2.4. Evangelio Según San Juan

El apóstol y evangelista Juan fue uno de los cuatro pescadores que el Señor llamó primero para el puesto apostólico. Tanto su padre Zebedeo como su madre Salomé, la cual transmitió su devoción y su religiosidad también a sus hijos. Por esto en cuanto Juan el Precursor comenzó a predicar en el desierto, el joven Juan se convirtió en su discípulo, hasta el momento en que el precursor le mostró a Jesús Cristo.
Su madre Salomé, se consideraba por muchos que era hermana de la Madre de Dios. No parece sin embargo probable que conociese Juan al Señor antes de la formación que le inculcó el Precursor poco después del bautismo de Jesús Cristo. (Juan 1, 35-39).
Cuando el evangelista Juan se hizo discípulo del Señor, constituyó junto con su hermano Jacobo y Pedro el círculo de los tres discípulos que el Señor llevó consigo tanto en la resurrección de la hija de Jairo, como en la Transfiguración, así como en la angustiosa oración en el huerto de Getsemaní. Juan es "el discípulo amado del Señor" (Jn. 9:2). Por la cálida dedicación y el mucho amor que mostró Juan hacia el Señor, así como su hermano Jacobo, el Señor los denominó "hijos del trueno".
Juan es el único de los doce discípulos que siguió al Señor hasta la Cruz. De hecho tuvo el honor de confiarle el Señor a su madre, cuando le dijo " aquí tu madre" (Jn. 19, 27). Desterrado por el emperador Dometiano a la isla de Patmos, vio allí el Apocalipsis. Y después de la muerte del apóstol Pablo y la destrucción de Jerusalén, se estableció en Éfeso, donde escribió el Evangelio sobre los años 85-95 d.C.
Según San Jerónimo, cuando Juan llegó a una avanzada edad, debido a que no podía ya enseñar con muchas palabras a los fieles, se limitó a decir: " Hijos, amaos los unos a los otros".   





CAPÍTULO 1

Vers. 1-10. El eterno Hijo y Logos de Dios es el Creador del mundo, la luz y la vida de los hombres

1. Al principio de la creación existía el Hijo de Dios, que nació intemporalmente del Padre como infinito y vivo Logos de infinitamente perfecto y omnisapiente Nus. Y el Logos como segunda persona de la Divinidad era inseparable del Dios Padre y siempre unido a él. Y era Dios perfecto el Logos. 


2. Al principio de la creación él existía unido al Dios Padre.


3. Todas las creaciones fueron creadas por él en colaboración con el Padre y con el Espíritu Santo; y sin él no se hizo ni lo más mínimo de todo cuanto se ha hecho.


4. Tenía dentro de él la vida, y él, como fuente de la vida que es, creó y mantiene cada vida. Y para los hombres, que son seres lógicos, era desde el principio también su luz espiritual, que ilumina su nus y les conduce a la verdad.


5. La luz ciertamente también distribuye su brillo entre las personas que están oscurecidas por el pecado y el engaño, para iluminarles también a ellos. Pero estos oscurecidos hombres no lo percibieron y no lo aceptaron, pero tampoco pudieron derrotarlo ni superarlo.


6. Para que conociesen por lo tanto los hombres la luz, apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.


7. Él vino teniendo como su principal misión el dar testimonio de Jesús Cristo. Es decir vino para dar testimonio de que él es la luz, para que creyesen todos los hombres con su predicación sobre Jesús Cristo.


8. No era el mismo Juan la luz, sino que vino enviado por Dios para dar testimonio de Jesús Cristo, quien es la luz.


9. Como Logos y como segunda Persona de la Divinidad era siempre el Cristo la absolutamente perfecta luz, la única fuente de luz, que ilumina a cada hombre que viene a este mundo.


10. Estaba desde el principio en el mundo, proveía y gobernaba el mundo. Y todas las construcciones de las cuales está constituído el mundo terrenal y el celestial, a través de él se hicieron. Pero sin embargo, cuando él se encarnó y se hizo hombre, el corrupto mundo de los hombres que estaba apegado a las cosas terrenales no lo reconoció como a su creador.


  


Vers. 11-18. Encarnación del Hijo y Logos de Dios. 

11. Y no sólo el mundo, sino también los suyos, los judíos, le rechazaron. Vino del cielo y vivió como hombre en la tierra prometida, que fue escogida desde hace muchos siglos por Dios como particularmente suya. Pero sus hombres, los judíos, no lo aceptaron, sino que le negaron como extraño y enemigo.


12. Quienes sin embargo le aceptaron y le reconocieron como a su Señor, y creyeron que él es el Hijo de Dios que se hizo hombre para salvar a los hombres, les dio el derecho y el favor de ser convertirse en hijos de Dios.


13. Éstos no nacieron de sangre de mujer, tampoco del deseo de algún hombre, sino que nacieron del mismo Dios. 


14. Para que quede bien marcado sobre cada uno quién constituyó este nacimiento sobrenatural y adopción, repito que el Logos se hizo hombre en el tiempo. Y teniendo como escena y como templo santo la naturaleza humana, permaneció con mucha familiaridad entre nosotros como uno de nosotros. Y nosotros nos saciamos de ver con nuestros ojos su radiante y divina gloria, la cual era mostrada mediante sus milagros y su enseñanza y mediante el brillo de su pureza ante el pecado y de su vida completamente santa. Era gloria que no recibió como cαrisma y regalo, como la reciben las creaciones lógicas, sino que la tenía de modo natural de su Padre, como Hijo unigénito que era. Hijo lleno de gracia con la cual entonces realizaba milagros y ahora nos renueva y renace, y lleno de verdad, con la cual nos ilumina y nos enseña.


15. Juan da testimonio de él y anuncia públicamente y sin ningún miramiento, con franqueza, diciendo: Éste era aquel del que dije que: este que viene a la acción pública después de mí existió incomparablemente más brillante y más glorioso mucho antes de mí. A él veían y anunciaban todos los patriarcas y profetas; porque como primer nacido y unigénito hijo de Dios existía antes que yo.


16. De la ilimitada riqueza de su perfección y de sus ofrendas recibimos todos nosotros. Recibimos cada gracia sobre otra gracia. Después de la ofrenda  del perdón de los pecados  recibimos la ofrenda de la adopción y de la vida bienaventurada. Υ todos aceptamos superabundantes ofrendas por encima de lo que teníamos antes.


17. Porque la ley, que la infringieron los hombres y por esta razón se convirtieron en culpables e inmerecedores de recibir la ofrenda de la adopción, fue entregada a través de hombre y siervo, de Moisés. Mientras que la gracia y la perfecta revelación de la verdad, la cual sustituyó a las sombras y los símbolos de la ley, vinieron a través de Jesús Cristo. Y esta gracia y la verdad liberan al hombre de la esclavitud del pecado y lo renueva.


18. Y era natural por Cristo recibir la perfecta revelación de la verdad. Porque a Dios no lo ha visto nadie jamás. El Hijo, que sólo él nació de la naturaleza del Padre y está dentro de su seno,
siempre inseparable de él, aquel nos explicó y nos dió a conocer a Dios.     



Vers. 19-28. El testimonio de Juan sobre sí mismo y sobre el Mesías


19. Este es el testimonio que dio Juan, cuando los principales de los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas para preguntarle: ¿Tú quién eres? ¿Eres tú el Mesías? ¿O eres alguno de los que vendrán antes que él?


20. Entonces él confesó y no negó, manifestando rotundamente: No soy yo el Mesías Cristo.


21. ¿Quién eres entonces? le preguntaron. ¿Y qué significa esta negación tuya? ¿Eres Elías, quien aparecerá antes que el Mesías? Y Juan dijo: no, no soy. ¿Eres tu el profeta que predijo Moisés? Y respondió: No, ni profeta de quien habló Moisés soy.


22. Entonces después de estas continuas negaciones, le dijeron ellos: ¿Quién eres? Dinos, para que demos una respuesta a quienes nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?


23. Entonces dijo Juan: Yo soy la voz de uno que exclama fuerte en el desierto y que dice lo siguiente, como dijo el profeta Isaías: Haced recto el camino por el cual pasará el Señor. Es decir preparad vuestras almas para recibir al Señor, quien va a venir.


24. Entre los enviados había algunos que pertenecían a la orden de los Fariseos. Éstos consideraban el bautismo de Juan como una innovación.


25. Por esto se giraron hacia Juan y le preguntaron: ¿Por qué bautizas, si no eres ni el Cristo, ni Elías, ni el profeta? Sólo éstos tendrían el derecho y la autoridad para hacer esto que haces tú.


26. Entonces Juan les respondió: Nuestra época es la época del Mesías. Y yo como precursor del Mesías bautizo con agua. Entre vosotros sin embargo ya se encuentra y dentro de poco aparecerá aquel que vosotros no conocéis.


27. Él viene y se mostrará en acción en público después de mí; pero es incomparablemente más brillante y más glorioso que yo, y existía mucho antes que yo como eterno Logos de Dios. A él veían y predicaban los patriarcas y los profetas. Frente a él yo no soy digno ni como el último siervo de atarle la hebilla de su calzado. 


28. Esto sucedió en Betania al otro lado del Jordán, donde Juan continuaba bautizando.   


    
Vers. 29-34. Juan muestra al Cordero de Dios.

29. El día siguiente vio Juan a Jesús venir hacia él y le dijo: Aquí, el que profetizó Isaías y que nos ha enviado Dios para ser sacrificado como cordero y levantar con su degollamiento y su sacrificio todo el pecado y la culpabilidad del mundo, anulándolo de este modo.

30. Éste es del que os dije: depués de mí viene alguien que existía mucho antes que yo y que es incomparablemente más brillante y glorioso que yo, porque como Dios
que es existía antes que yo.

31. Y yo mismo no sabía, ni nunca sospeché que éste era el Mesías. Pero para hacerse conocido y visible a los israelitas, para eso he venido yo para bautizar en las aguas del Jordán.

32. Además Juan dio este testimonio: He visto al Espíritu Santo bajar como paloma desde el cielo y quedarse sobre él permanentemente, y no como los profetas, quienes recibían súbitamente la gracia del Espíritu Santo para un motivo particular.


33. Así como vosotros, yo tampoco sabía que él es el Mesías. Pero Dios, quien me envió a bautizar con agua simple, me dijo: sobre aquel que veas que desciende el Espíritu Santo y se quede permanentemente sobre él, él es quien bautiza con Espíritu Santo y el dador de los dones y de los carismas del Espíritu Santo a quienes se bautizan con su bautismo.

34. Entonces es cierto que yo he visto al Espíritu Santo descender y permanecer sobre él y he dado testimonio de que él es el Hijo de Dios que se ha hecho hombre.     



Vers. 35-43. El conocimiento de los primeros discípulos con el Señor.


35. Al día siguiente Juan estaba de nuevo en el lugar de costumbre donde predicaba, y con él estaban dos de sus discípulos.


36. Y tras observar con respeto y devoción a Jesús, que en aquel momento caminaba, dijo: Éste es el Cordero que entregó Dios su Padre para ser sacrificado para favor nuestro


37. Los dos discípulos le escucharon decir esto y siguieron a Jesús.


38. Se volvió entonces Jesús hacia atrás, y al ver que le seguían silenciosamente, cuando tenían un gran deseo de hablarle, les dijo: 


39. ¿Qué queréis y qué buscáis de mí? Y ellos le dijeron: Rabbí (que significa Maestro), ¿dónde vives, para que te visitemos y hablemos contigo? 


40. Y él les dijo: Venid ahora y veréis dónde vivo. Fueron entonces y vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día. La hora en que se encontraron Jesús y los dos discípulos era aproximadamente la décima desde la salida del sol, es decir las cuatro de la tarde.


41. Uno de estos dos discípulos que escucharon a Juan todo lo que dijo de Jesús y le siguieron, era Andrés, el hermano de Simón Pedro.


42. Sin embargo antes de encontrar el otro discípulo a su hermano, encuentra primero Andrés al hermano de Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías (nombre que significa Cristo).

43. Y cuando había comenzado a anochecer, le trajo ese mismo día a Jesús. Y Jesús le miró con mirada examinadora y amable y le dijo: tu eres Simón, el hijo de Jonás. Tu, ya que te harás sólido en la fe como una piedra, te llamarás "Kifás", (que significa Pedro).
 


Vers. 44-52. El conocimiento de Felipe y Natanael con el Señor.

44. Al día siguiente decidió Jesús partir hacia Galilea. Se encuentra entonces a Felipe y le dice: Sígueme en el viaje que voy a hacer.


45. Felipe procedía de Betsaida, la tierra natal de Andrés y de Pedro.


46. Mientras tanto se encuentra Felipe con Natanael y le dice: A aquel sobre quien escribió Moisés en la ley y a quien y a quien predijeron los profetas, hemos encontrado. Es Jesús, el hijo de José, y proviene de Nazaret.


47. Pero Natanael le dijo: ¿De Nazaret, este pueblo malo e insignificante, puede salir algo bueno? Le dice Felipe: Ven, y cuando le veas con tus ojos, te convencerás.


48. Vio Jesús a Natanael venir hacia él y le dice: Aquí un puro y  real israelita, que no tiene en su corazón ninguna maldad y engaño, sino que desea con franqueza encontrar la verdad.


49. Le dice Natanael: ¿De qué me conoces? ¿ Y cómo conoces la franqueza de mis pensamientos? Le respondió entonces Jesús: Ya antes de llamarte Felipe, cuando estabas bajo la higuera y rezabas lejos de los ojos de cada hombre, yo con mi divina y sobrenatural mirada te ví.


50. Entonces Natanael le respondió: Maestro, realmente eres el Hijo de Dios, eres el rey de Israel que esperábamos según las profecías.


51. Y Jesús le respondió: ¿Porque te he dicho que te ví debajo de una higuera,  crees?, verás cosas más grandes y más milagrosas que ésta.


52. Y le dice: Verdaderamente os aseguro que a partir de ahora que se han abierto los cielos con mi bautismo, veréis también vosotros el cielo abierto, y a los ángeles de Dios bajando y subiendo al Hijo de Dios. Este se hizo perfecto hombre, y como hijo del hombre es el único representante del género humano; y vendrá de nuevo como Juez glorioso sentado sobre las nubes. Subirán y bajarán los ángeles para servirle a Él y a su Iglesia.








CAPÍTULO 2

Vers. 1-11. El milagro en Caná.


1.Al tercer día después de partir del desierto del Jordán, tuvo lugar una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. 



2. Estaban también invitados a la boda Jesús y sus discípulos. 



3. Y debido a que durante el transcurso de la boda se terminó el vino, la madre de Jesús le dice: No tienen vino.



4. Le dice Jesús a su madre: ¿Qué en común existe, mujer, entre mí que como Mesías e Hijo de Dios actúo ahora con mi poder divino, y entre tí que me diste a luz como hombre? No ha llegado todavía la hora de hacer milagros y de revelar públicamente que soy el Mesías.


5. Estas palabras las dijo Jesús de tal modo que la Toda Santa entendió que Jesús cumpliría su petición. Dice entonces a los servidores: Obedeced sus instrucciones y haced lo que os diga. 


6. Entonces allí existían seis cántaros de piedra, los cuales estaban ubicados allí de acuerdo a la costumbre que tenían los judíos de lavarse antes de comer. En cada una de ellas cabían en torno a dos o tres "medidas", es decir, alrededor de unos cien litros. 


7. Entonces Jesús dice a los servidores: Llenad los cántaros con agua. Y ellos los llenaron hasta arriba, de modo que no se podía añadir sobre ellos nada más.


8. Después les dice Jesús: Sacad ahora de los cántaros y traed al responsable del mesón que atiende el banquete. Y ellos enseguida le trajeron.


9. Entonces nada más probar el responsable del banquete el agua que se había convertido en vino - y que no sabía de dónde era ni quien lo trajo, aunque sin embargo los servidores que habían sacado el agua y habían llenado con ella los cántaros, lo sabían - llama el responsable del banquete al padrino


10. y le dice: cada hombre que llama a los invitados a la mesa, primero el buen vino, y cuando se ponen eufóricos, entonces ofrece el menos bueno. Porque entonces ellos piden sobretodo cantidad y no calidad. Tú sin embargo has reservado el vino escogido y bueno hasta este momento.


11. Este milagro que hizo Jesús en Caná de Galilea fue el comienzo de sus milagros revelados. Así se mostró la gloria y la grandeza de su poder divino y de su autoridad, afianzándose con ello sus discípulos en su fe hacia él.     

     


Vers. 12-25. La expulsión de los comerciantes del templo.

12. Después de este milagro bajó Jesús a Capernaúm él, su madre, los que estaban considerados por la gente como sus hermanos y sus discípulos, y se quedaron allí no muchos días.


13. Ya que se acercaba entonces la Pascua de los judíos, subió Jesús a Jerusalén. 


14. Y dentro en el patio sagrado del templo encontró hombres que vendían bueyes, ovejas y palomas para quienes ofrecerían sacrificios con ellas. Encontró también a los cambistas, que cambiaban las monedas extranjeras de los peregrinos por las judías, sentados en sus mesas.


15. Entonces preparó un látigo de cuerdas y los sacó a todos fuera del patio del templo. A la vez sacó las ovejas y los bueyes y tiró las monedas de los cambiadores y volcó sus mesas.  


16. Y a los que vendían las palomas les dijo: lleváoslas de aquí. No convirtáis la casa de mi Padre en un establecimiento comercial.


17. Recordaron entonces sus discípulos lo que está escrito en los salmos: "Padre mío, el celo que tengo por la gloria de tu casa, como fuego quemará y devorará todo mi interior".


18. Entonces después de esto que hizo en el templo, tomaron la palabra los judíos y le dijeron: ¿Qué prueba tienes para mostrarnos que demuestre y que asegure que realmente tienes la autoridad para hacer esto?


19. Entonces Jesús les respondió: Derrumbad este templo, y en tres días los reconstruiré sólo con mi poder. Porque seré resucitado del sepulcro como templo viviente del Dios y cabeza inmortal de mi Iglesia. Y esta Iglesia mía sustituirá para siempre vuestro templo, que será derrumbado. 


20. Dijeron entonces los judíos: cuarenta y seis años hicieron falta para construirse este templo, ¿y tú lo vas a construir en tres días? 


21. Él sin embargo se refería al incomparablemente más brillante y más santo templo de su cuerpo. Y aseguró así de modo profético que después de su muerte por crucifixión sería levantado este templo de su cuerpo del sepulcro.



22. Entonces cuando resucitó de entre los muertos, recordaron sus discípulos que a eso se refería en esta situación. Y se reforzó su fe tanto en la Santa Escritura, donde se había profetizado la resurrección, como en lo que dijo Jesús.


23. En Jerusalén, en la fiesta de la Pascua, se realizaban condecorosos y festivos homenajes, que creaban sentimientos de devoción a los peregrinos. En todo este periodo que estaba allí Jesús, muchos creyeron en su nombre como Mesías, ya que veían los milagros que hacía. Porque estos milagros suyos eran demostraciones y señales de su misión divina.


24. Aunque sin embargo el mismo Jesús no los daba mucha familiaridad, no se fiaba de ellos y no les mostraba los misterios de sus enseñanzas; porque los conocía a todos bien y sabía qué inestable y volátil era su entusiasmo.


25. Y no tenía necesidad de que nadie le diese informaciones sobre cualquier hombre desconocido. Porque el mismo sabía muy bien qué tenía dentro cada uno.   




CAPÍTULO 3

Vers. 1-21. El diálogo del Señor con Nicodemo


Había un hombre, perteneciente a la orden de los fariseos, que se llamaba Nicodemo, parte del Sinedrio y por ello gobernante de los judíos. 


2. Él, para evitar los comentarios y la hostilidad de sus compañeros, fue por la noche hacia Jesús y le dijo: Maestro, algunos de mis compañeros y yo sabemos que estás enviado por Dios y que eres maestro iluminado. Y lo sabemos esto, porque nadie puede hacer los milagros que haces tú, si no estuviese Dios contigo. Enséñanos entonces también a nosotros cómo disfrutar de las riquezas del reino de Dios.


3. Entonces Jesús le respondió: Verdaderamente te aseguro que, si alguien no es nacido desde arriba, es decir desde el cielo, no puede ver el reino de Dios y disfrutar de sus bienes y riquezas. 


4. Le dice Nicodemo: ¿Cómo puede nacer de nuevo el hombre, cuando ya se ha hecho mayor? ¿Acaso puede volver a entrar en el vientre de su madre y volver a nacer?


5. Respondió Jesús: Verdaderamente, verdaderamente te digo, que si alguien no vuelve a nacer espiritualmente del agua del santo Bautismo y del Espíritu Santo, el cual de modo invisible con este agua se hace volver a nacer al hombre, no puede entrar en el Reino de Dios.


6.Cada uno que ha nacido de nacimiento natural de la carne, es que éste carnal, y no puede entrar en este reino espiritual. Sin embargo aquel que ha nacido del Espíritu Santo, es una existencia y una personalidad espiritual, y ésta disfrutará el reino espiritual de Dios.


7. No dudes de lo que te he dicho, que es necesario que todos vosotros nazcáis de de la gracia del Espíritu Santo, la cual baja del cielo.


8. El viento sopla donde quiere, y escuchas su sonido, mas no sabes dónde exactamente ha comenzado y dónde va a parar. Así sucede también con cada hombre que es renacido por del Espíritu Santo. El modo de su renacimiento permanece oculto, pero el efecto del Espíritu es drástico y el resultado se hace v¡sible.


9. Preguntó entonces Nicodemo: ¿Cómo es posible que pase esto y que se lleve a cabo este renacimiento epiritual y celestial?  

 
10. Le respondió nuevamente Jesús: Tú eres un reconocido maestro del pueblo israelita, ¿y no conoces aquello sobre lo que hablaron los profetas?


11. Verdaderamente te digo que aquello que conocemos bien, esto decimos, y aquello que hemos visto con nuestros ojos, con percepción directa y validación, esto testificamos. Pero sin embargo no aceptáis nuestro testimonio.


12. Os he dicho verdades divinas, que sin embargo se refieren a todo lo que sucede aquí sobre la tierra, y los fieles adquieren experiencia mediante ellas en su vida terrenal, y a pesar de todo esto no creéis. ¿ Cómo creeréis si os digo verdades superiores, que se refieren a misterios celestiales?


13. Y sin embargo sólo de mí aprenderéis estos misterios celestiales. Porque ninguno de los hombres ha subido al cielo para aprender lo celestial y enseñároslo, sino sólo aquel que bajó del cielo y se convirtió con su humanización en el hijo del hombre. Éste, aunque ahora está en la tierra, continúa estando en el cielo como Dios omnipresente. 


14.  Escucha ahora otra
verdad desconocida y salvadora del alma, que te voy a revelar: Como una vez Moisés en el desierto colgó en lo alto la serpiente de cobre para que con ello fuesen salvados los israelitas de la mordedura mortal de las serpientes, así de acuerdo con el misterioso plan de Dios, tiene que ser colgado en lo alto en la cruz el hijo del hombre para asumir así la figura del pecado, sin tener sin embargo ninguna relación real con él.


15. Y será levantado sobre la cruz, para que nadie se pierda en la muerte eterna ninguno de los que crean en Él, sino para que tengan vida eterna.


16. Y que no te parezca paradójico que el Hijo del Hombre será levantado en la cruz para nuestra salvación. Porque tanto amó Dios al mundo de los hombres que vivían en el pecado, que entregó a la muerte a su único Hijo, para que no se pierda en la muerte eterna cada hombre que crea en él, sino que tenga vida eterna. 


17. Porque no envió Dios a su Hijo al género de pecadores de los hombres para juzgar y condenar a este género. Vosotros los judíos creéis en el Mesías, que salvará sólo a los judíos y que condenará al resto de las naciones. Pero Dios envió a su Hijo para que se salve todo el género humano a través de él.


18. Quien cree en él, sea judío, sea gentil, no será condenado. Quien no cree, sin embargo, se ha condenado él mismo desde ahora. Porque no ha creído en el nombre del Hijo Único de Dios. Y así con la incredulidad se ha excluido a él mismo del Redentor que invita a la salvación.


19. La razón y la causa por la cual son juzgados y condenados los infieles es esta: que la luz de la verdad, el Hijo de Dios, vino al mundo. Pero los hombres prefirieron la oscuridad del engaño y no la luz. Y eligieron la oscuridad, porque sus obras eran perversas.


20. Porque cualquiera que insiste en hacer obras perversas y malvadas, no es que muestre simplemente indiferencia, sino que detesta la luz. Y no viene a la luz, para que no se vea la inmoralidad y la maldad de su acciones, para no ser desafiado y revelado, y controlada su conciencia.


21. Aquel, sin embargo, que hace obras de acuerdo con la voluntad de Dios, la cual es la verdad, así como el mismo Dios es la verdad, viene junto a la luz y se acerca a Cristo entregándose a sí mismo con toda fidelidad. Y lo hace esto, porque quiere que sea visible la calidad y el valor espiritual de sus obras, para asegurarse así también él, y para que su conciencia sea informada de que tales obras han sido realizadas de acuerdo con la voluntad de Dios.  
 
        


Vers. 22-24. Los bautizos de los discípulos del Señor y los bautizos del Precursor.

22. Después de esto que sucedió en Jerusalén, fueron el Señor y con sus discípulos a la tierra de Judea, y se quedaron allí. Y con su propio consentimiento, sus discípulos bautizaban. Y a los que se acercaban para ser bautizados, les mostraban el Mesías revelado


23. Mientras tanto Juan seguía bautizando en la fuente de Enón cerca de la ciudad de Salim. Y prefirió Juan Enón, porque allí había muchas aguas, e iban allí y eran bautizados.


24. La acción pública y el bautismo de Juan continuaban todavía, porque aún no había sido encerrado en prisión. 




Vers. 25-36. El Precursor da testimonio del Señor.


25. Debido entonces a que Juan bautizaba y que los discípulos de Jesús también bautizaban, hubo una vez una conversación entre los discípulos de Juan y un judío sobre la limpieza que ofrecían estos bautismos. 


26. Y como dichos discípulos no podían convencer a los judíos sobre el valor del bautismo de Juan, fueron donde el mismo Juan y le dijeron: Maestro, aquel que estaba contigo más allá del Jordán, y que tu diste testimonio sobre él, y le presentaste recomendándolo a la gente, mira, ahora él bautiza, y todos van donde él.


27. Respondió Juan y dijo: No puede recibir nada el hombre, si esto no le ha sido entregado por el Padre celestial. De Dios también entonces ha recibido Jesús esta preferencia y esta gloria, la cual le atribuyen los hombres, pero también yo la determinada honra y acción, de la cual os quejáis.


28. Vosotros mismos me escuchásteis, y sois testigos míos, de que dije: No soy el Cristo, sino enviado de Dios y precursor del Mesías anterior a Él. ¿Por qué entonces ahora os mostráis insatisfechos, al ver a Cristο properar más que a mí?


29. No os sorprendáis si todos van donde él y le siguen. Novio es aquel a quien le sigue la novia y va con él como suya. Y el amigo del novio, el padrino, que interviene en esta boda y se mantiene junto a él durante la boda y le escucha, se alegra enormemente al escuchar la voz del padrino declarando su amor por la novia y su agradecimiento por su matrimonio con ella. Entonces me alegro yo también como amigo del Novio Celestial, al que acuden ahora todos los que dentro de poco conformarán su novia, la Iglesia. Ésta es mi alegría, y la siento  perfectamente y de modo completo. Porque se ha celebrado con éxito esta boda espiritual en la cual he intervenido.


30. De acuerdo con el plan de Dios, quien me envió, aquel debe crecer en autoridad y gloria, y yo empequeñecerme. Para que no me sigan a mí ya los hombres, sino a aquel.


31. Aquel que viene de arriba y procede del Cielo, es superior a todos. Quien nació en la tierra de padres que vivían en la tierra, como soy yo, es de la tierra. Éste habla de lo celestial sólo lo que puede, desde la tierra, distinguirlo y conocerlo. Aquel sin embargo que procede de los cielos, como es Jesús Cristo, es superior a todos.


32. Y aquello que sólo él ha visto y oído de su Padre celestial debido a su relación y lo sabe bien, mejor que nadie, de esto da testimonio. Pero desafortunadamente su testimonio muy pocos lo creen y lo aceptan. 


33. El que creyó en su testimonio y abrazó su enseñanza, éste puso su sello bajo estos logos del hijo y enviado de Dios y confirmó oficialmente que Dios es verdadero y no miente.



34. Confirmó él entonces con esta fe suya que Dios es verdadero. Porque Jesús Cristo, quien envió Dios, no dice nada suyo, sino que dice los logos de Dios. Y los enseña infaliblemente, porque Dios no le dio el Espíritu Santo, como a los profetas, de manera limitada y en determinados momentos de su vidas, sino que se lo dió completa, ininterrumpida e ilimitadamente. Y por lo tanto él contiene la total revelación divina y enseña con exactitud la enseñanza de Dios. 


35. Y le dio Dios el Espíritu Santo completamente, porque el Padre ama al Hijo, y debido a este amor suyo, desde que su Hijo se encarnó, le ha dado todo bajo su autoridad, de modo que la determine también como hombre, y tenga derecho para disponerla para la salvación de los hombres.


36. Entonces realmente aquel que cree en el Hijo tiene desde ahora vida eterna. Pero aquel que se niega a creer en el Hijo y por eso no le hace obediencia, no sólo no heredará la vida bienaventurada, sino que jamás la verá. Y la ira de Dios permanece para siempre sobre él, la cual le castiga y le infierna eternamente.  

     




CAPÍTULO 4

Vers. 1-6. El Señor en el pozo de Jacob


1. Entonces cuando se enteró el Señor de que los Fariseos escucharon que Jesús atraía y bautizaba a más discípulos que Juan -


2. aunque no bautizaba el mismo Jesús, sino sus discípulos -


3. para que no se activase el odio y la envidia de sus enemigos, dejó Judea y partió de nuevo hacia Galilea, donde no había muchos rivales.


4. Y porque debido a aquel periodo prefirió el camino más breve, hubo de pasar por Samaria.


5. Entonces llega a una región de Samaria llamada Sicar, la cual estaba cerca de la zona que había dado Jacob a su hijo José.


6. Había allí un pozo que había abierto Jacob. Entonces Jesús, como estaba cansado de caminar, se sentó junto al pozo. Eran aproximadamente las seis desde la salida del sol, es decir las doce del mediodía.



Vers. 7-30. El diálogo del Señor con la Samaritana.

7. Viene entonces una señora que procedía de Samaria, para sacar agua del pozo. Jesús entonces, que estaba sediento, dijo: Dame de beber. 

8. Y pidió a la mujer agua, porque sus discípulos, quienes se encargarían de sacar agua del pozo, habían ido a la ciudad a comprar comida. 


9. Le dice entonces la mujer samaritana: ¿cómo tú, que eres judío, aceptas pedirme agua a mí que soy mujer samaritana? E hizo la mujer esta pregunta, porque los judíos rechazaban a los samaritanos y no tenían relaciones con ellos.


10. Jesús respondió: si conocieses los dones del Espíritu Santo, que da Dios a los hombres, y quién es el que te dice ahora que le des de beber, tu le pedirías y él te daría agua corriente, que nunca se seca. Te daría él la gracia del Espíritu Santo, la cual como agua espiritual limpia, refresca, consuela y da vida a las almas, sin secarse nunca.

11. Le dice la mujer: Señor, seguro que el agua este del que hablas no es de esta fuente, porque no tienes cántaro , con el cual podrías sacar agua de aquí, además el pozo es profundo. ¿De dónde entonces tienes el agua este corriente que no se seca nunca? 

12. ¿Quizás tú eres superior en valor y poder que nuestro padre Jacob, que nos dio como herencia este pozo y no pidió un agua mejor, sino que de aquí bebió él mismo, así como sus hijos y los animales que alimentaba y pastaba? 


13. Le respondió entonces Jesús: Claro que no me refiero al agua de este pozo. Porque el que beba de este agua, tendrá sed nuevamente.


14. Aquel sin embargo que beba del agua que yo le daré, no tendrá másed durante toda la eternidad. Y el agua que le daré se transformará dentro de él en una fuente de agua que no se secará, sino que emanará y saltará y correrá siempre para ofrecerle vida eterna.


15. Le dice entonces la mujer: Señor, dame de ese agua, para que no tenga sed y para no realizar tanto esfuerzo para venir aquí y sacar agua del pozo.


16. Le dice Jesús: Ya que el agua este no lo quieres para tí sola, sino también para aquellos con los que vives, ve, llama a tu marido, y ven aquí con él, para que reciba él junto contigo este don.


17. Le respondió entonces la mujer: No tengo marido. La dice Jesús: Bien has dicho "no tengo marido".


18. Porque has tenido cinco maridos, el uno detrás del otro. Y ahora con el que vives, estás unida en oculto, por eso no es tu marido. Esto que has dicho, es verdad.


19. Le dice la mujer: Señor, entiendo que tú eres profeta. Porque me has dicho un secreto de mi vida, cuando no me has visto ninguna otra vez, sino que hoy me has visto por primera vez. Te ruego entonces que me informes sobre el siguiente importante tema:


20. Nuestros padres reverenciaban y adoraban al Dios en este monte de Guerizín, mientras que vosotros los judíos decís que en Jerusalén es el lugar donde debemos adorar a Dios. Tú como profeta, ¿qué dices sobre esto?.


21. Le dice Jesús: Créeme, mujer, que rápido viene el tiempo en que ni en esta montaña de Guerizín sólo, ni en Jerusalén exclusivamente, adoraréis al Padre celestial.


22. Vosotros los Samaritanos habéis rechazado los libros de los profetas y habéis reverenciado aquello sobre lo cual no tenéis un completo ni seguro conocimiento. Nosotros los judíos reverenciamos lo que conocemos mejor que los demás. Prueba de esto es que el Mesías que salvará al mundo proviene de los judíos. A ellos eligió Dios como a su pueblo y ellos le conocían y le adoraban de un modo más perfecto que los demás pueblos.


23. Muy rápido sin embargo viene la hora, y puedo decir que esta hora ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores reverenciarán y adorarán al Padre espiritual y verdaderamente; es decir con sus fuerzas espirituales iluminadas por Dios y con adoración no aparente y sombría, sino verdadera e inspirada por el total conocimiento de la verdad. Porque el Padre también pide insistentemente que los que le adoran sean adoradores verdaderos y reales.


24. Dios es espíritu, y por eso no se limita a lugares. Y aquellos que le adoran, han de hacerlo con sus fuerzas espirituales interiores, con dedicación del corazón y del nus, y también con verdadero conocimiento de Dios y con la adoración que le es debida.


25. Le dice la mujer: conozco que viene el Mesías, nombre que es traducido con la palabra Cristo. Cuando venga aquel, nos lo enseñará todo


26. Le dice Cristo: Yo soy el Mesías, yo que en este momento te hablo.


27. Y en aquel momento exactamente vinieron sus discípulos, los cuales se sorprendieron de que el Maestro hablase públicamente con mujer, algo que estaba prohibido por las tradiciones de los rabinos. Pero sin embargo nadie le dijo: ¿qué quieres de esta mujer o sobre qué hablas con ella?


28. Mientras tanto la mujer, llena de emoción, después de todo lo que escuchó, dejó su cántaro en la fuente y fue corriendo a la ciudad, donde empezó a decir a la gente:


29.Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho, hasta los secretos y elementos personales de mi vida. ¿Quizás sea él el Cristo?


30. Salieron entonces de la ciudad los samaritanos y se dirigieron hacia él.


             

Vers. 31-38. El diálogo del Señor con sus discípulos.


31. Mientras tanto, sin embargo, hasta que fuesen informados los samaritanos y viniesen al encuentro de Jesús, debido a que Jesús estaba totalmente concentrado en su obra espiritual y no estaba nada interesado en la comida, le suplicaron los discípulos diciéndole: Maestro, come algo.


32. Él sin embargo decía: Yo tengo una comida por comer que vosotros no conocéis.


33. Como no entendieron sus discípulos la importancia de estas palabras del Señor, se decían entre elllos: ¿Quizás cuando no estábamos aquí le ha traído alguien comida y ha comido?


34. Les dice Jesús: Mi comida, que me sacia y me alimenta, es hacer siempre la voluntad de aquel que me envió al mundo para completar su obra, la cual es la salvación de los hombres. Y mi cálido interés por esta obra me ha absorbido por completo, ahora que vendrán aquí los samaritanos, y me corta cada apetito proveniente del hambre natural.


35. ¿No decís vosotros que cuatro meses quedan todavía y la siega viene? En la siembra espiritual, sin embargo, es posible que el logos de Dios fructifique y en un periodo de tiempo mucho más breve. Υ para que os convezcáis del tema este que os digo, levantad vuestros ojos y mirad la multitud de samaritanos que vienen. Sus almas se parecen a los campos, en los cuales no diο tiempo a que fuese sembrado el logos de la verdad, pero que ya están maduros, listos para ser cosechados. Así también en todas las partes del mundo las almas de los hombres están ahora maduras para aceptar la salvación. 

36. Υ aquel que cosecha en esta tierra de cultivo espiritual tiene salario, no sólo porque se alegra viendo el rendimiento espiritual, sino porque también será recompensado en la vida futura por el Señor. Debido a que atrae a la salvación almas inmortales, recolecta frutos para la vida eterna. Y así, en la siembra espiritual que ahora tiene lugar, me alegro yo también que siembro con vosotros, quienes cosecharéis.


37. Porque en nuestro caso se aplica el dicho verdadero, que uno siembra y otro recoge. He sembrado yo también y cosecharéis vosotros, así como en un futuro sembraréis vosotros y cosecharán vuestros sucesores.


38. Yo, el Señor del terreno, os he enviado para que cosechéis el fruto por el cual vosotros no os habéis fatigado para que fructifique. Otros, es decir yo y los profetas anteriores a mí, se han fatigado y han sembrado, y vosotros habéis entrado en sus esfuerzos y en sus siembras para cosechar.


               

Vers. 39-42. Los samaritanos creen.


39. De la ciudad aquella de Sicar muchos de los samaritanos creyeron que él era el Mesías, debido al testimonio de la mujer que decía "me ha dicho todo cuanto he hecho, hasta mis secretos, los cuales no conocían ni con los que vivo, que me conocen desde hace mucho tiempo."


40. Cuando entonces llegaron junto a él los samaritanos, le suplicaron que se quedase para siempre junto a ellos. Y se quedó allí dos días.


41. Y debido a la enseñanza que habían recibido durante esos dos días, creyeron mucho más que aquellos que habían ido al pozo y le habían suplicado que se quedase en su ciudad.


42. Y a la mujer le dijeron que no creemos ya por todo lo que nos has dicho tú. Porque nosotros mismos lo hemos escuchado ahora y sabemos que de verdad este es el Salvador de todo el mundo, el esperado Mesías, el Cristo.

  

Vers. 43-54. La curación del hijo de un noble


43. Pasados los dos días en que se quedó en la ciudad de Sicar, se fue de allí Jesús, dirigiéndose a Galilea. 


44. Evitó sin embargo ir a su tierra, Nazaret, porque el mismo Jesús había declarado que cada profeta no es honrado en su tierra con la honra que se merece.


45. Entonces cuando llegó a Galilea, le recibieron los galileos, ya que habían visto los milagros que hizo en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua. Y los habían visto, porque habían ido ellos también a la fiesta.


46. Vino de nuevo Jesús a Caná de Galilea, donde anteriormente había convertido el agua en vino. Allí había un hombre que pertenecía a la nobleza real de Herodes, y su hijo estaba gravemente herido en Capernaúm.


47. Este hombre entonces, en cuanto escuchó que Jesús había venido de Judea a Galilea, se fue de Capernaúm para encontrarle; y comenzó a suplicarle que bajase de Caná a Capernaúm para curar a su hijo; porque estaba gravemente enfermo y estaba en peligro de morir. 


48. Le dijo entonces Jesús, escuchándolo los otros que estaban allí: Si no véis milagros que muestren claramente el poder de Dios que provoquen temor y sorpresa, no creeréis.


49. Le dice el noble: Señor, baja a Capernaúm rápido, antes de que muera mi hijo. 


50. Le responde Jesús: Vete. Tu hijo vive y ya no está en peligro. Y este hombre creyó en las palabras que le dijo Jesús, y sin ninguna intranquilidad partió hacia Capernaúm.


51. Cuando bajó a la ciudad y se encontraba todavía en el camino, se encontró con sus siervos, quienes al ver sano al niño enfermo corrieron para encontrársele, y con alegría le dijeron: "Tu hijo vive".


52. Habiéndose convencido entonces el noble que Jesús con su palabra curó a su hijo enfermo, para confirmar su fe, preguntó a sus siervos que a qué hora comenzó a mejorar su hijo. Y ellos le dijeron que ayer a las siete, es decir a la una del mediodía, que bajó completamente la fiebre. 


53. Comprendió el padre por lo tanto que su hijo fue curado exactamente en el momento en que Jesús le dijo que su hijo vive. Así ahora se afirmó mucho más en su fe tanto él mismo como todos los que estaban en su casa.


54. Esta curación fue el segundo milagro que mostró su misión, y lo cual hizo también en Caná Jesús, cuando vino de Judea a Galilea.     







CAPÍTULO 5

Vers. 1-16. La curación del paralítico de Betseda.


1. Después de esto era la fiesta de los Judíos, muy probablemente la fiesta de Purím, que caía sobre un mes antes de la Pascua. Durante la fiesta esta subió Jesús a Jerusalén.


2. Allí, en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas en el muro de la ciudad existe un estanque en el cual nadaban, el cual en lengua hebrea se llamaba Betesdá. Esta fuente tenía a su alrededor cinco pórticos, cinco pórticos abovedados.


3. En estos pórticos se encontraban tumbados muchos enfermos, ciegos, y paralíticos, hombres con alguna parte entumecida e insensible o atrofiado. y todos ellos esperaban a que el agua de la fuente fuese movida.


4. Porque de tiempo en tiempo un ángel bajaba a la fuente y agitaba las aguas. Y el que entrase primero allí después de la agitación del agua, se volvía sano, cualquiera que fuese la enfermedad que tuviese.


5. Entonces estaba allí en medio de la multitud de enfermos un hombre que llevaba enfermo  treinta y ocho años. 


6. Cuando le vió Jesús que estaba tumbado abajo y con su mirada providencial supo que tenía esta enfermedad desde hacía mucho tiempo, le dijo: ¿Quieres volverte sano? Y con esta pregunta el Señor dio motivo al paralítico para pedir su ayuda.


7. Y así fue que el enfermo le responde: Señor, no tengo hombre que me eche en el estanque cuando sus aguas son agitadas. Y aunque intento acercarme yo por mí mismo, otro se me adelanta y baja al agua antes que yo. 


8. Le dice Jesús: levántate, carga tu lecho al hombro y camina.


9. Y enseguida el hombre se puso bien, cogió su lecho y caminaba libremente. Era Sábado el día en que esto tuvo lugar. 


10. Decían entonces los judíos responsables al sanado: Hoy es Sábado. No está permitido que te levantes y que traslades tu lecho.


11. Pero él les respondió: aquel que me ha hecho bien con un milagro y con poder divino, aquel me dijo coge tu lecho y camina.


12. Entonces después de esta respuesta le preguntaron: ¿Quién era el hombre ese que te dijo, coge tu lecho y camina?


13. Sin embargo el paralítico sanado no sabía quién era; porque Jesús se había ido de modo inadvertido. Y fue fácil el haber desaparecido, porque había mucha gente en el lugar donde sucedió el milagro.


14. Después de bastante tiempo le encontró Jesús en el templo y le dijo: Ves, ahora te has vuelto sano. Ten cuidado entonces de aquí en adelante de no pecar más, para que no te pase nada peor de la enfermedad que tenías, la cual fue ocasionada por tus pecados. Ten cuidado para que no le pase una tragedia mayor a tu cuerpo y pierdas junto con la salud de tu cuerpo también tu alma. 


15. Se fue entonces el hombre del templo, y tras encontrarse con los judíos, le dijo que el que le curó fue Jesús. 


16. Por eso los judíos condenaron a Jesús y buscaban matarle, porque hizo estas sanaciones en el día del Sábado.



Vers. 17-23.  El Señor enseña y realiza obras divinas en colaboración con su Padre.


17. Pero Jesús dio la siguiente respuesta a los judíos que tanto le odiaban: "Dios mi Padre trabaja continuamente hasta ahora y sin interrupción; porque no sólo creó el mundo, sino que también lo gobierna y cuida de él. Y entonces yo su Hijo trabajo continuamente como mi Padre, sin interrumpir mi obra salvífica en los días del Sábado.


18. Entonces cuando los judíos escucharon estas palabras, quisieron todavía más matarle por esto que decía; es decir porque no sólo incumplió el descanso del Sábado, sino porque decía que tenía a Dios por Padre, igualándose así a sí mismo con Dios.


19. Jesús sin embargo respondió a sus críticas diciendo: Verdaderamente os digo que existe una completa unión y acuerdo entre el Padre y el Hijo. Por eso el Hijo es naturalmente imposible que haga nada por sí mismo, si no ve al Padre hacerlo. Aquello que hace el Padre, aquello hace también el Hijo exactamente como lo hace el Padre. Porque es una y común la voluntad, la fuerza y la energía del Padre y del Hijo.


20. Esta unión y acuerdo y la energía común del Padre y del Hijo se basa también en el amor que los une. Porque el Padre ama con un afecto infinito a su Hijo. No le esconde nada, sino que le muestra todo lo que hace, de modo que sea realizado a través de su Hijo. Y mostrará a su Hijo hecho hombre obras sobrenaturales mayores que los milagros que hasta ahora habéis visto, de modo que las realice también el Hijo, para que os asombréis vosotros que ahora no creéis.


21. El Hijo hasta a muertos resucitará. Porque como el Padre resucita a los muertos y los da vida, así también el Hijo tiene ilimitado poder y autoridad para dar vida no sólo natural sino también espiritual. Y la vida espiritual la transmite a quien quiere y a quien juzga digno transmitírsela.


22. El hijo tiene ilimitada esta fuerza y autoridad. Incluso la función de Juez no la mantuvo para sí mismo. El Padre no juzga a nadie, sino que toda la autoridad que tiene para juzgar quién es y quién no es digno para recibir vida, se la ha dado a su Hijo que se convirtió en hombre.


23. Y dió el Padre toda esta autoridad al Hijo, para que honren y adoren al Padre. Aquel que no honra al Hijo, tampoco honra al Padre, que le envió al mundo. 

         
 

24-30. La vida eterna y la resurrección de los muertos.


24. El Padre entonces concedió a Su Hijo la autoridad de dar vida. En verdad, en verdad os digo que aquel que escucha y adopta mi enseñanza y cree en mi Padre, que me envió al mundo, tiene desde el momento en que creyó vida eterna. Y no será sometido a juicio y sentencia, sino que ha pasado ya de la muerte espiritual del pecado a la  inmortal y eterna vida.     


25. En verdad, en verdad os digo que viene la hora, y esta hora ha venido ahora, por lo que los hombres que debido a sus pecados están muertos espiritualmente, escucharán la voz del Hijo de Dios que les llama para escuchar su enseñanza. Y los que escuchen esta voz suya con buena disposición, teniendo abiertos sus sentidos espirituales, y se aplican lo que buscan y aprenden, vivirán vida eterna.


26. Vivirán obedeciendo a la voz y la enseñanza del Hijo, porque el Hijo es fuente de vida. Verdaderamente. Así como el Padre tiene dentro de Él vida y Él mismo es vida por sí mismo, así también dió a Su Hijo que se hizo hombre el tener vida en él y transmitírsela a los demás.


27. Le dió además la autoridad para sentenciar y actuar como Juez, porque es el Mesías que se hizo hombre asemejándose con aquellos que juzgará.


28. No dudéis de lo que os he dicho. Sucederán muchos más milagros que éste. Porque viene el día en que todos los muertos, los que hasta ahora se encuentran en los sepulcros, escucharán la voz del Hijo de Dios, que les ordenará que resuciten.


29. Saldrán todos de los sepulcros, y todos los que en la vida terrenal obraron el bien, serán resucitados para disfrutar de la vida eterna y bienaventurada. Pero los que obraron el mal, serán resucitados para ser juzgados y condenados.


30. Éstos serán juzgados por mí con toda justicia. Porque yo ahora y siempre no puedo hacer nada por mí mismo, que no lo quiera también mi Padre. Juzgo según lo que escucho que mi Padre me dice a mí, su Hijo, que también me convertí en hombre. Y este juicio es justo. Porque no busco hacer mi voluntad, sino la voluntad de mi Padre que me envió al mundo y que es en todo justo. 



Vers. 31- 40. El testimonio del Padre, del Precursor y de las Escrituras.

31. Quizás me diréis que no creéis en lo que digo de mí mismo, "porque está basado en mi propio testimonio egoísta". Realmente. Si yo por mí mismo diese testimonio de mí mismo, mi testimonio podría no ser fidedigno. 


32. Pero otro da testimonio de mí: mi Padre Celestial. Y debido a mi relación particular con Él tengo en mi conciencia testimonio infalible y conozco bien que es verdadero el testimonio que da de mí.


33. Pero como vosotros no escucháis esta voz de mi Padre e insistís pedir pruebas exteriores, os recuerdo que vosotros habéis enviado hombres a Juan, y él ha dado desde hace mucho tiempo testimonio de la verdad.


34. Yo sin embargo tengo la información que mi Padre me da directamente en mi conciencia y no me baso en el testimonio que da algún hombre, aunque el hombre este sea Juan. Pero os digo esto por el testimonio de Juan, para que os convenzáis al menos del testimonio de un hombre que consideráis digno de confianza, y seáis salvados.


35. Aquel no era como yo, el sol de la justicia, pero el candil que no tenía luz por sí mismo, sino que mostraba la luz que le encendía el Espíritu Santo, y por eso iluminaba. Vosotros quisisteis disfrutar con la luz de su enseñanza, pero desgraciadamente para sólo un poco de tiempo.


36. Yo sin embargo tengo por ofreceros un testimonio irrefutable, que es mayor que el testimonio de Juan: mi obra. Porque toda mi acción milagrosa con las obras admirables y asombrosas que me entregó mi Padre para que las realice con su poder como Mesías, estas obras que sólo yo realizo, dan testimonio sobre mí de que mi Padre me ha enviado al mundo.


37. Y mi Padre, que me ha enviado al mundo, ha dado desde hace mucho testimonio sobre mí en la Santa Escritura. Pero vosotros ni su voz habéis escuchado hasta ahora, ni su forma habéis visto; porque Dios es invisible y nadie le puede percibir con sus sentimientos corporales. Consecuentemente su testimonio sobre mí deberías buscarlo en la Sagrada Escritura. 


38. Pero vosotros y el logos de Dios que contiene la Sagrada Escritura no lo habéis aceptado, de modo que habite en vosotros. Y prueba de esto es que no creéis en quien Él, el Padre, envió al mundo.


39. Vosotros examináis la Sagrada Escritura con fijación en sus escritos exteriores, porque pensáis que sólo con la lectura y con este examen tendréis vida eterna. Y sin embargo, éstas son las que dan testimonio de mí.


40. Pero desgraciadamente, a pesar del testimonio de las Escrituras, no queréis venir cerca de mí, para que tengáis vida eterna.               

  


Vers. 41-47. Por qué los judíos no creen en Cristo. 


41. No penséis que por vanagloria pido que vengáis hacia mí como mis discípulos. No. No pretendo que me glorifiquen los hombres. 


42. Pero por mi relación con vosotros y por mi experiencia personal os he enseñado muy bien y estoy seguro de que no tenéis dentro de vosotros amor por Dios. 


43. Esto se demuestra porque yo vine en nombre de mi Padre como representante, para revelar su nombre y su voluntad, pero vosotros no me aceptáis y no creéis en mi misión divina. Si viene otro, falso Mesías, que busque su propio interés y la gloria de su propio nombre, a éste le aceptaréis. 


44. ¿Pero cómo es posible que creáis vosotros, si buscáis recibir alabanzas y elogios el uno del otro y no buscáis la gloria que nace del único Dios?


45. No creáis que yo os acusaré ante mi Padre. Existe otro que os acusa, y ese es Moisés, en quien vosotros habéis fijado vuestras esperanzas.


46. Y es acusador vuestro Moisés, porque tampoco en sus palabras creéis. Si realmente creyeseis en Moisés, creeríais también en mí. Porque él sobre mí escribió proféticamente y preanunció mi venida en muchas partes de sus escrituras, ya sea con referencias e imágenes, ya sea con sabias profecías.


47. Si entonces no creéis en todo lo que ha escrito él, a quien le tenéis tan gran apreciación, ¿cómo creeréis en mis palabras, si a mí me véis y me escucháis por primera vez?  




       



CAPÍTULO 6


Vers. 1-15. La multiplicación de los cinco panes y de los dos peces.


1. Después de esto, Jesús pasó a la otra orilla del lago de Galilea, la cual se llama Tiberia.

2. Le seguía mucha gente, porque veían los milagros que hacía a los enfermos.
 
3. Entonces subió Jesús a la montaña cercana, y allí se sentó junto con sus doce discípulos. 
 
 
4. Se acercaba ya la Pascua, la gran fiesta de los Judíos.


5. Y cuando Jesús estaba atareado y enseñaba a sus discípulos, en un momento levantó sus ojos y observó que venía con él mucha gente. Dice entonces a Felipe, quien procedía de aquella región: ¿Dónde podemos comprar pan para que coman estos hombres y con qué dinero? 


6. Y dijo esto el Señor para probar la fe de Felipe y no porque realmente se encontrase en duda por lo que iba a hacer.


7. Le respondió Felipe: aunque doscientos dinares demos para pan, no llegarán, no sólo para no quedarnos satisfechos, sino nisiquiera para coger cada uno de ellos una pequeña pieza.


8. Entonces Andrés, uno de sus discípulos y hermano de Simón Pedro, le dice: 


9. Hay aquí un joven que tiene cinco panes de cebada y dos peces. Pero ¿qué es esto poco para tantos hombres? 


10. Dijo entonces Jesús: decidle a los hombres que se sienten abajo. Había en la época aquella mucha hierba plantada en aquella región. Entonces se sentaron abajo primero los hombres, cuyo número llegaba alrededor de los cinco mil.


11. Cogió entonces Jesús los panes en sus manos, y agradeciendo a Dios, que nos ofrece todos sus bienes, repartió los panes a los discípulos, y los discípulos a los hombres que se sentaban. Del mismo modo hicieron con los peces, repartiendo a cada uno cuanto quería para llenarse.


12. Tras llenarse todos, dice Jesús a sus discípulos: recoged las piezas que han sobrado, para que no se pierda nada. 


13. Recogieron y llenaron doce cestas de las piezas de los cinco panes de cebada, que habían sobrado de los que habían comido.


14. Entonces cuando los hombres vieron el milagro que hizo el Señor, decían que éste es realmente el profeta que esperábamos que viniese al mundo, de acuerdo con la profecía del Deuteronomio de Moisés.


15. El milagro este causó una gran impresión y creó entusiasmo en la multitud. Por esto Jesús, debido a que percibió que tenían intención de venir a por él para hacerle por la fuerza rey, se fue de nuevo a la montaña él sólo, habiendo dicho anteriormente a los discípulos que se marchasen en barco.




Vers. 16-21. El Señor camina sobre el mar.

16. Y entonces efectivamente cuando anocheció, sus discípulos se fueron de aquel lugar donde había tenido lugar el milagro con la comida y bajaron al puerto. 


17. Y tras entrar al barco, comenzaron dirigiéndose hacia la orilla de enfrente del lago, en Capernaúm. Había ya caído la noche, y Jesús no había venido todavía con ellos. 


18. Mientrastanto, debido a que arreciaba un fuerte y violento viento, las olas del lago se levantaron en una sola y más salvaje, creando una gran tempestad. 


19. Entonces tras haber recorrido unos veinticinco o treinta estadios, es decir unos seis kilómetros, de repente e inesperadamente ven a Jesús caminando sobre el mar y viniendo hacia el barco; y se llenaron de miedo.


20. Pero Jesús les dijo: Yo soy. No temáis, no estáis viendo ningún fantasma. 


21. Entonces después de esta afirmación suya, los discípulos se dispusieron con gozo a ayudarle a subir al barco. Y nada más recogerle, el barco  llegó enseguida, de modo milagroso, hasta la otra orilla.



Vers. 22-26 La multitud busca al Señor 


22. Al siguiente día, muchos de la multitud continuaban estando en la orilla de enfrente del lago, donde había tenido lugar el milagro de la multiplicación de los cinco panes. Se habían quedado allí y no querían marcharse, porque habían visto el día anterior que otro barco no había allí sino sólo uno, aquel en el cual habían entrado sus discípulos; y que Jesús no entró junto con ellos en el barco, sino que partieron los discípulos sólos. Pensaban por lo tanto que Jesús estaba todavía allí.


23. Sin embargo mientras tanto por la mañana vinieron otros barcos de distintos lugares del lago de Tiberia cerca del lugar donde la multitud del pueblo habían comido los panes que habían sido multiplicados con la oración eucarística que hizo el señor. 


24. Cuando el pueblo vio que Jesús no estaba allí, y tampoco sus discípulos, entraron ellos también en los barcos aquellos que vinieron a Capernaúm buscando ver a Jesús.


25. En cuanto lo encontraron en la orilla de enfrente del lago, la occidental, le dijeron: Maestro, ¿cómo te ha dado tiempo a venir desde la otra orilla hasta aquí tan rápido?  


26. Entonces Jesús les respondió: Verdaderamente os digo que buscáis encontrarme no porque habéis visto los milagros y os han persuadido sobre mi misión divina y la verdad salvadora de mi enseñanza, queriendo beneficiaros espiritualmente, sino porque habéis comido los panes y os habéis saciado, y queréis que os dé de nuevo bienes materiales. 


Vers. 27-40. El Señor es el pan de la vida.


27. No debe sin embargo vuestro interés girarse del todo hacia los panes materiales. Esforzaos con entusiasmo por conseguir no el alimento material, que es temporal y se deteriora, sino el alimento espiritual, que permanece sin deteriorarse y transmite la vida eterna. Este alimento os lo dará el hijo del hombre, y sólo él. Porque a él el Padre, es decir el mismo Dios, él lo mostró y lo manifestó como el único dispensador de alimento y de su vida con el sello y con el testimonio de sus milagros. 


28. Después entonces de esta observación del Señor, le dijeron aquellos: ¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras aquellas que nos pide Dios como término necesario para que nos de el alimento que no se deteriora?


29. Y Jesús les respondió: esta es la obra que pide Dios: que creáis enérgicamente y demostrándolo con acciones en aquel que envió.


30. Entonces después de estas palabras suyas, dijeron los gobernantes de los judíos: ¿Qué milagro tienes para presentarnos que muestre tu misión, para que lo veamos y para que creamos en tí? ¿qué obra milagrosa y sobrenatural haces?


31. Nuestros padres comieron el maná en el desierto de acuerdo con aquello que ha escrito en los salmos: Dios les dió para que comiesen pan, el cual fue elaborado con energía sobrenatural y celestial.


32. Les dijo entonces Jesús: Verdaderamente os digo, no os dio Moisés  el auténtico pan celestial. Porque aquel maná ni era el verdadero pan celestial, ni fue dado por Moisés a vuestros ascendentes. Sino que os lo dio mi Padre, quien desde ahora en adelante continuará dándoos sin falta el verdadero pan celestial.


33. Porque el pan de Dios, es decir el que es ofrecido por Dios mucho más que el pan material y que por eso es el pan de Dios por excelencia, es aquel que bajó del cielo y transmite vida inmortal no sólo a unos pocos, sino a todo el mundo.


34. Los judíos sin embargo malentendieron estas palabras del Señor sobre el pan celestial y pensaron que le hablaba de algo material. Le dijeron entonces: Señor, danos siempre de estre pan, como cuando daba Dios el maná cada día a nuestros padres. 



35. Pero Jesús les dijo entonces: yo soy el pan que transmite vida verdadera. La transmito con la comunión de mi cuerpo y de mi sangre, así como con mi enseñanza y la gracia de mi espíritu. Quien viene hacia con arrepentimiento y fe, no pasará hambre espiritual; y quien cree en mí no pasará sed espiritual jamás. Adquirirá nuevas fuerzas espirituales, y encontará el descanso y la satisfacción de su corazón y de su alma.


36. Pero os he dicho que aunque habéis visto quien soy y lo compruebo con mis milagros, vosotros no creéis que soy el Mesías.


37. Pero si vosotros no creéis en mí, existen otros que creerán. Cada hombre, cada ser racional que me da mi Padre para sea mío y para ser salvado por mí, creerá y seguro que vendrá a mí. Yaquel que viene hacia mí no lo echaré fuera con desprecio, sino que le recibiré con gran afecto.


38. Le recibiré, porque he bajado del cielo y estoy ya en la tierra como hombre no para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad de aquel que me envió aquí.


39. Y la voluntad del Padre, que me envió al mundo, es exactamente ésta: no perder uno sólo de todos los que me haya dado, y resucitarlos a todos gloriosamente el último día de este mundo, cuando tenga lugar mi segunda venida y el Juicio mundial.


40. Porque ésta es la voluntad de aquel que me envió al mundo: que cada uno que tenga los ojos de su alma limpios y vea con ellos al Hijo y crea en él, que tenga desde ahora vida eterna. Y verdaderamente yo le resucitaré con gloria en el último día del Juicio.




Vers. 41-51. Las quejas y las reacciones de los judíos. Continuación de las enseñanzas del Señor. El Señor es el pan de la vida que bajó del cielo.


41. Pero los judíos se quejaron en contra de él y con mucha enemistad le criticaron, porque dijo "yo soy el pan que bajó del cielo" y por lo tanto no he nacido como nacen todos los demás hombres.


42. Y decían: ¿no es éste Jesús, el hijo de José? ¿No es del que nosotros conocemos a su padre y a su madre?  ¿Cómo entonces éste, que tan bien conocemos, dice "he bajado del cielo"?



43. Entonces después de estas quejas y críticas, les respondió Jesús: no os indignéis y no me critiquéis entre vosotros.



44. Estas quejas vuestras proceden de vuestra increencia. Y no creéis, porque mi Padre os considera indignos para atraeros hacia mí. Nadie puede venir hacia mí creyendo en mi origen divino y misión, si mi Padre, que me envió al mundo, no cambia su alma y lo atrae con su poder divino.



45. Junto a mí vienen sólo aquellos que son atraídos por mi Padre. Esto fue en otro tiempo profetizado en la Santa Escritura. Está escrito en los libros proféticos lo siguiente: "Todos los que sigan al Mesías serán enseñados por el mismo Dios. Cada uno que escucha la llamada interior de mi Padre y acepta la iluminación de modo que comprende lo que mi Padre le enseña, viene junto a mí".


46. El que los hombres son enseñados por Dios no significa que dialogan personalmente con Él o se ponen en comunicación directa con Él; tampoco que haya visto alguien más al Padre. Nadie ha visto al Padre, sino sólo aquel que no sólo fue enviado, sino que nació de Dios. Solo éste ha visto al Padre.


47. Verdaderamente os aseguro que debido a esta relación particular mía con el Padre, quien cree en mí tiene desde ahora vida eterna.


48. Yo soy el pan que transmite vida verdadera. Así como el pan material refuerza y amplía la vida corporal, así yo también con mi enseñanza y con mi cuerpo alimento y vivifico vuestras almas.


49. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y finalmente murieron. Porque aunque este maná les fue entregado de un modo sobrenatural, no tenía el poder de liberarlos de la muerte corporal.


50. El verdadero alimento divino y celestial, el pan que realmente baja del cielo, es el que transmite tal poder y vida, que si alguien come de él no morirá, sino que disfrutará la vida eterna.


51. Yo soy el pan que bajé del cielo y tengo dentro de mí vida que transmito también a los demás. Quien come de este pan vivirá eternamente. Además, el pan que daré a los fieles para que comulguen y para que se alimenten de él, es mi naturaleza humana, la cual yo la ofreceré como sacrificio para que vivifique el mundo entero.




Vers. 52-59. Discusiones de los hebreos. El cuerpo y la sangre del Señor proporcionan vida eterna.



52. Pero los judíos discutían entre ellos diciendo: ¿Cómo puede éste darnos de comer su carne y permanecer al mismo tiempo pan vivo?


53. Les dijo entonces Jesús: En verdad, en verdad os digo, si no confiaís por completo vuestra salvación en el sacrificio que ofreceré y si con esta confianza y fe no coméis la carne del hijo del hombre y no bebéis su sangre en el misterio de la Divina Eucaristía, no es posible que tengáis vida dentro de vosotros.


54. Quien come mi carne y bebe mi sangre y dentro del misterio de la Divina Eucaristía se convierte en participante de mi vida y de mi sacrificio, tiene ya desde ahora la vida eterna; y yo le resucitaré en el último día del Juicio.  



55. Porque mi carne es alimento verdadero y real, de la cual el creyente recibe no sólo reforzamiento momentáneo y temporal y vida; y la sangre que es bebida verdadera, que no quita sólo momentáneamente la sed del hombre, sino que le satisface eternamente. 


56. Quien come de mi carne y bebe de mi sangre, se une a mí en un cuerpo y por lo tanto permanece dentro de mí y se convierte así en parte de mí; y permanezco dentro de su alma, la cual se convierte en mi templo.


57. Y debido a esta unión disfrutará como fruto la vida eterna. Porque, así como me envió al mundo mi Padre, quien tiene por sí mismo la vida, y yo también como hombre tengo vida inmortal ya que me la dio mi Padre, así mismo quien come de mí vivirá porque yo le daré la vida. 


58. Éste es el pan que de verdad bajó del cielo. No es pan como el maná, el cual comieron vuestros padres y fueron mantenidos en la vida momentáneamente, pero que finalmente murieron. Quien come de éste pan, el verdaderamente celestial, será resucitado del sepulcro gloriosamente y vivirá eternamente.


59. Esto dijo Jesús enseñando públicamente en una sinagoga en Capernaúm, cuando estaba congregada la multitud.




Vers. 60-71. Algunos discípulos se escandalizan y se alejan. Los doce permanecen fijos. 



60. Entonces muchos de sus discípulos, cuando escucharon esto, dijeron: estas palabras suyas son duras, pesadas y repulsivas. ¿Quién puede escucharlas con impasividad y sin indignarse? Porque con eso que dice, presenta como obligatorio y necesario el comer alguien carne humana.


61. Pero Jesús con su conocimiento sobrenatural percibió que se quejaban sobre ello sus discípulos y les dijo: ¿esto que he dicho os escandaliza y perturba vuestra fe?
       


62. Entonces ¿qué haréis si veis al hijo del hombre subir en su Ascención allí donde estaba antes de descender a la tierra como hombre? ¿Creeréis entonces en este hecho sin precedentes, y no os escandalizaréis? ¿No se verá vuestra fe en él perturbada, quien se irá ya para siempre de vuestros ojos?.



63. Os habéis escandalizado porque os he dicho que para recibir vida eterna tenéis que comer mi carne. Para aclararos mejor el tema este os añado también lo siguiente: el Espíritu Santo es lo que da vida. Y mi carne da vida eterna, porque fue concebida por el Espíritu vivificador y dentro de él habita el Espíritu Santo. Cualquier otra carne, debido a que no habita dentro de ella la divinidad, no beneficia en nada. Y las palabras que os digo, como son palabras de Dios, tienen dentro de ellas Espíritu y por eso transmiten vida.



64. Pero bastantes de vosotros no creéis en mis palabras, y por eso, en vez de vivificaros, os escandalizáis de ellas. Añadió Jesús estas últimas palabras, porque desde el primer momento en que le siguieron los discípulos que se escandalizaron, supo con su conocimiento sobrenatural quiénes eran los que no creían, e incluso también quién era el que tenía intención de traicionarle. 


65. Y dijo Jesús: como sabía que la fe de bastantes de vosotros sería perturbada y que no permaneceríais como discípulos míos hasta el final, por esto os he dicho que nadie puede sentir dentro de él que soy el Salvador y el Redentor y con esa fe venir junto a mí, si no le ha sido dado por mi Padre.


66. Desde ese momento muchos de sus discípulos, todos los que no estaban consolidados, se fueron y regresaron a sus habituales oficios, y no fueron ya con Él en sus recorridos.


67. Entonces a causa de su distanciamiento dijo Jesús a los doce: ¿Tal vez queréis iros vosotros también?


68. A esta pregunta suya respondió Simón Pedro: Señor, ¿con qué otro maestro iremos? Tu tienes palabras que transmiten vida eterna. 


69. Y nosotros los doce hemos ya creído y hemos conocido con nuestra propia experiencia que tú eres el Cristo, el hijo de Dios, que no está muerto como los ídolos, sino que tiene por sí mismo la vida y la transmite a los hombres.


70. Y Jesús les dijo: que no os extrañe que se hayan ido algunos. Cuidaros de no poder escapar vosotros también del mismo peligro. ¿No os elegí yo a vosotros los doce? Y sin embargo uno de vosotros, porque se ha convertido en instrumento del diablo, se ha hecho semejante al diablo.


71. Y decía esto refiríendose a Judas, el hijo de Simón, el Escariote. Porque éste le iba a entregar a sus enemigos, a pesar de que era uno de los doce apóstoles.                





CAPÍTULO 7


Vers. 1-9. Los hijos de José no creen en Jesús. 

Bastante tiempo después de esto, caminaba Jesús por Galilea. No quiso hacer los recorridos de su predicación por Judea, debido a que los judíos buscaban matarle. 

2. Se acercaba la fiesta de los judíos que llamaban "de los tabernáculos". En esta fiesta los judíos se quedaban durante siete días dentro de sus tiendas o tabernáculos, para recordar la vida que pasaron sus ancestros, viviendo en tiendas en el desierto.


3. Con motivo de esta fiesta, le dijeron sus "en teoría" hermanos, es decir los hijos que José tuvo con la mujer que estaba antes de comprometerse con la Madre de Dios: Vete de este lugar y dirígete a Judea, para que vean las obras milagrosas que haces aquí, y los discípulos tuyos que se encuentran allí, y también todos los que suban a Jerusalén para la fiesta.


4. Vete allí, porque nadie hace nada en oculto, cuando quiere hacerse públicamente conocido, de modo que todos le conozcan. Ya que realizas estas obras milagrosas, muéstrate a tí mismo ante la multitud que se reunirá durante la fiesta en Jerusalén. 


5. Le hablaron de esta manera, porque todavía sus hermanos no creían que él era el Mesías.


6. Les dice entonces Jesús: Todavía no ha llegado mi hora, la que preestableció mi Padre como la adecuada para mostrarme a mí mismo como Mesías y ser crucificado. Para vosotros sin embargo cualquier hora es adecuada para subir como peregrinos judíos a Jerusalén.


7. No existe motivo para que os odie el mundo, por esto nadie os obstaculiza para que vayáis donde queráis en Jerusalén. A mí sin embargo el mundo me odia, porque yo descubro y anuncio que sus obras son malvadas y los controlo por esto. Entonces cuando vaya a Jerusalén, me matarán.


8. Vosotros subid a Jerusalén y participad en la fiesta de los tabernáculos. Para mí sin embargo no ha llegado todavía la hora para subir de modo visible y oficial a esta fiesta.


9. Esto les dijo, y se quedó en Galilea.         




Vers. 10-13. El Señor va en oculto a Jerusalén.

10. Pero cuando subieron sus hermanos a Jerusalén, entonces subió también a la fiesta, aunque no de modo visible y acompañado por muchos, sino personalmente y en cierto modo oculto.


11. Entonces tras subir sin ser visto públicamente los judíos le buscaban durante la fiesta y decían: ¿dónde está este? 


12. Y las distintas congregaciones del pueblo continuamente hablaban en oculto, quejándose y haciendo diversos comentarios sobre él, unas veces buenos y otras veces malos. Unos decían que Jesús es bueno y sincero,mientras que otros decían: no, no es bueno; engaña al pueblo y miente a la gente fiel.


13.  Sin embargo nadie hablaba de él libremente y siendo visto, porque temían a los principales sacerdotes judíos, quienes odiaban a Cristo y condenaron a sus discípulos.



      

Vers. 14-24. El Señor enseña con autoridad divina.

14. Pero cuando ya la fiesta había llegado a la mitad y habían pasado sus cuatro primeros días, Jesús subió al recinto sagrado del templo y enseñaba allí públicamente. 

15. Y los judíos extrañados y sorprendidos decían: ¿cómo este sabe de letras sin haber estudiado en un colegio rabino?


16. Entonces Jesús les dijo: La enseñanza que enseño no me la he inventado yo, sino que es la enseñanza del Dios Padre, quien me envió al mundo para mostrársela a los hombres.


17. Quien realmente tiene anhelo y sincera disposición para realizar la voluntad de mi Padre, sabrá por su experiencia en mi enseñanza cuál de los dos es verdadero: Es decir si esta enseñanza mía proviene de Dios, o si yo enseño por mí mismo según mis propias invenciones.


18. Es decir que aquel que enseña por sí mismo las enseñanzas que ha inventado él mismo, busca imponerse a sí mismo sobre los demás como maestro y busca su propia gloria. Quien sin embargo busca la gloria de aquel que le envió, como soy yo, aquel dice la verdad con un fin desinteresado , y no existe en él ninguna violación de la ley ni pecado. 


19. Vosotros sin embargo me consideráis infringidor de la ley, y no aceptáis mi enseñanza. Pero ¿cómo es posible que la aceptéis, si rechazáis también la enseñanza de Moisés, a quien tanto honráis? ¿No os ha dado le ley Moisés? Y sin embargo ninguno de vosotros la cumple. Si cumplís los mandamientos de la ley, entonces ¿por qué queréis matarme contrariando el sexto mandamiento?.


20. Respondió la multitud y dijo: Estás endemoniado, y el demonio te ha perturbado el cerebro y te ha provocado melancolía y manía persecutoria, haciéndote pensar que alguien quiere matarte. 


21. Entonces Jesús dijo: Sólo una cosa he hecho, sanar al paralítico de la piscina; y todos os habéis llenado de agitación y perplejidad, porque pensáis que con esto he infringido la ley del descanso del Sábado.


22. Pero como esta es la razón de vuestra agitación, os digo lo siguiente: Moisés os dió el mandamiento de la circuncisión, dado que está incluída en la ley Mosaica. Pero Moisés os dio esta orden, no porque la circuncisión fue determinada por él mismo y tiene el principio en su legislación, sino porque esta tradición proviene de nuestros patriarcas. Y si coindice que caiga en Sábado el octavo día del niño, durante el cual tiene lugar su circuncisión, no la aplazáis para el siguiente día, sino que circuncidáis al niño incluso en Sábado.


23. Entonces si consideráis imprescindible aceptar la circuncisión del hombre en Sábado, para que no sea incumplida la ley de Moisés, quien determina que la circuncisión tenga lugar al octavo día del nacimiento del niño, ¿cómo os enfadáis conmigo, que curé por completo a un hombre en el día del Sábado? Yo no he curado alguna parte de su cuerpo, como sucede en la circuncisión, sino que le regalé la salud a su cuerpo paralizado y llevé a su alma a través de la fe por el camino de la salvación.
    

24.  No condenéis y no forméis juicios superficiales según la apariencia exterior y los acontecimientos exteriores. Sino que juzgad justamente, con criterios que se basan en la misma realidad. Aparentemente la curación del paralítico el día del Sábado se presenta como infringimiento de la ley. Pero en realidad es conformidad en el espíritu de la ley, el cual nos pide que no perdamos ninguna oportunidad de hacer buenas obras.





Vers. 25-31. Los jerosolimitanos dudan y son juzgados.


25. Después de todo esto que dijo Jesús, decían algunos jerosolimitanos o habitantes de Jerusalén: ¿no es este a quien los principales sacerdotes buscan matarle?



26. Y sin embargo, mirad, habla libremente en público, y nadie le interrumpe, ni nadie le dice nada. ¿Quizás realmente han reconocido que el es realmente el Cristo?



27. Pero este hombre de aquí, sabemos de dónde es y de quién procede. Sin embargo el Cristo cuando venga, nadie sabrá el modo ni la hora en que vendrá.


28. Tras la infidelidad y la ceguera de su voluntad, los hebreos oyeron la voz de Jesús alzada en el templo: "A mí me conocéis y sabéis de dónde vengo. Pero vuestro conocimiento no está completo. Sólo sabéis que soy de Nazareth. Pero no he venido por mí mismo, como vosotros pensáis, sino que mi apostolado es puro y verdadero, porque verdadero y real es el Dios que me ha enviado, pero vosotros no le conocéis. 


29. Yo sin embargo le conozco, porque he nacido de Él y, como Dios, tengo la misma naturaleza que Él. Además Él me ha enviado al mundo y por eso me veis entre vosotros, siendo hombre, como vosotros". 


30. Debido a estas manifestaciones, los hebreos pretendieron arrestarle. Pero nadie puso su mano sobre él, porque no había llegado todavía la hora establecida por Dios para sufrir la muerte en la Cruz.



Vers. 32-36. Envío de sirvientes para atrapar a Cristo.

32. Escucharon los fariseos a la multitud hablar a escondidas haciendo comentarios favorables hacia Él, y enviaron ellos mismos y los principales sacerdotes a unos servidores para prenderle. 


33. Por esto entonces Jesús, quien advirtió las disposiciones de los maestros de la ley, dijo: Todavía un poco más estaré con vosotros sobre la tierra cuidando por vuestra salvación. Daros prisa por lo tanto para creer y salvaros. Porque me voy y voy de nuevo a donde mi Padre, quien me envió al mundo. 


34. Y si alguna vez, en vuestra desesperación, me buscáis, no me encontraréis. Porque allí donde estoy ahora también como Dios y que dentro de poco iré también como hombre, vosotros no podéis venir. Porque solo yo os puedo llevar allí. Pero vosotros no creéis en mí. 


35. Entonces dijeron los judíos entre sí: ¿A qué lugar irá éste, de modo que nosotros ya no podamos encontrarle? ¿Quizás vaya a abandonar el bendito país de Israel e irse donde los judíos que están establecidos y distribuídos entre los gentiles, y enseñar a los gentiles, deshonrándose a sí mismo?.


36. ¿Qué significa esto que dijo: me buscaréis y no me encontraréis, y donde estoy yo, vosotros no podéis venir? 



Vers. 37-39. Último día de la fiesta. El Señor promete que enviará el Espíritu Santo.

37. El último y el más oficial de todos los otros días de la fiesta, se puso de pie Jesús y levantando la voz dijo: si alguien siente deseo y sed, no por los bienes materiales corruptibles, sino por la paz interior y la bienaventuranza de una vida divina, que venga hacia mí con fe y que beba libremente. Y desde su interior correrán ríos de agua viva. Junto a mí se satisfarán todos sus buenos deseos y su alma encontrará descanso. 


38. Del corazón y de lo profundo del alma de quien cree en mí, de acuerdo con las palabras de la Santa Escritura, surgirán ríos de agua siempre corriente. Y así será regado no sólo él mismo, sino también los que vengan en contacto con él.


39. Estas palabras las dijo el Señor por el Espíritu Santo, que adquirirían tras Su Ascensión a los cielos todos los que en Él creyesen. Porque claro que anteriormente habían sido entregados dones de profetizar y de hacer milagros a hombres justos y profetas, pero la gracia del Espíritu Santo que hace renacer a los hombres y les entrega la divina y bienaventurada vida, no había sido entregado a nadie. Y no había sido entregada esta gracia del Espíritu Santo, porque Jesús no había sido todavía glorificado con su Pasión y su Ascensión.


Vers. 40-44. El pueblo es condenado 

40. Entonces muchos del pueblo, cuando escucharon estas palabras que dijo el Señor durante la fiesta, decían: Realmente este es el profeta del que nos habló Moisés.

41. Otros decían: Este es el Mesías, el Cristo. Otros decían: No es posible que sea el Mesías, porque, ¿acaso es posible que proceda de Galilea el Mesías?


42. ¿No dice la Santa Escritura que el Mesías Cristo provendrá de la generación de David y del pueblo de Belén, donde nació y creció David?


43. Entonces se creó división y desacuerdo entre el pueblo por esto.


44. De hecho muchos de ellos querían detenerle, pero nadie se atrevió a poner su mano sobre Él. Porque una fuerza invisible les mantenía y les obstaculizaba.




Vers. 45-53. Los sirvientes regresan sin haber conseguido nada. Los gobernantes les reprenden y no les creen.

45. Ya que nadie podía atraparle, regresaron sin haber conseguido nada los sirvientes de los principales sacerdotes y de los fariseos. Y éstos les preguntaron: ¿Por qué no le habéis traído, si se mostró en público y muchos de la multitud le escuchaban con malestar y estaban dispuestos a ayudaros para que no se os escapase?


46. Entonces los servidores les dieron la siguiente respuesta: Nunca antes había enseñado ningún hombre con tanta sabiduría y poder y gracia como lo hace este hombre.


47. Después de esta inesperada respuesta de los sirvientes, les volvieron a preguntar los fariseos: ¿Quizás hayáis sido también vosotros engañados, que estáis siempre cerca de nosotros y escucháis nuestra enseñanza, y habéis sido engañados por él, como la multitud ignorante del pueblo?


48. Acaso ha creído en él alguno de los gobernantes, quienes son los únicos competentes para juzgar los temas religiosos, o de los fariseos, que son los vigilantes cuidadores de la tradición y de la fe verdadera.


49. Ninguno de ellos ha creído, sino sólo la multitud, que no conoce la ley y por eso están todos maldecidos.


50. Les preguntó entonces Nicodemo, aquel que acudió a Jesús a medianoche y era uno de ellos, porque formaba él también parte del sinedrio:


51. ¿Tal vez nuestra ley puede condenar a un hombre, si anteriormente no le ha escuchado el juez que representa la ley y perciba por su defensa lo reprobable y  lo censurable que haya hecho?
 

52. Entonces ellos le dijeron: ¿Tal vez eres tú también de Galilea? Examina y fácilmente verás y te convencerás ante las cosas de que hasta ahora no ha salido ningún profeta de Galilea. 

 
53. Y se fueron cada uno a su casa, habiendo disuelto la congregación en medio de tumulto y confusión.





CAPITULO 8

Vers. 1-11. El Señor y la mujer pecadora. 
 
El Señor fue al monte de los olivos, donde acostumbraba a pasar la noche.


2. Y muy de mañana fue de nuevo al recinto sagrado del templo, y todo el pueblo iba con él. Y entonces se sentó y comenzó a enseñarles.


3. Pero mientras tanto los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer casada, que la sorprendieron cometiendo adulterio; y poniéndola en medio de la multitud de gente,


4. le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.


5. Y en nuestra ley Moisés nos enseñó que este tipo de mujeres debían ser lapidadas. 


6. ¿Qué dices entonces tú en este caso? Y dijeron esto con la intención de ponerle una trampa y de tentarle; para poder así tener contra él la acusación de que es indulgente en contra de las disposiciones de la ley, o que propuso la lapidación y no respetó la autoridad romana.  Pero Jesús, para evitarles, se inclinó hacia el suelo haciendo que escribía en tierra con el dedo, sin atenderles.


7. Y como ellos insistían en preguntarle, levantó la cabeza y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.


8. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, escribía en la tierra, para darles tiempo a que se fuesen.


9. Pero los escribas y los fariseos, cuando escucharon estas palabras y debido a que eran acusados por su conciencia, porque eran pecadores, comenzaron a salir de uno a uno, comenzando desde los más ancianos hasta el último. Y así se quedó solo Jesús, y la mujer estaba entre los otros hombres que escuchaban su enseñanza.


10. Entonces levantó su cabeza Jesús, y le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó a ser castigada?


11. Y ella dijo: Ninguno, Señor. Le dijo entonces Jesús: Ni yo, que soy sin pecado y puedo arrojar la primera piedra contra ti,  te condeno. Vete, y de aquí en adelante no peques más.



Vers. 12-20. El Señor es la luz del mundo

12. Jesús les habló de nuevo y les dijo: Yo soy la luz no solo de los judíos sino de todo el mundo. Aquel que me siga con completa confianza y esperanza y con dispuesta obediencia en mis palabras, no caminará ni se encontrará nunca en la oscuridad del engaño y del pecado, sino que tendrá dentro de él la luz espiritual y vivificadora, que proviene de la verdadera vida, de Dios.


13. Entonces después de esta atrevida afirmación de Jesús sobre sí mismo, le dijeron los fariseos: Tú das testimonio de tu persona presentándote egoístamente a ti mismo. Pero nadie da garantía de que sea cierto este testimonio tuyo y de que no provenga de egoísmo y de admiración propia.


14. Jesús entonces respondió: aun dando yo testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero y digno de ser creído. Porque yo conozco bien de dónde he venido con mi humanización y a dónde iré después de mi Ascensión. Vine de mi Padre celestial, e iré de nuevo a él. De hecho mi envío y este mi retorno garantizan que mi testimonio es verdadero. Pero vosotros no habéis mostrado interés en aprender sobre mí, y por eso no sabéis de dónde he venido y a dónde iré.


15. Vosotros juzgáis superficialmente, debido a que estáis influenciados por la forma exterior de mi naturaleza humana. Pero yo de momento y antes de mi segunda venida no condeno a nadie, de modo que os castigue por esta falta de fe vuestra.


16. Pero incluso si asumiera ahora la labor de Juez, mi decisión y mi juicio serían verdaderos y justos, porque no estoy solo, sino que somos yo y mi Padre el cual me envió, y juzgamos los dos juntos.


17. Y además según la ley de la cual os jactáis de que es vuestra, está escrito que el testimonio de dos hombres es válido y puede éste determinar una decisión firme y legal.


18. Y en el caso en cuestión, yo soy uno de los testigos, que testifico sobre mí mismo, y el segundo testigo que testifica sobre mí es mi Padre, que me envió al mundo. No es entonces mi testimonio el único, sino que se basa en el testimonio de mi Padre.


19. Y ellos le preguntaron: ¿Y dónde está tu padre, para que escuchemos su testimonio? Y Jesús les respondió: Ni a mí me conocéis, que soy el natural hijo de Dios, ni a mi Padre.  Si desde el principio hubieseis mostrado confianza en mí y obedeciendo a mi enseñanza hubieseis conocido por la experiencia quién soy, hubieseis conocido también a mi Padre. A este mi Padre se lo revelo a los fieles con la luz de mi enseñanza y de mi vida divina.


20. Estas palabras tan serias y atrevidas las dijo Jesús cerca del ofertorio del templo, enseñando dentro del recinto sagrado del mismo. Y aunque el ofertorio estaba muy cerca de la sala donde juzgaba el concilio, nadie lo prendió, porque no había llegado todavía  la hora determinada por Dios de su arresto y de su muerte.




Vers. 21-30. La procedencia celestial del Señor y la terrestre de los hombres.

21. Entonces debido a que nadie se atrevía a impedirle que enseñase, les dijo de nuevo Jesús. Yo me voy de esta vida y voy a mi Padre celestial. En momentos de desesperación me buscaréis como Mesías y Redentor vuestro. Pero debido a vuestra falta de fe moriréis en vuestro pecado, totalmente separados de Dios. Allí donde yo voy, vosotros no podéis venir para encontrar junto a mí vuestra salvación.


22. Decían entonces los judíos: ¿tal vez piensa en suicidarse, matándose él sólo a sí mismo? Porque dice, donde voy yo, vosotros no podéis venir. Entonces desde luego que si piensa en suicidarse, nosotros no le seguiremos al Hades.


23. Y él les dijo: Vosotros sois de abajo, de la tierra, y sois dominados por pensamientos terrenales y efímeros. Yo soy de arriba, del cielo, con pensamientos y espíritu completamente contrarios a los vuestros. Vosotros sois de este mundo vano y pecador, porque estáis obsesionados por los cuidados carnales de los hombres que están lejos de Dios. Yo no soy de este mundo. ¿Cómo entonces es posible que no nos separemos para siempre?


24. Entonces como sois de este mundo, os he dicho que moriréis sumidos en vuestros pecados. Porque si no creéis que yo soy el único y real Salvador, moriréis enterrados en vuestros pecados.


25. Después de esta afirmación del Señor, ellos le preguntaron: ¿Y quién eres tú, como para que sin ti sea imposible salvarse? Y Jesús les respondió: Exactamente y por completo soy lo que os estoy diciendo.


26. Y regresando sobre mis palabras, os añado que tengo aún mucho que decir sobre vosotros y condenaros por ello. Vosotros desde luego no admitiréis como verdadero mi justo juicio. Pero aquel que me envió es verdadero y fidedigno y no es engañado y nunca dice mentira. Y yo lo que he escuchado de él, esto digo a la gente, y por lo tanto lo que digo es justo y verdadero.


27. Pero los judíos no entendieron lo que les decía de su Padre y de su particular relación y unión que también como hombre tenía con él.


28. Les dijo entonces Jesús: Cuando hayáis levantado en la cruz al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy el único Salvador, y que absolutamente nada hago por mí mismo, sino que concuerdo completamente con mi Padre. Y para hablaros según todo lo que sucede entre los hombres, de modo que me entendáis mejor, os añado: Así como me enseñó mi Padre, así hablo y exactamente eso digo.


29. Y aquel que me envió está conmigo. Nunca me ha dejado sólo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada, y tengo siempre ininterrumpida comunicación y relación con él.


30. Y hablando él estas cosas, muchos creyeron en él, que él era el Mesías.

 


Vers. 31-36. La verdad liberará a los que creen.

31. Y para establecer entonces más profunda y sólidamente su fe Jesús, decía a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permanecéis estables en mi enseñanza y lleváis a cabo vuestra conducta y vuestra vida según ésta, sois reales y verdaderos alumnos míos.


32. Y viviendo esto que os enseño, aprenderéis por experiencia la verdad, y la verdad os liberará de la esclavitud del pecado.


33. Le respondieron los judíos, los cuales dentro de su acaloramiento y de su ímpetu olvidaron la esclavitud de Egipto y de Babilonia y el yugo romano: Nosotros somos descendientes y herederos de Abraham, destinados a conquistar todo el mundo somos, y jamás hemos sido  hasta ahora esclavos de nadie. Sólo tenemos a Dios como gobernador nuestro.  ¿Cómo dices tú: “Seréis liberados”?


34. Jesús les respondió: Os aseguro categóricamente, que todo aquel que sistemáticamente insiste en pecar y no se arrepiente para aceptar la verdad, es esclavo y prisionero del pecado.


35. Pero el esclavo no permanece para siempre en la casa de su Señor como heredero y habitante eterno; porque no tiene derechos sobre ella y es perseguido por ella cuando se muestra como indeseable. Por el contrario, el hijo sí se queda para siempre en la casa de su padre, debido a que hereda todos los derechos de su padre.


36. Entonces si el unigénito Hijo de Dios os regala la libertad, entonces seréis realmente libres y adquiriréis la verdadera libertad del alma.




Vers. 37-50. Juicios del Señor en relación con la arrogante vanagloria de los judíos de que son hijos de Abraham.

37. Sé que en cuanto a vuestra descendencia carnal sois descendientes de Abraham. A pesar de ello, debido a que no os parecéis en virtud a Abraham, no sois hijos libres míos, sino que sois esclavos del pecado. Y prueba de ello es que procuráis matarme, solamente porque mi palabra y mi enseñanza no halla lugar dentro de vosotros.


38. Yo lo que he visto y he aprendido con total seguridad junto a mi Padre celestial, solo eso digo. Y vosotros lo que habéis aprendido de vuestro padre el diablo, eso hacéis. ¿Cómo es entonces posible que la palabra de mi Padre entre y encuentre lugar dentro de vosotros?


39. Le respondieron ellos entonces: Nuestro padre es Abraham y nadie más. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, os pareceríais a él también en la virtud y haríais las obras de Abraham.


40. Pero ahora procuráis matarme a mí, a un hombre que os ha dicho la verdad. ¿Y qué verdad? La que he oído de Dios. Este delito no lo hizo Abraham.


41. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre, al cual evito nombrar. Entonces tras esta acusación del Señor, le dijeron: Nosotros no somos nacidos de una ilícita relación de fornicación con idólatras, de modo que haya sido alterada nuestra procedencia de Abraham. No pertenecemos a la familia de satanás, los idólatras, sino que pertenecemos al pueblo de Dios que proviene de Abraham. Un padre tenemos, Dios.  


42. Entonces respondiendo Jesús a este ensoberbecimiento suyo, les dijo: Si Dios fuese vuestro padre, me amaríais a mí también; porque yo de Dios he salido con mi humanización y he venido entre vosotros. Estoy entre vosotros como embajador de Dios. Porque también al mundo que he venido, no he venido por mí mismo, sino que él me envió.


43. ¿Por qué no entendéis y no valoráis lo que os digo con mi enseñanza y con mi predicación? Os diré yo la causa. No entendéis mi enseñanza, porque no podéis seguirla con interés y devoción debido a la maldad y a la corrupción de vuestras almas.


44. Vosotros, que os jactáis de que sois hijo de Dios, tenéis por padre al diablo. De él procedéis y su carácter y sus particularidades habéis heredado. Y todo pecado y homicidio que desea este vuestro padre, esto queréis también vosotros y estás decididos a hacer. Aquel desde el principio de la creación del hombre era homicida del hombre. Y con su mentira arrastró al hombre al pecado y a la muerte. Y no puede estar en la verdad, porque no existe dentro de él ningún deseo por la verdad y ninguna disposición para decir alguna vez la verdad. Cuando dice la mentira, lo saca de dentro de él. Dice mentiras, porque es falso y padre de la mentira, el primer inventor de ella y su principal remitente.


45. Yo sin embargo soy la voz de la verdad. Y debido a que digo la verdad, por eso vosotros no me creéis, que sois hijos del diablo mentiroso.


46. ¿Quién de vosotros, examinando y controlando mi vida, puede demostrar que he hecho aunque solo sea el más mínimo pecado? Nadie. Consecuentemente, tampoco de mentiroso podéis acusarme. Sin embargo, aunque digo siempre la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?


47. Aquel que procede de Dios y adquirió con la ascesis de las virtudes una familiaridad real con Dios, escucha con atención e interés las palabras de Dios y las realiza. Por eso a vosotros os es indiferente y no escucháis las palabras de Dios, porque espiritualmente no procedéis de Dios y no tenéis una familiaridad real con él.


48. Entonces después de esta advertencia, le respondieron los judíos: Dado que con tanto menosprecio te diriges a los israelitas, ¿no hacemos bien nosotros en decir que eres samaritano y que tienes demonio, el cual te inspira esta disparatada idea que tienes sobre ti mismo?


49. Les dijo entonces Jesús: yo no tengo demonio y no os hablo así debido a alguna perturbación mental de influencia diabólica. Sino que cuando os digo que no tenéis por padre a Dios, honro a mi Padre, para el cual sería vergüenza y deshonra tener tales hijos. Pero vosotros, en lugar de aceptar este testimonio de distinción hacia mi Padre y corregiros, os burláis de mí y me insultáis.


50. Yo sin embargo no busco glorificarme a mí mismo, y por eso no me importa si os burláis de mí. Está mi Padre, el cual busca mi gloria. Él hará el juicio entre mí y entre vuestra falta de fe y ceguera. 




Vers. 51-59. Altísimos testimonios de Jesús sobre sí mismo. 

51. Os aseguro categóricamente que si alguien cumple y aplica en su vida el logos de Dios, no verá jamás con sus ojos la muerte espiritual y eterna, que separa para siempre al hombre de Dios y le condena al infierno eterno.


52. Entonces después de esta nueva declaración de Jesús, le dijeron los judíos: Ahora nos hemos convencido totalmente de que tienes demonio. Abraham, así como los profetas, aunque cumplían el logos  de Dios, murieron. ¿Y tú dices que si alguien cumple el logos de Dios, nunca morirá?  


53. ¿Tal vez eres tú superior que nuestro padre Abraham, quien a pesar de todo murió? Y los profetas murieron. ¿Tú, quién te imaginas que eres y qué grande te consideras a ti mismo?


54. Respondió Jesús: Si yo me honro y me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. Porque los que se jactan y se alaban ellos solos a sí mismos, se convierten en ridículos. Pero para mí existe mi Padre, el cual me glorifica con los milagros que con su poder realizo. Y mi Padre es exactamente aquel del cual vosotros decís que es Dios exclusivamente vuestro.


55. Pero no le habéis conocido, porque ignoráis también su naturaleza y su amor y su voluntad. Yo sin embargo le conozco bien. Y si digo que no le conozco, soy mentiroso como vosotros. Pero le conozco bien, y exactamente por eso cumplo su logos.  


56. Abraham, del cual os jactáis que le tenéis como padre, repleto de una esperanza que le llenaba de un gozo inimaginable, deseaba ver los días de mi humanización; y ahora los ha visto desde el lugar de la bienaventuranza donde vive, y se ha complacido.


57. Le dijeron entonces los judíos: ¿aún no tienes ni cincuenta años, y has visto  Abraham, que vivió hace unos dos mil años?    


58. Les dijo entonces Jesús: Ciertamente os digo, ya antes de que viniese a la existencia Abraham, yo existía eternamente antes de los siglos.


59. Entonces tras esta revelación que hizo sobre sí mismo Jesús, los judíos cogieron piedras del suelo para arrojarlas contra él. Pero Jesús mediante una milagrosa divina intervención desapareció de sus ojos y entró al santuario, habiendo pasado entre ellos desapecibido. Y así se fue, sin ellos notarlo.    





CAPITULO 9

Vers. 1-7. La curación del ciego de nacimiento. 

1. Según pasaba Jesús por el centro de la ciudad, vio a un hombre ciego de nacimiento.


2. Y entonces le preguntaron sus discípulos: Maestro, ¿quién pecó, para nacer este hombre ciego? ¿Pecó él mismo, estando todavía en el vientre de su madre, o pecaron sus padres y es castigado él por los pecados de ellos?


3. Y Jesús les respondió: Ni éste pecó, ni sus padres. Pero nació ciego para que se manifiesten, con la curación sobrenatural de sus ojos, las obras realizadas por el poder y la bondad de Dios.  


4. Yo, Mientras esté en esta vida, he de realizar las obras de Dios, quien me envió al mundo, por la salvación del hombre. Pero viene la vida futura, y así como durante la noche detienen sus obras los hombres, así también entonces nadie podrá trabajar para completar su misión. Entonces no he de perder ni un momento.


5. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo con mi enseñanza y mis milagros.


6. Y habiendo dicho esto, escupió en tierra e hizo barro, y untó con ello los ojos del ciego.


7. Y probando la fe del ciego, le dijo: Vete, lávate en el estanque de Siloé, nombre hebreo que traducido es “Enviado”. Entonces tras la orden de Jesús fue el ciego allí y se lavó, y regresó a su casa con los ojos sanados.


 

Vers. 8-17. El anteriormente ciego es interrogado y confiesa que Jesús le curó.

8. Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?


9. Unos decían: El es. Pero otros decían que no era él, sino otro que se le parecía. El mismo decía que “yo soy el ciego que antes pedía limosna”.


10. Entonces después de esta afirmación del ciego, le preguntaron aquellos: ¿Cómo te fueron sanados los ojos?


11. Y él les respondió: Un hombre que se llama Jesús hizo barro y me untó con él los ojos, y me dijo: Ve al estanque de Siloé y lávate. Y fui allí y me lavé, y encontré mi luz.


12. Después de esta información del ciego que había sido sanado le dijeron lo judíos: ¿Dónde está él? No sé, les respondió.


13. Le condujeron entonces ante los fariseos, al que antes había sido ciego y ahora había sido del todo sanado.


14. El día en que sanó Jesús al ciego y le abrió los ojos era Sábado.


15. Entonces cuando le llevaron ante los fariseos, comenzaron ellos también a interrogarle y a preguntarle de nuevo cómo fue curado y encontrado su luz. Y él les dijo: El que me ha curado me puso barro y después yo me lavé y veo.


16. Algunos de los fariseos decían: Ese hombre no puede haber sido enviado por Dios, porque no guarda el reposo del día del Sábado. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estos milagros tan evidentes y significativos? Y había disensión entre ellos.


17. Y debido a que su disensión continuaba, comenzaron de nuevo a interrogarle al ciego: ¿Qué dices tú del hombre aquel? Ha de ser escuchada tu propia opinión. Porque tus mismos ojos curó aquel y tú mejor que nadie conoces cómo ha sido tu curación. Y él respondió: Yo digo que es profeta. 



Vers. 18-23. Los fariseos llaman a los padres del antes ciego.

18. Entonces después de esta caracterización que el ciego que fue curado dio sobre Jesús, los judíos se molestaron.  No creían que él había sido ciego, y que realmente había recibido la vista. Así que decidieron llamar a los padres del que había recibido la vista.


19. Y les preguntaron: ¿Es éste vuestro hijo, sobre el que vosotros insistís en asegurar que nació ciego? ¿Cómo, pues, si nació ciego, ahora ve?


20. Sus padres respondieron: Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego.


21. Pero cómo ve ahora, no lo sabemos. O quién le curó y le abrió los ojos, nosotros no lo sabemos. Él no es un niño pequeño, tiene edad madura, y por lo tanto percibió cómo y de quién obtuvo su curación. Preguntadle entonces a él, él puede hablar de sí mismo y os dirá lo que sucedió.


22. Y de este modo hablaron los padres del ciego, porque tenían miedo de los dirigentes judíos. Porque éstos hacía mucho tiempo habían acordado ya que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera repudiado, rechazado y expulsado de la sinagoga.


23. Y debido a que sus padres temían ser expulsados también ellos de la sinagoga, por eso dijeron su hijo tenía edad madura, que le preguntasen a él.




Vers. 24-34. Segundo interrogatorio del antes ciego y su confesión.

24. Entonces ya que los judíos no pudieron recibir ninguna información de los padres del antes ciego para refutar su curación o para acusar a Jesús, llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Glorifica a Dios diciendo que has sido engañado y reconociendo la verdad sobre el que te curó. Nosotros debido a nuestro puesto y nuestra autoridad, sabemos bien que el hombre este que infringe el descanso del sábado es pecador.


25. Entonces él respondió y dijo: Si el hombre ese es pecador, no lo sé, y por eso evito expresar una opinión sobe ello. Sin embargo una cosa sé bien, que habiendo yo poco antes sido ciego, ahora veo.


26. Pero debido a que esta nueva asertación del antes ciego no les gustó, le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te curó y te abrió los ojos?


27. El les respondió: Ya os lo acabo de decir, y no habéis querido oír para admitir lo que os dije; ¿por qué ahora queréis oír otra vez lo mismo? ¿Tal vez queréis también vosotros haceros sus discípulos?


28. Entonces le hablaron con insultos y menosprecios, y le dijeron: Tú eres su discípulo. Pero nosotros, discípulos de Moisés somos.


29. Nosotros, que somos hombres con estudios y reconocidos gobernantes de la nación, sabemos que Dios ha hablado a Moisés y a  nadie más. Ese nos es desconocido, y no sabemos de dónde es ni de dónde ha sido enviado.


30. Respondió el hombre, y les dijo: ¡Pues exactamente este hecho provoca admiración y sorpresa! Es decir, el que vosotros no sabéis si ese hombre ha sido enviado por Dios ni de dónde es, y sin embargo este desconocido por vosotros me ha abierto los ojos.  


31. Es sin embargo conocido y lo sabemos todos, que Dios no oye a los pecadores. Pero si alguno respeta a Dios y hace su voluntad, a ése Dios le oye.


32. Desde que se hizo el mundo no se ha oído decir que alguien haya curado los ojos a uno que nació ciego. Primera vez que ha tenido lugar un milagro así, y el que lo ha hecho debe tener una misión divina.


33.  Si este hombre no fuera enviado por Dios, nada podría hacer, ni el más mínimo milagro.


34. Le respondieron entonces ellos: Tú naciste sumido del todo en el pecado, como se demuestra por la ceguera que tenías desde el vientre de tu madre. Y tú el desgraciado y pecador haces el maestro ante nosotros, que somos los más instruidos de todos los judíos? Y le echaron fuera del lugar donde se congregaban,  buscando expulsarle y que participase más en las ceremonias de adoración del templo.



Vers. 35-41. El antes ciego reverencia al Hijo de Dios.  

35. Mientras tanto escuchó Jesús que le habían expulsado por la franqueza con la cual hubo declarado la verdad, y hallándole, le dijo: tú, al contrario de los judíos infieles, ¿crees en el Hijo de Dios?


36. Respondió él y dijo: ¿Y quién es él, Señor, para que crea en él?


37. Le dijo Jesús: Pues le has visto con tus ojos. Este que habla en este momento contigo, éste es el Hijo de Dios.


38. Entonces él dijo: Creo, Señor; y le reverenció como Hijo de Dios y Señor.


39. Entonces después de esta fe que declaró el ciego que fue sanado, en contraposición con la infidelidad de los judíos, dijo Jesús: Yo he venido a este mundo para llevarlo a juicio y para que se separen los bien intencionados de los perversos. Y este juicio tendrá el siguiente resultado: Aquellos que consideran que están ciegos y sumergidos en la oscuridad de la ignorancia y del engaño por los escribas juristas, esos verán la luz de la verdad. Y los que se presentan como conocedores de las Escrituras y piensan con soberbia que ven, acabarán en ceguera espiritual.  

   

40. Escucharon esto también algunos fariseos que estaban allí con él, y le dijeron: ¿Acaso nosotros también, los reconocidos maestros de la nación, estamos espiritualmente ciegos y hemos de hacernos discípulos tuyos para que sean abiertos nuestros ojos?


41. Les dijo entonces Jesús: Si estuvieseis ciegos y no conocieseis la Santa Escritura, no tendríais pecado por la falta de fe que mostráis hacia mí; porque vuestra falta de fe provendría del desconocimiento y no de vuestra perversa disposición. Mas ahora aseguráis que conocéis bien la ley y que veis sin tener la necesidad de que os enseñe y de que os guíe nadie más. Vuestro pecado, entonces, dado que es pecado consciente, permanece y no se perdona.

 





  
CAPÍTULO 10

Vers. 1-6. La Parábola del buen pastor.


Pensáis que sois los reconocidos guías y maestros de Israel. Pero ciertamente os aseguro que os aprovecháis del rebaño y sois ladrones de ovejas. Quien no entra por la puerta en el rebaño, donde son cuidadas las ovejas, sino que sube por otro sitio para saltar dentro ocultamente, éste es ladrón y bandido. (Es decir es ladrón y bandido aquel que sin ser llamado y levantado por Dios en el puesto de pastor y guía de las ovejas de Dios, pide apoderarse de él y usurparlo, como habéis hecho vosotros escribas y fariseos. Porque aunque véis por mis milagros que soy el pastor reconocido por Dios, os apoderáis de mis derechos y de mi poder).

2. Por el contrario, aquel que entra en el rebaño no clandestinamente sino claramente, por la puerta, es pastor de las ovejas.

3. A este guardián que cuida las ovejas se le abre la puerta, y las ovejas oyen su voz y la conocen. Y éste nuevamente, lleno de interés por sus ovejas, llama a cada una por su nombre y las saca del redil para pastorearlas.

4. Y cuando saca a sus propias ovejas fuera del redil, en el cual quedan otros rebaños, va delante de éstos, y sus ovejas le siguen. Porque conocen su voz y su silbido, con el cual las llama.

5. A un extraño sin embargo nunca le seguirán, sino que se irán lejos de él, porque no conocen la voz de los extraños. Así también mis ovejas racionales.  Me reconocerán como su pastor, escucharán mi enseñanza y sentirán mi interés y mi afecto por ellas. Y no serán arrastradas por los estafadores, los cuales intentarán engañarlas y desviarlas de mí.


6. Estas palabras alegóricas les dijo Jesús. Ellos sin embargo no entendieron la importancia de estas palabras. 



Vers. 7-21. El Señor es la puerta y el buen pastor de las ovejas.


7. Ya que no entendieron la importancia de esta parábola, les dijo de nuevo Jesús de modo más claro y preciso los siguiente: verdaderamente, verdaderamente os digo que yo soy la puerta a través de la cual entran las ovejas al redil para estar seguras, y salean a pastorear.


8. Todos los que han venido esto últimos años, antes de venir yo, y tomaron por sí mismos el cargo de conductor de las ovejas, son ladrones y bandidos, porque han intentado aprovecharse de las ovejas y acabar con ellas. Pero las ovejas no los han escuchado.

9. Yo soy la puerta. Por ella solo si entra alguien unido a mi, se salvará. Y entrará como la oveja en el redil para descansar y para estar asegurada por la noche. Y saldrá por la mañana del redil para ser pastoreada y encontrará comida. Es decir que cada alma, solo cuando está unida a mi, estará asegurada de cada peligro espiritual, se alimentará abundantemente de las verdades salvadoras y recibirá la vida eterna.

10. El ladrón no viene para nada más que para robar, para matar y para llevar a la catástrofe a las ovejas. Esto hacen todos los que arbitrariamente recibieron los primeros puestos de las sinagogas de Israel. Por el contrario yo he venido para que mis ovejas tengan vida, y más todavía, abundante alimento espiritual y todo lo bueno.


11.  Yo soy el pastor bueno y afectuoso, que sufro y me intereso de verdad por las ovejas. El pastor bueno sacrifica su vida por las ovejas para alejarlas de cada peligro y defender su vida.


12. Sin embargo el trabajador asalariado, que no es pastor y que las ovejas no son suyas, ve al lobo venir, y como no tiene ni afecto por las ovejas ni abnegación de sí mismo, deja indefensas a las ovejas y se va para no exponer su vida al más mínimo peligro. Y entonces el lobo atrapa libremente y dispersa a las ovejas. Estos trabajadores asalariados sois vosotros, los actuales funcionarios del santuario y los maestros de la ley, que os habéis pegado al rebaño de Dios sólo para beneficio temporal. El diablo conspira contra este rebaño como un lobo, pero también contra todos los que se convierten en sus instrumentos.


13. No os parezca entonces extraño que el trabajador asalariado, cuando ve al lobo abalanzarse sobre el rebaño, se vaya. Se va, porque es trabajador con sueldo, y como no son suyas las ovejas, no se sacrifica por ellas. Éste está interesado principalmente en recibir su salario y no arriesga jamás su vida, como aquel que se sacrifica y siente afecto por las ovejas.


14. Yo soy el buen y afectuoso pastor, que me intereso por las ovejas. Y como tengo este interés, conozco bien a mis ovejas y también mis ovejas me conocen.


15. Tengo este tipo de conocimiento con mis ovejas porque me uno a ellas con un amor familiar y con lazos de afecto. Como me conoce mi Padre como su Hijo natural y me ama, y yo conozco a mi Padre y le amo, también así conozco a mis ovejas y soy reconocido por ellas. Porque al haberme hecho hombre me he unido estrechamente y naturalmente con ellas. Y debido a esta familiaridad ofrezco y sacrifico mi vida por las ovejas.


16. Tengo también sin embargo otras ovejas, que no proceden de este redil de la sinangoga judía, sino que están distribuídas entre el mundo idólatra. Tengo que guiar también a aquellas y unirlas con las demás. Y cuando yo las llame para reunirlas, sin falta aquellas escucharán mi voz. Y así, de estas y de las otras ovejas se formará un rebaño, la Iglesia cristiana, y un pastor, Cristo.


17. Por esto me ama mi Padre, porque yo solo por mí mismo y sin nadie que me obligue ofrezco mi vida a la muerte, para recuperarla de nuevo. Y así seguiré como eterno sacerdote principal y después de mi Resurrección la obra de la conducción de mis ovejas y su salvación mediante su unión en un rebaño y en un cuerpo.


18 Nadie tiene el poder para quitarme la vida y matarme si no lo quiero yo. Pero yo por mí mismo la entrego. Tengo autoridad para ofrecer mi vida, y también tengo autoridad para recuperarla de nuevo. Esta orden recibí de mi Padre, sacrificar mi vida en la cruz y recuperarla con la Resurrección. Así apareceré como eterno sacerdote principal y mediador para la salvación de mis ovejas.


19. Después de esto, debido a estas palabras que declaró Jesús, fueron divididos de nuevo los judíos.


20. Muchos de ellos decían: para tener tal idea de sí mismo, debe tener demonio y por eso desvaría. ¿Por qué le hacéis caso y escucháis lo que dice?


21. Otros decían: estas palabras no son palabras de un endemoniado. Además sus palabras van acompañadas con sus curaciones sobrenaturales que hace y con sus milagros. ¿Acaso puede un demonio abrir los ojos de los ciegos?




Vers. 22-42  El Señor en la fiesta de las inauguraciones. Intento de lapidación y de arresto.


22. Era invierno, alrededor de mediados de Diciembre, y en Jerusalén tenía lugar entonces la fiesta de las inauguraciones.



23. Jesús caminaba por el sagrado patio del templo, por la antigua estoa, que consideraban que había sido construída por Salomón junto con el primer templo, que fue destruido por los babilonios.


24. Entonces en este lugar tan frecuentado le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en agonía y llenarás de gran duda nuestras almas? Si tú eres el Cristo, dínoslo claramente.


25. Les respondió Jesús: os he dicho lo que preguntáis, pero vosotros no queréis creerlo. Pero aunque no os hubiera dicho nada sobre quién soy, las obras que hago con la orden y con la autorización de mi Padre, estas dan testimonio de mi y confirman que soy el Cristo.


26. Vosotros sin embargo no creéis, porque, como os he dicho, tenéis mala disposición y por esto nos soy de aquellos a quienes mi Padre destinó a convertirse en mis ovejas y discípulos fieles.


27. Mis ovejas escuchan con buena disposición y con pronta obediencia mi voz y mi enseñanza. Y yo las conozco como mías y me intereso y me sacrifico por ellas y las cuido. Y ellas me conocen y siguen obedeciendo a todos mis mandamientos.


28. Y yo, para recompensar la obediencia que me muestran, les doy vida eterna y no se perderán jamás en el siglo. Ni lobo, ni ladrón, ni ningún otro malhechor, podrá jamás atraparlas por la fuerza y llevárselas de mi fuerte y protectora mano.


29. Mi Padre, que me ha dado estas ovejas, es el más superior y más fuerte de todos. Nadie por lo tanto puede llevarse estas ovejas con violencia de la todopoderosa mano de mi Padre.


30. Estas ovejas me pertenecen a mi y también a mi Padre, y son mantenidas al mismo tiempo por mi mano protectora y por la mano de mi Padre. Porque mi Padre y yo somos uno y tenemos la misma naturaleza y la misma fuerza y voluntad y poder; todo lo tenemos en común.


31. Entonces cuando escucharon los judíos que se igualaba y se identificaba a sí mismo con Dios, cogieron de nuevo piedras en sus manos para lapidarle.



32. Jesús sin embargo les dijo: muchas obras buenas os he hecho; obras desde todos los puntos de vista admirables y dignas de alabanza. Estas vienen de mi Padre y solo con el poder de mi Padre es posible que sean realizadas. ¿Por cuál de estas obras queréis lapidarme?



33. Le respondieron los judíos y le dijeron: no queremos lapidarte por alguna obra buena de esas que dices que has hecho. Pero queremos lapidarte por la blasfemia que has prosferido, y porque tu, mientras eres un hombre, te presentas a ti mismo como Dios y dices que que eres uno con Dios.


34. Les respondió entonces Jesús: ¿No está escrito en vuestra ley para las personas que ejercen el poder judicial: "Yo dije: Vosotros sois dioses"?*

(Sal. 82:6-7)


35. Si la Santa Escritura denominó dioses a aquellos que con la llamada de Dios y por designación divina asumieron manejar sobre la tierra la administración de la justicia (y no es posible que pierda su poder la Santa Escritura, de modo que lo que dice no tenga ya ningún valor),


36. a mí que cuando se cumplió el tiempo para hacerme hombre mi Padre me separó, me perfeccionó y me envió al mundo, y me estableció para la gran obra Mesiánica, y me envió al mundo para cumplirlo y para completarlo, vosotros me decís que blasfemo, porque he dicho que soy el Hijo de Dios?


37. Si no hago las obras sobrenaturales que me pide mi Padre y que llevo a cabo con su colaboración, y esencialmente estas obras son las mismas obras de mi Padre, no creéis en el testimonio de mi boca y en mis afirmaciones.


38. A pesar de que realizo las obras de mi Padre, y todavía no creéis en lo que yo os digo, creed al menos en estas obras, para que aprendáis y para ser conducidos mediante ellas a la perfecta fe. Y así os aseguraréis de que dentro de mí está y vive mi Padre, y yo estoy y vivo en el Padre. Es decir tengo como Hijo y Logos de Dios la misma naturaleza que el Padre, y yo también soy infinito, de modo que en mí cabe el Padre. Somos indivisibles el uno del otro, porque yo también estoy y vivo en mi Padre.



39. Después de estas palabras que dijo, buscaron de nuevo detenerle para juzgarle y matarle. Jesús sin embargo se evadió de sus manos.


40. Y fue de nuevo mas allá del Jordán a Perea, en el lugar donde bautizó Juan los primeros días de su aparición en público, y se quedó allí.


41. Entonces vinieron muchos junto a Él. Y cuando escucharon su enseñanza y vieron sus milagros, decían que por supuesto Juan no hizo ningún milagro, pero sin embargo todo cuanto dijo Juan sobre Él ahora se demostró que era cierto.


42. Y muchos de los que allí estaban creyeron en Él.







CAPÍTULO 11.

Vers. 1-16. La enfermedad y la muerte de Lázaro



1. Había entonces uno que se llamaba Lázaro, que se había puesto enfermo. Éste procedía de Betania, el pueblo de María y de Marta, sus hermanas.


2. María era aquella que más tarde, un poco antes de la muerte del Señor, le untó con mirra los pies y se los restregó con sus cabellos. Y Lázaro, el que enfermó, era su hermano. 


3. Entonces enviaron sus dos hermanas a unos hombres para informar a Jesús y le dijeron: "Señor, tu amigo, el que tanto amas , está enfermo".


4. Y cuando Jesús escuchó esto, dijo: "Esta enfermedad no acabará en una muerte irremediable, pero se ha presentado para que resplandezca la gloria y el poder de Dios". Es decir, se presentó para que mediante esta enfermedad sea glorificado el Hijo de Dios, porque le dará la ocasión de mostrar su poder sobrenatural y demostrar su naturaleza divina y su misión.


5. Jesús amaba a Marta, a su hermana y también a Lázaro. No fue directamente a visitar y a curar a Lázaro. Esto no lo hizo por indiferencia, sino para que fuese mostrada la gloria de Dios.


6. Entonces cuando escuchó que Lázaro estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar en que se encontraba, mientras que todos los que conocían su amor por él esperaban que hubiese partido inmediatamente.


7. Y después, tras pasar los dos días, dijo a sus discípulos: Vayamos de nuevo a Judea.


8. Pero sus discípulos, que se habían asustado ante la reacción que encontró Jesucristo en Jerusalén, le dijeron: Maestro, hace muy poco los judíos quisieron lapidarte, ¿y tú quieres ir de nuevo allí?  


9. Y Jesús les respondió: ¿doce horas, no tiene el día?; si alguien camina de día, no tropieza, sino que anda con seguridad, porque ve el sol que ilumina este mundo material. Asímismo yo también tengo el tiempo de mi misión en la tierra definido con precisión por mi Padre. Y los judíos no pueden quitarme ni un segundo de este tiempo. Entonces no corro ningún peligro ante los judíos, ya que sigo el camino iluminado por la voluntad de mi Padre. Y vosotros igual, mientras me sigáis, no correréis conmigo ningún peligro. Porque yo, que soy el sol de la justicia, iluminaré vuestro camino y aseguraré vuestro recorrido.


10. Pero si alguien camina de noche, tropieza, porque no existe en él la luz para que le ilumine. Asímismo aquellos que no estén en la luz del Hijo de Dios, tropezarán y se caerán.


11. Esto dijo Jesús, y un poco más tarde les dice: nuestro amigo Lázaro ha dormido. Pero voy a despertarlo.


12. Entonces cuando escucharon sus discípulos que Lázaro, pensando que se trataba del sueño natural, le dijeron: Señor, si se ha dormido, su organismo con su descanso del sueño recuperará sus fuerzas corporales, poniéndose bien de nuevo.


13. Pero Jesús esto lo dijo refiriéndose a la muerte de Lázaro; mientras que aquellos pensaban que hablaba del sueño habitual.


14. Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto,


15. y me alegro por vosotros, para que os afiancéis más en vuestra fe. Me alegro, porque no estaba allí antes de que muriese. Porque entonces le hubiese sanado antes de morir y no hubiese tenido lugar el milagro de su resurrección, que os afianzaría en la fe. Pero vayamos junto a él.


16. Entonces después de esta espera del Señor para partir hacia Betania, dijo a los otros discípulos Tomás, a quien llamaban Gemelo los que hablaban griego y traducían su nombre a su lengua: ya que quiere regresar al lugar donde sus enemigos le buscan para matarle, vayamos nosotros también allí para morir con Él.



Vers. 17-27 El Señor en Betania. Su encuentro con Marta

17. Cuando Jesús llegó a Betania, encontró muerto a Lázaro, llevando ya cuatro días dentro del sepulcro.


18. Betania estaba cerca de Jerusalén, a una distancia aproximada de quince estadios antiguos, es decir cuatro kilómetros.


19.Y muchos de los judíos de los que sentían enemistad contra Jesús, habían venido junto con Marta y María, para consolarlas por la muerte de su hermano. Había allí también otros hombres acompañando a las dos hermanas.


20. Entonces Marta, nada más escuchar que venía Jesús, salió corriendo encontrándole fuera del pueblo, mientras que María se quedó en la casa.


21. Cuando Marta se encontró con Jesús, le dijo: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.


22. Sé sin embargo que aunque ahora mi hermano está muerto, lo que pidas de Dios, te lo dará.


23. Le dice Jesús: tu hermano resucitará.


24. Le dice Marta: Sé que mi hermano resucitará cuando tenga lugar la resurrección, en el último día de este mundo temporal. Después de este día vendrá el futuro glorioso e interminable siglo.


25. Entonces Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. Yo tengo el poder de resucitar, porque soy la fuente de la vida.


26. El que cree en mí, aunque muera corporalmente, como ha muerto mi hermano, vivirá. Porque aparte de la vida celestial y espiritual, la cual desde ahora transmitiré a su alma, más tarde le resucitaré también corporalmente. Y cada hombre que aún no ha muerto, sino que vive aquí en la tierra, si cree en mí, afrontará sin ningún temor la muerte transitoria, ante la cual tiemblan y temen los hombres que se encuentran lejos de mí. Y como estará siempre unido a mí, no sufrirá jamás la muerte espiritual, que es la muerte real e irreversible. ¿Lo crees esto? 


27. Le dice Marta: Sí, Señor. Yo hace ya mucho tiempo que había creido que tu eres el Cristo, el Hijo de Dios, que esperábamos que viniese al mundo según las promesas divinas y las profecías. Y como tengo la seguridad de que tú eres el Cristo, también creo en todo lo que me digas y prediques sobre tí a partir de ahora. 




Vers. 28-37 María y los judíos van donde el Señor.


28. Tras decir estas palabras, se fue Marta y llamó a su hermana María, diciéndole en secreto: el Maestro está aquí y te llama.


29. Ella, nada más escuchar esto, se levantó de prisa y salió a su encuentro.


30. Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar  donde María le había encontrado. Porque quería visitar el sepulcro de Lázaro él sólo, junto con sus discípulos y las dos hermanas de Lázaro. 


31. Entonces los judíos que estaban con María y la consolaban, cuando la vieron levantarse con prisa, para irse de casa y dirigirse fuera del pueblo, la siguieron diciendo que va al sepulcro a llorar allí.


32. Entonces cuando María llegó allí donde estaba Jesús, nada más verle, cayó a sus pies y le dijo: Señor, si hubieses estado aquí, no se hubiese muerto mi querido hermano, sino que le hubieses curado.


33. Jesús entonces, cuando la vio llorar, y junto con ella los judíos que habían venido tras ella, contuvo su fuerte sentimiento de profunda tristeza dentro de su alma y reaccionó intensamente para intervenir.


34. Y con la voz calma, sin ser interrumpida por las lágrimas, dijo: ¿dónde le habéis puesto?


35. Los que estaban allí le dijeron: Señor, ven a ver. Y según se dirigía al sepulcro, lloró Jesús por compasión ante la pena de las dos hermanas.


36. Cuando le vieron los judíos llorando, dijeron: ¡mira cuánto le amaba!


37. Algunos sin embargo de ellos decidieron expresar su disposición negativa y dijeron: ¿no tenía el poder éste, que abrió los ojos del ciego, de haber hecho lo necesario para que no muriese Lázaro?



Vers. 38-44 La Resurrección de Lázaro.


38. Entonces Jesús, mientras trataba de contenerse de la emoción, fue al sepulcro. Este sepulcro era una cueva abierta en la roca, en cuya entrada estaba puesta una gran piedra.


39. Dice entonces Jesús: quitad la piedra. Le dice Marta, la hermana del difunto: Señor, ahora ya huele mal; porque lleva cuatro días muerto. 


40. Le dice Jesús: ¿No te dije que si crees, verás el glorioso triunfo de de la omnipotencia de Dios frente a la muerte, con la resurrección de tu hermano? Éste será el símbolo y el previo anunciamiento de la resurrección común de todos los hombres.


41. Tras esta observación del Señor, quitaron la piedra de la entrada de la cueva donde se encontraba el muerto. Entonces Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: Padre, estoy seguro de que sucederá ahora mismo el milagro y gracias por haberme escuchado.


42. Yo se que siempre me escuchas, pero he dicho esto para que lo escuche el pueblo que se encuentra a mi alrededor. Y así todos ellos verán lo seguro que estoy de que seré escuchado; para que crean que tú me has enviado, cuando suceda el milagro.


43. Y tras decir esto, mostrando su poder y señorío también sobre la misma muerte, voceó: Lázaro, sal fuera. 


44. Y el muerto salió del sepulcro envuelto con vendajes hasta las manos y hasta los pies y su rostro cubierto y envuelto con una ancha tela. Entonces dijo Jesús a aquellos que se encontraban allí: quitadle las vendas y dejadle que vaya a su casa sólo y sin ayuda de nadie.   





Vers. 45-57 Los sacerdotes principales  deciden la muerte de Jesús. 


45. Después de este milagro, muchos de los judíos que habían venido a visitar a María y que vieron con sus ojos todo lo que hizo Jesús, creyeron en él.


46. Sin embargo algunos de los que se encontraban allí y no tenían buenas pretensiones hacia el Señor, fueron donde los fariseos y les contaron todo lo sucedido y los detalles del milagro que hizo Jesús. 


47. Entonces después de esto convocaron los principales sacerdotes y los fariseos a reunión las partes del sinedrio y decían: ¿Qué vamos a hacer? El peligro que se nos presenta es grande, porque este hombre hace muchos milagros. 


48. Si le dejamos libre, como le teníamos hasta ahora, todos creerán que es el Mesías, y lo siguiente que sucederá será una revolución. Entonces intervendrán los romanos y nos quitarán el lugar santo del templo y eliminarán la independencia de nuestra nación.


49. Entonces uno de ellos, que se llamaba Caifás y era sacerdote principal durante aquel memorable y salvífico año, les dijo: como sois cobardes e indecisos, no entendéis nada de lo que tiene que pasar.


50. Ni se os pasa por la mente que nos interesa que sea asesinado un hombre  para bien del pueblo elegido por Dios y para que no se pierda del todo nuestra nación con su sometimiento a los romanos.



51. Y esto no lo dijo por él mismo, sino porque como era sacerdote principal de aquel único año, profetizó que Jesús, de acuerdo con el definido plan de Dios, moriría por el bien y la salvación de la nación judía.


52. Y que moriría no sólo por el bien y por la salvación de la nación judía, sino también para reunirse en un rebaño y en un cuerpo los esparcidos por todo el mundo y los bien dispuestos gentiles, los cuales con su fe se convertirían en hijos de Dios.


53. Entonces a partir de ese día decidieron todos matarle.


54. Debido a esta disposición asesina  de los enemigos de Jesús y de sus planes, Jesús ya no circulaba pública y libremente entre los judíos que le odiaban. Pero partió de allí y fue a la región que se encuentra cerca del desierto, en una ciudad que se llamaba Efrém. Allí se quedó junto con sus discípulos.


55. Se acercaba ya la Pascua de los judíos, y subieron muchos desde las distintas partes de Palestina a Jerusalén, antes de Pascua para purificarse con los estudios diarios, a los cuales solían dedicarse antes de la fiesta.


56. Buscaban a Jesús, como antiguamente. Y allí donde se reunían en el patio del templo, decían entre ellos: ¿Qué opinión tenéis? ¿Pensáis que no vendrá a la fiesta?  


57. Los principales sacerdotes y los fariseos de hecho habían dado orden de que si alguien se enteraba del lugar en que se encontraba Jesús, se lo dijeran, para arrestarlo.






CAPÍTULO 12.


Vers. 1-8. La cena de Betania y la mirra de María.

Jesús entonces, sin ser obstaculizado por las amenazas de sus enemigos, seis meses antes de la fiesta de la Pascua fue a Betania, donde vivía Lázaro, quien había muerto y el Señor le había resucitado de los muertos.


2. Los familiares de Lázaro, debido a que sentían un gran respeto y agradecimiento por Jesús por el milagro que había realizado, le invitaron a cenar allí, y Marta servía. Lázaro era uno de los que se sentaban y comían junto a Él en la mesa.


3. Mientras tanto María, tras comprar unos 320 gramos de mirra de estracto de nardo (especie de planta aromática de Valeriana), mirra pura inalterada y muy cara, lo esparció  y restregó por los pies de Jesús. Y después, declarando su profunda humillación ante el Señor, restregó con sus cabellos los pies de Jesús. Y toda la casa se llenó de este aroma a mirra.


4. Tras esta acción de María, uno de los discípulos, Judas el hijo de Simón el Iscariote, quien tenía intención de traicionarle y entregarle a los que le iban a crucificar, dijo:  


5. En vez de derramar y de derrochar inutilmente esta mirra, por qué no se ha vendido por el precio de trescientos dinarios, es decir trescientos jornales, y habérselo dado a los pobres?


6. Y esto lo dijo no porque se interesase por los pobres, sino porque era usurero; de hecho el controlaba el arca común y tenía la caja de las contribuciones, pero cogía en oculto para él del dinero que echaban.



7. Entonces cuando Jesús escuchó a Judas reprochar a María, le dijo: Déjala tranquila y no la acuses. Esta mujer, como si hubiese  presentido que en pocos días seré enterrado, había guardado esta mirra para ofrecérmela, anticipando así simbólicamente la preparación de mi cuerpo con mirra del día de mi entierro.


8. No la detengáis. A los pobres siempre los tendréis junto a vosotros, y podréis en cualquier momentos hacer obras de caridad para ellos. A mí sin embargo no me tenéis siempre, porque en pocos días moriré.



Vers. 9-11 Los principales sacerdotes deciden la muerte de Jesús


9. Entonces a partir de esta cena y de cuanto sucedió en ella, mucha gente del pueblo judío se enteró de que Jesús se encontraba en Betania. Y fueron allí no sólo por Jesús, sino para ver también a Lázaro, quien había sido resucitado de los muertos. 


10. Después de esto los principales sacerdotes decidieron matar también a Lázaro,


11. porque a causa de él muchos de los judíos fueron a Betania para comprobar si realmente era cierto que fue resucitado de los muertos. Y cuando lo comprobaron, creyeron en Jesús.




Vers. 12-19. La entrada triunfal en Jerusalén


12. El día siguiente, una gran cantidad de gente que había venido a la fiesta, cuando escucharon que viene Jesús a Jerusalén,

13. cogieron ramas de palmeras  que había a lo largo del camino y salieron de la ciudad para recibirlo. Y decían con fuerte voz: ¡Gloria y honor para aquel que recibimos! Que sea bendito y glorificado aquel que viene enviado por el Señor como su representante. Éste es el glorioso rey de Israel, que durante tanto tiempo esperábamos.


14. Jesús pidió y encontró un borriquillo y se sentó sobre él, de acuerdo con lo que está escrito por el Profeta Zacarías: 


15. No temas, Jerusalén, chica del monte Sión. Aquí, tu Rey viene no como tirano ni conquistador sobre un caballo o sobre un carro de guerra, sino sentado sobre un borriquillo.


16. Sus discípulos no entendieron el significado de estas palabras de Zacarías desde el principio, con su entrada triunfal, sino cuando Jesús fue glorificado con su Resurrección y su Ascensión. Entonces fueron iluminados por el Espíritu Santo y recordaron que estas palabras proféticas de Zacarías se referían a Él. Y ellos mismos habían hecho una recepción parecida a Jesús y habían colaborado, sin entenderlo, de modo que se cumpliesen exactamente estas palabras proféticas.


17. Todos los que estaban presentes cuando Jesús llamó del sepulcro a Lázaro y lo resucitó de los muertos, y que ahora estaban en aquel recibimiento, contaban y aseguraban el milagro sobre Lázaro a todos los que no lo vieron.


18. Por eso la multitud del pueblo salio a su encuentro, porque escucharon de estos testigos presenciales que Él había hecho este gran milagro.


19. Después de esta admiración del pueblo, dijeron los fariseos entre ellos: ¿Veis que no habéis ganado nada esperándo y aplazando su detención? Mirad ahora, todo el pueblo nos ha abandonado y le siguen a Él.




Vers. 20-23. Gentiles prosélitos piden ver a Cristo 


20. De entre aquellos que solían subir a Jerusalén de peregrinaje durante la fiesta de la Pascua había también algunos gentiles prosélitos.


21. Estos fueron a ver a Felipe que era de Betsaida de Galilea y le rogaban diciendo: Señor, queremos ver particularmente a Jesús y hablar con Él.


22. Y como Felipe dudó si decírselo al Maestro, fue y se lo comunicó a Andrés, que era conciudadano y discípulo del Señor. Y Andrés junto con Felipe dijeron al Señor que unos gentiles prosélitos querían verle.


23. Jesús entonces les respondió: Ha llegado la hora establecida por Dios, de acuerdo con su plan preestablecido, de que el hijo del hombre sea glorificado con su muerte y con su Ascensión, con lo que será reconocido como Mesías también por los gentiles. 
 



Vers. 24-36. El grano de trigo. El Señor habla de su muerte.

24. Verdaderamente os digo, si el pequeño grano de trigo no cae a la tierra y se pudre en ella, se queda simplemente en una semilla y no se multiplica. Pero si al sembrarse en la tierra muere y es enterrada, saca mucho fruto. Así también yo, si muero, como mi Padre determinó, fructificaré la salvación del género humano.


25. Aquel que ama su vida y evita la muerte que le es impuesta por la obediencia a Dios, la perderá en el reino eterno. Y aquel que por la voluntad de Dios menosprecia y odia la vida de este mundo, la conservará y la guardará para disfrutar de la vida eterna del futuro.


26. Si alguien me sirve y es mi discípulo, que imite mi ejemplo y que me siga en el camino de la abnegación. Y donde estoy yo, ahora padeciendo y sacrificándome, pero en el futuro glorificado en los cielos, allí estará también mi servidor. Tiene entonces que estar también éste dispuesto con sacrificios aquí, para ser glorificado conmigo en mi reino. Y si alguien me sirve, le honrará y le glorificará mi padre en la eternidad.


27. Ahora que la hora de mi muerte se acerca, mi alma se ha agitado de la agonía que de modo natural siente el hombre cuando se enfrenta a la muerte. ¿Qué decir entonces? Padre mío, sálvame y líbrame de esta hora de mi muerte por martirio. Pero por esto exactamente he llegado hasta aquí con aguante y abnegación, para recibir esta muerte, y este ha sido todo el objetivo de mi vida.


28. Padre, sea lo que sea lo que me pase, lleva tú a un final victorioso la obra de la salvación y liberación de los hombres y glorifica así tu nombre. Entonces, como respuesta a esta petición de Jesús, una voz del cielo que dijo: Mi nombre lo he glorificado con tu acción hasta ahora en Israel, y lo glorificaré de nuevo con tu gloriosa Pasión y tu Resurrección y con la expansión del Evangelio por las naciones. 


29. Entonces después de esta voz, las muchas personas que estaban allí y que escucharon su sonido pero sin distinguir las palabras, decían que había tormenta. Otros decían que un ángel le habló.


30. Jesús entonces les respondió: No tuvo lugar esta voz para mí, que conozco cuánto me ama mi Padre, sino para vosotros; para que seáis informados que él me ha enviado al mundo. 


31. Ahora que los hombres me verán rechazado y crucificado, será juzgado este mundo y serán separados los creyentes de los incrédulos. Ahora el príncipe de este mundo, el satanás, será expulsado fuera de su gobierno y perderá su autoridad. 


32. Contrariamente yo, sin embargo, cuando sea elevado con la cruz desde la tierra y sea ascendido a los cielos, seré desprendido de la exclavitud del diablo y atraeré junto a mí a todos los hombres; no sólo a los judíos, sino a los gentiles que creerán en mí.


33. Y decía estas palabras sobre su elevación de la tierra, indicando así tácitamente de qué forma moriría.


34. Entonces la multitud de la gente le respondió: Nosotros hemos escuchado de la lectura de la ley que se hace en las sinagogas que Cristo vivirá eternamente y que nunca morirá. ¿Y cómo tú dices que ha de ser levantado en la cruz y que morirá el hijo del hombre? ¿Quién es ese hijo del hombre del que hablas?


35. Después de esta pregunta, les dijo Jesús: Un poco más todavía me tendréis con vosotros, a mí que soy la luz del mundo. Y mientras tengáis la luz entre vosotros, camináis bajo su dirección y su iluminación, para que no seáis gobernados por la oscuridad del pecado y del engaño. Porque quien camina en la oscuridad, no sabe a dónde va.


36. Mientras me tengáis entre vosotros, que soy la luz, creed en la luz y reconoced que yo soy la luz, para ser hijos de la luz, completamente iluminados por la luz de la verdad y de la santidad. Esto dijo Jesús, y tras partir del templo y de Jerusalén, se escondió de ellos, para que no se irritasen más a causa de su presencia. 




Vers. 37-43. Causas de la no creencia de los judíos.


37. A pesar de que Jesús había hecho tantos milagros frente a sus ojos, ellos continuaban sin creer en él.


38. Así se cumplió y se verificaron las palabras del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién creyó en la predicación que se escucha de nuestra boca? ¿Y el poder del Señor, que produjo estos milagros de Cristo, a quién fue mostrado? Sólo a unos pocos. 


39. Debido a esta obstinación suya no podían creer. Esta obstinación y testadurez la había previsto Dios y la profetizó Isaías. Y ahora había llegado la hora en que había de cumplirse esta profecía. Por eso dijo también Isaías: 


40. A causa de su mala disposición concedió Dios que los ojos de su intelecto fuesen cegados y que fuese oscurecido su corazón, ya que se niegan a ver con sus ojos espirituales y a comprender con su corazón y regresar hacia mí arrepentidos, curándoles entonces
yo su alma.


41. Esto dijo Isaías, cuando con una visión reveladora vio la gloria de Jesús Cristo, que estaba sentado antes de su encarnación en un trono alto, y que habló a continuación de lo que vio.


42. A pesar de esto, muchos de los gobernadores creyeron en él. Pero debido a los fariseos no confesaron claramente su fe, para no ser expulsados de la sinagoga.


43. El ser expulsados les causaba temor; porque amaban el honor y la aprobación de los hombres mucho más que la gloria y la aprobación de Dios.





Vers. 44-50. Las consecuencias de la creencia y de la no creencia en Cristo.


44. Entonces Jesús levantó la voz, para que escuchasen todos, y dijo: ¿Por qué teméis confesar que creéis en mí? Sabed que aquel que cree en mí, no cree en mí sino en Dios, que me envió.


45. Y aquel que con sus ojos espirituales, los cuales abre e ilumina la fe, me ve a mí, ve a mi Padre que me envió al mundo.


46. Yo he venido al mundo como luz espiritual para iluminarlo, para que no esté en la oscuridad del pecado y del engaño ninguno de los crean
que en mí.


47. Si alguien escucha mis palabras y no las cree, aplicándolas y adaptándolas, yo no le condenaré desde ahora, ni tampoco seré yo la principal razón de su condenación. Porque no he venido a condenar al mundo, sino a salvarle.


48. Aquel que no me obedece y no acepta mis palabras, él sólo ha creado lo que le condenará. Las palabras que he predicado, éstas le juzgarán en el último día del Juicio mundial.


49. Y estas mis palabras juzgarán a cada no creyente en aquel día, porque yo no he hablado nunca por mí mismo, sino mi Padre, que me envió, quien me dio orden de qué enseñar y con qué palabras decirlo. 


50. Y sé que su mandamiento es vida eterna, porque el logos de Dios encierra poder vivificante y renovador. Por eso yo también, que he venido para entregaros vida, lo que digo y enseño, lo digo y enseño exactamente como me lo ha dicho mi Padre.





CAPÍTULO 13


Vers. 1-11. El Señor lava los pies de sus discípulos.


Entonces previamente a la llegada de la Pascua, debido a que sabía Jesús que había llegado la hora preestablecida por Dios para irse de este mundo y dirigirse a su Padre, mostró un muy cálido y afectuoso amor por los suyos, aquellos que dejaría ahora en el mundo y a quienes había amado desde que les conoció.


2. Y mientras se encontraba junto con sus discípulos en una cena que acababa de prepararse, y el diablo había ya puesto en el corazón de Judas Escariote, que era hijo de Simón, el vil pensamiento y la disposición para entregarle a los que le iban a crucificar, 


3. Jesús, aunque tenía conocimiento de grandeza divina y sabía que el Padre le había entregado todo en sus manos y bajo su autoridad, y que nació de Dios y fue enviado al mundo, y que a Dios dentro de poco volvería de nuevo, a pesar de esto servía a sus discípulos como siervo. 


4. Se levanta de la mesa de la cena cuando todos habían tomado ya sus puestos en ella, se quita sus vestimentas exteriores, y tras coger una toalla, se la ciñó.


5. Después echó agua en el balde que había allí para lavarse los pies y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía ceñida.


6. Va entonces donde Simón Pedro a lavar también sus pies, y éste le dice: Señor, ¿tú mi Maestro y mi Dios me vas a lavar los pies?


7. Y Jesús le respondió: Tú ahora no entiendes la importacia y el sentido que tiene esto que hago en este momento. Sin embargo lo entendrás más tarde. 


8. Le dice Pedro: Nunca permitiré que tú me laves los pies. Le respondió Jesús: si no aprendes del ejemplo de la humildad que te doy, sino que continúas permaneciendo egoístamente para que te limpie los pies, no tienes lugar junto a mí, ni participarás en mi gloria.


9. Le dice entonces Simón Pedro: Señor, si sucede que caiga en esta desgracia, lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.


10. Le dice Jesús: Aquel que ha bañado por completo su cuerpo no tiene necesidad sino sólo de limpiar sus pies, los cuales se manchan continuamente del polvo y del barro del suelo. El resto de su cuerpo, sin embargo, permanece completamente limpio. Así también vosotros que os habéis unido a mí y os habés separado para siempre del pecado. Sólo de algunas ligeras manchas, de las cuales por enfermedad os habéis dejado llevar, tenéis necesidad de limpiaros. En cuanto a las demás sin embargo estáis limpios. Aunque desgraciadamente, no todos lo estáis.


11.  Y dijo esto Jesús, porque sabía de aquel que tenía intención de entregarlo a los que le iban a crucificar. Por eso dijo "no estáis todos limpios".




Vers. 12-20. El sentido espiritual del lavado de pies.


12. Entonces cuando les lavó los pies y volvió a ponerse sus vestimentas exteriores, se sentó de nuevo junto a la mesa y les dijo: ¿Entendéis qué importancia tiene esto que os he hecho para enseñaros?


13. Pues esta es: Vosotros me llamáis "Maestro" y "Señor". Y bien decís. Porque soy Maestro y también Señor.


14. Entonces si yo os he lavado los pies, que soy el Señor y el Maestro, debéis hacerlo mucho más vosotros, inspirados por la humildad y por el amor, lavaros los pies el uno al otro; y tener la disponibilidad para someteros hasta al más humilde servicio por favor de vuestro compañero.


15. Porque con esto que os he hecho, os he dado el ejemplo perfecto, de modo que como yo he hecho con vosotros, haced así también vosotros el uno al otro, y por amor humillaros y serviros el uno al otro.


16. Verdaderamente, verdaderamente os digo, no existe siervo superior a su señor, ni enviado mayor que aquel que le envió. Entonces si yo me he humillado por amor y os he servido a vosotros que sois siervos y apóstoles míos, mucho más debéis hacerlo vosotros a los demás, los cuales no son siervos vuestros sino compañeros y siervos junto con vosotros.


17. Si conocéis y podéis entender con seguridad todo lo que os he dicho, seréis bienaventurados si además lo aplicáis. 


18. Y cuando os incito a que apliquéis esto para ser bienaventurados, no lo digo para todos vosotros. Yo desde el primer momento de vuestra elección sé bien qué clase de personas eran aquellas que elegí para el cargo apostólico. Conociéndolo yo sin embargo se ha introducido alguien entre vosotros que no es digno, cumpliéndose así el logo profético de la Santa Escritura: Aquel que come conmigo como familiar y amigo mío el pan en mi mesa, levantó contra mí el talón y me pateó.


19. Os lo digo desde ahora que alguno me pateará y me traicionará, todavía antes de que tenga lugar el resto de su traición, de modo que cuando suceda, creeréis que yo soy el Mesías que proclamaron los profetas.


20. Os llamé anteriormente siervos y discípulos míos. No penséis que con esto disminuye vuestro valor. Os aseguro categóricamente que aquel que acepte a alguien que yo he enviado, a mí me aceptará. Y aquel me acepta a mí, acepta a mi Padre, que me envió al mundo.






Vers. 21-30. El Señor habla de la traición. Judas se aleja. 


21. Cuando dijo esto Jesús, debido a que sintió lástima del miserable estado de Judas, se agitó en el fondo de su alma y habló ya claramente, dando testimonio seguro sobre el traidor, y dijo: Por increíble que os parezca, verdaderamente os digo que uno de vosotros me entregará a mis enemigos.


22. Entonces después de esta revelación, la cual nadie esperaba, los discípulos se miraban entre ellos preguntándose por quién diría esto el Señor.


23. En el momento aquel entonces estaba inclinado sobre el pecho de Jesús uno de sus discípulos, al cual amaba Jesús. (Este era Juan, el escritor del Evangelio, 
el cual por humildad evita decir su nombre). 


24. Le hizo entonces una señal Simón Pedro para que preguntase quién podría ser aquel por quien dijo esto Jesús.


25. Entonces él se apoyó con mucho afecto sobre el pecho de Jesús y le dijo: Señor, ¿quién es el que te traicionará?


26. Y Jesús respondió: El traidor es aquel al que voy a dar un pedazo de pan, tras untarlo primero en el caldo. Y con este modo le mostraré que continúo también ahora amándole y prefiriéndole. Y tras untar el pedazo de pan en el plato, se lo dio a Judas Iscariote, el hijo de Simón. 


27. Y nada más dar el pedazo de pan Jesús a Judas, debido a que éste permaneció severo y porfiado ante el favor y la honra del Señor, Dios le abandonó completamente. Y así entró dentro de él satanás y le dominó. Entonces, como Judas se mostró incorregible, le dice Jesús: esto que tienes planeado hacer, hazlo lo antes posible. 


28. Estas últimas palabras las escucharon todos. Pero ninguno de los que se sentaban a la mesa entendió con qué importancia y por qué motivo le dijo esto Jesús.


29. Porque algunos pensaban que, debido a que Judas tenía la caja de las contribuciones, le dijo Jesús que comprase lo necesario para la fiesta; o dijo esto para que diese algún dinero para la ayuda de los pobres. 


30. Entonces cuando él tomó el pedazo de pan, enseguida salió fuera. Era ya de noche, y bajo su horrorosa oscuridad llevó a cabo Judas la oscura y horrible obra de su traición.   



Vers. 31-35. El Señor predice la despedida de sus discípulos. El mandamiento del amor.


31. Entonces cuando salió del lugar de la cena Judas, dijo Jesús: Ahora que Judas va a entregarme y que comienzan mis padecimientos, ha sido glorificado el hijo del hombre con su muerte por crucifixión, ya que con ella ha sido abolido el pecado y la muerte. Dios ha sido glorificado con toda la vida en general del hijo del hombre, mucho más sin embargo con su obediencia la cual ha llegado hasta su muerte en la Cruz.


32. Entonces si Dios ha sido glorificado por el hijo del hombre, Dios también le glorificará, no a través de algún ángel o alguna otra potestad, sino directamente él mismo. Porque resucitará con su poder la naturaleza humana y la levantará en gloria al cielo. La Resurrección además y la gloriosa Ascensión, con la cual será glorificado el hijo del hombre, vendrán dentro de poco.


33. Hijos míos, un poco más estoy con vosotros visible carnalmente, como hombre completamente semejante a vosotros. Me buscaréis, y como dije a los judíos que allí donde voy yo, es decir a los cielos, vosotros no podéis venir, lo mismo os digo a vosotros ahora. Porque vosotros no habéis terminado todavía vuestra misión y no es posible que muráis ahora mismo, de modo que nos encontremos enseguida también en los cielos. Sin embargo esta despedida nuestra ha de unirnos más estrechamente. 


34. Y os doy por eso un nuevo mandamiento: Que os améis los unos a los otros. Como yo os he amado, amaos así también entre vosotros. 


35. A partir de esto sabrán todos que sois discípulos míos, es decir a partir de que tengáis amor entre vosotros. Este amor os asegurará el reconocimiento, el respeto y la apreciación de los hombres más que vuestras acciones milagrosas.




Vers. 36-38. El Señor predice la negación de Pedro.


36. Le dice Simón Pedro: Señor, ¿dónde vas? Le respondió Jesús: Allí donde voy yo, no puedes tú ahora seguirme. Más tarde sin embargo, tras haber completado tu misión terrenal, me seguirás. 


37. Le dice Pedro: Señor, ¿Por qué no puedo seguirte ahora? Sea lo que sea lo que tenga que soportar, yo te seguiré. Incluso mi propia vida ofreceré y sacrificaré para tí.


38. Entonces le respondió Jesús: ¿Ti vida sacrificarás por mí? Te aseguro que antes de que cante esta noche el gallo, me negarás tres veces.







                
CAPÍTULO 14


Vers. 1-14. El Señor consuela a los discípulos. Es el camino que conduce al Padre.

Pero que no se alteren vuestros corazones, debido a que habéis escuchado que Pedro me va a negar. Creed en Dios; el provée por mi obra y proveerá por vosotros que os habéis incorporado en esta obra. Creed además en mí. Porque también yo como Mesías y enviado de Dios continuaré también después de mi muerte desarrollando mi obra en los cielos.


2. En la casa celestial de mi Padre hay muchos lugares de estancia, suficientes para recibiros a vosotros y a todos los fieles. Por eso entonces tened fe y confianza en Dios. Si no hubiese muchos lugares de estancia en el cielo, os lo diría. Pero existen. Y yo ahora voy para prepararos el lugar. Porque para que sea abierta la puerta al cielo a los hombres, es necesario mi sacrificio y mi mediación. Por esto tenéis que creer también en mí. 


3. Y cuando vaya a prepararos el lugar en los cielos, de nuevo vendré con vosotros a la hora de la muerte para cada uno de vosotros por separado y en el día de la segunda venida para todos, y os llevaré conmigo, para que estéis también vosotros allí donde estoy yo. 


4. Y dónde voy ahora, lo conocéis, como también conocéis el camino que conduce allí. 


5. Le dice Tomás: Señor, no sabemos dónde vas ahora. ¿Y cómo es posible que conozcamos el camino que lleva allí?


6. Le dice Jesús: Yo soy el único camino, mediante el cual puede llegar alguien al cielo. Porque al mismo tiempo soy la verdad absoluta y la fuente de vida real y verdadera. No es posible que vaya nadie hacia el Padre y sea incorporado en su bienaventurada vida, si antes no pasa por mí. Porque yo con mi enseñanza os doy a conocer a mi Padre y su verdad. Y con mi sacrificio como eterno sacerdote principal os reconcilio con él.


7. Si me hubiéseis conocido bien, habríais conocido también a mi Padre. Y a partir de ahora que seré glorificado y que os enviaré el Espíritu Santo, él os iluminará y le conoceréis. Y os transmitirá nueva vida, la cual os unirá conmigo, y así veréis a mi Padre con los ojos de vuestro alma y entenderéis su grandeza, su providencia salvadora y su voluntad. Y debido a que esto tendrá lugar directamente después de mi pasión y de mi sacrificio sobre la cruz, por eso puedo decir desde ahora que conocéis y habéis visto al Padre.


8. Le dice Felipe: Señor, muéstranos con una visión reveladora al Padre y su majestuosa gloria, para que la veamos como antiguamente Moisés e Isaías, y con eso nos basta.


9. Le dice Jesús: Tanto tiempo que llevo con vosotros, Felipe, y no me has conocido aún en cuanto a mi naturaleza divina? El que me ha visto a mí y ha valorado al mismo tiempo la verdad de mi enseñanza, la santidad de mi vida y mi acción milagrosa, ha visto también al Padre. Porque yo soy su Hijo natural, y dentro de mi naturaleza humana resplandece la verdad y la gloria y la santidad de mi Padre. ¿Y cómo tú dices, muéstranos al Padre?



10. ¿No crees que yo estoy unido inseparablemente con mi Padre, y por eso soy y vivo dentro del Padre, y el Padre es y vive dentro de mi?
Estoy inquebrantable y absolutamente unido con mi Padre, por eso las palabras que os digo y que os enseño, no las digo solo yo. Sino que mi Padre, que vive dentro de mí, él realiza las obras sobrenaturales, y con ellas certifica que somos inseparables y que la enseñanza que ofrezco no es mía, sino que proviene de su sabiduría. 


11. Creed en mí, cuando os digo que yo estoy dentro de mi Padre y mi Padre está dentro de mí. Porque él y yo, aunque somos diferenciados en distintas personas, somo al mismo tiempo un Dios. De otra manera, si no creéis en estas palabras mías, creed al menos en mí por las obras sobrenaturales que realizo.


12. De todas formas, no realizo yo solo estas obras sobrenaturales, sino que puedo comunicar a los demás el poder con el cual las realizo. De verdad, de verdad os digo que aquel que cree en mí, las obras sobrenaturales que yo realizo las hará él también, y mayor que éstas incluso. Porque sanará y resucitará almas y realizará cambios milagrosos en la vida interior de los hombres. Y lo llevará a cabo todo con mi influencia. Porque yo voy al Padre celestial para reinar junto con él.


13. Y todo lo que pidáis en la oración, diciendo mi nombre y estando en estrecha unión y comunión conmigo, lo realizaré, para que sea glorificado el Padre a través del Hijo.


14. Si pedís y decís con fe viva mi nombre, yo lo llevaré a cabo, ya que tengo toda autoridad y poder junto con mi Padre.





15-26. El Señor promete que les enviará el Espíritu Santo. 


15. Pero para que sean escuchadas por mí vuestras peticiones y para que recibáis grandes dones por mi Padre, tenéis que amarme. Y si me amáis, cumplís mis mandamientos y mostráis así que vuestro amor por mí es sincero y verdadero. 


16. Y cuando vosotros me amáis y cumplís mis mandamientos, yo suplicaré al Padre, y él os dará otro asistente, conductor y consolador, para quedarse con vosotros eternamente.


17. Os dará el Espíritu Santo, que muestra y enseña la verdad a las almas bien dispuestas. Esto no lo puede recibir el mundo de los hombres pecadores que se encuentra lejos de Dios; porque tiene sólo los ojos sensibles físicos, y con éstos no lo ve y por eso no conoce su valor y no lo pide. Sin embargo vosotros que habéis seguido mis milagros y mis enseñanzas lo conocéis. Porque ahora ya está con vosotros, debido a que habita al completo dentro de mí, que estoy junto a vosotros; después del Pentecostés sin embargo habitará también entre vosotros, y además en vuestras almas.


18. No os dejaré entonces huérfanos y sólos. Vendré de nuevo con vosotros poco después del Paráclito, que habitará en vosotros y os unirá conmigo como miembros míos.


19. Un poco más de tiempo, y el mundo que se encuenttra lejos de Dios ya no me verá, porque no estaré corporalmente en la tierra, como estoy ahora. Vosotros sin embargo me veréis con los ojos de vuestras almas y me sentiréis. Porque yo, aunque dentro de poco seré entregado a muerte en la Cruz, continuaré viviendo. Y vosotros viviréis una vida espiritual nueva, que adquiriréis de mí. 


20. Aquel día en que recibiréis el Espíritu Santo, este nuevo Paráclito abrirá los ojos de vuestras almas para que me veáis. Y aprenderéis entonces por vuestra experiencia interior que yo existo por completo en mi Padre como hijo natural suyo y vosotros con la gracia energía increada del Paráclito estaréis incorporados en mí y yo habré sido conformado dentro de vosotros. Y así vosotros y yo seremos inseparables y constituiremos un cuerpo.


21. Pero para que os sea entregada esta nueva vida, que os hará uno conmigo, debéis, lo primero de todo, amarme. Os repito que aquel que acepte mis mandamientos y los cumpla, sólo aquel me ama. Y quien me ama, será amado afectuosamente por mi Padre. Y yo le amaré y le mostraré a mí mismo con la iluminación espiritual interior y con la nueva vida que le ofreceré.


22. Entonces Judas, no el Iscariote, sino el que se llamaba Tadeo y Lebeo, le dice: Señor, ¿qué ha sucedido y qué te obstaculiza para que en el futuro te aparezcas con gloria sólo a nosotros y no a todo el mundo? Mostrándote al mundo le convencerías de que eres el Mesías y gobernarías sobre él como rey mundial y eterno.


23. Le respondió entonces Jesús: La aparición de la que os hablo será interior y espiritual, dentro del alma de cada fiel que estará dedicado a mí. Es decir que quien me ame, cuidará mis palabras, y el Padre le amará, e iremos a él el Padre y yo y habitaremos permanentemente dentro de él, transformando su corazón en nuestro templo viviente.


24. Quien no me ama, no cumple mis palabras. Pero las palabras y la enseñanza que de mi boca escucháis no son míos, sino que son las palabras del Padre, que me envió. ¿Cómo es entonces posible mostrarme a aquellos que no cumplen las paabras de mi Padre? 


25. Esto os lo he dicho ahora, antes de irme a los cielos y durante el tiempo que todavía estoy entre vosotros. 


26. El Paráclito sin embargo, es decir el Espíritu Santo, el cual enviará mi Padre para revelar a los fieles mi misión, mi obra y lo relacionado con mi nombre y mi persona, él os enseñará todas las verdades salvadoras y os recordará todo cuanto os he dicho. 




27-31. La paz de Cristo. El Señor parte hacia el Padre


27. Me voy y os dejo la paz. Os doy la profunda y verdadera paz mía, la cual he venido a traer al mundo que es agitado por el pecado. No os doy yo una paz hipócrita, falsa e inestable, como la que da el mundo. Que no se agite vuestro corazón por miedos interiores y que no os acobarde con amenazas ni temores exteriores.


28. No sólo no debéis agitaros, sino que más bien debéis alegraros. Habéis escuchado esto que os he dicho, que voy a mi Padre, pero dentro de poco vendré de nuevo con vosotros. Si me amáseis, os habrías llenado de dicha al deciros que "voy a mi Padre", porque mi Padre es superior a mí. Y es superior, porque yo traigo ahora forma de siervo. Pero cuando regrese a mi Padre, seré elevado y glorificado también como hombre; y así elevaré y glorificaré toda la naturaleza humana, y consecuentemente a vosotros también y en general a todos los creyentes. Por esto deberíais alegraros. Pero vosotros os habéis entristecido. 


29. Desde luego, no quería, provocaros tristeza. Pero he considerado necesario hablaros ahora de mi partida y de mi regreso, antes de que tengan lugar, de modo que cuando sucedan, creáis en mí viendo que mi profecía se verifica. 


30. No diré ya mucho más estando con vosotros. No queda más tiempo para que os diga más. Porque viene el satanás, que domina el mundo que se encuentra lejos de Dios; y viene para realizar el último y más violento ataque suyo contra mí. Pero no encontrará en mí nada suyo, que le de alguna autoridad o algún derecho sobre mí.


31. Le será concedido sin embargo el permiso para matarme, para que aprenda el mundo que amo a mi Padre; y de acuerdo con el mandamiento que me dio el Padre, el cual quiere con mi muerte que sean salvados los hombres, así hago exactamente. Y ahora, levantaos. Vayámonos de aquí.   





CAPÍTULO 15


Vers. 1-8. El Señor es la verdadera viña.


1. Yo soy la auténtica e incorruptible viña espiritual, y a través de la Iglesia, de la cual seré la cabeza, y sustituiré y renovaré la antigua viña de la sinagoga; y mi Padre es el dueño de la viña.

2. Cada hombre, que como otra rama y como vid espiritual está ya unido a mí a través de la fe, pero que sin embargo no produce frutos de virtud, mi Padre el dueño de la viña lo corta y lo aleja de la viña. Y cada viña espiritual, que es fructífera, la limpia y la poda para que traiga más frutos.


3. Vosotros ahora ya estáis limpios. Y os ha limpiado el logos de la verdad, del cual os he hablado y enseñado. Sois por lo tanto viñas espirituales, limpias y preparadas, para producir frutos. 


4. Permaneced unidos a mí, para permanecer yo también unido a vosotros. Así como la rama no puede traer fruto por ella misma, si no está unida a la viña, del mismo modo vosotros no podréis producir frutos de virtud y de santidad, si no estáis unidos a mí.


5. Yo soy la viña y vosotros sus retoños. Aquel que está unido a mí y yo estoy unido a él, éste trae fruto escogido e incorruptible, porque sin mí y sin que tengáis la fuerza vivificadora, que emana de mí, no podéis hacer nada por vuestra santificación y vuestra salvación.


6. Quien no está unido a mí, seguro será echado fuera como la viña inservible que no da fruto. Y entonces se secará y no le quedará ninguna señal de gracia ni de fuerza espiritual ni de vida. Y las viñas espirituales que se han secado así, las recogen los ángeles y las echan al fuego del infierno y allí se queman continuamente.


7. Si permanecéis unidos a mí y si mis palabras están en el fondo de vuestros corazones como continua iluminación y conducción, todo lo que queráis, bajo la luz de mis palabras, pedidlo en oración y os será dado. No dudéis de que, cuando le pidáis que os ayude para producir frutos de virtud y de santidad, será escuchada vuestra petición.


8. Exactamente por esto mi Padre será realmente glorificado, si traéis muchos frutos de virtud y os convertís en alumnos perfectos míos.



Vers. 9-17. El mandamiento del amor.


9. El enlace que nos une como viña y como rama es unión de amor. Realmente. Así como me amó el Padre, cuando me hice hombre y mostré obediencia hacia él, así yo os he amado. Continuad estando en mi amor, para ser indicados dignos de este amor.  


10. Y estaréis en el amor que os tengo, si guardáis mis mandamientos, como yo, desde que me hice hombre, he cumplido los mandamientos de mi Padre y estoy en su amor continuando siempre siendo amado por él, sin disminuir nunca su amor por mí.


11. Os he dicho esto, para que sea entregado también a vosotros y para que se quede dentro de vosotros la dicha y el gozo que siento yo al sentir cuánto me ama mi Padre. Y así vuestra dicha y vuestro gozo se hará completa y perfecta. Porque como yo, así también vosotros que estarés unidos a mí, sentiréis cuánto os ama mi Padre, y os alegraréis, como me alegro yo. 


12. No es necesario de que os hable mucho sobre los mandamientos que debéis de cumplir para estar en mi amor y en el de mi Padre, el cual os establecerá como participantes de mi dicha y gozo. Uno es el mandamiento mío, y sólo uno: Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado.


13. Mayor amor hacia sus amigos nadie tiene, que el que ofrece y sacrifica su vida por ellos.


14. Vosotros sois mis amigos. Y yo os muestro mi amor perfecto e incomparable sacrificando mi vida. Y seguiréis siendo amigos míos, si hacéis todo lo que os pido.


15. Ya no os llamo siervos, porque el siervo es utilizado como un simple instrumento por su señor y no conoce qué razón y qué motivo tiene su señor para hacer esto que hace, cuando le pide realizar alguna orden suya. Os he llamado amigos, porque todo lo que he escuchado de mi Padre os lo he dado a conocer. Porque os quiero como colaboradores míos, para que continuéis con pleno conocimiento mi obra.


16. No me habéis elegido vosotros, sino que yo os he elegido y os he incorporado en vuestra elevada obra, para que vayáis y completéis vuestra misión y como buenas viñas producir frutos conduciendo a muchas multitudes a la salvación; y este fruto que permanezca eternamente.  Porque eternas e incorruptas son las almas que se salvarán con vuestra predicación y vuestra obra. Os he encomendado en este cargo apostólico y os he dado el siguiente privilegio y favor: cada cosa que pidáis a mi Padre en vuestra oración como fieles unidos a mí, os lo dará y os lo hará realidad.


17. Os doy estos mandamientos, para que os améis el uno al otro. Así, unidos en el amor, os presentaréis fuertes e invencibles frente a los que os odian.




Vers. 18-27 Por qué el mundo odia a los discípulos.


18. Si os odia el mundo que se encuentra lejos de Dios, no olvidéis que antes que a vosotros me odiaron primero a mí.


19. Si fueseis del mundo y tuviéseis también vosotros el espíritu pecador del mundo, el mundo os amaría como suyos. Pero como no sois del mundo, sino que yo os elegí de dentro del mundo y os separé de él, por eso os odia el mundo.


20. No os extrañéis cuando encontréis tal odio en el mundo. Pero recordad lo que os dije: no existe siervo mayor que su señor. Si a mí, vuestro Señor, me persiguieron, también os perseguirán a vosotros que sois mis siervos. Si aplican mis palabras, aplicarán también las vuestras.


21. Pero todo esto os lo harán no porque tengáis la culpa ante ellos de algo, sino por mi causa, por la fe que tenéis y que confesaréis en mi persona. Porque ellos no tienen el correcto y el verdadero conocimiento de Dios, quien me envió al mundo. Este desconocimiento suyo sin embargo es injustificable.


22. Si no hubiese venido y no les hubiese hablado demostrándoles con mi enseñanza y con mis milagros que soy el Mesías, no tendrían pecado por la incredulidad que muestran hacia mí. Ahora sin embargo no tienen ningún pretexto que justifique su pecado. Y es grave e imperdonable este pecado suyo. 


23. Porque quien me odia, odia al mismo tiempo a mi Padre, que me envió.


24. Si no hubiese hecho entre ellos las asombrosas y sobrenaturales obras, las cuales ningún otro de los profetas y enviados de Dios en el Antiguo Testamento ha hecho, no tendrían pecado. Ahora sin embargo la culpabilidad por su pecado es grande; porque mis milagros han visto, y me han odiado, a mi propia persona y a mi Padre.


25. Pero con esto que ha sucedido se han cumplido las palabras proféticas que ha escrito en la Ley que les fue entregada y de la cual se jactan. Es decir con este odio suyo se verifica lo que dicen los salmos, que está incluído en la Ley, que me odiaron sin ningún motivo y sin ninguna causa.


26. Pero en contraposición a este inexcusable e imperdonable odio de los judíos, a los bien dispuestos hombres Dios mostrará quién soy. Es decir que cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré del Padre como guía y ayudador vuestro, es decir el Espíritu Santo, aquel dará testimonio de mí. Porque el Espíritu Santo como fuente de la verdad revela a los hombres la verdad. Este procede de los senos del Padre como brota el río de su fuente natural.


27. Pero vosotros daréis testimonio de mí, porque desde el principio de mi acción pública estáis conmigo como testigos directos de mi enseñanza y de mi obra. Así como además seréis iluminados ahora por el Paráclito, daréis testimonio de mí de acuerdo con el testimonio del Paráclito.   


    


CAPÍTULO 16


Vers. 1-4. Predicción de las persecuciones.

1. Os lo he dicho esto para que no os escandalicéis y no vaciléis en la fe que tenéis en mí a causa del odio que declara contra mí el mundo. 


2. Os expulsarán los judíos y os excluirán de sus sinagogas como herejes. Pero por si esto no fuese suficiente, viene la hora en la que cada perseguidor vuestro que os mate, no sólo pensará que no ha cometido asesinato, sino que con este crimen ofrece adoración a Dios. 


3. Y todos estos harán estas crueles persecuciones, porque desde su culpabilidad y ceguera no han conocido ni al Padre ni a mí, su hijo. Es decir que no han conocido que mi Padre desde una perfecta bondad quiso salvar al mundo y por eso me envió a mí al mundo, su Hijo, como Salvador y Redentor.


4. Veo qué impresión tan triste os provocan estas instrucciones mías. Pero os he dicho todo esto, para que lo recordéis cuando venga la hora en que tengan lugar vuestras persecuciones. Y cuando recordéis que yo os he dicho esto desde antes, os reforzaréis para soportarlas. No os lo he dicho esto desde el principio, desde cuando por primera vez me conocísteis y me seguísteis, porque estaba con vosotros, y mi presencia era suficiente reforzamiento para vosotros. 



Vers. 5-15. El testimonio y la obra del Paráclito. 


5. Pero ahora yo voy a aquel que me envió al mundo. Y como estáis apenados porque me voy, nadie de vosotros me pregunta, dónde vas. Y entonces os diría que cuál es la gloria que me espera a mí y a vosotros en los cielos.


6. Pero debido a que os he hablado sobre mi cercana marcha y de las tribulaciones y de las persecuciones que os esperan, la pena ha llenado vuestros corazones; y así no podéis atender a mis promesas que dan gozo y alegría.


7. Pero por mucho que os apenéis, aseguraos de que os digo la verdad. Os conviene que yo me vaya. Porque si no muero sobre la cruz y no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros. Pero si ofrezco sobre la cruz mi sacrificio redentor y me voy de este mundo para ir al Padre, os enviaré al Paráclito.


8. Y cuando venga aquel, controlará al mundo del pecado y convencerá a todos los que son susceptibles, de un gran pecado que comete ahora la gente; y de la justicia que han ignorado todos los que han preparado mi muerte; y de la crítica y de la condena del diablo. 


9. Por el pecado controlará y convencerá a la gente, porque no creen en mí, quien con mi enseñanza y con mis obras sobrenaturales he mostrado que soy el Hijo de Dios. Y así cometen pecado imperdonable menospreciando estas pruebas e insistiendo en su incredulidad.


10. El Paráclito además entregará justicia. Y demostrará que soy justo, al contrario que la decisión condenatoria de la gente en mi contra. Porque mientras que el mundo injustamente me ha condenado, yo no voy al infierno, el cual contendrá a los asesinos, sino que voy a mi Padre celestial honrado y glorioso como persona que le complació. Y vosotros ya no me veréis con vuestros ojos corporales.


11. El Paráclito demostrará también que ha tenido lugar el definitivo y conclusivo juicio final y condena del diablo. Porque el dueño y señor de este mundo pecador, es decir el satanás, está ya condenado con mi muerte y ha perdido para siempre su autoridad.


12. Pero también para vosotros es necesario que venga el Paráclito. Porque tengo mucho que deciros aún, pero ahora no podéis comprenderlo ni sobrellevarlo, porque todavía no sois perfectos.


13. Pero cuando venga aquel, el Espíritu de la verdad, os guiará con toda la verdad salvadora. Porque no hablará por sí mismo independientemente de las otras personas de la Divinidad, sino que os dirá lo que escuche del Padre. Os anunciará además todo cuanto sucederá en el futuro en mi Iglesia.
 

14. Aquel me glorificará también a mí. Y me glorificará, porque tomará de mi tesoro del conocimiento y os lo anunciará. Y así os entregará la misma verdad que yo os enseñé. Y revelará a todos los creyentes la gloria de mi encarnación y de mi grandeza.


15. Anteriormente os dije que el Paráclito os dirá todo cuanto escuche de mi Padre. Todo cuanto tiene mi Padre sin embargo es mío. Por eso os dije a continuación que el Paráclito tomará de mi conocimiento y sabiduría y os la revelará a vosotros.
 
 


Vers. 16-24. Los discípulos después de poco tiempo le volverán a ver.

16. Un poco más de tiempo y no me veréis más con vuestros ojos corporales. Pero pasará un poco más de tiempo y de nuevo me veréis resucitado. Me sentiréis sobre todo espiritualmente e interiormente con mi vida, la cual os entregará el Espíritu Santo. Me veréis espiritualmente con la energía del corazón y me sentiréis interiormente, porque yo voy a mi Padre y os enviaré el Espíritu Santo, el cual os unirá conmigo.


17. Dijeron entonces entre ellos algunos de sus discípulos: ¿Qué es esto que nos dice "Un poco más de tiempo y no me veréis más, y poco después me veréis de nuevo"? ¿Y qué significa lo de "yo voy a mi Padre"?  




Vers. 25-33. La última despedidida. 


25. Todo esto os lo he dicho con imágenes, de modo alterado y con cierta ambigüedad, debido a que vuestro nous no está todavía iluminado. Y por esto, os lo diga como os lo diga, no lo entenderíais. Se acerca sin embargo el tiempo en que ya no os hablaré con amigüedad y alteradamente; sino que con la iluminación del Espíritu Santo os informaré con claridad y certeza sobre Dios, al cual conoceréis como Padre no sólo mío sino también vuestro.


26. Cuando llegue aquel día, dirigiréis vuestras peticiones con la oración mencionando mi nombre y unidos a mí mediante la fe. Y debido a la relación directa que entonces tendréis con mi Padre, no os digo más que yo suplicaré al Padre por vosotros.


27. Porque mi mismo Padre os ama por sí mismo. Os ama porque vosotros me habéis amado a mí y habéis creído que yo he nacido de Dios y por él he sido enviado al mundo.


28. Estaba en los senos de mi Padre como Hijo puro suyo y salí de mi Padre cuando me hice hombre y vine al mundo. De nuevo ahora con mi muerte dejo el mundo y con mi Ascensión voy a mi Padre, y recibo también como hombre la gloria que como Dios tengo antes de todos los siglos.


29. Le dicen sus discípulos: Ahora hablas claramente y no dices nada alegóricamente, alteradamente ni con ambigüedad.


30. Ahora entendemos que, sin que te diga nadie nada, conoces nuestras dudas y nuestros secretos problemáticos. Y así somos informados nosotros de que lo sabes todo, e incluso los pensamientos ocultos de los hombres. No tienes necesidad de escuchar lo que quiere alguien preguntarte, sino que te adelantas y le das respuesta a sus dudas. Debido a este conocimiento tuyo sobrenatural creemos que procedes de Dios y que él te envió al mundo.


31. Les respondió Jesús: Ahora creéis. No es todavía sin embargo estable y permanente vuestra fe. 


32. Ahora viene la hora, ha llegado ya, de que os disperséis y de que os vayáis cada uno a vuestra casa y a mí me dejéis sólo. Y sin embargo ni entonces ni ahora estaré sólo, porque mi Padre está conmigo.


33. Os he dicho esto para que tengáis paz teniendo comunión y unión conmigo. Mientras estés en el mundo, tendréis penas. Pero tened coraje. Yo he vencido al mundo. Y con esta victoria mía he asegurado también para vosotros el triunfo y la gloria.    


      


CAPÍTULO 17

Vers. 1-26 La oración sacerdotal del Señor para sí mismo, para los apóstoles y para los que creerán en él.

Esto dijo Jesús a sus discípulos y después levantó sus ojos al cielo y dijo: Padre, ha llegado la hora que tu sabiduría determinó para que padezca y sea sacrificado. Muestra el sacrificio de mi Pasión y glorifica a tu Hijo también en su naturaleza humana; para que te glorifique también tu Hijo con la liberación y salvación de los hombres, la cual será completada con este sacrificio suyo y con su eterna mediación sacerdotal que continuará después de ésta.


2. Glorifica a tu Hijo de acuerdo con la autoridad que le has dado sobre toda la humanidad, para que dé vida eterna como eterno sacerdote principal, sentado a tu diestra con toda aquella multitud que le has dado los cuales han creído en tí.


3. Esta es la vida eterna, que los hombres te conozcan continuamente y cada vez mejor a ti, el único Dios verdadero, y a Jesús Cristo, el cual enviaste al mundo, teniendo una comunicación viva contigo y disfrutando sus infinitas perfecciones.


4. Yo he dado a conocer tu nombre a los hombres y he obedecido a la perfección tu voluntad, y así te he glorificado sobre la tierra. Y con mi sacrificio, el cual ofreceré dentro de poco sobre la cruz, habré completado perfectamente la obra que me has dado para llevar a cabo.


5. Y ahora que mi misión terrenal ha terminado, muéstrame con mi Resurrección y con mi Ascensión eterno sacerdote principal y glorifícame también como hombre tú, Padre, a tu lado, con la gloria que tenía junto a tí antes de ser creado el mundo.


6. He mostrado tu nombre y he hecho conocidas tus infinitas perfecciones a los hombres que has abrazado de los senos del mundo y me has dado a mí. Su intención y disposición era buena y por eso eran tuyos. Tú me los has dado a mí, y ellos han cumplido tu logos, el cual les revelé. 


7. Ahora han aprendido más precisamente y se han convencido de que mi enseñanza y mi obra y todo en general cuanto me diste provienen de tí. 


8. Y prueba de que han recibido esta información y este conocimiento es: que los logos que me has dado para que se los revele a los hombres, yo se los he entregado a ellos con mi enseñanza, y ellos los han recibido y los han aceptado. Y realmente han adquirido la seguridad y el convencimiento de que he nacido y he salido de tus senos, y han creído que tú me has enviado al mundo.


9. Yo, que tanto he trabajado para conducirles a esta verdadera fe y conocimiento, te suplico por ellos como sacerdote principal y mediador. No te suplico en este momento por el mundo de la incredulidad y del pecado, sino que te suplico por aquellos que me has dado; porque, aunque me los has dado, no paran de ser tuyos.


10. Y todo cuanto me pertenece a mí tuyo es, y lo tuyo mío es. Y éstos entonces tuyos eran y se han hecho míos; pero aun siendo míos continúan siendo tuyos. Y yo he sido glorificado por ellos, porque han reconocido mi naturaleza divina y han creído en mí.


11. Yo ya no estaré más en el mundo, como hasta ahora, con mi presencia corporal, para mediante ella reforzarlos y afianzarlos. Ellos sin embargo estarán en el mundo, porque aún no han llevado a cabo su misión. Yo voy a tí. Padre santo, protégelos con tu protección paternal y poder, la cual me has dado a mí; para que así permanezcan unidos a mí y entre ellos y que sean con el amor y con la confianza en ellos mismos un cuerpo espiritual, como somos uno nosotros también que tenemos la misma esencia y naturaleza.


12. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo les protegía con tu fuerte protección. A los que me has dado les he protegido, y ninguno de ellos se ha perdido sino sólo el hijo de la perdición, el traidor Judas, quien se perdió y de este modo se cumplieron y comprobaron las profecías de la Sagrada Escritura.


13. Pero ahora voy a tí. Y digo esto frente a ellos, mientras me encuentro todavía en este mundo, para que lo escuchen ellos también, para que así teniendo la certeza de que ya tú les protegerás, tengan dentro de ellos de modo perfecto el gozo y la alegría que siento yo ahora también porque regreso contigo.


14. Yo les he dado tu logos y tu Evangelio. Sin embargo la gente que se encuentra lejos de la verdad les odió, porque (los hombres que han recibido y aceptado tus logos) no tienen el espíritu cósmico y mundano y no son del mundo, como tampoco yo tengo ninguna relación con el mundo del pecado y no soy del mundo.


15. No te ruego que los lleves ahora del mundo conmigo, sino que los protejas del malvado, que gobierna dentro del mundo.


16. No tienen el espíritu cósmico y mundano y no son del mundo, como yo no soy del mundo. 


17. Bendícelos y constitúyelos en tu obra con la iluminación y la renovación que otorga y crea a las almas tu verdad. Tu logos es verdad completamente pura.


18. Y es absolutamente necesario que les enseñes y que los constituyas. Porque como tú me enviaste al mundo, así también yo de acuerdo con la autoridad que me has dado, les he enviado al mundo para que continúen mi obra.


19. Y para su bien yo he dedicado mi vida completamente a tí y me ofrezco también ahora a mí mismo como víctima sagrada para que sean también ellos santificados con su participación en este sacrificio mío, tras primero recibir el logos de la verdad.


20. Pero no te ruego solo por estos once, sino también por aquellos que creerán en mí por su predicación.


21. Te ruego por todos ellos, para que sean todos uno con el amor y la confianza en sí mismos que gobernará entre ellos. Como tú, Padre, estás unido a mí, debido a que tenemos los dos la misma sustancia y naturaleza, así te ruego que sean también uno teniendo unión y comunión con nosotros, para que crea esto el mundo que está dividido y desintegrado, viendo este impresionante milagro de la unidad y el acuerdo de los fieles en mi persona.


22. Me has glorificado también como hombre, ya que con mi naturaleza humana has mostrado la naturaleza divina que tengo como tu Hijo unigénito lleno de gracia y verdad. Y yo esta gloria como Hijo, la cual también has dado a mi naturaleza humana, se la he dado también a ellos. Les he regalado también a ellos la adopción y les he incorporado como componentes de mi divina y gloriosa vida, para que sean uno entre ellos, como nosotros también somos uno.


23. Y esta unidad se consumará viviendo yo dentro de cada uno de ellos por separado y les una en un cuerpo espiritual, así como tú, como mi padre natural, estarás en mí. Y así serán perfeccionados, teniendo perfecta concordia y amor puro y desinteresado y unión entre ellos. Y así conocerá el mundo, que será atraído y se sorprenderá ante esta unidad única y sin precedentes, que tú me has enviado. Y todos estos hombres del mundo que serán atraídos a la fe, sentirán por su experiencia que tú has amado a los que están unidos a mí, como me has amado a mí.



24. Padre, los que me has dado, quiero, donde esté yo, que estén ellos también conmigo, para que vean y disfruten de mi gloria, la cual me has dado eternamente, porque me has amado antes de ser cimentado el mundo; y esta agapi tuya constituye al mismo tiempo también mi gloria.


25. Padre justo, aunque el mundo no hubiese conocido debido a su voluntad cegada, yo sin embargo también como hombre, tengo el verdadero conocimiento de tí y a un grado que nadie más lo tiene. Y los que son mis discípulos han sabido y han entendido que tú me has enviado; y por eso se han hecho dignos de mi amor puro y desiteresado (agapi) y de los dones que para ellos justamente te pido.


26. Yo he dado a conocer tu nombre a ellos y les he revelado tus infinitas perfecciones. Y les revelaré todavía más sobre tí en el futuro infundiéndoles el Espíritu Santo, de modo que sean más dignos todavía de mi agapi. Y así la agapi con la cual me has amado eternamente que esté dentro de sus corazones; y que sientan en sus fondos que les amas como partes de mí, ya que con la nueva vida que vivirán estaré dentro de ellos también yo, y constituirán un cuerpo conmigo.



CAPÍTULO 18


Vers. 1-9. La traición y el arresto del Señor en Getsemaní.

Cuando terminó su oración Jesús, salió con sus discípulos fuera de la ciudad de Jerusalén, a un lugar que se encuentra al otro lado del valle del Cedrón. Allí había un huerto, donde entró con sus discípulos.


2. Este lugar también lo conocía Judas, el que iba a entregarle dentro de poco a los que le iban a crucificar, porque muchas veces había ido allí Jesús con sus discípulos.


3. Entonces debido a que Judas conocía aquel lugar, calculó que allí encontraría a Jesús. Por eso tomó consigo a una compañía de soldados romanos y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, y se dirigió hacia allí. Todos ellos iban armados y llevaban candiles y antorchas, para llegar a tiempo y que no se escapase Jesús dentro de la oscuridad y para aniquilar la reacción armada, que pensaban que se encontrarían.


4. Cuando llegaron allí, Jesús sabiendo como Dios y como hombre todo aquello que le iba a suceder, salió del huerto y, avanzando inalterable y decidido, les dijo: ¿a quién buscáis?


5. Ellos le respondieron: A Jesús el Nazareno. Les dice Jesús: Yo soy el Jesús que buscáis. Y estaba también con ellos Judas su traidor.


6. Cuando les dijo "yo soy", ellos, debido a que estaban gobernados por el miedo frente a su poder divino, retrocedieron y cayeron a tierra.


7. Y debido a que permanecieron indecisos y sin saber qué hacer, les preguntó de nuevo Jesús: ¿A quién buscáis? Y ellos le dijeron: A Jesús Nazareno.


8. Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy Jesús el Nazareno. Entonces si me buscáis a mí, detenedme a mí, y dejad a estos que se vayan.


9. Así que en el momento aquel de su detención Jesús tomó medidas de protección para sus discípulos; y se cumplieron de este modo las palabras que dijo poco antes a su Padre, que "no he perdido a ninguno de los que me has dado, sino que les he protegido tanto de los peligros espirituales como de los corporales".


Vers. 10-11.  El episodio de Malco

10. Entonces cuando ellos se armaron de valor por las palabras de Jesús y procedieron a arrestarle, Simón Pedro, que sucedió que en aquel momento enía con él un cuchillo, lo desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este siervo se llamaba Malco.


11. Inmediatamente después de este suceso dijo Jesús a Pedro: pon el cuchillo en su funda. ¿Quieres que no beba el vaso de mi Padecimiento, que me dió mi Padre a beber, y evitarlo, desobedeciendo así a mi Padre?



Vers. 12- 14. El Señor es llevado a Anás


12. Entonces después de estas indicaciones de Jesús hacia Pedro, la compañía de los soldados romanos, el tribuno y los alguaciles de los judíos, arrestaron a Jesús y lo ataron.


13. Primero lo llevaron ante Anás, quien tenía una gran influencia sobre el sacerdote principal, no sólo porque él había sido anteriormente también sacerdote principal, sino también porque era suegro de Caifás, quien en aquel año era sacerdote principal.


14. Caifás de hecho fue quien había dado el consejo a los judíos, de que convenía que un hombre muriese por el pueblo, y que se perdiese por el bien del pueblo. Por lo tanto él quería mucho la muerte de Jesús y lo había decidido ya con anterioridad.


15-18. Primera negación de Pedro.


15. Siguió entonces a Jesús Simón Pedro, y el otro discípulo, a quien amaba Jesús. Aquel discípulo era conocido por el sacerdote principal y por eso nadie le preguntó, entrando libremente junto con Jesús en el patio interior del sumo sacerdote.

16. Pero debido a que no se permitía entrar libremente a cualquiera, Pedro estaba fuera en el camino, cerca de la puerta exterior. Salió entonces el otro discípulo, el conocido por el sumo sacerdote, y habló con la portera, permitiendo éste entrar a Pedro en el patio.


17. Entonces después de este aviso que dio el conocido discípulo como compañero de Jesús, le dice a Pedro la joven criada que guardaba la puerta: ¿ Quizás eres tú también de los discípulos de ese hombre? Respondió él: No, no soy.


18. Allí estaban los siervos y los alguaciles, quienes habían encendido un fuego  para calentarse junto al montón de carbón encendido, porque hacía frío. Junto a ellos estaba también Pedro y se calentaba.     



19-23. Anás interroga al Señor.

19. Mientras tanto Jesús estaba siendo cuestionado. El principal sacerdote le preguntó primero por sus discípulos, buscando saber quiénes eran y por qué le seguían. Y después le preguntó por su enseñanza, examinando si ésta era acorde con la ley y con las tradiciones.
  
20. A las preguntas del sacerdote principal Jesús respondió lo siguiente: Yo claramente he hablado a la multitud de los hombres. Siempre he hablado en lugares públicos, en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos lo judíos, y nada he enseñado en oculto. 


21. ¿Por qué me preguntas y me cuestionas a mí? Pregunta a aquellos que me han escuchado lo que les he dicho. Mira, éstos saben bien todo cuanto yo dije.


22. Cuando Jesús dijo estas palabras, uno de los alguaciles que estaban allí junto a él le dió una bofetada y le dijo: ¿Con estas palabras hablas y respondes al sacerdote principal? 


23. Le respondió Jesús: Si he dicho algo malo, prueba frente al tribunal con un testimonio normal cuál era esto malo. Pero si he hablado bien, ¿por qué me golpeas?    



24- 27. El Señor es llevado ante Caifás. Otras negaciones de Pedro.


24. Entonces Anás terminó su interrogatorio y envió a Jesús atado a Caifás, el sumo sacerdote, quien vivía en otro departamento del palacio del sacerdote principal.


25. Simón Pedro, continuaba estando junto al fuego calentándose. Le dijeron en un momento dado los que estaban calentándose con él: ¿No eres tú también uno de sus discípulos?
 

26. Pero él lo negó y dijo: No soy. Dice entonces uno de los siervos del sumo sacerdote, que era familiar de Malco, el soldado al que le cortó la oreja Pedro: ¿no te ví yo en el huerto con él?



27. Pero Pedro de nuevo lo negó. Y a continuación cantó un gallo.
    


28-40.  El Señor ante Pilato.


28. Habiendo condenado Caifás y el sinedrio a muerte a Jesús, le llevaron atado del palacio del sacerdote principal de Caifás al pretorio o edificio administrativo donde vivía y juzgaba el juez romano. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse del palacio idólatra, y para estar limpios para cenar a la noche la cena de la Pascua.


29. Entonces como los judíos no entraban en el pretorio, salió Pilato, se acercó a ellos y les dijo: ¿qué acusación presentáis contra este hombre?


30. Y ellos respondieron: si no fuese malhechor y peligroso para la sociedad, no te lo hubiésemos entregado a tí.


31. Entonces después de esta respuesta, mediante la cual tenían intención de predisponer a Pilato para que aceptase sin más exámenes la culpa de Jesús, Pilato les dijo: ya que tenéis la capacidad de vosotros sólo jueces en esta hipótesis, tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley. Le dijeron entonces los judíos: A nosotros no nos está permitido declarar pena de muerte a nadie.


32. Reconocieron así que sólo el representante de Roma tenía el derecho de matar a Jesús; y de este modo se cumplió por completo y con exactitud el logos que había dicho Jesús mostrando desde antes con qué tipo de muerte moriría. Es decir que moriría por crucifixión, como daban muerte los romanos a sus condenados, y no por lapidación, como acostumbraban a hacer los judíos. Mientras tanto los judíos acusaron a Jesús de que buscaba convertirse en rey.


33. Entonces entró de nuevo en el pretorio Pilato, y llamó en privado a Jesús y le dijo: ¿eres tú en realidad el rey de los judíos?


34. Le respondió Jesús: esto lo preguntas por tí mismo, y basándote en tus percepciones atribuyes al título de rey un sentido político y cósmico, u otros te han dicho de mí que he reclamado la dignidad de rey Mesías, teniendo entonces el título de "rey" un sentido completamente distinto?


35. Respondió Pilato: ¿Acaso soy yo judío para conocer vuestros casos? Tu pueblo y los principales sacerdotes te han entregado a mí como culpable y merecedor de muerte. ¿Qué has hecho entonces?


36. Respondió Jesús: mi reino no procede de este mundo, ni está basado en alguna voluntad humana o poder mundano. Si mi reino fuese de este mundo, mis servidores hubiesen luchado para que no sea entregado a los judíos. Ahora sin embargo ves tú también que mi reino no procede de aquí, como los otros reinos de este mundo, sino del cielo. Por eso no se impone con guerra y revolución, ni utiliza la fuerza de la violencia y de las armas materiales.


37. Entonces después de estas palabras, que tenían relación con el tema del reino, le dijo Pilato: ¿Entonces eres rey? Le respondió Jesús: tú lo has dicho, que soy rey. No soy rey sin embargo de un reino mundano, como tú lo percibes. Yo para esto nací y para esto vine al mundo, para revelar y predicar la verdad y con ella conquistar espiritualmente el mundo. Todo el que desee y que tenga disposición de aprender la verdad, escucha con comprensión mi voz y mi enseñanza y la acepta; y obedeciendo a ella se convierte en ciudadano de mi reino espiritual y celestial.


38. Le dice Pilato: ¿Qué es verdad? ¿Y quién puede encontrarla? Y tras decir esto, sin esperar respuesta, salió de nuevo del pretorio y dirigiéndose a los judíos les dijo: No sé qué decís vosotros. Yo no veo ninguna culpa en él, ninguna razón para condenarle. 


39. Existe sin embargo una costumbre entre vosotros, según la cual tengo que dejar libre durante la fiesta de la Pascua a uno de los criminales encarcelados. ¿Queréis entonces que os libere al rey de los judíos?


40. Entonces después de esta proposición de Pilato comenzaron todos de nuevo a vocear y a decir: no liberes a éste sino a Barrabás. Y este Barrabás, que los judíos prefirieron antes que a Jesús, era ladrón.           





CAPÍTULO 19


Vers. 1-7. Azotamiento del Señor y burlas.

Entonces después de esta insistencia del pueblo y para que se tranquilizasen, se llevó Pilato a Jesús del lugar donde estaban, y dio órdenes a los soldados para que le azotasen desnudo. 
 

2. Y además los soldados, para burlarse de las reclamaciones reales de Jesús, hicieron una corona de espinas y se lo pusieron  en la cabeza como si fuese una corona real, y le pusieron una capa roja como si fuese el manto púrpura del emperador.

3. Y le decían burlándose: ¡Salve, rey de los judíos!. Y le daban bofetadas. 

4. Entonces cuando terminaron los azotamientos y la ridiculización, salió de nuevo Pilato fuera del pretorio y les dijo: mirad, os lo traigo aquí fuera, para que comprobéis vosotros también que no le he podido encontrar ninguna acción criminal, ninguna causa para condenarlo. Y no tengo intención de castigarlo más. Suficiente lo he castigado ya para favor vuestro.

5. Salió entonces fuera Jesús llevando puestas la corona de espinas y la capa roja.

6. Les dice Pilato: ¡Mirad en qué miserable estado se encuentra el hombre! Cuando le vieron los sacerdotes principales y los alguaciles del sinedrio, comenzaron a vocear fuertemente diciendo: ¡Crucificadle, crucificadle!. Les dice Pilato: tomadle vosotros y crucificadle. Porque yo no le encuentro ninguna culpa, ninguna causa de condena, y no puedo crucificarle.

7. Pero debido a que los judíos sabían que el estado romano acostumbraba a reconocer las leyes de los pueblos que a ellos estaban sometidos, recordándole esto a Pilato le respondieron: nosotros tenemos ley, y de acuerdo con nuestra ley tiene que morir, porque ha asegurado que es el hijo de Dios y de esta manera ha blasfemado a Dios.
 
        

Vers. 8-16. Pilato entrega a Cristo para ser crucificado

8. Entonces cuando Pilato escuchó esto, que Jesús se consideraba a sí mismo hijo de Dios, se asustó más. Porque como idólatra que era, creía en muchos dioses y semidioses. Y por esto temió, por si realmente Jesús era hijo de algún dios y con su poder lo eliminaría.

9. Entró entonces de nuevo en el pretorio y dice a Jesús: ¿De dónde eres tú? ¿Procedes de la tierra o has venido del cielo? Jesús sin embargo no le dió respuesta. 

10. Entonces después de su silencio le dice Pilato: ¿a mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, así como autoridad para dejarte libre?

11. Jesús entonces le respondió: No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te hubiese sido dada desde arriba, es decir de Dios. La tolerancia de Dios te mantiene señor en el trono judicial, y te ha reservado el deber de que me juzgues. Entonces debido a que esta autoridad te la ha dado Dios y no puedes evitar tu deber de juzgarme, por esto Caifás y el sinedrio de los judíos tienen mayor pecado que tú. Porque ellos me entregaron a tí por envidia y odio y te obligan a que me condenes. Y tú ahora, debido a que les temes, haces abuso de tu autoridad.

12. Esta respuesta de Jesús sorprendió y revolucionó a Pilato, por eso buscó ahora con mayor insistencia liberarlo. Los judíos sin embargo voceaban fuertemente y decían: si le dejas libre, no eres amigo del César. Quien se hace a sí mismo rey se opone y se subleva en contra del César.

13. Entonces Pilato, cuando escuchó estas últimas palabras, con las cuales los judíos reconocieron claramente que tenían al César como a su rey, llevó a Jesús fuera del pretorio. Y Pilato se sentó sobre su trono judicial, que se había colocado improvisadamente en el lugar en que estaba hecho con piedras y mosaicos, y por eso se llamaba en lengua helénica "Lizóstroto" ([Λιθόστρωτο], traducido adoquinado) y en hebreo Gabbathá, es decir elevación, debido a su forma.


14. Era además el día de la víspera y preparación de la Pascua, y la hora era alrededor de las seis desde la salida del sol, es decir las doce del mediodía. Dice entonces Pilato a los judíos: mirad en qué estado miserable y de menosprecio se encuentra vuestro rey.

15. Ellos sin embargo, en lugar de ser motivados para mostrar compasión y lamentarse, comenzaron a vocear fuertemente: llévatelo, llévatelo, no queremos ni verlo. Crucifícalo. Les dice Pilato: ¿A vuestro rey crucifico? Respondieron los principales sacerdotes: no tenemos otro rey sino sólo el César. Y con estas palabras los judíos negaron no sólo al Mesías, sino el principio básico de su teocracia, según el cual su rey era sólo Dios.


16. Entonces Pilato les entregó a Jesús para ser crucificado.  



Vers. 17-30. La crucifixión y la muerte del Señor.

17. Tomaron entonces los soldados a Jesús y comenzaron a llevarle hacia el lugar donde sería crucificado. Y Él, cargando su cruz sobre su hombro, salió fuera de los muros de la ciudad, hasta un sitio llamado lugar de la Calavera, que en lengua hebrea es Gólgota. 


18. Allí le crucificaron. Y junto con él crucificaron a otros dos, uno a cada lado suyo. Para deshonrar todavía más a Jesús, le dieron el lugar del centro, entre los dos malhechores.


19. Pilato ordenó también que escribiesen una inscripción y la colocaron en la parte de arriba de la cruz. En esta inscripción estaba escrito lo siguiente: Jesús el Nazareno, el Rey de los Judíos.


20. Entonces esta inscripción, que proclamaba que Jesús era rey del nuevo Israel de gracia increada, la leyeron muchos de los judíos, porque el lugar donde crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad. El texto de la inscripción estaba escrito en tres idiomas: en hebreo, que era la lengua nacional de los hebreos, en helénico, que era la lengua internacional, y en romano, que era la lengua oficial del estado. De este modo le fue dado al contenido de la inscripción tanta publicidad como fue posible.


21. Pero debido a que los principales sacerdotes de los judíos consideraban ofensa y deshonra para ellos llamar rey suyo a un crucificado, se quejaron y dijeron a Pilato: no escribas "El Rey de los Judíos", sino escribe que él dijo "soy rey de los judíos".


22. Pero Pilato les respondió. Lo escrito, escrito está. No lo quito.


23. Mientras tanto, cuando los soldados crucificaron a Jesús, cogieron su ropa y la repartieron en cuatro partes, una parte para cada soldado. Pero su vestimenta interior, su túnica, la pusieron a parte. Y cogieron la túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.


24. Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. De este modo se cumplió la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis distintas vestimentas exteriores, y sobre mi vestimenta interior echaron suertes. 


25. Y así lo hicieron los soldados. Allí cerca de la cruz de Jesús estaban también su madre y la hermana de su madre, María la mujer de Cleofas, y María Magdalena.


26. Jesús entonces, cuando vio a su madre y a su discípulo al cual le amaba que estaba allí cerca, le dice a su madre: mujer, he aquí quien a partir de ahora será tu hijo.


27. Después dice al discípulo: he aquí tu madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su morada.


28. Después de esto, tras haberse asegurado Jesús de que ya todo estaba consumado, que todo se había completado perfectamente de acuerdo con las profecías, para que la Escritura se cumpliese hasta el último detalle, dijo: tengo sed. 


29. Había entonces allí abajo un recipiente de arcilla lleno de vinagre. Los que escucharon estas palabras de Jesús, empaparon una esponja en vinagre, y poniéndola sobre un palo de hisopo, se lo llevaron junto a su boca.


30. Entonces cuando probó el vinagre Jesús, dijo: todo ha terminado ya. Todas las profecías se han completado, mi obra ha tenido un final exitoso. Todo cuanto había de padecer ha terminado, y la salvación de los hombres ha quedado completamente asegurada. E inclinando él mismo la cabeza hacia abajo, entregó con autoridad su alma a su Padre, cuando él quiso.      





Vers. 31-37. La lanzada en la costilla del Señor.


31. Mientras tanto los judíos tomaron sus medidas para que no quedasen sobre la cruz los cuerpos muertos de los condenados durante el Sábado. Porque el día que tuvo lugar la crucifixión era día de preparación adicional y de excepcional adecuación, así como aquel día de Sábado que iba a empezar a partir del ocaso del sol, era grande y oficial. Porque, a parte de que era Sábado, coincidió con que además era el primer día de la gran fiesta de Pascua. Además, estaba prohibido explícitamente en el libro del Deuteronomio que quedasen por la noche los cuerpos sin enterrar encima de la cruz. Solicitaron entonces a Pilato que diese la orden de romper las piernas de los condenados, para acortar el tiempo hasta la hora de sus muertes, y quitarlos de allí lo antes posible.


32. Vinieron entonces los soldados para romper los huesos de los condenados; y quebraron las piernas del ladrón a quien primero se acercaron, así como las de otro ladrón que fue crucificado con Jesús.


33. Cuando se acercaron a Jesús, como le vieron que estaba ya muerto, no le quebraron las piernas.


34. Pero uno de los soldados, para comprobar con mayor seguridad su muerte, le clavó la lanza en la costilla, y enseguida salió de la herida sangre y agua. Esto era un fenómeno
extraño y nunca antes visto ; porque en cada muerto, la sangre coagula, y por mucho que alguien le abra nuevas heridas, no saca nunca sangre limpia y agua clara. 


35. Este suceso sin embargo es verdadero, y es en realidad lo que sugiere, es decir la limpieza del bautismo y la santificación a partir de la sangre del Señor. Y quien lo vio con sus ojos da testimonio de ello, y su testimonio es verdadero. El mismo no tiene ninguna duda sobre esto, y sabe bien que dice la verdad. Y dio testimonio tanto de este hecho como de que los soldados no quebraron las piernas de Jesús, sino que sólo la costilla atravesaron. Y dio este testimonio, para que creáis vosotros también que Jesús que se encuentra sobre la cruz es el Mesías que anunciaron los profetas.


36. Porque todo esto se ha profetizado y sucedió, y se confirmó así el pasaje de la Santa Escritura que dice: no será quebrado ningún hueso suyo.


37. Y de nuevo en otro sitio la Santa Escritura dice: cuando la gracia visite también a los judíos, verán contritos y arrepentidos a aquel que atravesaron con la lanza, así como le verán horrorizados todos los que insistieron en su infidelidad. 
 


Vers. 38-42. La sepultación del Señor 

38. Después de estos acontecimientos, José que provenía de Arimatea y era discípulo de Jesús, pero en oculto, y no lo dijo esto debido a que temía a los judíos, solicitó Pilato que le permitiese llevarse de la cruz el cuerpo de Jesús para enterrarlo. Y Pilato le dio el permiso. Entonces fue José y se llevó el cuerpo de Jesús.


39. Junto con José fue también Nicodemo. Él era quien fue una vez en medio de la noche a encontrarse con Jesús, cuando por primera vez conversó con él. Entonces trajo
él una mezcla de un precioso aroma que se llamaba esmirna y de aloe que era una planta con sustancia aromática y suave, unas cien libras, es decir más de treinta y dos kilos.


40. Tomaron, pues, los dos juntos, el santo cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre preparar a los muertos para el entierro entre los judíos.


41. Cerca del lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto nadie. 


42. Entonces sepultaron a Jesús, ya que no podían tardar, porque era la víspera de la Pascua de los judíos, y dentro de poco empezaba la preparación de la fiesta. Además este sepulcro estaba cerca.  




    

CAPÍTULO 20


Vers. 1-10. Magdalena, Pedro y Juan en el sepulcro vacío.

1.Habiendo pasado el Sábado, el día siguiente, que era el primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro de mañana, estando todavía oscuro, y vio la piedra que sellaba la entrada al sepulcro que estaba quitado de su lugar.


2. Entonces cuando vio el sepulcro abierto, corrió y se dirigió a Simón Pedro y el otro discípulo al que amaba Jesús, y les dice: Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.


3. Después de esta inesperada noticia, Pedro salió de la casa donde vivía, y junto con él salió el otro discípulo, y fueron al sepulcro.


4. Salieron corriendo los dos juntos; pero como el otro discípulo era más joven, corrió por delante de él más rápido que Pedro y llegó primero al sepulcro.


5. E inclinándose desde fuera vio los vendajes funerarios abajo en el suelo; y como estaba muy conmocionado, no avanzó para entrar dentro.


6. Entonces mientras esperaba fuera, llegó simón Pedro después que él y valeroso e impetuoso como era debido a su carácter, entró al sepulcro y observó de cerca que los vendajes funerarios estaban caídos en el suelo y no faltaban, como hubiera sido lo lógico que sucediese si el cuerpo hubiese sido robado. 


7. Observó además que la tela con la cual habían tapado la cabeza de Jesús, no estaba puesta entre los vendajes de forma desordenada, sino que estaba doblada en otro lugar de allí, sin reflejar prisa.


8. Entonces el otro discípulo que había llegado primero al sepulcro, incitado por el ejemplo del otro, entró dentro y vió todo esto de cerca y creyó que Jesús había resucitado.


9. No había creído anteriormente, sino ahora que vio vacío el sepulcro; porque tanto él como Pedro no conocían todavía la verdadera importancia de las profecías del Antiguo Testamento, que según el plan de Dios, el Mesías había de resucitar de los muertos.


10. Entonces tras examinar el sepulcro y convencerse de que eran innecesarias más investigaciones, regresaron de nuevo a sus moradas los discípulos. 

     

Vers. 11-18. La aparición del Señor resucitado a Magdalena.


11. María sin embargo estaba fuera cerca del sepulcro y lloraba, sin imaginarse jamás que Jesús había resucitado.


12. Mientras continuaba llorando, se inclinó un momento hacia el sepulcro, buscando nuevamente el cuerpo de Jesús. Vio entonces a dos ángeles con vestimentas blancas, gloriosos e incombatibles guardianes del sepulcro. Estaban sentados uno en la parte de la cabeza y el otro en la parte de los pies, donde anteriormente estaba puesto el cuerpo de Jesús.  


13. Y dicen entonces ellos: mujer, ¿por qué lloras? Y ella les responde: porque se han llevado a mi Señor del sepulcro y no sé dónde lo han puesto.


14. Y tras decir esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús estando en pie, pero no entendió que él era Jesús, ya fuese porque el cuerpo del Señor había sufrido cambio con la Resurrección, o ya fuese porque María ni siquiera podría haber sospechado que el Señor resucitó.


15. Le dice Jesús: mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas? Ella pensó que era el hortelano y por eso le dijo: señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo pusiste, y yo lo tomaré de tu huerto y lo pondré en otro.


16. Le dice entonces Jesús con su tono de voz
conocido por ella: ¡María!. Ella entonces reconoció enseguida la voz de Jesús, se giró atrás y dijo: ¡Rabbuní!, que significa "mi maestro".


17. Entonces María corrió a abrazarse con respeto a sus pies, pensando con respeto que el Señor continuaría también ahora viviendo corporalmente, como antes de su Pasión con sus discípulos. Por esto le dijo Jesús: no me toques; no te comportes ya conmigo como si estuviera de nuevo entre vosotros con esta forma, con la forma de la humillación y de la enfermedad, como vivía con vosotros antes de la Pasión. No me toques, porque no he subido todavía a mi Padre. Consecuentemente aún no se ha inaugurado la nueva relación de de devoción y familiaridad de adoración que tendré con los hombres después de mi resurrección como eterno y celestial ya sacerdote principal y como cabeza de la Iglesia, con la cual estaré unido. Pero vete donde mis hermanos y diles: subo a mi Padre, el cual a través de mí y de vosotros tenéis
por Padre por la gracia. Él se convirtió también en mi Dios desde que me hice hombre, (así) como (también) es Dios vuestro.


18. Fue María Magdalena y anunció a los discípulos que vio al Señor y que le dijo estas palabras.     



Vers. 19-23. La aparición del Señor resucitado a los diez discípulos.


19. Y este testimonio de María fue confirmado el mismo día. Porque cuando anocheció aquel día, el primero de la semana, y mientras los discípulos estaban reunidos en una casa y tenían las puertas cerradas porque temían a los gobernantes de los judíos, vino Jesús y se puso en medio de ellos y les dijo: que venga la paz a vosotros.


20. Y tras decir esto, les mostró su mano y su costilla, para que viesen las señales de las heridas y se convenciesen de que él era su Maestro que fue crucificado. Entonces tras asegurarse de ello con la prueba de sus cicatrices, se alegraron los discípulos de ver al Señor.


21. Entonces cuando los discípulos se calmaron de la gran alegría que sintieron, les dijo de nuevo Jesús en relación con su ahora futura llamada y apostolado: que venga la paz a vosotros. Como me envió mi Padre para la obra de salvación de los hombres, así yo también os envío para que continuéis la misma obra. 


22. Y tras decir esto, para transmitirles el aliento de la nueva vida celestial, sopló sobre sus rostros, como Dios una vez en el rostro de Adán, y les dice: recibid Espíritu Santo.


23. A aquellos que perdonéis los pecados, también serán perdonados por Dios. Pero a quienes se los mantengáis sin perdonar, permanecerán para siempre. 



Vers. 24-29. La aparición del Señor resucitado a los once discípulos. La palpación de Tomás.


24. Tomás sin embargo, que era uno de los doce apóstoles y al cual llamaban Gemelo los hebreos que hablaban la lengua helénica, no estaba con ellos cuando vino Cristo.


25. Entonces cuando le vieron, le dijeron los otros discípulos: hemos visto al Señor. Pero él les respondió: si no veo con mis ojos la señal de los clavos en sus manos y no pongo mi dedo en la señal de los clavos y no pongo mi mano en su costilla, de modo que no sólo con mis ojos sino también con mis dedos me asegure, no creeré.


26. Y entonces así fue, a los ocho días estaban de nuevo en la casa los discípulos, y con ellos estaba también Tomás. Entonces viene Jesús, estando las puertas cerradas, se puso en medio de los discípulos y dijo: que venga la paz a vosotros.   


27. Después le dice a Tomás: trae tu dedo aquí. Palpa y examina las señales de mis heridas, y mira al mismo tiempo con tus ojos mis manos. Trae tu mano por debajo de mi vestidura y ponla en mi costilla que fue herida por la lanza. Y no te permitas ser gobernado por la incredulidad, convirtiéndote para siempre e irreparablemente en infiel, sino que avances y te afiances en la fe, de un modo inamovible e irrefutable.


28. Tomás entonces respondió: creo y confieso que eres mi Señor y mi Dios.


29. Le dice Jesús: crees porque me has visto. Bienaventurados y más afortunados son aquellos que creen sin haberme visto con sus ojos, como me has visto tú. Y creerán así todos los miembros de mi Iglesia en las generaciones que vendrán.



Vers. 30-31. El objetivo de la escritura del Evangelio


30. Entonces de acuerdo con todo lo que hemos relatado, excepto el milagro de su Resurrección, Jesús frente a los ojos de sus discípulos hizo también muchos otros milagros que demostraban su divinidad, las cuales no están escritas en este libro.


31. Esto que hemos expuesto, ha sido escrito para que creáis que Jesús es el Cristo que fue anunciado por los profetas, el Hijo Único de Dios; y así creyendo que tengáis como inalienable propiedad vuestra la nueva, divina y eterna vida, la cual transmite el mismo a las almas de los hombres que invocan su nombre.




  


CAPÍTULO 21


Vers. 1-14. La aparición a los siete discípulos en Tiberias.


Después de algunos días, Jesús se apareció de nuevo a sus discípulos en el lago de Tiberias. Y se apareció del siguiente modo: 


2. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás a quien llamaban el Gemelo, Natanael que procedía de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos.

3. Les dijo Simón Pedro: voy a pescar. Y ellos le respondieron: nosotros vamos contigo. Entonces salieron de su vivienda hacia el mar, entraron directamente al barco y comenzaron a pescar. Sin embargo aquella noche no consiguieron nada.


4. Cuando ya amaneció, se presentó Jesús en la playa. Pero los discípulos no percibieron que aquel que estaba allí era Jesús.


5. Entonces como si fuese Jesús un pasajero desconocido y extranjero, les dice: ¿chicos, quizás teneis algún pescado para probar? No, le respondieron.


6. Y él entonces les dijo: echad la red a la derecha del barco y encontraréis. Entonces echaron la red como les dijo el Señor, y no podían sacar la red debido a la gran cantidad de peces que había cogido. 


7. Entonces después de esta experiencia sin precedentes, dice a Pedro el discípulo a quien amaba el Señor: éste a quien pasábamos por extranjero es el Señor. Simón Pedro cuando escuchó que era el Señor, apresuradamente se ciñó su ropa de trabajo, porque hasta ese momento estaba casi desnudo, e impulsivo como era, se echó al mar para ir al encuentro lo más rápido posible, de su Maestro.


8. Los otros discípulos sin embargo vinieron con la embarcación arrastrando la red llena de peces, porque no estaba lejos de lo seco, pero estaban a una distancia de unos 130 metros.


9. Entonces enseguida nada más desembarcar en tierra, empapados, fatigados y hambrientos, ven preparadas unas brasas y sobre ellas un pescado. Y al lado, separado, un pan. Es decir encontraron fuego para calentarse y para secar su ropa, y comida para que desayunasen.


10. Y para que fuese completado este desayuno y como producto de su esfuerzo, les dice el Señor: traed también de los peces que habéis cogido ahora.


11. Pero la red estaba todavía llena de peces y debido a su peso era difícil arrastrarla. Subió entonces a la embarcación Simón Pedro que era el más veterano de todos, y arrastró la red hasta tierra firme, llena con ciento cincuenta y tres grandes peces. Y aunque eran tan grandes los peces, no se rompió la red.


12. Les dice Jesús: venid ahora a tomar vuestro desayuno. Mientras tanto sin embargo ninguno de ellos se atrevió a preguntarle "¿quién eres tú"?, porque sabían que era el Señor, y consecuentemente se sentían frente a Él temor y profundo respeto.


13. Después de la invitación de Jesús fueron los discípulos a comer. Fue entonces también Jesús y coge el pan y lo reparte enre ellos. Lo mismo hizo con el pescado. 


14. Esta era hasta entonces a tercera vez que se manifestó Jesús a sus discípulos reunidos, después de su resurrección de entre los muertos.             





Vers. 15-19. La recuperación de Pedro en la misión apostólica.


15. Entonces cuando tomaron su desayuno, dijo Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, me amas más que a éstos, los otros discípulos, como alardeabas la noche de mi detención?. Pedro ahora, habiendo aprendido con lo que le pasó, con palabras humildes le dice: sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dice Jesús: Apacenta los corderos racionales de mi rebaño espiritual y cuida de que sean alimentados y edificados con la enseñanza de la verdad y con cada medio didáctico espiritual.


16. Le dice Jesús de nuevo, por segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Y él le responde: sí, Señor, tú sabes que te amo. Le dice entonces Jesús: pastorea mis ovejas racionales, vigilando y velando por su seguridad y por su salvación.


17. Le dice por tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?. Y como pareció con esta nueva pregunta que el Maestro todavía dudaba del amor de Pedro, éste se entristeció al preguntarle el Señor por tercera vez si le amaba. Y debido a que la triple negación le había enseñado a no tener ya confianza en sí mismo, le dijo: Señor, tú lo sabes todo, sabes que te amo. Le dice entonces Jesús: apacienta a mis ovejas. Y tras esta tercera afirmación Pedro compensó el pecado de su triple negación y fue restablecido en su misión apostólica, el Señor, informándole que ya no le negaría, le añade:


18. Verdaderamente, verdaderamente te digo, que cuando eras más joven, te atabas tú solo el cinto a tu cintura y caminabas por donde querías. Pero cuando envejezcas, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará allí donde no quieres. Es decir, te conducirá al martirio, el cual, aunque en tu interior lo aceptes, naturalmente también tú lo rechazarás debido a la aversión natural de los hombres a la muerte.


19. El Señor entonces dijo esto declarando con qué tipo de muerte glorificaría Pedro a Dios. Y tras decir esto, le dice: sígueme.




Vers. 20-23. El Señor, Pedro y el discípulo amado.


20. Y mientras caminaban, se volvió Pedro hacia atrás y vió al alumno que amaba Jesús siguiéndoles él también. Este discípulo es aquel que en la cena se inclinó sobre el pecho de Jesús, diciéndole: Señor, ¿quién es el que te va a entregar?


21. Entonces cuando Pedro vio a este discípulo, le dice a Jesús: Señor, ¿éste qué será y qué le sucederá en el futuro? 


22. Entonces Jesús dijo a Pedro: suponte que quiero que siga vivo hasta que tenga lugar mi Segunda Venida. ¿Por qué te interesa esto y en qué te beneficiará, si sabes lo que sucederá con él? Tú sígueme y cuida por tu propia salvación.


23. Entonces por malentendido de estas palabras de Jesús, llegó a los hermanos Cristianos este rumor, de que este discípulo no morirá. Sin embargo Jesús no dijo a Pedro que este discípulo no moriría, sino que dijo supuestamente: pero si quiero que permanezca vivo hasta que vuelva, ¿a tí qué más te da?




Vers. 24-25. Epílogo.


24. Este discípulo es quien continúa ahora dando testimonio de los hechos que se narran en este Evangelio, y él los ha registrado. Y sabemos que este testimonio es verdadero.


25. Existen sin embargo muchas otras cosas que hizo Jesús, las cuales, si fuesen escritas detalladamente, una a una, pienso que ni en todas las bibliotecas del mundo cabrían los libros que deberían escribirse. Realmente.