olvidado (los discípulos) traer pan.Y no tenían sino un pan consigo en la barca. 15 Υ llamó su atención, diciendo: «Abrid vuestros ojos y guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes». 16 Y discutían entre sí, diciendo: «Es porque no trajimos pan». 17 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: «¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿Aún no entendéis ni comprendéis? ¿Aún vuestra alma está en estado de dureza y oscuridad? 18 ¿Aunque tenéis ojos no veis, y aunque tenéis oídos no oís? ¿Y no recordáis, 19 cuando partí los cinco panes entre cinco mil hombres, cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis?» Y ellos dijeron: «Doce». 20 Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: «Siete». 21 Y les dijo: «¿Cómo aún no entendéis (que no os hablaba de una levadura material, sino del mal efecto de los fariseos y de Herodes)?».





Milagro de la progresiva sanación del ciego

 
22 Se dirige después a Betsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le toque. 23 Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. 24 Él, mirando, dijo: «Veo los hombres que andan, pero los veo como árboles». 25 Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le dio su luz, y así fue restablecida su vista, y vio  claramente a todos. 26 Y lo envió a su casa, diciendo: «No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea». 
 
 
 
 

La confesión de Pedro
(Mt. 16,13-20; Lc. 9,18-21)

 
27 Partieron Jesús y sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: «¿Quién dicen los hombres que soy?» 28 Y ellos respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista, y otros, Elías; y otros, (otro) de los profetas. 29 Entonces él les dijo: «Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dice: «Tú eres el Cristo (el Mesías). 30 Pero él les mandó que no hablasen de esto a ninguno (es decir de que es el Mesías). 
 

 
 
 
Jesús predice su padecimiento y su resurrección 
(Mt. 16,21-23; Lc. 9,22)

 
 
31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre iba a padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y después de tres días resucitará. 32 Y esto les decía claramente (sin ningún temor ante los padecimientos y la muerte). Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. 33 Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: «¡Quítate de delante de mí, objeción! Porque no te fijas en lo complaciente a Dios, sino a los hombres.







Los seguidores de Jesús levantan una cruz 
(Mt.16,24-28; Lc.9,23-27)



34 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y levante su cruz, y que así me siga. 35 Porque el que busque salvarse a sí mismo (evitando el martirio), se perderá. Al contrario, quien se sacrifique a sí mismo por mí y por el evangelio, éste se salvará. 36 ¿Qué beneficio obtiene el hombre si ganare todo el mundo, y se pierde a sí mismo? 37 ¿Ο qué puede dar el hombre a cambio de sí mismo38 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera (en la infiel al Novio celestial) y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre junto con los santos ángeles».






También les dijo: «De cierto os digo, que hay algunos ellos, que se encuentran aquí, están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido poderosa y eficazmente (con poder de implantación, algo que sucedió en el 70  d.C. con la invasión de Jerusalén, el colapso del judaísmo y el prevalecimiento de la Iglesia).





 La transfiguración de Jesús 
(Mt. 17, 1-13; Luc.9,28-36)



2 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte solos a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos. 3 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra podría hacerlos tan blancos. 4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús. 5 Entonces Pedro dijo a Jesús: «Maestro, es bueno que nos quedemos aquí. Y que hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías». 6 Porque no sabía lo que hablaba, pues estaban llenos de temor (que paralizaba el pensamiento). 7 Entonces vino una nube que les cubrió, desde la cual salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado 1; a él obedeced. 8 Y de repente, cuando miraron a su alrededor, no vieron ya a nadie consigo, sino sólo a Jesús con ellos.


1. Ver Isaías 42.1, como se indica en Mateo 12.18 







Pregunta de los discípulos sobre Elías y respuesta de Jesús




9 Y cuando descendían del monte, les dio orden de no contar a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos. 10 Y obedecieron a la orden, y entre ellos discutían qué significa aquello de resucitar de los muertos. 11 Y le preguntaron, diciendo: «¿Por qué dicen los escribas, que primero ha de venir Elías?» 12 Respondiendo él, les dijo: «Elías a la verdad viene primero, y pondrá en orden todas las cosas; ¿y cómo está escrito (si 
pondrá en orden todas las cosas) del Hijo del Hombre, que padezca mucho y sea muerto? 13 Sin embargo os digo que Elías ya vino (otro Elías, Juan el Precursor), y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él (en el libro de Dios en el cielo).






Jesús sana a un muchacho sordomudo endemoniado
(Mt. 17,14-21; Lc. 9,37-43)



14 Cuando llegó allí, donde estaban los (otros) discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y escribas que discutían con ellos. 15 Y en seguida toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. 16 Y les preguntó a los discípulos: «¿Qué disputáis con ellos?» 17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: «Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu (demonio), que le ha quitado el habla. 18 Y donde le toma, le sacude y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron». 19 Y respondiendo él, les dijo: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo». 20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu (el demonio) vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. 21 Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?» Y él dijo: «Desde niño». 22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos». 23 Jesús le dijo: «Si puedes creer, al que cree todo le es posible». 24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo con lágrimas: «Creo; ayuda mi incredulidad». 25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él». 26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían que había  muerto. 27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó. 28 Cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle» 29 Y les dijo: «Este género (de demonios) con nada puede salir, sino con oración y ayuno».







Segunda predicción de su padecimiento y su resurrección 
(Mt. 17,22-23; Lc. 9,43b-45)


30 Habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese. 31 Y hablaba a sus discípulos, y les decía, que el Hijo del hombre dentro de poco será entregado en manos de hombres, y le matarán, y que el tercer día después de su muerte resucitará. 32 Pero aunque ellos no entendieron estas palabras, temieron preguntarle.
 





¿Quién es superior?
(Mt. 18,1-5; Lc. 9,46-48)



33 Y llegó a Capernaum. Y cuando estuvo en casa, les preguntó: «¿Qué discutíais  entre vosotros en el camino?» 34 Mas ellos callaron. Porque en el camino discutían,  quién (de entre ellos) es superior. 35 Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: «Quien quiera ser el primero, ha de ser el último de todos y servidor de todos». 36 Después tomó a un niño y lo puso delante de ellos, y lo abrazó y les dijo: 37 «Quien honre 
a un niño como este en mi nombre (por mí), me honra a mí; y el que a mí me honra, no me honra a mí sino al que me envió. 
 
 
 
 
 

El que no está contra vosotros, está con vosotros
(Lc. 9.49-50)

 
 
38 Tomó la palabra Juan y le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que mediante tu nombre expulsaba demonios, pero no nos sigue; y se lo impedimos, precisamente porque no nos sigue». 39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego rápido pueda decir mal de mí. 40 El que no es contra nosotros, por nosotros es. 41 Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, es decir porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su salario».
 
 
 



Sobre escandalizadores y escandalizados
(Mt. 18,6-9; 5,13; Lc. 17.1-2)

 
 
42 «Y quien haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, le conviene mejor a ese atarse una piedra de molino al cuello, y que sea arrojada al mar. 43 Si tu mano te escandaliza, córtala. Te conviene entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir a la gehena, al fuego inextinguible (al infierno), 44 donde el gusano que los comerá no muere, y el fuego nunca se apaga. 45 Y si tu pie te escandaliza,  córtalo. Te conviene entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en la gehena, al fuego inextinguible (al infierno) , 46 donde el gusano que los comerá no muere, y el fuego nunca se apaga. 47 Y si tu ojo te escandasliza, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado a la gehena de fuego, 48 donde el gusano que los comerá no muere, y el fuego no se apaga (es decir con personas que nos escandalizan, no importa lo útil y queridas que sean, conviene cortar relaciones para no ser infernados)».
 
 
 
 
 
 
Salación para evitar el proceso de putrefacción y de arrojamiento al fuego.
 
 
49 «Porque todo hombre debido al fuego (del Infierno) ha de ser salado (para no padecer putrefacción y ser arrojado al fuego), como todo animal sacrificado ha de ser bien salado. 50 Eficaz es la sal. Mas si la sal pierde su salinidad, se hace insípida, ¿con qué haréis que la recupere de nuevo? Tened sal en vosotros mismos (virtudes), y así tened relaciones amistosas entre vosotros (de otro modo, si debido a las relaciones entre vosotros peligráis en perder las virtudes y padecer putefracción moral, cortad las relaciones).

 

 


10Sobre matrimonio y divorcio
(Mt.19,1-12)

 



1 Levantándose de allí (Jesús), vino a la región de Judea, pasando por la región al otro lado del Jordán. Y volvió el pueblo a juntarse a él. Y de nuevo les enseñaba como solía. 2 Y se acercaron los fariseos y le preguntaron, para probarle, si le está permitido al hombre era lícito al marido repudiar a su mujer. 3 Él, respondiendo, les dijo: «¿Qué os mandó Moisés?» 4 Ellos dijeron: «Moisés permitió escribir (al hombre y dar) certificado de divorcio, y entonces repudiarla». 5 Entonce Jesús les dijo: «Debido a la dureza de vuestro corazón (Moisés) escribió para vosotros este mandamiento. 6 Pero desde ell principio, durante la creación, hombre (un hombre) y mujer (una mujer) los creó Dios. 7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, 8 y los dos serán una carne (un cuerpo). Así que no son ya más dos, sino una carne (un cuerpo). 9 Por tanto, lo que Dios emparejó con lo otro juntó, no lo separe el hombre.

10 En casa volvieron los discípulos a preguntarle de lo mismo, 11 y les dijo: «Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio con ella, 12 Igualmente, si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
 
 
 
 

Jesús bendice a los niños
(Mt. 19,13-15; Lc. 18,15-17)

 
 
13 Y le trajeron niños, para que pusiese sus manos sobre ellos (y así los bendijese), pero los discípulos reprendían a los que los traían. 14 Pero Jesús, cuando lo vio, se indignó y les dijo: «Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis. Porque el reino de Dios es para ellos. 15 De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él]». 16 Y abrazándolos, los bendijo con todo su corazón, poniendo las manos sobre ellos.





El joven rico
(Mt. 19,16-30; Lc. 18,18-30)

 
 
17 Al salir él (de casa) para seguir su camino, vino uno corriendo, se arrodilló  delante de él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» 18 Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno (considerándome un sencillo hombre)? Nadie es bueno, sino solo uno, Dios. 19 Los mandamientos sabes: No adulteres, no mates, no hurtes, no digas falso testimonio, no sustraigas al otro lo que le pertenece, honra a tu padre y a tu madre. 20 Él entonces, respondiendo, le dijo: «Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud». 21 Entonces Jesús, mirándole, sintió compasión de él, y le dijo: «Una cosa te falta: si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes, y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme, tomando tu cruz». 22 Pero él, cuando oyó estas palabras, se afligió y se fue entriscecido, porque tenía muchas posesiones. 






Difícilmente un rico entra en el reino de Dios

 
23 Entonces Jesús, recorriendo la mirada sobre sus discípulos, les dijo: «¡Cuán  difícil es que los que tienen el dinero entren en el reino de Dios!» 24 Y los discípulos se sorprendían de sus palabras. Pero Jesús habló de nuevo y les dijo: «Hijos, ¡cuán difícil les es, a los que tienen su confianza puesta en las riquezas, es entrar en el reino de Dios! 25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios». 26 Y ellos se asombraban aún más, diciendo entre sí: «Entonces, ¿quién podrá ser salvo?» 27 Les miró Jesús y les dijo: «Para los hombres (esto) es imposible, mas para Dios, no. Porque para Dios todo es posible. 
 
 
 
 
 
 
El salario de los seguidores de Cristo
 
 
 
28 Pedro comenzó a decirle: «He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido». 29 Υ Jesús entonces dijo: «De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 30 que no reciba cien veces más ahora, en el tiempo presente; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, además con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. 31 Y muchos primeros serán últimos, y los últimos serán primeros». 
 
 
 
 


Tercera predicción del padecimiento y de la resurrección
(Mt. 20,17-19. Lc. 18,31-34)

 
 
32 Iban por el camino subiendo a Jerusalén. Y Jesús iba delante, y ellos se asombraron (ante el brillo de su figura), y siguiéndole sentían temor. Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer. 33 «He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los nacionales* (a los idólatras) gentiles; 34 y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará».
 
* Nacionales, traducido del griego "εθνικούς", [eznikús]. Ver tb. gentiles
 
 
 
 
 
 
Petición de primeros puestos
(Mt. 20, 20-28)

 
35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: «Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos». 36 Él les dijo: «¿Qué queréis que os haga?» 37 Ellos le dijeron: «Concédenos que cuando recibas tu glorioso reino, danos el derecho de  sentarnos el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda». 38 Entonces Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?» 39 Ellos dijeron: «Podemos». Jesús les dijo: «A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; 40 pero poneros a mi derecha y a mi izquierda, no depende de mí el darlo, sino que será dado a quienes ha sido deteminado por mi Padre». 41 Cuando lo oyeron los (otros) diez (discípulos), comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. 42 Mas Jesús, llamándolos, les dijo: «Sabéis que aquellos a quienes les gusta gobernar las naciones, ejercitan un señorío absoluto sobre ellas, y los grandes oficiales les oprimen. 43 Pero con vosotros sin embargo no debe suceder así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor, 44 y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. 45 Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida como rescate por muchos (es decir por todos). 
 
 
 
 
 
 
La sanación del ciego Bartimeo
(Mt. 20, 29-34; Lc. 18, 35-43)

 
46 Entonces vinieron a Jericó. Y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. 47 Y cuando oyó, que pasaba Jesús el nazareno, comenzó vocear fuertemente y a decir: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» 48 Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» 49 Entonces Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle». Y llamaron al ciego, diciéndole: «Ten valor, levántate, te llama». 50 Él entonces, arrojando su capa, se levantó y fue a Jesús. 51 Y Jesús, le habló, diciendo: «¿Qué quieres que te haga?» Y el ciego le dijo: «Maestro, que recobre la vista». 52 Y Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». Y en seguida vio la luz, y seguió a Jesús en su camino. 
 
 
 
 
 
 

¡Cristo Rey sobre un borrico!
 (Mt. 21,1-9. Lc. 19,28-40; Jn. 12,12-19)



11 Y cuando se acercaron a Jerusalén, a Betfagé y a Betania, cerca del Monte de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 2 y les dijo: «Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y en cuanto lleguéis a su entrada
encontraréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre se ha sentado; desatadlo y traedlo. 3 Y cuando alguien os diga: «¿Por qué hacéis eso?» decid que el Señor lo necesita, y que enseguida lo enviará aquí de nuevo. 4 Fueron, y hallaron el pollino atado cerca de la entrada fuera del camino, y lo desataron. 5 Y unos de los que estaban allí, les dijeron: «¿Qué le hacéis? ? ¿Por qué desatáis el pollino? 6 Ellos entonces respondieron como les dijo Jesús, y aquellos les dejaron. 7 Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él. 
 
 
 
 
 
 
La entrada triunfal de Cristo en Jerusalén
 
 
8 Y muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino. 9 Y los que iban delante y los que seguían daban voces, diciendo: « ¡Gloria! ¡Bendito el que viene de parte del Señor! 10 ¡Bendito el reino de nuestro padre David, que viene en el nombre del Señor! ¡Gloria al Altísimo!»
11 Así entró Jesús en Jerusalén y fue al sagrado recinto del templo. Y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya era tarde, salió y fue a Betania junto con los doce.
 
 
 
 
 
 
Cristo seca la higuera estéril
(Mt. 21,18-19)

 
12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo. Pero cuando llegó a ella, nada halló, sino hojas. No era tiempo en que maduran los higos (Es decir no encontró ni higos maduros) 14 Entonces Jesús dijo a la higuera: «Nunca jamás coma nadie fruto de ti». Y lo oyeron sus discípulos.
 
 
 
 
 
 
La expulsión de los comerciantes del recinto del templo
(Mt. 21,12-17; Lc. 19,45-48; Jn. 2,13-22)

 
 15 Y cuando vinieron de nuevo a Jerusalén, entró Jesús en el sagrado recinto del templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en este sagrado recinto, y volcó las mesas de los cambistas, así como las sillas de los que vendían palomas. 16 Y no consentía que nadie atravesase el templo llevando ninguna cosa.  17 Y les enseñaba, diciendo: «¿No dice la Escritura, "Mi casa será casa de oración para todas las naciones?" Mas vosotros la habéis hecho "cueva de ladrones"
18 Y lo oyeron los escribas y los Fariseos y los principales sacerdotes, y buscaban el modo de matarle. Porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina. 19 Y al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad. 
 
 
 
 

 
El poder de la fe 
(Mt. 21.19-22)

 
20 Y pasando por la mañana, vieron la higuera completamente seca. 21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: «ιMaestro, mira!, la higuera que maldijiste se ha secado». 22 Υ Jesús dijo entonces: «Tened fe en Dios. 23 Porque de cierto os digo,  que si alguien dijere a este monte: "Quítate y échate en el mar", y no dudare en su interior, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 24 Por tanto os digo, que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os será dado. 25 Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestros pecados. 26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados». 
 
 
 
 
 

La autoridad de Jesús
(Mt. 21.23-27; Lc. 20,1-8)

 
27 Vinieron entonces de nuevo a Jerusalén. Y andando él por el sagrado recinto del templo, vinieron a él los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28 y le dijeron: «¿Con qué autoridad haces estas cosas? O ¿quién te dio autoridad para hacer estas cosas?» 29 Jesús, respondiendo, les dijo: «Os haré yo también una pregunta; y dadme una respuesta, entonces os diré con qué autoridad hago estas cosas. 30 El bautismo de Juan, ¿era de Dios, o de los hombres? Respondedme». 31 Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: «Si decimos, de Dios, dirá: ¿Por qué entonces no le creísteis?" 32 ¿Decimos, entonces, "de los hombres"? Temían al pueblo, pues todos creían que Juan era profeta. 33 Por eso respondieron a Jesús: «No sabemos». Υ Jesús les dijo: «Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas». 
 
 
 
 
 
 
12 La parábola de los labradores malos de la viña 
(Mt. 21, 33-46; Lc. 20, 9-19) 
 
 
 

1 Y comenzó a decirles por parábolas: «Un hombre plantó una viña, la cercó de vallado, excavó e hizo una cisterna debajo del lagar, y edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue a otro lugar. 2 Y cuando vino el tiempo, envió a los labradores
un siervo, para que recibiese de estos del fruto de la viña. 3 Mas ellos, tomándole, le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. 4 Y de nuevo envió  otro siervo. Pero a aquel apedreándole, le hirieron en la cabeza, y también le enviaron maltratado y afrentado. 5 Y de nuevo volvió envió otro siervo. Y a éste mataron. Y a otros muchos maltrataron, golpeando a unos y matando a otros. 6 Por último, teniendo aún un hijo suyo, único y amado por él, lo envió también a ellos, diciendo: "Tendrán respeto a mi hijo". 7 Mas aquellos labradores, en cuanto lo vieron venir, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra. 8 Y tomándole, le mataron, y le echaron fuera de la viña. 9 Después de esta conducta, ¿qué hará el señor de la viña?» «Vendrá (dijeron algunos), y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros». 10 «¿Ni estas palabras de la Escritura (dijo Jesús) habéis leído? La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo; 11 El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?»

12 Y procuraban prenderle, porque entendían que decía contra ellos aquella parábola; pero temιeron al gente y le dejaron irse. 
 
 
 
 
 

«Lo del César al César y lo de Dios a Dios»
(Mt. 22,15-22; Lc. 20,20-26)

 
13 Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra. 14 Viniendo ellos, le dijeron: «Maestro, sabemos que eres dices la verdad, y que no temes a nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. Dinos entonces, ¿es lícito dar tributo al César, o no? ¿Damos, o no damos?» 15 Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para verlo». 16 Υ se lο trajeron. Υ les dijo: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Ellos le dijeron: «Del César». 17 Y entonces Jesús, les dijo: «Dad al César lo que le es debido al César, y a Dios lo que es debido a Dios». Y le admiraron.
 
 

 
 
 
Jesús deja callados a los negadores de la resurrección
(Mt. 22.23-33; Lc. 20.27-40)

 
18 También vinieron a él los saduceos, quienes aseguran que no existe resurrección, y le preguntan: 19 «Maestro, Moisés nos dejó mandamiento escrito, que si muriese el hermano de alguno y dejase esposa sin dejar hijos, que su hermano se case con ella, para crear descendiente a su hermano. 20 Hubo entonces siete hermanos. Y el primero tomó esposa, y murió sin dejar descendiente. 21 Y el segundo se casó con ella, y murió, y tampoco dejó descendiente; y el tercero, de la misma manera. 22 Y así los siete, y no dejaron descendiente.  Y después de todos murió también la mujer. 23 En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?» 24 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: «¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios? 25 Cuando desde luego resuciten de los muertos, ni los hombres recibirán a boda ni las mujeres serán dadas a boda, sino que serán como los ángeles, que viven en los cielos. 
26 Pero respecto a los muertos, es decir que serán resucitados, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: "Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob"? 27 Dios no es Dios de muertos (de inexistentes), sino Dios de vivos (existentes). Así que vosotros mucho erráis».
 
 
 
 
 
 
 
Los dos mayores mandamientos
(Mt. 22,34-40. Lc.10, 25-28)
 


28 Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: «¿Cuál es el primer mandamiento de todos?» 29 Jesús le respondió: «El primer mandamiento, superior a todos, es éste: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este mandamiento es el primero. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos». 32 Entonces el escriba le dijo: Correcto, Maestro, verdad has dicho, que (el Señor nuestro Dios) es uno, y no hay otro fuera de él; 33 y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es supeior que todos los holocaustos y sacrificios». 34 Jesús entonces, viendo que habló respondido sabiamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y ya ninguno osaba preguntarle.
 
 
 
 
 
El Mesías, descendiente, y también Señor, de David
(Mt. 22,41-46; Lc. 20,41-44)

 
35 Y Jesús tomó la palabra y preguntó, enseñando en el sagrado recinto del templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo (el Mesías) es hijo de David? 36 Porque el mismo David dijo por inspiración del Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies. 37 Entonces si el mismo David le llama Señor; ¿cómo, pues, es su hijo?» Y gran multitud del pueblo le escuchaba con agradecimiento. 






La vanagloria y la hipocresía de los escribas
(Mt. 23,1-36; Lc. 20,45-47)

 
38 También les decía en su doctrina: «Guardaos de los escribas, que gustan de andar con atuendos impresionantes, y ser saludados con reverencia en las plazas, 39 y ponerse en los primeros puestos en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas. 40 Son los que devoran las casas de las viudas, y con hipocresía hacen grandes oraciones!. Estos serán más castigados.
 
 
 
 
 
iLa moneda de dos blancas de la viuda, la mayor ofrenda!
(Lc. 21,1-4)

41 Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda en el templo y miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca. Y muchos ricos echaban mucho. 42 Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. 43 Entonces, dirigiéndose a sus discípulos, les dijo: «De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca. 44 Porque todos han echado de lo que les sobra, pero esta ha echado de su pobreza todo lo que tenía, toda su riqueza».
 
 
 
 
 

 


13 Jesús predice la destrucción del templo
  (Mt. 24,1-2; Lc. 21,5-6)

 
 
1 Saliendo (Jesús) del templo, le dijo uno de sus discípulos: «Maestro, mira qué piedras escogidas, y qué excelentes edificios». 2 Jesús, respondiendo, le dijo: «¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no sea derribada».

 

 

 

 

Predicción de los acontecimientos anteriores al fin del mundo. Consejos y admoniciones
(Mt. 24,3-28; Lc. 21,7-24)

 


3 Y cuando estaba sentado en el monte de los Olivos, frente al templo, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés le preguntaron aparte: 4 «Dinos, ¿cuándo serán estas cosas,  y cuál será la señal de advertencia, cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?» 5 Jesús, respondiéndoles, comenzó a decirles: «Mirad que nadie os engañe; 6 porque vendrán muchos reclamando mi puesto, diciendo: "Yo soy (el Mesías)", y engañarán a muchos. 7 Mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os agitéis, porque es necesario que suceda (todo esto); pero aún no es el fin. 8 Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá terremotos en distintos lugares, y habrá hambres y revueltas. 9 Estas cosas serán principios de sufrimientos y de dolores.
Pero atended de vosotros mismos. Porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y delante de gobernadores y de reyes os llevarán acusados por mi causa, para dar testimonio a ellos (de mí). 
10 Y antes de que llegue el fin, debe el Evangelio ser predicado a todas las naciones. 
11 Pero cuando os dirijan para entregaros (a poderes y autoridades), no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis con anterioridad, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso decid. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. 12 Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán. 13 Y seréis odiados por todos por causa de mi nombre. Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo». 
 
 
 
 
 
Predicción de la destrucción de Jerusalén


 
14 «Pero cuando veáis el repugnante y odioso fenómeno que causa desolación, del cual habló el profeta Daniel, estando donde no debe (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes, 15 y el que esté en la azotea, no descienda ni entre ensu casa para tomar algo de su casa; 16 y el que esté en el campo, no vuelva atrás a tomar su capa. 17 Mas pobres de las que estén encintas y que críen en aquellos días! 18 Orad, pues, para que no tenga lugar el infortunio que os obligue a la huida en invierno. 19 Porque aquellos días serán de tal tribulación que nunca ha habido desde el principio del mundo que Dios creó hasta ahora, hasta este tiempo, ni la habrá. 20 Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días, ningún hombre se salvaría. Mas por causa de los escogidos que él escogió, acortó aquellos días». 21 Entonces si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo; o, mirad, allí está, no le creáis. 22 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos. 23 Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes.

 




La venida del Hijo del Hombre
(Mt. 24,29-31,42-44; Lc. 21,25-36)


24 «Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna parará de resplandecer, 25 y las estrellas caerán del cielo, y los sistemas estelares en los cielos colapsarán. 26 Entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. 27 Y entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro puntos del horizonte, de un extremo al otro de la tierra y del cielo (de todas partes de la ecúmene)».





La parábola de la higuera
(Mt. 24,32-44. Lc. 21,29-33)


28 «De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca (el final), a las puertas. 30 De cierto os digo, que no pasará esta generación (la generación humana) hasta que todo esto acontezca. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (irremisiblemente se cumplirán).






Desconocido el tiempo de la segunda venida. Repentina la venida del Señor. Necesidad de estar despiertos (espiritualemente).

32 «Pero de aquel día y de la hora (de la segunda venida) nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo (como hombre), sino el Padre (como Dios). 33 iAtended, estad despiertos y orad!; porque no sabéis cuándo es el tiempo 
(de la segunda venida). 34 Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y determinó a cada uno su obra, y al portero mandó que estuviese despierto. 35 iEstad despiertos entonces!, pues, porque no sabéis cuándo viene el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana, 36 no sea que  venga de repente y os halle durmiendo (espiritualmente). 37 Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: iEstad despiertos!.









14 El complot para prender a Jesús
(Mt. 26,1-5; Lc. 22,1-2; Jn. 11,45-53)


1 Dos días después era la pascua, y la fiesta de los panes sin levadura. Y buscaban los principales sacerdotes y los escribas cómo prenderle por engaño y matarle. 2 Y decían: «No durante la fiesta, para que no se haga alboroto del pueblo».




Jesús es ungido en Betania 
(Mt. 26,6-13; Jn. 12,1-8)
 

3 Y estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, cuando él había regresado y estaba sentado a la mesa, vino una mujer con un vaso de alabastro (tipo de recipiente) con mirra, que era nardo puro de mucho precio, y quebrando el alabastro, se lo derramó copiosamente en su cabeza. 4 Pero había algunos 
entre ellos que se mostraron enojados, y dijeron: «¿Para qué se ha hecho este desperdicio de mirra? 5 Porque podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y haberse dado a los pobres». Y la regañaron severamente. 6 Pero Jesús dijo: «Dejadla, ¿por qué la molestáis? (No debéis molestarla). Porque buena obra ha hecho conmigo. 7 Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis. 8 Lo que ella ha querido (que era voluntad suya que sintió dentro de ella) ha hecho. Ha ungido voluntariamente  mi cuerpo con mirro, para prepararlo para la sepultura. 9 De cierto os digo, que dondequiera que se predique este evangelio en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho, para memoria eterna de ella». 
 
 
 
 

Judas ofrece entregar a Jesús
(Mt. 26.14-16; Lc. 22.3-6)

10 Entonces Judas el Iscariote, uno de los doce, fue a los principales sacerdotes para entregárselo. 11 Y ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle plata. Y Judas buscaba oportunidad para entregarle. 
 
 
 
 
Última Pascua. Predicción de la traición. Misterio de la Cena.
(Mt. 26,17-30; Lc. 22,7-23; Jn. 13,21-30; 1 Co. 11.23-25)

 
12 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, cuando sacrificaban el cordero de la pascua, sus discípulos le dijeron: «¿Dónde quieres que vayamos a preparar para que comas la cena pascual?» 13 Y envió dos de sus discípulos, y les dijo: «Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Seguidle, 14 y, donde entre, decid al señor de la casa: «El Maestro dice: ¿Dónde está la habitación para mí, donde he de comer la pascua con mis discípulos?» 15 Y él os mostrará un gran desván ya dispuesto, estando ya listo (para el servicio de cena). Preparad para nosotros allí». 
 
16 Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la cena pascual. 17 Y cuando llegó la noche, vino él con los doce. 18 Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús: «De cierto os digo, que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar». 19 Entonces ellos comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: «¿Seré yo?» Y el otro: «¿Seré yo?» 20 Él, respondiendo, les dijo: «Es uno de los doce, el que moja conmigo el pan en el plato. 21 A la verdad el Hijo del hombre camina hacia la muerte, según está escrito de él. Pero pobre del hombre aquel, que entregará al Hijo del hombre es entregado. Le convenía a ese hombre no haber nacido».

22 Y mientras comían, Jesús tomó pan, bendijo y lo partió y les dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo». 23 Y tomando la copa, hizo oración de agradecimiento y les dio; y bebieron de ella todos. 24 Y les dijo: «Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. 25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día (el día eterno) en que lo beba nuevo en el reino de Dios». 

26 Cuando hubieron cantado el himno, salieron para dirigirse al monte de los Olivos.

 

 


Jesús anuncia la negación de Pedro
(Mt. 26,31-35; Lc. 22,31-34; Jn. 13,36-38)

 
27 Entonces Jesús les dijo: «Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas. 28 Pero después que haya resucitado, os esperaré y nos encontraremos en Galilea. 1.
 
1. Se trata de la pequeña Galilea, un lugar en el Monte de los Olivos, donde se reunían galileos, que iban a Jerusalén como peregrinos.
 
 
29 Entonces Pedro le dijo: «Aunque todos se escandalicen, yo no». 30 Y le dijo Jesús: De cierto te digo que tú hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces. 31 Mas él con mayor insistencia decía: «Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré». También todos decían lo mismo. 
 
 
 

Jesús ora en Getsemaní
(Mt. 26,36-46; Lc. 22,39-46)

32 Viniero a un lugar que se llama Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí, entre tanto que yo oro». 33 Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. 34 Y les dijo: «Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad». 35 Yéndose un poco adelante, se postró rostro en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora (de los padecimientos y de la muerte). 36 Y decía: «Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa (la amarga copa de la muerte por martirio); mas no lo que yo quiero, sino lo que tú». 37 Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: «Simón, ¿duermes? ¿No hanéis podido velar una hora? 38 Velad y orad, para que no entréis en tentación. El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 39 Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. 40 Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué decirle para excusarse. 41 Vino la tercera vez, y les dijo: «ιDormid ya, y descansad! Basta. La hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. 42 Levantaos, avancemos. He aquí, se acerca el que me entrega. 
 
 
 
 

Arresto de Jesús
(Mt. 26,47-56; Lc. 22,47-53; Jn. 18,3-12)



43 Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos. 44 Y el que le entregaba les había dado señal (de reconocimiento), diciendo: «Al que yo besare, ese es. Pendedle, y llevadle con seguridad». 45 Y cuando vino (el que le entregaba), se acercó luego a él, y le dijo: «iSalve, Maestro!». Y le besó. 46 Entonces ellos pusieron sobre él sus manos, y le prendieron. 47 Pero uno de los que estaban allí, sacando el puñal, hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja. 48 Y respondiendo Jesús, les dijo: «¿Como contra un criminal habéis salido con espadas y con palos para prenderme? 49 Cada día estaba con vosotros enseñando en el sagrado recinto del templo, y no me prendisteis. Pero así se han cumplido las Escrituras (proféticas)». 50 Entonces todos (los discípulos) le abandonaron y se fueron. 51 Y cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana. Y le prendieron los (otros) jóvenes, 52 pero él, dejando la sábana, huyó desnudo. 
 
 
 
 
 
 
 
El concilio de los judíos condena a Jesús a muerte
(Mt. 26, 57-68. Lc. 22 (54-55,63-71). Jn. 18,13-14,19-24)


 
53 Y llevaron a Jesús al sumo sacerdote. Y con el se juntaron en reunión todos los principales sacerdotes y los ancianos y los escribas. 54 Y Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote. Y estaba sentado allí con los otros servidores, calentándose junto al fuego. 55 Y los principales sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús para matarle; pero no lo hallaban. 56 Porque muchos decían falso testimonio contra él, mas sus testimonios no concordaban. 
57 Entonces levantándose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo: 58 «Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo hecho por manos, y en tres días edificaré otro hecho no hecho por manos». 59 Pero (aunque testificaron basándose en la palabra de Jesús) ni aun así concordaban en su testimonio (porque distorsionaron las palabras de Jesús y así en la acusación por contraste cayeron en contradicciones). 60 Entonces el sumo sacerdote, se levantó frente a ellos y preguntó a Jesús, diciendo: «¿No tienes nada que decir? ¿Qué esto de lo que te acusan ellos?» 61 Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: «¿Eres tú el Cristo (el Mesías), el Hijo del Bendito(de Dios)?»
62 Y Jesús dijo: «Yo soy. Y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder (del todopoderoso) de Dios, y viniendo en las nubes del cielo (es decir veréis al Hijo del hombre ser glorificado)». 63 Entonces el sumo sacerdote, rasgando su vestidura (isalió de sus vestiduras, se llenó de ira!) y dijo: «¿Qué más necesidad tenemos de testigos? 64 Habéis oído claramente la blasfemia; ¿qué pensáis?» Y todos ellos le condenaron, declarándole ser digno de muerte. 
65 Y algunos comenzaron a escupirle, y a cubrirle el rostro y a darle de puñetazos, y a decirle: «Profetízanos, ¿quién te ha golpeado?». Y los servidores le daban de bofetadas. 
 
 
 
 

La triple negación de Pedro y su arrepentimiento
(Mt. 26.69-75. Lc. 22,56-62. Jn. 18 (15-18,25-27)
 
 
66 Y estando Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote; 67 y cuando vio a Pedro que se calentaba, le miró bien y le dijo: «Tú también estabas con Jesús el nazareno». 68 Mas él negó, diciendo: «No sé y no entiendo lo qué dices». Y salió a la entrada; y cantó el gallo. 69 Y la criada, viéndole otra vez, comenzó a decir a los que estaban allí: «Este es de ellos». 70 Pero él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez a Pedro: «Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres galileo, y tu manera de hablar es semejante a la de ellos». 71 Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: «No conozco a este hombre de quien habláis». 72 Y el gallo cantó la segunda vez. Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: «Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y cayendo con su rostro sobre la tierra, lloraba».






15 El consejo de los judíos entrega a Jesús a Pilato
(Mt. 27,1-2,11-26; Lc. 23,1-5; Jn. 18,28 - 19,16)

15 Y directamente por la mañana, los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, hicieron consejo, y habiendo atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato. 
 
 
 
El sorprendente silencio de Jesús
 
 
2 Y le preguntó Pilato: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: «Tú lo dices» (Jesús admitió que es rey, pero con un reino espiritual». 3 Y los principales sacerdotes le presentaron muchas acusaciones ante él. 4 Otra vez le preguntó Pilato, diciendo: «¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan». 5 Mas Jesús no respondió ya nada, de modo que se sorprendía Pilato. 
 
 
 

Los judíos en lugar de Jesús piden que sea liberado Barrabás

 
6 En cada fiesta (de Pascua) les soltaba como favor a ellos a un preso, cualquiera que pidiesen. 7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta. 8 Y la multitud a voces  comenzó a pedir (que hiciese Pilatos) como hacía siempre como favor a ellos. 9 Y Pilato les respondió diciendo: «¿Queréis que deje libre al rey de los judíos?» 10 Porque sabía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes. 11 Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás. 
 
 
 
 
 
Los judíos piden que Jesús sea crucificado
 
12 Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: «¿Qué, pues, queréis que haga con el que llamáis rey de los judíos?» 13 Pero a pesar de ello (de los repetidos intentos de PIlato con Jesús) ellos gritaron: «¡Crucifícale!» 14 Pilato entonces les decía: «¿Pues qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban aún más: «¡Crucifícale!» 15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó por favor a ellos a Barrabás, y a Jesús, tras ordenar que le azotasen, le entregó para que fuese crucificado. 
 
 
 

Los soldados se mofan de Jesús como rey de los judíos
(Mt. 27,27-31; Jn. 19,2-3) 
 
 
16 Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía. 17 Y le vistieron con un manto rojo (como supuesto púrpura real), y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza (como supuesta corona real) 18 comenzaron luego a saludarle diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!» 19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias.
 
 
 
 
 
 
Jesús es llevado al Gólgota y es crucificado entre dos criminales
(Mt. 27,32-44; Lc. 23,26-43; Jn. 19,17-27)

 
20 Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto rojo, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron fuera (de la ciudad) para crucificarle. 21 Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz. 22 Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido significa lugar de la Calavera, 23 y le daban de beber vino mezclado con mirra (como anestésico). Mas él no lo tomó. 24 Y habiéndole crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno. 25 Y eran las nueve de la mañana 1, cuando le crucificaron. 
 
1. Sobre la hora de la crucifixión, que se hace referencia aquí ver notas por P. Trempelas en el lugar relacionado. 


26 Y como causa de su condena estaba escrita la inscripción: El rey de los judíos. 27 Crucificaron también con él a dos criminales, uno a su derecha, y el otro a su izquierda. 28 Y se cumplió la Escritura que dice: Y entre los ilegítimos (los criminales) fue contado
 
 
 
 
Los judíos escarnecen al Crucificado
 
 
29 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Bah! ¡tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas! 30 Sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz». 31 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: «A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. 32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos». También los que estaban crucificados con él le injuriaban (pero uno después se arrepintió). 
 
 
 
 
Muerte de Jesús, el velo templo se rasga en dos
(Mt. 27,45-46. Lc. 23,44-49. Jn. 19,28-30)


 


33 Cuando vinieron las doce del mediodía, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta las tres de la tarde. 34 Y a 
las tres de la tarde Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? 35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: «Mirad, llama a Elías». 36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en el extremo de una caña, le dio a beber, diciendo: «Dejad, veamos si viene Elías a bajarle». 37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. 38 Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. 
 
 
 
 
El centurión cree
 
 
39 Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios». 


 
Mujeres siguen el drama del Gólgota
 
 
40 También había algunas mujeres que lo seguían desde lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé, 41 quienes, cuando Jesús estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén. 
 
 

José de Arimatea da sepulcro al cuerpo de Jesús
(Mt. 27,57-61. Lc. 23,50-56. Jn. 19,38-42)



42 Pasando ya el atardecer, debido a que era Viernes* víspera del Sábado, 43 vino José, que procedía de Arimatea, miembro noble 1 del concilio (miembro del concilio judaico), que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. 44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si hacía tiempo que había muerto. 45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José. 46 Y compró una sábana, y bajándolo (de la cruz), lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro. 47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponía.
 
 
 
* Traducido del gr. "Παρασκευή", [Paraskeví], "preparación" 
1. O, de la clase social superior, rico, aristócrata
2. Se trata de la pequeña Galilea, un lugar en el Monte de los Olivos, donde se reunían galileos, que iban a Jerusalén como peregrinos.  




16 Miróforas visitan el sepulcro vacío y un ángel anuncia la resurrección de Jesús
(Mt. 28,1-8; Lc. 24,1-12; Jn. 20,1-10)




Y habiendo pasado el Sábado (día de reposo) María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle. 2 Y muy de mañana, el primer día de la semana (el Domingo), nada más salir el sol bajo el horizonte (nada más comenzar el amanecer)
vinieron al sepulcro. 3 Pero decían entre sí: «¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?» 4 Pero cuando miraron, vieron removida la piedra, que era muy grande. 5 Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se asustaron. 6 Mas él les dijo: «iNo os asustéis! Buscáis a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí. Mirad el lugar en donde le pusieron. 7 Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; 2 allí le veréis, como os dijo». 8 Y salieron y se fueron del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo. 
 
 

Apariciones de Jesús resucitado


9 Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana (el Domingo), apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. 10 Yendo ella, lo hizo saber a sus discípulos, que estaban tristes y llorando. 11 Pero ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron. 12 Después apareció en otra forma a dos de ellos que iban a un pueblo. 13 Y ellos fueron y lo hicieron saber a los otros. Pero tampoco a ellos creyeron.
14 Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado (no creyeron a testigos visuales).
 
 

Jesús resucitado da a los discípulos misión mundial 


 15 Después les dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda la humanidad. 16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo. Mas el que no creyere, será condenado». 
 
 
 
A la fe le seguirán señales (milagros)
 
17 «Y a los que crean, les seguirán estos milagros: Con mi poder expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; 18 matarán serpientes; y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño. Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán». 
 
 

La ascensión del Señor, predicación y confirmación de lo dicho
(Lc. 24,50-53)

19 Y el Señor, después que les habló, fue ascendido al cielo, y se sentó a la diestra de Dios. 20 Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, y el Señor colaboraba con ellos, confirmando las palabras con las señales que las seguían. Amén. 1


1 Los versículos 9-20 faltan en algunos manuscritos antiguos.

 

 

 

 

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